Programa de Gobierno de Joseph Ratzinger

Re: Programa de Gobierno de Joseph Ratzinger

Como creo que es este el epígrafe más adecuado para que todo el mundo se haga una idea de quién es el nuevo papa, Benedicto XVI, copio acá su última homilía como cardenal que pronunció precisamente en la misa que precedió al cónclave. Creo que es toda una declaración de intenciones:

Homilía del cardenal Ratzinger, elegido Papa, en la misa por la elección del Papa
Celebrada en el Vaticano antes de comenzar el cónclave

CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 18 abril 2005 (ZENIT.org).- Publicamos la homilía que pronunció este lunes el cardenal Joseph Ratzinger, decano del Colegio cardenalicio, en la misa que concelebró junto al resto de los cardenales electores «por la elección del romano pontífice» en la Basílica de San Pedro del Vaticano en la mañana de este lunes.



Isaías 61, 1 - 3a. 6a. 8b - 9
Efesios 4, 11 - 16
Juan 15, 9 - 17


En esta hora de gran responsabilidad, escuchemos con particular atención lo que nos dice el Señor con sus mismas palabras. De las tres lecturas, quisiera escoger sólo algún pasaje que nos afecta directamente en un momento como éste.

La primera lectura ofrece un retrato profético de la figura del Mesías, un retrato que alcanza todo su significado en el momento en el que Jesús lee este texto en la sinagoga de Nazaret, cuando dice: «Esta Escritura, que acabáis de oír, se ha cumplido hoy» (Lucas 4, 21). En el centro de este texto profético, encontramos una frase que, al menos a primera vista, parece contradictoria. Al hablar de sí mismo, el Mesías dice que ha sido enviado «a pregonar el año de gracia del Señor, el día de venganza de nuestro Dios» (Isaías 61, 2). Escuchamos, con alegría, el anuncio del año de la misericordia: la misericordia divina pone un límite al mal, nos ha dicho el Santo Padre. Jesucristo es la misericordia divina en persona: encontrar a Cristo significa encontrar la misericordia de Dios. El mandato de Cristo se ha convertido en nuestro mandato a través de la unción sacerdotal; estamos llamados a promulgar no sólo con las palabras sino también con la vida y con los signos eficaces de los sacramentos «el año de la misericordia del Señor». Pero, ¿qué quiere decir Isaías cuando anuncia el «día de venganza de nuestro Dios»? Jesús, en Nazaret, al leer el texto profético, no pronunció estas palabras, concluyó anunciando el año de la misericordia. ¿Fue éste quizá el motivo del escándalo que tuvo lugar tras su predicación? No lo sabemos. De todos modos, el Señor ofreció su comentario auténtico a estas palabras con su muerte en la cruz. «Él mismo sobre el madero llevó nuestros pecados…», dice san Pedro (1 Pedro 2, 24). Y san Pablo escribe a los Gálatas: «Cristo nos rescató de la maldición de la ley, haciéndose él mismo maldición por nosotros, pues dice la Escritura: maldito todo el que está colgado de un madero, a fin de que llegara a los gentiles, en Cristo Jesús, la bendición de Abraham, y por la fe recibiéramos el Espíritu de la Promesa» (Gálatas 3, 13s).

La misericordia de Cristo no es una gracia barata, no supone la banalización del mal. Cristo lleva en su cuerpo y en su alma todo el peso del mal, toda su fuerza destructora. El día de la venganza y el año de la misericordia coinciden en el misterio pascual, en Cristo, muerto y resucitado. Esta es la venganza de Dios: él mismo, en la persona del Hijo, sufre por nosotros. Cuanto más quedamos tocados por la misericordia del Señor, más solidarios somos con su sufrimiento, más disponibles estamos para completar en nuestra carne «lo que falta a las tribulaciones de Cristo» (Colosenses 1, 24).

Pasemos a la segunda lectura, la carta a los Efesios. Afronta esencialmente tres argumentos: en primer lugar, los ministerios y los carismas en la Iglesia, como dones del Señor resucitado y elevado al cielo; a continuación, la maduración en la fe y en el conocimiento del Hijo de Dios, como condición y contenido de la unidad en el cuerpo de Cristo; y, por último, la participación común en el crecimiento del Cuerpo de Cristo, es decir, la transformación del mundo en la comunión con el Señor.

Detengámonos en dos puntos. El primero, es el camino hacia la «madurez de Cristo», como dice, simplificando, el texto en italiano. Más en concreto tendríamos que hablar, según el texto griego, de la «medida de la plenitud de Cristo», a la que estamos llamados a llegar para ser realmente adultos en la fe. No deberíamos quedarnos como niños en la fe, en estado de minoría de edad. Y, ¿qué significa ser niños en la fe? Responde san Pablo: significa ser «llevados a la deriva y zarandeados por cualquier viento de doctrina» (Efesios 4, 14). ¡Una descripción muy actual!

Cuántos vientos de doctrina hemos conocido en estas últimas décadas, cuántas corrientes ideológicas, cuantas modas del pensamiento… La pequeña barca del pensamiento de muchos cristianos con frecuencia ha quedado agitada por las olas, zarandeada de un extremo al otro: del marxismo al liberalismo, hasta el libertinismo; del colectivismo al individualismo radical; del ateísmo a un vago misticismo religioso; del agnosticismo al sincretismo, etc. Cada día nacen nuevas sectas y se realiza lo que dice san Pablo sobre el engaño de los hombres, sobre la astucia que tiende a inducir en el error (Cf. Efesios 4, 14). Tener una fe clara, según el Credo de la Iglesia, es etiquetado con frecuencia como fundamentalismo. Mientras que el relativismo, es decir, el dejarse llevar «zarandear por cualquier viento de doctrina», parece ser la única actitud que está de moda. Se va constituyendo una dictadura del relativismo que no reconoce nada como definitivo y que sólo deja como última medida el propio yo y sus ganas.

Nosotros tenemos otra medida: el Hijo de Dios, el verdadero hombre. Él es la medida del verdadero humanismo. «Adulta» no es una fe que sigue las olas de la moda y de la última novedad; adulta y madura es una fe profundamente arraigada en la amistad con Cristo. Esta amistad nos abre a todo lo que es bueno y nos da la medida para discernir entre lo verdadero y lo falso, entre el engaño y la verdad.

Tenemos que madurar en esta fe adulta, tenemos que guiar hacia esta fe al rebaño de Cristo. Y esta fe, sólo la fe, crea unidad y tiene lugar en la caridad. San Pablo nos ofrece, en oposición a las continuas peripecias de quienes son como niños zarandeados por las olas, una bella frase: hacer la verdad en la caridad, como fórmula fundamental de la existencia cristiana. En Cristo, coinciden verdad y caridad. En la medida en que nos acercamos a Cristo, también en nuestra vida, verdad y caridad se funden. La caridad sin verdad sería ciega; la verdad sin caridad, sería como «un címbalo que retiñe» (1 Corintios 13, 1).

Pasemos ahora al Evangelio, de cuya riqueza quisiera sacar tan sólo dos pequeñas observaciones. El Señor nos dirige estas maravillosas palabras: «No os llamo ya siervos… a vosotros os he llamado amigos» (Juan 15, 15). Muchas veces no sentimos simplemente siervos inútiles, y es verdad (Cf. Lucas 17, 10). Y, a pesar de ello, el Señor nos llama amigos, nos hace sus amigos, nos da su amistad. El Señor define la amistad de dos maneras. No hay secretos entre amigos: Cristo nos dice todo lo que escucha al Padre; nos da su plena confianza y, con la confianza, también el conocimiento. Nos revela su rostro, su corazón. Nos muestra su ternura por nosotros, su amor apasionado que va hasta la locura de la cruz. Nos da su confianza, nos da el poder de hablar con su yo: «este es mi cuerpo…», «yo te absuelvo…». Nos confía su cuerpo, la Iglesia. Confía a nuestras débiles mentes, a nuestras débiles manos su verdad, el misterio del Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo; el misterio del Dios que «tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único» (Juan 3, 16). Nos ha hecho sus amigos y, nosotros, ¿cómo respondemos?

El segundo elemento con el que Jesús define la amistad es la comunión de las voluntades. «Idem velle – idem nolle», era también para los romanos la definición de la amistad. «Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando» (Juan 15, 14). La amistad con Cristo coincide con lo que expresa la tercera petición del Padrenuestro: «Hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo». En la hora de Getsemaní, Jesús transformó nuestra voluntad humana rebelde en voluntad conformada y unida con la voluntad divina. Sufrió todo el drama de nuestra autonomía y, al llevar nuestra voluntad en las manos de Dios, nos da la verdadera libertad: «pero no sea como yo quiero, sino como quieras tú» (Mateo 26, 39). En esta comunión de las voluntades tiene lugar nuestra redención: ser amigos de Jesús, convertirse en amigos de Dios. Cuanto más amamos a Jesús, más le conocemos, más crece nuestra auténtica libertad, la alegría de ser redimidos. ¡Gracias, Jesús, por tu amistad!

