El origen nazi de los bautizos civiles

Bart

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24 Enero 2001
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Con sonrisa festiva por parte de la presentadora de televisión se anunciaban ante los atónitos ojos de los espectadores las celebraciones que habían comenzado a tener lugar en determinados ayuntamientos catalanes. Esa misma presentadora calificaba los actos de "sacramentos civiles" y adornaba sus palabras con imágenes de niños sonrientes en brazos de madres felices. Tras ofrecer referencia sobre las anunciadas "ceremonias" pasaba a algo que ya es común denominador en la forma de presentar lo que se quiere que el telespectador oiga y digiera: el refrendo (escogido, por supuesto) de ciudadanos a pie de calle que son interrogados sobre la bondad de la iniciativa.

<IMG SRC="http://www.elsemanaldigital.com/imagenes/fotosdeldia/bautizo_civil.jpg" BORDER=0 ALIGN="RIGHT" ALT="Ceremonia de -imposición del nombre-, en torno a 1936-1937">Ya son dos los municipios que han regulado la cuestión: Igualada y Sant Boi del Llobregat. Una de las madres que ha ofrecido a su pequeño para ese "bautismo civil" manifestaba sin rubor alguno: "Yo quería que mi hijo fuera recibido por la casa del Pueblo, no por la de Dios".

En ese ritual que se ha establecido se leen fragmentos de la Carta de los Derechos de los Niños de la ONU, y del capítulo de la Constitución española referido a la Educación. Y se da la bienvenida al "ciudadano" bajo los auspicios de valores como la libertad, la igualdad, el respeto y la solidaridad. Todo ello acompañado por música de Bach, canciones tradicionales catalanas y poemas.

La madre ofertante del niño calificó el acto de "ritual".

Lejos de ser una "payasada" o una "ridiculez", como lo han calificado alguna autoridad eclesiástica o la popular voz de Federico Jiménez Losantos en la COPE, todo lo anterior tiene una resonancia histórica tan inquietante como huérfana de toda candidez.

Hubo tiempos en que el Cristianismo en la reciente historia de Europa fue objeto de ataques muy bien calculados con la finalidad clara de extirparlo quirúrgicamente de los corazones y almas. La degradación intelectual que constituyó el nacional socialismo alemán tuvo esa clara finalidad. Desde Richard Wagner, el novelista Félix Dhan y todos los filósofos völkische como Langbehn, Lagarde y Frenasen se esforzaron por que las energías psíquicas del pueblo alemán se dirigieran hacia el pasado racial, la moral tribal y las tradiciones primitivas.

Todo ello se fue inoculando hasta llegar a las explosiones de aquelarre que tuvieron lugar en Nüremberg en 1934. Allí los coros de las Juventudes Hitlerianas recitaron: "Ningún malvado sacerdote nos impedirá sentir que somos hijos de Hitler. No seguimos a Cristo, sino a Horst Wessel. Basta de incienso y de agua bendita. Por nosotros, la Iglesia puede irse a paseo. La esvástica trae la salvación a la tierra. Yo quiero seguirla paso a paso. ¡Baldur Von Schirach, llévame contigo!".

Después… todos sabemos lo que ocurrió.

Desde instancias gubernamentales de la Alemania nazi se arbitró el "Movimiento de la Fe" –que pretendía ser la Iglesia Neo Pagana del III Reich–. Se definía más por su hostilidad hacia el cristianismo y las Iglesias establecidas que por otra cosa. Con el propósito de utilizar las "conversiones" al neopaganismo para complementar las propias y más generales medidas antieclesiásticas (como fue la asfixia de las organizaciones juveniles y la reducción de la enseñanza religiosa en las escuelas), el Partido impulsó una campaña encaminada a persuadir a los feligreses a abandonar individualmente la Iglesia.

Las actividades "positivas" del Movimiento de la Fe se centraban principalmente en la descristianización de los rituales en torno al nacimiento, el matrimonio y la muerte, y en la conversión de la Navidad en un festival pagano del solsticio.

En lo que hace al "bautismo civil", los nacional socialistas colocaban la runa de la vida como principal motivo decorativo. El niño era llevado por su padre a la sala de la ceremonia sobre un escudo teutónico, envuelto en una manta de lana no blanqueada en la que había bordadas hojas de roble, runas y esvásticas. El nombre del niño y la fecha del nacimiento eran inscritos en la primera página de su "libro de la vida". Los dos progenitores colocaban las manos sobre su hijo y pronunciaban su nombre.

Nada sucede por casualidad.

