Disculpad lo extenso... pero no tiene desperdicio
Disculpad lo extenso... pero no tiene desperdicio
Si cierto hombre llega a tener cien ovejas y una de ellas se descarría, ¿no dejará las noventa y nueve sobre las montañas y emprenderá una búsqueda por la que anda descarriada? Y si sucede que la halla, de seguro les digo, se regocija más por ella que por las noventa y nueve que no se han descarriado. Mateo 18 12, 13.
[/Al hablar de sus ovejas, Jesús aseguró que “reconocerían su voz” y añadió: “A un extraño de ningún modo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños”. 1 Cuando leemos las Escrituras llegamos a reconocer la “voz” del verdadero pastor, aprendemos a distinguirla de otras voces que no son auténticas. Su voz se expresa de una manera que está en plena armonía con la descripción que hizo de sí mismo en esta llamada a sus ovejas:
Vengan a mí, todos los que se afanan y están cargados, y yo los refrescaré. Tomen sobre sí mi yugo y aprendan de mí, porque soy de genio apacible y humilde de corazón, y hallarán refrigerio
para sus almas. Porque mi yugo es suave y mi carga es ligera. 2
Hoy, como en tiempos pasados, hay personas en muchos lugares que están abandonando afiliaciones religiosas en las que han permanecido durante largo tiempo, haciéndolo precisamente por no identificar la voz del Buen Pastor en las proclamaciones de sus respectivas religiones, no perciben una llamada a refrigerio y consuelo, sino más bien una estridente llamada a la sumisión total a una autoridad humana. La “voz” que escuchan no sintoniza con la instrucción de Jesucristo a sus discípulos, cuando dijo:
Sabéis que los jefes de las naciones las gobiernan como señores absolutos y los grandes las oprimen con su poder. Pero no ha de ser así entre vosotros. 3
Algún tiempo después que hube escrito el libro Crisis de Conciencia, un amigo me prestó un ejemplar de un libro anterior al mío con un título muy parecido: Un asunto de Conciencia. 4 Charles Davis, su autor, había nacido en Inglaterra de padres que profesaban la fe Católica Romana. El cuenta que, en su juventud,
... la pretensión de la Iglesia Romana de ser la única Iglesia verdadera se daba por sentado como
un hecho cierto. Para mí la Iglesia Católica permanecía como verdadera en mi vida adulta, como
algo incuestionable, como una realidad sin cambio posible. Eso dominaba mi mundo.
Desde los quince años puso la vocación eclesiástica como su meta en la vida. Aunque nuestro patrimonio religioso parecía un mundo aparte (siendo los Testigos de Jehová una pequeña charca en contraste con el vasto océano del Catolicismo), sentí un vínculo de experiencia mutua, por la semejanza de los sentimientos hacia la religión en la que crecí.
Charles Davis dedicó unos veinte años al sacerdocio y llegó a liderar la teología católica en Gran Bretaña, viajó mucho impartiendo clases tanto en Gran Bretaña como en el extranjero. En 1966 decidió abandonar la religión en la que nació. Los demás paralelismos con mi propia experiencia que me han impresionado los he encontrado en la lectura de las razones para tomar esa importante decisión (el abandono del sistema de creencias y una carrera religiosa que había ocupado toda su vida) en la que encontré una gran afinidad, y me conmovió profundamente. El escribió:
1 Juan 10: 5
2 Mateo 11: 28-30
3 Mateo 20: 25-26, BJ
4 Desconocía la existencia de ese libro al tiempo en que estaba escribiendo el mío, pero había considerado seriamente utilizar ese mismo título.
Sigo siendo cristiano, sin embargo, he llegado a comprender que la Iglesia, tal como existe y se comporta en la actualidad, constituye un obstáculo en la vida de los Cristianos comprometidos que conozco y admiro. No es la fuente de los valores lo que aprecian y fomentan. Por el contrario, viven y trabajan en tensión constante y en oposición a eso...
Para mí, el compromiso cristiano va inseparablemente unido al interés por la verdad y por la gente.
Nada de eso veo representado en la Iglesia oficial. Hay interés en la autoridad a costa de la verdad, y me siento constantemente afligido por casos de daño infligido a personas por la actuación de un sistema impersonal y falto de libertad. Además, no creo que la pretensión de la Iglesia en cuanto a institución tenga una base bíblica e histórica suficiente. 5
De manera semejante, no fue el advertir la existencia de errores en las enseñanzas de la organización de la Watch Tower lo que me afectó más seriamente, porque percibía que no podía esperar perfección cuando yo mismo era imperfecto. Fue en primer lugar el espíritu que se manifestaba lo que me llegó a preocupar profundamente. Pude ver un parecido “interés por la autoridad a costa de la verdad” acompañado por “daño infligido a personas por la actuación de in sistema impersonal y falto de libertad”. El interés por la autoridad ensombrecía claramente el interés por las personas.
Hay entre los testigos de Jehová, tanto en éste como en otros países, muchas personas por las que siento verdadero afecto. También puedo decir honestamente que hay dentro de los que aún siguen asociados con la organización personas a quienes admiro. Pero les admiro por lo que son como personas (estoy convencido que son lo que son, no debido a la organización en la que se encuentran, sino en muchos aspectos, a pesar de la organización). Las cualidades y el espíritu que tienen no es reflejo de lo que procede de la organización. Tal como apuntaba Charles Davis, “No es la fuente de los valores lo que aprecian y fomentan” en sus relaciones con los demás. Y su esfuerzo concienzudo por mantener los principio bíblicos y por la práctica ejemplar de las cualidades cristianas con frecuencia les crea tensiones internas por ese motivo. Creo que deben percibir un difícil sentido de riesgo cuando se pronuncian sobre ciertos asuntos.
¿Qué clase de pastoreo?
Dentro de los testigos, a los ancianos y otros con responsabilidades se les ha dicho que han de ser como el pastor descrito en la ilustración de Jesús que se cita al comienzo de este capítulo. Dicha ilustración trae un hermoso cuadro en el que el gran interés del pastor está en una única oveja, no simplemente como parte de un rebaño o como un número, sino como una criatura individual necesitada de la ayuda del pastor, su cuidado y su protección. La descripción está en acusado contraste con la de los pastores religiosos de tiempos antiguos, a quienes el profeta Ezequiel dirigió estas palabras:
No habéis fortalecido las ovejas débiles, no habéis cuidado a la enferma ni curado a la que estaba herida. No habéis tornado a la descarriada ni buscado a la perdida. Sino que las habéis dominado con violencia y dureza. 6
No pongo en duda que la mayoría de los ancianos de los Testigos creen ser y, sin duda, desean ser, como el pastor descrito en primer lugar. Sin embargo, creo que lamentablemente la evidencia nos muestra un alto grado de la influencia de la política organizacional que conduce a una situación parecida a lo que se ha descrito en el segundo caso, donde las ovejas son presionadas constantemente por sus pastores, incluso empujándolas fuertemente a un paso agotador, pero donde queda muy poco tiempo para ayudar al cansado, al enfermo, al herido, al extraviado y perdido entre ellos. En una congregación tras otra se da la triste realidad de que los ancianos apenas les dedican tiempo en circunstancias difíciles, enfermedad, depresión o desaliento, sino que su tiempo lo dedican sobre todo a empujarlas hacia una mayor actividad en la predicación. Están “demasiado ocupados” para proporcionar ayuda tonificante y alentadora, pero muy dispuestos para actuar cuando se trata de alguna sospecha de mal comportamiento en cuyo caso pueden disponer de mucho tiempo para investigar o deliberar. 7.
5 Charles Davis, A Question of Conscience (London: Hodder and Stoughton, 1967), página 16.
6 Ezequiel 34: 4 BJ
7 Compare con las exhortaciones en 2 Timoteo 2: 24-26; 1 Tesalonicenses 5; 14, 15; 2 Tesalonicenses 3: 13-15; Santiago 5: 16, 19, 20.
La organización alcanza cada año un notable registro de miembros expulsados, 36.638 en el año 1985, y otros 37.426 expulsados en el año 1986. 8. Sin duda, un considerable porcentaje de esas personas se han envuelto en prácticas como las que describe el apóstol en su exhortación en 1 Corintios 5: 9-13, fornicación, robo, borrachera, y actos inmorales parecidos.
Pero, mientras es notable su registro de expulsión de estas personas, el registro de ayuda de la organización por recobrar y restablecer a los testigos que han emprendido un camino errado (una evidencia de deseo auténtico, no la dedicación de unas pocas horas, sino hacer extensiva una entrega personal durante semanas o meses, si es menester, a fin de edificar su vigor espiritual y ayudarles a sanar) es, por el contrario, marcadamente débil.
Son innegables los frecuentes problemas entre los jóvenes de los testigos de Jehová y, vez tras vez, el “remedio” está en audiencias judiciales, seguidas frecuentemente por la expulsión. La organización puede hacer mención de casos específicos de ayuda a personas “del mundo” (con adición a las drogas, violentos o inmorales) a abandonar su camino. Sucede a menudo como resultado de un encuentro con estas personas en el “servicio del campo”. Pero, una vez que la persona da el paso del bautismo, el interés por dedicar tiempo extra con esa persona (ese tiempo deja de contar para el informe del “servicio del campo”) se desvanece notoriamente. De manera que el registro por traer a la organización a antiguos descarriados (aumentando por tanto el número del “rebaño”) es considerablemente mejor que el registro de ayuda hacia los de dentro para que permanezcan espiritualmente fuertes, o para recobrarlos de un período de descarrío. 9
La preocupación por el crecimiento numérico puede apreciarse en la declaración del Anuario para 1980, (página 11) en cuanto a que “si no hubiese sido por las expulsiones, en los estados Unidos hubiera habido un aumento de casi 3.5 por ciento en vez de casi 1.5 por ciento.” (eso significa que se expulsó un 2 por ciento del total de los miembros en ese año). Lo que parece increíble es el enfoque de la organización, dirigido no hacia la situación de la “oveja perdida”, sino hacia el ¡menor porcentaje de crecimiento! Qué diferencia con el pastor de la parábola de Jesús, dispuesto de buena gana a dejar las noventa y nueve en su preocupación prioritaria por rescatar a la oveja extraviada. 10.
Prestos para Investigar, lentos para Ayudar
Recuerdo una carta llegada al Cuerpo Gobernante de una testigo cuyo marido, aunque bautizado, se hizo “inactivo” por dos años. La pareja fueron de vacaciones a una ciudad famosa por sus casas de juego y el marido se permitió participar un poco en juegos de azar. Los ancianos tuvieron conocimiento de eso y le convocaron a una audiencia. Le juzgaron “no arrepentido” y lo expulsaron. La esposa, en su carta al Cuerpo Gobernante, declaraba que su marido no era un “jugador habitual” (únicamente había participado en el juego en otra ocasión unos dos años antes), a pesar de lo cual acababa de ser expulsado. Comparó eso con su propia situación debido a que ella había sido culpable con anterioridad de un acto de infidelidad conyugal. Al principio, escribió, ella quedó horrorizada de lo que había hecho y determinó que jamás volvería a hacer semejante cosa. Pero lo hizo, y claramente sintió la necesidad de ayuda. Confesó su error a los ancianos, se le consideró arrepentida y fue puesta a “prueba”. Los ancianos le dijeron que cada mes se reunirían con ella a fin de ayudarle a recuperar la fortaleza espiritual. Ella escribió que, pasados seis meses, abordó a uno de los ancianos y le recordó eso. La respuesta fue que estaban “demasiado ocupados”, pero que pronto le dedicarían atención. La disponibilidad para tomar “acción judicial” contra las personas está en fuerte contraste con la lentitud en proporcionarles ayuda. Eso es ampliamente palpable en la generalidad de las congregaciones.
8 La Atalaya del 1 de Enero de 1986, página 13; La Atalaya del 15 de Septiembre de 1987, página 13.
9 El “porcentaje de rotación” de los miembros es inusualmente alto, con gran cantidad de abandonos cada año. Ver datos en Crisis de Conciencia, páginas 35, 36.
