El Infierno; ¿Qué es y donde Esta?
por Thomas Williams
(Publicado originalmente en 1898)
Después de mostrar que los inicuos finalmente han de ser todos destruidos, la siguiente pregunta podría surgir en la mente del lector: ¿Qué puede decirse del infierno del que tanto oímos en las iglesias populares? Si el destino de todos los inicuos es destrucción completa, ¿de qué sirve un lugar como el infierno, en el cual se nos ha enseñado a creer? Porque se dice que es tan necesario para la recepción de los inicuos, como el cielo de la teología popular lo es para los justos. Si los inicuos han de ser destruidos en el sentido de ser borrados de la existencia, y si hay un lugar como el infierno, cuando se haya completado la destrucción, quedará totalmente vacío. ¿Es que, también, ha de cesar de existir así como aquellos que estaban destinados a ser sus eternos habitantes, o es que no existe semejante lugar? Cualquiera que sea el lugar que a los inicuos se les permita ocupar por una temporada, es evidente que ha de venir el tiempo en que no lo ocuparán más; porque el salmista dice: "Pues de aquí a poco no existirá el malo; observarás su lugar, y no estará allí" (Salmos 37:10). Sin embargo, esto no significa que Dios tiene un lugar en particular asignado para los inicuos en el cual todos han de ser reunidos para ser sometido a torturas, y que ese lugar ha de dejar de existir. Sencillamente significa que cuando los inicuos cesan de existir, no podrán ser encontrado en ninguna parte, porque no habrá lugar asignado para la permanencia de nadie, sino para aquellos que estén aptos para disfrutar bendiciones eternas. De ahí que Job dice, cuando por un momento perdió de vista la esperanza de salvación: "Los ojos de los que me ven, no me verán más; fijarás en mí tus ojos, y dejaré de ser. Como la nube se desvanece y se va, así el que desciende al Seol no subirá; no volverá más a su casa, ni su lugar le conocerá más" (Job 7:8-10). Por lo tanto, el "lugar" de los inicuos es el que ocupan en esta vida y cuando sean "consumidos y se desvanezcan", ningún lugar será profanado por su presencia en todo el universo de Dios.
La teoría popular es que Dios creó esta tierra para que el hombre la habitara sólo en esta vida; y que debido a que su intención era separar el bien del mal cuando sus supuestas almas inmortales abandonaran sus cuerpos al momento de la muerte, necesariamente debían haber dos lugares preparados. Se supone que el lugar para la morada eterna de los buenos es el cielo, y que para los inicuos es lo que se ha llamado el infierno. Ahora bien, tenemos un relato de la creación del cielo y la tierra, pero ni una palabra se dice acerca de la creación del lugar que la gente popularmente llama infierno. Evidentemente el cielo es el lugar donde habita Dios; y la tierra fue creada como un lugar para que la habite el hombre. Se ha dicho: "Porque así dijo Jehová, que creó los cielos; él es Dios, el que formó la tierra, el que la hizo y la compuso; no la creó en vano, para que fuese habitada la creó" (Isaías 45:18). Si efectivamente Dios creó un infierno para que fuera "habitado" por una población humana mucho mayor de la que hubo jamás en algún tiempo en esta tierra, y de la que alguna vez habitará en los cielos, ¿por qué es que un lugar tan importante no fuera mencionado cuando se dio el relato de la creación del cielo y la tierra en el principio y que se menciona en diversos lugares de las Escrituras? Sería el primer lugar que se ocuparía después de la tierra; porque se afirma que la sentencia que Adán trajo sobre sí y su posteridad era una que consignaba a todos a tormentos interminables, y que la salvación es el rescate de allí y el traslado al cielo. Entonces, también, pronto se haría necesario como un lugar en el cual se pondría al inicuo Caín y a aquellos como él. De modo que su importancia, desde el punto de vista popular, era tal que hacía necesario que se mencionara juntamente con el de la creación del cielo y la tierra; y el hecho de que jamás se hizo ninguna mención de su creación es una prueba, entre muchas otras, que semejante lugar nunca fue creado, excepto en el cerebro imaginativo de los filósofos paganos, que ellos usaban para asustar a las rebeldes masas para que se sometieran a sus superiores. "Para las masas era igualmente cierto, para los filósofos igualmente falso, y para los magistrados igualmente necesario"; y se consideraba un error no engañar a las masas con falsedades, afirmando que el fin justifica a los medios. Aunque semejante procedimiento pueda ser excusable para los "filósofos" paganos, se constata que los hechos son más absurdos que la ficción cuando observamos a gente civilizada y educada aún aferrándose a semejante reliquia pagana de la superstición bárbara.
