Articulo del Presbitero Eduardo de la Serna en Argentina

8 Enero 2000
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El Presbitero Eduardo de la Serna desarrolla su actividad eclesiastica en la ciudad de Quilmes en la Pcia. de Buenos Aires- Argentina.
su titulo:

La cruel inhumanidad

Pasó el tiempo en el que la Iglesia decía de sí misma que era “experta en humanidad”, y que eso era creíble. Pasaron los tiempos en que un documento pontificio era criticado en las instancias de poder, como lo fue la Pacem in Terris o la Populorum Progressio. Pasaron los tiempos en que la Iglesia era mirada, “desde afuera” con respeto, con afecto, y hasta con algo de admiración, por su coherencia, por su capacidad de reformarse, por su sensibilidad; o mirada con desconfianza por los “dueños del Poder”... Pasaron los tiempos, y vinieron otros. Otros tiempos en los que encíclicas papales fueron aplaudidas por los poderosos, y citadas como autoridad por los abanderados de la opresión y explotación; vinieron otros tiempos en que tres presidentes del Estado terrorista más terrible y criminal de los tiempos modernos saludan respetuosamente a un extinto pontífice, y lo aplauden como “paladín de la libertad”. ¿Qué pasó dentro de la Iglesia para que se produjera este cambio fenomenal? Una mirada simplista diría que Juan Pablo no era como Juan, ni como Pablo, lo cual es evidente. Sin embargo, parece que es útil mirar más allá. O más adentro. Porque algo más profundo parece estar ocurriendo. Algo que, creemos, tiene su origen -no deseado- en Juan y en Pablo, y que hizo eclosión en los últimos tiempos.

Creo que el Concilio Vaticano II -insisto en que sin desearlo- sembró en su mismo seno la semilla de la crisis. La semilla que fue mirarse a sí misma, para reformarse, aggiornarse (que hoy sería ierisarse, valga el neologismo). Siempre referida a Cristo, como lo demuestra el documento sobre La Iglesia (‘Lumen Gentium’), que empieza remitiendo a Cristo, que es la luz de las naciones, pero reflexionando sobre sí misma, sobre su ser, sobre su relación con el mundo, con las otras Iglesias (muchas ahora llamadas comunidades eclesiales; desde la no-conciliar Dominus Iesus), con el pueblo judío, con las religiones no cristianas, sobre la liturgia, los presbíteros, los religiosos y los laicos… Siempre mirándose a sí misma. Con clara intención de ponerse “a giorno”, al día; un día que hoy es ayer (ieri, en italiano). Pero mirándose. Y el problema fue que ese mirarse la hizo ir cayendo en un eclesiocentrismo que corre el permanente riesgo de ser eclesiolatría. Riesgo que la Iglesia correrá siempre, porque “no existe ni una sola verdad de fe que no podamos manipular idolátricamente” (G. von Rad). Es interesante que Torquemada cuenta que en el Concilio de Basilea (1431) los obispos presentes se ponían de rodillas al decir “se encarnó” pero también al decir “y (creo) en la Iglesia…” Actitudes como estas, son un riesgo de la Iglesia de todos los tiempos, y se debe estar alerta contra esto. No deberíamos olvidar que es esa teología, y esa Iglesia que pone a la Iglesia al mismo nivel que Jesús la que condena a Juana de Arco, mujer, laica, pobre, comprometida con la política y la liberación de su patria, por desobedecerla.