10 En una “consideración del texto matinal” de la familia Betel en Brooklyn, John Booth, miembro del Cuerpo Gobernante, refiriéndose al gran número de personas que anualmente abandonan la organización (no necesariamente debido a expulsión), dijo: “No importa, siempre hay otros nuevos que los reemplazan cada año”. John Booth es una persona afable. Conociéndolo bien, creo que sus palabras reflejan simplemente el punto de vista de la organización, un punto de vista que, tras décadas de asociación ha impregnado su manera de pensar: lo importante es crecer, aumentar en número.
Cuando el Comité del Departamento de Servicio envió esa carta al Comité de Servicio del Cuerpo Gobernante, se incluyó el comentario de que “personas están siendo expulsadas por juego cuando hay evidencia de que no son personas codiciosas”. Se añadía: “Surge también la cuestión de por qué se había considerado la codicia como delito para expulsión únicamente cuando está relacionada con el juego. Hay muchos otros que son mucho más codiciosos que alguien que juega ocasionalmente... Aún así la cuestión no surgió por tratarse de ser personas codiciosas que hubieran sido sometidas a un comité judicial con anterioridad.
Los ancianos han llevado a cabo una especie de “caza de brujas” debido a la rapidez de la organización en ocuparse en una forma de “acción policíaca”, y su incapacidad para proporcionar ayuda de alguna clase de una manera continuada. Un anterior anciano que fue testigo por unos treinta años escribió a la central de Brooklyn el 30 de Agosto de 1988. Expresó su tristeza personal en cuanto a que la descripción del pastoreo de la organización por los ancianos de la congregación como una fuente de “ayuda amorosa” y “refrigerio” sencillamente no concordaba con los hechos. Mencionando un caso al respecto, decía:
Mientras servía como anciano en la congregación Warrengton de Virginia, fui con el superintendente presidente a investigar una supuesta indiscreción facilitada por teléfono por los ancianos de una congregación vecina referente a una hermana de avanzada
edad, viuda, inactiva, que aún vivía en el territorio de otra congregación, y cuidaba a una anciana muy enferma a fin de ganarse la vida.
Cuando llegamos, preguntó a la hermana en cuanto a su supuesta indiscreción [la acusación se basada en meras conjeturas]. Su respuesta fue: “Hace como siete años que murió mi marido.
Me he hecho inactiva y llevo años sin ir a las reuniones, y ni siquiera un anciano me ha visitado.
Aún así, a ustedes ha llegado un rumor de que haya hecho algo equivocado y les ha faltado tiempo para venir dispuestos a expulsarme. No os entiendo, hermanos”.
Debido a que prevalece tal actitud organizacional, y después de haber servido por 24 años en diferentes puestos de responsabilidad, el escritor de la carta renunció como anciano. En su carta de dimisión establecía que él y su esposa apreciarían el “amor cristiano, la consideración y el apoyo” de la congregación. Se reunió con el superintendente de circuito y los otros ancianos en Noviembre de 1987 para explicar su renuncia como anciano. Nueve meses más tarde, en una carta a la central de Brooklyn, decía:
Desde esa reunión hasta el presente [25 de Agosto de 1988], ni siquiera uno de los ancianos, incluyendo a W. Parkes [superintendente de circuito] en sus posteriores vistas a Warrenton, vino a vernos, a darnos algún apoyo espiritual o de otra manera.
Aunque los ancianos no encontraron tiempo para dar algún apoyo o ánimo, después de nueve meses de ser virtualmente ignorado, recibió una llamada telefónica citándolo para una audiencia judicial. En vez de soportar la presión emocional de tal audiencia, optó por redactar una carta de renuncia de la organización.
Una práctica bíblica, llevada a cabo al margen de las Escrituras
No tengo intención de asumir que las personas envueltas (como, por ejemplo, los ancianos afectados) carezcan de la natural compasión y de sentimientos. Estoy seguro que no es ese el caso en muchos de ellos. 11 Lo que sigue tiene el propósito de demostrar los efectos de un sistema, que ilustra lo lamentable, increíble a veces, de las consecuencias que se pueden derivar cuando alguien permite que un sistema religioso sobrepase el ejercicio de la conciencia propia, el endurecimiento y efecto antinatural que eso puede ocasionar en los sentimientos humanos. (Y se ha de decir que, sin lugar a dudas, eso crea una atmósfera que contribuye a que alguien con inclinación a ejercer dominio o ser insensible pueda prosperar, en tanto que quienes son de naturaleza compasiva pueden sentirse rechazados por posible falta de “lealtad a la organización” si expresan su sentimiento compasivo).
11 Los sentimientos expresados por el anciano cuya carta he citado ilustran la compasión que se puede encontrar entre los ancianos testigos.
Asimismo no se pretende que esta información se tome en sí como una expresión de oposición al abandono de asociación con los que siguen un mal proceder. Es una enseñanza bíblica. Puede contribuir al sano propósito de proteger a las personas de influencias corruptas y del deterioro de la fe y las normas cristianas. El problema reside en que en muchos casos no se corresponde con lo que es la enseñanza bíblica al respecto.
Las palabras del apóstol Pablo en su primera carta a los Corintios, capitulo cinco, por ejemplo, se utilizan, o mal utilizan, de una manera legalista, algo contrario a lo que él dice. Basado en un caso de extrema inmoralidad en la congregación de Corinto (al grado de ser asimismo condenado por las normas permisivas de los gentiles), Pablo advirtió sobre el peligro que eso representaba para toda la congregación y dijo:
Al escribiros en mi carta que no os relacionarais con los impuros, no me refería a los impuros de este mundo en general o a los avaros, a ladrones o idólatras. De ser así, tendríais que salir del mundo. ¡No! Os escribí que no os relacionarais con quien, llamándose hermano, es impuro, avaro, idólatra, ultrajador, borracho o ladrón. Con esos, ¡ni comer!. . . ¡Arrojad de entre vosotros al malvado! 12
El objeto de sus palabras, no referidas a personas que alegan ser cristianas y que en alguna ocasión han sido culpables de uno o varios actos relacionados con inmoralidad, avaricia, borrachera o errores parecidos, sino referidas a personas que alegan ser cristianas y son inmorales, son avaras, son borrachas, etc. La persona que se pasa en la bebida en una ocasión no llega a ser un “borracho”, asimismo quien comete un acto de inmoralidad no se constituye automáticamente en un “fornicador” o en una “persona inmoral”. Claramente las palabras del apóstol se relacionan con un curso de vida continuado, una característica y factor distintivo en el que se encuentra la persona en ese momento. El adherirse a esa instrucción apostólica no representa problema de complejidad relevante para los cristianos. No debería ser difícil distinguir si una persona es alguien que, de ser nuestro invitado, represente un claro peligro, una influencia corrupta, para la moralidad y la fe cristiana de nuestra familia, de nuestros hijos.
Sin embargo, la política de la Watch Tower ha aplicado dichas instrucciones de una manera que las convierte en la base para un complicado y formalista ejercicio de autoridad legal, mediante el cual quienes se supone habían de ser pastores espirituales, vienen a ser a menudo algo parecido a una policía espiritual, detectives, perseguidores, jueces e impositores de sanciones, un sistema que, en muchos aspectos, parece un calco de los sistemas judiciales y valedores de la ley en el mundo, con vistas previas, tribunales de apelación y procedimientos de prescripción, maneras de sentenciar y disposiciones de prueba. Los ancianos incluso forman un tribunal eclesiástico ante el que debe aclararse primero lo concerniente a la aceptación de divorcio previo en caso de nuevo casamiento. La política de la organización, en efecto, establece un arreglo religioso para los ancianos que sirven como “confesores” a quienes se ha de declarar pecados graves y quienes pueden otorgar “absolución”, si así lo deciden. Y, como podrá observarse, producen un sistema informativo, en el que cada miembro se siente libremente justificado para comunicar cualquier desviación de la norma organizacional de cualquier otro miembro, al menos que sea la misma persona la que acuda al “confesonario” del cuerpo de ancianos. Al mismo tiempo, eso desemboca en una actitud y una situación en la que quienes han dado algún mal paso, con frecuencia temen buscar ayuda, teniendo la sensación de que el admitir el error significará la puesta en marcha de la maquinaria judicial. 13.
Una carta procedente de la sucursal británica y dirigida al Cuerpo Gobernante menciona la política de la organización en cuanto a que todos los pecados serios han de comunicarse al cuerpo de ancianos y no ser asunto que pueda tratar un único anciano o que éste pueda mantenerlo de manera confidencial. 14. Menciona el caso en el que “una hermana de carácter irreprochable, de buena reputación en la congregación, esposa de un incrédulo que le muestra poco amor”, cometió adulterio en una ocasión con una persona no testigo. Al día siguiente, apenada en gran manera, acudió a un anciano y le confesó su error. La carta dice:
12 1 Corintios 5: 9-11, 13, BJ
13 Eso contrasta con Santiago 5: 16, en donde el discípulo no restringe la confesión a hombres en autoridad, sino que dice: “Confiesen abiertamente sus pecados unos a otros y oren unos por otros, para que sean sanados.
14 Carta del 3 de Mayo de 1979, firmada por el coordinador de la sucursal, W. Gooch.
El anciano, hombre compasivo, conociendo bien a la hermana desde hacía años, se dio cuenta de que no era una pecadora habitual, que ya se había reprobado a sí misma, y simplemente estaba necesitada de ánimo y ayuda para el recobro de su equilibrio espiritual y su buena relación con Jehová. Oraron juntos, le dio consejo e hizo arreglos para proporcionarle ayuda continuada para asegurarse de que no volvería a caer de nuevo en el pecado ni consumirse en remordimiento.
Sin embargo, el anciano sintió la obligación organizacional de poner el asunto en conocimiento de superintendente presidente. El resultado:
Desafortunadamente, ese hermano [el superintendente presidente] se tomó como ofensa la manera en la que el anciano manejó el asunto, y lo puso en conocimiento del cuerpo de
ancianos, convirtiéndose la cuestión en asunto de controversia entre ellos en cuanto a si había sido buena o mala la actuación del anciano. Podríamos decir que, en este caso particular, la hermana se ha recobrado y está caminando bien en el servicio a Jehová.
El asunto en cuestión para aquellos ancianos no fue si la oveja perdida había sido ayudada a recuperarse. La cuestión era si se había respetado la norma organizacional. El hecho es que no fue así y, a pesar de que los resultados de la acción del anciano obviamente fueron buenos, él actuó completamente “al margen” de los establecido por la organización. Se dio cuenta de que, para la hermana y su reputación, hubiera sido innecesariamente un gran daño. Con todo, la política de la organización no contempla que eso merezca consideración alguna en su forma de actuar. El coordinador de la sucursal británica llega a decir:
No hay duda de que muchos que han pasado por la misma situación que la hermana se han retenido de confesar su pecado a un anciano, conociendo que, con la consiguiente vista ante
un comité judicial, se divulgaría, llegaría a ser de público conocimiento y arruinaría una previa reputación impecable. Ese freno de su parte ha resultado en su daño espiritual. ¿No es mejor que esa buena gente que cometió un error aislado sepa que las cosas se tratan de manera confidencial? ¿No los animaría a tomar la iniciativa de confesar su error y recibir la ayuda que necesitan?
Alguien podría alegar que eso podría animar a la gente a seguir pecando, convencidos de que la cosa sería llevada discretamente, como en una “confesión” y volver a pecar. Pero ese argumento no se sostiene. Si tienen inclinación a repetir un pecado, son conscientes de que será tratado en un comité judicial. . . .
De manera que la cuestión radica en preguntarse si cada anciano puede tomar su propia decisión en estos asuntos, que incluyen inmoralidad, o debe llevarlos al cuerpo de ancianos para que se investiguen.
El razonamiento del coordinador de la sucursal británica parecía compasivo así como revelador, teniendo en cuenta la dañina restricción actual a causa de la política de la organización. Pero el Cuerpo Gobernante dejó inalterada esa política. Una visión tradicional ejercía el control. 15.
