¿Qué es bueno? - Todo lo que eleva el sentimiento de poder, la voluntad de poder, el poder mismo en el hombre.
¿Qué es malo? - Todo lo que procede de la debilidad.
¿Qué es felicidad? - El sentimiento de que el poder crece, de que una resistencia queda superada.
No apaciguamiento, sino más poder; no paz ante todo, sino guerra; no virtud, sino vigor (virtud al estilo del Renacimiento, virtù, virtud sin moralina).
Los débiles y malogrados deben perecer: artículo primero de nuestro amor a los hombres. Y además se debe ayudarlos a perecer.
¿Qué es más dañoso que cualquier vicio? - La compasión activa con todos los malogrados y débiles - el cristianismo...
- ¿Se ha entendido de verdad la famosa historia que está al comienzo de la Biblia, - acerca de la angustia infernal de Dios frente a la ciencia?... No se la ha entendido. Ese libro sacerdotal par excellence comienza, como es obvio, con la gran dificultad interna del sacerdote: éste tiene un único peligro grande, por consiguiente "Dios", tiene un único peligro grande.-
El viejo Dios, todo él "espíritu", todo él sumo sacerdote, todo él perfección, se pasea por su jardín placenteramente: sólo que se aburre. Contra el aburrimiento luchan en vano incluso los dioses. ¿Qué hace? Inventa al hombre, - el hombre es algo entretenido... Pero he aquí que también el hombre se aburre. El apiadamiento de Dios por la única molestia que en sí tienen todos los paraísos no conoce límites: pronto creó también otros animales. Primer fallo de Dios: el hombre no encontró entretenidos a los animales, - los dominaba, no quería siquiera ser un "animal". - Por consiguiente, Dios creó a la mujer. Y de hecho, ahora el aburrimiento se terminó - ¡pero también se terminaron otras cosas! La mujer fue el segundo fallo de Dios. - "La mujer es, por su esencia, serpiente, Eva"- esto lo sabe todo sacerdote; "de la mujer viene todo el infortunio al mundo" - esto lo sabe asimismo todo sacerdote. "Por consiguiente también la ciencia viene de ella"... Sólo a través de la mujer llegó el hombre a gustar del árbol del conocimiento. - ¿Qué había ocurrido? Al viejo Dios lo invadió una angustia infernal. El hombre mismo había sido su máximo fallo. Dios se había creado un rival, la ciencia hace iguales a Dios. - ¡se han terminado los sacerdotes y los dioses si el hombre se vuelve científico! - Moraleja: la ciencia es lo prohibido en sí, - ella es lo único prohibido. La ciencia es el primer pecado, el germen de todo pecado, el pecado original. La moral no es más que esto. - "No conocerás": - el resto se sigue de ahí. - La angustia infernal de Dios no le impidió ser listo. ¿Cómo defenderse de la ciencia?, ése fue durante largo tiempo su principal problema. Respuesta: ¡fuera del Paraíso el hombre! La felicidad, la ociosidad inducen a tener pensamientos, - todos los pensamientos son pensamientos malos... El hombre no debe pensar. - Y el "sacerdote en sí" inventa la indigencia, la muerte, el peligro mortal del embarazo, toda especie de miseria, vejez, fatiga, sobre todo la enfermedad, - simples medios en la lucha con la ciencia! La indigencia no le permite al hombre pensar... Y, ¡pese a todo!, ¡algo espantoso! La obra del conocimiento se alza cual una torre, asaltando el cielo, trayendo el crepúsculo de los dioses, - ¡qué hacer! - El viejo Dios inventa la guerra, separa los pueblos, hace que los hombres se aniquilen mutuamente (los sacerdotes han tenido siempre necesidad de la guerra...). La guerra . ¡entre todas las cosa una gran perturbadora de la paz de la ciencia! - ¡Increíble! Pese a las guerras, el conocimiento, la emancipación con respecto al sacerdote, aumenta. - Y al viejo Dios se le ocurre una última decisión: "el hombre se ha vuelto científico - no queda otro remedio, ¡hay que ahogarlo!"...
