<TABLE border=0 width="100%"><TBODY><TR><TD colSpan=2>
Las sectas pericristianas
En un principio, considerar a los musulmanes como secta o herejía cristiana sorprende, si se considera que no eran unos bautizados que después se separaron de la Iglesia. Pero la perspectiva histórica nos muestra que han nacido muchas sectas similares en la periferia de la predicación cristiana, aunque la mayoría prosperaron poco y han caído en el olvido.
La novedad de la religión cristiana, cuando llega a territorios en que se la desconoce, suscita, en personajes de preocupación religiosa inicial y superior afán de protagonismo, el deseo de imitarla, y, al mismo tiempo, adaptarla a los propios criterios.
Algunos ejemplos recientes pueden servirnos de muestra de los sincretismos influidos por el cristianismo que se han producido en distintas regiones y épocas: en el Vietnam del siglo XIX-XX floreció el caodaísmo, secta que reverenciaba a Buda, Cristo y Víctor Hugo; en la Corea del siglo XX la Iglesia de la Unificación es una creacción del ‘reverendo Moon’ de claro influjo cristiano; y en el año 2000 supimos de sectas africanas –incluso con participación de ex-sacerdotes del clero católico local- que terminaron en el incendio deliberado de sus templos con sus fieles encerrados dentro.
Las sectas de influencia cristiana allí donde ha llegado noticia del Evangelio pero no se ha establecido aún sólidamente no son raras, sólo mal conocidas. Por otra parte, son una consecuencia lógica de la novedad cristiana: se puede decir que todas las sectas de aparición posterior a Cristo le han imitado de alguna manera.
El islam, en lo que a su naturaleza se refiere, es una más, y es un grave error conferirle una categoría diferente solamente por el gran éxito alcanzado.
Además, hay que advertir que el concepto de ‘secta’ se puede derivar de dos etimologías que nos remiten a sus dos tipologías fundamentales. Secta puede entenderse derivada de secare –dividir, escindir- y tal etimología corresponde bien a las sectas nacidas de una interpretación herética. Frente a estas sectas, cuyo origen en el parecer humano (correcto desde su punto de vista) no niegan ni sus seguidores, existen otras sectas cuya naturaleza se corresponde mejor con la etimología que propone la procedencia del término del verbo sequor –seguir-, pues que se componen de secuaces de un gurú iluminado, que dice haber recibido una directa revelación divina.
Este segundo es el caso de Mahoma, pero no es el único, como vamos a ver.
Una presentación de los mormones
Lógicamente, sabemos más de los mahometanos que de los mormones, y aunque puede que de aquellos no lo bastante, de éstos, por lo común, casi nada. De vez en cuando vemos por nuestras ciudades parejas de chicos extranjeros, encorbatados y con pelo corto, que llevan al pecho un plástico negro rotulado con su nombre precedido siempre por el título "elder" (literalmente, ‘anciano’). Son misioneros mormones.
El fundador de su religión fue Joe Smith, campesino pobre que nació en Vermont (1805), y se trasladó con sus padres al norte del estado de Nueva York, cerca del lago Ontario (Palmyra y luego Manchester). Allí, según su versión, tuvo varias visiones previas, y en 1823 se le apareció un ángel, que dijo llamarse Moroni, quien le confió que muy cerca estaban escondidas unas escrituras sagradas, en láminas de oro y con caracteres orientales, que podría descifrar mediante dos piedras preciosas (a las que dio dos nombres tomados de la Biblia); y aunque las encontró y desenterró entonces, el ángel no le permitió tomarlas sino cuatro años después.
Entonces se estableció en el norte de Pensilvania, donde había estado trabajando, se había casado y tenía amigos (y era el estado de mayor tradición de tolerancia religiosa) para dedicarse a traducir durante casi dos años los textos que componen hasta quince ‘libros’ en un estilo análogo al del Antiguo Testamento.
