Dios mismo descendió entre los hijos de los hombres y porque moró en la carne fue llamado Hijo de Dios y habiendo sujetado la carne a la voluntad del Padre, siendo el Padre y el Hijo. El Padre porque fue concebido por el poder de Dios; y el Hijo, por causa de la carne; por lo que llega a ser el Padre e Hijo; y son un Dios, sí, el verdadero Padre Eterno del cielo y de la tierra. Y así la carne, habiéndose sujetado al Espíritu, o el Hijo al Padre, siendo un Dios, sufre tentaciones, pero no cede a ellas, sino que permite que su pueblo se burle de él, y lo azote, y lo eche fuera, y lo repudie. Será llevado, crucificado y muerto, la carne quedando sujeta hasta la muerte, la voluntad del Hijo siendo absorbida en la voluntad del Padre.