El cristianismo es también antitético de toda buena humana constitución espiritual, - sólo puede utilizar como razón cristiana la razón enferma, toma partido por todo lo idiota, lanza una maldición contar el "espíritu", contra la superbia del espíritu sano. Dado que la enfermedad forma parte de la esencia del cristianismo, también el estado de ánimo típicamente cristiano, la "fe", tiene que ser una forma de enfermedad todos los caminos derechos, honestos, científicos del conocimiento tienen que ser rechazados por la Iglesia como caminos prohibidos. Ya la duda es un pecado... La falta completa de limpieza psicológica en el sacerdote - que se delata en su mirada - es un fenómeno consecutivo de la décadense, - obsérvese en las mujeres histéricas y por otro lado, en los niños de constitución raquítica la regularidad con que la falsedad por instinto, el placer de mentir por mentir, la incapacidad de mirar y caminar de frente son expresiones de décadence. "Fe" significa no-querer-saber lo que es verdadero. El pietista, el sacerdote de ambos sexos es falso porque está enfermo: su instinto exige que en ningún punto la verdad obtenga su derecho. "Lo que pone enfermo es bueno; lo que viene de la plenitud, de la sobreabundancia, del poder, es malvado": ése es el modo de sentir del creyente. La no-libertad de mentira. - en eso adivino a todo teólogo predestinado. - Otro rasgo distintivo del teólogo es su incapacidad para la filología. Por filología debe entenderse aquí, en un sentido muy general, el arte de leer bien, - el poder leer hechos sin falsearlos con interpretaciones, sin perder, por afán de comprender, la precaución, la paciencia, la sutileza. Filología como ephexis en la interpretación: trátese de libros, de novedades periodísticas, de destinos o de hechos meteorológicos, - para no hablar de la "salvación del alma"... El modo como el teólogo, lo mismo en Berlín que en Roma, interpreta una "palabra de la Escritura" o un acontecimiento, una victoria del ejercito de su patria, por ejemplo, a la luz superior de los salmos de David, es siempre tan audaz, que un filólogo, al ver eso se sube por las paredes. ¡Y qué hará cuando los pietistas y otras vacas de Suabia atavían esa mísera cotidianeidad y esa habitación llena de humo que es su existencia con el "dedo de Dios", y la trasforma en un milagro de "gracia", de "providencia", de "experiencia de salvación"! Un dispendio, por modestísimo que fuera, de espíritu, para no decir de decencia, tendría que hacer ver a esos interpretes, sin embargo, la infantilidad e indignidad de tal abuso de la prestidigitación divina. Si tuviéramos en el cuerpo cierta cantidad, aunque fuera muy pequeña de piedad, un Dios que nos cura a tiempo del resfriado, o que nos hace subir al coche en el preciso instante en que se desencadena el aguacero, debería ser para nosotros un Dios tan absurdo, que, aunque existiese, habría que eliminarlo. Un Dios como criado, como cartero, como calendario, - en el fondo, una palabra para designar la especie más estúpida de todas las casualidades... La "divina providencia", tal como continúa creyendo hoy en ella aproximadamente una tercera parte de la "Alemania culta", sería una objeción tan fuerte contra Dios, que no se la podría imaginar mayor. ¡Y en todo caso, es una objeción contra los alemanes!...
¿Qué es malo? - Todo lo que procede de la debilidad.
¿Qué es felicidad? - El sentimiento de que el poder crece, de que una resistencia queda superada.
No apaciguamiento, sino más poder; no paz ante todo, sino guerra; no virtud, sino vigor (virtud al estilo del Renacimiento, virtù, virtud sin moralina).
Los débiles y malogrados deben perecer: artículo primero de nuestro amor a los hombres. Y además se debe ayudarlos a perecer.
¿Qué es más dañoso que cualquier vicio? - La compasión activa con todos los malogrados y débiles - el cristianismo...
- ¿Se ha entendido de verdad la famosa historia que está al comienzo de la Biblia, - acerca de la angustia infernal de Dios frente a la ciencia?... No se la ha entendido. Ese libro sacerdotal par excellence comienza, como es obvio, con la gran dificultad interna del sacerdote: éste tiene un único peligro grande, por consiguiente "Dios", tiene un único peligro grande.-
El viejo Dios, todo él "espíritu", todo él sumo sacerdote, todo él perfección, se pasea por su jardín placenteramente: sólo que se aburre. Contra el aburrimiento luchan en vano incluso los dioses. ¿Qué hace? Inventa al hombre, - el hombre es algo entretenido... Pero he aquí que también el hombre se aburre. El apiadamiento de Dios por la única molestia que en sí tienen todos los paraísos no conoce límites: pronto creó también otros animales. Primer fallo de Dios: el hombre no encontró entretenidos a los animales, - los dominaba, no quería siquiera ser un "animal". - Por consiguiente, Dios creó a la mujer. Y de hecho, ahora el aburrimiento se terminó - ¡pero también se terminaron otras cosas! La mujer fue el segundo fallo de Dios. - "La mujer es, por su esencia, serpiente, Eva"- esto lo sabe todo sacerdote; "de la mujer viene todo el infortunio al mundo" - esto lo sabe asimismo todo sacerdote. "Por