Desde que la memoria de los pueblos alcanza, los rituales culturales y religiosos han practicado la misma táctica: suplantar al que consideran negativo. Así, se han edificado templos donde antes había otros, o se han profanado éstos para darles "usos civiles" (como ocurrió en la Unión Soviética). Todo ello siempre con la misma finalidad: desposeer de legitimidad a usos y ritos arraigados en la Fe popular. En la actualidad, se obra de modo mucho más sutil: no se prohíbe la práctica de los rituales clásicos, pero se instrumenta su suplantación mediante ritos paralelos con el apoyo de la propaganda mediática y el mensaje de que tan válido es un ritual como otro. Y para que la confusión sea completa se le llama "sacramento civil".

No. No es una payasada ni una ridiculez más. Es mucho más. Estamos ante una estrategia muy bien amplificada por el totalitarismo laicista, que ya se ha quitado el rostro en esta España quebrada nacida el 11 de marzo. Estamos ante un atentado más a las creencias profundas de una nación milenaria.

Ayer fue Alemania. Hoy es España. Ayer el nacional socialismo. Hoy el socialismo nacionalista.

Que nadie lo vea como una payasada de ediles que quieren llamar la atención en pequeños municipios. La amplificación de los hechos por la televisión en horas de mayor audiencia con esas imágenes de madres sonrientes y ese refrendo que se hace a pie de calle a ciudadanos escogidos, y su posterior propaganda en prensa nacional, restan toda ingenuidad a la "feliz iniciativa".

Nadie se ha preguntado –o les ha preguntado– de qué filosofía nacen los derechos del niño (si no es del cristianismo). Nadie ha cuestionado si esa ceremonia laica, calificada de "sacramento", garantiza –más que el mensaje de quien ha marcado la Civilización Occidental– mejor la dignidad de la persona, los derechos del no-nacido, la libertad y la dignidad.

Se persigue abiertamente vaciar de contenido lo esencial del Cristianismo. Se busca la suplantación de los sacramentos por actos administrativos en los que el ser humano es dispensado de su potestad para ser libre por el mismo Estado (cuando es justamente a la inversa: el ser humano es creado a imagen y semejanza de Dios, provisto de su dignidad y libertad para salvarse –en la superación de sí mismo y su apertura al prójimo–, o condenarse –si se encierra en estéril egoísmo y materialismo–).

Ahí reside la malignidad de la iniciativa de los "bautismos civiles". Nunca será el Estado el que otorgue la dignidad y la libertad al Hombre, porque esos valores ya están ínsitos en la persona por sí mismos.

Se empieza por dejar en manos del Estado la entrada en la Sociedad, y será el Estado en el que decida finalmente cuándo debemos dejarla.

¿De verdad está muerto el nacional socialismo?

Autor: Carlos Martínez Cava Arenas

Fuente: El Semanal Digital.
 
Mirarse demasiado el ombligo y acabar en fanatismo?

Mirarse demasiado el ombligo y acabar en fanatismo?

Bufff, con todos mis respetos... ¿no parece un poco exagerada esa analogia entre los dos "bautismos civiles" que se citan?

A ver, a ver, analicemos para ver las cosas claras. Se esta comparando:

- Por un lado, la carta de los derechos de los niños de la ONU, la Constitucion Española, valores como la libertad, la igualdad, el respeto y la solidaridad, canciones tradicionales y poemas (salvo que estos ultimos hablen de como matar al vecino, yo por mi parte solo veo valores positivos en todo esto).

- Por otro lado, aquelarres, Hitler, Wessel, esvasticas, fanatismo... (aqui ya no veo tanta cosa positiva...)

En definitiva, es comparable el alcalde de un pueblo con el mismisimo Hitler? solo por el hecho de institucionalizar un ritual que no es cristiano? Es que, parandose a pensar, se esta acusando de futuro genocida a un hombre por el simple hecho de no compartir las creencias cristianas... un poquito de tolerancia con los demas, por favor...

Solo una cosa mas. ¿no parece un poco "osado" afirmar "Nadie se ha preguntado –o les ha preguntado– de qué filosofía nacen los derechos del niño (si no es del cristianismo)." ? No da un poco la impresion de mirarse demasiado el ombligo? no hay otras religiones con valores igual de positivos (como minimo) que los cristianos y que tambien defienden los derechos de los niños? es acaso el cristianismo la unica creencia "positiva" sobre la tierra?

Que cada cual reflexione sobre sus creencias...

Saluditos.
 
Re: El origen nazi de los bautizos civiles

Por otro lado, el gobierno nazi también fue uno de los primeros en promulgar leyes de protección del paisaje y del medio ambiente. ¿También es necesario condenar el ecologismo?
 
