SI CREO EN EL EVANGELIO y no en muchas leyes del A.T., ¿puedo ser cristiano?
Cuando era niño, mi madre me enseñó el significado del Nacimiento de Jesucristo en Belén y la esperanza que muchas personas de buena voluntad tenían en Jesucristo..., pero yo no conocía la Biblia. Tampoco estudié en aquel tiempo el Evangelio... Cuando empecé a ir al colegio, recibí la enseñanza de la religión de mi pueblo, que me decía que todos los deseos de la carne para desear a otras personas eran malos. Yo de niño no tenía sensación de pecado, pero cuando comencé a conocer las religiones y sus doctrinas, me empecé a sentir perseguido por el "dios" que ellos me predicaban.
¿En este mundo parece ser que todo lo más hermoso con lo que el hombre sueña es pecado?, me preguntaba yo. Todo esto me parecía incomprensible, sin embargo, mi amor por Jesucristo se iba agrandando en mi corazón, a pesar de que las religiones me querían confundir con sus leyes morales.
Así pasaron muchos años de mi vida distraído en mis trabajos y en mis necesidades, pero un día trabajando en el extranjero, Dios se derramó sobre mí y empecé a tener sueños proféticos, sueños que se cumplían enseguida después de haberlos tenido. Todo aquello me llenó de temor y preocupación por las cosas del Señor, y entonces sentí la inspiración de conseguir una biblia y empezar a estudiarla.
Las religiones y todo mi entorno me decían que la biblia era la palabra de Dios, y que todos los mandamientos que contenía eran palabra de Dios... Comencé a leerla por el Antiguo Testamento, y antes de llegar al Nuevo Testamento ya había perdido la fe, porque eso es lo que es el viejo testamento en cuanto a sus leyes de muerte: un montón de libros para hacer perder la fe. Pero un día se me manifestó el Señor en sueños, puso sus manos sobre mis hombros y me bendijo con su mirada y con su amor. Me dijo con su espíritu que me amaba y que no podía llevarme con Él en aquel momento..., que tenía que quedarme en el mundo haciendo lo que estaba haciendo y viviendo lo que estaba viviendo.
Cuando el Señor se fue de mi vista, sentí detrás de mí el gritar impresionante de una gran multitud; me volví y vi todo el horizonte lleno de gente que venía hacia mí con intención de matar a Jesucristo. Cuando desperté, intenté poner en orden la interpretación de aquel sueño, y después de mucha oración la inspiración me dijo que el mundo ya estaba dispuesto para combatir, como nunca lo había hecho antes, contra Jesucristo.
Volví a la biblia, y la inspiración me llevó a estudiar el Evangelio. Según lo estudiaba, iba descubriendo que aquel libro del Evangelio era un libro para dar vida y para dar fe. Era un libro muy distinto a los otros libros que yo había leído del viejo testamento... En el Evangelio se manifestaba un Dios misericordioso, que nos amaba sublimemente y que por amor dio la vida por nosotros. Todas las leyes que me condenaban en el viejo testamento no las encontraba en el Evangelio, y todas aquellas cosas que yo quería discutir con los religiosos en cuanto a las leyes crueles del viejo testamento, en el Evangelio las discutía Jesucristo por mí. Aquellas discusiones que mantuvo Jesucristo con los judíos por causa de la Ley, me dieron la vida y me devolvieron la fe.
Aquel Dios llamado Jesucristo no venía a perseguirme por mis sueños y mis amores y además me defendía de todas las acusaciones que las religiones volcaban sobre mí. El Evangelio era la verdadera Ley de Dios que los judíos ya no conocían porque los escribas habían cambiado la Ley de Dios en falsedad.
El pueblo judío estaba en tinieblas, porque ya no conocían la verdadera Ley de Dios..., y Jesucristo, siendo Dios se hizo Hombre, y lleno de misericordia por nosotros nos volvió a entregar la verdadera Ley de Dios para que la volviéramos a conocer, esto es, su Evangelio.
Luego descubrí que lo único que mandó Jesucristo a sus discípulos predicar por todos los pueblos, solamente fue el Evangelio. El Señor no mandó a sus discípulos predicar las leyes defectuosas del viejo testamento que fueron abolidas por Él mismo. El Señor solamente mandó a sus discípulos predicar el Evangelio. Así nos dice el evangelista:
"Y recorrió Jesús toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo" (MATEO 4:23)... Y así nos dice Jesucristo: "Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado" (San Marcos 16,15-16).
Desde entonces, Jesucristo es mi único Dios y el Evangelio para mí es la única Ley de Dios. Él me da la salvación solamente creyendo en el Evangelio..., y ya las condenas de los hombres y sus doctrinas las considero todas discutibles y ninguna influencia ni temor ejercen sobre mí.
Por eso, yo siempre pregunto: SI CREO EN EL EVANGELIO y no en muchas leyes del A.T., ¿puedo ser cristiano?... Y con esto, no es que yo dude de mi fe, sino que solo deseo conocer las diferentes interpretaciones de todos aquellos que quieran contestarme.