El contenido de lo que en conjunto se denomina el Libro de Mormón enlazaba el origen de los amerindios con los pueblos de oriente citados en la Biblia y afirmaba que Cristo, después de su Resurrección, había habitado entre ellos, antes de que se destruyeran mutuamente. La misión de Joe Smith era la de reconstruir la Iglesia con vistas a la inminente segunda venida de Cristo, de acuerdo con una serie de preceptos y enseñanzas particulares.
Entre 1829 y 1830, Smith y sus primeros discípulos dijeron recibir el sacerdocio ‘aarónico’ primero, de manos de San Juan Bautista, y luego el ‘de Melquisedec’, de manos de los tres apóstoles amigos del Señor, Pedro, Santiago y Juan.
Poco después se trasladaron a Kirtland (al norte del estado de Ohio, junto al lago Erie), donde construyeron su primer templo. Pero más tarde hubieron de trasladarse al estado de Missouri y, enseguida, fundaron la ciudad de Nauvoo en Illinois (junto al Mississipi). Allí empezó a florecer la comunidad, hasta el punto de tener una milicia incipiente (la Legión de Nauvoo) y de que Smith se presentó a las elecciones a la Presidencia de la Unión. También entonces dijo recibir la revelación de restaurar la poligamia (para aquellos a los que se la indicaba Dios mediante su Iglesia) que ya venía practicando. La animadversión que siempre les había rodeado subió de punto, fue acusado de inmoralidad pública, detenido, y linchado en la prisión, que fue asaltada.
Tras un interregno de tres años, la comunidad mormona, relativamente floreciente por sus empresas cooperativas y con el rasgo distintivo de la poligamia (que apenas practicó un diez por ciento) emigró masivamente al oeste, se estableció a orillas del Lago Salado y fundó un estado independiente, Déseret, bajo la jefatura del Brigham Young (1847).
La teología mormona es extraordinariamente compleja, y, además, ha cambiado con el transcurso del tiempo. En 1896 el estado de Utah fue admitido en la Unión (entre veinte y treinta años más tarde que los colindantes al este y al oeste), cuando los mormones renunciaron a la práctica de la poligamia, de acuerdo con una oportuna revelación recibida al efecto.
Hoy los mormones son cerca de nueve millones en todo el mundo, dado que pese a estar centrados en Utah dedican una atención permanente a las misiones por el orbe entero. Y se glorían, justamente, de ser la única gran religión de origen americano.
Refrescados nuestros conocimientos sobre los mormones, pasemos a su comparación con el islam.
Periferia cristiana
Mahoma y Joe Smith constituyeron sus comunidades religiosas en la periferia del mundo cristiano.
La Arabia del primero no era absolutamente pagana, puesto que había tribus árabes de religión judía, cristianos de distinta confesión (y aun anacoretas), incluso en la parentela de Mahoma, y partidarios del monoteísmo (a los que se denominaba hanif).
Por su parte, tampoco la frontera de los pioneros de la América del Norte del segundo era perfectamente cristiana (mal podía serlo en sus circunstancias), como demuestra la periódica llegada de predicadores de distintas facciones protestantes a lugares sin atención religiosa ni adscripción definida: el testimonio del propio Joe Smith de que en su infancia su familia se pasó al presbiterianismo mientras él se inclinó al metodismo a resultas de tales agitaciones nos releva de mayor insistencia.
Mormones y mahometanos surgen en la periferia del mundo cristianizado, desviando la religiosidad verdadera de gentes necesitadas de saciarla tras de un profeta iluminado.
Y aunque los mormones se digan cristianos podemos hablar en realidad de dos religiones distintas de la cristiana cuyos rasgos de sincretismo son claros y notables.
