10 cónclaves, 10 anécdotas.
En los cónclaves para elegir Papa, lo sublime y lo ridículo también se rozan y conviven entre los príncipes de la Iglesia. Y a pesar del secreto que los obliga, muchos cardenales acaban contando lo serio y lo menos serio de sus trascendentales reuniones.
El escándalo de Viterbo. Duró tres años, desde 1268 a 1271. La gente y las autoridades, hartos de tanto esperar, tapiaron el acceso de la sala donde estaban reunidos los cardenales, cortaron el suministro de víveres y les obligaron a alimentarse con pan y agua. Hasta llegaron a quitarles las tejas del tejado. Al final, hambrientos y medio muertos de frío, eligieron a Gregorio X.
El ermitaño. El 5 de julio de 1294, los cardenales elegían Papa a alguien que no estaba dentro del cónclave: Pedro del Morrone, un ermitaño que vivía en una cueva. Al monje no le hacía gracia tal honor, pero acabó aceptando aunque por poco tiempo: no tardó ni un año en dimitir. Era Celestino V, el Papa que renunció y que Dante colocó por ello en el infierno. Su sucesor, Bonifacio VIII, lo mandó encerrar en un castillo hasta su muerte.
Casado y con hija. El 14 de diciembre de 867, los cardenales eligieron a Adriano II, que rechazó el nombramiento en dos ocasiones, pero al final terminó aceptando. Adriano estaba casado y tenía una hija de cuatro años y decidió instalarse en el palacio lateranense con su familia al completo. Una noche, entraron en el palacio papal y secuestraron a su mujer y a su hija, cuyos cadáveres aparecieron decapitados y colgados. Nunca se descubrió a los culpables.
Tres veces papa. El 21 de octubre de 1032, Benedicto IX fue elegido Papa con tan sólo 12 años. Al poco tiempo abdicó para contraer matrimonio. Reelegido el 10 de marzo de 1045, volvió a abdicar, tras haber vendido la sede papal a un familiar suyo. Pero aun así volvió a ser elegido por tercera vez el 8 de noviembre de 1048. Todavía no tenía 30 años.
Vetado por el Imperio Austro-Húngaro. A la muerte de León XIII, en el cónclave de 1903 salió ganador en los tres primeros escrutinios el cardenal Mariano Rampolla y tenía todas las papeletas para ser el próximo Papa. Entonces, se levantó el cardenal de Cracovia, Puyzna, y pronunció el «exclusive» (el veto) «en nombre de Su Majestad imperial y real el Emperador de Austria y Rey apostólico de Hungría». El aludido protestó por el atropello a la libertad de la Iglesia y añadió: «En cuanto a mí, nada más honroso me podía suceder».
«El ganador soy yo». En el cónclave del 16 de junio de 1846, el encargado de leer las papeletas de voto era el cardenal Mastai-Ferreti.Cuando el purpurado comenzó a leer su nombre en 18 papeletas seguidas pidió que lo sustituyese otro cardenal, pero se rechazó su petición y se vio obligado a leer el resto de las papeletas.Su nombre apareció en 54 ocasiones, lo que suponía la mayoría necesaria para ser Papa. Se llamó Pío IX y se mantuvo en el solio pontificio casi 32 años.
Los cigarrillos de Tarancón. El cardenal Tarancón participó en los tres últimos cónclaves. El mismo contaba que, atrás elegir a Juan Pablo I, todos los cardenales se pusieron en pie, pero no veían al Papa. «Estaba acurrucado en su silla», explica el cardenal español. Tras la elección, el Papa Luciani quiso cenar con los cardenales. A los postres, Tarancón, fumador impenitente, deseoso de echar un cigarrillo, le pidió al nuevo Papa permiso para fumar. Y Juan Pablo I contestó: «Eminencia, puede usted fumar con una condición: el humo tiene que ser blanco».
