Cuanta Ortega y Gasset que cuando Juan II va a casar a su hijo con doña Blanca de Navarra, pasó esta princesa con su madres la reina por Briviesca: Allí, -dice la crónica- "le estaban fiestas aparejadas e le fue hecho muy solemne recibimiento por todos los de la villa, sacando cada oficio su pendón e su entremés lo mejor que pudieron, con gran gozo y alegría; e despues de estos venían los Judíos con la Tora o los moros con el Alcorán" etcétera. Claro que estamos en un humilde pueblo castellano -los pueblos castellanos están, por lo visto, condenados a ser eternamente humildes-, no estamos en las grandes y ricas ciudades del tiempo -en Amberes o en Gante-, donde las tesis de Inocencio III y su santa inquisición aun no habían llegado a España. Esto de obligar a moros y judíos a que dejasen de ser lo que eran o la expulsión (los primeros a pesar de ello) se le ocurrió a la generación de los Reyes Católicos
-la generacíón de 1450- ¡Que casualidad! ¿Quienes son de esta generación? Fernando nace en 1452, que es justamente cuando nace Leonardo, y en torno a 1462 Erasmo y Maquiavelo. Y en el 1483, Lutero. Basta. Es la primera generación moderna. Y, en efecto, la expulsión de judíos y moriscos es una idea típicamente moderna. El moderno cree que puede suprimir realidades y construir el mundo a su gusto en nombre de una idea.
Pero los mejores hombres de entonces no aceptaban la solución. La vida presente, formularia, insincera, sobrecargada, no merece, en su sentir, ser afirmada y aceptada. Por otra parte, no cabe una transformación verdadera, una nueva vida. Las formas reales son perennes. Pero sí cabe reducirlas a su pureza originaria, limpiarlas de excrecencias, añadidos, adjetivos. En suma, ya que no se puede transformar, volvamos a las formas puras. Ésta es la
re-forma que -a diferencia del espíritu revolucionario-, consiste en el retorno a la forma primitiva. Y eso significa todos los nombres de batalla y de anhelo que entonces corren por los labios mejores: re-formatio, restitutiio, rensci, renovatio. La renovación no es innovación sino, al reves, volver a ser con toda pureza lo que al principio fué.
Esta fue la aportación de Lutero. El Espíritu de la Reforma religiosa y el humanismo. No son impulsos hacia el futuro, sino todo lo contrario. Cerrado el futuro, forzoso algún cambio, sólo es posible el retorno.
Ya Petrarca, cuando tocaba el clarín de retorno a lo antiguo, une los clásicos a los Padres de la Iglesia, y Conrado Celtis mezclará la resurrección de griegos y romanos a la del germanismo primitivo, y Erasmo se dedicará a editar los Padres de la Iglesia y a publicar el Nueve Testamento en griego abandonando el latin, libros primeros del cristianismo, junto con los clásicos.
Fue el primero y el más importante de pasos en el retorno. Pero no fueron suficientes. La reforma tiene una continuidad ya hay que llevarla a la concepción que de la Iglesia tenían los cristianos del primer siglo.
Lo que para los católicos es, lo que consideran "baraunda" de sectas, no es más que la expresión de este contínuo retornar a los orígenes enfatizando aspectos de la misma.
Esta visión de vida reformista es la que va a triunfar en este siglo XXI
-la generacíón de 1450- ¡Que casualidad! ¿Quienes son de esta generación? Fernando nace en 1452, que es justamente cuando nace Leonardo, y en torno a 1462 Erasmo y Maquiavelo. Y en el 1483, Lutero. Basta. Es la primera generación moderna. Y, en efecto, la expulsión de judíos y moriscos es una idea típicamente moderna. El moderno cree que puede suprimir realidades y construir el mundo a su gusto en nombre de una idea.
Pero los mejores hombres de entonces no aceptaban la solución. La vida presente, formularia, insincera, sobrecargada, no merece, en su sentir, ser afirmada y aceptada. Por otra parte, no cabe una transformación verdadera, una nueva vida. Las formas reales son perennes. Pero sí cabe reducirlas a su pureza originaria, limpiarlas de excrecencias, añadidos, adjetivos. En suma, ya que no se puede transformar, volvamos a las formas puras. Ésta es la
re-forma que -a diferencia del espíritu revolucionario-, consiste en el retorno a la forma primitiva. Y eso significa todos los nombres de batalla y de anhelo que entonces corren por los labios mejores: re-formatio, restitutiio, rensci, renovatio. La renovación no es innovación sino, al reves, volver a ser con toda pureza lo que al principio fué.
Esta fue la aportación de Lutero. El Espíritu de la Reforma religiosa y el humanismo. No son impulsos hacia el futuro, sino todo lo contrario. Cerrado el futuro, forzoso algún cambio, sólo es posible el retorno.
Ya Petrarca, cuando tocaba el clarín de retorno a lo antiguo, une los clásicos a los Padres de la Iglesia, y Conrado Celtis mezclará la resurrección de griegos y romanos a la del germanismo primitivo, y Erasmo se dedicará a editar los Padres de la Iglesia y a publicar el Nueve Testamento en griego abandonando el latin, libros primeros del cristianismo, junto con los clásicos.
Fue el primero y el más importante de pasos en el retorno. Pero no fueron suficientes. La reforma tiene una continuidad ya hay que llevarla a la concepción que de la Iglesia tenían los cristianos del primer siglo.
Lo que para los católicos es, lo que consideran "baraunda" de sectas, no es más que la expresión de este contínuo retornar a los orígenes enfatizando aspectos de la misma.
Esta visión de vida reformista es la que va a triunfar en este siglo XXI