Christmas
La palabra “Navidad” se dice que proviene de “Natividad”, o “Natal” (de natalidad), pues se conmemora supuestamente en este tiempo el nacimiento de Jesús. Equívocamente se cree que por esa razón también se dice “Chistmas Day” o “Día de Cristo”, aunque realmente no es esto lo que quiere decir en lengua inglesa, sino que viene del latín “Cristes Maesse” (Christmas), que traduce: “Misa de Cristo” o “Funeral de Cristo”. La versión histórica hace conocer que originalmente la navidad no estaba destinada al nacimiento de Jesús sino que era una festividad en honor al Sol, o al dios del Sol, es decir, a Apolo y a Horus, aunque otras versiones lo atribuían a Saturno. Por no tener certeza de la fecha del nacimiento de Jesús, Roma adoptó la fecha de la Fiesta del Sol, donde se ofrecían presentes en su honor, para entonces dedicarla desde entonces a Jesús; a pesar de que otros afirman que se utilizó de excusa para preservar las fiestas en honor a los dioses. Un criterio muy afín a la filosofía del romanismo.
La Iglesia Católica Apostólica Romana, en un principio, celebro el natalicio de Jesús, el 6 de enero, para la fiesta de Epifanía (Los Reyes), otra de las tantas fiestas inventadas por el romanismo –hoy día la principal y más promovida excusa para aumentar el estatus económico del comercio. En el año 274 d.C., el emperador Aureliano, encontró que era conveniente tomar el día que se celebraba en honor al dios sol o Mitra, para celebrar el cumpleaños de Cristo. Así el 25 de diciembre ya no sería más el “cumpleaños del sol invicto” (Birthday of the Unconquered Sun) sino aparentemente el cumpleaños del Hijo de Dios. Un problema grande al ver que también Apolo se consideraba entre los helenos, como el hijo de dios (Zeus), y entre los egipcios Horus era así mismo el hijo de dios (Osiris).
En el año 326 d.C., aparece por primera vez en el calendario romano, el 25 de diciembre como día de observancia, e indicándolo que era la fecha en que había nacido Jesús. Después el Papa Julius I, confirmó esta farsa, haciendo del 25 de diciembre la fecha oficial para celebrar el nacimiento del salvador del mundo. Si bien, Jesús no nació en diciembre, ya que los pastores que vieron a los mensajeros que anunciaron su nacimiento estaban con los rebaños, y esto no lo hacen en invierno: “Había pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño.” (Lucas 2:8) Algunas fuentes dicen que Jesús nació a mediados de septiembre o a principios de marzo, pero en ninguno de los casos en invierno, o más concretamente en diciembre. Es más, recalculando la fecha del nacimiento de Jesús, se ha llegado al día 11 de septiembre del año 3 a.C.
El Niño Jesús
La navidad y su emblemático árbol no tienen origen con Jesús ni en los principios de la era cristiana. La verdadera fiesta inició en Mesopotamia. Nimrod o Ninus, el primer hombre después del diluvio que entabló nuevamente la lucha contra Dios, fundo Nínive (La Habitación de Ninus), y fue su primer rey, restableciendo las antiguas ciudades de los dioses Anunnaki: Acad y Babel, en la milenaria Sumer (Sinar). “Y Cus engendró a Nimrod, quien llegó a ser el primer poderoso en la tierra. Éste fue vigoroso cazador delante de Jehová; por lo cual se dice: Así como Nimrod, vigoroso cazador delante de Jehová. Y fue el comienzo de su reino Babel, Erec, Acad y Calne, en la tierra de Sinar. De esta tierra salió para Asiria, y edificó Nínive, Rehobot, Cala, y Resén entre Nínive y Cala, la cual es ciudad grande.” (Génesis 10:8-12)
Nimrod habría tenido un hijo con su propia madre Semiramis, al cual llamaron Tamuz. Se afirma que Semiramis dio a luz a ese vástago un 25 de diciembre de hace unos 2.600 años antes de Jesús. Semiramis fue transformada por los griegos a Venus, por los romanos a Afroditi, por los egipcios a Isis, y parecía tener relación con la Ishtar de los sumerios. Por su parte, su hijo Tamuz (el niño-dios) fue muchas veces llamado por los cananitas Moloc o Baal. Entonces, de acuerdo a algunas tradiciones, el propio Nimrod se identificaba con el dios nórdico Odín, y los tres formaban una trinidad –muy posiblemente de ahí vengan tradiciones y credos como el de Atanasio. Sin embargo, lo más significativo radicó en que a Semiramis se le identificaba con su niño en brazos, lo que el catolicismo transformó en la imagen de la Virgen María sosteniendo al Niño Jesús. Es menester saber que Semiramis afirmaba que ella quedó fecundada siendo virgen, pues Nimrod, se dice que ya muerto, un día descendió y la poseyó nuevamente, quedando ella embarazada. El concepto de Semiramis es similar a la figura griega de Atenea con el pequeño Heracles (Hércules) o al de la figura egipcia de Nefertiti.