Re: El origen nazi de los bautizos civiles

"Estamos ante una estrategia muy bien amplificada por el totalitarismo laicista, que ya se ha quitado el rostro en esta España quebrada nacida el 11 de marzo. Estamos ante un atentado más a las creencias profundas de una nación milenaria." ¿Totalitarismo laicista? ¿No es ir un poco demasiado lejos?, ¿atentado a las creencias? Lo concedería si se ilegaliza el cristianismo, pero hasta que eso no pase no es un atentado a las creencias, cada quien cree lo que quiera creer, y me parece correcto que el estado ni prohiba una religión, ni la fomente, y si alguien quiere creer, no en una religión, sino en un Estado, ¿porqué no puede hacerlo?
 
Re: El origen nazi de los bautizos civiles

Que buen trabajo se ha hecho ¿ves?
 
Re: El origen nazi de los bautizos civiles

http://www.abc.es/abc/pg041109/prensa/noticias/Opinion/Colaboraciones/200411/09/NAC-OPI-003.asp

EDICIÓN IMPRESA - COLABORACIONES
<center>NOSTALGIA DE LA RELIGIÓN</center>

Por César Alonso DE LOS RÍOS/


EL bautizo civil que acaba de celebrarse en Igualada es algo más que una ocurrencia o un atrevimiento. Al igual que los matrimonios de homosexuales y las primeras comuniones festivas, es una muestra de la insatisfacción en la que se encuentran instalados los laicos. Este empeño en invocar lo religioso para justificar o dar realce a ciertos hechos viene a demostrar una inmensa nostalgia religiosa por parte de aquellos que dicen no tener fe. Se reconoce, asimismo, la fuerza seductora que tienen las tradiciones. Se intenta encontrar en los aledaños de la religión los remedios a la frustración que no es capaz de proporcionar el agnosticismo. Es un modo de acercarse a la sombra de la Iglesia, lo que no quita para que, objetivamente, haya que denunciar lo que todas estas prácticas tienen de desconsideración de los sacramentos. Por no decir de agresión. La típica de los bárbaros en un templo...

La utilización de los sacramentos aunque sea tan sólo en su lado más nominalista o apariencial es una demostración del vacío en el que se encuentra la izquierda agnóstica. La misera en la que yace.

Descreída, pragmática, utilitarista, carente de valores y de modelos alternativos al tipo de sociedad que critican retóricamente... la izquierda atea, agnóstica o laica (que ni siquiera ellos mismos son capaces de diferenciar) no sólo está hueca, sino que es consciente de que suena a hueca y de que, por tanto, ya no queda en ella nada que pueda dar sentido a sus vidas y a aquellos actos que consideran especialmente relevantes o significativos. Entonces es cuando miran alrededor y comprueban que sus despreciables vecinos católicos, estos carcas que diría Zapatero, parecen tener resueltas algunas cosas. Y deciden apropiárselas. Eso sí, vaciándolas a su vez. En su mejor estilo. Dejándolas en pura carcasa. En gesto. En este caso vacían la liturgia de lo sacramental.

ASÍ que celebrarán el bautismo sin bautizo, esto es, sin dar el paso a la fe; llamarán matrimonio a lo que no carece de posibilidades de maternidad y llamarán primera comunión a un acto insular e intransitivo. Ni siquiera el niño tendrá posibilidades de saber por qué razón le someten sus padres a esta impostura. No creen en la religión pero necesitan el olor de lo sagrado, el perfume de lo religioso..., aunque sea para reafirmarse en el resentimiento contra la Iglesia.

¿Por qué razón los creyentes habrían de ser más que nosotros?, se preguntan los agnósticos. Así que insatisfechos con la ceremonia civil o con el simple banquete, tratan de aprovecharse del patrimonio secular de la Iglesia. No les parece suficiente lo profano. Necesitan la apariencia de lo sagrado, la simulación religiosa. Un poco de liturgia, la nostalgia del sacramento, un olor a incienso...

ANTE estos hechos los ideólogos de la izquierda deberían reflexionar sobre la naturaleza del progresismo laico y su formidable capacidad para la frustración. Deberían al menos darse cuenta de que sin una moral laica que ellos y sus partidos han sido capaces de construir, sin una tradición cultural pagana, sin valores (término que, por otra parte, les horroriza) las gentes de izquierda presentan el aspecto patético del que busca la trascendencia en creer en ella.

Los matrimonios de gays, las primeras comuniones falsas, los bautizos civiles... constituyen la trivialización intolerable de los sacramentos, pero, al tiempo, suponen el reconocimiento del inmenso fracaso de la laicidad. Todos estos hechos nos anuncian la vuelta a un mundo de valores o, al menos, a la necesidad de ese regreso.



Fuente: http://www.abc.es/