La botella de cognac del cardenal. Siri, jefe de filas del partido conservador cardenalicio fue papable en varios cónclaves. De hecho, en el segundo cónclave de 1978, su enfrentamiento a votos con el progresista Benelli, condujo a la búsqueda de un Papa de compromiso en la figura de Juan Pablo II. El propio Siri contaba que se llevaba algo especial a los cónclaves. «¿Sabe que llevo a la clausura? Una botella de cognac. No para mí, sino para el elegido. Lo he hecho en los cónclaves de Juan XXIII, de Pablo VI y de Juan Pablo I. Y en éste, también. Y créame, si le digo que ha servido».
El champán de Juan XXIII. Sobre el cónclave de 1958, en el que fue elegido Papa el cardenal Roncalli corren todo tipo de sucedidos.La noche del día en que lo eligieron Papa, Juan XXIII le dijo al cardenal Nasalli que se quedara con él a cenar. Pero éste le dijo: «Santidad, la costumbre es que los Papas coman solos».«Comprendo», replicó Roncalli, «que de Papa tampoco van a dejarme hacer lo que me apetezca». «¿Puedo traer champán, Santidad?», le preguntó Nasalli. Y Juan XXIII contestó: «Sí, sí, espero que al menos eso no esté prohibido. Y por favor, no me llame Santidad, que cada vez que lo dice me parece que me está tomando el pelo».
Un Papa negro, indio o latinoamericano. Quizás la anécdota del próximo cónclave sea la elección, por vez primera en la Historia, de un Papa negro, indio o latinoamericano. Es posible. Candidatos los hay. Por Africa suena el cardenal Arinze, hijo de un rey de Nigeria. Por Asia, el cardenal de La India, Iván Días. Y por Latinoamérica, el salesiano que toca el saxofón y habla siete lenguas, cardenal Rodríguez Maradiaga. A lo que se ve, el Espíritu Santo y los cardenales tienen donde elegir, incluso cromáticamente
Por José Manuel Vidal
El Mundo
En los cónclaves para elegir Papa, lo sublime y lo ridículo también se rozan y conviven entre los príncipes de la Iglesia. Y a pesar del secreto que los obliga, muchos cardenales acaban contando lo serio y lo menos serio de sus trascendentales reuniones.
El escándalo de Viterbo. Duró tres años, desde 1268 a 1271. La gente y las autoridades, hartos de tanto esperar, tapiaron el acceso de la sala donde estaban reunidos los cardenales, cortaron el suministro de víveres y les obligaron a alimentarse con pan y agua. Hasta llegaron a quitarles las tejas del tejado. Al final, hambrientos y medio muertos de frío, eligieron a Gregorio X.
El ermitaño. El 5 de julio de 1294, los cardenales elegían Papa a alguien que no estaba dentro del cónclave: Pedro del Morrone, un ermitaño que vivía en una cueva. Al monje no le hacía gracia tal honor, pero acabó aceptando aunque por poco tiempo: no tardó ni un año en dimitir. Era Celestino V, el Papa que renunció y que Dante colocó por ello en el infierno. Su sucesor, Bonifacio VIII, lo mandó encerrar en un castillo hasta su muerte.
Casado y con hija. El 14 de diciembre de 867, los cardenales eligieron a Adriano II, que rechazó el nombramiento en dos ocasiones, pero al final terminó aceptando. Adriano estaba casado y tenía una hija de cuatro años y decidió instalarse en el palacio lateranense con su familia al completo. Una noche, entraron en el palacio papal y secuestraron a su mujer y a su hija, cuyos cadáveres aparecieron decapitados y colgados. Nunca se descubrió a los culpables.
Tres veces papa. El 21 de octubre de 1032, Benedicto IX fue elegido Papa con tan sólo 12 años. Al poco tiempo abdicó para contraer matrimonio. Reelegido el 10 de marzo de 1045, volvió a abdicar, tras haber vendido la sede papal a un familiar suyo. Pero aun así volvió a ser elegido por tercera vez el 8 de noviembre de 1048. Todavía no tenía 30 años.