Tamuz fue conocido como Baal-Bereth (“Dios del Pino” o “Señor del Pino”), por esa razón en su honor, y en honor de su padre Nimrod, los pueblos, empezando por Mesopotamia y siguiendo por el norte de Europa, metían en invierno un árbol, principalmente de pino, en sus casas y lo adornaban, para así recordar la memoria de Nimrod (recordatorio del dios Odín, más tarde transformado en San Nicolás, y que simboliza la rebelión contra Dios) y a Tamuz (el Niño Dios).
El Árbol de Navidad
Algunas fuentes afirman que Nimrod significa “rebelión”, pues es culpable, entre otras cosas, de inspirar a los babilonios a reconstruir el Eshagila (la Puerta de los Dioses), que luego se llamó Torre de Babel o “Babili”. Se dice que Nimrod murió con pocos años, o que fue asesinado, y su madre y esposa Semiramis afirmaba que en el lugar donde fue sepultado surgió un árbol que ella consideró que era la reencarnación de Nimrod. De esta manera, cada año Semiramis visitaba su tumba y colmaba el árbol con decorativos y presentes, así que éste tomó el nombre de “Árbol del Natalicio de Nimrod”.
Los romanos continuaron con esta celebración y la trasladaron a la Fiesta de la Saturnalia en honor al dios Saturno o Cronos (según algunos investigadores, este sería el “Baal” de los cananitas), titán y deidad grecorromana del tiempo y de la agricultura. Nimrod fue rápidamente identificado con el sol a raíz de que la leyenda asumió que a su muerte se había ido al sol, pero se inventó lo mismo sobre su hijo Tamuz, diciendo que se volvió parte de Venus, y que Semiramis al morir se dirigió a la Luna. Esto implica que si Nimrod era deificado como el mismísimo Sol, ha de tenerse en cuenta que todo el zodiaco gira en torno a esta, nuestra estrella local, y por tanto lo hace centro de la astrología y panteón de dioses paganos.
Así se enseñó que Nimrod al morir subió al cielo y como sol recibió el nombre de Bel-saman –puede que de ahí naciera la palabra “Balsamo”- o “Señor del Cielo”. Pero si los símbolos más importantes de Nimrod eran el sol y el árbol ¿qué guardaron los pueblos después sino esa enseñanza? En el siglo VIII un monje católico llamado Bonifacio, persuadió a los pueblos paganos que vivían en lo que ahora es Alemania, que dejaran de adornar y adorar al sagrado roble en honor al dios Odín (moderno Santa Claus) y que adornaran el pino (inglés: “Fir Tree”) en honor del niño Jesús (la excusa para honrar a Tamuz).
La Saturnalia
Tamuz era identificado por los romanos como Saturno (Cronos), y por tanto su madre Semiramis sería Gea (Gaia, la Tierra), y su padre Nimrod sería Urano (el Cielo, o los hijos del cielo). Todo este simbolismo venía a manifestarse para representar la caída de los Hijos de las Estrellas (Los Ángeles Caídos o Anunnaki) y su unión con las hijas de los hombres. Si bien, ese evento de la caída fue muy anterior, pero los pueblos conmemoraban y rendían culto a imágenes para recordar dichos sucesos, siempre representados y renacidos en nuevos personajes, ideologías, épocas y culturas, aunque realmente se tratase de una completa mezcolanza de creencias paganas en dioses contrarios a Iehovah, a Alá o al Hijo de Dios, Jesucristo, por ejemplo.