El otro elemento del Evangelio que quería mencionar es el discurso de Jesús sobre llevar fruto: «os he destinado para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto permanezca» (Juan 15, 16). Aquí aparece el dinamismo de la existencia del cristiano, del apóstol: os he destinado para que vayáis… Tenemos que estar animados por una santa inquietud: la inquietud de llevar a todos el don de la fe, de la amistad con Cristo. En verdad, el amor, la amistad de Dios, nos ha sido dada para que llegue también a los demás.

Hemos recibido la fe para entregarla a los demás, somos sacerdotes para servir a los demás. Y tenemos que llevar un fruto que permanezca. Pero, ¿qué queda? El dinero no se queda. Los edificios tampoco se quedan, ni los libros. Después de un cierto tiempo, más o menos largo, todo esto desaparece. Lo único que permanece eternamente es el alma humana, el hombre creado por Dios para la eternidad. El fruto que queda, por tanto, es el que hemos sembrado en las almas humanas, el amor, el conocimiento; el gesto capaz de tocar el corazón; la palabra que abre el alma a la alegría del Señor. Entonces, vayamos y pidamos al Señor que nos ayude a llevar fruto, un fruto que permanezca. Sólo así la tierra se transforma de valle de lágrimas en jardín de Dios.

Volvamos, por último, una vez más a la carta a los Efesios. La carta dice, con las palabras del Salmo 68, que Cristo, al ascender al cielos, «subiendo al cielo, dio dones a los hombres» (Efesios 4, 8). El vencedor distribuye dones. Y estos dones son apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros. Nuestro ministerio es un don de Cristo a los hombres para edificar su cuerpo, el mundo nuevo. Vivamos nuestro ministerio de este modo, ¡como don de Cristo a los hombres! Pero, en este momento, pidamos sobre todo con insistencia al Señor que, después del gran don del Papa Juan Pablo II, nos dé de nuevo un pastor según su corazón, un pastor que nos guíe al conocimiento de Cristo, a su amor, a la verdadera alegría. Amén.


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Amén y amén
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Re: Programa de Gobierno de Joseph Ratzinger

Bueno, primera misa, primera homilía, primeros anuncios de qué piensa hacer:

Benedicto XVI anuncia que trabajará por "la reconciliación de los cristianos"

El nuevo Papa Benedicto XVI ha iniciado este miércoles su Pontificado con una misa en la Capilla Sixtina, que fue concelebrada junto a los 114 cardenales que le han elegido, y prometió que continuará con la aplicación de las reformas del Concilio Vaticano Segundo. El Sumo Pontífice anunció que su primera labor será trabajar "sin ahorrar energías" para conseguir "la reconciliación de todos los cristianos". El Papa Ratzinger tuvo palabras para los jóvenes, a los que dijo que "son el futuro y la esperanza de la Iglesia y la humanidad".

La Capilla Sixtina ha sido el escenario de la primera misa del alemán Joseph Ratzinger como jefe máximo de la Iglesia Católica, en compañía de los demás cardenales menores de ochenta años presentes en Roma, informa Europa Press.

Durante su primera homilía, en nuevo Papa tuvo palabras de recuerdo para su predecesor: "Juan Pablo II deja una Iglesia más libre, más joven, una Iglesia que mira con fe hacia el futuro y con serenidad hacia el pasado". Benedicto XVI añadió que "el Papa Juan Pablo II había indicado que la guía para orientarse en el Tercer Milenio era el Concilio Vaticano, y yo también quiero afirmar con fuerza que continuaré la senda trazada por el Concilio Vaticano II y en la fidelidad bimilenaria de la Iglesia".

El nuevo Papa reiteró que los jóvenes son el futuro y la esperanza de la Iglesia y la humanidad y dijo que continuará "escuchando vuestros deseos, intentado ayudaros a encontrar siempre lo más profundamente posible a Cristo viviente, eternamente joven". Igualmente, anunció que en agosto irá a Colonia, en Alemania, para presidir la Jornada Mundial de la Juventud, a la que tenía previsto asistir su predecesor, Juan Pablo II.

El nuevo Pontífice de la Iglesia Romana Católica afirmó que siente "sentimientos encontrados" ya que aunque está "agradecido" por su designación considera inmerecido su nombramiento.

Por otra parte, la misa solemne de entronización de Ratzinger como Benedicto XVI tendrá lugar el domingo próximo, a las diez de la mañana, con la previsible asistencia de representantes de numerosos Gobiernos, informa la agencia Efe. La elección del nuevo Papa ha sido acogida con esperanza en la difícil misión pastoral que afronta. En el nombramiento de Ratzinger ha sido unánime el convencimiento de que proseguirá con determinación y fuerza la labor desarrollada por su predecesor, Juan Pablo II, en favor de la paz y el entendimiento entre los pueblos.

En este sentido el presidente del Consejo Central de los Judíos en Alemania, Paul Spiegel, se ha mostrado convencido de que seguirá el diálogo con otras confesiones. Desde Israel, el ministerio de Exteriores pidió al nuevo Pontífice que mantenga las "relaciones reforzadas" entre el Vaticano y los judíos que abrió y cuidó el anterior Papa.

El rey Juan Carlos de España envió un telegrama a Benedicto XVI, en el que, en su nombre y en el de la reina Sofía, le expresa su "más sincera y afectuosa felicitación", a la que se unen el Gobierno y el pueblo español. Los Reyes de España asistirán el próximo domingo en la Plaza de San Pedro, en el Vaticano, a la misa de coronación de Ratzinger como el Papa Benedicto XVI.


Fuente: http://www.libertaddigital.com/noticias/noticia_1276249462.html
 
Re: Programa de Gobierno de Joseph Ratzinger

Seguiré copiando artículos, entrevistas o declaraciones de Ratzinger que vaya encontrando por ahí que nos ayuden a entender cómo ve las cosas el Papa Benedicto XVI

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Ante el orden mundial impuesto, el cristiano tiene que protestar

El cardenal Ratzinger analiza la filosofía de las Naciones Unidas

Combatir la pobreza eliminando a los pobres. Esta parecería ser la estrategia que desde hace algunos años siguen algunas agencias de las Naciones Unidas, el organismo que debería garantizar la justicia y equidad en el Nuevo Orden Mundial. Ante esta situación, el cardenal Joseph Ratzinger, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, publica un artículo en el diario italiano «Avvenire» en el que denuncia la filosofía que se encuentra detrás de estos planteamientos e invita a los cristianos a provocar un nuevo despertar de las conciencias.


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En el siglo XIX, la fe en el progreso consistía todavía en un optimismo genérico que esperaba de la marcha triunfal de las ciencias una progresiva mejoría de la condición del mundo y el aproximarse, de manera cada vez más apremiante, de una especie de paraíso; en el siglo XX, esta misma fe ha asumido una connotación política.

Por una parte, se han dado los sistemas de orientación marxista que prometían al hombre alcanzar el reino deseado a través de la política propuesta por su ideología: un intento que ha fracasado de manera clamorosa. Por otra, ha habido intentos de construir el futuro bebiendo, de manera más o menos profunda, en las fuentes de las tradiciones liberales.

Estos intentos están asumiendo una configuración cada vez más definida, que toma el nombre de Nuevo Orden Mundial; encuentran expresión cada vez más evidente en la ONU y en sus Conferencias internacionales, en especial en las de El Cairo y Pekín, en sus propuestas de vías para llegar a condiciones de vida diversas, dejar transparentar una verdadera y propia filosofía del hombre nuevo y del mundo nuevo.

Una filosofía de este tipo no tiene ya la carga utópica que caracterizaba el sueño marxista; por el contrario es muy realista, en cuanto que fija los límites de los medios disponibles para alcanzarlo y recomienda, por ejemplo, sin por esto tratar de justificarse, que no hace falta preocuparse por el cuidado de aquellos que ya no son productivos o que no pueden ya esperar una determinada calidad de vida.

Esta filosofía, además, no espera ya que los hombres, habituados a la riqueza y al bienestar, estén dispuestos a hacer los sacrificios necesarios para alcanzar un bienestar general, sino que propone estrategias para reducir el número de los comensales en la mesa de la humanidad, para que no se vea afectada la pretendida felicidad que estos han alcanzado.

