Oremos por El Papa

Re: Oremos por El Papa

Yo oro por este noble anciano, por su alma y que el todopoderoso tenga de el misericordia.
 
Re: Oremos por El Papa

ser anciano no lo hace noble , pero igual hay que orar por el
 
Re: Oremos por El Papa

De Karol Wojtyla a Juan Pablo II

¿En qué suelo vital arraigan las raíces de un hombre que ha cambiado la historia de Europa, que ha determinado el rumbo de la Iglesia católica durante más de veinticinco años y se ha convertido en una referencia moral para millones de hombres de toda cultura, religión y geografía? ¿De qué fuentes originales ha bebido y en qué manantiales se ha seguido abrevando hasta estos últimos días en los que el dolor y el resuello le agotan hasta el borde del abismo?


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Juan Pablo II

Por OLEGARIO GONZÁLEZ DE CARDEDAL
El Pais

Karol Wojtyla, obispo de la ciudad en la que vertieron su sangre los apóstoles Pedro y Pablo, por ello padre de la comunidad católica, es ante todo un niño polaco, que lleva sobre sus espaldas la entrañable historia de una familia herida por la desgracia, y de una patria durante siglos repartida entre los imperios circundantes y finalmente subyugada hasta la destrucción por el nazismo y el comunismo.

Su vida tiene tres etapas claramente diferenciables, con contenidos diversos pero entrelazados entre sí. 1920-1946, como tiempo de infancia, guerra, clandestinidad, trabajo en fábrica y ordenación sacerdotal. 1946-1978, como tiempo de responsabilidad de la fe y de la Iglesia ante unos poderes que le niegan dignidad y sobre todo la libertad personal para creer, celebrar y existir públicamente como creyentes delante de Dios. 1978-2005, como tiempo de máxima responsabilidad más allá de orígenes y patria, para toda la Iglesia católica y desde ella para la humanidad.

¿Cuál es el legado de su infancia y juventud? Ante todo, unos padres profundamente religiosos, donde la oración fiel y la piedad serena pero intensa sostenían dificultades, enfermedades y penurias económicas, desde la muerte de la madre a la de su hermano, joven doctor en medicina, contagiado por sus enfermos. Luego el instituto con todos sus amigos y amigas, protestantes, ortodoxos, judíos, increyentes; la universidad con su pasión por la filología y el teatro. Sobre mi mesa tengo una foto de esos años dirigiendo la escena en las aulas universitarias y trayendo a la conciencia de los polacos perseguidos los grandes nombres de sus héroes, de sus escritores y de sus santos, como cimas de libertad y modelos de dignidad. Siguió el arresto de sus profesores universitarios, el propio trabajo en la fábrica y su experiencia en un laboratorio químico.

De esos años le queda para siempre la convicción de que el arraigo es esencial a la vida humana y el desarraigo es el origen de la inseguridad y desamor, desaliento y desesperanza. Aquel fundamento y agraciamiento de madre y familia le han quedado como raíces de gratitud y de responsabilidad, de fidelidad y de respuesta. Arraigo primero en el amor, cuidado y entrega de rostros amigos, a través de los cuales relumbró para él otro amor originante y absoluto, fiel e inolvidable: Dios. ¿Cómo ser sin fundamento y crecer libre sin amor personal? ¿Cómo existir sin esa referencia de la creatura al Creador? Ése es el cimiento de su confianza, esperanza y atrevimiento frente a tantos miedos.

De su origen y ejercicio ministerial primeros le ha quedado lo que podríamos llamar su "polonidad". Voluntad de ser sí mismo y afirmarse frente a las potencias ideológicas y políticas que imponen una identidad. Voluntad de patria y de Iglesia, de fe y de esperanza. Todo eso en un cruce sorprendente entre el racionalismo y la metafísica alemana por un lado y, por otro, un mesianismo y misticismo eslavos, reconociendo a ambos, y sin querer ceder a la presión de ninguno de ellos. De ahí sus tintes proféticos y mesiánicos que nos traen el eco de grandes rapsodas polacos como Norwid o Miekievicz. ¿Ha habido alguien en estos decenios que haya sumado con más confianza el amor a su patria y la pasión de fraternidad universal?