Desde que las normas de la organización se inmiscuyeron en, virtualmente, todos los campos de conducta, los ancianos se sintieron autorizados, incluso obligados en ocasiones, para entrometerse en cualquier aspecto de la vida de los demás en la congregación, ya fueran invitados a hacerlo o no. Eso crea una situación en la que el derecho de los padres testigos a disciplinar y restaurar a sus hijos de la mejor manera que creen, con frecuencia es objeto de un control y una acción previos, arbitrarios incluso, por parte de los ancianos. Los padres no se sienten libres para tomar su propia decisión en cuanto a si desean asistencia de otros o no. Son obligados a sentir la necesidad de comunicar a los ancianos casos de maldad dentro de la propia familia. Los ancianos deciden si creen que “los padres manejan bien la situación”; de no ser así, actúan como un tribunal judicial para el asunto. 16 A menudo se da una interposición de autoridad judicial en la relación marital. 17
15 El manual Organizados para efectuar Nuestro Ministerio de 1983, página 145 dice: “puede que aborden a los ancianos personas que, o confiesen sus propios pecados, o informen lo que saben acerca del mal cometido por otras personas (Sant. 5: 16; Lev. 5:1). Pero prescindiendo de cómo sea, exactamente, que los ancianos oigan originalmente informes de un mal grave por parte de un miembro bautizado de la congregación, efectuarán una investigación inicial.”.
16 Ver La Atalaya del 15 de Noviembre de 1988, página 20.
17 Ver Crisis de Conciencia, páginas 47-55; también La Atalaya del 1 de Marzo de 1983, páginas 30, 31.
La evidencia indica, además, que la penosa frecuencia de su intervención no tiene origen en un intento de ofrecer ayuda y curación, sino en calidad de autoridad establecida, con justificación casi ilimitada para investigar, interrogar y cita para testimonio. 18 Demasiado a menudo la intención de las primeras preguntas (generalmente llevadas a cabo por dos ancianos) parece ir encaminada a determinar si la evidencia proporciona base para acusación, obligando de esa manera al malhechor a someterse a una audiencia judicial ante un tribunal religioso (“comité judicial”) formado por tres ancianos, audiencia que es esencialmente secreta, no abierta a más personas que las que considere el “comité judicial”.
Mientras eso pueda parecer una compasiva expresión en aras de la privacidad del acusado como malhechor, los deseos de la persona sencillamente no se tienen en cuenta para nada. Incluso en el caso de que el acusado desee o pida que se trate el asunto públicamente de manera que todos puedan ser testigos de la evidencia, tal cosa no se permite en la normativa de la organización.
Como quedó dicho, los esfuerzos hacia la recuperación o “reajuste” para “salvar” a la persona no van más allá de fijar uno o dos encuentros con él o ella. Como una especie de remedio universal, los ancianos por regla general prescriben un aumento en la participación en el “servicio del campo” y asistencia a las reuniones y, si la persona hace caso omiso de la recomendación, es considerado como evidencia de una actitud de falta de arrepentimiento. Raramente existe un programa duradero, a largo plazo, proporcionado para ayuda personal. Si se estimó culpabilidad y no hubo suficiente evidencia de arrepentimiento, el dictamen del comité (ya sea para expulsión o, como medida menos drástica, amonestación pública para la persona) es anunciado a la congregación sin que ésta conozca los motivos para tal decisión.
Si se le ha expulsado, la persona es considerada en “condición de expulsada”. En adelante no se trata ya de lo que esté haciendo en la actualidad ni de la vida que esté llevando, sino de esa condición o status en la que se encuentra. Unicamente podrá salir de esa situación siguiendo al pie de la letra el procedimiento diseñado por la organización. La decisión en cuanto a declarar como finalizado o no el “status” de expulsado corresponde por entero a un comité judicial de ancianos.
Así un muchacho de dieciséis años podría ser expulsado por algún acto de inmoralidad sexual. Podría tomar la decisión de no seguir los pasos para su “restauración” y el final de su “status” como expulsado. Sin embargo, puede no envolverse más en inmoralidad sexual, se puede casar, tener hijos, mostrar ser un esposo fiel, un buen padre, y una persona honesta y responsable que se deja guiar por los principios cristianos. Aún así, independientemente de los años transcurridos o de la clase de persona que muestra ser, se le sigue considerando de la misma manera como una persona inmoral, de influencia corruptora, una persona con quien los demás cristianos, incluyendo a sus familiares, no deben asociarse. ¿Por qué razón? Por no haber seguido los pasos legalmente establecidos por la organización para dejar la “condición de expulsado” y ser declarado oficialmente dentro de la pauta para la consideración de asociado. Si el padre de la parábola del hijo pródigo se hubiera regido por semejantes normas, cuando hubiera visto al hijo rebelde acercarse a casa, en lugar de correr a su encuentro y abrazarlo como hizo, habría insistido en que primero compareciera ante un comité de tres personas para determinar si el padre estaba justificado para expresar tal interés y afecto paternal. 19
18 En casos en los que hay sospechas de que una persona está en desacuerdo con la organización, puede ser interrogado respecto a lo que lee, las personas con las que habla, las cartas que recibe, no habiendo prácticamente nada “fuera de límite” para sus interrogadores. No responder a todas las preguntas que se hacen supone un riesgo para la persona.
19 Lucas 15: 11-24. Durante muchos años se consideró como inapropiado orar a favor de personas expulsadas. El comité de la sucursal de Gran Bretaña (carta fechada el 3 de Mayo de 1979) se refirió a la parábola del hijo pródigo al preguntar al Cuerpo Gobernante sobre esa norma, haciendo mención del caso de una “hermana fiel cuyo hijo había sido expulsado por motivo de fornicación catorce años atrás, actualmente casado, con dos hijos y no siendo más un fornicador”, y expresando lo difícil que le resultaba exponer a esta hermana que era incorrecto hacer oración por su hijo, es decir, orar para que “regresara a la organización”. Esa política cambió (ver La Atalaya del 15 de Julio de 1980, páginas 30, 31) y a partir de entonces la mujer pudo orar por su hijo, aún con su “status de expulsado” y la etiqueta que el acompaña. Más recientemente, La Atalaya ha enfatizado la necesidad de los familiares de evitar la asociación con los expulsados, no porque se consideren malhechores en la actualidad, sino porque no se han sometido a los procedimientos de la organización para la restauración.
De esa manera se les está privando a cristianos adultos y maduros de la capacidad de determinar por sí mismos si una persona lleva una vida limpia o no, si pueden libremente invitarlos a casa o no. Lo que priva en el asunto es la autoridad religiosa, y si tal autoridad no libera de la “etiqueta” de expulsado la persona permanece como “tabú”.
En las oficinas de Brooklyn (como también en otras sucursales) hay registro de todas las expulsiones. No solamente los nombres de los expulsados, sino, en general, también correspondencia con algunos detalles de esos actos. Pueden guardarse durante un tiempo considerable, durante varios años, incluso después que la persona haya sido “restablecida”. Por alguna razón extraña, ¡incluso cuando la persona ha fallecido, la práctica en las oficinas centrales de Brooklyn ha sido la de mantener el registro de quien ha sido expulsado!. 20.
En 1973 un testigo escribió a la oficina central, señalando que, en una visita a las dependencias de Brooklyn, el guía hizo notar un fichero marcado como “Confidencial” y explicó que allí se contenía el registro de los expulsados. Ese hombre había sido expulsado dieciséis años antes y había sido restaurado a los siete meses de su expulsión. Lo breve del período obedecía a que se trataba de un problema menor. En su carta declaraba que más tarde le dijeron otros ancianos que ellos creían que la decisión de expulsión se había tomado únicamente merced a la “exigencia de ‘lealtad a la organización’ que la Sociedad estaba llevando a cabo”. Cuatro meses después de su expulsión y, antes de ser restaurado, había sido requerido para el servicio militar y estuvo dispuesto a encararse a prisión por rechazarlo. En su carta, comentaba que le causaba perturbación el pensar que, además de del sufrimiento interior que experimentó como resultado de su expulsión, se enfrentaba a la posibilidad de que su nombre estuvo en un “fichero confidencial”. Dijo que, “tener una ‘marca negativa’ en un fichero permanente, al estilo de la policía del distrito me parece muy irregular”. Bondadosamente Dios, en su Palabra, invita a los pecadores a reconciliarse con El y les asegura que, aunque sus pecados fuesen como la escarlata, “serán emblanquecidos como la nieve”, y dice “perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré mas de su pecado”. 21. Como se ve, la organización Watch Tower, en contraste con eso, mantiene ficheros voluminosos, ficheros que contienen una enorme cantidad de información embarazosa. 22.
Un proceder sin precedente bíblico
Nada hay que muestre que la situación legalista tan fuertemente presente en la organización de los Testigos de la actualidad estuviera alguna vez establecida entre el pueblo de Dios, ni en tiempos precristianos ni en la era cristiana. Haciendo un elogio a la provisión de la constitución de los EE.UU que asiste al acusado en cuanto al “derecho a un juicio público, imparcial y sin demora... a ser informado de la naturaleza y causa de la acusación; a una confrontación con los testigos que estén en su contra”, la revista ¡Despertad! del 8 de Junio de 1981, página 17, venía a demostrar que la manera de hacer justicia en Israel utilizaba esos mismos principios. Decía:.
Puesto que en Israel el tribunal local estaba situado en las puertas de la ciudad, ¡eso eliminaba toda duda en cuanto a ser público el juicio! (Deu. 16: 18-20) No cabe duda de que el carácter público de los juicios hacía que los jueces obraran con cuidado y justicia, cualidades que a veces desaparecen cuando se celebran audiencias secretas a puerta cerrada. ¿Qué se puede decir acerca de los testigos?
En tiempos bíblicos se exigía que los testigos testificaran en público. Por eso se les advertía que no dejaran que la presión de la opinión pública influyera en su testimonio ‘de modo que se desviaran con la muchedumbre a fin de pervertir la justicia’.
Aunque, cuando conviene, la organización Watch Tower acude con frecuencia a la ley mosaica y a procedimientos legales en apoyo de sus normas, sostiene exactamente lo contrario de lo allí expuesto. A pesar de que alaba la actitud hacia el “cuidado y la justicia” que logran las audiencias públicas, con la política de la organización se actúa precisamente como en “audiencias a puerta cerrada”, resultando que el comité es, en realidad, responsable ante sí mismo. La validez de sus decisiones han de ser acatadas puramente por fe por parte de la congregación. Contrariamente a los miembros de la congregación de Corinto, quienes conocieron con exactitud la razón y las circunstancias que movieron a Pablo a impulsarlos a que dejaran de asociarse con la persona en cuestión, los miembros de la congregación de hoy quedan en la oscuridad total. Suposiciones, conjeturas y chismes con frecuencia vienen a llenar ese vacío que deja el secreto de las acciones del comité. Como lo expresó alguien: “intentar parar un rumor es como intentar detener el sonido de una campana”, y, una vez desatado, el chismorreo provocado por esas audiencias secretas puede acarrear daño duradero e injusto para la reputación de persona.
La evidencia bíblica de tiempos precristianos es que los ancianos de una ciudad o lugar asistían a una causa judicial básicamente cuando eran requeridos para ello por alguien que afirmaba haber sido agraviado, saldando de ese modo las controversias en primera instancia, acudiendo en casos importantes y difíciles al sacerdocio del templo o ante el rey, como representantes de Jehová. (Compare con Exodo 18: 13-16; Deteuronomio 17: 8, 9; 25: 1; 2 Samuel 14: 4-7; 15: 2-6; 1 Reyes 3: 16-22; Isaías 10: 1, 2; Rut 4: 1-13). Hay poca referencia en cuanto a que los ancianos de la localidad iniciaran unilateralmente la acción como investigadores o perseguidores fuera de crímenes muy serios, como por ejemplo, los que implicaban derramamiento de sangre o adoración de dioses falsos. (Deuteronomio 17: 2-5; 21: 1-9). A menudo se utiliza Deuteronomio 21: 18-21 para justificar la intervención de los ancianos en casos de niños que se extravían. Lo que el texto muestra en realidad es que el asunto se dejaba en manos de los padres, quienes claramente habían agotado sus esfuerzos para corrección y restablecimiento. Unicamente cuando habían llegado a la conclusión de que su hijo (evidentemente con suficiente edad) era un caso extremo por mostrarse como un rebelde incorregible, glotón o bebedor, implicaban a los ancianos de la ciudad.
