NEW AGE I// “La Nueva Era no va en contra de las religiones, sino que trata de superarlas desde dentro”
24/02/2005
Entrevista al teólogo Raúl Berzosa
Burgos
Raúl Berzosa Martínez, vicario de Burgos y profesor de la Facultad de Teología del Norte de España, participará en las XV Jornadas de Delegados Diocesanos de Relaciones Interconfesionales, con una ponencia sobre las corrientes espirituales actuales conocidas como Nueva Era o New Age.
Con este motivo, concedió una larga entrevista a Veritas sobre el tema, que ofrecemos en dos partes para facilitar su lectura:
-¿Qué es la nueva Era y cuáles son algunos de sus rasgos?
Raúl Berzosa: La Nueva Era no es una simple moda, ni una secta, ni una religión milenarista para el tercer milenio: es una nueva sensibilidad cultural, una cosmovisión, un nuevo paradigma. A la modernidad le ha sucedido la postmodernidad y la ultramodernidad: el naufrago se hace navegante de sí mismo ("el cielo soy yo") y de un nuevo panvitalismo (el cosmocentrismo sucede al antropocentrismo).
Si hace unas décadas (1960-1970) se hablaba de transformación social, compromiso social, cambio de estructuras (marxismo)... hoy se habla de conciencia superior, de calidad de vida, de armonía profunda, de meditación transcendental, de energía y buen rollo positivo, de actuar en planetario, de nuevo orden mundial y globalización... "Expanded vuestra conciencia", "Realizad vuestro yo", "pensad en positivo", "Usad vuestro potencial creativo", son frases que están en la calle y en los mass media.
Aparece como un gran pulpo con muchos tentáculos en diversos campos (medicina, arte, pensamiento, literatura, cine, etc) y al que es muy difícil ver los ojos (es el llamado next-work o trabajo de red...)
Además, suele arraigar entre gente del primer mundo, de clase media-alta, entre 25-50 años (que tienen el estómago lleno pero la cabeza y el corazón vacíos; y que son los grandes ausentes de nuestras comunidades cristianas)
Por otro lado, hay que tener en cuenta que la Nueva Era no va en contra de las religiones, trata de superarlas desde dentro: se incrusta en ellas como una bomba-lapa, para hacerlas explotar desde dentro... Estábamos acostumbrados a convivir creyentes con no creyentes, agnósticos y practicantes. Habíamos oído hablar de las grandes religiones como algo familiar; pero ha nacido algo nuevo: una nueva sensibilidad espiritual. Lo delatan palabras como "channeling", "metaphysic center", terapias renovadas y alternativas, meditación transcendental, cienciología y nueva gnosis... Es como si se pasara página a las religiones y formas religiosas más tradicionales y seculares.
Para la nueva religiosidad, el menos valorado entre las religiones vivas es el cristianismo: se le tilda de infantil y antropocéntrico, por hacer de un hombre un Dios. Al menos en el judaísmo y en el Islam Dios es el totalmente otro... Ha habido en esto un proceso: en los años 60, se decía Cristo sí, Iglesia no; en los años 70 se pasó a Dios sí, Cristo no. En la década siguiente, el mensaje era religión sí, Dios no, para pasar en los 90 a espiritualidad si, religión no.
Hay que recordar lo expresado por ciertos autores: decía Eric Fromm que "hoy no se discute religión sí o religión no, sino qué tipo de religión". Según Malroux, "el siglo XXI o será religioso o no será nada". El mismo cardenal Ratzinger decía que "el enemigo de la religión es la propia religión en forma de gnosis". Y Gabriel Marcel sostenía que "no caminamos hacia el ateísmo o la indiferencia, sino hacia una forma de humanismo gnóstico, difuso, ecléctico, ambiguo".
