BUSCANDO SIEMPRE LA VERDAD
Recuerdo con cariño a Alejandro. Fue siempre un amigo fiel y excelente compañero de trabajo. Disfrutábamos de una buena amistad que nos permitía pasar largos ratos charlando de temas que por aquel entonces nos inquietaban.
Uno de los deseos que más le preocupaban consistía en buscar y vivir ardientemente en la verdad, respetando y dando testimonio de ella y de este modo intentar distinguir lo verdadero de este mundo y lo falso.
Anhelaba descubrir el amor de los enamorados, el esmero en escoger amigos o el delicado cuidado al tomar un compromiso religioso o político.
Y todo ello en el marco de un mundo donde por desgracia impera la hipocresía, la mediocridad, las falsas verdades y la mentira.
Era muy importante para él, lograr revestirse del hombre nuevo creado en la virtud y en la verdad para mostrarse de ese modo ante el mundo que le rodeaba. Buscaba palabras sencillas, veraces y nobles para cumplir con respeto las leyes morales y los derechos legítimos a la dignidad humana evitando de este modo la simulación y la hipocresía.
Recordaba con frecuencia a Mateo cuando nos advertía que no nos convirtiéramos en sepulcros blanqueados o escuchando las palabras del mismo Jesús que frente a Pilatos proclama su venida al mundo para dar testimonio de la verdad.
Nunca podré olvidar su amor a la verdad y al mundo. Él creía ante todo en Dios, en Cristo y en el Espíritu Santo. Pero también creía y conservaba una fe ciega en la bondad y en el amor del mundo y así lo afirmaba pues en caso contrario, solía comentarme, estaría faltando a la verdad y eso para él era imperdonable.
No obstante disculpaba a los indiscretos enemigos de casi todo. A los inventores de bulos y rumores. A los que intentaban dañar la reputación y el honor de otros, con juicios falsos e incluso a los hipócritas y mentirosos compulsivos.
Hace bastante tiempo que no nos vemos. Nuestros destinos nos llevaron a vivir en ciudades distintas que nos impiden mantener aquellas charlas tan hermosas que a mi me conducían a profundas reflexiones.
Sin embargo para mí Alejandro cubre una parte de mi corazón en una célula que me habla de esa verdad que el siempre buscaba, porque según decía debemos pensar que en la vida siempre existe un mañana que nos puede ofrecer la oportunidad de corregir nuevas equivocadas conductas.
Por todo ello me parece a mí que nuestra postura más correcta sería pedir a Dios por todos los que no han encontrado la verdad y viven esclavizos en la mentira.
Lo cierto es que no hay que olvidar que la verdad es bella por si misma y que en cualquier caso de proclamarla, nunca nos arrepentiremos.[/COLOR]
Recuerdo con cariño a Alejandro. Fue siempre un amigo fiel y excelente compañero de trabajo. Disfrutábamos de una buena amistad que nos permitía pasar largos ratos charlando de temas que por aquel entonces nos inquietaban.
Uno de los deseos que más le preocupaban consistía en buscar y vivir ardientemente en la verdad, respetando y dando testimonio de ella y de este modo intentar distinguir lo verdadero de este mundo y lo falso.
Anhelaba descubrir el amor de los enamorados, el esmero en escoger amigos o el delicado cuidado al tomar un compromiso religioso o político.
Y todo ello en el marco de un mundo donde por desgracia impera la hipocresía, la mediocridad, las falsas verdades y la mentira.
Era muy importante para él, lograr revestirse del hombre nuevo creado en la virtud y en la verdad para mostrarse de ese modo ante el mundo que le rodeaba. Buscaba palabras sencillas, veraces y nobles para cumplir con respeto las leyes morales y los derechos legítimos a la dignidad humana evitando de este modo la simulación y la hipocresía.
Recordaba con frecuencia a Mateo cuando nos advertía que no nos convirtiéramos en sepulcros blanqueados o escuchando las palabras del mismo Jesús que frente a Pilatos proclama su venida al mundo para dar testimonio de la verdad.
Nunca podré olvidar su amor a la verdad y al mundo. Él creía ante todo en Dios, en Cristo y en el Espíritu Santo. Pero también creía y conservaba una fe ciega en la bondad y en el amor del mundo y así lo afirmaba pues en caso contrario, solía comentarme, estaría faltando a la verdad y eso para él era imperdonable.
No obstante disculpaba a los indiscretos enemigos de casi todo. A los inventores de bulos y rumores. A los que intentaban dañar la reputación y el honor de otros, con juicios falsos e incluso a los hipócritas y mentirosos compulsivos.
Hace bastante tiempo que no nos vemos. Nuestros destinos nos llevaron a vivir en ciudades distintas que nos impiden mantener aquellas charlas tan hermosas que a mi me conducían a profundas reflexiones.
Sin embargo para mí Alejandro cubre una parte de mi corazón en una célula que me habla de esa verdad que el siempre buscaba, porque según decía debemos pensar que en la vida siempre existe un mañana que nos puede ofrecer la oportunidad de corregir nuevas equivocadas conductas.
Por todo ello me parece a mí que nuestra postura más correcta sería pedir a Dios por todos los que no han encontrado la verdad y viven esclavizos en la mentira.
Lo cierto es que no hay que olvidar que la verdad es bella por si misma y que en cualquier caso de proclamarla, nunca nos arrepentiremos.[/COLOR]