Cuando Dios creó el cielo y la tierra podemos concluir con certeza que él no creó el infierno popular; porque no se menciona. Cuando colocó a nuestros primeros padres en el Paraíso, y declaró que todo era "bueno en gran medida", no podría haber habido tan maligno lugar. La raza adánica, en la sabiduría y bondad del Creador, tuvo un buen inicio, tanto con respecto a Adán y Eva como al cielo en lo alto y la tierra acá abajo. Todo esto estaba relacionado con la frase "bueno en gran medida", un hecho que no deja cabida para un infierno de tormento, ni para un diablo personal inmortal cuya misión era engañar y atormentar, y nada más. Si la creación del "infierno" fue una idea tardía, que surgió por motivo del pecado del hombre, seguramente habríamos tenido alguna referencia de su inicio en aquel Libro que fue hecho con el propósito de enseñar al hombre su origen y destino.
El momento preciso en que uno podría esperar razonablemente encontrar alguna mención del infierno, sería cuando se pronunció sentencia sobre nuestros primeros padres; pero allí no encontramos ninguna alusión acerca de la existencia de semejante lugar, ni de que ellos o algunos de sus descendientes quedaren expuestos a las penas y castigo de tan horrible lugar. El propósito de la sentencia es: "Polvo eres, y al polvo volverás", una sentencia que, como hemos mostrado en el capítulo anterior, fue impuesta a la única persona que pecó; y si había otra persona, en forma de un "alma inmortal", que era más culpable que el sentenciado, y que se supone que es aquel para el cual se hizo el "infierno", esa persona, el principal pecador en este caso, escapó sin que se le sentenciara a su lugar de castigo, porque no se dice ni una palabra acerca de él o de su supuesto lugar. De modo que empezamos con la Biblia en la mano sin un "infierno", y sin un diablo, e incluso después de la caída del hombre no se nos revela ninguna información acerca del "infierno", y si hubo uno, sólo tenemos la afirmación de mentes prejuiciadas engañadas por una antigua superstición que la respalda.
La palabra infierno tal como se usa en la Biblia
La mejor manera de determinar el significado de una palabra bíblica es examinar el uso que se le da en la Biblia misma. Al emplear este método escaparemos del prejuicio teológico al cual están sujetos todos los compiladores de diccionarios. Casi todo el Antiguo Testamento se escribió en el idioma hebreo, y el Nuevo Testamento en el griego. Afortunadamente, tenemos una traducción del Antiguo Testamento en el idioma griego, llamada la Septuaginta, una traducción que se hizo alrededor del año 250 a.C. Esto nos permite comparar las palabras hebreas con las griegas en el Antiguo Testamento, y nos ayuda a entender su significado en todos los pasajes de las Escrituras. La palabra hebrea de la cual se ha tomado la idea de "infierno" es Sheol; y en griego, cuando se aplica a lo mismo, es Hades. Hay otra palabra griega en el Nuevo Testamento que se ha traducido incorrectamente como "infierno", y es Gehenna; pero examinaremos esta palabra más adelante. Resulta que los traductores, en versiones modernas de la Biblia en castellano, ya no vierten la palabra Sheol como "infierno", sino que la han traducido como "sepulcro" en Eclesiastés 9:10 y en Cantares 8:6. En todos los otros 63 casos donde aparece se ha transliterado como "Seol". Esto nos ayuda a ver cómo ellos han lidiado con esta palabra al descubrir que no coincidía con la teoría con la cual su teología había corrompido su mente.