En cualquier caso, algo es cierto: lo religioso-espiritual no ha muerto; estaba eclipsado. Me atrevo a señalar, en coincidencia parcial con otros autores, el siguiente panorama de la pervivencia de lo religioso en la cultura y sociedad de hoy occidental-moderna: pervivencia de lo sagrado-cristiano; formas de religión civil-nacionalista y movimientos fundamentalistas; religiosidad neopagana o de humanismo-vitalismo, y las nuevas formas de espiritualidad: nueva era o religiosidad sincretista, movimientos de matriz oriental, y movimientos religiosos varios al hilo de los flujos migratorios.
La Nueva Era se presenta como una nueva gnosis donde se mezcla "lo esotérico-mágico" y "el potencial humano" (sustituyendo en el cristianismo a lo que denominamos don-tarea); donde prima el proceso y desarrollo "personalizado", a la carta; en definitiva, donde se cumplen las tres palabras mágicas de los países libres de hoy: bee Free (sé libre), puenting (consume experiencias), connenting (estate siempre conectado...)
-¿Se puede entablar un diálogo entre la New Age y el cristianismo?
Raúl Berzosa: El diálogo siempre es necesario, pero en el caso presente inevitablemente llega un momento de ruptura. La Nueva Era choca con la visión cristiana en una serie de puntos primordiales, que podríamos resumir de la siguiente forma:
En primer lugar, frente a la enseñanza bíblica en la Trinidad, que contempla el papel único de Cristo, la Nueva Era lo convierte en un simple maestro de la humanidad, no en el Salvador.
Frente a la enseñanza bíblica de que el hombre es pecador y morirá una sola vez debiendo comparecer ante el Dios de la justicia, la Nueva Era insiste en que el pecado no existe, sino que es ignorancia o imperfección por estar a un nivel inferior de conciencia personal. Igualmente se admite la reencarnación.
Frente a la enseñanza bíblica que insiste en que la salvación nos viene dada por la gracia de Dios a través del misterio pascual de Cristo, la Nueva Era propugna una especie de pelagianismo, o visión optimista de la persona humana, en cuanto la persona humana se salva por sí misma, y alcanza por sí misma la perfección, mediante diversas técnicas.
Frente a la enseñanza bíblica en un Dios personal, distinto de la creación, la Nueva Era no admite un Dios personal y cae en una especie de panteísmo emergente, en el que la tierra es la diosa por excelencia.
Frente a la enseñanza bíblica que insiste en la necesidad de orar, la Nueva Era centra toda su atención en una especie de meditación que no deja de ser un diálogo con uno mismo, sin abrirse a la trascendencia ni a la relación con un Dios personal.
Frente a la revelación bíblica de una consumación final (escatología) relacionada con la definitiva venida de Cristo, la Nueva Era se debate entre una transformación de lo existente, o la llegada de seres de otros planetas.
De otra manera, C. Santos, subraya como aspectos más divergentes con el cristianismo: que para la Nueva Era, en lugar de Dios creador del mundo, éste emana de Dios y no es diferente de la gran energía. Dios desaparece. El mundo es divino. Desparece también la dualidad Dios-hombre. Dios y el hombre se mezclan en una conjunción inmanentista.
Para la New Age, Dios no se revela a través de su Palabra. Basta escuchar el mensaje del cosmos y sus vibraciones... La unión mística con Dios la cambia por la fusión holística con el Todo.
En esta concepción religiosa, la Iniciación no es sacramental, sino gnóstica y por niveles de conciencia. En lugar de Cristo, Hijo de Dios, personal y redentor, el Cristo Cósmico, avatar, instructor mundial En lugar de gracia y pecado, superación de la ignorancia y niveles de autoconciencia y autodesarrollo. En lugar del reino de Dios, autoorganización holística del Universo. En lugar de oración relacional, que supone alteridad, hay instrospección profunda. En fin, en lugar de comunidad de redimidos y convocados (Ekklesia), comunidad cósmica y de fraternidad universal.
-¿Cómo responde el cristianismo a los retos planteados?