La celebración a Saturno es igual de antigua y es el inicio de la fiesta navideña. Por esta razón, una de las más antiguas festividades que recuerda la historia de la antigua Roma es la famosa conmemoración llamada la Saturniana o Saturnalia. La Saturnalia no era una fiesta de un solo día sino que se celebraba desde el 17 al 24 de diciembre. El 25 de diciembre venía la celebración del cumpleaños del dios Mitra, dios de la luz y el sol, y la fiesta se cerraba con la Fiesta de las Calendas el 1 de enero que era el Año Nuevo de los romanos. Tener presente que para los judíos, cuyo calendario es al menos 3.000 mayor, el nuevo año partía de septiembre, y no estaba basado en el sol sino en la luna.
En la fiesta de la Saturnalia, un pontífice se paraba en frente del templo de Saturno y exclamaba: “Saturnalia Ho Saturnalia”. La palabra se esparcía de boca a oído a los largo del forum y a través de las calles y todo el pueblo se daba a una salvaje “alegría”. El periodo de la Saturnalia fue caracterizado por procesiones, santos, luces, adornos de las casas con hojas verdes y hojas de laurel, se daban presentes –todo exactamente a como es hoy-; los hombres se vestían como mujeres o se enmascaraban en pieles de animales.
La fiesta al principio duraba tres días, después se alargo a siete. Solamente el primer día de la fiesta tenía algún significado religioso, el resto del tiempo se pasaba en borracheras. Se intercambiaban regalos como cirios, imágenes pequeñas y las muñecas eran las preferidas. También se regalaban monedas de oro, plata o cobre. Pero lo más importante de la fiesta de la Saturnalia era celebrar el 25 de diciembre el cumpleaños del dios Mitra, el dios de la luz y dios del sol, la adaptación a la deificación de Tamuz.
Santa Claus, el Papá Noel
Antiguamente a Santa Claus no se llamaba así, sino que era conocido en los países nórdicos como Odín, el dios más grande de la mitología de las tribus celtas y teutónicas del norte de Europa. Para los escandinavos el dios Odín era el que regía el mundo. Él era el patrón de todas las ciencias; el inventor de la poesía y la magia. Los escandinavos creían que el dios Odín poseía un maravilloso caballo de ocho patas, llamado Sleipner. También manejaba una lanza mágica y tenía un anillo talismático. Un punto que también lo caracterizaba bastante y que lo asociaba a la imagen del demonio Belial o el “Anticristo”, era el hecho de que fuese “tuerto”, un concepto muy típico en las alegorías el hijo de Satanás.
Durante la fiesta del Yule Log de los celtas y teutónicos –importante por el ícono del árbol-, se suponía que el dios Odín no podía faltar ya que él tenía que presidir la fiesta para dar los premios o castigos a quien se lo merecía. Alrededor del siglo IV un obispo católico cambió la historia de la navidad convirtiéndose en el símbolo más importante, no obstante, en poco tiempo se incorporó la deificación a Odín en dicha imagen. Es decir, Papá Noel no es ni más ni menos que el dios Odín. Se han tejido tantas historietas fantásticas acerca de este personaje y se le han atribuido tantos milagros que los europeos lo tienen casi a la altura de Jesús. Se dice que es el protector de las doncellas y que hay que pedirle a él para encontrar un buen esposo. Ama mucho a los niños y les trae juguetes y se los tira por la chimenea la noche navidad. Es de saberse que el altar preparado para la mítica diosa Berta –otra deidad pagana- llegaba a ser la chimenea de la casa.
