Paz y Bendiciones de N.S. Jesucristo:
Encuentro de humildad
En tiempos de Jesús habían dos pueblos que se odiaban mucho, no se hablaban, ni mucho menos se ayudaban entre sí.
Es más si alguno veía a otro tirado en el suelo molido a golpes y sumamente grave, optaba por hacerse a un lado, y simplemente dejarlo morir.
Corazones llenos de odio, son capaces de hacer que se olviden las dignidades y necesidades de las personas, de sus valores incluso del valor de la vida.
En términos humanos, dos personas que se odian, por lo general tambien cultivan otros defectos como el orgullo y la soberbia, no son capaces de dar un mínimo paso de acercamiento ni perdón, esto sería considerado rebajarse ante el otro, ni siquiera un saludo ni por hipocresía cuando son odios fuertes.
La rivalidad entre estos pueblos, por razones que ellos solo conocen, se convierten en impedimento para las relaciones sociales, son murallas altísimas que ninguno sería capaz de cruzar, a menos que fuera movido por una fuerza superior a su orgullo, a su soberbia, a su odio.
Esta fuerza superior capaz de vencer a cualquiera otra fuerza contraria es lo que llamamos AMOR.
Ustedes reconoceran estas palabras:
Cómo tu siendo judío me dices a mi que soy una mujer samaritana que te dé de beber?
Es una situación totalmente insólita, un judío rebajándose ante un samaritano, y peor aún ante una simple mujer, (en aquellos tiempos las mujeres eran como un cero a la izquierda en la sociedad).
Para un judío cualquiera, este acto de pedir agua, a un enemigo acérrimo, sería el colmo, un rebajarse, un humillarse, y un hacerse nada.
Pues resulta que este judío, estaba provisto de la mejor de las armas y pudo superar la gran muralla del odio, este estaba lleno de AMOR.
Jesucristo, lleno de amor, fue capaz de dar el paso, y el nos ha pedido a nosotros que seamos capaces como él de seguir sus pasos.
Dame de beber dijo, demostrando su disposición a hacerse el último entre los últimos, el más humildes de los humildes.
Por si no lo saben, superar las barreras de odios y rencores, fue uno de sus primeros pasos.
De veras, Estás dispuesto a seguirle?
No sabías que yo debía estar en la casa de mi Padre?
Lucas 2, 49-50
Encuentro de humildad
En tiempos de Jesús habían dos pueblos que se odiaban mucho, no se hablaban, ni mucho menos se ayudaban entre sí.
Es más si alguno veía a otro tirado en el suelo molido a golpes y sumamente grave, optaba por hacerse a un lado, y simplemente dejarlo morir.
Corazones llenos de odio, son capaces de hacer que se olviden las dignidades y necesidades de las personas, de sus valores incluso del valor de la vida.
En términos humanos, dos personas que se odian, por lo general tambien cultivan otros defectos como el orgullo y la soberbia, no son capaces de dar un mínimo paso de acercamiento ni perdón, esto sería considerado rebajarse ante el otro, ni siquiera un saludo ni por hipocresía cuando son odios fuertes.
La rivalidad entre estos pueblos, por razones que ellos solo conocen, se convierten en impedimento para las relaciones sociales, son murallas altísimas que ninguno sería capaz de cruzar, a menos que fuera movido por una fuerza superior a su orgullo, a su soberbia, a su odio.
Esta fuerza superior capaz de vencer a cualquiera otra fuerza contraria es lo que llamamos AMOR.
Ustedes reconoceran estas palabras:
Cómo tu siendo judío me dices a mi que soy una mujer samaritana que te dé de beber?
Es una situación totalmente insólita, un judío rebajándose ante un samaritano, y peor aún ante una simple mujer, (en aquellos tiempos las mujeres eran como un cero a la izquierda en la sociedad).
Para un judío cualquiera, este acto de pedir agua, a un enemigo acérrimo, sería el colmo, un rebajarse, un humillarse, y un hacerse nada.
Pues resulta que este judío, estaba provisto de la mejor de las armas y pudo superar la gran muralla del odio, este estaba lleno de AMOR.
Jesucristo, lleno de amor, fue capaz de dar el paso, y el nos ha pedido a nosotros que seamos capaces como él de seguir sus pasos.
Dame de beber dijo, demostrando su disposición a hacerse el último entre los últimos, el más humildes de los humildes.
Por si no lo saben, superar las barreras de odios y rencores, fue uno de sus primeros pasos.
De veras, Estás dispuesto a seguirle?
No sabías que yo debía estar en la casa de mi Padre?
Lucas 2, 49-50