En aquellos años polacos de profesor universitario y testigo público de la fe se acercó a los grandes autores. Si yo tuviese que elegir tres nombres decisivos de su forma mental, enumeraría a San Juan de la Cruz, del que se nutrió como texto de vida y de oración en su casa, sobre el que hace la tesis doctoral luego en Roma y le acompañará siempre, como testigo vivo del Dios viviente (elemento místico). El segundo nombre es Max Scheler, con la fenomenología y el personalismo, que supone el paso de la preocupación lógica por el funcionamiento de los conceptos a la ejercitación metafísica y encuentro con lo real, dejando a la realidad ser, decirse, revelarse y a las formas de existencia ejercitarse: el amor, la fidelidad, el matrimonio, la virginidad, el entusiasmo, la paternidad, el lenguaje del cuerpo, los valores (elemento metafísico y ético). El tercer nombre será doble, dos teólogos: H. de Lubac y H. Urs von Balthasar. De ellos recibe el sentido de la catolicidad, de la misión, de la verdad humilde pero sobrehumana, de una vida de iglesia arraigada en sus fundamentos cristológicos y pneumatológicos. Y sobre todo el sentido de la Belleza, la que está en el meollo de la realidad, la que hace del teatro de la existencia el esplendor de la libertad, la que refleja la gratuidad absoluta de Dios, que se da entero y personal, que nada exige y todo lo hace posible (elemento estético).

En la tercera fase, que va de 1978 a 2005, es la cabeza de una comunidad de más de mil millones de fieles, y a la vez símbolo de un ideal moral y de una responsabilidad histórica. Si a veces se critica a la Iglesia y al Papa es porque se reconoce que ella está llamada a ser la máxima palabra en el orden de la exigencia humana y de la promesa divina. Y el mayor odio deriva de quienes, por compartir actitudes, posturas morales o ideas políticas contrarias, no creen recibir legitimidad y dignidad de aquella persona e institución que más podían conferírsela; ese Papa e Iglesia que mantienen en alto los ideales evangélicos, las bienaventuranzas y los derechos humanos, aun siendo conscientes de que ellos mismos no siempre están a la altura debida.

De su magisterio en Roma yo señalaría cuatro campos distintos con tres encíclicas en cada uno. Las primeras y más originales han sido las que ha dedicado a lo específico cristiano, el misterio trinitario: Cristo (Redemptor hominis, 1979), el Padre (Dives in misericordia, 1980) y la acción del Espíritu Santo en las almas (Dominum et vivificantem, 1986). Un segundo campo significativo es el del mundo obrero, del trabajo y de la economía (Laborem exercens, 1981; Solicitudo rei socialis, 1988; Centessimus annus, 1991). Con esta trilogía el Papa ha querido elevar la voz para reconocer lo que una ciencia económica está aportando a la vida humana, más allá de violencias propias del nazismo y el comunismo, y más acá de un materialismo positivista que deja a los pobres en los márgenes de la historia.

El tercer grupo de encíclicas se refiere a una de las máximas tareas de la Iglesia: el ecumenismo, el intracristiano primero y luego el diálogo con otras religiones. Para que el papado no sea un obstáculo a la unión ha publicado la encíclica Ut unum sint (1995); para mostrar su aprecio y abertura a las iglesias orientales, la carta apostólica Orientale lumen, y para iniciar una nueva presencia de la fe en el mundo nuevo, equivalente a la Evangelium nuntiandi de Pablo VI, ha publicado en vísperas del jubileo su programa Tertio millenio adveniente (2000). El cuarto grupo es el más abierto a los problemas de la fe comunes con los de la humanidad: el sentido moral, la diferencia entre el bien y el mal, las exigencias objetivas del ser humano. Ésa es la amenaza mayor para la humanidad: la pérdida del sentido moral. A ella dedica la encíclica Veritatis splendor (1993). Junto a ella está la preocupación por la sacralidad de la vida y defensa de la persona, su excendencia respecto de todo poder humano y la simultánea responsabilidad de cuidar de la salud de los enfermos, a la vez que de los nacientes, decrecientes y murientes (Evangelium vitae, 1995). En este marco último se sitúan otros dos textos capitales: la propuesta del evangelio como oferta de verdad a todos los hombres, que no se contrapone a sus culturas o historia, ya que es de otra naturaleza por ser don de Dios (encíclica Redemptoris missio, 1991), y el diálogo entre la fe y la razón, la pasión por la verdad que el hombre puede y debe buscar para su incremento y plenitud suprema -sólo donde se busca y afirma la verdad puede el hombre defenderse ante el poder- (encíclica Fides et ratio, 1998).