La peculiaridad de esta nueva antropología, que debería constituir la base del Nuevo Orden Mundial, resulta evidente sobre todo en la imagen de la mujer, en la ideología del «Women´s empowerment» (la autorrealización de las mujeres), nacida de la Conferencia de Pekín. Objetivo de esta ideología es la autorrealización de la mujer: sin embargo, los principales obstáculos que se interponen entre ella y su autorrealización son la familia y la maternidad.

Por esto, la mujer debe ser liberada, de modo especial, de lo que la caracteriza, es decir, de su especificidad femenina. Esta última está llamada a anularse ante una «Gender equity» (equidad de género) y «equality» (igualdad), ante un ser humano indistinto y uniforme, en la vida del cual la sexualidad no tiene otro sentido si no el de una droga voluptuosa, de la que se puede hacer uso sin ningún criterio.

En el miedo a la maternidad que se ha apoderado de una gran parte de nuestros contemporáneos entra seguramente en juego también algo todavía más profundo: el otro es siempre, a fin de cuentas, un antagonista que nos priva de una parte de vida, una amenaza para nuestro yo y para nuestro libre desarrollo.

Al día de hoy no existe ya una «filosofía del amor», sino solamente una «filosofía del egoísmo». Es justamente en esto donde el hombre es engañado. En efecto, en el momento en el que se le desaconseja amar, se le desaconseja, en último análisis, ser hombre. Por este motivo, a este punto del desarrollo de la nueva imagen de un mundo nuevo, el cristiano -no sólo él, pero de todos modos él antes que los otros- tiene el deber de protestar
 
Re: Programa de Gobierno de Joseph Ratzinger

LA ELECCION DEL NUEVO PAPA NO CAUSO NINGUNA GRACIA AL PUEBLO JUDIO, IMAGINENSE UN PAPA NAZI...:lach:
YO ESPERO QUE EL PAPA JOSEPH
"RAT"ZINGER,SE INVENTE ALGO PARA MANTENER CONTENTO A ESTE PUEBLO Y QUE TAMPOCO LE DE CON METERSE CON LOS PROTESTANTES.
LO QUE EL HAGA CON LOS SUYOS ESE ES SU PROBLEMA. ESPERO EN DIOS QUE HAGA LAS COSAS BIEN,POR EL BIEN DE LA HUMANIDAD.
 
Re: Programa de Gobierno de Joseph Ratzinger

De lo que estoy seguro es que convertirá en un enemigo para los gays, lesbianas, bisexuales y transexuales.
Será un excelente legalista de la doctrina católica,( opino, aunque yo no soy católico). Estoy de acuerdo parcialmente en algo que dijo en uno de sus recientes sermones en relación con lo de la ola de relativismo religiosos que invade la iglesia católica,y lo del sincretisto que existe.Cuando en la religión predomina el relativismo, ésta está en peligro. Ej: si algo que en la Biblia se considera como un hecho real e histórico y ahora como una fábula, entoces... ¿hacia dónde apuntará la fe cristiana?
Que la iglesia católica se tiene que modernizar, estoy de acuerdo. Pero pienso que el día que suceda eso, entonces será su fín como institución religiosa.
 
Re: Programa de Gobierno de Joseph Ratzinger

Eva, antes de decir estupideces infórmate. Así te evitarás en un futuro quedar a la altura de determinados roedores.

En Israel la noticia de la elección de Ratzinger, que desertó del ejército nazi en el que había sido obligatoriamente alistado para entregarse a los norteamericanos, ha causado una magnífica impresión, dado que es uno de los cardenales que más se caracterizó por denunciar el Holocausto y por dar a los judíos el lugar que les corresponde en el plan de salvación de Dios.
De momento los rabinos ultraortodoxos judíos han aplaudido la elección
Así que ya ves..... lista

<TABLE class=tablanoticias cellSpacing=0 cellPadding=0 width="90%"><TBODY><TR><TD class=celdastabla width="100%" bgColor=#ffffff>
<SMALL>19/4/2005 </SMALL>​
<SMALL>“Felciitamos al cardenal Ratzinger, Papa Benedicto XVI. Prevemos la continuación de la relación que hemos establecido con él durante el pontificado del Papa Juan Pablo II”, dijo Edgar M. Bronfman, presidente del Congreso Judío Mundial.</SMALL>
<TR><TD class=celdastabla style="TEXT-ALIGN: justify">
– El Congreso Judío Mundial felicitó al cardenal Joseph Ratzinger por haber sido designado Papa.

“Felicitamos al cardenal Ratzinger, Papa Benedicto XVI. Prevemos la continuación de la relación que hemos establecido con él durante el pontificado del Papa Juan Pablo II”, dijo Edgar M. Bronfman, presidente del Congreso Judío Mundial.

“Hemos trabajado en una relación cercana con el cardenal Ratzinger en muchos asuntos, incluyendo la relación de la Santa Sede con Israel y la condena de la Iglesia al antisemitismo. El cardenal Ratzinger suministró la base teológica a muchos de los mayores avances en las relaciones judeo-católicas registrados en el pasado cuarto de siglo”, declaró el rabino Israel Singer, chairman del Congreso Judío Mundial y del Comité Internacional Sobre Consultas Interreligiosas, quien tuvo personalmente un encuentro con el cardenal, Ratzinger durante el funeral del Papa Juan Pablo II.

“El cardenal Ratzinger – continuó señalando el chairman Singer – participó en reuniones históricas con el Congreso Judío Mundial. Yo recuerdo con orgullo la importante declaración que él efectuó vía video en nuestro Simposio Mundial de Cardenales y Rabinos realizado en enero del 2004; esperamos reunirnos con el Papa Benedicto XVI en Roma y darle la bienvenida cuando él realice su primera visita a Nueva York”. </TD></TR></TBODY></TABLE>
 
Re: Programa de Gobierno de Joseph Ratzinger

Ratzinger:
"Creo que el error de algunos creyentes es que están apegados a su idea de cristiandad, y nos preocupamos demasiado de nosotros: el celibato de los sacerdotes, la ordenación de mujeres... Trabajamos siempre en nuestros «problemas», mientras que el mundo necesita respuestas porque no sabe cómo vivir. El mundo tiene sed, y hay que darle el Evangelio. Si nosotros evangelizásemos, los problemas internos terminarían."

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Joseph Ratzinger, "El relativismo, nuevo rostro de la intolerancia", Zenit, 1.XII.02

>> El relativismo se ha convertido en la nueva expresión de la intolerancia, según considera el cardenal Joseph Ratzinger, prefecto de la Congregación vaticana para la Doctrina de la Fe en la clausura en Murcia el Congreso de Cristología organizado por la Universidad Católica de San Antonio.

--Algunos interpretan en muchas ocasiones el hecho de anunciar a Cristo como una ruptura en el diálogo con las demás religiones ¿Cómo es posible anunciar a Cristo y dialogar al mismo tiempo?

--Cardenal Ratzinger: Diría que hoy realmente se da una dominación del relativismo. Quien nos es relativista parecería que es alguien intolerante. Pensar que se puede comprender la verdad esencial es visto ya como algo intolerante. Pero en realidad esta exclusión de la verdad es un tipo de intolerancia muy grave y reduce las cosas esenciales de la vida humana al subjetivismo. De este modo, en las cosas esenciales ya no tendremos una visión común. Cada uno podría y debería decidir como puede. Perdemos así los fundamentos éticos de nuestra vida común.

Cristo es totalmente diferente a todos los fundadores de otras religiones, y no puede ser reducido a un Buda, o a un Sócrates, o un Confucio. Es realmente el puente entre el cielo y la tierra, la luz de la verdad que se nos ha aparecido. El don de conocer a Jesús no significa que no haya fragmentos importantes de verdad en otras religiones. A la luz de Cristo, podemos instaurar un diálogo fecundo con un punto de referencia en el que podemos ver cómo todos estos fragmentos de verdad contribuyen a una profundización de nuestra propia fe y a una auténtica comunión espiritual de la humanidad. (...)


--¿Qué ha aprendido el cardenal Ratzinger que no supiera ya el teólogo Ratzinger?

--Cardenal Ratzinger: La substancia de mi fe en Cristo ha seguido siendo siempre la misma: conocer a este hombre que es Dios que me conoce, que --como dice san Pablo-- se ha entregado por mí. Está presente para ayudarme y guiarme. Esta substancia ha seguido siendo siempre igual. En el transcurso de mi vida he leído a los Padres de la Iglesia, a los grandes teólogos, así como la teología presente. Cuando yo era joven era determinante en Alemania la teología de Bultmann, la teología existencialista; después fue más determinante la teología de Moltmann, teología de influencia marxista, por así decir. Diría que en el momento actual el diálogo con las demás religiones es el punto más importante: comprender cómo por una parte Cristo es único, y por otra parte cómo responde a todos los demás, que son precursores de Cristo, y que están en diálogo con Cristo.


