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Un estudio denuncia el “marketing” religioso, con especial énfasis en la “Iglesia Universal del Reino de Dios”
La religión, convertida en “teatro, templo y mercado”
BUENOS AIRES, 10/10/2003 (Prensa Global/ACPress.net).
‘Organización y marketing de un emprendimiento neopentecostal’, es el subtítulo de un extenso estudio del periodista evangélico brasileño Leonildo Silveira publicado bajo el sugestivo título: "Teatro, templo y mercado". No se trata, como uno podría pensar, de un libelo o una horrorizada denuncia de una herejía sino de un cuidadoso estudio de los elementos que conforman un ‘fenómeno religioso contemporáneo’ que ha alcanzado una amplia difusión. Antes de horrorizarnos frente a tamaña ‘herejía’ y proponer alguna ‘santa inquisición’ que se encargue de enviarlo a las llamas, haríamos bien en recordar que la historia de las religiones y, nos guste o no, incluso la del cristianismo, han conocido numerosas manifestaciones que bien podrían llevar este título.
Se han vendido indulgencias, se han organizado romerías y espectáculos burlescos y se ha adorado en templos que se habían convertido en "cueva de ladrones". Tal vez, antes de hacer las críticas y juicios que corresponden, todos deberíamos reconocer que, en alguna medida, nos alcanzan las palabras del Señor, "el que esté libre de pecado, que arroje la primera piedra". Tampoco podemos ocultar ni disimular la existencia de organizaciones religiosas, de alguna manera, aunque sea periférica, vinculadas a nuestras iglesias, en las que el puro espectáculo y las operaciones económicas se han adueñado del ‘templo’.
La "Iglesia Universal del Reino de Dios" es la que mas totalmente se ha constituido en "un fenómeno empresarial religioso importante, que refleja el espíritu de la época". Más que escandalizarnos por la espectacularidad de sus programas o las ‘incursiones’ políticas o comerciales —que sin duda repudiamos- me parece importante señalar la grave distorsión del mensaje evangélico, de la naturaleza misma de la comunidad de fe y la entrega a ‘la manera de comportarse del mundo’ que parece querer introducirse en algunas iglesias y que encuentra en la IURD una de sus más claras expresiones.
La condición de ‘pecador’ que necesita de la gracia y el perdón se transforma en la desafortunada situación de haber sido ‘oprimido’ por el diablo. Para la IURD, la ‘tragedia humana’ no nace —como en la Escritura— con la desobediencia de Adán o el crimen interesado de Caín, sino con "la caída de Lucifer y la aparición de los demonios; por consiguiente, el evangelio no es ante todo el perdón gratuito sino una transacción—que hay que pagar para no quedar presos de los pecados que, cómodamente, se le atribuyen a los demonios; el llamado evangélico a la fe en Jesucristo se transforma en una ‘promesa segura’ de abundancia y éxito: ¿Dónde quedó la invitación "el que quiera venir en pos de mi, niéguese a si mismo, tome su cruz y sígame"?; La gratuidad del perdón es reemplazada por una transacción. Dios ha prometido ‘una vida en abundancia’, nos anuncia Edir Macedo (máximo líder y fundador de la IURD), citando Juan 10:10, para continuarlo de inmediato con Malaquías 3:10, el pago de los diezmos.
Y concluye Macedo, "el diezmo fue instituido por el Señor, como una especie de impuesto a sus criaturas"; no es extraño, entonces, que el templo se transforme en el mostrador donde se pagan los impuestos, sin recordar, tal vez, que la primera acción de nuestro Señor al entrar a Jerusalén fue ‘expulsar a los mercaderes del templo’. Los ejemplos podrían multiplicarse en relación con casi la totalidad de las doctrinas bíblicas.
Pero la Biblia no ha desaparecido de la IURD, tal vez quedó relegada a la sombra de los sueños y las promesas de una cultura obsesionada por el afán de la riqueza, la gloria, el poder. Pero no es la primera vez que la Palabra de Dios vuelve a resonar, que una humanidad agotada, enferma, desorientada, recibe la palabra de la gracia y el llamado al amor profundo y desinteresado.
Nuestra responsabilidad cristiana no es condenar y tratar de destruir una organización religiosa que ha perdido la orientación sino pedirle a Dios que la haga recuperar el camino. Y acompañar esa oración, humildemente, mostrando en la vida, el mensaje y la proclamación, el evangelio de la gracia.
Fuente: Prensa Global. Redacción: ACPress.net