Había una vez un Chancho (cerdo) que vivía en un chiquero. Este amaba al Señor grandemente. Oraba continuamente a él, y abundaba en limosnas.
En un corral no muy distante, vivía la señora Gallina, la cual cacaraqueaba todo el día. Ella también iba a la iglesia.
Un buen domingo, después del culto, se acercó el señor Chancho a la Señora Gallina, para preguntarle por su salud y compartir un poco del Señor. La señora Gallina le decía, que a veces no le daban ganas de venir los domingos, pues a nadie le interesaban las cosas espírituales. El señor Chancho replicó, que era necesario avivar el fuego, que no se podía estar con los brazos cruzados, pues los tiempos eran malos.
La señora Gallina le dijo:
Un retiro espiritual es lo que hace falta, y dicho esto, empezó a invitar a todos los hermanos.
Todos empezaron a disculparse diciendo que tenían mucho que hacer, que los negocios andaban mal, que tenían que enterrar a un muerto, que se iba a ir a despedir del papá primero, etc. etc.
Entonces la señora Gallina le dijo al señor Chancho:
Muchos son los llamados, pero pocos los escogidos, así es que no nos preocupemos, pues donde hay 2 o 3 en su nombre .... allí está él en medio.
El señor Chancho que era muy espiritual, aceptó de buen agrado inmediatamente. La señora Gallina le dijo:
Entonces, todo está determinado ... usted pone el jamón, y yo los huevos.
El señor Chancho se fue contento a su chiquero, pensando en el retiro espiritual y en las bendiciones que esto traería consigo.
Pero en la noche, no podía conciliar el sueño, pues pensaba:
A mí ... dar el jamón, me va la vida .... pero la señora Gallina, no es mucho lo que da, pues ella pone huevos todos los dias sin demasiado sacrificio.
A veces, nosotros nos parecemos a la señora Gallina ... El Señor ha puesto su vida por nosotros, pero nos cuesta un mundo entregarnos a El, y solo ofrecemos los huevos ... eso que no nos compromete.
27 Mientras él decía estas cosas, una mujer de entre la multitud levantó la voz y le dijo: Bienaventurado el vientre que te trajo, y los senos que mamaste. 28 Y él dijo: Antes bienaventurados los que oyen la palabra de Dios, y la guardan ...
Dios te bendiga.
En un corral no muy distante, vivía la señora Gallina, la cual cacaraqueaba todo el día. Ella también iba a la iglesia.
Un buen domingo, después del culto, se acercó el señor Chancho a la Señora Gallina, para preguntarle por su salud y compartir un poco del Señor. La señora Gallina le decía, que a veces no le daban ganas de venir los domingos, pues a nadie le interesaban las cosas espírituales. El señor Chancho replicó, que era necesario avivar el fuego, que no se podía estar con los brazos cruzados, pues los tiempos eran malos.
La señora Gallina le dijo:
Un retiro espiritual es lo que hace falta, y dicho esto, empezó a invitar a todos los hermanos.
Todos empezaron a disculparse diciendo que tenían mucho que hacer, que los negocios andaban mal, que tenían que enterrar a un muerto, que se iba a ir a despedir del papá primero, etc. etc.
Entonces la señora Gallina le dijo al señor Chancho:
Muchos son los llamados, pero pocos los escogidos, así es que no nos preocupemos, pues donde hay 2 o 3 en su nombre .... allí está él en medio.
El señor Chancho que era muy espiritual, aceptó de buen agrado inmediatamente. La señora Gallina le dijo:
Entonces, todo está determinado ... usted pone el jamón, y yo los huevos.
El señor Chancho se fue contento a su chiquero, pensando en el retiro espiritual y en las bendiciones que esto traería consigo.
Pero en la noche, no podía conciliar el sueño, pues pensaba:
A mí ... dar el jamón, me va la vida .... pero la señora Gallina, no es mucho lo que da, pues ella pone huevos todos los dias sin demasiado sacrificio.
A veces, nosotros nos parecemos a la señora Gallina ... El Señor ha puesto su vida por nosotros, pero nos cuesta un mundo entregarnos a El, y solo ofrecemos los huevos ... eso que no nos compromete.
27 Mientras él decía estas cosas, una mujer de entre la multitud levantó la voz y le dijo: Bienaventurado el vientre que te trajo, y los senos que mamaste. 28 Y él dijo: Antes bienaventurados los que oyen la palabra de Dios, y la guardan ...
Dios te bendiga.