Creo que ese mirarse hacia adentro, llevó y lleva a la Iglesia a mirar el afuera como un extraño y hasta un enemigo. Y a mirarse a sí misma como victimal e inmaculada. Así, todo lo que se proponga “desde afuera” es visto como “adverso”, y sin la claridad necesaria como para distinguir lo que se propone desde la independencia externa de lo que surge de “la otra vereda”. Este tema, en una Iglesia eurocéntrica, como lo es la Católica Romana desde hace ya demasiados siglos, se focaliza en temas como el divorcio, los preservativos, los casamientos homosexuales, y hasta la poligamia. Pero mirando desde “el reverso de la historia”, desde “los pobres de la tierra”, el tema se enfoca más en la ‘vida’ cotidiana de aquellos que son llevados a la “muerte antes de tiempo”. En este contexto de muerte, una Iglesia que se mira a sí misma, prefiere mirar si un estado la reconoce como interlocutora, o si se la consulta para determinados ministros o determinadas políticas, prefiere que no se la nombre en casos públicos de pederastia, que se mire con sus mismos ojos lo que ella llama ‘reconciliación’, y no parece sintonizar en la mirada sobre otros temas como el neo-liberalismo, la deuda externa, la pobreza, la desocupación, la desnutrición... Cuando se ve una Iglesia que está más preocupada por los preservativos que por el hambre (por no decir “que por Jesús”), o una predicación más centrada en si un Te Deum se hace en un lado o en otro, o si los poros del látex permiten o no el paso del virus del sida, cuando es evidente que los poros del neoliberalismo no permiten el paso del pan, entonces nos encontramos con una Iglesia que se mira tanto a sí misma que se ha vuelto incapaz de mirar la humanidad. Por inhumana.

Podríamos hablar de decenas de casos de inhumanidad interna, desde los (des)tratos a curas y laicos, desde la vida interna en decenas de comunidades religiosas activas y contemplativas, desde la negativa persistente a revisar ámbitos y espacios de humanidad macro y microeclesiales, hasta aspectos que vuelven a los ministros cada vez más inhumanos. Y no se entienda que estamos aludiendo al celibato -aunque lo incluimos también- sino a la vida interna de las comunidades cristianas, a lo económico en el seno de la Iglesia, a la ausencia de diálogo, al autoritarismo, a la falta de igualdad, sea esta de género, de “jerarquía”, o económica, a la violación de derechos humanos en el interno de la comunidad eclesial, al desgaste sistemático de personas, a la hiperactividad, a una espiritualidad desencarnada (y por tanto inhumana), sínodos o congresos de laicos con laicados “obedientes”, encuadrados y no críticos amantes de la verdad y la justicia, y hasta una aparente necesidad cada vez más urgente de dar respuestas a preguntas que ya nadie se formula...

Personalmente creo que Juan Pablo II fue gravemente responsable en el crecimiento de esta inhumanidad, aunque creo que eso lo vivió también él mismo, como la hiper exposición pública de sus últimos meses (¿años?) lo demuestran; pero eso no lo transforma en más humano. La centralidad que muchos grupos cristianos dan al dolor, por ejemplo, expresan visiblemente esta inhumanidad. Pero también la manifiesta falta de alegría, de paz interior, de solidaridad, de respeto.

Personalmente creo, y acá radico el punto central, si la Iglesia se mira a sí misma, por más generosidad y honestidad que tenga en este mirarse, sólo terminará encerrada; porque la Iglesia no existe para sí, sino para el pueblo, para el “mundo”. Jesús en un lado, la gente en el otro son las dos puntas a las quela Iglesia debe remitir siempre sin mirarse a sí misma, salvo para revisar la fidelidad a su misión. Si la Iglesia no mira, por encima de todo, el Reino, y no está en permanente conversión a ese Reino, si no mira a Jesús y está en permanente actitud de anuncio de la Buena Noticia a los pobres, entonces la Iglesia termina -aun con la mejor buena voluntad- mirándose a sí misma. y verá así, enemigos, o sumisos “fieles”, pero no mirará la humanidad y no se dejará conmover por su ausencia. Y entonces, desde “la norma”, desde “la ley”, dirá que tal cosa es pecado, que talcosa es persecución contra la Iglesia, que tal otra es dictadura del relativismo, y tal otra flojedad de los que no tienen capacidad de enfrentarla. Desde esa norma, o un supuesto “deber ser”, mirará la historia sin siquiera rozarla, y mirará la vida sin vivirla, o mejor dicho, se mirará a sí misma y creerá que así mira la vida y la historia. Pero estará al margen.

Pbro. Eduardo de la Serna
Quilmes, Buenos Aires, Argentina
1 de julio de 2005
 
Re: Articulo del Presbitero Eduardo de la Serna en Argentina

Bendiciones.

Serìa bueno comentar por partes este revelador aporte que nos entregas hna. Silvia.

