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<o> 10 Principios para los que Enseñan el Evangelio de DIOS </o>
<o> 10 Principios para los que Enseñan el Evangelio de DIOS </o>
I. Respetad siempre la personalidad del hombre. Una causa recta no se ha de avanzar jamás por la fuerza; las victorias espirituales sólo se pueden alcanzar mediante el poder espiritual.<o></o>
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II. No se deben emplear argumentos avasalladores ni superioridad mental para obligar a los hombres y a las mujeres a entrar al reino. La mente del hombre no debe ser aplastada por el solo peso de la lógica ni sobrecogida por la elocuencia sagaz.<o></o>
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III. No deben apelar directamente a las emociones en sus enseñanzas. Apelad directamente al espíritu divino que habita en la mente de los hombres.<o></o>
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IV. Al apelar a los hombres, sed justos; ejerced autocontrol y exhibid discreción; mostrad respeto adecuado por la personalidad de vuestros alumnos.<o></o>
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V. No cometáis el error de limitaros a condenar las equivocaciones en la vida de vuestros alumnos; recordad que también debéis reconocer generosamente las cosas dignas de alabanza en su vida.<o></o>
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VI. No cometáis el error de utilizar tácticas despreciables como por ejemplo, la de intentar por medio del terror que los hombres y las mujeres entren al reino. Un padre amante no aterroriza a sus hijos para conseguir que obedezcan sus exigencias justas.<o></o>
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VII. Enseñad a todos los creyentes a que no se apoyen en las tablas inseguras de la falsa compasión. No podéis desarrollar caracteres fuertes si os entregáis a compadeceros a vosotros mismos; intentad honestamente evitar la influencia engañosa de compartir pesares.<o></o>
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VIII. Ofreced vuestra compasión a los valientes y los valerosos, limitando vuestra piedad por aquellas almas cobardes que tan sólo enfrentan a medias las pruebas del vivir.<o></o>
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IX. No brindéis consuelo a los que sucumben a sus problemas sin luchar. No ofrezcáis simpatía a vuestros semejantes con el solo objeto de conseguir que ellos a su vez simpaticen con vosotros.<o></o>
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X. Enseñad a todos los creyentes que los que entran al reino no se vuelven inmunes a los accidentes del tiempo ni a las catástrofes ordinarias de la naturaleza. El creer en el evangelio no prevendrá los problemas, pero sí asegurará que vosotros actuaréis sin miedo cuando los problemas ocurran.
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