--Ante la búsqueda actual de espiritualidad, mucha gente recurre a la meditación trascendental. ¿Qué diferencia hay entre la meditación trascendental y la meditación cristiana?

--Cardenal Ratzinger: En pocas palabras, diría que lo esencial de la meditación trascendental es que el hombre se expropia del propio yo, se une con la universal esencia del mundo; por tanto, queda un poco despersonalizado. Por el contrario, en la meditación cristiana no pierdo mi personalidad, entro en una relación personal con la persona de Cristo, entro en relación con el «Tú» de Cristo, y de este modo este «yo» no se pierde, mantiene su identidad y responsabilidad. Al mismo tiempo se abre, entra en una unidad más profunda, que es la unidad del amor que no destruye. Por tanto, diría en pocas palabras, simplificando un poco, que la meditación trascendental es impersonal, y en este sentido «despersonalizante». Mientras que la meditación cristiana es «personalizante» y abre a una unidad profunda que nace del amor y no de la disolución del yo.


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Ratzinger pregunta: ¿Es arrogante decir que Cristo es el único salvador?

El interrogante fue planteado por el purpurado bávaro este sábado al intervenir en el Congreso «Cristo: Camino, Verdad y Vida», que ha reunido del 28 de noviembre al 1 de diciembre a algunos de los teólogos más respetados del mundo en la Universidad Católica San Antonio de Murcia (UCAM).

«¿No es una arrogancia hablar de verdad en cosas de religión y llegar a afirmar haber hallado en la propia religión la verdad, la sola verdad?», añadió el prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe.

Ante un auditorio de casi tres mil personas, en gran parte jóvenes, el cardenal Ratzinger constató que «hoy se ha convertido en un eslogan de una enorme repercusión rechazar como simultáneamente simplistas y arrogantes a todos aquellos a los cuales se puede acusar de creer que "poseen" la verdad».

«Estas personas relativistas, según parece, no son capaces de dialogar y por consiguiente no se les puede tomar en serio, pues la verdad no la "posee" nadie --añadió exponiendo las tesis del relativismo--. Sólo podemos estar en busca de la verdad. Pero --y esto hay que objetar en contra de esta afirmación--, ¿de qué búsqueda se trata aquí, si no puede llegar nunca a la meta?».

«¿Busca realmente, o es que no quiere hallar la verdad, porque lo que va a hallar no debe existir?», siguió preguntando.

«Naturalmente la verdad no puede ser una posesión --aclaró--; ante ella debo tener siempre una humilde aceptación, siendo consciente del riesgo propio y aceptando el conocimiento como un regalo, del que no soy digno, del que no puedo vanagloriarme como si fuera un logro mío».

«Si se me ha concedido la verdad, la debo considerar como una responsabilidad, que supone también un servicio para los demás --explicó--. La fe además afirma que la desemejanza entre lo conocido por nosotros y la realidad propiamente dicha es infinitamente mayor que la semejanza (Lat IV DS 806)».

«¿No es una arrogancia decir que Dios no nos puede dar el regalo de la verdad?»; preguntó de nuevo. «¿No es un desprecio de Dios decir que hemos nacido ciegos y que la verdad no es cosa nuestra?».

La «verdadera arrogancia» consiste en «querer ocupar el puesto de Dios y querer determinar quiénes somos, qué hacemos, qué queremos hacer de nosotros y del mundo».

Por tanto, consideró, «lo único que podemos hacer es reconocer con humildad que somos mensajeros indignos que no se anuncian a sí mismos, sino que hablan con santa timidez de lo que no es nuestro, sino de lo que proviene de Dios».

«Sólo así se hace inteligible el encargo misionero, que no puede significar un colonialismo espiritual, una sumisión de los demás a mi cultura y a mis ideas», subrayó. «La misión exige, en primer lugar, preparación para el martirio, una disposición a perderse a sí mismos por amor a la verdad y al prójimo». «Sólo así la misión es creíble», concluyó. «La verdad no puede ni debe tener ninguna otra arma que a sí misma».

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Pregunta:
-La Congregación para la Doctrina de la Fe, que Su Eminencia preside, vela por la correcta doctrina en la Iglesia católica. Hay sectores de la Iglesia en el País Vasco vinculados a la Teología de la Liberación, empeñados en construir una «Iglesia indígena vasca» y hasta profesores ¬algunos de ellos sacerdotes¬ que de algún modo minimizan los crímenes de ETA. ¿Qué medidas puede tomar la Iglesia ante esto?

Ratzinger:
-Se tiene que aplicar lo que la Congregación ya dijo en los años ochenta sobre la Teología de la Liberación: el cristianismo tiene que ver con la libertad, pero la libertad no es sólo el resultado de una receta política. La política tiene su autonomía, y de la Sagrada Escritura no se pueden deducir recetas políticas, máxime para el terrorismo. La novedad del mesianismo cristiano es que no hace política de la liberación cristiana. No es como Barrabás, que buscaba crear con el terrorismo la liberación de Israel. Cristo ha venido a liberar al mundo con su Iglesia, no con violencia.



 
Re: Programa de Gobierno de Joseph Ratzinger

Joseph Ratzinger, "El laicismo está poniendo en peligro la libertad religiosa", Zenit, 19.XI.04

>> El cardenal Joseph Ratzinger constata que el laicismo está poniendo en peligro el derecho a la libertad religiosa. En una entrevista concedida al diario «La Reppublica» este viernes el prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, constata que «existe una agresividad ideológica secular, que puede ser preocupante».

«En Suecia, un pastor protestante que había predicado sobre la homosexualidad basándose en un pasaje de la Escritura, ha pasado un mes en la cárcel», recuerda.

«El laicismo ya no es aquel elemento de neutralidad que abre espacios de libertad a todos. Comienza a transformarse en una ideología que se impone a través de la política y no concede espacio público a la visión católica y cristiana, que corre el riesgo de convertirse en algo puramente privado y, en el fondo, mutilado», añade.

«En este sentido, existe una lucha y debemos defender la libertad religiosa contra la imposición de una ideología que se presenta como si fuese la única voz de la racionalidad, cuando sólo es expresión de un 'cierto' racionalismo».


--Pero, para usted, ¿qué es la laicidad?

--Ratzinger: «La laicidad justa es la libertad de religión. El Estado no impone una religión, sino que deja espacio libre a las religiones con una responsabilidad hacia la sociedad civil, y por tanto, permite a estas religiones que sean factores en la construcción de la vida social».

Preguntado por la verdadera esencia del cristianismo, el purpurado la describe como «una historia de amor entre Dios y los hombres. Si se entiende esto en el lenguaje de nuestro tiempo, el resto viene solo».


--¿Dónde está Dios en la sociedad contemporánea?

--Ratzinger: «Está muy marginado. En la vida política parece casi indecente hablar de Dios, como si fuese un ataque a la libertad de quien no cree. El mundo político sigue sus normas y sus caminos, excluyendo a Dios como algo que no pertenece a esta tierra. Lo mismo sucede en el mundo del comercio, de la economía y de la vida privada. Dios queda a un margen. Sin embargo, me parece necesario volver a descubrir, y existen las energías, que también la esfera política y económica tienen necesidad de una responsabilidad moral, una responsabilidad que nace del corazón del hombre, y en última instancia, tiene que ver con la presencia o la ausencia de Dios. Una sociedad en la que Dios es absolutamente ausente se autodestruye. Lo hemos visto en los grandes regímenes totalitarios del siglo pasado».


--Por lo que respecta al tema de la ética sexual, la Encíclica «Humanae vitae» ha causado una profunda separación entre el magisterio y el comportamiento práctico de los fieles. ¿Es hora de volver a reflexionar sobre ella?

--Ratzinger: «Para mí es evidente que debemos seguir reflexionando. Ya en sus primeros años de pontificado, Juan Pablo II ha ofrecido al problema un nuevo tipo de enfoque antropológico, personalista, desarrollando una visión muy diversa de la relación entre el yo y el tú del hombre y de la mujer. Es verdad que la píldora ha dado lugar a una revolución antropológica de grandes dimensiones. No ha sido como se podía pensar al inicio, sólo una ayuda para las situaciones difíciles, sino que ha cambiado la visión de la sexualidad, del ser humano y del mismo cuerpo. La sexualidad se ha separado de la fecundidad y de este modo ha cambiado profundamente el concepto de la misma vida humana. El acto sexual ha perdido su finalidad, que antes era clara y determinante, de modo que todas las formas de sexualidad han llegado a ser equivalentes. Sobre todo, de esta revolución deriva la equiparación entre homosexualidad y heterosexualidad. Por eso digo que Pablo VI ha planteado un problema de muchísima importancia».


