Lo Absurdo de la Vida SIN DIOS

22 Noviembre 2006
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Lo Absurdo de la Vida sin Dios

William Lane Craig

Traducido por Joel Naranjo. The Absurdity of Life without God


La Necesidad de Dios y la Inmortalidad

El Hombre, escribe Loren Eiseley, es el Huérfano Cósmico. Es la única criatura en el universo que pregunta, "¿Por qué?” Otros animales tienen su instinto para guiarlos, pero el hombre ha aprendido a hacer preguntas. "¿Quién soy?" pregunta el ser humano. "¿Por qué estoy aquí? ¿A dónde voy?”. Desde la Ilustración, cuando se despojó de los grilletes de la religión, el hombre ha intentado contestar estas preguntas sin hacer referencia a Dios. Pero las respuestas que ha hallado no han sido estimulantes, si no oscuras y terribles. "Eres un subproducto accidental de la naturaleza, el resultado de la materia más el tiempo y el azar. No hay ninguna razón para tu existencia. Todo lo que enfrentas es la muerte."

El hombre moderno pensó que al librarse de Dios, se había librado de todo aquello que lo reprimía y ahogaba. Sin embargo, descubrió que al matar a Dios, se había dado muerte a sí mismo. Porque si no hay Dios, la vida de hombre se vuelve absurda.

Si Dios no existe, tanto el hombre como el universo están inevitablemente condenados a la muerte. El ser humano, como todos los organismos biológicos, debe morir. Sin la esperanza de la inmortalidad, la vida de hombre lleva sólo a la tumba. Su vida no es si no una chispa en la oscuridad infinita, una chispa que nace, parpadea, y muere para siempre. Por consiguiente, todos debemos enfrentar lo que teólogo Paul Tillich ha llamado "la amenaza del no ser". Porque aunque ahora sé que existo, que estoy vivo, sé también que algún día ya no existiré, que ya no seré más, que voy a morir. Este pensamiento es pasmoso y amenazador: ¡pensar que la persona que llamo "yo" dejará de existir, que no será más!

Recuerdo vivamente la primera vez que mi padre me dijo que algún día yo moriría. De algún modo, como niño, el pensamiento simplemente nunca había cruzado por mi mente. Cuando me lo dijo, quedé lleno de miedo y una insoportable tristeza. Y aunque intentó repetidamente asegurarme esto ocurriría en mucho tiempo más, eso no parecía importar. Fuese antes o después, el hecho innegable era que yo moriría y ya no sería más, y esta idea me resultó abrumadora. Eventualmente, como todos, llegué a simplemente a aceptarlo. Todos aprendemos a vivir con lo inevitable. Pero esa percepción infantil sigue siendo cierta. Como el existencialista francés Jean-Paul Sartre observó, “algunas horas o algunos años no hacen diferencia alguna una vez que se ha perdido la eternidad”.

Ya sea que llegué antes o después, la perspectiva de la muerte y la amenaza del no ser es un horror terrible. Pero una vez conocí un estudiante quién no sentía esta amenaza. Decía que había crecido en una granja y estaba acostumbrado a ver los animales nacer y morir. La muerte era para él simplemente algo natural, parte de la vida, por así decirlo. Yo estaba intrigado por lo diferente que eran nuestras perspectivas acerca de la muerte y encontraba difícil entender por qué él no sentía la amenaza de no ser. Después de varios años, pienso que encontré mi respuesta leyendo a Sartre. Sartre observó que la muerte no es amenazante en tanto la veamos como la muerte del otro, cuando la vemos en tercera persona, por así decirlo. Es sólo es cuando la internalizamos y la vemos primera persona ("mi muerte: Yo voy morir") que la amenaza del no ser se vuelve real. Como indica Sartre, muchas personas nunca asumen esta perspectiva de primera persona en su vida; uno puede mirar incluso su propia muerte desde un punto de vista de tercera persona, como si fuera la muerte de otro o incluso de un animal, como hizo mi amigo. Pero el verdadero significado existencial de mi muerte sólo puede apreciarse de la perspectiva de primera persona, cuando comprendo que yo voy morir y dejaré de existir para siempre. Mi vida es simplemente una transición momentánea del olvido al olvido.

Y el universo, también, enfrenta la muerte. Los Científicos nos dicen que el universo se está expandiendo, y todo en él se aleja más y más. Mientras esto sucede, se vuelve más y más frío, y su energía se agota. En el futuro todas las estrellas se consumirán y toda la materia colapsará en estrellas muertas y agujeros negros. No habrá luz en absoluto; no habrá calor; no habrá vida; sólo los cadáveres de estrellas y galaxias muertas, siempre expandiéndose en la oscuridad interminable y las frías profundidades del espacio: un Universo en ruinas. Así que no sólo la vida de cada persona individual está condenada; la raza humana entera está condenada. No hay escapatoria. No hay esperanza.