Raúl Berzosa: En primer lugar, es imprescindible resituar el acontecimiento crístico-encarnado, redescubrir el Dios personal y la verdadera oración, así como a Cristo como único mediador y salvador universal.
Además, es necesario recuperar la noción de “pecado” en sentido teológico, y no sólo como ignorancia o imperfección humanas, y por lo mismo, la salvación como don y tarea (no como gnosis ni autorrealización), y valorar la persona como tal: criatura, única e irrepetible, responsable de su vida.
El cristianismo dice que el mundo no es eterno, porque ha tenido un comienzo y tendrá un fin, y que el futuro es escatológico, pero comienza aquí.
Asimismo, es necesario revalorizar lo comunitario y planetario, recordar que la muerte es también resurrección. Y sería necesario sacar a la luz la doctrina cristiana sobre los ángeles y demonios, para terminar con muchas confusiones.
La nueva espiritualidad es un verdadero desafío para el cristianismo. Este no puede confundir lo bueno con lo "nuevo" sino con lo "verdadero" y habrá que insistir con J. A. Pagola en que la fe cristiana no es una iniciación esotérica, ni un camino de iluminación de la conciencia. Ni la salvación consiste en una experiencia de plenitud cósmica a través de un proceso de reencarnación. El cristianismo cree en el Jesucristo, tal y como lo transmiten los Evangelios, y en "su sabiduría", que no es ninguna ciencia oculta o teosofía esotérica, sino la Buena Nueva de un Dios Padre capaz de salvar al hombre.
J.Sudbrack, escritor de envidiable lucidez, ha vuelto a subrayar que, frente a la gnosis antigua y contemporánea la visión cristiana de la vida no puede renunciar a sus puntos neurálgicos: tomar en serio, desde el misterio de Jesucristo, todo lo humano y la dignidad de cada persona; la Iglesia y los sacramentos no son sólo signos espirituales sino portadoras de vida espiritual; la historia como lugar de revelación del Dios Vivo; y la centralidad de Jesucristo para nuestra fe.
Fuente: Agencia Veritas
24/02/2005
Entrevista al teólogo Raúl Berzosa
Burgos
Raúl Berzosa Martínez, vicario de Burgos y profesor de la Facultad de Teología del Norte de España, participará en las XV Jornadas de Delegados Diocesanos de Relaciones Interconfesionales, con una ponencia sobre las corrientes espirituales actuales conocidas como Nueva Era o New Age.
Con este motivo, concedió una larga entrevista a Veritas sobre el tema, que ofrecemos en dos partes para facilitar su lectura:
-¿Qué es la nueva Era y cuáles son algunos de sus rasgos?
Raúl Berzosa: La Nueva Era no es una simple moda, ni una secta, ni una religión milenarista para el tercer milenio: es una nueva sensibilidad cultural, una cosmovisión, un nuevo paradigma. A la modernidad le ha sucedido la postmodernidad y la ultramodernidad: el naufrago se hace navegante de sí mismo ("el cielo soy yo") y de un nuevo panvitalismo (el cosmocentrismo sucede al antropocentrismo).
Si hace unas décadas (1960-1970) se hablaba de transformación social, compromiso social, cambio de estructuras (marxismo)... hoy se habla de conciencia superior, de calidad de vida, de armonía profunda, de meditación transcendental, de energía y buen rollo positivo, de actuar en planetario, de nuevo orden mundial y globalización... "Expanded vuestra conciencia", "Realizad vuestro yo", "pensad en positivo", "Usad vuestro potencial creativo", son frases que están en la calle y en los mass media.
Aparece como un gran pulpo con muchos tentáculos en diversos campos (medicina, arte, pensamiento, literatura, cine, etc) y al que es muy difícil ver los ojos (es el llamado next-work o trabajo de red...)