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La secta de Mahoma: un mormonismo con éxito
por Luis María Sandoval
No hay que temer tanto al islam que nos dejemos impresionar indebidamente por él. En cuanto a su naturaleza intrínseca no se diferencia mucho de las otras sectas postcristianas que han pretendido ser fruto de revelaciones celestes. Una comparación con los mormones nos permite comprender hasta qué punto no es sino una secta de la periferia cristiana más: la secta de Mahoma. Y por ello no puede ser que a unos les tengamos por respetables y a los otros por ridículos
</TD></TR><TR><TD colSpan=2>A fuerza de considerar el peligro islámico –bien real- corremos el riesgo de convertirlo también en algo demasiado respetable. El islam no es una portentosa religión monoteísta, sorprendente en sus convergencias con la Religión Cristiana, sino tan sólo una secta pericristiana –y en muchos sentidos un conjunto de sectas- nacida de la falsa revelación de un falso profeta, que ha obtenido un enorme éxito humano por su condescendencia con nuestra pasiones de distinto género (víd. nuestro trabajo anterior ).
Las sectas pericristianas
En un principio, considerar a los musulmanes como secta o herejía cristiana sorprende, si se considera que no eran unos bautizados que después se separaron de la Iglesia. Pero la perspectiva histórica nos muestra que han nacido muchas sectas similares en la periferia de la predicación cristiana, aunque la mayoría prosperaron poco y han caído en el olvido.
La novedad de la religión cristiana, cuando llega a territorios en que se la desconoce, suscita, en personajes de preocupación religiosa inicial y superior afán de protagonismo, el deseo de imitarla, y, al mismo tiempo, adaptarla a los propios criterios.
Algunos ejemplos recientes pueden servirnos de muestra de los sincretismos influidos por el cristianismo que se han producido en distintas regiones y épocas: en el Vietnam del siglo XIX-XX floreció el caodaísmo, secta que reverenciaba a Buda, Cristo y Víctor Hugo; en la Corea del siglo XX la Iglesia de la Unificación es una creacción del ‘reverendo Moon’ de claro influjo cristiano; y en el año 2000 supimos de sectas africanas –incluso con participación de ex-sacerdotes del clero católico local- que terminaron en el incendio deliberado de sus templos con sus fieles encerrados dentro.
Las sectas de influencia cristiana allí donde ha llegado noticia del Evangelio pero no se ha establecido aún sólidamente no son raras, sólo mal conocidas. Por otra parte, son una consecuencia lógica de la novedad cristiana: se puede decir que todas las sectas de aparición posterior a Cristo le han imitado de alguna manera.
El islam, en lo que a su naturaleza se refiere, es una más, y es un grave error conferirle una categoría diferente solamente por el gran éxito alcanzado.
Además, hay que advertir que el concepto de ‘secta’ se puede derivar de dos etimologías que nos remiten a sus dos tipologías fundamentales. Secta puede entenderse derivada de secare –dividir, escindir- y tal etimología corresponde bien a las sectas nacidas de una interpretación herética. Frente a estas sectas, cuyo origen en el parecer humano (correcto desde su punto de vista) no niegan ni sus seguidores, existen otras sectas cuya naturaleza se corresponde mejor con la etimología que propone la procedencia del término del verbo sequor –seguir-, pues que se componen de secuaces de un gurú iluminado, que dice haber recibido una directa revelación divina.
Este segundo es el caso de Mahoma, pero no es el único, como vamos a ver.
Una presentación de los mormones
Lógicamente, sabemos más de los mahometanos que de los mormones, y aunque puede que de aquellos no lo bastante, de éstos, por lo común, casi nada. De vez en cuando vemos por nuestras ciudades parejas de chicos extranjeros, encorbatados y con pelo corto, que llevan al pecho un plástico negro rotulado con su nombre precedido siempre por el título "elder" (literalmente, ‘anciano’). Son misioneros mormones.
El fundador de su religión fue Joe Smith, campesino pobre que nació en Vermont (1805), y se trasladó con sus padres al norte del estado de Nueva York, cerca del lago Ontario (Palmyra y luego Manchester). Allí, según su versión, tuvo varias visiones previas, y en 1823 se le apareció un ángel, que dijo llamarse Moroni, quien le confió que muy cerca estaban escondidas unas escrituras sagradas, en láminas de oro y con caracteres orientales, que podría descifrar mediante dos piedras preciosas (a las que dio dos nombres tomados de la Biblia); y aunque las encontró y desenterró entonces, el ángel no le permitió tomarlas sino cuatro años después.