Segùn mi punto de vista, sin conocer la tendencia de este cura; pues sabemos que en medio de toda esta ensalada clerical, se mueven intereses inconfesables e incofesados. Pero, lo cierto, lo indudablemente cierto, es que por H o por B este cura no sòlo està metiendo el dedo en la llaga, sino, refregando la mano en la matadura.
:3st:

Seguro que vendràn otras opiniones que haràn sabroso el debate. :Tempted:

Un gran saludo.

Jesucristo es Dios

Sayper
 
Re: Articulo del Presbitero Eduardo de la Serna en Argentina

De Buenos Aires a Barcelona
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Esta es mucho más radical y apela a la historia
<?xml:namespace prefix = o ns = "urn:schemas-microsoft-com:eek:ffice:eek:ffice" /><o:p> </o:p>

He aquí lo que afirma González Faus. Profesor de teología católica en Barcelona:<o:p></o:p>

I. TESIS SOBRE <?xml:namespace prefix = st1 ns = "urn:schemas-microsoft-com:eek:ffice:smarttags" /><st1:personName w:st="on" ProductID="LA CONSTITUCIÓN DE">LA CONSTITUCIÓN DE</st1:personName> <st1:personName w:st="on" ProductID="LA IGLESIA">LA IGLESIA</st1:personName> <o:p></o:p>

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A. Origen y naturaleza de <st1:personName w:st="on" ProductID="LA IGLESIA">la Iglesia</st1:personName>

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1. <st1:personName w:st="on" ProductID="LA IGLESIA">La Iglesia</st1:personName> se fundamenta en Jesús, pero nace de <st1:personName w:st="on" ProductID="la Pascua">la Pascua</st1:personName> y es fundada por ella. En el Jesús histórico no hay intención de fundar una iglesia. Por tanto, difícilmente pudo haber instrucciones o prescripciones dadas a los apóstoles sobre las estructuras de <st1:personName w:st="on" ProductID="la Iglesia. Lo">la Iglesia. Lo</st1:personName> que sí hubo es una comunidad de seguidores en torno a Jesús, creada por Él, y que, lógicamente, habrá de servir de espejo a la iglesia nacida de <st1:personName w:st="on" ProductID="la Pascua.">la Pascua.</st1:personName> <o:p></o:p>

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2. No se puede equiparar el Reino de Dios con <st1:personName w:st="on" ProductID="la Iglesia.">la Iglesia.</st1:personName> Ésta sería una de las herejías más frecuentes y más nocivas para la eclesiología. <o:p></o:p>

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3. <st1:personName w:st="on" ProductID="LA IGLESIA">La Iglesia</st1:personName> está bajo <st1:personName w:st="on" ProductID="la Palabra">la Palabra</st1:personName> de Dios. Aunque la lectura de <st1:personName w:st="on" ProductID="la Biblia">la Biblia</st1:personName> es comunitaria, esto no significa que la comunidad (y menos aún sus representantes solos), estén por encima de <st1:personName w:st="on" ProductID="la Palabra">la Palabra</st1:personName>, sino que han de ser obedientes a ella. Esta doble afirmación puede ser fuente de conflictos. Pero sería heterodoxo rehuir esos conflictos a base de eludir uno de los dos miembros de la afirmación.

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4. <st1:personName w:st="on" ProductID="LA IGLESIA">La Iglesia</st1:personName> es comunidad de los llamados a la fe. Es sencillamente herético creer que <st1:personName w:st="on" ProductID="LA IGLESIA">la Iglesia</st1:personName> se identifica con "el papa y los obispos" como poder sagrado, de modo que el llamado "pueblo de Dios" sea sólo un campo necesario para el ejercicio de ese poder sagrado. <st1:personName w:st="on" ProductID="LA IGLESIA">La Iglesia</st1:personName> es sólo el pueblo creyente, el cual necesita unos "ministerios" para su vida como pueblo de Dios (cf. LG 2).