Además, suele arraigar entre gente del primer mundo, de clase media-alta, entre 25-50 años (que tienen el estómago lleno pero la cabeza y el corazón vacíos; y que son los grandes ausentes de nuestras comunidades cristianas)
Por otro lado, hay que tener en cuenta que la Nueva Era no va en contra de las religiones, trata de superarlas desde dentro: se incrusta en ellas como una bomba-lapa, para hacerlas explotar desde dentro... Estábamos acostumbrados a convivir creyentes con no creyentes, agnósticos y practicantes. Habíamos oído hablar de las grandes religiones como algo familiar; pero ha nacido algo nuevo: una nueva sensibilidad espiritual. Lo delatan palabras como "channeling", "metaphysic center", terapias renovadas y alternativas, meditación transcendental, cienciología y nueva gnosis... Es como si se pasara página a las religiones y formas religiosas más tradicionales y seculares.
Para la nueva religiosidad, el menos valorado entre las religiones vivas es el cristianismo: se le tilda de infantil y antropocéntrico, por hacer de un hombre un Dios. Al menos en el judaísmo y en el Islam Dios es el totalmente otro... Ha habido en esto un proceso: en los años 60, se decía Cristo sí, Iglesia no; en los años 70 se pasó a Dios sí, Cristo no. En la década siguiente, el mensaje era religión sí, Dios no, para pasar en los 90 a espiritualidad si, religión no.
Hay que recordar lo expresado por ciertos autores: decía Eric Fromm que "hoy no se discute religión sí o religión no, sino qué tipo de religión". Según Malroux, "el siglo XXI o será religioso o no será nada". El mismo cardenal Ratzinger decía que "el enemigo de la religión es la propia religión en forma de gnosis". Y Gabriel Marcel sostenía que "no caminamos hacia el ateísmo o la indiferencia, sino hacia una forma de humanismo gnóstico, difuso, ecléctico, ambiguo".
En cualquier caso, algo es cierto: lo religioso-espiritual no ha muerto; estaba eclipsado. Me atrevo a señalar, en coincidencia parcial con otros autores, el siguiente panorama de la pervivencia de lo religioso en la cultura y sociedad de hoy occidental-moderna: pervivencia de lo sagrado-cristiano; formas de religión civil-nacionalista y movimientos fundamentalistas; religiosidad neopagana o de humanismo-vitalismo, y las nuevas formas de espiritualidad: nueva era o religiosidad sincretista, movimientos de matriz oriental, y movimientos religiosos varios al hilo de los flujos migratorios.
La Nueva Era se presenta como una nueva gnosis donde se mezcla "lo esotérico-mágico" y "el potencial humano" (sustituyendo en el cristianismo a lo que denominamos don-tarea); donde prima el proceso y desarrollo "personalizado", a la carta; en definitiva, donde se cumplen las tres palabras mágicas de los países libres de hoy: bee Free (sé libre), puenting (consume experiencias), connenting (estate siempre conectado...)
-¿Se puede entablar un diálogo entre la New Age y el cristianismo?
Raúl Berzosa: El diálogo siempre es necesario, pero en el caso presente inevitablemente llega un momento de ruptura. La Nueva Era choca con la visión cristiana en una serie de puntos primordiales, que podríamos resumir de la siguiente forma:
En primer lugar, frente a la enseñanza bíblica en la Trinidad, que contempla el papel único de Cristo, la Nueva Era lo convierte en un simple maestro de la humanidad, no en el Salvador.
Frente a la enseñanza bíblica de que el hombre es pecador y morirá una sola vez debiendo comparecer ante el Dios de la justicia, la Nueva Era insiste en que el pecado no existe, sino que es ignorancia o imperfección por estar a un nivel inferior de conciencia personal. Igualmente se admite la reencarnación.
Frente a la enseñanza bíblica que insiste en que la salvación nos viene dada por la gracia de Dios a través del misterio pascual de Cristo, la Nueva Era propugna una especie de pelagianismo, o visión optimista de la persona humana, en cuanto la persona humana se salva por sí misma, y alcanza por sí misma la perfección, mediante diversas técnicas.
