"Pues yo, hermanos, cuando fui a vosotros, no fui con el prestigio de la palabra o de la sabiduría a anunciaros el misterio de Dios, pues no quise saber entre vosotros sino a Jesucristo, y Éste crucificado". (1 Corintios 2,1-2)
Durante mucho tiempo me había preguntado qué había en la predicación de los primeros apóstoles que seducía a tantos y la hacía tan eficaz, logrando que alma tras alma se rindiera a los pies de Jesús. Un día me estrellé con estos versos y hoy estoy convencido de que La predicación del Evangelio es una de Sustitución o no es Evangelio.
Mi impresión es que hoy en día el cristianismo es presentado no más que como una serie de normas y lineamientos que deben ser obedecidos y de la observancia de estos lineamientos depende tanto la salvación como la felicidad del hombre. Veo con asombro como en contra de la abundante evidencia bíblica y eclesial de la persona y Obra de Jesús, la presentación de las mismas termina proponiendo a Jesús como un Ejemplo a seguir, como alguien que vino a ser elevado sobre toda la humanidad para ser mirado, contemplado e imitado. Y diariamente me asombra más cómo el valor sustitutivo de su obra pierde el lugar primordial, quedando relegado en la penumbra, como si sólo tuviera lugar en algunas páginas de los libros de teología, como si nada tuviera que ver con el pecado del hombre de hoy.
Casi con crecimiento exponencial se encuentran folletos, páginas web, ensayos y libros hablando de replantear la obra de la cruz de Jesús de una manera menos violenta y sangrienta para un mundo que está cansado de violencias y sangre. Se le suman los adeptos diariamente. Con sorpresa observé cómo comunidades cristianas rechazaban la obra "La Pasión" de Mel Gibson no por la denominación cristiana de Gibson sino por lo "irrealmente cruel y sangrienta" de su obra. Entonces se quiere presentar la Obra de Jesús como un ejemplo de abnegación, como una muestra de amor, de una manera tan romántica y sensible que parece afeminada, como un camino a seguir, como algo que necesita de nuestra participación... se prostituyen los versos bíblicos y las obras de La Iglesia que apoyan este aspecto de la vida cristiana para oscurecer o hacer desaparecer el otro aspecto: que Él ocupó nuestro lugar, que el Juicio sobre Él fue el Juicio que merecemos nosotros, que Él fue molido por nuestras culpas y rebeldías, que su sangre compró, ha comprado y comprará, por todos los tiempos, la vida del pecador que así lo acepte.
Pero nada nuevo hay bajo el sol; a Pedro Abelardo, uno de los más brillantes filósofos y teólogos católicos de todos los tiempos, se le ocurrió proponer, hace nueve (9) siglos, que la muerte de Jesús era una muestra del profundísimo amor de Dios, que de Juicio, Castigo, Rescate, Sustitución e Ira divina no tenía nada sino que era no más que una señal para cada persona del inmenso amor de Dios, obra que al ser contemplada debería incendiar los corazones de los que la miran en amor y compasión para así imitar semejante acto amoroso y cambiar de vida. Hoy en día esta es la tendencia que más adeptos arrastra, hasta la tan mencionada Reforma cede terreno y se deja engatuzar por esta presentación.
Pero nunca ha faltado en La Iglesia quien enseñe verdad, y a Abelardo le salieron por dos flancos distintos dos gigantes inspirados por el Espíritu, que terminaron haciéndole callar a él, pero que lamentablemente no pudieron aplacar su doctrina, que sigue ganando adeptos hoy.
Anselmo de Canterbury, de una manera inconmovible, concluyó tajantemente que no habría manera alguna de perdonar el pecado del hombre sin que Dios mismo se mostrara como Sustituto del hombre. El Pecado lo único que engendra es castigo y Jesús soportó el castigo que nos tocaba soportar a nosotros y de esa manera es satisfecha la justicia de Dios. De esa manera y no de otra... y no hay otra posible manera.
Por el otro flanco, arrasadora e implacablemente, salió Bernardo de Clairvaux concluyendo que lo propuesto por Abelardo era simple, llano y puro Neo-Pelagianismo, y así logró que Abelardo fuera condenado. Pero hoy el espíritu de Abelardo amenaza con levantar cabeza.
En este tiempo en que La Iglesia se acerca en meditación a contemplar la pasión de Cristo hasta llegar a la cruz me anoto a meditar sobre este respecto y por igual espero de ustedes sus aportes.