--La homosexualidad es un tema que concierne al amor entre dos personas y no la mera sexualidad. ¿Qué puede hacer la Iglesia para entender este fenómeno?

--Ratzinger: «Diría dos cosas. Antes que nada, debemos tener un gran respeto por estas personas, que también sufren y que quieren vivir en modo justo. Por otra parte, crear ahora la forma jurídica de una especie de matrimonio homosexual, en realidad no ayuda a estas personas».


--Por lo tanto, ¿Usted da un juicio negativo sobre la elección tomada en España?

--Ratzinger: «Si, porque es destructiva para la familia y para la sociedad. El derecho crea la moral o una forma de moral, ya que la gente normal habitualmente piensa que lo que afirma el derecho es moralmente lícito. Y si juzgamos esta unión más o menos equivalente al matrimonio, nos encontramos con una sociedad que ya no reconoce ni lo específico de la familia, ni su carácter fundamental, es decir, lo que es propio del hombre y la mujer, que tienen como objetivo dar continuidad -y no solo en sentido biológico- a la humanidad. Por eso, la elección tomada en España no aporta un beneficio verdadero a estas personas, porque de esa forma destruimos elementos fundamentales de un orden de derecho».


--A veces la Iglesia diciendo no a todo, se ha visto derrotada. ¿No tendría que ser posible, por lo menos, un pacto de solidaridad entre dos personas, aunque sean homosexuales, reconocido y tutelado por la ley?

--Ratzinger: «Pero institucionalizar un acuerdo de ese tipo --que el legislador lo quiera o no-- aparecería necesariamente a la opinión pública como otro tipo de matrimonio que asumiría así, inevitablemente, un valor relativo. No hay que olvidar, por otra parte que, con estas decisiones hacia las que tiende hoy una Europa -por decirlo así- en decadencia, nos separamos de todas las grandes culturas de la humanidad, que han reconocido siempre el significado propio de la sexualidad: esto es, que el hombre y la mujer han sido creados para ser, unidos, la garantía del futuro de la humanidad. Garantía no solo física, sino también moral».

Tomado de Zenit, ZS04111906
 
Re: Programa de Gobierno de Joseph Ratzinger

CONFERENCIA DE 1971

¿Por qué pertenezco a la Iglesia?

Por Joseph Ratzinger

<TABLE id=cabecera><TBODY><TR><TD>
suratzingerlibro.jpg
</TD><TD>Podemos pensar en la iglesia católica comparándola con la luna: por la relación luna-mujer (madre) y por el hecho de que la luna no tiene luz propia, sino que la recibe del sol sin el cual sería oscuridad completa. La luna resplandece, pero su luz no es suya sino de otro. La sonda lunar y los astronautas descubrieron que la luna es solo una estepa rocosa y desértica, como montañas y arena, vieron una realidad distinta a la de la antigüedad: no como luz. Y efectivamente la luna es en sí y por sí misma lo desierto, arena y rocas. Sin embargo, es también luz y como tal permanece incluso en la época de los vuelos espaciales.
</TD></TR></TBODY></TABLE>¿No es ésta una imagen exacta de la Iglesia? Quien la explora y la excava con la sonda, como la luna, descubrirá solamente desierto, arena y piedras, las debilidades del hombre y su historia a través del polvo, los desiertos y las montañas. El hecho decisivo es que ella, aunque es solamente arena y rocas, es también luz en virtud de otro, del Señor.

Yo estoy en la iglesia porque creo que hoy como ayer e independientemente de nosotros, detrás de nuestra iglesia vive su iglesia y no puedo estar cerca de Él si no es permaneciendo en su iglesia. Yo estoy en la Iglesia porque a pesar de todo creo que no es en el fondo nuestra sino suya.

La Iglesia es la que, no obstante todas las debilidades humanas existentes en ella, nos da a Jesucristo; solamente por medio de ella puedo yo recibirlo como una realidad viva y poderosa, aquí y ahora. Sin la Iglesia, Cristo se evapora, se desmenuza, se anula. Y qué sería la humanidad privada de Cristo?

Si yo estoy en la Iglesia es por las mismas razones porque soy cristiano. No se puede creer en solitario. La fe es posible en comunión con otros creyentes. La fe por su misma naturaleza es fuerza que une. Esta fe o es eclesial o no es tal fe. Además así como no se puede creer en solitario, sino sólo en comunión con otros, tampoco se puede tener fe por iniciativa propia o invención.

Yo permanezco en la Iglesia porque creo que la fe, realizable solamente en ella y nunca contra ella, es una verdadera necesidad para el hombre y para el mundo.

Yo permanezco en la Iglesia porque solamente la fe de la iglesia salva al hombre. El gran ideal de nuestra generación es uno, sociedad libre de la tiranía, del dolor y de la injusticia. En este mundo el dolor no se deriva sólo de la desigualdad en las riquezas y en el poder. Se nos quiere hacer creer que se puede llegar a ser hombres sin el dominio de sí, sin la paciencia de la renuncia y la fatiga de la superación, que no es necesario el sacrificio de mantener los compromisos aceptados, ni el esfuerzo para sufrir con paciencia la tensión de lo que se debería ser y lo que efectivamente se es.

En realidad el hombre no es salvado sino a través de la cruz y la aceptación de los propios sufrimientos y de los sufrimientos mundo, que encuentran su sentido liberador en la pasión de Dios. Solamente así el hombre llegará a ser libre. Todas las demás ofertas a mejor precio están destinadas al fracaso.

El amor no es estético ni carente de crítica. La única posibilidad que tenemos de cambiar en sentido positivo a un hombre es la de amarlo, trasformándolo lentamente de lo que es en lo que puede ser. ¿Sucedería de distinto modo en la Iglesia?

Conferencia-Testimonio, Alemania (1971)
http://iglesia.libertaddigital.com/articulo.php/1276229991
 
Re: Programa de Gobierno de Joseph Ratzinger

El Ortodoxo dijo:
Programa de gobierno de Joseph Ratzinger:

1.- Re-Excomulgar al patriarca de Constantinopla.
2.- Desenterrar de nuevo el cadaver del papa Formoso.
3.- Convocar el Concilio de Trento II (en reemplazo del vaticano II)

:lach::lach::lach::lach::lach::lach::lach::lach::lach::lach:

Lo digo como chiste... pero podría volverse realidad
Yo crei que su programa de gobierno: Era hablarles la verdad a los catolicos, decirles que atraves de cristo hay salvacion enseñarles que maria no es mediadora ni intercesora que se dejaran de resos de misas y de tantas tradiciones paganas: Si no es asi entonces seguimos en mas de lo mismo.
 
Re: Programa de Gobierno de Joseph Ratzinger

Giovanni Maria Vian:«Su imagen de feroz inquisidor es sólo una burda caricatura»




GIOVANNI MARIA VIAN Catedrático de la Universidad de La Sapienza

Juan Manuel de Prada Enviado especial. Roma

En las fechas anteriores al Cónclave, Giovanni Maria Vian, catedrático de filología patrística en la Universidad de La Sapienza y miembro del Consejo Pontificio de Ciencias Históricas, apareció para guiarme entre el tumulto de pronósticos contradictorios. Para alguien como yo, poco versado en los intríngulis vaticanos, su ayuda y su generosidad han resultado providenciales. Giovanni Maria Vian me auguró desde un principio que el sucesor de Juan Pablo II sería el cardenal Ratzinger; incluso cuando las primeras fumatas negras hacían prever que su candidatura podría haber fracasado, Vian me aconsejó que centrara mis crónicas en el Decano del Sacro Colegio. Hoy, Giovanni Maria Vian, aunque exhausto después de escribir tropecientos artículos para la prensa italiana, es un hombre feliz y convencido de que el Papado de Benedicto XVI será fructífero e iluminador para la Iglesia. Me he acercado hasta su casa, aledaña de la que ha ocupado durante años, para compartir con los lectores de ABC sus reflexiones, tan atinadas como clarividentes.

-Al final se cumplieron tus previsiones, Giovanni.

-No eran previsiones, amigo Prada, sino certezas. No había otro cardenal de su estatura; sobrepasaba a los demás con mucho, principalmente como intelectual y como teólogo, pero también como hombre espiritual. Desde tiempos de Pío XII no se producía una elección tan rápida. Pero entonces era otro tiempo muy distinto: las nubes de la guerra se estaban cerniendo sobre Europa y Pacelli era un hombre experimentado en la Secretaría de Estado. A Ratzinger lo han elegido porque era el hombre de más prestigio del Colegio, pero también porque los cardenales estaban convencidos de que era el más adecuado para suceder a Pedro. No se equivocaban. Esta misma mañana he tenido que hacer cola en una consulta médica y tuve ocasión de escuchar la conversación de dos mujeres que me precedían, dos señoras que se mostraban muy impactadas por los «ojos buenos» de Ratzinger. La gente sencilla tiene este don intuitivo. Los cardenales no sólo han elegido al gran intelectual, sino también al mejor Pastor.