Por supuesto, los cristianos no están sujetos al sistema legal de Israel, sin embargo el entendimiento de aquellos principios les sirven de guía. La lectura de las Escrituras cristianas muestra claramente que los apóstoles y otros escritores recalcaban, no la observancia intensa y escrupulosa de la ley, sino la edificación de los creyentes en el amor y la fe a través de la enseñanza, la exhortación, la reprensión, el encomio, y, ante todo, por el ejemplo, como se muestra por el comportamiento moral y la limpieza ética entre los cristianos. El cese de asociación con personas que emprenden un proceder de pecado no era el resultado de un procedimiento judicial reglamentado y una sentencia. Apelaban a una respuesta a nivel personal en la congregación, no una acción proveniente de un dictamen judicial que se impusiera a todos como colectivo. Aunque, cuando lo requerían las circunstancias, los miembros de las congregaciones eran apremiados a retirar el compañerismo por el bien de la congregación y su nombre, y con la esperanza de que el malhechor pudiera avergonzarse y abandonar su proceder, notamos la expresión del apóstol a los Corintios en cuanto a que la “reprensión dada por la mayoría” de la congregación era suficiente y que la persona ahora sería perdonada por ellos, no restaurada por un comité. (2 Corintios 2: 6-8). En contraste, la política de la Watch Tower lleva a que cualesquiera miembros, que no observen un dictamen oficial que proscribe la asociación con el expulsado, ellos mismos también sean expulsados. Pablo ni tan siquiera menciona algo referente a tomar semejante acción hacia la minoría que no compartió el rechazo hacia el malhechor mencionado en su carta.
La Expulsión
En Mateo 18: 15-19, Jesús dio instrucciones en cuanto a saldar las faltas entre las personas, diciendo:
Además, si tu hermano comete un pecado, ve y pon al descubierto su falta entre tú y él a solas. Si te escucha, has ganado a tu hermano. Pero si no escucha, toma contigo a uno o dos más, para que por boca de dos o tres testigos se establezca todo asunto. Si no les escucha a ellos, habla a la congregación. Si no escucha ni siquiera a la congregación, sea para ti exactamente como hombre de las naciones y como recaudador de impuestos.
20 Se utilizan fichas color naranja de “Expulsados” en el fichero correspondientes a personas expulsadas. Jon Mitchel, quien trabajó en el Departamento de Servicio, así como en tareas de secretaría en las Oficinas Ejecutivas, cuenta que, cuando las fichas eran selladas con la palabra “difunto”, eran de nuevo colocadas en el fichero. Cita a un compañero, Lee Waters, que hacía la observación “Debemos ser la única organización que mantiene registro como este de personas muertas”.
21 Isaías 1: 18; Jeremías 31: 34.
22 En su carta del 18 de Noviembre de 1971 al presidente Knorr, el presidente del Departamento de Redacción de las oficinas centrales, Karl Adams, cuestionaba el que se mantuvieran esos ficheros incluso después de que el individuo hubiese sido restablecido. Comentaba: “En la actualidad, se mantienen en el fichero incluso los nombres de quienes han sido restaurados, manteniéndose voluminosa información sobre sus casos con la etiqueta ‘No destruir’. Parece que viene a decir: ‘creemos que han sido perdonados, pero mantenemos registro de su pecado’. O también: ‘Sus pecados han sido lavados, pero almacenamos la suciedad en un frasco etiquetado con su nombre’”. Esa práctica continúa décadas después.
La organización Watch Tower carga todo el énfasis en las últimas palabras, “sea para ti exactamente como hombre de las naciones y como recaudador de impuestos”, como apoyo a una actitud extrema hacia cualquiera que esté oficialmente excomulgado. 23 La Atalaya del 15 de Noviembre de 1981 abunda en información histórica referente al comportamiento tradicional de los Fariseos del día de Jesús hacia esas personas, imponiéndolo como modelo para su moderna normativa.
Los judíos tenían un sistema de rechazo integrado en etapas de castigo, que se describían con tres términos:
1. Nidduy, para una primera ofensa. Impedía compartir el baño, la navaja de afeitar, compartir la mesa, y restringía trato social y la asistencia al templo. Duraba 30, 60 o 90 días.
2) Si el ofensor continuaba en su obstinación, el consejo (diez personas) pronunciaba formalmente maldición (herem) sobre él, siendo excluido de la vida intelectual, religiosa y social de la comunidad, y siendo severamente tratado por la comunidad.
3) Shammatha, término que probablemente aplicaba a nidduy y herem. Evidentemente fue el que se aplicó al referirse a personas que eran “expulsadas de la sinagoga”, en Juan 9: 22; 12: 42; 16: 2. 24.
Jesús pudo referirse a esas diferentes etapas al decir a sus seguidores que la gente “los excluiría, los vituperaría [del griego, oneidizo, que se corresponde con el hebreo herem (“maldición”), y desecharía su nombre como inicuo”. 25
Ese proceder de los judíos recuerda una de las normas de la Watch Tower que, aún no siendo un paralelo estricto, comparte idéntico enfoque formalista, con sus correspondientes etapas:
1) Marcar. Se aplica a quienes, aunque no se tiene constancia de culpabilidad grave, son vistos como “desconsiderados para el orden teocrático”. Una persona así, primeramente ha de ser advertida y, en caso de continuar en su proceder, se avisa a la congregación respecto al curso de su conducta y se insta a los miembros de la congregación a “marcar” a la persona en esas circunstancias. No es enteramente un expulsado, pero los miembros de la congregación han de “limitar su trato social” con él. 26.
2) Poner a prueba, durante un período de tiempo. Supone pecados considerados más graves que en el caso de “marcar”. (Aunque pecados como fornicación, borrachera, y robo siempre constituyen base oficial para poner a prueba, en otras materias a menudo no está clara la distinción y mucho depende del punto de vista de los ancianos que manejen el asunto). El “poner a prueba” puede ser “privado” o para todos los “observadores” (quienes aportaron testimonio en la audiencia judicial), o, si el asunto es considerado de público conocimiento, es público, para toda la congregación. Si oficialmente va a ser “puesto a prueba” ante la congregación, se hará en la “Reunión de Servicio” semanal y el anuncio puede ser complementado con un discurso en el que se haga mención de la clase de pecado envuelto. Pueden aplicarse ciertas restricciones, como no participar en partes de las reuniones, no representar a la congregación en la oración, no leer las escrituras o incluso no comentar en las reuniones. 27. La persona no es oficialmente calificada como expulsada, pero sufre de un trato distanciado y de una limitación en la aceptación social y casi con toda seguridad que será objeto de habladurías y conjeturas, aunque únicamente los ancianos conozcan los hechos del caso. La prolongación del período de prueba lo determinan los ancianos que han actuado en capacidad de jueces.
23 Aquí, al igual que en otras secciones que siguen estoy en deuda con George Christoulas de Atenas, Grecia, por haber contribuido investigación y razonamiento para los diversos aspectos de la cuestión.
24 The International Standard Bible Encyclopedia, Vol. 2, página 1050.
25 Lucas 6: 22.
26 Ver Organizados para efectuar nuestro ministerio, páginas 152, 153 y La Atalaya del 15 de Abril de 1985, páginas 30, 31. Creo que para la mayoría de los testigos no existe diferencia clara entre eso y una expulsión consumada. Las explicaciones de La Atalaya contribuyen poco en disipar la confusión. Como se consideró después, su explicación del texto de 2 Tesalonicenses 3: 14, 15, es gravemente errónea.
27 Ver Organizados para efectuar nuestro ministerio, páginas 145-147; La Atalaya del 1 de Noviembre de 1981, páginas 23-27. Eso puede aplicar no sólo a los testigos bautizados, sino también a otros que, después de un examen por dos ancianos, han sido presentados a la congregación como “publicadores no bautizados” aceptados (llamados anteriormente “asociados aprobados”), que califican para rendir informe en el servicio del campo. Ver La Atalaya del 15 de Noviembre de 1988, páginas 16-19, en donde se detallan ampliamente los procedimientos empleados.
3) Expulsión. Acarrea rechazo total, interrupción absoluta de relaciones. Los demás no podrán ni tan siquiera dirigirla palabra a los expulsados.
Al mirar el conjunto de prácticas existentes entre los judíos del día de Jesús, observamos no tan solo un gran parecido en cuanto al procedimiento descrito, sino, lo más notable de todo, la expresión de un espíritu legalista similar. Más bien que abogar por el sistema judío existente, las Escrituras muestran que sus efectos eran terribles, inculcando pavor a la autoridad. En vez de mejorar la personalidad de la gente mediante la disciplina, tenía un efecto corruptor sobre ellos, algo que los debilitaba. El apóstol Juan, quien escribió que ‘el amor echa fuera el temor’, es el más notable en mostrar cómo ese sistema de rechazo ejercía un efecto dañino sobre las conciencias de los judíos, siendo un obstáculo a su expresión de fe, incluso llevándolos a la negación del Mesías. Ver Juan 7: 13; 9: 22; 12: 42, 43; 19: 38: 20: 19; 1 Juan 4: 18.
Como caso típico de la intimidación que sentía, Nicodemo, aunque creía que Jesús ‘había venido de Dios’, aún así, esperó hasta hacerse de noche para visitarlo, de incógnito. Jesús le dijo que “quien practica la verdad viene a la luz”, más bien que buscar el manto protector de la oscuridad para evitar que se detecte lo que en realidad cree de corazón. 28. He tenido comunicaciones parecidas con personas que incluso disponen buzones especiales para la correspondencia, usando un seudónimo a fin de proteger su identidad. Un joven, cuyo padre dice que es un anciano prominente, me llamó por teléfono y únicamente había dicho una o dos frases cuando preguntó “¿No está usted grabando la conversación, verdad?” Le aseguré que yo no hacía eso, y continuó: “¿No tiene computadora para registrar mi número?” Me reí y le dije: “No, no tengo, pero aunque la tuviera, no la utilizaría”. Dijo que estaba seguro de que me daba cuenta del riesgo que asumía al telefonearme y que, si su esposa entraba, tendría que colgar enseguida. No muy avanzada la conversación condujo la situación a un final inmediato. Al día siguiente volvió a llamar y dijo: “Supongo que parecería un poco paranoico”. “Sí, efectivamente”, le respondí, “pero he comprendido la razón”. Se ha comunicado conmigo durante muchos meses y aún desconozco su nombre (y no me esforzado en saberlo). El miedo se palpa y se parece al que sintió Nicodemo y otros de su día, miedo a ser descubiertos y castigados por una autoridad religiosa.
En sus palabras en Mateo 18: 15-18, Jesús no prescribió nada encaminado a excomunión organizacional. La fraseología indica que se trata de una ofensa y un castigo de naturaleza estrictamente personal. 29. Incluso después de referirse a la “congregación” (evidentemente al funcionamiento de la congregación judía, ya que no había una congregación cristiana por entonces), Jesucristo dijo: “ténle para ti [singular] como un gentil y un recaudador de impuestos”. 30. Más bien que una acción eclesial, impuesta a toda una congregación, se trata de un simple principio a tener en cuenta para con los que han errado gravemente, un rechazo personal hacia un transgresor obstinado. Lo que precede en el contexto, así como lo que le sigue apunta en esa dirección.
Aunque los versículos 17 y 18 describen una acción en donde está involucrada la autoridad eclesiástica, los siguientes indican todo lo contrario. Tan sólo dos personas pueden llegar a una determinación en materia religiosa y pueden tener la bendición divina cuando actúan de esa manera. (Ver el versículo 19). Dicha bendición no está supeditada a la decisión de quienes están en alguna posición oficial, ni en que esa decisión sea sometida a una autoridad centralizada. Es Jesucristo quien promete (versículo 20) estar “en medio de ellos” guiando sus pensamientos, tal como lo hace en otros casos de verdadero esfuerzo del cristiano. Eso es lo que produce acuerdo y verdadera unidad con independencia del número. Su Padre está “sobre todos y en todos”, no únicamente en algunos, fomentando “la unidad del espíritu”. 31. Cristo oró por su unidad, sabiendo que, a pesar de la fuerza de su influencia personal en la tierra, eso por sí mismo no la mantendría, y que la paz entre ellos se obtendría únicamente como fruto del Espíritu de Dios. 32. No se trataba de una paz que pudiera ser impuesta por un control autoritario.
28 Juan 3: 1, 2, 21.
29 Algunas traducciones, basadas en ciertos manuscritos antiguos dicen en el versículo 15: “Si tu hermano peca contra ti”. (Ver NIV; NRSV; TEV; LB; NEB [Nota al pie de página]
30 Aunque el término en Inglés “you” puede referirse tanto a una como a varias personas, el Griego tiene formas propias para el singular y el plural separadamente.
