Re: Cipriano; creador de la doctrina Catolica Romana
Eclesiología:
Para San Cipriano, la Iglesia es el único camino posible de salvación: «fuera de la Iglesia no hay salvación»; «no puede tener a Dios por Padre el que no tiene a la Iglesia como Madre»( De Ecclesiæ unitate 6). Compara la Iglesia con el arca de Noé, fuera de la cual todo perecía; con los granos de trigo que se unen para formar una sola eucaristía; con el navío dirigido por el piloto, que es el obispo. La pertenencia a la Iglesia, explica San Cipriano, no es algo etéreo, sino que se concreta en la unión con el propio obispo. La duda que surge entonces es, ¿cómo estar seguro de que estando con este obispo se está con la Iglesia? Para contestar a esta pregunta Cipriano desarrolla la doctrina del primado de Pedro.
Para que haya unidad, Cristo, fundador de la Iglesia, ha concedido a San Pedro el primado: «Al mismo (Pedro) después de la resurrección (Cristo) le dijo: ‘apacienta mis corderos’ (Io 21,16). Sobre él edifica la Iglesia y le confía su rebaño. A los otros Apóstoles da también la misma potestad (el episcopado), pero Él instituyó una única Cátedra, estableciendo en ella, con la autoridad de su palabra, el origen y la causa de la unidad. Ciertamente los otros Apóstoles tenían la misma dignidad que Pedro, pero a Pedro se le confirió el primado para que nazca la Iglesia y una sola Cátedra».
Algunos intérpretes han pretendido que ese primado, en San Cipriano, sería sólo de honor y, por tanto, el obispo de Roma únicamente sería un primus inter pares. Para esa interpretación se basan en algunas afirmaciones entresacadas de las cartas de San Cipriano a propósito de la polémica sobre el bautismo. Ciertamente, algunas de sus afirmaciones suelen malentenderse pero, teniendo en cuenta el contexto polémico en que están situadas, también son susceptibles de una recta interpretación. Además, la misma existencia de esa polémica demuestra que San Cipriano era consciente de que un obispo no podía pensar lo que quisiera en materia de fe o moral, sino que debía concordar con el Papa. Por otra parte, a lo largo de toda su vida, San Cipriano dio cuenta a Roma de las actuaciones más importantes, y explica que ese rendir cuentas es el pensamiento unánime de todos los obispos. Así, por ejemplo, no dejaba de informar al Romano Pontífice de quiénes se mantenían fieles en los momentos de cisma: «Fue opinión unánime de todos los de esta región que te enviara estos nombres...»(Epistola 59,9). Hemos visto también que él mismo se justificó ante Roma de su conducta durante las persecuciones.
En conclusión: San Cipriano no vio en el Papa un simple primus inter pares, con primado de honor, sino el fundamento real de la unidad de la Iglesia y, por tanto, remarca la necesidad de estar unidos a él en cuestiones de fe, moral y gobierno: «¿Quién puede pensar que está aún en la Iglesia, si abandona la Cátedra de Pedro sobre la que la Iglesia está fundada?»( De Ecclesiæ unitate 4).