Entonces se estableció en el norte de Pensilvania, donde había estado trabajando, se había casado y tenía amigos (y era el estado de mayor tradición de tolerancia religiosa) para dedicarse a traducir durante casi dos años los textos que componen hasta quince ‘libros’ en un estilo análogo al del Antiguo Testamento.
El contenido de lo que en conjunto se denomina el Libro de Mormón enlazaba el origen de los amerindios con los pueblos de oriente citados en la Biblia y afirmaba que Cristo, después de su Resurrección, había habitado entre ellos, antes de que se destruyeran mutuamente. La misión de Joe Smith era la de reconstruir la Iglesia con vistas a la inminente segunda venida de Cristo, de acuerdo con una serie de preceptos y enseñanzas particulares.
Entre 1829 y 1830, Smith y sus primeros discípulos dijeron recibir el sacerdocio ‘aarónico’ primero, de manos de San Juan Bautista, y luego el ‘de Melquisedec’, de manos de los tres apóstoles amigos del Señor, Pedro, Santiago y Juan.
Poco después se trasladaron a Kirtland (al norte del estado de Ohio, junto al lago Erie), donde construyeron su primer templo. Pero más tarde hubieron de trasladarse al estado de Missouri y, enseguida, fundaron la ciudad de Nauvoo en Illinois (junto al Mississipi). Allí empezó a florecer la comunidad, hasta el punto de tener una milicia incipiente (la Legión de Nauvoo) y de que Smith se presentó a las elecciones a la Presidencia de la Unión. También entonces dijo recibir la revelación de restaurar la poligamia (para aquellos a los que se la indicaba Dios mediante su Iglesia) que ya venía practicando. La animadversión que siempre les había rodeado subió de punto, fue acusado de inmoralidad pública, detenido, y linchado en la prisión, que fue asaltada.
Tras un interregno de tres años, la comunidad mormona, relativamente floreciente por sus empresas cooperativas y con el rasgo distintivo de la poligamia (que apenas practicó un diez por ciento) emigró masivamente al oeste, se estableció a orillas del Lago Salado y fundó un estado independiente, Déseret, bajo la jefatura del Brigham Young (1847).
La teología mormona es extraordinariamente compleja, y, además, ha cambiado con el transcurso del tiempo. En 1896 el estado de Utah fue admitido en la Unión (entre veinte y treinta años más tarde que los colindantes al este y al oeste), cuando los mormones renunciaron a la práctica de la poligamia, de acuerdo con una oportuna revelación recibida al efecto.
Hoy los mormones son cerca de nueve millones en todo el mundo, dado que pese a estar centrados en Utah dedican una atención permanente a las misiones por el orbe entero. Y se glorían, justamente, de ser la única gran religión de origen americano.
Refrescados nuestros conocimientos sobre los mormones, pasemos a su comparación con el islam.
Periferia cristiana
Mahoma y Joe Smith constituyeron sus comunidades religiosas en la periferia del mundo cristiano.
La Arabia del primero no era absolutamente pagana, puesto que había tribus árabes de religión judía, cristianos de distinta confesión (y aun anacoretas), incluso en la parentela de Mahoma, y partidarios del monoteísmo (a los que se denominaba hanif).
Por su parte, tampoco la frontera de los pioneros de la América del Norte del segundo era perfectamente cristiana (mal podía serlo en sus circunstancias), como demuestra la periódica llegada de predicadores de distintas facciones protestantes a lugares sin atención religiosa ni adscripción definida: el testimonio del propio Joe Smith de que en su infancia su familia se pasó al presbiterianismo mientras él se inclinó al metodismo a resultas de tales agitaciones nos releva de mayor insistencia.
Mormones y mahometanos surgen en la periferia del mundo cristianizado, desviando la religiosidad verdadera de gentes necesitadas de saciarla tras de un profeta iluminado.
Y aunque los mormones se digan cristianos podemos hablar en realidad de dos religiones distintas de la cristiana cuyos rasgos de sincretismo son claros y notables.
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