Tres palabras suyas caracterizan su persona y misión: "No tengáis miedo", que pronunció el día de la elección, recogiéndolas de labios de Cristo dirigidas a los apóstoles; "Mar adentro", expresión de una responsabilidad cristiana, confiadamente asumida: hay que adentrarse en la historia, en la razón y en la gracia, confiados en quien nos llama, guía y sostiene. Finalmente, la palabra más sagrada de todo apóstol: "Abrid las puertas a Cristo". Para ellas ha vivido y hasta el final las ha acreditado en un ejercicio personal que funde vida personal, misión eclesial y misterio divino. Lo ha cumplido como persona y no como personaje, en la enfermedad y en la vejez, dignificando así, en un tiempo en que la juventud se afirma como edad absoluta y normativa a la vez que aumentan los viejos, a la enfermedad y la vejez, la fidelidad y la confianza en la Iglesia para vivir del Espíritu, que es quien la sostiene más que el régimen eclesiástico.

Un Papa es decisivo, pero no lo es todo en la Iglesia. Ninguna psicología ni personalidad confiere a la misión apostólica toda su fecundidad. Concentrándose en aquellos aspectos que son más conniventes con su historia y formación, cada Papa atiende unas urgencias y desatiende otras, perdiendo reales posibilidades; favorece unas instituciones y relega otras. La Iglesia es católica; su plenitud es plena en raíz y sucesiva en los frutos; va llegando a ella, por acciones y reacciones. No todos podemos hacer todo. Pero lo que hemos hecho, ¿lo hemos hecho bien? Un héroe, un testigo, un padre ha sido Juan Pablo II. A su luz uno siente el gozo de ser cristiano, a la altura del tiempo, y la alegría de ser miembro de la Iglesia católica, sin sospecha alguna ni reticencia disidente, sino en lúcida y gozosa confianza.

Junto a la foto del joven universitario dirigiendo teatro en su universidad tengo en mi mesa otra de Juan Pablo II que, en unos días de verano en Cadore, se desvía del camino y de pronto se encuentra en medio de unos labriegos que recogen el heno en un prado. Y allí está con un matrimonio y su hija que, con los sombreros de paja propios del tiempo, los rastros al hombro y los cestos con la ricia, le saludan como si fuera el vecino del prado de al lado. Con aquella normalidad del amigo o del familiar que vuelve a verlos. Un hombre así devuelve la fe en la humanidad y acrecienta la fe en Dios. Bendito sea su nombre.
 
Re: Oremos por El Papa

ser anciano no lo hace noble
Tienes toda la razón. La nobleza de Juan Pablo II va mucho más allá de su ser anciano.
 
Re: Oremos por El Papa

Hermanos hagamos una cadena de Oracion por Juan Pablo II. Pidamosle a Dios por la salud de JPII, pero que sobre todo se haga la voluntad de Dios. Ya que Su Santidad esta ciertamente cansado. Probablemente Dios lo ayude a descansar, que sea sobre la voluntad del Padre Celestial.
AMEN
 
Re: Oremos por El Papa

Hola Chrimar...

Y tampoco me acuerdo mucho lo que quise decir ese dia, respecto a lo que inventamos y respecto a lo del eden, tal ves due por un cmentario que hicieron respectoo a lo de vicario de cristo, creo que me sono ofensivo, repecto a que el papa esta cansado fragil y podria en cierta forma qeu esta sufriendo fisica y espiritualmente, fisica pues esta demas comentarlo, pero espiritualmente yo creo que debe ser una gran decision dejar o abdocar a la gran encomienda qeu tiene, es decir con todos los sucesos ultimos del mundo, yo creo qeu debe estar un poco consternado, y la sensacion de impotencia debe ser muy muy grande.

Respecto a lo segundo..

Honestamente que mis plegarias se eleven y lleguen al señor, una sonrisa y buen deseo Juan Pablo II, estas en mis pensamientos, pescador.



Chris aponte
 
Re: Oremos por El Papa

Ultimas noticias ( 7:40 am de Roma): estado del Papa es gravisimo, según Navarro Vaals. Información oficial.

Hora de intensificar la oración.

Estoy con los ojos en la RAI y el Rosario en la mano...
 