consiguiente también la ciencia viene de ella"... Sólo a través de la mujer llegó el hombre a gustar del árbol del conocimiento. - ¿Qué había ocurrido? Al viejo Dios lo invadió una angustia infernal. El hombre mismo había sido su máximo fallo. Dios se había creado un rival, la ciencia hace iguales a Dios. - ¡se han terminado los sacerdotes y los dioses si el hombre se vuelve científico! - Moraleja: la ciencia es lo prohibido en sí, - ella es lo único prohibido. La ciencia es el primer pecado, el germen de todo pecado, el pecado original. La moral no es más que esto. - "No conocerás": - el resto se sigue de ahí. - La angustia infernal de Dios no le impidió ser listo. ¿Cómo defenderse de la ciencia?, ése fue durante largo tiempo su principal problema. Respuesta: ¡fuera del Paraíso el hombre! La felicidad, la ociosidad inducen a tener pensamientos, - todos los pensamientos son pensamientos malos... El hombre no debe pensar. - Y el "sacerdote en sí" inventa la indigencia, la muerte, el peligro mortal del embarazo, toda especie de miseria, vejez, fatiga, sobre todo la enfermedad, - simples medios en la lucha con la ciencia! La indigencia no le permite al hombre pensar... Y, ¡pese a todo!, ¡algo espantoso! La obra del conocimiento se alza cual una torre, asaltando el cielo, trayendo el crepúsculo de los dioses, - ¡qué hacer! - El viejo Dios inventa la guerra, separa los pueblos, hace que los hombres se aniquilen mutuamente (los sacerdotes han tenido siempre necesidad de la guerra...). La guerra . ¡entre todas las cosa una gran perturbadora de la paz de la ciencia! - ¡Increíble! Pese a las guerras, el conocimiento, la emancipación con respecto al sacerdote, aumenta. - Y al viejo Dios se le ocurre una última decisión: "el hombre se ha vuelto científico - no queda otro remedio, ¡hay que ahogarlo!"...
El cristianismo es también antitético de toda buena humana constitución espiritual, - sólo puede utilizar como razón cristiana la razón enferma, toma partido por todo lo idiota, lanza una maldición contar el "espíritu", contra la superbia del espíritu sano. Dado que la enfermedad forma parte de la esencia del cristianismo, también el estado de ánimo típicamente cristiano, la "fe", tiene que ser una forma de enfermedad todos los caminos derechos, honestos, científicos del conocimiento tienen que ser rechazados por la Iglesia como caminos prohibidos. Ya la duda es un pecado... La falta completa de limpieza psicológica en el sacerdote - que se delata en su mirada - es un fenómeno consecutivo de la décadense, - obsérvese en las mujeres histéricas y por otro lado, en los niños de constitución raquítica la regularidad con que la falsedad por instinto, el placer de mentir por mentir, la incapacidad de mirar y caminar de frente son expresiones de décadence. "Fe" significa no-querer-saber lo que es verdadero. El pietista, el sacerdote de ambos sexos es falso porque está enfermo: su instinto exige que en ningún punto la verdad obtenga su derecho. "Lo que pone enfermo es bueno; lo que viene de la plenitud, de la sobreabundancia, del poder, es malvado": ése es el modo de sentir del creyente. La no-libertad de mentira. - en eso adivino a todo teólogo predestinado. - Otro rasgo distintivo del teólogo es su incapacidad para la filología. Por filología debe entenderse aquí, en un sentido muy general, el arte de leer bien, - el poder leer hechos sin falsearlos con interpretaciones, sin perder, por afán de comprender, la precaución, la paciencia, la sutileza. Filología como ephexis en la interpretación: trátese de libros, de novedades periodísticas, de destinos o de hechos meteorológicos, - para no hablar de la "salvación del alma"... El modo como el teólogo, lo mismo en Berlín que en Roma, interpreta una "palabra de la Escritura" o un acontecimiento, una victoria del ejercito de su patria, por ejemplo, a la luz superior de los salmos de David, es siempre tan audaz, que un filólogo, al ver eso se sube por las paredes. ¡Y qué hará cuando los pietistas y otras vacas de Suabia atavían esa mísera cotidianeidad y esa habitación llena de humo que es su existencia con el "dedo de Dios", y la trasforma en un milagro de "gracia", de "providencia", de "experiencia de salvación"! Un dispendio, por modestísimo que fuera, de espíritu, para no decir de decencia, tendría que hacer ver a esos interpretes, sin embargo, la infantilidad e indignidad de tal abuso de la prestidigitación divina. Si tuviéramos en el cuerpo cierta cantidad, aunque fuera muy pequeña de piedad, un Dios que nos cura a tiempo del resfriado, o que nos hace subir al coche en el preciso instante en que se desencadena el aguacero, debería ser para nosotros un Dios tan absurdo, que, aunque existiese, habría que eliminarlo. Un Dios como criado, como cartero, como calendario, - en el fondo, una palabra para designar la especie más estúpida de todas las casualidades... La "divina providencia", tal como continúa creyendo hoy en ella aproximadamente una tercera parte de la "Alemania culta", sería una objeción tan fuerte contra Dios, que no se la podría imaginar mayor. ¡Y en todo caso, es una objeción contra los alemanes!...