31 Efesios 4: 3-6. .
32 Juan 17: 16-21; Gálatas 5: 22.
En el versículo 6 del capítulo 18 de Mateo, Jesús advirtió en cuanto a ‘poner una piedra de tropiezo ante estos pequeños que creen en mí’. La creencia en él es el criterio, no la aceptación del cuerpo de doctrinas de una organización. Se enfatiza la relación personal con el Padre (versículo 10) y se trae a colación la parábola de la oveja perdida y la profunda preocupación del pastor (versículos 12-14). La evidencia es que a través de su dogmatismo, su demanda de autoridad y su insaciable control sobre el pensar las creencias y la conciencia de los testigos, la organización pone auténtico tropiezo a muchas personas. Lo que es peor, tras obrar así, los abandona después de lo que sólo son esfuerzos simbólicos para remediar el problema. Están entre los “pequeños” de los que Cristo dijo “creen en mí”.
Como uno entre muchos ejemplos que podrían ilustrar cómo el espíritu existente provoca o, como mínimo, permite que los ancianos se sientan justificados a tomar duras medidas hacia “los pequeños”, está el caso de una pareja joven que vivían en un estado del medio oeste y estaban prometidos. El chico vivía solo en un apartamento; la chica vivía con su madre y su padrastro. Las madres de ambos se habían hecho testigos y convencieron a la pareja para estudiar con los testigos de Jehová como si eso proporcionara a su futuro matrimonio un buen comienzo. Comenzaron el estudio con una pareja de “precursores” de la zona. El marido estudiaba con el joven y la esposa con le chica. Ambos mostraron interés real en obtener conocimiento del propósito de Dios, y después de algunos meses, comenzaron a asistir a algunas de las reuniones de los testigos. La esposa del “precursor” relata lo que entonces sucedió:
Un viernes mi esposo recibió una llamada del joven, diciéndole que tenía un problema y pidiéndole, por favor que fuéramos a verlo. Al llegar al apartamento, también estaba la joven. Ella explicó que la noche anterior su padrastro la había echado de casa. No teniendo ningún sitio a donde ir en una hora tan tardía, se fue al apartamento de su prometido y, preocupados por hacer “lo correcto”, él cedió su cama a ella y durmió en el sofá. Su llamada era motivada porque querían encontrar inmediatamente
un sitio en el que ella permaneciera. Mi marido y yo nos ofrecimos a permitirle que permaneciera con nosotros hasta que, o bien ella pudiera resolver los asuntos con su padrastro, o encontrar otro sitio donde estar. Ella quedó en venir aquella noche a nuestra casa.
Mientras regresábamos, mi esposo me dijo que, aunque estaba de acuerdo con el arreglo quería, a pesar de todo, “aclarar la situación” primero con los ancianos de la congregación. Le dije que no entendía por qué necesitábamos el “visto bueno” de los ancianos para tener un invitado en casa, en especial por qué mi marido, como cabeza de la casa, necesitaba hacer eso. Aún así decidió hablar con los ancianos antes de la llegada de la chica a nuestra casa, alegando que quería que los ancianos supieran que él se “sujetaba a la organización”.
Aquella noche se reunió con dos ancianos y, tras una larga discusión privada, se le dijo que bajo ningún concepto podríamos admitir en casa a la joven. Yo me sorprendí y mi marido también parecía muy contrariado. Llegamos a casa pasadas las 9: 30 de la noche y supimos que la joven había estado esperando durante horas y se había ido. Mi esposo le telefoneó y le dijo que los ancianos no querían que ella estuviera con nosotros y que teníamos que anular nuestro ofrecimiento. Los jóvenes no sabían
qué hacer y decidieron permanecer una noche más en el apartamento.
A las 9 de la mañana siguiente dos ancianos llamaron a la puerta del apartamento y fueron invitados a entrar. Al principio los jóvenes manifestaron que se alegraban de que alguien viniera a ayudarlos.
Los ancianos, sin embargo, simplemente preguntaron si era cierto que la joven había dormido dos noches en el apartamento. La pareja dijeron que sí e intentaron explicar los motivos. Los ancianos replicaron que eso era todo lo que necesitaban saber y les dijeron que en vista de lo sucedido no tenían más alternativa que declarar formalmente “desasociados” a la pareja en la reunión del próximo domingo. Más allá de lo que dijeron los ancianos, hubo presunción de culpabilidad.
Justamente llegamos un poco después que los ancianos hubieran marchado y encontramos a la pareja hundida y desilusionada. No podía creer que, dadas las circunstancias, fuera necesaria aquella acción, en especial por tratarse de personas que llevaban sólo tres meses estudiando y habían asistido a unas cuantas reuniones. Cuando mi esposo se puso en contacto con los ancianos, éstos le informaron de que ellos estaban justificados para “desasociar” a cualquiera mientras la persona haya asistido
siquiera a “una sola reunión”. El domingo se leyó el anuncio formal de su “desasociación”, en presencia de las dos madres de la pareja y de dos hermanas, y se dijo a los presentes que no habían de asociarse con ellos. De esa manera, los jóvenes fueron también separados de su propia familia.
Mi esposo hizo arreglos unos días más tarde para hablar con un superintendente de circuito.
Significativamente enfático, el hombre nos dijo no obstante, que, aunque él lo hubiera deseado, de haberlo sabido antes de producirse el anuncio, ahora que ya se había consumado no había nada que pudiera hacerse, pues la Sociedad no quiere desautorizar públicamente a los ancianos.
Los jóvenes dijeron que constataban que, no importa lo que hicieran, serían condenados de todos modos. Comenzaron a vivir juntos, unos meses después se casaron, tuvieron hijos y se divorciaron.
No pude ayudar, pero me pregunto si, de no haber sido sometidos a público acoso y alejados de sus respectivas familias en ese momento crucial en sus vidas jóvenes, el curso de su vida les habría sido menos duro. Prescindiendo de si sus vidas hubieran sido o no diferentes, la forma en que fueron tratados, evidentemente estuvo falta de amor, misericordia y compasión.
Eso tuvo lugar antes de que saliera el número del 15 de noviembre de 1988 de La Atalaya y su reglamentación en cuanto a no hacer anuncios oficiales cuando se refiere a personas no bautizadas que se envuelven en mal proceder, ni darles el mismo tratamiento que a los expulsados. Posiblemente, bajo las nuevas normas los ancianos habrían actuado de manera diferente. Sin embargo, eso subraya la injusticia de imponer normas emanadas de una organización, reglas que anulan la conciencia individual, lo que inhibe a las personas de mostrar compasión y misericordia, así como un juicio basado en sentimientos, que normalmente podrían expresar. El daño causado por tales normas es muchas veces irreversible. También puede notarse que La Atalaya mencionada establece que si la investigación de los ancianos decide que la persona no bautizada que ha cometido algún error queda descalificado como “publicador”, al debido tiempo se hará un anuncio sencillo que diga que... “ya no es publicador de las buenas nuevas”. No se trata de un anuncio formal de expulsión. Pero el resultado, muy probablemente, sea el mismo. Aunque en este caso no se dice que los testigos “hayan de evitar hablar” con esa persona, la Atalaya incluye la advertencia de que, a pesar de tal “ajuste”, debe observarse “el consejo de 1 Corintios 15: 33”. 33. Con relación a ese texto, teniendo en cuenta que “las malas compañías echan a perder los hábitos útiles”, la mayoría de los testigos se sentirán impedidos para tener más trato que un frío intercambio de palabras con esa persona no bautizada. Prácticamente nadie apreciará que la política organizacional del “reajuste”, les permite visitar a la persona o pasar tiempo con ella con miras a levantarla espiritualmente. De obrar así, indudablemente serían reprobados por los ancianos. Esos “ajustes” normalizados, expresados en términos legalistas y con tecnicismos, difícilmente consiguen un cambio en el espíritu desarrollado por la organización, y en eso radica el espíritu y la mentalidad que subyace en tanta indelicadeza y falta de compasión.
¿El ejemplo de quiénes?
Las palabras de Jesús de considerar individualmente a un transgresor recalcitrante como “un hombre de las naciones o un recaudador de impuestos”, no justifican una actitud de frío desdén y total repulsa a la que la organización Watch Tower incita a mostrar hacia aquellos a quienes expulsa. Las Escrituras nos proporcionan dos ejemplos entre los que podemos escoger. La Atalaya (tanto en el número del 15 de Noviembre de 1981 anteriormente referenciado, como en el más reciente del 15 de Abril de 1991) enfatiza el ejemplo de los religiosos judíos del día de Jesús, quienes consideraban a los gentiles y a los recaudadores de impuestos con profundo prejuicio y desprecio. Los artículos hablan de ellos como siendo “desdeñados” e incluso “odiados”.
Por el contrario, las Escrituras Hebreas habían alentado una actitud bien diferente durante siglos. Los israelitas habían de amar a los extranjeros, ya que ellos mismos habían sido extranjeros. 34 Los gentiles tenían derecho de asilo, incluso en ocasiones tenían siervos israelitas, podían orar en el templo, y se muestra que los israelitas hacían oraciones a favor nombre de los gobernantes gentiles. 35.
33 La Atalaya del 15 de Noviembre de 1988, página 19, y Nota.
34 Ver Deuteronomio 10: 19; 24: 14, 15; Exodo 23: 9. Los Quenitas eran considerados casi hermanos de los Israelitas, y los Recabitas, los Jebuseos , los Hititas y otras razas extranjeras fueron aceptadas favorablemente. (Jueces 1: 16; 5: 24; 2 Samuel 11: 6-11; 15: 19-22; 18: 2; 24: 15-25; Jeremías 35: 1-19).
35 Números 35: 15; Levítico 25: 47; 1 Reyes 8: 41-43; Jeremías 29: 1, 7; Compare con Esdras 6: 10.
La actitud de los judíos había experimentado un cambio corruptor después de siglos. Indudablemente el motivo estaba en el atroz tratamiento que habían sufrido durante el exilio a manos los gentiles que los habían mantenido cautivos. Aparentemente se apoyaron en los Escritos relacionados con la entrada de Israel en Canaán y el mandato de no contaminarse de la idolatría, para considerar a todos los gentiles como enemigos por naturaleza de Dios y de su pueblo. 36. El Nuevo Testamento contempla a los gentiles con gran aversión hasta llegar al aborrecimiento, considerados impuros, muy alejados de la ley como para tener compañerismo con ellos. Incluso en el caso de haber llegado a ser prosélitos no eran admitidos a una amistad completa, como en otros tiempos. Esos prejuicios quedaron reflejados en los relatos registrados en Juan 18: 28; Hechos 10: 28; 11: 3; Gálatas 2: 12.
Incluir ilustración de la página 13 de La Atalaya del 15 de Noviembre de 1981.
El punto de vista de La Atalaya hacia las personas expulsadas está basado en la consideración fuertemente distorsionada que mantenían los líderes religiosos judíos hacia los recaudadores de impuestos, más bien que el de Jesucristo.