Re: Oremos por El Papa

En respuesta al mensaje de LFP.
Lo mas claro del pontificado de este papa ha sido condicionado por sus experiencias polacas y ha hecho lo indecible para "polonizar" el mundo que llamamos occidental. Su pontificado se enmarca con los de Gregorio VII y Leon XIII
El primero afirmó que era el único con derecho a lucir las Insignias Imperiales y que todos los Principes tenían la obligación de besarle los pies.
El segundo afirmó que había sido nombrado cabeza de todo gobernante y ocupar el lugar de Dios Todopoderoso en la tierra.
Fue el sucesor de Pio IX inventor del dogma de infalibilidad papal y autor del Syllabus donde condenó la democracia y que Leon XIII confirmó como doctrina ex-cátedra.
JPII visitó a lo largo de su pontificado a la mayoría de los Jefes de Gobierno a fin de que le acataran como un Jefe de Estado, de un Estado que cree estar por encima del resto de Estados. Eliminó totalmente el principio que estableció el Vaticano II de libertad religiosa, cosa condenada total y absolutamente por el Syllabus. Así este pontificado que está por acabarse ha mostrado que las tesis del Vaticano I son las únicas válidas para el romanismo.
Por eso muchos teólogos católicos suscriben lo dicho por Hans Küng.
 
Re: Oremos por El Papa

Tienen razón, oremos para que se arrepienta de su idolatría y alcance el perdón de sus pecados, Dios lo puede perdonar, ojala y tenga tiempo de arrepentirse.


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Re: Oremos por El Papa

Me uno a las oraciones por el Papa. Acaban de decir que está inconsciente y que cerraron el Portón de Bronce. Que sea lo que el Señor disponga.

Lamento mucho los pronunciamientos de algunos aquí, que aprovechan para efectuar comentarios fuera de lugar. Que Dios los perdone.
 
Re: Oremos por El Papa

Es una pena que no pueda encontrar el artículo completo. Es de Vittorio Messori, en La Razón del pasado miércoles. He ido a buscar a su página web y está divisido en dos páginas, pero no aparece la segunda (y el periódico ya no lo tengo). En fin... lo pongo, pero está cortado

Del diario La Razón del pasado miércoles:

Respuesta a Küng y defensa del Papa que «ha salvado a la Iglesia»

Hace unos días, el diario italiano «Il Corriere della Sera» publicó un artículo demoledor del teólogo disidente alemán Hans Küng, que hacía un balance del pontificado de Juan Pablo II. Küng basaba su extenso artículo en las «once contradicciones» del Papa polaco, al que señalaba como culpable del rechazo a la mujer en la Iglesia, del avance del sida, de la estampida vocacional, la cerrazón ecuménica y el ataque «inquisitorial» a los teólogos críticos con el Vaticano

La versión integral del documento de Hans Küng es más torrencial. En origen se trataba, me dicen, de una necrológica, de un balance del Pontificado, para publicar tras la muerte de Juan Pablo II y que yace desde tiempo en los archivos de los periódicos. Probablemente, el teólogo suizo-alemán se ha cansado de esperar: hace años ya que el «Corriere della Sera» me pidió otra réplica a otra intervención de Küng, donde éste auguraba (naturalmente, por el bien de la Iglesia) una pronta desaparición del Papa. Y no en el sentido de dimisión, sino en el de muerte, porque si no, incluso desde su lugar de retiro podría haber influido en el Cónclave y determinar la elección de un cardenal en su misma línea. Cosa que, para nuestro teólogo, sería la mayor de las desventuras.
Dado que, desde hace un decenio, esperaba en vano, al final Küng ha decidido anticiparse a los tiempos y autorizar a la agencia que guarda sus escritos la publicación del «cocodrilo» (como se le llama cínicamente en la jerga) en la habitual cadena de medios, aunque el entusiasmo de los editores es cada vez menor. Se reducen los lectores de este hombre que está más cerca de los ochenta que de los sesenta.
Es impresionante cómo sigue escribiendo una y otra vez el mismo artículo, tanto que la necrológica del Papa que preparó a principios de los noventa es la misma que se ha publicado ahora, prácticamente sin variaciones. Impresionante, sobre todo, la total impermeabilidad de este profesor a los hechos, la preeminencia absoluta de su esquema ideológico previo: él mismo recuerda aquí que su juicio sobre el papado wojtyliano era ya definitivo apenas un año después, en 1979, y que no ha cambiado una coma. En un cuarto de siglo la Historia se ha acelerado; imperios que parecían de roca y mármol se han convertido en polvo, la cultura misma ha cambiado perspectivas, pero Hans Küng, ya profesor emérito, privado desde hace tiempo del título de «teólogo católico», sigue repitiendo las cosas como hace 25 años.

