Jesús nos dice: "Dejen de juzgar para que no sean juzgados, porque con el juicio que juzguen, se les juzgará, y con la vara con que midan, serán medidos. Solo Dios tiene la debida autoridad para juzgar a las personas con justicia, porque él es justo, y conoce todos los motivos y circunstancias de cada persona, y el por qué actúa de una manera o de otra, ¿Quienes somos nosotros para juzgar a nadie, míseras criaturas imperfectas y pecadoras, para que nos creamos con derecho a ser jueces de nadie? Si creemos que alguien está equivocado, o habla falsedad, hagámosle ver su equivocación, si podemos, o pidámosle que no siga siendo falso, si quiere escucharnos, en vez de condenarlo sin pruebas ni motivos. Y en todo caso, dejemos el juicio en manos de Dios, que es quién puede y sabe hacerlo. Si somos creyentes como pretendemos, o algunos pretenden serlo, escuchemos lo que Dios y Jesús nos dicen que debemos hacer, y procuremos hacerlo así. Nos será más ventajoso y no ofenderemos a nadie. Jesús nos dice claramente debemos amarnos los unos a los otros, incluso a nuestros enemigos. Eso es lo que debemos hacer, y nada más.