Examinemos ahora algunos de los pasajes donde aparece la palabra Sheol [transliterada al castellano como 'Seol'] y veamos si podemos hacer que concuerden con la teoría popular acerca del "infierno", y si no se puede, dejemos entonces que nuestra mente llegue a la conclusión a la que los pasajes mismos nos llevarán.
Sheol -- el Sepulcro o Estado de los Muertos
Génesis 37:35 -- "Mas él no quiso recibir consuelo, y dijo: Descenderé enlutado a mi hijo hasta el Seol [sepulcro]".
Génesis 42:38 -- "Y si le aconteciere algún desastre en el camino por donde vais, haréis descender mis canas con dolor al Seol".
1 Samuel 2:6 -- "Jehová mata, y él da vida; él hace descender al Seol, y hace subir".
1 Reyes 2:6 -- "Tú, pues, harás conforme a tu sabiduría: no dejarás descender sus canas al Seol en paz".
Job 14:13 -- "¡Oh, quién me diera que me escondieses en el Seol, que me encubrieses hasta apaciguar tu ira".
Job 17:13 -- "Si yo espero el Seol [sepulcro] en mi casa; haré mi cama en las tinieblas".
Salmos 30:3 -- "Oh, Jehová, hiciste subir mi alma del Seol [sepulcro]; me diste vida, para que no descendiese a la sepultura".
Salmos 49:14 -- "Como rebaños que son conducidos al Seol, la muerte los pastoreará".
Oseas 13:14 -- "De la mano del Seol los redimiré, los libraré de la muerte. Oh muerte [sepulcro], yo seré tu muerte [destrucción]" (compárese con 1 Corintios 15:55).
Eclesiastés 9:10 -- "En el sepulcro [Seol], adonde vas, no hay obra, ni trabajo, ni ciencia, ni sabiduría".
Salmos 31:17 -- "Sean avergonzados los impíos, estén mudos en el Seol [sepulcro].
Ezequiel 32:27 -- "Y no yacerán con los fuertes de los incircuncisos que cayeron, los cuales descendieron al Seol [sepulcro] con sus armas de guerra, y sus espadas puestas debajo de sus cabezas".
Salmos 16:10 -- "Porque no dejarás mi alma en el Seol [sepulcro], ni permitirás que tu santo vea corrupción". (Pedro usa esto para probar que Cristo resucitó de entre los muertos, en Hechos 2:27, 30-32).
Por estos testimonios es evidente que los escritores inspirados no interpretaban la palabra Seol como un lugar de tormento eterno. Si sustituimos a la palabra Seol por la frase 'lugar de tormento eterno' en estos textos, veremos lo absurdo que es la teoría de la teología moderna. Haría decir a Jacob: 'No quiero recibir consuelo; y descenderé enlutado a mi hijo hasta el lugar de tormento eterno'. Y haría decir a David: 'Que sus canas no desciendan al lugar de tormento eterno en paz", como si fuera posible ir a semejante lugar en paz. Haría decir a Job: '¡Oh, quién me diera que me escondieses en el lugar de tormento eterno, que me encubrieses hasta apaciguar tu ira', lo cual significaría orar para ir de mal en peor. Haría decir a David y Pedro que Cristo fue al lugar de tormento eterno, pero que no fue dejado allí. Ahora bien, si tenemos presente que el destino final de los inicuos es que se les castigará con la muerte eterna, es decir, que serán arrojados a las tinieblas de la muerte y al sepulcro, entonces podemos entender fácilmente el uso de la palabra Sheol cuando los traductores la han transliterado como 'Seol [sepulcro]; tal es el caso, por ejemplo, en Salmos 9:17 -- "Los malos serán trasladados al Seol, todas las gentes que se olvidan de Dios".