-Sin embargo, se ha repetido que la experiencia pastoral de Benedicto XVI es más bien escasa.

-Es cierto que no ha ejercido mucho esta faceta. Pablo VI lo designó Arzobispo de Munich en marzo de 1977, cuando acababa de cumplir los cincuenta años; a los pocos meses, concretamente el 27 de junio, lo nombró cardenal. Aunque después su vida haya estado muy ligada a Juan Pablo II, nadie podrá negar que el Cónclave ha elegido a una criatura de Pablo VI.

Miniaturas medievales

-Veo que concedes mucha importancia a este detalle simbólico.

-Es que es un maravilloso signo de la continuidad de la Iglesia. Y hay otro detalle que me gustaría resaltar. En el momento en que el nuevo Papa salió al balcón central de la basílica de San Pedro, por primera vez en época reciente, aparecieron en los balcones laterales una gran cantidad de cardenales. La imagen me recordó, por su belleza, ciertas miniaturas medievales. En esa imagen se cifraba la colegialidad de la Sede Romana, que aunque es regida por un solo hombre, no es de un hombre, sino del entero colegio cardenalicio.

-Me temo que la noticia de la elección no ha sido acogido con tanto alborozo en círculos progresistas...

-Ha habido, en efecto, una información bastante tendenciosa, durante el período de Sede Vacante, dirigida por los progresistas. Tras la homilía del lunes, los progresistas se relamían: «Ah -decían-, Ratzinger se ha quitado la máscara; ha mostrado su faz de terrible conservador. No resultará elegido». A la postre, sus predicciones se han mostrado vacuas y carentes del más mínimo sentido de la realidad. Los cardenales no se han dejado influir por esta propaganda. A pesar de que individualmente no son grandes intelectuales, como cuerpo han sabido estar a la altura de su responsabilidad. Por lo demás, creo que Benedicto XVI va a causar grandes sorpresas, porque es un hombre capaz de dialogar con todos. Siempre, claro está, desde el rechazo al relativismo imperante hoy. No olvidemos que su lema ha sido «Cooperatores veritatis».

-Sin embargo, se le presenta como un feroz inquisidor.

-Esa imagen es una burda caricatura. Nadie que se haya tomado la molestia de leerlo podría afirmar semejante estupidez. Es evidente que es un teólogo muy sólido, que dice las cosas con absoluta claridad, sin miedo a las reacciones adversas. Pero al mismo tiempo es un hombre que está en disposición de avanzar en la senda del ecumenismo, ampliando el diálogo con las otras confesiones.

-¿Crees que establecerá una continuidad con el papado de Juan Pablo II?

-La continuidad se mostrará, sobre todo, en los grandes temas. En su homilía de la Capilla Sixtina ante los cardenales ha hablado de comunión colegial, al servicio de la Iglesia y de la unidad en la fe, de la cual depende en notable medida la eficacia de la acción evangelizadora en el mundo contemporáneo. Se le ha criticado que haya elegido un nombre que evoca a Papas anteriores al Concilio, pero en esa misma homilía ha hablado del Concilio Vaticano II como brújula para guiarse, citando las palabras de su predecesor. Ha hablado de diálogo teológico y de «purificación» de la Iglesia, algo que enlaza con sus severas palabras en el último Vía Crucis. Ha reafirmado, en la estela de su predecesor, su voluntad de ecumenismo. No creo, en cambio, que sea tan viajero como Juan Pablo II. Pero Navarro ya ha anunciado que su primer viaje podría ser a Polonia, lo cual constituye un homenaje de admiración y cariño a Juan Pablo II. Se había dicho que, a pesar de ser mayor que él, Juan Pablo II se consideraba un discípulo del nuevo Papa en el plano teológico. Y, en efecto, Wojtyla era, más que teólogo, un filósofo y un pensador místico, providencial; Ratzinger, en cambio, encarna al profesor alemán, de inteligencia muy bien estructurada, lo cual no quiere decir en absoluto que sea rígido. Ha escrito centenares de artículos que son el fruto de clases, conferencias o debates con laicos e incluso con no católicos; en muchos de esos artículos se ve cómo modifica su postura, en base a lo que ha escuchado. Es hombre de claridad, pero no de rigidez. No es expansivo, sino más bien tímido, pero muy afable e irónico. Muchas veces me lo tropezaba en la plaza de San Pedro; iba vestido como un antiguo curial, con sotana y boina negra y una vieja cartera de cuero. Yo lo saludaba inclinando la cabeza, y él me respondía con otra inclinación, sonriendo.

Nueva evangelización de Europa

-¿Cuál crees que será la máxima preocupación de su Papado?

-Ratzinger desea una nueva evangelización de Europa; desea que se vuelva a predicar el Evangelio en un continente que se está descristianizando a una velocidad de vértigo. La elección del nombre es simbólica: es el hombre bendito. Viene a nuestra mente Benedicto XV, el Papa de la paz y de las misiones. Benedicto XVI no puede ser una mala copia de Juan Pablo II y quiere comunicarlo con un nombre sencillo. En su obra más importante, «Introducción al cristianismo», el nuevo Papa hace un comentario al Símbolo Apostólico, una fórmula de fe muy antigua, más antigua que el Credo de Nicea. «Repensar los fundamentos» de la fe, ese será su principal caballo de batalla.

-Se ha dicho también que es un hombre pesimista.

-Escribió su tesis sobre San Agustín, de quien puede haber heredado cierto pesimismo antropológico, aunque de raíz cristiana, por supuesto; y compensado, además, por su magnífico estudio de San Buenaventura, que tiene una visión de la historia más armónica que San Agustín. Pero un hombre de fe no puede ser pesimista. El cristiano sabe que vive en este mundo como peregrino o extranjero: nuestra patria verdadera, como dijo San Pablo, está en el cielo. Alguien que piensa en la muerte, como Benedicto XVI, no es pesimista; la muerte es la única verdad para cualquier hombre, sea o no creyente. Que haya sido elegido en el día en que se conmemora la memoria litúrgica de San León IX, un gran Papa alemán reformador, es significativo y esperanzador.

-En cualquier caso, parece evidente que se va a tropezar con mucha hostilidad.

-Sin duda, sobre él pesa cierta imagen negativa. Durante muchos años, al asumir la Prefectura de la Congregación para a Doctrina de la Fe, ha encarnado eso que tú, muy expresivamente, llamas el «poli malo». Pero recordarás que, al final, en las películas yanquis, el «poli malo» muestra su humanidad y acaba resolviendo los problemas. Benedicto XVI no tardará en mostrar al mundo su faceta más humana; hasta ahora, estaba obligado a mostrar una imagen más severa. Pero sobre todo, el mundo verá en él al hombre de fe profunda, equilibrado, sensato, enemigo de extremismos. Es el hombre que puede dar vitalidad a una tradición inmensa, que es la tradición de la Iglesia católica, y otorgarle un sentido comprensible para los hombres de hoy.

Giovanni Maria Vian, en pleno rapto de optimismo, me ha invitado a cenar. A esto se le llama magnanimidad: primero me soluciona la crónica y luego me mata el hambre. Procuraré no apartarme de su vera, mientras dure mi estancia romana.
 
Re: Programa de Gobierno de Joseph Ratzinger

Mensaje de Benedicto XVI al rabino jefe de Roma


CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 21 abril 2005 (ZENIT.org).- El Papa Benedicto XVI ha enviado uno de sus primeros mensajes al rabino jefe de Roma, Riccardo di Segni, en el que se compromete a reforzar el diálogo con el pueblo judío.

El telegrama, enviado este miércoles responde a un mensaje que el rabino había enviado al nuevo obispo de Roma para felicitarle y desear que su pontificado sirva para continuar con «un diálogo fecundo en el respeto de la diversidad».

Di Segni, tras recibir el mensaje, ha afirmado: «me siento complacido y agradecido por este mensaje tan tempestivo, importante, y significativo».

El texto del Papa dice así:

«El Señor tenga piedad y nos bendiga, ilumine su rostro sobre nosotros. El 19 de abril de 2005 los cardenales de la Santa Romana Iglesia me han elegido obispo de Roma y pastor universal de la Iglesia católica. Al anunciar mi elección y la inauguración solemne de mi pontificado, el domingo 24 de abril a las 10,00 horas, confío en la ayuda del Altísimo para continuar con el diálogo y reforzar la colaboración con los hijos y las hijas del pueblo judío. Vaticano, 20 de abril de 2005. Benedictus XVI».
 
