Re: ADVENTISMO PROTESTANTISMO APOSTATA ?
Estimado valdense. Saludos cordiales.
Tú dices:
No te preocupes te entiendo con el tremendo lavado de coco que te han hecho te resulta imposible pensar
Respondo: Falacia ad HOMINEM, o falacia ad personam.
"Se llama así todo mal argumento que, en lugar de refutar las afirmaciones de un adversario, intenta descalificarlo personalmente. Consiste, por ejemplo, en negar la razón a una persona alegando que es fea. Al describir a un oponente como estúpido, poco fiable, lleno de contradicciones o de prejuicios, se pretende que guarde silencio o, por lo menos, que pierda su credibilidad.
Estamos ante un ataque dirigido hacia el hombre, no hacia sus razonamientos. Es una agresión, como la del jugador de fútbol que no logra alcanzar la pelota y da una patada a su adversario para derribarlo. Podemos distinguir dos variedades: el ataque directo y el indirecto.
a. Directo: Va derecho al bulto y suele ser insultante. Pone en duda la inteligencia, el carácter, la condición, o la buena fe del oponente.
Es estúpido y como tal no puede tener una opinión fiable.
Es poco cuidadoso con sus afirmaciones, un exaltado.
¡Claro que lo dice! ¿qué esperabas de una negra?
A esta misma familia pertenecen las tradicionales descalificaciones ideológicas: es comunista, es de derechas... y todo cuanto, en este sentido, pueda ser considerado perverso o al menos reprobable para cierto punto de vista: es católico, ateo, anarquista, capitalista, jesuita, del Opus Dei... esto es, gente incapaz de articular ideas respetables.
¿Vas a creer lo que dice ese cerdo racista?.
Dice eso porque... es burgués, judío, español (o las tres cosas).
Sus opiniones coinciden con las de Herri Batasuna.
Clase social, raza, religión, nacionalidad, antecedentes, o hábitos de vida son irrelevantes a la hora de juzgar las opiniones ajenas.
Nin vale el azor menos porque en vil nido siga, ni los buenos en*siemplos porque judío los diga. Dom Sem Tob.
Lo menos importante es si los términos del ataque son ciertos o falsos. Tal vez el oponente sea un cerdo racista, pero no es eso lo que se discute, sino sus argumentos. Es comprensible que la idea puede desagradar, pero si Hitler afirmara que dos y dos son cuatro habría que otorgarle la razón. Pensar que los razonamientos de los monstruos son monstruosos es una ensoñación de idealistas y, para lo que aquí nos ocupa, una falacia ad hominem.
No es raro que en un mismo ataque se empleen unidas la falacia ad hominen, la falacia ad verecundiam y el argumento ad populum o Sofisma populista. Cumplen funciones idénticas: sirven lo mismo para silenciar al adversario que para eludir la carga de la prueba:
A usted no se le puede hacer caso porque es un aventado (ad hominem). Ninguna persona en su sano juicio discutiría esto (ad verecundiam). Y no es que lo diga yo: lo dice todo el mundo (ad populum).
No es fácil sustraerse a la tentación de utilizar la falacia ad hominem. Nos invitan la pasión y la conveniencia. La pasión, porque aunque no lo manifestemos, con frecuencia nos inclinamos a pensar: aborrezco a este hombre, luego no tiene razón ni mérito, con lo que incurrimos en una falacia ad consecuentiam. La conveniencia, porque siempre es más fácil golpear que razonar. En el terreno de la política no cabe duda de que las biografías per*sonales son mucho más interesantes para el público que los argumentos y pueden reemplazarlos con facilidad.
Por eso conviene señalar que este juego es peligroso. Los ataques personales descalifican también al atacante, ya que muestran su irracionalidad y su indigencia argumental. Con frecuencia, se vuelven contra quien los produce (contra producentem), porque repugnan a los sectores más sensibles del auditorio. No por eso se emplean menos. El caso es hablar para que no se note la carencia de razones. Abundan quienes consideran más grave callar que decir tonterías. Si alguna vez nos vemos impelidos al ataque personal hemos de procurar en primer lugar que culmine nuestro razonamiento (no que lo sustituya) y, en segundo lugar, revestirlo de formas corteses y, a ser posible, irónicas para mitigar sus efectos negativos." (Ricardo García Damborenea)
Bendiciones.
Luego todo Israel será salvo.