Tomemos, por ejemplo, las palabras de Ezequiel 32:27 -- "Y no yacerán con los fuertes de los incircuncisos que cayeron, los cuales descendieron al Seol [Sheol = sepulcro] con sus armas de guerra, y sus espadas puestas debajo de sus cabezas". Aquí se muestra que 'Seol' es un lugar donde los poderosos yacen "con sus espadas puestas debajo de sus cabezas", aludiendo a la costumbre de colocar la espada del guerrero debajo de su cabeza cuando son depositados en el sepulcro. Qué absurdo es suponer que los soldados van al 'infierno' de la creencia popular donde reposarán con sus espadas debajo de sus cabezas. Por lo tanto, el uso de la palabra sheol en este y otros pasajes citados muestra que los escritores inspirados no le atribuían a dicha palabra el significado de 'infierno' que se le da en nuestros días. No hay un solo pasaje en el que tenga un significado tan absurdo como el de "infierno", y el hecho que los testimonios citados muestren que se refiere al sepulcro, un significado que ni la mente del más ardiente creyente en la teoría popular no puede resistir, es suficiente en sí mismo para excluir su aplicación al "infierno" de la creencia popular; porque, ¿cómo podría emplearse la misma palabra para dos lugares tan marcadamente diferentes como el sepulcro, donde todo es oscuridad y insensibilidad, y uno encendido con ominosas llamas, donde se experimenta la más profunda sensibilidad de una tortura sin fin?
Si acudimos al Nuevo Testamento encontramos que la misma conclusión es irresistible. Por supuesto, aquí tenemos la palabra griega hades, en vez de la palabra hebrea sheol. Que ambas palabras significan lo mismo, se verá en los casos en que el Nuevo Testamento cita del Antiguo. En Salmos 16 David dice proféticamente de Cristo: "Porque no dejarás mi alma en el Seol [sepulcro], ni permitirás que tu santo vea corrupción". Este pasaje se cita en Hechos 2:27, 31 -- "Porque no dejarás mi alma en el Hades [sepulcro], ni permitirás que tu Santo vea corrupción". Ambos pasajes hablan de la resurrección de Cristo del lugar donde estuvo durante su muerte, un lugar donde comúnmente los hombres 'ven corrupción'; pero en el cual Dios no permitió que Cristo permaneciese sino que en su caso hizo una excepción, y no lo dejó en el sheol o hades, sino que lo resucitó de entre los muertos. De ahí que Pablo dice que había declarado a los corintios que "Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras" (1 Corintios 15:3-4). Cuando Cristo murió "derramó su vida hasta la muerte" (Isaías 53:3, 4). De modo que cuando estaba muerto no estaba vivo, y dondequiera que haya sido depositado cuando murió, ahí estuvo hasta que resucitó. Lo depositaron en el sepulcro; pero no "permaneció" allí; y al declarar el hecho Pedro dice: "Su alma no fue dejada en el Hades [sepulcro]", y el salmista al profetizar esto acerca de sí mismo y de Cristo dijo: "Pero Dios redimirá mi vida del poder del Seol [sepulcro], porque él me tomará consigo" (Salmos 49:15).
Ahora bien, esto muestra que el término sheol significaba para el Salmista lo mismo que la palabra hades significaba para Pedro. Ambos pasajes hablan del mismo acontecimiento, esto es, la resurrección de Cristo. Ahora podemos examinar el uso de la palabra hades en los otros pasajes donde ocurre en el Nuevo Testamento.
Hades--El Sepulcro o Estado de los Muertos
Mateo 11:23 -- "Y tú, Capernaum, que eres levantada hasta el cielo, hasta el Hades [sepulcro] serás abatida".