El Hijo de Dios no se guió por esas normas y otras similares y recibió crítica de parte de las autoridades religiosas por no haberse amoldado a esas pautas. 37 Jesús Conocía la voluntad de su Padre y su amor por toda la humanidad, no importa la raza, y nos dejó una norma más elevada para seguir. 38. Lo mostró en su trato tanto con los gentiles como con los recaudadores de impuestos (que eran vistos como odiosos agentes de la autoridad gentil), hacia los samaritanos y los pecadores. 39 Con su doctrina de rechazo la Watch Tower deja a un lado este ejemplo, alegando que Jesús se asociaba con esas personas únicamente después de haber mostrado una posición receptiva hacia las buenas nuevas, y afirmando que ese “no era el modelo del trato que han de recibir los pecadores no arrepentidos”. 40. Pasan por alto el hecho de que fue después de recibir la ayuda de Jesús que se arrepintieron, no antes. Muchos eran pecadores, incluso prostitutas, en el momento en que Jesús entró en asociación con ellos y habló con ellos. Como él mismo dijo ‘no vine a llamar a justos, sino a pecadores’. 41. Estos “no gozaban de buena reputación” en la comunidad judía. Tampoco se trataba de prosélitos en perspectiva para la comunidad judía, semejantes a aquellos a quienes los testigos de Jehová denominan “personas recientemente interesadas”, cuya conducta imperfecta pueden pasar por alto durante algún tiempo. La mayoría de ellos ya formaban parte de la comunidad judía, el pueblo de Dios (probablemente desde su nacimiento), pero su conducta los catalogaba como personas “marcadas”, a veces como virtualmente proscritos. Quienes les ponían esa marca eran los “ancianos” de la comunidad judía. Para un testigo de Jehová, el hablar o asociarse con alguien en una situación equiparable dentro de la comunidad de los testigos, significa correr el riesgo de ser expulsado por violar las normas de la organización relativas al trato con los expulsados. Para los testigos, imitar la conducta de Jesús debería significar pasar tiempo contactando y hablando (no solamente con quienes se han apartado de las normas de la organización y han dejado de asociarse), sino incluso con cualesquiera que hubieran sido proscritos, que hubieran caído en prácticas pecaminosas, y mirar de ser una influencia positiva y saludable para ellos. La política de la Organización va contra una actitud así. Una vez se ha etiquetado a una persona como “expulsada”, incluso los propios familiares han de evitar todo contacto de tipo espiritual con ella. 42.
36 Ver, por ejemplo, Levítico 18: 24-30; Deuteronomio 7: 3-12; Esdras 9: 11, 12.
37 Mateo 9: 10, 11; 11: 19.
38 Juan 3: 16; Hechos 10: 28, 34.
39 Mateo 5: 43-48; 8: 8-13; (compare con Lucas 7: 2-9); Mateo 9: 10-13; 11: 19; 15: 21-28 (compare con Marcos 7: 24-30); Lucas 5: 29, 30; 15: 1, 2; Juan 4: 7-42.
40 La Atalaya del 15 de Noviembre, página 19; La Atalaya del 15 de Abril de 1991, páginas 20, 21.
41 Mateo 9: 11-13.
42 La única excepción a eso es cuando se trata de un menor que vive en casa, en cuyo caso la organización permite a los padres continuar instruyendo espiritualmente al muchacho. (La Atalaya del 15 de Noviembre de 1988, página 19). Se permite que familiares mayores expulsados y que conviven en casa puedan “estar presentes cuando se considera información espiritual a nivel familiar” (La Atalaya del 15 de Abril de 1991, página 22, nota al pie de página). Presumiblemente eso incluiría incluso a la esposa o los abuelos que convivan en casa, lo que implica concesión para estar presentes, pero no para tomar parte.
Por muchas décadas, ni siquiera los ancianos podían hablar con los expulsados, salvo que la persona los abordara en demanda de un levantamiento de su condición de expulsado. 43. Los ancianos habían sido aleccionados para que entendieran que a ellos no les correspondía la iniciativa de diálogo con él expulsado, sino que correspondía a éste tomarla. Todo, a pesar de la abundante evidencia bíblica en cuanto a que, mediante sus profetas nombrados, Dios tomaba habitualmente la iniciativa de comunicación con grandes pecadores en Israel, incluso en caso de un derrotero de terca rebelión, haciendo un llamamiento para que abandonaran el mal camino emprendido, y eso no de manera fugaz, sino durante años. 44. La mayor parte de las profecías en las Escrituras Hebreas estaban dirigidas a la nación inmersa en un estado de pecado. Añádase a eso el hecho de que Dios “recomienda su propio amor a nosotros en que, mientras todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros... cuando éramos enemigos”. 45.
Después de casi medio siglo, La Atalaya reconoció eso por fin en el número del 15 de Abril de 1991, y lo apropiado de establecer comunicación con personas expulsadas. Lamentablemente, enseguida se procedió a reglamentar el asunto, restringiendo el inicio de contacto a los ancianos, especificando minuciosamente las normas que regulan la manera de expresar cualquier ‘correspondencia con la misericordia de Dios’.
El primer artículo de la revista presenta muchos buenos ejemplos y principios bíblicos que demuestran misericordia. El segundo procede a explicar a los miembros de qué manera deberían aplicar esos ejemplos y principios, como factor crucial. Casi puede verse la influencia de autoridad organizacional sobre el escritor del artículo al establecer la equiparación de la Escritura con la política de la sociedad. Rápidamente el segundo artículo comienza a establecer la base para restringir el inicio misericordioso de contacto exclusivamente a los ancianos nombrados por la Organización. Después de citar a Mateo 18: 15-17, menciona que esas palabras iban dirigidas a los apóstoles de Jesús “quienes posteriormente habían de ser superintendentes cristianos”, a pesar de que el asunto de la superintendencia nada tiene que ver con el consejo de Jesús que , en este caso, va claramente dirigido a todos los cristianos. Después de varios párrafos en los que centra la atención sobre los ancianos, La Atalaya del 15 de Abril de 1991 (página 22) dice:
10 La enciclopedia citada antes dijo: ‘La razón fundamental de la excomunión era proteger las normas del grupo: “un poco de levadura leuda toda la masa” (1 Cor. 5:6). Este motivo se hace patente en la mayoría de los pasajes bíblicos y extracanónicos, pero el interés en el individuo,
aun después de la expulsión, fue la base de la petición de Pablo en 2 Cor. 2:7-10’.
Por consiguiente, es lógico que los pastores del rebaño deben mostrar hoy esa clase de interés.
(Hechos 20:28; 1 Pedro 5:2.) Puede que personas que hubieran sido amigos del expulsado, o que sean sus parientes, tengan la esperanza de que este vuelva; con todo, por respeto al mandato
de 1 Corintios 5:11, no se asocian con el expulsado. Dejan que los pastores nombrados tomen la iniciativa de ver si a la persona le interesa volver.
En ningún sitio muestran las Escrituras un lugar de privilegio para los ancianos, reservándoles en exclusiva cosas como animar, reprochar o intentar el restablecimiento de personas que han emprendido un proceder erróneo. El que ellos puedan tomar la iniciativa en esos asuntos, de ningún modo priva a otros para que puedan llevar a cabo esas cosas también. La elaboración de semejantes reglas revela una mentalidad en la que se contempla la diferencia entre clérigos y legos, no la que corresponde a una hermandad cristiana; propone dos normas de actuación, una para los ancianos, y otra para todos los demás. La exhortación a ser “imitadores de Dios, como hijos amados” se dirige a todos los cristianos, no a un número selecto de ellos. 46. Ante todo, seguramente que el ejemplo de compasión y misericordia que Dios nos ha puesto ha de ser seguido libremente por todos los cristianos, sin tener en cuenta la pertenencia a una organización con restricciones encaminadas a afianzar la autoridad eclesiástica. 47
43 En una carta al presidente Knorr fechada en 1971, Karl Adams le hacía memoria de su relato de un incidente en el que estaba envuelto Pryce Hughes, quien había sido superintendente de la sucursal en las Islas Británicas. Karl escribió: “usted refirió su encuentro con un expulsado y que le dijo que había hablado muy francamente a dicha persona , mencionándole qué es lo que tenía que hacer para ser restaurado. Como recuerdo, dijo que lo había hecho debido a que ‘parecía que era la manera correcta de proceder’, aunque describía el suceso como disculpándose por saber que no había seguido la política de la Sociedad.
44 Compare con Isaías 1: 2-6, 14-20; 44: 21, 22; Jeremías 3: 12-14; 5: 20-25; Ezequiel 18::30-32.
45 Romanos 5: 8-10.
46 Efesios 5: 1.
47 Compare con Gálatas 5: 22-23.
La consideración va incluso más allá y hasta reglamenta las posibles expresiones de misericordia de los ancianos hacia los expulsados y los desasociados. Determina que “a lo más, una vez al año el cuerpo de ancianos debe considerar si hay o no personas en tales circunstancias [considerados dignos de entrar en contacto con ellos] en su territorio. Los ancianos se concentrarían en los que hayan estado expulsados por más de un año”.48 Es característico en la organización Wacht Tower que ese acercamiento mecánico lo consideran como una expresión que por su propia naturaleza debería hacerse libre y espontáneamente, o sea, como una expresión de misericordia. ¿Cabe imaginar a un pastor que se rija por semejantes reglas, dando atención una única vez al año al posible recobro de una oveja perdida y, aún así, limitando esa acción a la oveja que haya permanecido fuera del rebaño por más de un año? Cuán absolutamente diferente de la honda expresión de misericordiosa y paciencia del Padre celestial. A los descarriados, incluso idólatras de Judá dijo:
Yo me afané en hablaros [incansable e insistentemente, NAB] a vosotros y no me oísteis.
Me afané en enviaros a todos mis siervos los profetas a deciros: ea, tornad cada uno de vuestro mal camino, mejorad vuestras acciones y no andéis en pos de otros dioses para servirles, y os
quedaréis en la tierra que os dí a vosotros y a vuestros padres. 49
El artículo pasa a describir la manera en que se han de llevar a cabo esas visitas de los ancianos, los pasos que han de seguirse, y qué han de hacer “los que no somos superintendentes y no vamos a tomar la iniciativa como ya se ha descrito para con los expulsados”. Entra en gran detalle en cuanto a cómo deben ver los testigos y cuál ha de ser su relación con las familias en las que vive alguien expulsado, que no deberían ser como los judíos de la antigüedad, cuyo “odio se extendía hasta a la familia del recaudador de impuestos”, cómo comportarse cuando algún expulsado “tal vez no tenga la cortesía de mantenerse alejado de los visitantes”, qué decir si atiende esa persona cuando un testigo visita la casa o cuando se llama por teléfono. 50. Todos los buenos consejos de la Escritura con los que comenzó el artículo son inmediatamente sobreescritos por la política de la Organización, que reglamenta, codifica y, en la práctica vacía de contenido y tuerce los generosos principios y ejemplos de misericordia ofrecidos por Dios.
Ni tan siquiera decirles ¡Hola!
Aparte de cualquier contacto anual que puedan llevar a cabo los ancianos con algunas personas expulsadas o desasociadas, el trato para con esas personas no varía en absoluto. Todos los testigos de Jehová que no son ancianos han de evitar toda asociación o contacto con los que están en “condición” de expulsados. Aunque se tiene cierta condescendencia para con cualquier expulsado dentro del seno de la familia cuando reside con ella, los familiares que no comparten vivienda únicamente tendrán comunicación con esa persona cuando las necesidades familiares o un caso de necesidad así lo requieran. Esa rigidez extrema en las normas tiene como modelo la severa posición adoptada por los líderes religiosos del día de Jesús. Para corroborar esa política La Atalaya del 15 de Noviembre de 1981, página 15, citaba este pasaje con respecto al trato que recibían quienes eran expulsados de las sinagogas:
De entonces en adelante él era como uno que hubiese muerto. No se le permitía estudiar con otros, no se había de tener relaciones [sociales] con él, ni siquiera se le había de mostrar el camino.
Podría, naturalmente, comprar lo que necesitara para la vida, pero estaba prohibido comer o beber con tal persona.” 51.
Note que no fue ese el caso en la exhortación de Pablo a los cristianos corintios, un asunto de decisión personal, en tanto que a los miembros de la sinagoga se les “prohibía” por parte de la autoridad religiosa mostrar otra actitud hacia los expulsados de la sinagoga.
48 La Atalaya del 15 de Abril de 1991, página 23. Una nota al pie de página recuerda a los que no son ancianos que en caso de tener conocimiento de alguna persona expulsada que viva en el territorio deberían “proporcionar esa información a los ancianos”.
49 Jeremías 35: 14, 15, BJ. Compare con Jeremías 7: 24: 25.
50 La Atalaya del 15 de Abril, páginas 23, 24,
51 Citado en La Atalaya del 15 de Abril, página 15, de The Life and Times of Jesus the Mesiah, por A. Edersheim, Volúmen II, página 184
Esa practica judía tiene su paralelo en el trato que se dispensa a cualquier persona sobre la que la Organización Watch Tower, mediante sus ancianos nombrados, coloca la etiqueta de “expulsado”. Se le considera como “alguien muerto”. La razón particular para eso es lo de menos. Podría deberse a fumigar las cucarachas en una base militar, cortar el césped de una iglesia, o sencillamente celebrar un cumpleaños. O podría ser por no aceptar el año 1914 como una fecha señalada en la Biblia, o que sólo una clase de personas pueden participar en la celebración del memorial de la muerte de Cristo. En mi caso se debió a comer en un restaurante con mi patrono, quien había renunciado formalmente a su pertenencia a la organización. 52. El tratamiento lo determina la etiqueta, no el motivo.
