Re: Los sodomitas contraatacan a la Familia
Editorial de Protestante Digital
La fe se manifiesta (o se debe manifestar) al exterior. Pero las manifestaciones no son siempre una expresión de la fe (aunque pueden serlo, indudablemente). Lo decimos al hilo de las grandes "manifestaciones multitudinarias" de fe.
Manifestarse públicamente no es siempre ni la mejor ni la única manera de dar testimonio de lo que creemos; e incluso en ocasiones puede ser contraproducente. Es más, creemos que estamos confundiendo cada vez más estos dos términos hasta el punto de entender que la expresión de la fe como colectivo religioso o moral es fundamentalmente multitudinaria.
En el hecho de la manifestación como fiesta , remitimos a una entrevista a José de Segovia que esta semana emite eMision titulada "De Springsteen a Juan Luis Guerra" (audio, 3 MB) que analiza la relación entre arte, música y evangelización.
En cuanto a la manifestación social, por las calles, estamos a pocos días de la gran manifestación que la Conferencia Episcopal católica apoya (el 18 de junio en Madrid) en contra de la denominación de matrimonio para las uniones legales entre personas del mismo sexo, y de la adopción de menores por estas mismas parejas gays.
A favor de la causa de la manifestación se encuentra la coincidencia con estos postulados por una inmensa mayoría del protestantismo español. Los comunicados oficiales de la Alianza Evangélica Española (AEE) y de la FEREDE al respecto coinciden en exigir que las uniones gays no reciban la consideración de matrimonio; y el Comunicado de la AEE es especialmente firme en su oposición absoluta a la adopción de menores por parte de las parejas gays. Sin duda unas razones de evidente peso a favor de participar en la manifestación.
La otra cara de la moneda -que también debemos considerar- es qué efecto, intereses reales y consecuencias tiene esta manifestación .
En primer lugar, la sociedad entiende que la gran preocupación de la Iglesia católica (y quienes se unan) en esta manifestación muestra un gran interés en el orden moral sexual pero poco en otros aspectos que afectan (y mucho) al ser humano. Ni la guerra injusta, ni los problemas de los inmigrantes, ni la creciente violencia social, ni el maltrato familiar a niños y mujeres, ni el abandono de los más desfavorecidos, ni la destrucción ecológica de nuestro mundo han motivado reacciones masivas en forma de manifestación pública y coordinada en España por ninguna confesión religiosa. A veces podemos hablar más por lo que no hacemos que por lo que realizamos, opinarán muchos al respecto.
Otro aspecto es el político . Las leyes se "cocinan" en los partidos antes de ser elaboradas. El loby gay lo ha interpretado perfectamente, y ha trabajado con fuerza y constancia en todos los partidos. Los evangélicos, sin embargo, ni siquiera nos hemos planteado el estar presentes en ellos. Esto sin contar que finalmente la manifestación será un monopolio de la oposición (PP) en contra del Gobierno (PSOE). Derecha contra izquierda ¿Debemos tomar partido? La respuesta es personal e intransferible.
Por último, la Iglesia católico-romana (ICR) en España ha dado la espalda a los protestantes, y en la trastienda ha puesto continuos obstáculos a sus derechos. Por primera vez quiere contar con ellos (con nosotros). Muchos ven una causa común y que la ICR lidera la lucha moral, pero posiblemente la sociedad haga la lectura de que somos todos lo mismo, con algunas cuestiones doctrinales menores que nos separan. Por cierto, les recomendamos el análisis de José Grau: "Protestantismo y catolicismo: nos separa más que nos une" (audio, 7´3 MB) al respecto.
Un apunte final, pero que pensamos que es el más importante. La mayor y mejor manifestación de la fe no es la que se hace en un evento multitudinario. Las masas corean, gritan y se sienten poderosas por unos instantes, para luego apagarse los focos y quedar el día a día. Y ahí está la clave . Lo que nadie puede negar, lo que es imposible olvidar, es una persona que actúa de manera generosa, sensible, íntegra, humana y afirma en su momento que lo hace porque Jesús ha cambiado su corazón. Esta fe se manifiesta sin equívoco alguno. Se vive cada día en el trabajo, la familia, y en el ámbito de la iglesia (parroquia) local sin necesitar convocatorias ni anuncios.
Con todas estas reflexiones no queremos que nadie entienda que nos definimos a favor ni en contra de manifestación alguna, que es un derecho y deber que queda a la libertad de conciencia de cada persona.
Sólo hemos querido argumentar un punto de vista amplio, al margen de la decisión final de cada cual. Pero por encima de todo resaltamos la enorme importancia de que no creamos que cambiar la sociedad o expresar la fe son cuestión de los fuegos artificiales de un momento, sino el trabajo entusiasta que manifiesta los valores del Reino de Dios en el aquí y ahora diario , en sus facetas horisontal (nada de lo humano me es ajeno) y vertical (de tal manera amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él crea no se pierda, mas tenga vida eterna).
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