Re: Programa de Gobierno de Joseph Ratzinger

Representante ortodoxo cree que Benedicto XVI podría ser el Papa de la unidad
Mensaje enviado a Zenit por el obispo Hilarion Alfeyev

VIENA, jueves, 21 abril 2005 (ZENIT.org).- El obispo Hilarion Alfeyev, representante de la Iglesia ortodoxa rusa ante las Instituciones Europeas, considera en un mensaje enviado a Zenit que el Papa Joseph Ratzinger podría ser el Papa de la unidad.

«Quizá sea Benedicto XVI cumpla con la histórica de misión de unir a católicos y ortodoxos en defensa del cristianismo ante el desafío del secularismo militante», reconoce.

El obispo de Viena y de Austria había pronunciado en la tarde de la elección del nuevo Papa una conferencia en la Universidad Católica de Friburgo, en Suiza, en la que empezó con una diatriba contra el relativismo.

En su intervención insistió «en la necesidad de que católicos y ortodoxos en Europa formen un frente común y creen una alianza paneuropea del cristianismo tradicional para defender los valores espirituales».

Su sorpresa fue enorme al saber que el escogido, el cardenal Joseph Ratzinger, es precisamente un defensor de estas ideas.

Personalmente, lo primero que este obispo ortodoxo se espera es «que la Iglesia católica siga preservando su enseñanza tradicional doctrinal y moral sin rendirse a las presiones de grupos progresistas que piden la ordenación de las mujeres, la aprobación de los así llamados matrimonios homosexuales, el aborto, la anticoncepción, eutanasia, etc.».

«En segundo lugar --explica a Zenit--, espero que el nuevo pontificado se caracterice por un gran avance en las relaciones entre la Iglesia católica y las Iglesias ortodoxas rusas y que tenga lugar el encuentro del Papa de Roma con el Patriarca de Moscú».

A nivel teológico, el obispo ortodoxo ruso desearía que se debatieran temas con los católicos acerca del «uniatismo» --los católicos de rito oriental que viven en tierras de mayoría ortodoxa fieles a Roma-- «el primado [del Papa] y otras cuestiones teológicas y eclesiológicas que todavía nos dividen».

Por su parte, el patriarca Alejo II de Moscú y de todas las Rusias ha enviado un mensaje a Benedicto XVI para felicitarle y esperar que en su pontificado «experimente un desarrollo en las relaciones amistosas entre nuestras Iglesias y un fecundo diálogo entre ortodoxos y católicos».

«Creo que es una de las tareas más cruciales de la cristiandad --añade--. Nuestras Iglesias, con su autoridad e influencia, deben unir sus esfuerzos para predicar los valores cristianos a la humanidad moderna. El mundo secular, al perder sus puntos de referencia espirituales, experimenta una necesidad sin precedentes de nuestro testimonio común. Deseo que el servicio de Su Santidad contribuya a cumplir con esta tarea».

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Pues muy bien
 
Re: Programa de Gobierno de Joseph Ratzinger

Un buen medio usado por LFP. Los foros como propaganda gratuita de las excelencias del nuevo papa.

Chiste ilustrativo.

Coca Cola le propuso a un papa cambiar lo del "pan nuestro de cada día" por la cocacola nuestra de cada dia. Le ofrecieron hasta cien millones de dólares anuales y el papa de turno lo rechazó.
El consejo de administración de la empresa se reunió y el Presidente de la misma preguntó: "¿Alguien sabe cuanto le pagan al papa los panaderos?" :pyth:
 
Re: Programa de Gobierno de Joseph Ratzinger

¿Propaganda o información?

En cualquier caso, gracias Tobi por reconocer que el hecho de copiar declaraciones de Benedicto XXVI cuando era cardenal o ya de Papa, es hacerle propaganda. Es señal de que consideras que su mensaje es tan bueno, que simplemente ponerlo es hacerle propaganda. Vas por buen camino.

Por supuesto, seguiré informando y copiando lo que vaya encontrando por ahí y me parezca interesante.
 
Re: Programa de Gobierno de Joseph Ratzinger

ENTREVISTA CON PETER SEEWALD
La moral sexual según Ratzinger


<TABLE style="MARGIN: 10px 0px 0px 6px" cellSpacing=3 cellPadding=0 align=right bgColor=#eeeeee border=0><TBODY><TR><TD align=middle>
moral_sexual.gif
</TD></TR></TBODY></TABLE>

ELMUNDO.ES
Después de que Ratzinger se haya convertido en Benedicto XVI, están apareciendo diversas reediciones de todo cuanto dijo o publicó. Galaxia Gutemberg|Círculo de lectores recupera con este motivo "Dios y el mundo. Creer y vivir en nuestra época" (2002). Una conversación (de más de 400 páginas) que el periodista alemán Peter Seewald mantuvo con el entonces cardenal. En ella explica lo que opina sobre el matrimonio entre homosexuales, el uso del preservativo, la moral sexual de la Iglesia y otros temas que se han previsto controvertidos de cara a su papado. A continuación, reproducimos el capítulo que dedicaron a charlar sobre el matrimonio.

PREGUNTA: La mayoría de los jóvenes dudan hoy en día entre si contraer matrimonio o iniciar una convivencia más bien libre. El Estado, por su parte, intenta equiparar al matrimonio las uniones de hecho y las parejas homosexuales. Se plantea la pregunta: ¿por qué tiene que ser el matrimonio la única forma aceptable de convivencia?

RESPUESTA: Por un lado, sólo un ámbito de fidelidad realmente sólido es adecuado a la dignidad de esta convivencia humana. Y no sólo en lo que respecta a la responsabilidad frente al otro, sino también frente al futuro de los hijos que surgen de ella. En este sentido, el matrimonio nunca es un asunto exclusivamente privado, sino que tiene carácter público, social. De él depende la configuración fundamental de una sociedad.

Últimamente también se percibe esto, cuando convivencias no matrimoniales adquieren formas legales. Aunque se las considera formas de unión menores, tampoco éstas pueden pasar sin la responsabilidad pública, sin la inclusión en lo común de la sociedad. Y ese mero hecho manifiesta la inevitabilidad de una regulación pública y jurídica y, en consecuencia, social, aun cuando se crea que hay que introducir niveles inferiores.

Segundo aspecto por considerar: cuando dos personas se entregan mutuamente y, juntas, dan vida a los hijos, también está afectado lo sagrado, el misterio del ser humano, que trasciende mi propia autodeterminación.

Sencillamente, yo no me pertenezco sólo a mí mismo. Cada persona alberga el misterio divino. Por eso la convivencia de hombre y mujer también se adentra en lo religioso, en lo sagrado, en la responsabilidad ante Dios. La responsabilidad ante Dios es necesaria, y ésta hunde precisamente en el sacramento sus raíces más auténticas y profundas.

Por eso todas las demás formas son modalidades alternativas que en última instancia pretenden sustraerse de alguna manera tanto a la responsabilidad mutua como al misterio del ser persona, de ahí que introduzcan en la sociedad una labilidad que traerá consecuencias.

La cuestión de la pareja homosexual es un tema muy diferente. Pienso que cuando, en un matrimonio, en una familia, ya no cuenta que sean hombre y mujer, sino que se equipara la igualdad de sexo a esa relación, se está vulnerando el tipo fundamental de la construcción de la persona. De este modo una sociedad se enfrentará a la larga a grandes problemas. Si escuchamos la palabra de Dios debemos dejarnos regalar sobre todo la iluminación de que la convivencia de hombre, mujer e hijos es algo santo. Y una forma adecuada de sociedad da resultado si considera a la familia, y con ello a la forma de unión bendecida por Dios, la manera correcta de ordenar la sexualidad.

P: La fórmula del matrimonio dice así: "Te acepto como mi esposa / marido y te prometo fidelidad en lo bueno y en lo malo, en la salud y en la enfermedad. Prometo amarte, honrarte y respetarte mientras viva". Esto suena muy bien, pero ¿por qué tiene un matrimonio que esforzarse por durar toda la vida, "hasta que la muerte lo separe"?

R: Porque así figura en el carácter definitivo del amor humano y en la responsabilidad que se contrae con él. No debiéramos intentar demostrarlo racionalmente hasta el menor detalle. Aquí sale a nuestro encuentro la gran sabiduría de la tradición que, en definitiva, está respaldada por la palabra del mismo Dios. Sólo darme por entero, sin reservarme una parte ni, como quien dice, aspirar a una revisión, a una rescisión, responde plenamente a la dignidad humana. La vida humana no es un experimento, ni un contrato de arrendamiento, sino la entrega del uno al otro. Y la entrega de una persona a otra sólo puede ser acorde con la naturaleza humana si el amor es total, sin reservas.

