Celebra Papa a Inmaculada Concepción
Hace nuevamente Juan Pablo II gala de su fervor mariano
Por EFE
Cd. del Vaticano, Vaticano (8 diciembre 2004).- El Papa Juan Pablo II conmemoró hoy el 150 aniversario de la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción con una misa solemne celebrada en la basílica de San Pedro del Vaticano durante la que puso a la Iglesia en manos de María, a la que suplicó paz y salvación para todos los hombres.
"A ti, Virgen Inmaculada, predestinada por Dios como modelo de santidad para su pueblo, pongo de nuevo bajo tu protección a toda la Iglesia. Seas Tú, de nuevo, la que obtengas paz y salvación para todas las gentes", afirmó el anciano Pontífice, de forma solemne, durante la homilía.
En el mismo templo donde hace 150 años su antecesor el beato Pío IX proclamó el dogma de la Inmaculada, Juan Pablo II subrayó que en previsión de la muerte salvadora de Cristo, María fue preservada del pecado original y de cualquier otro pecado y que en la victoria del "nuevo Adán" está también la de la "nueva Eva, madre de los redimidos".
La Inmaculada -precisó el Obispo de Roma- es signo de esperanza para todos los vivientes.
El Pontífice le pidió también que guíe a los hombres en la fe y que acompañe a todos los cristianos en el camino de la conversión y de la santidad, en la lucha contra el pecado y en la búsqueda de la verdadera belleza, "que es el reflejo de la Belleza Divina".
Al igual que aquel 8 de diciembre de hace 150 años, en el que Pió IX estuvo acompañado de 53 Cardenales, 43 Arzobispos y 99 Obispos procedentes de todo el mundo y más de 50 mil personas que se congregaron en la plaza de San Pedro, hoy Juan Pablo II también estuvo acompañado por un centenar entre purpurados y prelados, por el cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede y miles de fieles.
El anciano Pontífice presentaba buen aspecto, dentro de sus limitaciones físicas. Leyó, con voz clara, parte de la homilía, mientras que el resto del texto lo concluyó el "número tres" del Vaticano, el Arzobispo argentino Leonardo Sandri, sustituto de la Secretaría de Estado.
Tras la misa, el Papa rezó el Angelus desde el balcón de su apartamento, que da a la plaza de San Pedro. Desafiando a la intensa lluvia que caía de manera abundante, el Pontífice manifestó que el privilegio de ser preservada del pecado original significa que María fue la primera liberada por su hijo.
"Su sublime belleza, reflejo de la de Cristo, es una apuesta ganadora para todos los creyentes. La Inmaculada Concepción es un faro para la humanidad de todos los tiempos y en el inicio de este tercer milenio nos orienta a creer y a esperar en Dios, en su salvación y en la vida eterna", afirmó.
El Papa Wojtyla le pidió que ilumine el camino de la Iglesia comprometida con la nueva evangelización.
Juan Pablo II deseaba celebrar de la manera más solemne esta jornada. Su amor mariano ya le llevó los pasados 14 y 15 de agosto al santuario de Lourdes, en el sur de Francia, para postrarse ante la Virgen que se presentó a la pequeña Bernadette en 1858, cuatro años después de la proclamación del dogma, diciéndole "soy la Inmaculada Concepción".
Esta tarde, siguiendo la tradición, se trasladará en automóvil hasta la plaza de España, en el centro de Roma, donde se alza la columna coronada por una estatua de la Virgen que mandó erigir Pío IX y bendijo el 8 de diciembre de 1857, tres años después de la definición dogmática de la Concepción Inmaculada de María.
Allí, según precisó hoy durante el Angelus, pondrá a Roma y al mundo entero en sus manos, y después realizará la tradicional ofrenda de flores.
Al acto asistirán miles de personas, así como Cardenales, Arzobispos, Obispos, el Alcalde de Roma y el Embajador de España ante la Santa Sede, Jorge Dezcallar.
Dezcallar entregará al Papa una fotografía restaurada y enmarcada del acto de la inauguración de la columna de la Inmaculada por parte de Pío IX aquel 8 de diciembre de 1957 ante el Palacio de España, sede de la Embajada.
España, una de las naciones más devotas de la Virgen, fue de las que más se preocupó para obtener de un Papa la definición dogmática de este misterio mariano.
El tema apasionó hasta el punto de que en los años previos a la proclamación del dogma se enfrentaron los "inmaculatistas" y los "maculatistas" y en Sevilla se llegó a producir un motín popular cuando un predicador afirmó que la devoción a María no impedía pensar que había nacido como todos, con el pecado original.
