Re: Ex-satanista confirma asunto del Sábado
Estimado juan20:23. Saludos cordiales.
Tú dices:
No te olvides que los Judío convocados ofrecía el cordero a Dios el día posterior al sábado, el mismo día en que se mecía la gavilla. Según la ley de Levítico 23:11-12.
Si Jesús resucitado vino a sustituir al cordero, el pueblo de Dios debe ser convocado en domingo, así pide levítico, el día después del sábado.
El sabado es de descanzo, y el dia posterior al sabado el pueblo ofrece el cordero...
Como te dije, el sabado judio es descanso distinto a la celebración Cristiana del domingo, el domingo celebramos la muerte y resurrección del cordero... en fin ya lo repeti.
Dios te bendiga.
Respondo: Las "evidencias" sobre la santidad del domingo en el Nuevo Testamento:
Juan 20:19: Este pasaje es presentado para probar que los discípulos estaban reunidos en domingo. Cierto que lo estaban. Pero no estaban celebrando nada ni estaban guardando ningún reposo. El versículo dice que "los discípulos estaban reunidos por miedo de los judíos", es decir, que estaban escondiéndose. Ninguna celebración estaba llevándose a cabo. Contrariados por la muerte de Cristo y temiendo la arremetida de los judíos, los discípulos se sentían en completo abandono y procuraban evitar que los hallaran. Además, no podían estar reunidos en honor de la resurrección de Cristo porque, en primer lugar, aún no creían que él hubiera resucitado.
Por otro lado, el encuentro con Jesús ocurrió, no en domingo, sino en lunes. En la Biblia un día no se contaba de medianoche a medianoche, sino desde el atardecer de un día, hasta el atardecer del día siguiente (comp. Gén. 1:5, 8, 13, 19, 23, 31). Es por esto que la observancia del sábado debía hacerse desde el atardecer del viernes hasta el atardecer del sábado (Lev. 23:32; Neh. 13:9). Y es por esto también que cuando Cristo fue crucificado, los judíos pidieron que se le quebraran las piernas, ya que era viernes de tarde y el sábado estaba por comenzar (Juan 19:31).
El día de la resurrección, nuestro Señor se apareció a Cleofas y a Lucas en el camino a Emaús, una aldea que distaba unos once kilómetros de Jerusalén (Luc. 24:13, NVI). Al llegar a Emaús, los dos discípulos le pidieron a Jesús que se quedara con ellos, alegando: "Quédate con nosotros, porque se hace tarde, y el día ya ha declinado. Entró, pues, a quedarse con ellos" (Luc. 24:29). Esto quiere decir que el primer día ya estaba pasando, y estaba comenzando el segundo día de la semana, es decir, el lunes. Jesús, complaciendo su petición, se quedó y comió con ellos. Al terminar la cena, los dejó, y entonces ellos decidieron volver a Jerusalén (Luc. 24:33). Considerando el tiempo que pasaron en la mesa, más el tiempo que tomaron en recorrer los once kilómetros de regreso a Jerusalén, puede concluirse que cuando se encontraron con los apóstoles ya estaba muy avanzada la noche. Así, cuando Cristo se puso en medio de ellos, hacía ya varias horas que el domingo había pasado. Por eso, si aquel encuentro con el Resucitado santificó aquel día y lo convirtió en día de reposo,
los cristianos católicos y protestantes deberían estar guardando hoy el día lunes y no el domingo.
Hechos 20:7: Aunque este es uno de los textos favoritos de los enemigos del sábado de Jehová, en realidad poca ayuda ofrece en favor de la santidad del domingo. Que los discípulos se hayan reunido un primer día de la semana para partir el pan, nada tiene de particular. En Hechos 2:46 se dice que los discípulos "
todos los días se reunían en el Templo con entusiasmo, partían el pan en sus casas y compartían sus comidas con alegría y con gran sencillez de corazón" (Biblia Latinoamericana, 1995), pero eso no hace santos todos los días. Por demás,
la cena del Señor puede celebrarse cualquier día de la semana y todas las veces que se desee celebrarla, sin que ello vaya a quitarle al sábado la santidad que Dios le confirió (1 Cor. 11:26).