A un cura posterior a todas estas novelas, el señor Seinte Klass, los americanos le sacaron sus vestimentas sacerdotales y le pusieron un traje verde, botas negras; le quitaron el caballo y le dejaron el trineo del dios Odín. Con la única diferencia que el trineo del dios Odín según la mitología escandinava, es tirado por caballos, y la de Santa Claus tirada por venados. También al cura lo hicieron subir de peso. Y así luce cada año gordo y sonriente y en común acuerdo con los padres engaña a los niños diciéndoles que los visitará llevándoles todo lo que ellos le pidan en Noche Buena. El sacerdote católico Nicolás, obispo de Mira en el tiempo del emperador Diocleciano (siglo IV), entre todas sus prácticas religiosas, acostumbraba en época de “navidad” a dar regalos y presentes a los niños. Luego de su muerte, la Iglesia de Roma lo elevó a los altares y desde ahí que pasó a ser “San Nicolás” o “Santa Claus”. Más tarde, este “san Nicolas” adoptó el nombre de “papá Noel” de la raíz francesa que a su vez deriva del latín “Natalis, natal”, o sea “padre de la navidad” o “padre de la natividad”, a pesar de que no guardaba absolutamente ningún vínculo con el nacimiento de Jesús o con su historia.
Aquel “papa Noel” trascendió hasta occidente y ya en época contemporánea, fue introducido en diversas historias que hablaban de su aparente origen, relacionándolo con el Polo Norte, con la participación de gnomos y renos que lo trasladaban en su tarea de repartir “regalos” por todo el mundo. Pero la implicación de llevarlo al Polo Norte es porque en lo hielos perpetuos es donde reinaba él, Odín, y donde mayor influencia tenía sobre los pueblos de antaño.
Más adelante, en 1931, la empresa multinacional Coca-Cola tomó a este popular personaje y lo vistió con sus colores corporativos (rojo y blanco) y es ahí donde se produjo una verdadera explosión y propagación de la creencia en este “súper ser”, que era la excusa perfecta para reemplazar cualquier veneración a Jesucristo o para conmemorar su nacimiento.
Por:
Frederick Guttmann R.
[email protected]
-profectmagen.com-
La palabra “Navidad” se dice que proviene de “Natividad”, o “Natal” (de natalidad), pues se conmemora supuestamente en este tiempo el nacimiento de Jesús. Equívocamente se cree que por esa razón también se dice “Chistmas Day” o “Día de Cristo”, aunque realmente no es esto lo que quiere decir en lengua inglesa, sino que viene del latín “Cristes Maesse” (Christmas), que traduce: “Misa de Cristo” o “Funeral de Cristo”. La versión histórica hace conocer que originalmente la navidad no estaba destinada al nacimiento de Jesús sino que era una festividad en honor al Sol, o al dios del Sol, es decir, a Apolo y a Horus, aunque otras versiones lo atribuían a Saturno. Por no tener certeza de la fecha del nacimiento de Jesús, Roma adoptó la fecha de la Fiesta del Sol, donde se ofrecían presentes en su honor, para entonces dedicarla desde entonces a Jesús; a pesar de que otros afirman que se utilizó de excusa para preservar las fiestas en honor a los dioses. Un criterio muy afín a la filosofía del romanismo.
La Iglesia Católica Apostólica Romana, en un principio, celebro el natalicio de Jesús, el 6 de enero, para la fiesta de Epifanía (Los Reyes), otra de las tantas fiestas inventadas por el romanismo –hoy día la principal y más promovida excusa para aumentar el estatus económico del comercio. En el año 274 d.C., el emperador Aureliano, encontró que era conveniente tomar el día que se celebraba en honor al dios sol o Mitra, para celebrar el cumpleaños de Cristo. Así el 25 de diciembre ya no sería más el “cumpleaños del sol invicto” (Birthday of the Unconquered Sun) sino aparentemente el cumpleaños del Hijo de Dios. Un problema grande al ver que también Apolo se consideraba entre los helenos, como el hijo de dios (Zeus), y entre los egipcios Horus era así mismo el hijo de dios (Osiris).