Hace nuevamente Juan Pablo II gala de su fervor mariano
Por EFE
Cd. del Vaticano, Vaticano (8 diciembre 2004).- El Papa Juan Pablo II conmemoró hoy el 150 aniversario de la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción con una misa solemne celebrada en la basílica de San Pedro del Vaticano durante la que puso a la Iglesia en manos de María, a la que suplicó paz y salvación para todos los hombres.
"A ti, Virgen Inmaculada, predestinada por Dios como modelo de santidad para su pueblo, pongo de nuevo bajo tu protección a toda la Iglesia. Seas Tú, de nuevo, la que obtengas paz y salvación para todas las gentes", afirmó el anciano Pontífice, de forma solemne, durante la homilía.
En el mismo templo donde hace 150 años su antecesor el beato Pío IX proclamó el dogma de la Inmaculada, Juan Pablo II subrayó que en previsión de la muerte salvadora de Cristo, María fue preservada del pecado original y de cualquier otro pecado y que en la victoria del "nuevo Adán" está también la de la "nueva Eva, madre de los redimidos".
La Inmaculada -precisó el Obispo de Roma- es signo de esperanza para todos los vivientes.
El Pontífice le pidió también que guíe a los hombres en la fe y que acompañe a todos los cristianos en el camino de la conversión y de la santidad, en la lucha contra el pecado y en la búsqueda de la verdadera belleza, "que es el reflejo de la Belleza Divina".
Al igual que aquel 8 de diciembre de hace 150 años, en el que Pió IX estuvo acompañado de 53 Cardenales, 43 Arzobispos y 99 Obispos procedentes de todo el mundo y más de 50 mil personas que se congregaron en la plaza de San Pedro, hoy Juan Pablo II también estuvo acompañado por un centenar entre purpurados y prelados, por el cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede y miles de fieles.
El anciano Pontífice presentaba buen aspecto, dentro de sus limitaciones físicas. Leyó, con voz clara, parte de la homilía, mientras que el resto del texto lo concluyó el "número tres" del Vaticano, el Arzobispo argentino Leonardo Sandri, sustituto de la Secretaría de Estado.
Tras la misa, el Papa rezó el Angelus desde el balcón de su apartamento, que da a la plaza de San Pedro. Desafiando a la intensa lluvia que caía de manera abundante, el Pontífice manifestó que el privilegio de ser preservada del pecado original significa que María fue la primera liberada por su hijo.
"Su sublime belleza, reflejo de la de Cristo, es una apuesta ganadora para todos los creyentes. La Inmaculada Concepción es un faro para la humanidad de todos los tiempos y en el inicio de este tercer milenio nos orienta a creer y a esperar en Dios, en su salvación y en la vida eterna", afirmó.
El Papa Wojtyla le pidió que ilumine el camino de la Iglesia comprometida con la nueva evangelización.
Juan Pablo II deseaba celebrar de la manera más solemne esta jornada. Su amor mariano ya le llevó los pasados 14 y 15 de agosto al santuario de Lourdes, en el sur de Francia, para postrarse ante la Virgen que se presentó a la pequeña Bernadette en 1858, cuatro años después de la proclamación del dogma, diciéndole "soy la Inmaculada Concepción".
Esta tarde, siguiendo la tradición, se trasladará en automóvil hasta la plaza de España, en el centro de Roma, donde se alza la columna coronada por una estatua de la Virgen que mandó erigir Pío IX y bendijo el 8 de diciembre de 1857, tres años después de la definición dogmática de la Concepción Inmaculada de María.
Allí, según precisó hoy durante el Angelus, pondrá a Roma y al mundo entero en sus manos, y después realizará la tradicional ofrenda de flores.
Al acto asistirán miles de personas, así como Cardenales, Arzobispos, Obispos, el Alcalde de Roma y el Embajador de España ante la Santa Sede, Jorge Dezcallar.
Dezcallar entregará al Papa una fotografía restaurada y enmarcada del acto de la inauguración de la columna de la Inmaculada por parte de Pío IX aquel 8 de diciembre de 1957 ante el Palacio de España, sede de la Embajada.
España, una de las naciones más devotas de la Virgen, fue de las que más se preocupó para obtener de un Papa la definición dogmática de este misterio mariano.
El tema apasionó hasta el punto de que en los años previos a la proclamación del dogma se enfrentaron los "inmaculatistas" y los "maculatistas" y en Sevilla se llegó a producir un motín popular cuando un predicador afirmó que la devoción a María no impedía pensar que había nacido como todos, con el pecado original.