En este pasaje no hay ninguna indicación de que Dios hubiera transferido la santidad del sábado al domingo. Tampoco se dicta ninguna orden a los cristianos observar el primer día de la semana en lugar del séptimo. Si Dios hubiera pensado en cambiar su ley, ¿por qué no dio la orden tan expresamente y tan enfáticamente como lo hizo con el sábado?
1 Cor. 16:1, 2: Este es otro versículo muy citado sin que se le preste la atención debida. Lo que allí recomienda Pablo es recoger una ofrenda especial para los hermanos pobres de Jerusalén. Con esto Pablo ni está santificando el domingo, ni está aboliendo el sábado. No se dice allí que el domingo sea día de reposo ni que hubiera sido santificado. Todo se trata de una medida de emergencia, y nada tiene que ver con el reposo semanal. Nótese que la recomendación era que "cada uno de vosotros reserve en su casa" (Biblia de Jerusalén); "cada uno ponga aparte en su casa" (Nácar-Colunga); "cada uno de vosotros aparte en su casa" (RV, 1909). No era una colecta en la iglesia, sino una donación particular que Pablo enviaría a buscar de casa en casa para llevarla a Jerusalén (vers. 3). Ahora bien, si todos los hermanos habían de reunirse en la iglesia ese día, ¿por qué Pablo tenía que molestarse en ir de casa en casa, en vez de que todos llevaran sus donativos a la reunión? Sin embargo, allí no se menciona ninguna reunión religiosa, ninguna lectura de las Escrituras, ninguna oración, ni ninguna discusión doctrinal.
Muy al contrario de lo que afirman nuestros examinadores, la Biblia demuestra que los cristianos primitivos se reunían en sábado, bien fuera con judíos o con gentiles (Hechos 13:14, 42, 43, 44; 16:13). En una oportunidad los griegos, quienes no tenían por qué obedecer la ley judía, les rogaron a los discípulos que el siguiente sábado les hablaran de la salvación en Cristo. Esto demuestra el profundo interés que la predicación de los apóstoles estaba despertando en sus corazones. Pero si estaban tan ansiosos de oír la Palabra de Dios, ¿por qué simplemente no pidieron reunirse con ellos al día siguiente?
Pablo, también, trabajaba haciendo tiendas, y los sábados predicaba el evangelio a judíos y griegos (Hechos 18:3, 4). Es llamativo el hecho de que, nuevamente, los griegos recibieran el evangelio no en domingo, sino en sábado, lo cual habla claramente de que era el sábado y no el domingo el día que los cristianos guardaban.
En definitiva, no es cierto que los apóstoles celebraran reuniones de importancia exclusivamente el primer día de la semana, pues a veces lo hacían todos los días, y generalmente lo hacían en sábado. Tampoco es cierto que en la Biblia haya la menor sugerencia de que la santidad del sábado, tan claramente expuesta en las páginas sagradas, se haya transferido al domingo. Nada de eso se registra, ni hay forma de probar con la Biblia que Dios haya autorizado un cambio semejante en un mandamiento en el que él desde el principio ha hecho tanto énfasis. Es por eso que el erudito protestante M. G. Easton, defensor de la observancia del domingo, confiesa: "Cierto, no podemos dar ningún texto que autorice con tantas palabras ese cambio. No tenemos una ley expresa que declare el cambio". Easton fundamenta su defensa del domingo en pasajes como Juan 20:19, Hechos 20:7 y 1 Cor. 16:1, 2. Ya esto es una prueba elocuente de la precariedad argumentativa del reposo dominical. (Aporte de Giovanni Cabrera)
Bendiciones.
Luego todo Israel será salvo.