En el año 326 d.C., aparece por primera vez en el calendario romano, el 25 de diciembre como día de observancia, e indicándolo que era la fecha en que había nacido Jesús. Después el Papa Julius I, confirmó esta farsa, haciendo del 25 de diciembre la fecha oficial para celebrar el nacimiento del salvador del mundo. Si bien, Jesús no nació en diciembre, ya que los pastores que vieron a los mensajeros que anunciaron su nacimiento estaban con los rebaños, y esto no lo hacen en invierno: “Había pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño.” (Lucas 2:8) Algunas fuentes dicen que Jesús nació a mediados de septiembre o a principios de marzo, pero en ninguno de los casos en invierno, o más concretamente en diciembre. Es más, recalculando la fecha del nacimiento de Jesús, se ha llegado al día 11 de septiembre del año 3 a.C.
El Niño Jesús
La navidad y su emblemático árbol no tienen origen con Jesús ni en los principios de la era cristiana. La verdadera fiesta inició en Mesopotamia. Nimrod o Ninus, el primer hombre después del diluvio que entabló nuevamente la lucha contra Dios, fundo Nínive (La Habitación de Ninus), y fue su primer rey, restableciendo las antiguas ciudades de los dioses Anunnaki: Acad y Babel, en la milenaria Sumer (Sinar). “Y Cus engendró a Nimrod, quien llegó a ser el primer poderoso en la tierra. Éste fue vigoroso cazador delante de Jehová; por lo cual se dice: Así como Nimrod, vigoroso cazador delante de Jehová. Y fue el comienzo de su reino Babel, Erec, Acad y Calne, en la tierra de Sinar. De esta tierra salió para Asiria, y edificó Nínive, Rehobot, Cala, y Resén entre Nínive y Cala, la cual es ciudad grande.” (Génesis 10:8-12)
Nimrod habría tenido un hijo con su propia madre Semiramis, al cual llamaron Tamuz. Se afirma que Semiramis dio a luz a ese vástago un 25 de diciembre de hace unos 2.600 años antes de Jesús. Semiramis fue transformada por los griegos a Venus, por los romanos a Afroditi, por los egipcios a Isis, y parecía tener relación con la Ishtar de los sumerios. Por su parte, su hijo Tamuz (el niño-dios) fue muchas veces llamado por los cananitas Moloc o Baal. Entonces, de acuerdo a algunas tradiciones, el propio Nimrod se identificaba con el dios nórdico Odín, y los tres formaban una trinidad –muy posiblemente de ahí vengan tradiciones y credos como el de Atanasio. Sin embargo, lo más significativo radicó en que a Semiramis se le identificaba con su niño en brazos, lo que el catolicismo transformó en la imagen de la Virgen María sosteniendo al Niño Jesús. Es menester saber que Semiramis afirmaba que ella quedó fecundada siendo virgen, pues Nimrod, se dice que ya muerto, un día descendió y la poseyó nuevamente, quedando ella embarazada. El concepto de Semiramis es similar a la figura griega de Atenea con el pequeño Heracles (Hércules) o al de la figura egipcia de Nefertiti.
Tamuz fue conocido como Baal-Bereth (“Dios del Pino” o “Señor del Pino”), por esa razón en su honor, y en honor de su padre Nimrod, los pueblos, empezando por Mesopotamia y siguiendo por el norte de Europa, metían en invierno un árbol, principalmente de pino, en sus casas y lo adornaban, para así recordar la memoria de Nimrod (recordatorio del dios Odín, más tarde transformado en San Nicolás, y que simboliza la rebelión contra Dios) y a Tamuz (el Niño Dios).
El Árbol de Navidad
Algunas fuentes afirman que Nimrod significa “rebelión”, pues es culpable, entre otras cosas, de inspirar a los babilonios a reconstruir el Eshagila (la Puerta de los Dioses), que luego se llamó Torre de Babel o “Babili”. Se dice que Nimrod murió con pocos años, o que fue asesinado, y su madre y esposa Semiramis afirmaba que en el lugar donde fue sepultado surgió un árbol que ella consideró que era la reencarnación de Nimrod. De esta manera, cada año Semiramis visitaba su tumba y colmaba el árbol con decorativos y presentes, así que éste tomó el nombre de “Árbol del Natalicio de Nimrod”.
