Re: es el papa el anticristo? Según esta página EVANGÉLICA Sí
ANTICRISTO
Muchos escritores actuales han especulado acerca de este termino, ignorando su uso en las Escrituras. En primer lugar, hay que considerar un hecho que indudablemente impactará a muchas personas:
La palabra Anticristo no aparece en el Apocalipsis. Tan siquiera una sola vez. Con todo esto, el termino es usado con frecuencia por los maestros cristianos como sinónimo de “La Bestia” del capítulo 13 del Apocalipsis. Obviamente, no existe objeción alguna de que la “Bestia” es un enemigo de Cristo, y en ese sentido, se convierte en un “anti-cristo”; pero el punto es que, el termino
Anticristo es usado en un sentido muy específico, el cual no se percibe en la figura conocida como la “Bestia” y el “666”.
Otro error enseña que el “Anticristo” es un individuo específico; se tiene la noción de que “el” es alguien que hará su aparición hacia los tiempos del fin del mundo. Ambas ideas, son contradichas por el Nuevo Testamento.
De hecho, las únicas ocurrencias del termino “anticristo” se encuentran en los siguientes versículos de las epístolas de Juan:
Hijitos, ya es el último tiempo; y según vosotros oísteis que el anticristo viene, así ahora han surgido muchos anticristos; por esto conocemos que es el último tiempo. Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestase que no todos son de nosotros... (1 Juan 2:18-19)
¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Este es anticristo, el que niega al Padre y al Hijo. Todo aquel que niega al Hijo, tampoco tiene al Padre. El que confiesa al Hijo, tiene también al Padre... (1 Juan 2:22-23)
Os he escrito esto sobre los que os engañan. (1 Juan 2:26)
Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo. En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo. Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo. Ellos son del mundo; por eso hablan del mundo, y el mundo los oye. Nosotros somos de Dios; el que conoce a Dios, nos oye; el que no es de Dios, no nos oye. En esto conocemos el espíritu de verdad y el espíritu de error. (1 Juan 4:1-6)
Porque muchos engañadores han salido por el mundo, que no confiesan que Jesucristo ha venido en carne. Quien esto hace es el engañador y el anticristo. Mirad por vosotros mismos, para que no perdáis el fruto de vuestro trabajo, sino que recibáis galardón completo. Cualquiera que se extravía, y no persevera en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el que persevera en la doctrina de Cristo, ése sí tiene al Padre y al Hijo. Si alguno viene a vosotros, y no trae esta doctrina, no lo recibáis en casa, ni le digáis: !!Bienvenido! Porque el que le dice: !!Bienvenido! participa en sus malas obras. (2 Juan 7-11)
De los textos citados podemos sacar varias conclusiones importantes:
Primero, los cristianos
ya habían sido advertidos acerca de la venida del anticristo (1 Juan 2:18; 4:3)
Segundo, no había solo uno, sino
muchos “anticristos” (1 Juan 2:18). Por lo tanto, el termino “anticristo”, no puede ser simplemente, una designación a un solo individuo.
Tercero, el anticristo
ya estaba operando, como lo escribió Juan:
“Han surgido muchos anticristos” (1 Juan 2:18);
“Os he escrito esto sobre los que os engañan” (1 Juan 2:26);
“y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo” (1 Juan 4:3);
“Porque muchos engañadores han salido por el mundo, que no confiesan que Jesucristo ha venido en carne. Quien esto hace es el engañador y el anticristo” (2 Juan 7). Obviamente, si el anticristo estuvo presente en el siglo I, entonces no es una figura que se levantará en el fin del mundo.
Cuarto, el “anticristo” fue
un sistema de incredulidad, particularmente,
fue la herejía que negaba a la persona y la obra de Jesucristo. A pesar de que los anticristos sostenían
pertenecer al Padre, ellos pensaban que Jesús no era el Cristo (1 Juan 2:22); en unión con los falsos profetas (1 Juan 4:1), ellos negaban la encarnación (1 Juan 4:3; 2 Juan 7, 9); y rechazaban la doctrina apostólica (1 Juan 4:6).
Quinto, los anticristos
habían sido miembros de la Iglesia Cristiana, pero habían apostatado (1 Juan 2:19). Ahora, estos apostatas intentaban engañar a los otros cristianos, con la intención de separarlos de Jesús (1 Juan 2:26; 4:1; 2 Juan 7, 10)
Poniendo todo esto junto, es un sistema de apostasía conformado por apostatas individuales. En otras palabras, el anticristo fue el cumplimiento de las palabras de Jesús, de que un tiempo de gran apostasía estaría por venir:
“Muchos tropezarán entonces, y se entregarán unos a otros, y unos a otros se aborrecerán. Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos”. Como Juan había dicho, los cristianos habían sido advertidos de la venida del anticristo; y, seguramente, “muchos anticristos” ya se habían surgido. Por un tiempo, ellos habían creído al evangelio; luego, ellos dejaron a un lado la fe e intentaron convencer a otros de sus ideas, incluso, comenzando nuevos cultos; más comúnmente, ellos buscaban filtrar a otros cristianos dentro del judaísmo (la falsa religión que decía adorar al Padre mientras negaban al Hijo). Cuando la enseñanza acerca del anticristo es bien comprendida, esta calza perfectamente con lo que el resto del Nuevo Testamento nos dice sobre la edad de “la generación final”.