"Esta predicción de nuestro Señor se cumplió literalmente; porque en las guerras entre los romanos y los judíos estas ciudades fueron totalmente destruidas, de tal modo que en el presente no quedan vestigios de Betsaida, Corazín o Capernaum" (Clark, Commentary).
Por lo tanto, ser abatido hasta el Hades, o sepulcro, significaba ser destruido.
Mateo 16:18 -- "Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades [sepulcro] no prevalecerán contra ella".
"Las puertas del Hades"--, dice Parkhurst--, puede aludir siempre a la forma de los sepulcros judíos".
Las puertas del sepulcro no prevalecerán porque la iglesia será liberada y exclamará: "¿Dónde... está, oh sepulcro [hades], tu victoria?" (1 Corintios 15:55).
Lucas 10:15 -- Lo mismo que ya se ha dicho de Mateo 11:23.
Lucas 16:23 -- "Y en el Hades alzó sus ojos".
Hechos 2:27-31 -- "Porque no dejarás mi alma en el Hades [sepulcro], ni permitirás que tu Santo vea corrupción".
1 Corintios 15:55 -- "¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro [hades], tu victoria?"
Apocalipsis 1:18 -- "Yo soy... el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que yo vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades [sepulcro]".
Apocalipsis 6:8 -- "Miré, y he aquí un caballo amarillo, y el que lo montaba tenía por nombre Muerte, y el Hades le seguía [sepulcro]".
Apocalipsis 20:13, 14 -- "Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras. Y la muerte y el Hades [sepulcro] fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda".
Queda totalmente aclarado para el lector que estos pasajes se aplican al sepulcro, excepto, quizás, uno; aquel en que se dice que hombre rico alzó la vista en el Hades. Nos proponemos explicar esta parábola más adelante, pero aquí diremos que la parábola del hombre rico y Lázaro estaba dirigida a los fariseos (Lucas 16:14), quienes, al haber aceptado las tradiciones que invalidaban la Palabra de Dios, se habían hecho creyentes en el dogma pagano de la existencia conciente de las almas desincorporadas. Para hallar una habitación para estas después de la muerte, inventaron un lugar donde eran preservadas las almas buenas y malas a la espera del día del juicio; y a ese lugar daban el nombre de hades. En esta parábola nuestro Señor usó la teoría de ellos para representar la catástrofe nacional que dentro de poco vendría sobre ellos por medio de la destrucción de Jerusalén, y su tormento a manos de los romanos y otras naciones entre las cuales padecerían. El hecho que el Salvador usara la teoría de ellos en parábola no lo compromete con esa teoría así como tampoco el uso de la palabra Beelzebú (Mateo 12:27) lo compromete con la ficción pagana del dios de las moscas. Debe recordarse que nuestro Señor no hizo ningún intento por corregir a los fariseos y mostrarles la falacia de los dogmas paganos que ellos habían abrazado. Sabía que ellos se creían justos, así que les dijo irónicamente: "No he venido a llamar a justos" (Mateo 9:13). Está escrito que "sin parábolas no les hablaba" (Mateo 13:34); y la razón que dio para esto fue: "Porque a vosotros [los discípulos] os es dado saber los misterios del reino de los cielos; mas a ellos no les es dado" (Mateo 13:11).