En el Amor de Jesús.
Gabaon.
Durante mucho tiempo me había preguntado qué había en la predicación de los primeros apóstoles que seducía a tantos y la hacía tan eficaz, logrando que alma tras alma se rindiera a los pies de Jesús. Un día me estrellé con estos versos y hoy estoy convencido de que La predicación del Evangelio es una de Sustitución o no es Evangelio.
Mi impresión es que hoy en día el cristianismo es presentado no más que como una serie de normas y lineamientos que deben ser obedecidos y de la observancia de estos lineamientos depende tanto la salvación como la felicidad del hombre. Veo con asombro como en contra de la abundante evidencia bíblica y eclesial de la persona y Obra de Jesús, la presentación de las mismas termina proponiendo a Jesús como un Ejemplo a seguir, como alguien que vino a ser elevado sobre toda la humanidad para ser mirado, contemplado e imitado. Y diariamente me asombra más cómo el valor sustitutivo de su obra pierde el lugar primordial, quedando relegado en la penumbra, como si sólo tuviera lugar en algunas páginas de los libros de teología, como si nada tuviera que ver con el pecado del hombre de hoy.
Casi con crecimiento exponencial se encuentran folletos, páginas web, ensayos y libros hablando de replantear la obra de la cruz de Jesús de una manera menos violenta y sangrienta para un mundo que está cansado de violencias y sangre. Se le suman los adeptos diariamente. Con sorpresa observé cómo comunidades cristianas rechazaban la obra "La Pasión" de Mel Gibson no por la denominación cristiana de Gibson sino por lo "irrealmente cruel y sangrienta" de su obra. Entonces se quiere presentar la Obra de Jesús como un ejemplo de abnegación, como una muestra de amor, de una manera tan romántica y sensible que parece afeminada, como un camino a seguir, como algo que necesita de nuestra participación... se prostituyen los versos bíblicos y las obras de La Iglesia que apoyan este aspecto de la vida cristiana para oscurecer o hacer desaparecer el otro aspecto: que Él ocupó nuestro lugar, que el Juicio sobre Él fue el Juicio que merecemos nosotros, que Él fue molido por nuestras culpas y rebeldías, que su sangre compró, ha comprado y comprará, por todos los tiempos, la vida del pecador que así lo acepte.
Pero nada nuevo hay bajo el sol; a Pedro Abelardo, uno de los más brillantes filósofos y teólogos católicos de todos los tiempos, se le ocurrió proponer, hace nueve (9) siglos, que la muerte de Jesús era una muestra del profundísimo amor de Dios, que de Juicio, Castigo, Rescate, Sustitución e Ira divina no tenía nada sino que era no más que una señal para cada persona del inmenso amor de Dios, obra que al ser contemplada debería incendiar los corazones de los que la miran en amor y compasión para así imitar semejante acto amoroso y cambiar de vida. Hoy en día esta es la tendencia que más adeptos arrastra, hasta la tan mencionada Reforma cede terreno y se deja engatuzar por esta presentación.
Pero nunca ha faltado en La Iglesia quien enseñe verdad, y a Abelardo le salieron por dos flancos distintos dos gigantes inspirados por el Espíritu, que terminaron haciéndole callar a él, pero que lamentablemente no pudieron aplacar su doctrina, que sigue ganando adeptos hoy.
Anselmo de Canterbury, de una manera inconmovible, concluyó tajantemente que no habría manera alguna de perdonar el pecado del hombre sin que Dios mismo se mostrara como Sustituto del hombre. El Pecado lo único que engendra es castigo y Jesús soportó el castigo que nos tocaba soportar a nosotros y de esa manera es satisfecha la justicia de Dios. De esa manera y no de otra... y no hay otra posible manera.
Por el otro flanco, arrasadora e implacablemente, salió Bernardo de Clairvaux concluyendo que lo propuesto por Abelardo era simple, llano y puro Neo-Pelagianismo, y así logró que Abelardo fuera condenado. Pero hoy el espíritu de Abelardo amenaza con levantar cabeza.
En este tiempo en que La Iglesia se acerca en meditación a contemplar la pasión de Cristo hasta llegar a la cruz me anoto a meditar sobre este respecto y por igual espero de ustedes sus aportes.
En el Amor de Jesús.
Gabaon.