Tirar sayas por la borda. ¿Cómo replicar a esta fijeza un poco maníaca? ¿Qué decir, nuevamente, si no hay nada nuevo en el interlocutor? ¿Por qué obstinarse en el debate ante el enésimo artículo, si siempre es más de lo mismo, y más cuando es manifiesta y probada la imposibilidad de mantener con fruto un diálogo que el ex docente rechaza desde siempre, cerrado en sus esquemas? Esquemas que son los de mediados de los años sesenta, cuando el profesor formaba parte del equipo de consejeros de los padres conciliares del centro y norte de Europa que determinaron la orientación del Concilio. Era la ideología de la «modernidad», jóvenes clericales rampantes como nuestro Küng, cerrados desde entonces en una cultura de seminario post-tridentino, que descubrían maravillados la sociología, la politología, la etnología, la psicología, el psicoanálisis y todos los «ismos», desde el feminismo al secularismo, que entonces parecían triunfar. Descubrían la democracia parlamentaria y querían aplicarla –tal cual– también en la Iglesia; descubrían la sexualidad y, si no se iban dando un portazo –como un tercio de los sacerdotes y de las monjas–, pretendían que fuese practicable también en el estado clerical; descubrían la laicidad y querían vivirla en ellos mismos, empezando por tirar túnicas, sayas y alzacuellos por la borda, pero sin renunciar a su confortable status religioso. Descubrían también, con un retraso de cinco siglos, la Reforma protestante, y se jactaban de que fuese nueva y «moderna».
Muchos descubrieron el marxismo con una peligrosa excitación, e intentaron transformar el Evangelio en el manual del perfecto guerrillero. No fue el caso de Küng, que tomó como público de referencia a la burguesía de la Europa nórdica, secularizada, opulenta y liberal, y organizó su trabajo teológico con estilo de mánager, con su staff de colaboradores, informáticos y agentes literarios. Y está claro que un sacerdote así no tenía nada que hacer con otro sacerdote –el arzobispo de Cracovia–, que venía de una Polonia donde la fe era algo heroico, donde la devoción popular atravesaba la vida cotidiana, donde la Virgen era omnipresente, donde el secularismo y el laicismo mostraban su rostro despiadado, y en lugar de atraer, creaban miedo y horror; donde el catecismo todavía se practicaba y no se leían los elegantes «papers» de los teólogos de las universidades occidentales.

Un «molesto» Papa polaco. Juan Pablo II fue execrado rápidamente por Küng y por aquellos como él porque no era «moderno», sino «hijo de una Iglesia arcaica». Con estas acusaciones, decenios más tarde, nuestro teólogo sigue erre que erre, pero el mundo hace ya tiempo que ha salido de esa «modernidad» para adentrarse en un terreno desconocido que, a falta de algo mejor, llamamos «postmodernidad». Y que no sólo no sabe qué hacer con las teorías de los años sesenta, sino que parece desear precisamente lo contrario: no lo profano, sino lo sagrado, no los curas-mánager, ni los «operadores pastorales», sino religiosos como el Padre Pío; no los racionalismos, sino el misterio; no revolución ulterior, sino redescubrimiento de la tradición. Lo que queda del «pueblo de Dios» no va hacia el debate de los académicos de teología, sino hacia las peregrinaciones a Medjugorje; no muestra ningún interés por votar para elegir a su párroco y a su obispo, no está frustrado porque sus hijas no puedan ir al seminario, pero sí está dispuesto para escuchar a un sacerdote, probablemente vestido de sacerdote, que le habla de Dios y de Cristo como antes.
Participé una vez en la fastuosa rueda de prensa internacional que hicieron sus editores para la presentación de un libro suyo donde, con la típica soberbia y los insultos para quien no piensa como él, pedía para la Iglesia católica todo lo que pide ahora para un nuevo Papa: curas casados, mujeres sacerdotes, divorciados que se puedan volver a casar, homosexuales venerados, contracepción libre, aceptación del aborto, párrocos, obispos y papas elegidos democráticamente, cismáticos y herejes puestos como modelos; agnósticos y paganos acogidos no sólo como hermanos, sino como maestros de vida y pensamiento y de los que hay todo por aprender... En definitiva, el rosario «teológicamente correcto» de los años sesenta y setenta; los mandamientos del bienpensante un poco rancio, las «valientes reformas» del conformista occidental medio. A mi lado le escuchaba con atención un pastor protestante que, al final, tomó la palabra. «Muy bonito y edificante, profesor Küng. Tiene razón, ésas son las reformas que también el catolicismo debería practicar. Pero dígame: ¿por qué entonces los protestantes, que tenemos todo esto desde hace tanto tiempo, seguimos con las iglesias más vacías que ustedes?» El profesor no respondió a aquella pregunta, que bajaba del cielo de las teorías «pastorales», óptimas para los semestres académicos, a la brutal realidad de los hechos, estos maleducados que no quieren entrar nunca en nuestros esquemas.