Los romanos continuaron con esta celebración y la trasladaron a la Fiesta de la Saturnalia en honor al dios Saturno o Cronos (según algunos investigadores, este sería el “Baal” de los cananitas), titán y deidad grecorromana del tiempo y de la agricultura. Nimrod fue rápidamente identificado con el sol a raíz de que la leyenda asumió que a su muerte se había ido al sol, pero se inventó lo mismo sobre su hijo Tamuz, diciendo que se volvió parte de Venus, y que Semiramis al morir se dirigió a la Luna. Esto implica que si Nimrod era deificado como el mismísimo Sol, ha de tenerse en cuenta que todo el zodiaco gira en torno a esta, nuestra estrella local, y por tanto lo hace centro de la astrología y panteón de dioses paganos.
Así se enseñó que Nimrod al morir subió al cielo y como sol recibió el nombre de Bel-saman –puede que de ahí naciera la palabra “Balsamo”- o “Señor del Cielo”. Pero si los símbolos más importantes de Nimrod eran el sol y el árbol ¿qué guardaron los pueblos después sino esa enseñanza? En el siglo VIII un monje católico llamado Bonifacio, persuadió a los pueblos paganos que vivían en lo que ahora es Alemania, que dejaran de adornar y adorar al sagrado roble en honor al dios Odín (moderno Santa Claus) y que adornaran el pino (inglés: “Fir Tree”) en honor del niño Jesús (la excusa para honrar a Tamuz).
La Saturnalia
Tamuz era identificado por los romanos como Saturno (Cronos), y por tanto su madre Semiramis sería Gea (Gaia, la Tierra), y su padre Nimrod sería Urano (el Cielo, o los hijos del cielo). Todo este simbolismo venía a manifestarse para representar la caída de los Hijos de las Estrellas (Los Ángeles Caídos o Anunnaki) y su unión con las hijas de los hombres. Si bien, ese evento de la caída fue muy anterior, pero los pueblos conmemoraban y rendían culto a imágenes para recordar dichos sucesos, siempre representados y renacidos en nuevos personajes, ideologías, épocas y culturas, aunque realmente se tratase de una completa mezcolanza de creencias paganas en dioses contrarios a Iehovah, a Alá o al Hijo de Dios, Jesucristo, por ejemplo.
La celebración a Saturno es igual de antigua y es el inicio de la fiesta navideña. Por esta razón, una de las más antiguas festividades que recuerda la historia de la antigua Roma es la famosa conmemoración llamada la Saturniana o Saturnalia. La Saturnalia no era una fiesta de un solo día sino que se celebraba desde el 17 al 24 de diciembre. El 25 de diciembre venía la celebración del cumpleaños del dios Mitra, dios de la luz y el sol, y la fiesta se cerraba con la Fiesta de las Calendas el 1 de enero que era el Año Nuevo de los romanos. Tener presente que para los judíos, cuyo calendario es al menos 3.000 mayor, el nuevo año partía de septiembre, y no estaba basado en el sol sino en la luna.
En la fiesta de la Saturnalia, un pontífice se paraba en frente del templo de Saturno y exclamaba: “Saturnalia Ho Saturnalia”. La palabra se esparcía de boca a oído a los largo del forum y a través de las calles y todo el pueblo se daba a una salvaje “alegría”. El periodo de la Saturnalia fue caracterizado por procesiones, santos, luces, adornos de las casas con hojas verdes y hojas de laurel, se daban presentes –todo exactamente a como es hoy-; los hombres se vestían como mujeres o se enmascaraban en pieles de animales.
La fiesta al principio duraba tres días, después se alargo a siete. Solamente el primer día de la fiesta tenía algún significado religioso, el resto del tiempo se pasaba en borracheras. Se intercambiaban regalos como cirios, imágenes pequeñas y las muñecas eran las preferidas. También se regalaban monedas de oro, plata o cobre. Pero lo más importante de la fiesta de la Saturnalia era celebrar el 25 de diciembre el cumpleaños del dios Mitra, el dios de la luz y dios del sol, la adaptación a la deificación de Tamuz.
