Prejuicios
Un pre-juicio es un juicio "prefabricado", un dictamen hecho antes de haber siquiera valorado los datos necesarios para tomar una postura personal.
Y por encima de todo; un prejuicio, al margen de que -por casualidad- acierte o no, es una muestra de cerrazón a cambiar. Es más, es la negativa a cambiar, sea como sea la realidad.
Nos ha sorprendido, en este sentido, la última encuesta acerca de la película de Amenábar sobre Ramón Sanpedro, el parapléjico suicida plasmado en las imágenes de "Mar adentro". Un 32% de los encuestados afirma que "ni la ha visto, ni la piensa ver". (http://www.e-mision.org/encuesta/index.php?dispid=15)
Habrá múltiples razones para esta postura, pero sorprende que ante una película que está impactando a la sociedad, no exista el interés de ver de primera mano cuál es su planteamiento, sus razones, la defensa o neutralidad de los posicionamientos del film con relación a la vida y la muerte.
Incluso para rebatirla o criticarla, si fuera el caso, sería más que aconsejable conocer de primera mano lo que esta película ofrece y transmite. No digamos para entender lo que piensan y sienten quienes conviven con nosotros
Los prejuicios son una de las mayores dificultades para relacionarnos con aquellos que son diferentes, porque ni siquiera estamos dispuestos a escucharlos: "sabemos" ya lo que van a decirnos.
Los prejuicios nos impiden ser autocríticos, y sensibles a los que nos rodean. Jesús mismo estuvo rodeado de prejuicios: entre sus propios discípulos que querían verle como un rey, y en los fariseos que le encasillaban como enemigo de la ley de Moisés.
Los prejuicios nacen a menudo de nuestra falta de seguridad en lo que creemos, de nuestros propios intereses, o en nuestra cerrazón a la posibilidad de tener que cambiar, que replantearnos aspectos de la vida y de la fe. Nos resulta más cómodo y menos angustioso mantenernos siempre igual (el "miedo a la libertad", del que hablaba Erich Formm).
No tengamos prejuicios. Intentemos no tenerlos. Luchemos por rechazarlos, sin miedo, sabiendo que la verdad no vive en cárceles, ni desaparece por pensar, ni depende de nuestra propia seguridad o tradición.
Al fin y al cabo, el descubrir la revelación de que existe un Dios inmutable, personal, todo amor y todo justicia, creador del cielo y de la tierra, es una liberación de muchos de los prejuicios de la mentalidad de la sociedad actual. ¿No creen?.
Fuente: http://www.protestantedigital.com/hemeroteca/069/editorial.htm
Un pre-juicio es un juicio "prefabricado", un dictamen hecho antes de haber siquiera valorado los datos necesarios para tomar una postura personal.
Y por encima de todo; un prejuicio, al margen de que -por casualidad- acierte o no, es una muestra de cerrazón a cambiar. Es más, es la negativa a cambiar, sea como sea la realidad.
Nos ha sorprendido, en este sentido, la última encuesta acerca de la película de Amenábar sobre Ramón Sanpedro, el parapléjico suicida plasmado en las imágenes de "Mar adentro". Un 32% de los encuestados afirma que "ni la ha visto, ni la piensa ver". (http://www.e-mision.org/encuesta/index.php?dispid=15)
Habrá múltiples razones para esta postura, pero sorprende que ante una película que está impactando a la sociedad, no exista el interés de ver de primera mano cuál es su planteamiento, sus razones, la defensa o neutralidad de los posicionamientos del film con relación a la vida y la muerte.
Incluso para rebatirla o criticarla, si fuera el caso, sería más que aconsejable conocer de primera mano lo que esta película ofrece y transmite. No digamos para entender lo que piensan y sienten quienes conviven con nosotros
Los prejuicios son una de las mayores dificultades para relacionarnos con aquellos que son diferentes, porque ni siquiera estamos dispuestos a escucharlos: "sabemos" ya lo que van a decirnos.
Los prejuicios nos impiden ser autocríticos, y sensibles a los que nos rodean. Jesús mismo estuvo rodeado de prejuicios: entre sus propios discípulos que querían verle como un rey, y en los fariseos que le encasillaban como enemigo de la ley de Moisés.
Los prejuicios nacen a menudo de nuestra falta de seguridad en lo que creemos, de nuestros propios intereses, o en nuestra cerrazón a la posibilidad de tener que cambiar, que replantearnos aspectos de la vida y de la fe. Nos resulta más cómodo y menos angustioso mantenernos siempre igual (el "miedo a la libertad", del que hablaba Erich Formm).
No tengamos prejuicios. Intentemos no tenerlos. Luchemos por rechazarlos, sin miedo, sabiendo que la verdad no vive en cárceles, ni desaparece por pensar, ni depende de nuestra propia seguridad o tradición.
Al fin y al cabo, el descubrir la revelación de que existe un Dios inmutable, personal, todo amor y todo justicia, creador del cielo y de la tierra, es una liberación de muchos de los prejuicios de la mentalidad de la sociedad actual. ¿No creen?.
Fuente: http://www.protestantedigital.com/hemeroteca/069/editorial.htm