Frente a la enseñanza bíblica en un Dios personal, distinto de la creación, la Nueva Era no admite un Dios personal y cae en una especie de panteísmo emergente, en el que la tierra es la diosa por excelencia.
Frente a la enseñanza bíblica que insiste en la necesidad de orar, la Nueva Era centra toda su atención en una especie de meditación que no deja de ser un diálogo con uno mismo, sin abrirse a la trascendencia ni a la relación con un Dios personal.
Frente a la revelación bíblica de una consumación final (escatología) relacionada con la definitiva venida de Cristo, la Nueva Era se debate entre una transformación de lo existente, o la llegada de seres de otros planetas.
De otra manera, C. Santos, subraya como aspectos más divergentes con el cristianismo: que para la Nueva Era, en lugar de Dios creador del mundo, éste emana de Dios y no es diferente de la gran energía. Dios desaparece. El mundo es divino. Desparece también la dualidad Dios-hombre. Dios y el hombre se mezclan en una conjunción inmanentista.
Para la New Age, Dios no se revela a través de su Palabra. Basta escuchar el mensaje del cosmos y sus vibraciones... La unión mística con Dios la cambia por la fusión holística con el Todo.
En esta concepción religiosa, la Iniciación no es sacramental, sino gnóstica y por niveles de conciencia. En lugar de Cristo, Hijo de Dios, personal y redentor, el Cristo Cósmico, avatar, instructor mundial En lugar de gracia y pecado, superación de la ignorancia y niveles de autoconciencia y autodesarrollo. En lugar del reino de Dios, autoorganización holística del Universo. En lugar de oración relacional, que supone alteridad, hay instrospección profunda. En fin, en lugar de comunidad de redimidos y convocados (Ekklesia), comunidad cósmica y de fraternidad universal.
-¿Cómo responde el cristianismo a los retos planteados?
Raúl Berzosa: En primer lugar, es imprescindible resituar el acontecimiento crístico-encarnado, redescubrir el Dios personal y la verdadera oración, así como a Cristo como único mediador y salvador universal.
Además, es necesario recuperar la noción de “pecado” en sentido teológico, y no sólo como ignorancia o imperfección humanas, y por lo mismo, la salvación como don y tarea (no como gnosis ni autorrealización), y valorar la persona como tal: criatura, única e irrepetible, responsable de su vida.
El cristianismo dice que el mundo no es eterno, porque ha tenido un comienzo y tendrá un fin, y que el futuro es escatológico, pero comienza aquí.
Asimismo, es necesario revalorizar lo comunitario y planetario, recordar que la muerte es también resurrección. Y sería necesario sacar a la luz la doctrina cristiana sobre los ángeles y demonios, para terminar con muchas confusiones.
La nueva espiritualidad es un verdadero desafío para el cristianismo. Este no puede confundir lo bueno con lo "nuevo" sino con lo "verdadero" y habrá que insistir con J. A. Pagola en que la fe cristiana no es una iniciación esotérica, ni un camino de iluminación de la conciencia. Ni la salvación consiste en una experiencia de plenitud cósmica a través de un proceso de reencarnación. El cristianismo cree en el Jesucristo, tal y como lo transmiten los Evangelios, y en "su sabiduría", que no es ninguna ciencia oculta o teosofía esotérica, sino la Buena Nueva de un Dios Padre capaz de salvar al hombre.
J.Sudbrack, escritor de envidiable lucidez, ha vuelto a subrayar que, frente a la gnosis antigua y contemporánea la visión cristiana de la vida no puede renunciar a sus puntos neurálgicos: tomar en serio, desde el misterio de Jesucristo, todo lo humano y la dignidad de cada persona; la Iglesia y los sacramentos no son sólo signos espirituales sino portadoras de vida espiritual; la historia como lugar de revelación del Dios Vivo; y la centralidad de Jesucristo para nuestra fe.
Fuente: Agencia Veritas