Estado comatoso. Veo ahora desde esta síntesis malévola del pontificado que el imperdonable pecado de Juan Pablo II es sobre todo el de «no haber integrado los requerimientos de la Reforma y de la modernidad en la Iglesia católica». La «modernidad» existió un tiempo, cuando él era joven, y ha dejado paso a otra cosa, como era previsible. En cuanto a la reforma, ¿es posible que un teólogo como este, que vive entre Suiza y Alemania, que conoce el norte de Europa, pasado (a menudo por la violencia de los príncipes) al verbo de Lutero, de Calvino, de Zwinglio, es posible, digo, que no constate el estado comatoso, de encefalograma plano, de estas Iglesias que un día estuvieron vivas? ¿Es posible que sus viajes por el mundo no le hayan mostrado que el único protestantismo que parece tener hoy fruto es el «enloquecido», agresivo e insufrible de los ecumenismos, representado por miríadas de sectas y pequeñas Iglesias? ¿Se puede, hoy, proponer para la Iglesia romana medidas que aquella que se llama «Reforma» por antonomasia adoptó
hace casi cinco siglos y cuyos resultados están a la vista de todo aquel que sepa ver sin las gafas de la abstracción? Por poner un ejemplo: cada año, de media, 10.000 anglicanos piden entrar en la Iglesia católica. No hace mucho tiempo, el arzobispo de Londres ha ordenado sacerdotes católicos a decenas de pastores anglicanos. Son hermanos (y hermanas) cuyo paso a la Iglesia de Roma ha sido provocado por la decisión de la jerarquía anglicana de ordenar a mujeres. Una decisión que no les ha llevado a ellos ningún católico (¡y ninguna mujer católica; curioso!), mientras que ha provocado un importante éxodo hacia el catolicismo. ¿Los hechos, profesor Küng, no prueban – al menos aquí– exactamente lo contrario de lo que afirman sus teorías?
Hay quien dice, por ejemplo, que la Holanda preconciliar era quizá el país con la más ferviente vida católica. ¿Acaso no se convirtió inmediatamente en la esperanza y la meca del progresismo clerical, que llevó a cabo todas las reformas que usted invoca, cubriendo de desprecio la «arcaica teología romana» y que en breve quedó reducida a un desierto donde la iglesias que no caen en la ruina se transforman desde hace tiempo, en supermercados, sex-shops y hamburgueserías? ¿Nadie le ha revelado nunca, don Küng, que, si el más católico de los continentes, el hispanoamericano, se está pasando en masa a las sectas protestantes «enloquecidas o regresa a los cultos afroamericanos es precisamente porque busca allí todo lo que ya no le da cierto clero católico que (formado a menudo en la escuela de sus facultades alemanas) asegura «haber elegido a los pobres» mientras que «los pobres» no lo eligen a él?
Más que defender este largo pontificado de la lluvia de acusaciones, sin misericordia y sin luz, que se arrojan contra quienes, como católicos, son fieles al Papa (pero no siempre y pasivamente apologetas de quien cumple el ministerio de Sucesor de Pedro), más que defender, digo, es necesario mostrar cómo las alternativas «a lo Küng» no son el remedio más adecuado a los problemas de la Iglesia. Problemas que existen hoy, como siempre han existido; pero que, para ser afrontados, exigen mucho más que las recetas de un «modernismo» ideológico que la historia ha superado, mostrándonos sus límites y sus riesgos.
 