Aunque las Escrituras no pueden ser reforzadas por nada que puedan decir los escritores, muchos se sienten más confiados si saben que escritores populares apoyan cualquier punto de vista que ellos puedan tomar. A veces los comentaristas dan honestamente una verdadera exposición, aun cuando los pasajes que ellos han comentado condenen las teorías que ellos tanto aprecian; y sobre el tema que estamos señalando, esto queda ilustrado en las siguientes citas:
AUTORES POPULARES COMENTAN LA PALABRA INFIERNO
"La palabra hebrea sheol se traduce correctamente como infierno en un sentido general, si se quiere significar lo mismo que la antigua palabra latina infernus, el receptáculo tapado de todos los muertos, donde los buenos y los malos reposan juntos en un estado de INCONSCIENCIA; pero muy incorrectamente y muy desvergonzadamente si se pretendía que fuese un símbolo del infierno de la creencia popular y tradicional como un lugar de tormento consciente sólo para los inicuos. Pero nosotros, sin la menor reserva, condenamos a los traductores; puesto que ellos evidentemente se han esforzado por obscurecer el verdadero sentido de la palabra sheol, y para sostener el significado tradicional del infierno a expensas de la verdad y la uniformidad. Si la palabra sheol se hubiese traducido uniformemente como hoyo o sepulcro o el estado de los muertos, o incluso como las mansiones de los muertos, nunca se le habría relacionado con una idea tan absurda como la de un lugar de tormento consciente" (Bible versus Tradition, p. 188).
"Hades significa literalmente aquello que está en oscuridad. Un cuidadoso examen llevará a la conclusión de que en estos pasajes donde ocurre la palabra hades no hay ninguna justificación para la idea de un estado intermedio, sino que se refieren al sepulcro, tanto de los justos como de los inicuos". Dr. Kitto, Cyclopedia [Enciclopedia].
"La palabra original hades, derivada de a, que significa no, y de idien, que significa ver--el invisible receptáculo o mansión de los muertos--, corresponde a sheol en hebreo. La palabra infierno, que se usa en algunas traducciones, ahora expresa un significado incorrecto de la palabra original, porque se usa sólo para dar a entender el lugar de los condenados. Pero como el vocablo infierno viene del término latino infernus, que significa tapar u ocultar [...], el significado literal de la palabra original hades estaba en tiempos antiguos bien expresada por ella".--Dr. Adam Clarke, Commentary [Comentario].
"La expresión 'las puertas del hades` puede aludir siempre a la forma de los sepulcros judíos, los cuales eran grandes cuevas con una entrada angosta, muchos de los cuales se pueden hallar en Judea"-- Parkhurst, Lexicon.
Estos autores esclarecen el asunto en armonía con las Escrituras; y se verá que si tenemos presente el verdadero significado de la palabra "infierno" cuando leemos pasajes en los que se ha traducido de la palabra hades o se han transliterado como Hades, la palabra se ha vertido correctamente, significando invisibilidad, lo oculto. ¿A qué se le puede denominar invisibilidad y oculto más aptamente que al estado de muerte, en el polvo, o en el sepulcro, cubierto o tapado?
Una mirada a los pasajes ya señalados mostrará que están en perfecta armonía con el uso en el Antiguo Testamento de la palabra sheol para referirse al sepulcro. Abatir a Capernaum hasta el Seol significaba destruirla. Decir que las puertas del infierno no prevalecerían contra la iglesia era dar seguridad de la resurrección a la vida, el triunfo y gloria de todos los fieles que forman parte de la prometida, la que ha de convertirse en la esposa del Cordero a su venida. Que Cristo posea las llaves del infierno significa que él es "la resurrección y la vida" para todos sus fieles, y el destino a la muerte y al sepulcro de los infieles para siempre. Que la muerte y el infierno entregarán a los muertos que están en ellos significa que a los muertos se les dará vida y que los sepultados resucitarán de entre los muertos. Que la muerte y el infierno serán lanzados simbólicamente al abismo significa que el poder que tienen sobre todos los redimidos será destruido, cuando ya no habrá más muertes, y, por consiguiente, el sepulcro ya no devorará más víctimas. Cuando Cristo reinará hasta que haya destruido al último enemigo--la muerte--cada uno que pruebe que es digno de alcanzar la vida eterna en gloria, podrá exclamar triunfantemente: "¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?", entonces habrá llegado el momento cuando "no existirá el malo; observarás su lugar, y no estará allí", y "Dios [será] todo en todos" universalmente.