El domigo un hermano me pidió una firma para estar en contra de las refomas que en España se quieren realizar para permitir la adopción por parte de homosexuales así como el matrimonio de estos. Este artículo es igaul que la respuesta que le di, sólo que bien escrito y estructurado. Creo que Luis Marian da un correcto y oportuno toque de atención a los cristianos españoles, sólo añadiría que a los males que él nombra al final del artículo hay que añadir el maltrato a la mujer, también a la mujer cristiana.
La Iglesia frente a la homosexualidad
Es evidente el enorme frenesí de algunos cristianos para recoger firmas, enviar emails o realizar comunicados contra las leyes de regularización de la unión homosexual. Ante la incansable insistencia de algunos en relación con dicho asunto, me surgen algunos pensamientos: ¿Acaso es la condena de la homosexualidad el punto de nuestra fe más apremiante para hacerlo conocido? ¡Pero si somos famosísimos por este asunto! No acabo de entender los manifiestos que piden a quienes rechazan ser discípulos de Jesús que vivan como si lo fueran, pues entiendo que Dios transforma las vidas de quienes libremente lo aceptan.
Entiendo que la obra del Espíritu Santo, el discipulado y el apego a las Escrituras no se producen antes de la conversión sino después.
Juventudes políticas y grupos de homosexuales se manifestaron recientemente en Barcelona con insultos y amenazas frente a una Iglesia católica . Unos 150 congregados querían quemar a Dios mientras gritaban que Cristo era gay y otras barbaridades . Es evidente que aunque quizás estos individuos sabían poco del Jesús de la Biblia, conocían perfectamente la opinión de los cristianos sobre la homosexualidad. Como vemos, no hace falta tanto comunicado.
Como signo de esta neoobsesión pro y contra homosexual, bien explica Juan Simarro que quienes hablan de sodomía no suelen considerar que el gran pecado de Sodoma no era la homosexualidad sino la cultura del ocio y su derivación en indiferencia hacia el marginado : "He aquí ésta fue la maldad de Sodoma tu hermana: soberbia, saciedad de pan... y no fortaleció la mano del afligido y del pobre" (Ezequiel 16, 49). La fobia hacia pecados diferentes a los nuestros, sobre todo sexuales, provoca tal dislexia que hace que leamos gays donde pone acomodados o soberbios.
En estos días en los que la UNICEF ha informado de que e l 13% de los menores que viven en España son pobres no he recibido ninguna propuesta de acción evangélica para paliar la bochornosa situación de millones de niños españoles. Tampoco me consta que las ayudas económicas y humanas para las iglesias y ONG´s protestantes se hayan disparado tras este dato de UNICEF que muchos desconocían. Debe ser cuestión de prioridades o de obsesiones.
En medio del bombardeo, la FEREDE ha acertado en su doble petición al Gobierno solicitando un nombre diferente a matrimonio para la unión entre personas del mismo sexo y pidiendo que las parejas heterosexuales tengan prioridad en las adopciones.
Al margen del correcto posicionamiento de la FEREDE, deberíamos examinar con cuidado cuánta dosis de homofobia real alimentan las iniciativas antigay de algunos creyentes , pues todavía no he visto ningún manifiesto cristiano que invite a recoger firmas para que tampoco adopten los idólatras, ateos, islámicos, adivinos, madres solteras fornicarias o Testigos de Jehová. Nos guste o no, hoy día, quien quiera cuantificar el perjuicio de la adopción por homosexuales tendrá que aportar argumentos e investigaciones que así lo respalden. Posicionarse contra la regularización de parejas homosexuales o pedir que éstos jamás adopten porque sencillamente la Biblia así lo dice no evitará que los poderes públicos actúen, ni tampoco hará que los gays y lesbianas acepten el amor y redención de Cristo como tampoco la imposición de credos estimulará a la sociedad para que se abra a la esperanza del Evangelio.
A mediados del siglo XX, C. S. Lewis recibió críticas de creyentes por defender leyes sociales que permitieran la opción del divorcio. Al mismo tiempo, Lewis presentaba dicho divorcio como el extremo último para solucionar los problemas del matrimonio cristiano. Un ejemplo de coherencia y comprensión de la libertad del individuo y de la radicalidad del Evangelio.
Como cristiano considero más preocupante que las separaciones hayan crecido entre los creyentes que el hecho de que los inconversos practiquen en su intimidad tal o cual conducta sexual . Lo realmente inquietante es que hablemos de hogares ideales heterosexuales cuando existen numerosos religiosos que apenas dedican tiempo a los hijos o que son dados al alcohol y el adulterio.
Por pura semántica, me preocupa más la descristianización de la Iglesia que la descristianización del descristianizado . El día que un homosexual o travestido pueda acercarse a nuestras reuniones de iglesia recibiendo la misma mirada y abrazo que damos al vecino fornicario o al sobrino mentiroso la Iglesia habrá ganado un gran combate a las tinieblas. ¿No hay manifiestos ni firmas para esto?.