Cuando era niño, mi madre me enseñó el significado del Nacimiento de Jesucristo en Belén y la esperanza que muchas personas de buena voluntad tenían en Jesucristo..., pero yo no conocía la Biblia. Tampoco estudié en aquel tiempo el Evangelio... Cuando empecé a ir al colegio, recibí la enseñanza de la religión de mi pueblo, que me decía que todos los deseos de la carne para desear a otras personas eran malos. Yo de niño no tenía sensación de pecado, pero cuando comencé a conocer las religiones y sus doctrinas, me empecé a sentir perseguido por el "dios" que ellos me predicaban.
¿En este mundo parece ser que todo lo más hermoso con lo que el hombre sueña es pecado?, me preguntaba yo. Todo esto me parecía incomprensible, sin embargo, mi amor por Jesucristo se iba agrandando en mi corazón, a pesar de que las religiones me querían confundir con sus leyes morales.
Así pasaron muchos años de mi vida distraído en mis trabajos y en mis necesidades, pero un día trabajando en el extranjero, Dios se derramó sobre mí y empecé a tener sueños proféticos, sueños que se cumplían enseguida después de haberlos tenido. Todo aquello me llenó de temor y preocupación por las cosas del Señor, y entonces sentí la inspiración de conseguir una biblia y empezar a estudiarla.
Las religiones y todo mi entorno me decían que la biblia era la palabra de Dios, y que todos los mandamientos que contenía eran palabra de Dios... Comencé a leerla por el Antiguo Testamento, y antes de llegar al Nuevo Testamento ya había perdido la fe, porque eso es lo que es el viejo testamento en cuanto a sus leyes de muerte: un montón de libros para hacer perder la fe. Pero un día se me manifestó el Señor en sueños, puso sus manos sobre mis hombros y me bendijo con su mirada y con su amor. Me dijo con su espíritu que me amaba y que no podía llevarme con Él en aquel momento..., que tenía que quedarme en el mundo haciendo lo que estaba haciendo y viviendo lo que estaba viviendo.
Cuando el Señor se fue de mi vista, sentí detrás de mí el gritar impresionante de una gran multitud; me volví y vi todo el horizonte lleno de gente que venía hacia mí con intención de matar a Jesucristo. Cuando desperté, intenté poner en orden la interpretación de aquel sueño, y después de mucha oración la inspiración me dijo que el mundo ya estaba dispuesto para combatir, como nunca lo había hecho antes, contra Jesucristo.
Volví a la biblia, y la inspiración me llevó a estudiar el Evangelio. Según lo estudiaba, iba descubriendo que aquel libro del Evangelio era un libro para dar vida y para dar fe. Era un libro muy distinto a los otros libros que yo había leído del viejo testamento... En el Evangelio se manifestaba un Dios misericordioso, que nos amaba sublimemente y que por amor dio la vida por nosotros. Todas las leyes que me condenaban en el viejo testamento no las encontraba en el Evangelio, y todas aquellas cosas que yo quería discutir con los religiosos en cuanto a las leyes crueles del viejo testamento, en el Evangelio las discutía Jesucristo por mí. Aquellas discusiones que mantuvo Jesucristo con los judíos por causa de la Ley, me dieron la vida y me devolvieron la fe.
Aquel Dios llamado Jesucristo no venía a perseguirme por mis sueños y mis amores y además me defendía de todas las acusaciones que las religiones volcaban sobre mí. El Evangelio era la verdadera Ley de Dios que los judíos ya no conocían porque los escribas habían cambiado la Ley de Dios en falsedad.
El pueblo judío estaba en tinieblas, porque ya no conocían la verdadera Ley de Dios..., y Jesucristo, siendo Dios se hizo Hombre, y lleno de misericordia por nosotros nos volvió a entregar la verdadera Ley de Dios para que la volviéramos a conocer, esto es, su Evangelio.
Luego descubrí que lo único que mandó Jesucristo a sus discípulos predicar por todos los pueblos, solamente fue el Evangelio. El Señor no mandó a sus discípulos predicar las leyes defectuosas del viejo testamento que fueron abolidas por Él mismo. El Señor solamente mandó a sus discípulos predicar el Evangelio. Así nos dice el evangelista:
"Y recorrió Jesús toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo" (MATEO 4:23)... Y así nos dice Jesucristo: "Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado" (San Marcos 16,15-16).
Desde entonces, Jesucristo es mi único Dios y el Evangelio para mí es la única Ley de Dios. Él me da la salvación solamente creyendo en el Evangelio..., y ya las condenas de los hombres y sus doctrinas las considero todas discutibles y ninguna influencia ni temor ejercen sobre mí.
Por eso, yo siempre pregunto: SI CREO EN EL EVANGELIO y no en muchas leyes del A.T., ¿puedo ser cristiano?... Y con esto, no es que yo dude de mi fe, sino que solo deseo conocer las diferentes interpretaciones de todos aquellos que quieran contestarme.