¿Qué hacen los católicos con las palabras de un Papa?<?xml:namespace prefix = o ns = "urn:schemas-microsoft-com
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El Papa Inocencio XI en el año 1680 planea oficialmente algunas intervenciones pontificias dirigidas al Rey de España Carlos II, con la intención de conseguir abolir las corridas de toros, intervenciones que fueron ignoradas por el monarca español. Cierto que no fue el primer Papa en intervenir de forma muy directa desde el Vaticano en este asunto. <o
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El primero y más contundente en su intento fue Pio V, que directamente prohibió los espectáculos taurinos bajo pena de excomunión, anatema y amenazando con no dar sepultura eclesiástica a quien moría en un espectáculo taurino. Evidentemente sin resultado satisfactorio para la Santa Sede. Después de él hubo otros Pontífices, que más permisivos, otorgaron ciertas concesiones al respecto, y que derogaron de un plumazo la Bula de Pio V, entre otras cosas porque buscaban la alianza de España frente a los turcos, así como por las presiones del Rey Felipe II que afirmaba que la excomunión producía un resultado mucho más perjudicial en el pueblo que el pecado mismo de asistir ó consentir dichos espectáculos taurinos. Sin embargo eran otros sus motivos, digamos que económicos.<o
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Pues bien, Inocencio XI a través de Monseñor Mellini, hace llegar al Rey español una carta en la que en resumen se le recuerda “cuánto sería del agrado de Dios el prohibir la fiesta de los toros”, la misma que Carlos II ignora.<o
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Más tarde el mismo Mellini, nuncio en España, interviene personalmente con una nota en la que recuerda al Rey la “complacencia de la Divina Misericordia” con la abolición de la corridas de toros, nota que queda igualmente sin respuesta.<o
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Un último intento realiza Mellini a través del Marqués de Velada, quien ha de informar a Su Majestad de que Su Santidad estima “que lo mejor sería hacer desaparecer completamente las corridas, ya que forman parte de los espectáculos sangrientos del paganismo…”. Sin embargo la resolución del Rey fue lo que hoy llamaríamos silencio administrativo.<o
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Después de los tristes datos citados, a mi me surge la pregunta: ¿Cuáles son los supuestos en los que un católico ya sea rey, ya plebeyo, ha de hacer caso ó no de un precepto dictado por el Papa?, ¿No es el Papa acaso infalible como ellos mismos defienden? Y si dice llamarse el representante de Dios en la Tierra, por qué motivo no siempre le hacen caso. ¿A que Dios adoran los católicos entonces?<o
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Como antitaurino y librepensandor que soy y desde la perspectiva que me da la lejanía de la fiesta sangrienta que quieren calificar como “Nacional”, descubro que no se puede ser católico, romano y apostólico y participar al mismo tiempo de una costumbre bárbara, basada en el paganismo y la tradición y que no se corresponde con un país que dice sentirse moderno, ni con miles de españoles que abogamos por una vida digna también para los animales.<o
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José Vicente Cobo<o
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(Apóstata y Antitaurino)<o
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(Apóstata y Antitaurino)<o
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