La Atalaya del 15 de Noviembre de 1981 (que fue la que, incidentalmente aportó la base para mi expulsión) se pregunta:
¿Querría decir acaso el sostener la justicia de Dios y apoyar su arreglo de expulsar a los malhechores que el cristiano no debería hablar en absoluto con algún expulsado, ni siquiera decirle “¡Hola!”?
Después el artículo menciona 2 Juan 9-11, que dice:
“Todo el que se adelanta y no permanece en la enseñanza del Cristo no tiene a Dios.
El que permanece en esta enseñanza es el que tiene al Padre y también al Hijo.
Si alguno viene a ustedes y no trae esta enseñanza, nunca lo reciban en casa ni le digan un saludo.
Porque el que le dice un saludo es partícipe en sus obras inicuas”.
Las palabras de Juan se toman como base para cortar toda comunicación con aquellos que son expulsados de la organización, al grado de ni tan siquiera decirles ¡Hola!. Sin embargo, de ninguna manera apoyan semejante actitud esas palabras.
En primer lugar, debería notarse que lo que hace al caso es “la enseñanza de Cristo”, no la de un movimiento religioso. La primera carta de Juan muestra que, para él, esa enseñanza estaba centrada en la confesión fundamental del cristiano: que Jesús es el Cristo de Dios, que ha sido enviado en carne a la tierra. 53. Las demás Escrituras enseñan claramente que la base para el bautismo consistía en creer que Jesús Nazareno es sin duda el Cristo, que entregó su vida por la humanidad, que había resucitado y había implantado sus enseñanzas y principios morales. 54. No era la creencia en un complejo “cuerpo de doctrinas” desarrollado con posterioridad por una corporación religiosa al estilo de la organización Watch Tower, ni la observancia de un conjunto similar de normas establecidas por una organización. Las diferencias en el punto de vista en doctrinas de menor importancia no tendrían que constituirse en motivo para división y separación, una exclusión hacia otros, separándolos de la comunidad. De manera que el apóstol exhorta:
Acoged bien al que es débil en la fe, sin discutir opiniones. 55.
52 Ver Crisis de Conciencia, páginas 348-377.
53 1 Juan 2: 22, 23, 29; 3: 23; 4; 2, 3; 5: 1-5.
54 Romanos 10: 6-9; 1 Corintios 12: 3; compare con 1 Corintios 1: 2 y Mateo 16: 16, 17.
55 Romanos 14: 1 (BJ).
56 La Atalaya del 1 de Noviembre de 1981, página 23.
57 Compare con Levítico 11: 7, 8; Isaías 66: 17; 1 Corintios 8: 7-13. La Atalaya del 1 de Junio de 1978 trataba el tema del capítulo 14 de Romanos (escrito por Edward Dunlap) que fielmente presentaba la importancia de las cuestiones envueltas. En artículos posteriores simplemente se ha ignorado la evidencia allí presentada..
La Atalaya en su comentario sobre eso se esfuerza en relegar las cuestiones susceptibles de disputa a “asuntos de poca importancia relacionados con opiniones, gustos ni variaciones de conciencia”. 56. Pero eso pasa por alto el contexto en el que el apóstol incluía asuntos como comer de ciertos alimentos y observar ciertos días como sagrados (Romanos 14: 2-23). De ninguna manera se trataba de asuntos “de poca monta”, en especial, para los judíos creyentes. “Comer de todo” (versículo 2) incluiría alimentos consagrados a los ídolos, carne de cerdo, asuntos de gran importancia para los primeros cristianos de origen judío. Eso se puede ver por el hecho de que era motivo para que algunos estuvieran juzgando la posición de otros ante Dios, algo completamente distinto a, según sugiere La Atalaya, mera cuestión de “probar” algo como resultado de optar por una dieta en la sociedad moderna y que nada tiene que ver con escrúpulos de conciencia. 57. La observancia de ciertos días (versículos 5, 6), como el sábado, constituía un aspecto crucial en la adoración de los judíos, pues la violación del descanso sabático se consideraba como uno de los mayores pecados. Para los judíos convertidos al cristianismo no resultaría fácil la adaptación a considerar “todos los días iguales”. Así pues, a pesar de las diferencias de puntos de vista en esas importantes cuestiones, se exhortaba a no utilizarlas para juzgar la posición de otros ni permitir que se constituyeran en motivo de separación. La política de la Watch Tower no se amolda al consejo apostólico. Ellos pretenden hacer lo contrario de lo que se quiere decir por la expresión “decisiones sobre cuestiones de duda interna” (NM), “opiniones” (BJ), y utilizar esos asuntos opinables para condenar a quienes no se debe, ya que el que la persona “se mantenga en pie o caiga sólo interesa a su amo” (BJ). 58.
Ninguna de esas diferencias de puntos de vista o entendimiento, son aplicables a lo que describe el apóstol Juan cuando se refiere a quien “no permanece en la enseñanza del Cristo”. Tampoco la consideración ofrecida por La Atalaya para el resto de la exhortación de Juan está de acuerdo con los hechos. Notemos el tratamiento de la palabra “saludo” que se encuentra en ese texto tal como fue presentado en la página 31 de La Atalaya del 15 de Julio de 1985:
Juan añadió: “Porque el que le dice un saludo es partícipe en sus obras inicuas” (2 Juan 11). Juan usa aquí la palabra griega que se usaba para saludar, khairo, en vez de la palabra aspázomai, que se halla en el versículo 13.
Khairo quería decir regocijarse (Lucas 10:20; Filipenses 3:1; 4:4). Esta también se utilizaba en forma de saludo, hablado o escrito (Mateo 28:9; Hechos 15:23; 23:26). Aspázomai quería decir “estrechar entre los brazos, es decir saludar, dar la bienvenida” (Lucas 11:43; Hechos 20:1, 37; 21:7, 19). Cualquiera de estas palabras podría representar un saludo, pero aspázomai probablemente haya querido decir más que un cortés “hola” o “buenos días”. Jesús dijo a los 70 discípulos que no aspásesthe a nadie. Así mostró que la obra urgente que ellos tenían que efectuar no les permitiría disponer del tiempo para saludar de la manera que se acostumbraba en el Oriente, a saber, con besos, abrazos y conversación extensa (Lucas 10:4). Pedro y Pablo instaron lo siguiente: ‘Salúdense [aspásasthe] los unos a los otros con un beso de amor, o un beso santo’. (1 Pedro 5:14; 2 Corintios 13:12, 13; 1 Tesalonicenses 5:26.)
Por lo tanto, Juan probablemente usó a propósito la palabra khairo en 2 Juan 10, 11 en vez de aspázomai (versículo 13). Si así es, entonces Juan no estaba instando a los cristianos a que sencillamente evitaran el saludar afectuosamente (con abrazos, besos y conversación) a alguien que enseñara falsedad o que hubiera renunciado a la congregación (o hubiera apostatado). Más bien, Juan estaba diciendo que no deberían ni siquiera saludar a tal individuo mediante un khairo, un común “buenos días”.
Quienquiera que sea el autor de ese material (repetido en La Atalaya del 15 de Abril de 1988), evidentemente pasa por alto o ignora el relato de Lucas 1: 28, 29. La Atalaya se empeña en atribuir al término aspazomai un saludo especialmente efusivo que sobrepasa por mucho al de la palabra utilizada en la segunda carta de Juan, khairo. Eso le permite decir que khairo, al expresar menos “calor” que aspazomai se referiría al saludo más cotidiano, más superficial como un simple “Hola”. Sobre esa base se permitirían reglamentar todo tipo de comunicación hablada con los expulsados. Sin embargo, en el relato de Lucas podemos leer lo siguiente con respecto a la visita del ángel de Dios a María:
Y entrando el ángel donde ella estaba, dijo: ¡Salve [khaire en griego], muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres. Mas ella, cuando le vio, se turbó por sus palabras, y pensaba qué salutación [aspasmos, en griego] sería esta. 59.
58 Romanos 14; 1, 4 (BJ). The Living Bible vierte (traducido): Ellos son siervos de Dios, no vuestros. Han de rendir cuentas a él, no a vosotros.
59 Lucas 1: 28, 29 (Valera)
Obviamente los dos términos son intercambiables en este caso. María aplica el término aspasmos a la palabra khaire pronunciada por el ángel. No hizo eso porque el ángel se hubiera, según definición de La Atalaya, echado en sus brazos o la besara, ni se había envuelto en una “conversación larga” con ella. Ella no se refiere a un abrazo o un beso, sino a sus “palabras” 60.
La Atalaya no solamente cae en ese error, sino que además no reconoce que el verbo griego khairein utilizado por Juan no se refiere a algo semejante a un simple “Hola”. No es menos “cálido” que el otro término griego tratado. Muy al contrario, el término khairein significa literalmente “estar regocijándose” y se corresponde con el término hebreo shalom, que significa “la paz sea contigo”. 61. Se utilizaba para expresar, no un mero saludo habitual, sino como muestra de especial interés y aceptación personal o social, incluso como reconocimiento de autoridad. 62. De acuerdo con eso, algunas traducciones vierten el término más que como un simple saludo, como una “bienvenida”. 63. Entendiendo bien el significado de las palabras de Juan, una traducción las vierte así:
No le den la bienvenida en su casa; ni siquiera le digan, “La paz sea contigo” [De ninguna manera lo encomien, Living Bible]. Porque todo el que le desea paz se hace partícipe de las cosas malas que hace. 64
Claramente, pues, lo que el cristiano niega a un anticristo no es un saludo rutinario como “hola” o “cómo estás”, sino aquello que supone aceptación y acuerdo con su persona o causa, deseándole favor y éxito. Darle una “bienvenida” de esa clase supondría hacerse “partícipe de sus obras inicuas”. Por el contrario, el hablar simplemente a una persona no implica en sí mismo aceptación, acuerdo o favor. Es determinante lo que uno dice. Ciertamente uno no se hace partícipe de lo malo que esa persona lleva a cabo, si procura contradecirlo o señalarle sus erróneos puntos de vista, convenciéndole de lo erróneo de su proceder. Muy al contrario, las Escrituras muestran que eso puede ser un deber cristiano. 65.
En su “reajuste” último de la normativa por el que permiten a los ancianos iniciar un contacto con las personas expulsadas o desasociadas, La Atalaya especifica que “no se visitaría a nadie que manifestara una actitud de crítica y peligrosa”. 66. Mediante esa política de impedir cualquier conversación con aquellos a quienes arbitrariamente tacha de “apóstatas”, la organización Watch Tower no solamente mantiene aislados a sus miembros, asegurando que no se enfrentarán a cualquier evidencia convincente de error de la organización, sino que también evita el tener que dar respuesta a dicha evidencia. Simplemente puede minimizar el asunto considerándolo como “de origen apóstata”. Personas que han leído Crisis de Conciencia y que han escrito o han llamado por teléfono a las oficinas de Brooklyn han visto cómo sus preguntas han sido sistemáticamente ignoradas por dicho motivo. Indagaciones telefónicas obtienen un “No comment” por respuesta. Tal “negación” viene justificada por la pretensión de que sería un error dar consideración a algo de “fuente apóstata”.
60 En el versículo 40 se utiliza de nuevo una forma de aspazomai, en referencia al saludo de María a Elisabet, pero de nuevo, se trata de algo meramente verbal. El versículo 41 habla de Elisabet como “oyendo” el saludo, no recibiendo un caluroso abrazo o beso.
61 Ver la versión literal de 2 Juan 10, 11 en The Kingdom Interlinear Translation of the Greek Scriptures.
62 El saludo oficial romano “Ave César”, se vierte en griego como khaire kaisar, y los soldados utilizaron el término en tono de mofa al dirigirse a Jesús como el Rey de los Judíos en Mateo 27:29. .
63 Ver 2 Juan 10 en la New International Version, la New English Bible, la New Revised Standard Version..
64 2 Juan 10, 11, TEV (traducido).