P: Ya hemos hablado varias veces de sexualidad, evidentemente la Iglesia supone en ella un gran misterio. De otro modo es inconcebible por qué mantiene ideas tan rigurosas en esas cuestiones, incluso en el seno del matrimonio. ¿Es una idea diferente sobre la vida, sobre las personas, la que obliga a la Iglesia a prohibir los anticonceptivos?

R: De hecho, la Iglesia considera la sexualidad una realidad central en la creación. En ella la persona está conducida al Creador en su máxima cercanía, en su suprema responsabilidad. Con ello participa personal y responsablemente en las fuentes de la vida. Cada individuo es una criatura de Dios, y al mismo tiempo un hijo de sus padres. Por este motivo existe en cierto modo una interrelación entre la creación divina y la fertilidad humana. La sexualidad es algo poderoso, y eso se ve en que pone el juego la responsabilidad por un nuevo ser humano que nos pertenece y no nos pertenece, que procede de nosotros y sin embargo no viene de nosotros. A partir de aquí, creo yo, se entiende que dar la vida y responsabilizarse de ello más allá del origen biológico sea algo casi sagrado. Por estos motivos heterogéneos la Iglesia también ha tenido que desarrollar lo que los diez mandamientos esbozan y nos dicen. La Iglesia tiene que proyectar una y otra vez esa responsabilidad sobre la vida humana.

P: ¿Se puede ser un buen cristiano aunque se contravengan las ideas de la Iglesia en cuestiones de moral sexual?

R: Que uno siempre se quede rezagado de lo grande que la Iglesia le confía en la explicación de la palabra de Dios, es otro asunto. Pero si uno quiere permanecer en el camino, si uno conserva el reconocimiento fundamental de esa sacralidad de la intervención conjunta con Cristo en la creación, tampoco sale de la catolicidad ni siquiera en caso de fracaso. En ese caso, precisamente en la búsqueda, uno sigue siendo, si queremos expresarlo así, un "buen católico".

P: Los obispos italianos han exigido más valor para procrear. Porque una sociedad que se asusta de engendrar niños se "deshumaniza", decía uno de sus llamamientos.

R: Cuando se extingue el amor a los hijos, verdaderamente se pierde mucho. Antes, los italianos eran famosos por su amor a la familia y a los hijos. Hoy en día, algunas zonas de Italia tienen la menor tasa de natalidad del mundo. Aquí, la nueva riqueza ha provocado cambios fundamentales. De hecho, una gran tentación de las sociedades occidentales es considerar a los hijos competidores que quieren arrebatarnos algo de nuestro espacio vital, de nuestro futuro. Al igual que considerar después a los hijos una propiedad y una autorrepresentación. En última instancia, no se está dispuesto a aceptar sus propias exigencias, dado que habría que dedicarles tiempo y la totalidad de la propia vida.

Un obispo italiano me dijo que los pobres invierten en la vida, que desean ver su futuro en los hijos; los ricos invierten en cosas. No pretendo exagerar el significado de la palabra, pero es evidente que entre nosotros la inversión en cosas, en autoasegurarnos mediante valores reales que son la multiplicación de nuestro propio Yo, es más poderosa que la disposición a servir a otra vida. Aunque respetemos plenamente la problemática del crecimiento de la población, hemos de reconocer por otro lado los problemas de una sociedad envejecida que se niega su propio futuro.

P: Palabra clave: crecimiento de la población. A la Iglesia se le reprocha que, con su rigurosa política de prohibición de medios anticonceptivos en el Tercer Mundo, está provocando graves problemas que llegan hasta la auténtica miseria.

R: Esto es un completo disparate, por supuesto. La miseria se produce por la quiebra de la moral, que antes ordenaba la vida en las organizaciones tribales y en la comunidad de los cristianos creyentes, excluyendo de ese modo la enorme miseria que contemplamos hoy. Reducir la voz de la Iglesia a la prohibición de los anticonceptivos es un desorden grave basado en una visión del mundo completamente trastornada, como demostraré enseguida.

La Iglesia predica sobre todola santidad y la fidelidad del matrimonio.Y cuando su voz es escuchada, los hijos disponen de un espacio vital en el que pueden aprender el amor y la renuncia, la disciplina de la vida recta en medio de cualquier pobreza. Cuando la familia funciona como ámbito de fidelidad, existe también la paciencia y respeto mutuos que constituyen el requisito previo para el uso eficaz de la planificación familiar natural. La miseria no procede de las familias grandes, sino de la procreación irresponsable y desordenada de hijos que no conocen al padre y a menudo tampoco a la madre y que, por su condición de niños de la calle, se ven obligados a sufrir la auténtica miseria de un mundo espiritualmente destruido. Por lo demás, todos sabemos que hoy la rápida propagación del sida en África está provocando justo el peligro opuesto: no la explosión demográfica, sino la extinción de tribus enteras y la despoblación de muchas regiones.

Por otra parte, cuando pienso que en Europa se pagan primas a los agricultores por matar a sus animales, por destruir trigo, uva, frutas de todo tipo, porque al parecer ya no se puede controlar la superproducción, me parece que esos sabios ejecutivos, en lugar de aniquilar los dones de la creación, harían mejor en reflexionar cómo conseguir que redundasen en provecho de todos.

No generan la miseria aquellos que educan a las personas para la fidelidad y el amor, para el respeto a la vida y la renuncia, sino los que nos disuaden de la moral y enjuician de manera mecánica a las personas: el preservativo parece más eficaz que la moral, pero creer posible sustituir la dignidad moral de la persona por condones para asegurar su libertad, supone envilecer de raíz a los seres humanos, provocando justo lo que se pretende impedir: una sociedad egoísta en la que todo el mundo puede desfogarse sin asumir responsabilidad alguna. La miseria procede de la desmoralización de la sociedad, no de su moralización, y la propaganda del preservativo es parte esencial de esa desmoralización, la expresión de una orientación que desprecia a la persona y no cree capaz de nada bueno al ser humano.
 
Re: Programa de Gobierno de Joseph Ratzinger

Luis Fernando dijo:
Eva, antes de decir estupideces infórmate. Así te evitarás en un futuro quedar a la altura de determinados roedores.

En Israel la noticia de la elección de Ratzinger, que desertó del ejército nazi en el que había sido obligatoriamente alistado para entregarse a los norteamericanos, ha causado una magnífica impresión, dado que es uno de los cardenales que más se caracterizó por denunciar el Holocausto y por dar a los judíos el lugar que les corresponde en el plan de salvación de Dios.
De momento los rabinos ultraortodoxos judíos han aplaudido la elección
Así que ya ves..... lista
Por muy mal que nos parezcan las opiniones de otros, por muy mal que no estemos de acuerdo, Luis Fernando, me parece un exceso de tu parte comparar a alguien, (que no comulgue con tus ideas) con una rata.
Quedas muy mal (desde mi punto de vista) ofendiendo a otra persona de esta forma.

.
 
Re: Programa de Gobierno de Joseph Ratzinger

Luis Fernando dijo:
A ver, calma hermanos, calma.
No es lo mismo ser cardenal que Papa, por mucho que siendo cardenal se haya sido la mano derecha doctrinal del otro Papa.
No preveo grandes cambios en los próximos meses, así que nadie se precipite.
De acuerdísimo con tu apreciación, sólo en un par de años podremos tener idea de cuales son las gestiones del papa Ratzinger

Ves como si opinamos igual de vez en cuando :)
 
Re: Programa de Gobierno de Joseph Ratzinger

DanielO dijo:
Por muy mal que nos parezcan las opiniones de otros, por muy mal que no estemos de acuerdo, Luis Fernando, me parece un exceso de tu parte comparar a alguien, (que no comulgue con tus ideas) con una rata.
Quedas muy mal (desde mi punto de vista) ofendiendo a otra persona de esta forma.
.
La verdad LFP quedó muy feo lo del roedor y la forista que opinó no se lo merecía, mantengamos altura por favor.
En caso de ofensas ya sabemos que 'habemus moderador'
 
Re: Programa de Gobierno de Joseph Ratzinger

Daniel, la diferencia es que yo no he afirmado que esa persona haya quedado YA a la altura de los roedores sino que debe de informarse antes de decir tonterías para evitar llegar a ese extremo.
De lo contrario, habría dicho "Así te evitarás en un futuro quedar a la altura de determinados roedores COMO HAS QUEDADO AHORA".