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5. Pero <st1:personName w:st="on" ProductID="LA IGLESIA">la Iglesia</st1:personName> tampoco es una institución universal de la que las llamadas iglesias locales sólo sean "una pequeña parte": cada iglesia local es, a su vez, "la iglesia católica" ("la iglesia de Dios que está en ...."). Y el verdadero sentido universal de la palabra iglesia es el de una comunión de iglesias. <o:p></o:p>

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B. Estructuración de <st1:personName w:st="on" ProductID="LA IGLESIA">la Iglesia</st1:personName> <o:p></o:p>

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6. La eclesiología del Nuevo Testamento (NT) es enormemente plural. Aunque en tiempos históricos de crisis pueda ser necesario reforzar la unidad, sería contrario al NT institucionalizar una sola visión de <st1:personName w:st="on" ProductID="LA IGLESIA">la Iglesia</st1:personName>, sacrificando la pluralidad.

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7. Lo que decide sobre el carácter cristiano de una iglesia es que sus estructuras favorezcan la igualdad, la fraternidad y "la eminente dignidad de los pobres", desde la experiencia del Dios de Jesús. "Cuando esto falta, padece la comunidad cristiana aunque no falte ninguna estructura eclesiológica" (E. 81). <o:p></o:p>

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8. Los ministerios eclesiales están presentes en todo el NT. Pero su estructura es enormemente imprecisa y cambiable. En los evangelios no hay alusión directa a los diversos ministerios, porque éstos no provienen de Jesús. A lo que se atiende en los evangelios es a que aquellos ministerios, que entonces comenzaban a nacer, se asemejen a Jesús y se desarrollen en consonancia con Él. <o:p></o:p>

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<st1:metricconverter w:st="on" ProductID="9. A">9. A</st1:metricconverter> partir del s. III <st1:personName w:st="on" ProductID="LA IGLESIA">la Iglesia</st1:personName> necesitó institucionalizarse debido a su crecimiento. Como no tenía modelos para ello, recurrió unas veces a imitar la estructura de la sociedad civil romana, y otras a recuperar instituciones o normas del Antiguo Testamento (entonces es cuando se generaliza la terminología "sacerdotal" inexistente al principio). Este doble proceso es muy comprensible; pero no es obligatorio ni está exento de peligros para la iglesia posterior. Su mayor peligro, en frase de Karen Torjesen, es que "el concepto de dirección pasó de la esfera del ministerio a la del gobierno"[2] . <o:p></o:p>

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10. Como consecuencia de lo anterior, en el proceso de institucionalización de <st1:personName w:st="on" ProductID="LA IGLESIA">la Iglesia</st1:personName> fue desapareciendo la presencia de carismáticos y profetas, que había sido mucho más viva en la iglesia primera. Al estructurarse así, los "ministerios" se van convirtiendo en "cargos" y acumulando funciones que, en los orígenes, estaban más diversificadas. <o:p></o:p>

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11. La evolución de los ministerios acaba cuajando muy pronto en la tríada obispo presbítero diácono que, en los orígenes, era de fronteras bastante imprecisas. Lo que en ningún caso hay es "un plan establecido de antemano y mucho menos unas directrices dadas por Jesús" (E. 179). <o:p></o:p>

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12. En <st1:personName w:st="on" ProductID="LA IGLESIA">la Iglesia</st1:personName> del NT, la presidencia de la eucaristía y el llamado "poder de consagración" no aparecen todavía vinculados a la ordenación y a la imposición de manos. Ignacio de Antioquía requiere, para que la eucaristía sea válida, la autorización (no la "ordenación") del obispo (Smirn. 8,1) Ello parece deberse a la concepción hoy perdida de que, en una eucaristía válida (bebaia en terminología de san Ignacio) el presidente no es el único que consagra, sino que todo el pueblo que le rodea consagra y ofrece con él. <o:p></o:p>

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En la iglesia posterior, aún perdura algo de esto en los llamados "confesores"[3]. Algunos de ellos incluso fueron elegidos como obispos sin que se hable nunca de una ordenación presbiteral previa. Y hasta uno como Calixto llegó a papa. Esta regla se mantiene todavía en los cánones de Hipólito (336 340) (cf. E. 143). El primero del que consta que, habiendo sido elegido obispo de Roma como diácono, se hizo ordenar antes de presbítero, fue Gregorio VII en el s. XI. <o:p></o:p>