Vetado por el Imperio Austro-Húngaro. A la muerte de León XIII, en el cónclave de 1903 salió ganador en los tres primeros escrutinios el cardenal Mariano Rampolla y tenía todas las papeletas para ser el próximo Papa. Entonces, se levantó el cardenal de Cracovia, Puyzna, y pronunció el «exclusive» (el veto) «en nombre de Su Majestad imperial y real el Emperador de Austria y Rey apostólico de Hungría». El aludido protestó por el atropello a la libertad de la Iglesia y añadió: «En cuanto a mí, nada más honroso me podía suceder».
«El ganador soy yo». En el cónclave del 16 de junio de 1846, el encargado de leer las papeletas de voto era el cardenal Mastai-Ferreti.Cuando el purpurado comenzó a leer su nombre en 18 papeletas seguidas pidió que lo sustituyese otro cardenal, pero se rechazó su petición y se vio obligado a leer el resto de las papeletas.Su nombre apareció en 54 ocasiones, lo que suponía la mayoría necesaria para ser Papa. Se llamó Pío IX y se mantuvo en el solio pontificio casi 32 años.
Los cigarrillos de Tarancón. El cardenal Tarancón participó en los tres últimos cónclaves. El mismo contaba que, atrás elegir a Juan Pablo I, todos los cardenales se pusieron en pie, pero no veían al Papa. «Estaba acurrucado en su silla», explica el cardenal español. Tras la elección, el Papa Luciani quiso cenar con los cardenales. A los postres, Tarancón, fumador impenitente, deseoso de echar un cigarrillo, le pidió al nuevo Papa permiso para fumar. Y Juan Pablo I contestó: «Eminencia, puede usted fumar con una condición: el humo tiene que ser blanco».
La botella de cognac del cardenal. Siri, jefe de filas del partido conservador cardenalicio fue papable en varios cónclaves. De hecho, en el segundo cónclave de 1978, su enfrentamiento a votos con el progresista Benelli, condujo a la búsqueda de un Papa de compromiso en la figura de Juan Pablo II. El propio Siri contaba que se llevaba algo especial a los cónclaves. «¿Sabe que llevo a la clausura? Una botella de cognac. No para mí, sino para el elegido. Lo he hecho en los cónclaves de Juan XXIII, de Pablo VI y de Juan Pablo I. Y en éste, también. Y créame, si le digo que ha servido».
El champán de Juan XXIII. Sobre el cónclave de 1958, en el que fue elegido Papa el cardenal Roncalli corren todo tipo de sucedidos.La noche del día en que lo eligieron Papa, Juan XXIII le dijo al cardenal Nasalli que se quedara con él a cenar. Pero éste le dijo: «Santidad, la costumbre es que los Papas coman solos».«Comprendo», replicó Roncalli, «que de Papa tampoco van a dejarme hacer lo que me apetezca». «¿Puedo traer champán, Santidad?», le preguntó Nasalli. Y Juan XXIII contestó: «Sí, sí, espero que al menos eso no esté prohibido. Y por favor, no me llame Santidad, que cada vez que lo dice me parece que me está tomando el pelo».
Un Papa negro, indio o latinoamericano. Quizás la anécdota del próximo cónclave sea la elección, por vez primera en la Historia, de un Papa negro, indio o latinoamericano. Es posible. Candidatos los hay. Por Africa suena el cardenal Arinze, hijo de un rey de Nigeria. Por Asia, el cardenal de La India, Iván Días. Y por Latinoamérica, el salesiano que toca el saxofón y habla siete lenguas, cardenal Rodríguez Maradiaga. A lo que se ve, el Espíritu Santo y los cardenales tienen donde elegir, incluso cromáticamente
Por José Manuel Vidal
El Mundo