Re: Crueldad animal
Palabras de S.S. Juan Pablo II
No pocos valores éticos, de importancia fundamental para el desarrollo de una sociedad pacífica, tienen una relación directa con la cuestión ambiental. La interdependencia de muchos desafíos, que el mundo actual debe afrontar, confirma la necesidad de soluciones coordinadas, basadas en una coherente visión moral del mundo. Para el cristiano tal visión se basa en las convicciones religiosas sacadas de la Revelación. Por eso, al comienzo de este Mensaje, deseo recordar la narración bíblica de la creación, confiando que aquellos que no comparten nuestras convicciones religiosas puedan encontrar igualmente elementos útiles para una línea común de reflexión y de acción.
"Y vio Dios que era bueno"
En las páginas del Génesis, en las cuales se recoge la autorrevelación de Dios a la humanidad (Gén. 1-3), se repiten como un estribillo las palabras: "Y vio Dios que era bueno". Pero cuando Dios, una vez creado el cielo y el mar, la tierra y todo lo que ella contiene, crea al hombre y a la mujer, la expresión cambia notablemente: "Vio Dios cuanto había hecho, y todo era muy bueno" (Gén. 1,31). Dios confió al hombre y a la mujer todo el resto de la creación, y entonces - como leemos - pudo descansar "de toda la obra creadora" (Gén. 2,3).
La llamada a Adán y Eva, para participar en la ejecución del plan de Dios sobre la creación, avivaba aquellas capacidades y aquellos dones que distinguen a la persona humana de cualquier otra criatura y, al mismo tiempo, establecía una relación ordenada entre los hombres y la creación entera. Creados a imagen y semejanza de Dios, Adán y Eva debían ejercer su dominio sobre la tierra (Gén. 1,28) con sabiduría y amor