Luis Marián trabaja en Madrid como documentalista en la Universidad Carlos III, y coordinador de la Biblioteca Protestante de Madrid. Es estudiante de periodismo y cofundador de Delirante un portal juvenil cristiano enfocado al diálogo con no creyentes.
© L. Marián, ProtestanteDigital.com, 2005, España.
La Iglesia frente a la homosexualidad
Es evidente el enorme frenesí de algunos cristianos para recoger firmas, enviar emails o realizar comunicados contra las leyes de regularización de la unión homosexual. Ante la incansable insistencia de algunos en relación con dicho asunto, me surgen algunos pensamientos: ¿Acaso es la condena de la homosexualidad el punto de nuestra fe más apremiante para hacerlo conocido? ¡Pero si somos famosísimos por este asunto! No acabo de entender los manifiestos que piden a quienes rechazan ser discípulos de Jesús que vivan como si lo fueran, pues entiendo que Dios transforma las vidas de quienes libremente lo aceptan.
Entiendo que la obra del Espíritu Santo, el discipulado y el apego a las Escrituras no se producen antes de la conversión sino después.
Juventudes políticas y grupos de homosexuales se manifestaron recientemente en Barcelona con insultos y amenazas frente a una Iglesia católica . Unos 150 congregados querían quemar a Dios mientras gritaban que Cristo era gay y otras barbaridades . Es evidente que aunque quizás estos individuos sabían poco del Jesús de la Biblia, conocían perfectamente la opinión de los cristianos sobre la homosexualidad. Como vemos, no hace falta tanto comunicado.
Como signo de esta neoobsesión pro y contra homosexual, bien explica Juan Simarro que quienes hablan de sodomía no suelen considerar que el gran pecado de Sodoma no era la homosexualidad sino la cultura del ocio y su derivación en indiferencia hacia el marginado : "He aquí ésta fue la maldad de Sodoma tu hermana: soberbia, saciedad de pan... y no fortaleció la mano del afligido y del pobre" (Ezequiel 16, 49). La fobia hacia pecados diferentes a los nuestros, sobre todo sexuales, provoca tal dislexia que hace que leamos gays donde pone acomodados o soberbios.
En estos días en los que la UNICEF ha informado de que e l 13% de los menores que viven en España son pobres no he recibido ninguna propuesta de acción evangélica para paliar la bochornosa situación de millones de niños españoles. Tampoco me consta que las ayudas económicas y humanas para las iglesias y ONG´s protestantes se hayan disparado tras este dato de UNICEF que muchos desconocían. Debe ser cuestión de prioridades o de obsesiones.
En medio del bombardeo, la FEREDE ha acertado en su doble petición al Gobierno solicitando un nombre diferente a matrimonio para la unión entre personas del mismo sexo y pidiendo que las parejas heterosexuales tengan prioridad en las adopciones.
Al margen del correcto posicionamiento de la FEREDE, deberíamos examinar con cuidado cuánta dosis de homofobia real alimentan las iniciativas antigay de algunos creyentes , pues todavía no he visto ningún manifiesto cristiano que invite a recoger firmas para que tampoco adopten los idólatras, ateos, islámicos, adivinos, madres solteras fornicarias o Testigos de Jehová. Nos guste o no, hoy día, quien quiera cuantificar el perjuicio de la adopción por homosexuales tendrá que aportar argumentos e investigaciones que así lo respalden. Posicionarse contra la regularización de parejas homosexuales o pedir que éstos jamás adopten porque sencillamente la Biblia así lo dice no evitará que los poderes públicos actúen, ni tampoco hará que los gays y lesbianas acepten el amor y redención de Cristo como tampoco la imposición de credos estimulará a la sociedad para que se abra a la esperanza del Evangelio.
A mediados del siglo XX, C. S. Lewis recibió críticas de creyentes por defender leyes sociales que permitieran la opción del divorcio. Al mismo tiempo, Lewis presentaba dicho divorcio como el extremo último para solucionar los problemas del matrimonio cristiano. Un ejemplo de coherencia y comprensión de la libertad del individuo y de la radicalidad del Evangelio.
Como cristiano considero más preocupante que las separaciones hayan crecido entre los creyentes que el hecho de que los inconversos practiquen en su intimidad tal o cual conducta sexual . Lo realmente inquietante es que hablemos de hogares ideales heterosexuales cuando existen numerosos religiosos que apenas dedican tiempo a los hijos o que son dados al alcohol y el adulterio.
Por pura semántica, me preocupa más la descristianización de la Iglesia que la descristianización del descristianizado . El día que un homosexual o travestido pueda acercarse a nuestras reuniones de iglesia recibiendo la misma mirada y abrazo que damos al vecino fornicario o al sobrino mentiroso la Iglesia habrá ganado un gran combate a las tinieblas. ¿No hay manifiestos ni firmas para esto?.
Luis Marián trabaja en Madrid como documentalista en la Universidad Carlos III, y coordinador de la Biblioteca Protestante de Madrid. Es estudiante de periodismo y cofundador de Delirante un portal juvenil cristiano enfocado al diálogo con no creyentes.
© L. Marián, ProtestanteDigital.com, 2005, España.