Santa Claus, el Papá Noel
Antiguamente a Santa Claus no se llamaba así, sino que era conocido en los países nórdicos como Odín, el dios más grande de la mitología de las tribus celtas y teutónicas del norte de Europa. Para los escandinavos el dios Odín era el que regía el mundo. Él era el patrón de todas las ciencias; el inventor de la poesía y la magia. Los escandinavos creían que el dios Odín poseía un maravilloso caballo de ocho patas, llamado Sleipner. También manejaba una lanza mágica y tenía un anillo talismático. Un punto que también lo caracterizaba bastante y que lo asociaba a la imagen del demonio Belial o el “Anticristo”, era el hecho de que fuese “tuerto”, un concepto muy típico en las alegorías el hijo de Satanás.
Durante la fiesta del Yule Log de los celtas y teutónicos –importante por el ícono del árbol-, se suponía que el dios Odín no podía faltar ya que él tenía que presidir la fiesta para dar los premios o castigos a quien se lo merecía. Alrededor del siglo IV un obispo católico cambió la historia de la navidad convirtiéndose en el símbolo más importante, no obstante, en poco tiempo se incorporó la deificación a Odín en dicha imagen. Es decir, Papá Noel no es ni más ni menos que el dios Odín. Se han tejido tantas historietas fantásticas acerca de este personaje y se le han atribuido tantos milagros que los europeos lo tienen casi a la altura de Jesús. Se dice que es el protector de las doncellas y que hay que pedirle a él para encontrar un buen esposo. Ama mucho a los niños y les trae juguetes y se los tira por la chimenea la noche navidad. Es de saberse que el altar preparado para la mítica diosa Berta –otra deidad pagana- llegaba a ser la chimenea de la casa.
A un cura posterior a todas estas novelas, el señor Seinte Klass, los americanos le sacaron sus vestimentas sacerdotales y le pusieron un traje verde, botas negras; le quitaron el caballo y le dejaron el trineo del dios Odín. Con la única diferencia que el trineo del dios Odín según la mitología escandinava, es tirado por caballos, y la de Santa Claus tirada por venados. También al cura lo hicieron subir de peso. Y así luce cada año gordo y sonriente y en común acuerdo con los padres engaña a los niños diciéndoles que los visitará llevándoles todo lo que ellos le pidan en Noche Buena. El sacerdote católico Nicolás, obispo de Mira en el tiempo del emperador Diocleciano (siglo IV), entre todas sus prácticas religiosas, acostumbraba en época de “navidad” a dar regalos y presentes a los niños. Luego de su muerte, la Iglesia de Roma lo elevó a los altares y desde ahí que pasó a ser “San Nicolás” o “Santa Claus”. Más tarde, este “san Nicolas” adoptó el nombre de “papá Noel” de la raíz francesa que a su vez deriva del latín “Natalis, natal”, o sea “padre de la navidad” o “padre de la natividad”, a pesar de que no guardaba absolutamente ningún vínculo con el nacimiento de Jesús o con su historia.
Aquel “papa Noel” trascendió hasta occidente y ya en época contemporánea, fue introducido en diversas historias que hablaban de su aparente origen, relacionándolo con el Polo Norte, con la participación de gnomos y renos que lo trasladaban en su tarea de repartir “regalos” por todo el mundo. Pero la implicación de llevarlo al Polo Norte es porque en lo hielos perpetuos es donde reinaba él, Odín, y donde mayor influencia tenía sobre los pueblos de antaño.
Más adelante, en 1931, la empresa multinacional Coca-Cola tomó a este popular personaje y lo vistió con sus colores corporativos (rojo y blanco) y es ahí donde se produjo una verdadera explosión y propagación de la creencia en este “súper ser”, que era la excusa perfecta para reemplazar cualquier veneración a Jesucristo o para conmemorar su nacimiento.
Por:
Frederick Guttmann R.
[email protected]
-profectmagen.com-