Uno de los anticristos que afligió tempranamente a la iglesia fue
“Cerinthus”, el lider del culto judaístico del primer siglo. Recordamos por los Padres de la Iglesia como “Archi-Herético”, e identificado como uno de los “falsos apóstoles” que se opuso a Pablo, Cerinthus fue un judío que se unió a la iglesia y comenzó a apartar a los cristianos de la fe ortodoxa. El pensaba que una deidad menor, y no el Dios verdadero, había creado el mundo (sosteniendo, con los gnósticos, que Dios era “muy espiritual” para ser concebido en una realidad material). Lógicamente, esto significa, además de una negación a la encarnación, que Dios no tomaría un cuerpo físico, y mucho menos, una personalidad humana. Cerinthus fue consistente: el declaró que Jesús había sido meramente un hombre corriente, no nacido de una virgen; que el Cristo (un espíritu celestial) había descendido sobre la persona de Jesús en su bautismo (capacitándolo para hacer milagros), pero que luego lo abandonó en el momento de su crucifixión. Además de todo esto, Cerinthus sostenía la doctrina de la justificación por las obras (en particular, guardar todas las normas ceremoniales del viejo pacto, con el objetivo de ser salvo). Cerinthus proclamaba que un “ángel” le había revelado la doctrina que él enseñaba (muy parecido a José Smith, el cual también declaró haber recibido revelación de un ángel).
Los verdaderos apóstoles se opusieron enérgicamente a esta herejía. Pablo amonestó a la Iglesia de Galacia:
“Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema” (Ga. 1:8), y en la misma epístola refutó la herejía legalista sostenida por Cerinthus. De hecho, y de acuerdo con la tradición, el apóstol Juan escribió el evangelio y sus epístolas con Cerinthus en mente. De hecho se cuenta que estando Juan dentro de una misma edificación que Cerinthus, exclamó:
“Huyamos, antes de que el edificio se venga abajo; porque Cerinthus, el enemigo de la verdad, esta adentro!”
Regresando a las palabras de Juan acerca del espíritu del anticristo, debemos notar algo muy importante:
“Hijitos, ya es el último tiempo; y según vosotros oísteis que el anticristo viene, así ahora han surgido muchos anticristos; por esto conocemos que es el último tiempo.” (1 Juan 2:18). La conexión que la gente frecuentemente hace entre el anticristo y “los últimos días” ciertamente es correcta; pero a la vez, es frecuentemente mal entendida por el hecho de que la expresión
“últimos días”, y términos similares, son usados en la Biblia, no para referirse al fin físico del mundo, sino a los
últimos días de la nación de Israel, últimos días los cuales terminaron
con la destrucción del Templo en el 70 d.C. Esto también traerá mucha sorpresa al lector; pero debemos aceptar la clara enseñanza de la Escritura. Los autores del Nuevo Testamento, incuestionablemente, usaron el lenguaje de “los tiempos finales” cuando hablaron del período en que estaban viviendo, es decir, antes de la caída de Jerusalén.
Como se ha visto, el apóstol Juan dijo dos cosas importantes: primero,
el anticristo ya había surgido; y segundo,
la presencia del anticristo fue la prueba de que él y sus lectores estaban viviendo en los últimos tiempos. En una de sus primeras cartas, Pablo tuvo que corregir una impresión equivocada acerca de el juicio inminente sobre Israel. Los falsos maestros estaban asustando a los creyentes diciéndoles que el día del juicio estaba ya sobre ellos. Pablo les recordó a los cristianos, lo que el mismo les había explicado antes:
“Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía...” (2 Tes. 2:3). Sin embargo, para el final de la era, como Juan lo había escrito en sus cartas, la Gran Apostasía era un realidad. Judas, quien escribió uno de los últimos libros del Nuevo Testamento nos despeja cualquier duda acerca de este punto. Haciendo uso de las más fuertes condenaciones, el les recuerda a sus lectores de todo aquello por lo cual habían sido advertidos:
“Pero vosotros, amados, tened memoria de las palabras que antes fueron dichas por los apóstoles de nuestro Señor Jesucristo; los que os decían: En el postrer tiempo habrá burladores, que andarán según sus malvados deseos. Estos son los que causan divisiones; los sensuales, que no tienen al Espíritu.” (Judas 17-19). Judas menciona a los “burladores” haciendo referencia a los herejes de su época. Como Juan, el sabía que el rápido crecimiento de estos falsos profetas era la señal deque vivían en el fin de la edad.
El anticristo había llegado, y ahora estaban en los últimos días”.
Fuente: El Paraíso Restaurado. David Chilton
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