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En este marco, no tiene sentido argumentar que Jesús "no ordenó mujeres", puesto que tampoco ordenó varones. Para el tema del ministerio femenino sería más pertinente la pregunta de si El Resucitado eligió a mujeres como testigos de su Resurrección. <o:p></o:p>

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Este marco es indispensable para poder entrar ahora en el ministerio de los obispos. <o:p></o:p>

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C. Sobre el ministerio episcopal

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13. Hablando con estricta propiedad histórica, los obispos no son "sucesores" de los Apóstoles. "Iglesias apostólicas" eran sólo aquellas pocas que habían sido fundadas por algún apóstol. Pero en un sentido teológico, con carácter más "sacramental" que jurídico, puede hablarse de una especie de analogía o correspondencia dinámica, que permite usar aquel título en un sentido válido, pero más amplio. <o:p></o:p>

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14. Precisamente por lo anterior, "según san Ireneo, los presbíteros tienen también la sucesión apostólica" (E.183). La idea de cierta igualdad inicial entre obispos y presbíteros se extiende como mínimo hasta san Isidoro de Sevilla en el s. VII (E.188).

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15. Una vez estructurados, hay dos elementos inseparables que deben considerarse esenciales tanto en el episcopado como en el presbiterado. Y son: a) la entrada en el colegio (episcopal o presbiteral) y b) la vinculación a una iglesia particular. Es decir: colegialidad y localidad. <o:p></o:p>

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16. En la iglesia antigua no es concebible ni una eucaristía celebrada sin comunidad, ni un obispo sin iglesia y que no ejerce como pastor. La actual figura jurídica de los obispos "in partibus" (sin diócesis), es una ruptura con la mejor tradición eclesial (a la que hipócritamente rinde homenaje con esa designación sólo nominal)[5]. <o:p></o:p>

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Y lo dicho hasta aquí sobre el ministerio episcopal, necesita otro marco de referencia, que proviene de aquel que es el "primus episcoporum": el obispo de Roma. <o:p></o:p>

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D. Sobre el ministerio de Pedro

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17. Pedro murió mártir en Roma pero no fue nunca obispo de Roma. Además, es muy probable históricamente que la iglesia de Roma fue gobernada durante bastantes años por un colegio de presbíteros (como todavía se adivina en la llamada "carta de Clemente"), y que la "sucesión episcopal" no surja en Roma hasta mediado el siglo II. <o:p></o:p>

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18. El Vicario de Pedro puede tener, como obispo de Roma y como patriarca de Occidente, unas atribuciones geográficamente limitadas que no tiene como papa. La iglesia universal no es una diócesis del papa ni el estado del papa. <o:p></o:p>

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19.La designación de los obispos durante todo el primer milenio y parte del segundo no fue competencia de los papas sino de las iglesias locales (o circunvecinas). Las formas concretas pudieron variar, pero el principio se consideraba voluntad de Dios y derecho apostólico. Las primeras desviaciones de este proceso se debieron a situaciones excepcionales, para evitar la intervención de los reyes y señores feudales. Más tarde (en la época de Avignon) a motivos muchos menos nobles[6]. Finalmente en Trento se generalizó la práctica actual, que debe seguir siendo mirada como "excepcional"[7]
 
Re: Articulo del Presbitero Eduardo de la Serna en Argentina

Saludos hno. Tobi.

Francamente ¡Sorprendente!! :3st:

Una pregunta: ¿Ya lo excomulgaron, quemaron, asesinaron y escondieron? :smashfrea


Ahora sì que entre el 'de la sarna' y 'foul' tendremos alborotado el avispero romanista, ya que estos curas se las tràen con lo que dicen. :confundid

Y segùn mi abuelo: 'cuando veas una cucaracha, no es una; son miles'. :SHOCKED:

Veremos que comentan a todo èsto sus incondicionales acòlitos; me parece verlos asomados al muro; :peepwallA creo que en lo que no han reparado aùn es en 'la piqueta'. :Buried:

Bendiciones

Jesucristo es Dios

Sayper