65 Compare con Santiago 5: 19, 20; 2 Timoteo 2: 24-26; Tito 1: 10-13.
66 La Atalaya del 15 de Abril de 1991, página 23.
Incluso, aunque la imputación de apostasía fuera cierta, lo que no es así en la inmensa mayoría de los casos, aún así se trata de una excusa artificial, un pretexto sin base bíblica. El primer capítulo de Job presenta a Jehová hablando y enzarzado en una disputa con Satanás, el primero y el más grande de los apóstatas. Las publicaciones de la Watch Tower presentan ese asunto diciendo que Jehová aceptó el desafío lanzado por Satanás y que esa aceptación trajo finalmente resultados beneficiosos, aunque por algún tiempo ocasionó mucho sufrimiento a Job. 67. Sin embargo ellos rechazan afrontar cualquier reto que pueda plantear la evidencia al confrontar sus alegaciones con lo que exigiera una simple discusión abierta, sin necesidad de intenso ataque. Jehová enviaba constantemente a sus profetas a quienes él mismo consideraba como una “nación apóstata”, “hijos rebeldes”. 68. El no condonó su extravío, ni minimizó sus pecados, pero se mostró dispuesto a “enderezar los asuntos” con ellos, a “pleitear” con ellos, incluso a “entablar controversia” con ellos, a fin de poner de manifiesto su error y llevar a cabo su recuperación. 69.
El Hijo de Dios no vaciló en responder a Satanás, el más grande apóstata, citando incluso de la Escritura al rechazar sus tentaciones. 70. Describió a los líderes religiosos que gobernaban al pueblo de Jehová de su día como hijos del Gehena, raza de vívoras, asesinos de los enviados de Dios y prole del Diablo. Aún así, continuamente se dirigía a ellos, daba respuesta a sus preguntas y ponía en evidencia sus alegaciones y sus razonamientos. 71. Los apóstoles siguieron su ejemplo no sólo con esa clase de personas, sino con quienes se confesaban cristianos y adelantaban enseñanzas falsas o buscaban extraviar a otros cristianos. Sólo se necesita hacer una lectura de las cartas apostólicas para darse cuenta de que ellos no evadían contestar cuestiones procedentes de esas personas sino que las abordaron con franqueza y las refutaron.
Una de las preguntas potencialmente más problemáticas que uno puede hacer a un líder religioso es “¿Con qué autoridad haces estas cosas? 72. Más bien que abordar francamente y con sensatez la evidencia presentada por personas que cuestionan su exigencia de autoridad, la organización Watch Tower expulsa a quienes se expresan en ese sentido. Cuando se puso en cuestión el apostolado de Pablo, él no eludió el desafío, sino que contestó a sus detractores con amplia evidencia que confirmaba su apostolado, haciendo frente a las cuestiones, quejas o acusaciones de sus opositores. 73. Y, como él mismo dijo, no lo hacía por afán de autoridad o para “amedrentarlos” ni por carta ni por hechos. 74. El no “se atrevió a... recomendarse a sí mismo” presuntuosamente, ni utilizó “armas carnales” de hostigamiento, fraude o sofistería, como lo hicieron sus detractores; no recurrió a la amenaza de excomunión hacia quienes cuestionaban su posición. 75.
Al dar consejo a Timoteo, Pablo le instó a permanecer limpio de la influencia del error así como a tratar de no envolverse en debates. Al mismo tiempo no instruyó a Timoteo a combatir esas cuestiones con una exhibición de autoridad o mediante amenazas de represalias organizacionales, sino que le instó a afanarse por instruir con apacibilidad a los culpables y a quienes necesitaban arrepentimiento y escapar “de las tretas del diablo”. 76.
Los cristianos genuinos hoy día deberían seguir el ejemplo de Dios, de su Hijo y de los apóstoles del Señor, no el de una organización autoritaria.
67 Ver Usted puede vivir para siempre en el Paraiso en la tierra, páginas 105 a 111, también La Atalaya del 1 de Noviembre de 1986, página 31.
68 Isaías 10: 6; Jeremías 3: 12-14.
69 Isaías 1: 18; Jeremías 2: 9, 35; compare con Isaías 50: 7, 8.
70 Mateo 4: 1-11.
71 Mateo 23: 15, 33; Juan 8: 44.
72 Mateo 21: 23.
73 Compare con 1 Corintios 1: 10-17; 3: 4-10; 4: 1-16; 9: 1-18; 15: 9-11; 2 Corintios 6: 3-13; 7: 2, 3, 8-13; 10: 7-13; 11: 5-27; 12: 11-13, 16-19.
74 Compare con 2 Corintios 1: 24; 10: 1, 8, 9.
75 2 Corintios 3: 1; 10 : 3, 4, 12, 18; 12: 16; compare con 2 Pedro 1: 16.
76 2 Timoteo 2: 14-26.
Más Distinciones erróneas
A partir de que la organización Watch Tower pone bajo reglamento cualquier conversación de naturaleza espiritual con personas expulsadas, se enfrenta a un problema al explicar la exhortación de Pablo en 2 Tesalonicenses 3: 14, 15. La Traducción del Nuevo Mundo dice:
Pero si alguno no es obediente a nuestra palabra mediante esta carta, mantengan a éste señalado, dejen de asociarse con él, para que se avergüence. Y, no obstante, no estén considerándolo como enemigo, sino continúen amonestándolo como a hermano.
Puesto que seguir ese consejo supondría no dar apoyo o no ajustarse a su política de expulsión, la Watch Tower lo clasifica entre el tratamiento de cosas menores a las que requieren expulsión, y lo ponen en otra categoría aparte a la que denominan “marcar”, que lleva consigo medidas menos drásticas en cuanto a la actitud hacia los “marcados”. Por tanto establecen diferencias con respecto a 1 Corintios 5: 9-11. Pero ¿es así?
El contexto muestra que la falta está en desobedecer la palabra escrita de un apóstol enviado por Cristo. Ciertamente ese no es un asunto menor. Seguramente la organización Watch Tower no lo consideraría así, si se tratara de un asunto de pasar por alto sus reglamentos y enseñanzas.
En su explicación del texto, en la página 31 de La Atalaya del 15 de Abril de 1985, cita las palabras de Pablo, “dejen de asociarse con él” y dice:
Los hermanos no lo evitarían completamente, porque Pablo les dio el consejo de ‘continuar amonestándolo como a hermano’. Sin embargo, el que ellos limitaran [Note, no terminar] el compañerismo social que sostuvieran con tal persona podría llevarla a avergonzarse...
Lo que La Atalaya no reconoce (o acepta) es que la expresión griega (synanamignysthai) utilizada por Pablo para “dejen de asociarse con” es la misma que utiliza en 1 Corintios 5: 11 en donde la Traducción del Nuevo Mundo vierte “cesen de mezclarse en la compañía de”. Eso se puede observar leyendo la Kingdom Interlinear Translation:
1 Corintios 5: 11:
2 Tesalonicenses 3: 14:
No hay diferencia en la fuerza del término de ambos textos. En ambos casos se urge a los cristianos a evitar tener compañerismo íntimo a nivel personal con aquellos que hayan caído en los errores señalados tanto en el capítulo 5 de la Primera a los Corintios como en la Segunda a los Tesalonicenses capítulo 3, de forma que el malhechor pueda sentirse avergonzado. Hasta ahí llega el consejo, no más allá. 77.
77 Se puede ver que, incluso cuando el apóstol habla de quien tiende a disputar al punto de causar división, y quien ha sido advertido repetidamente respecto a eso, el consejo no niega totalmente toda conversación con esa persona. En Tito 3: 10, la palabra griega vertida a veces por “rechazo”, aquí tiene el significado de “súplica” o “dispensarse” (Compare el uso del mismo término en Hebreos 12: 25; Lucas 14: 18, 19). La New English Bible lo traduce “romper con él”. De manera que, incluso en este caso, se permite la cortesía habitual en el trato con esas personas, excusándose cortés, pero firmemente de enzarzarse en debate estéril con ellas.
En la asociación cristiana existe un amplio abanico para las diferencias personales. Las enseñanzas respecto al papel mesiánico de Cristo, su muerte en sacrificio, su resurrección y glorificación, los beneficios de salvación mediante la fe que de ello se derivan, la operación del espíritu santo y las enseñanzas de Jesucristo y la moralidad eran defendidas fuertemente y se consideraban como algo vital en los miembros de su Cuerpo. 78. Pero hasta en esos asuntos como incredulidad con respecto a la resurrección, los puntos de vista erróneos, eran considerados como debilidades en la espiritualidad de los hermanos y se tomaron medidas encaminadas hacia la provisión de ayuda, aportando la prueba necesaria, más bien que enfrascarse en acusaciones sumarias de apostasía y en acciones punitivas llevadas a cabo por una judicatura eclesiástica. 79.
Puede resultar interesante saber que varios de los puntos de vista que aquí han sido tratados fueron traídos a la atención del Cuerpo Gobernante tanto como unos veinte años atrás. En la preparación de un nuevo manual de organización, preparado por Karl Adams, Edwuard Dunlap y yo mismo, me tocó la preparación de la parte relacionada con el asunto de la expulsión y lo que le afecta. Como mencioné en el capítulo 6, Karl Adams, entonces superintendente del Departamento de Redacción, envió un memorandum al presidente Knorr explicándole el por qué de la recomendación de hacer ciertos ajustes. El mismo Karl reconocía claramente la validez de muchos de los puntos que aquí han sido tratados como se desprende de estas porciones tomadas de las páginas 17 y 18 de dicho memorandum:
Hemos considerado Mateo 18: 17 en lo referente a la expulsión. Jesús dijo que cuando el hombre en cuestión rehusó “escuchar a la congregación” deberíamos considerarlo “exactamente como hombre de las naciones y como recaudador de impuestos” ¿Qué quiere decir eso exactamente en lo que se refiera a la acción a tomar hacia el expulsado? Los judíos no rehusaban todo trato con tales personas, ni rechazaban hablarles.
En relación con Mateo 18: 17 sería útil considerar 2 Tesalonicenses 3: 6, 14, 15, así como también
2 Timoteo 2: 25, 26 y Santiago 5: 19, 20. Allí, en especial en los dos últimos textos, se utilizan expresiones fuertes. Se habla de personas que han caído en el “lazo del diablo”, habiendo sido ‘pescados vivos para él por la voluntad de ese’, “extraviados de la verdad”, habiendo cometido quizá una “multitud de pecados”, aún así parece que existe la libertad para actuar de manera apropiada para advertir y restaurar a esas personas. ¿No deberíamos actuar así actualmente? No necesariamente existe asociación amigable o íntima que implique aprobación de sus errores. El verbo griego utilizado en 2 Tesalonicenses 3: 14 en la expresión “dejen de asociarse” es exactamente la misma palabra utilizada en 1 Corintios 5: 11 (“cesen de mezclarse en la compañía de”). Este último texto lo hemos venido aplicando a personas a las que expulsamos o ‘cesamos de mezclarnos en compañía de’. Pero 2 Tesalonicenses muestra que cesar de mezclarse en la compañía de alguien no impide amonestarle y, por tanto, hablarle. Si decimos que mediante ofrecerles consejo bíblico o darles reprensión somos culpables de tener compañerismo espiritual con ellos, ¿no significa que cuando testificamos a personas de otras creencias (incluso a clérigos) estamos teniendo compañerismo espiritual con ellos? ¿Realmente nuestra manera de ver el asunto de la expulsión se rige por estos textos o los hemos interpretado con mayor rigidez de la que los mismos encierran?
Como en otros casos, los razonamientos bíblicos presentados eran sólidos a la vez que invitaban a reflexionar. Con todo, como era habitual en las discusiones del Cuerpo Gobernante de entonces y después, únicamente se les prestó un mínimo de atención. Se leyó la información presentada y se expusieron opiniones en cuanto a la conveniencia o no de efectuar ajustes (no una consideración de la evidencia bíblica mediante oración, sino simplemente atendiendo a lo que algún miembro particular consideraba “conveniente” a la política de la organización). Se mantuvo la posición tradicional. Veinte años después es, si cabe, aún más rígida de lo que lo era entonces.
78 Compare con Gálatas 2: 4, 5.
79 1 Corintios 15. 12-57.
Raymond Franz, 60 años en los Testigos de Jehová, nueve de ellos como miembro del Cuerpo Gobernante