Re: EL DOGMA DE LA ASUNCIÓN DE MARIA FUE PROCLAMADO A CAUSA DE UNA ENCUESTA
1º: He leído toda la constitución apostólica.
Leela de nuevo.
2º: Se dice bien claro que el obispo de Roma consulta a los obispos y a los laicos
Consulta sólo a los obispos. Los obispos consultan al pueblo a su cargo si eso les parece bien. Por otro lado, ¿qué de raro tiene que el Papa consulte a los obispos? Repito, lee la carta despacio.
3º: Recibió millones de cartas apoyando la definición del dogma.
Millares, según la misma carta. No millones.
4º: No hay ningún padre primitivo que hable de la asunción de María, por lo que la presión popular fue determinante.
"21. Así
San Juan Damasceno, que se distingue entre todos como testigo eximio de esta tradición, considerando la Asunción corporal de la Madre de Dios a la luz de los otros privilegios suyos, exclama con vigorosa elocuencia: «Era necesario que Aquella que en el parto había conservado ilesa su virginidad conservase también sin ninguna corrupción su cuerpo después de la muerte. Era necesario que Aquella que había llevado en su seno al Creador hecho niño, habitase en los tabernáculos divinos. Era necesario que la Esposa del Padre habitase en los tálamos celestes. Era necesario que Aquella que había visto a su Hijo en la cruz, recibiendo en el corazón aquella espada de dolor de la que había sido inmune al darlo a luz, lo contemplase sentado a la diestra del Padre. Era necesario que la Madre de Dios poseyese lo que corresponde al Hijo y que por todas las criaturas fuese honrada como Madre y sierva de Dios»9.
22. Estas expresiones de San Juan Damasceno corresponden fielmente a aquellas de otros que afirman la misma doctrina. Efectivamente, palabras no menos claras y precisas se encuentran en los discursos que, con ocasión de la fiesta, tuvieron otros Padres anteriores o contemporáneos. Así, por citar otros ejemplos,
San Germán de Constantinopla encontraba que correspondía la incorrupción y Asunción al cielo del cuerpo de la Virgen Madre de Dios no sólo a su divina maternidad, sino también a la especial santidad de su mismo cuerpo virginal: «Tú, como fue escrito, apareces "en belleza" y tu cuerpo virginal es todo santo, todo casto, todo domicilio de Dios; así también por esto es preciso que sea inmune de resolverse en polvo; sino que debe ser transformado, en cuanto humano, hasta convertirse en incorruptible; y debe ser vivo, gloriosísimo, incólume y dotado de la plenitud de la vida»10. Y otro antiguo escritor dice: «Como gloriosísima Madre de Cristo, nuestro Salvador y Dios, donador de la vida y de la inmortalidad, y vivificada por Él, revestida de cuerpo en una eterna incorruptibilidad con Él, que la resucitó del sepulcro y la llevó consigo de modo que sólo Él conoce»"
La Constitución nombra a otros santos y doctores de la Iglesia que han defendido esta doctrina a lo largo de los siglos: San Alberto Magno, San Buenaventura, Santo Tomás de Aquino, San Bernardino de Siena, San Francisco de Sales, etc.
Insisto: lee la Constitución.