Re: Oremos por El Papa

a la verdad que me uno a la oracion del papa...aunque, considero que un hombre que es adorado en el mundo, besado, y que los hombres se le arrodillan,
necesitaria la oracion?

lo bueno es, que una forista nos dijo que tiene un rosario en la mano orando a Dios por el papa...UN ROSARIO? en la mano?


y el tipo ese que dijo que los demonios no oran o algo asi....ey socio, se paso usted...no le debe dedir demonio ni al papa ni a nadie...

ya por ultimo, el papa es el vicario de Cristo, el antecesor de Pedro, si muere, se supone que estaria mucho mejor, pues iria al cielo, o pulgatorio, verdad?

me imagino que cumple con los mandamientos....me imagino que no tiene imagenes en su casa, y que no adora a nadie mas que a Dios, y que no recibe adoracion ni exaltacion de nadie...asi que, si se muere es ganancia para el...

yo soy Cristiano...es un orgullo, si hay algunos que dan mal testimonio y se hacen llamar Cristiano, eso son ellos, pero yo, no , soy Cristiano, aunque el diablo se meta en laiglesia y diga que es cristiano tambien...si el hace eso, el es el mentiroso, porque yo vivo la verdad de Cristo y eso me hace ser Cristiano...


si Juan Pablito se muere en estos instantes...a donde iria?

bendiciones
 
Re: Oremos por El Papa

palermo dijo:
Me uno a las oraciones por el Papa. Acaban de decir que está inconsciente y que cerraron el Portón de Bronce. Que sea lo que el Señor disponga.

Lamento mucho los pronunciamientos de algunos aquí, que aprovechan para efectuar comentarios fuera de lugar. Que Dios los perdone.
En todo caso, este es un foro de debate, aquí mismo hay un foro de oraciones ¿no crees que seria mejor poner esta petición ahí?
Yo sigo pidiendo que el señor se arrepienta de su idolatría de 26 años ¿es malo eso?
Ojala y el pueda, dentro de su conciencia, saber que tiene que pedir perdón, para que alcance misericordia de Dios.


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Re: Oremos por El Papa

Ramón, efectivamente es una lástima que no tengas el artículo completo. De todas formas, Küng..... ¿quién es Küng? ¿cuántos llorarán por Küng cuando muera? ¿quién se acordará de él dentro de 20-30 años?
Sin embargo, Juan Pablo II entra en la historia por la puerta grande. Es otro Papa Magno, como León, como Gregorio. Él ya ha corrido la carrera, ya ha peleado la buena batalla. Ahora parte con Cristo. Desde allá, desde la presencia ante Dios, seguirá orando por la Iglesia que ha pastoreado durante un cuarto de siglo. Ha sido un gran pastor del rebaño de Cristo. Le toca descansar en brazos del Amo del rebaño.
 
Re: Oremos por El Papa

DanielO dijo:
En todo caso, este es un foro de debate, aquí mismo hay un foro de oraciones ¿no crees que seria mejor poner esta petición ahí?
Yo sigo pidiendo que el señor se arrepienta de su idolatría de 26 años ¿es malo eso?
Ojala y el pueda, dentro de su conciencia, saber que tiene que pedir perdón, para que alcance misericordia de Dios.


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Si te sentiste "identificado" al leer mi mensaje, por algo será.

Respecto al foro de oraciones, deberías decírselo a quien inició este tema, no a mí. Yo simplemente confirmé mis oraciones.

Me preguntas si es malo pedir el arrepentimiento por su idolatría, y yo te digo que sería bueno si esa idolatría existiera. Pero no es el caso. El que tu interpretación personal del texto bíblico te lleve a entender que el Papa practica la idolatría, es tu problema (y un gran problema) pero eso no lo hace cierto. Por otro lado, te informo que el Papa tiene más de 26 años de católico. Y lo que dice y sostiene ahora, lo decía y sostenía antes.

E insisto, es lamentable ver que algunos no pierden ese sentimiento anticatólico ni en situaciones como ésta.
 
Re: Oremos por El Papa

Quiroga dijo:
Las oraciones de los demonios no llegan al cielo/

Me imagino que eso lo sabes por propia experiencia, ¿ verdad, Quiroga?..y si te fijas un poquito pues el " rosario" no es màs que un " mantra" o sea " oraciòn repetida" que defenitivamente no llega a Dios.
Ten cuidado con lo que dices, ten mucho cuidado, y no ofendas a los HIJOS DE DIOS.