Lo Absurdo de la Vida sin Dios y sin Inmortalidad

Si no hay Dios, entonces el hombre y el universo están condenados. Como prisioneros sentenciados a muerte, esperamos nuestra inevitable ejecución. No hay Dios ni inmortalidad. ¿Y cuál es la consecuencia de esto? Significa que la vida misma es absurda. Significa que la vida que tenemos carece de significado, valor, o propósito último. Miremos cada uno de éstos.

No hay Significado Último sin Inmortalidad y sin Dios

Si cada persona deja de existir cuándo muere, entonces ¿qué significado último puede darse a su vida? ¿Importa realmente si alguna vez existió? Su vida puede ser importante en relación a ciertos eventos, pero ¿Cuál es el significado último de cualquiera de esos eventos? Si todos los eventos carecen de sentido, entonces ¿Cuál puede ser el significado o influencia última de cualquiera de ellos? En última cuenta no hacen ninguna diferencia.

Veámoslo desde otra perspectiva: Los científicos dicen que el universo en originó en una explosión denominada el "Big Bang" hace unos 13 mil millones años. Suponga que el Big Bang nunca hubiera ocurrido. Suponga que el universo nunca hubiera existido. ¿Qué diferencia sustancial haría? De todos modos, el universo esta condenado. En última cuenta, no hace ninguna diferencia si el universo alguna vez existió o no. Por consiguiente, carece de significado último.

Lo mismo es verdad respecto la raza humana. La humanidad es una especie condenada en un universo agonizante. Porque la raza humana dejará de existir en el futuro; da lo mismo si alguna vez existió. La humanidad, así, no es más significativa que un enjambre de mosquitos o un corral de cerdos, pues su destino es el mismo. El mismo ciego proceso cósmico que los escupió en primer lugar se los tragará a todos en el futuro.

Y lo mismo es verdad de cada persona individual. Las contribuciones del científico al adelanto de conocimiento humano, las investigaciones del doctor para aliviar el dolor y el sufrimiento, los esfuerzos del diplomático por afianzar la paz en el mundo, los sacrificios de hombres buenos en todo lugar para mejorar la condición de la raza humana: todos éstos llegan a nada. Éste es el horror de hombre moderno: dado que acaba en nada, es nada.

Pero es importante ver que no es sólo inmortalidad lo que necesita el hombre si su vida ha de ser significativa. La mera duración de la existencia no hace a esa existencia significativa. Si el hombre y el universo pudieran existir para siempre, pero no hubiera Dios, su existencia aún carecería de significado último. Como ilustración, una vez leí un cuento de ciencia-ficción en que un astronauta estaba aislado en un yermo trozo de piedra perdido en el espacio exterior. Con él tenía dos frascos: uno contenía veneno y el otro una poción que lo haría vivir para siempre. Comprendiendo su predicamento, bebió el veneno. Pero entonces, para su horror, descubrió que había bebido el frasco equivocado, habían bebido la poción de la inmortalidad. Y eso significaba que él estaba maldito a existir para siempre, una vida interminable y carente de sentido. Ahora, si Dios no existe, nuestras vidas son exactamente igual. Podrían seguir y seguir y aún carecer absolutamente de sentido. Aún podríamos preguntar de la vida, "¿Y qué?” Así que no es sólo la inmortalidad lo que el hombre necesita si su vida ha de ser significativa en último término; necesita a Dios y la inmortalidad. Y si Dios no existe, carece de ambos.

El hombre del siglo XX llegó a entender esto. Lean "Esperando a Godot" de Samuel Beckett. Durante toda la obra dos hombres mantienen una conversación trivial mientras esperan que llegué un tercer hombre, quién nunca lo hace. Nuestras vidas son así, está diciendo Beckett; sólo matamos el tiempo esperando. ¿Qué?, no lo sabemos. En un trágico retrato del hombre, Beckett escribió otra obra en que el telón se abre revelando un escenario cubierto de basura. Durante treinta largos segundos, el público se sienta y mira fijamente en silencio esa basura. Entonces el telón se cierra. Eso es todo.

Los existencialistas franceses Jean-Paul Sartre y Albert Camus entendieron esto también. Sartre retrató la vida en su obra "Sin Salida" como el infierno. La línea final de la obra son las palabras de resignación, "Bien, sigamos con él." Así, Sartre escribe en otra parte acerca de la "náusea" de la existencia. Camus, también, vio la vida como un absurdo. Al final de su novela breve "El Extranjero", el héroe de Camus descubre en un destello de comprensión que el universo no tiene significado y no hay Dios para darle uno.

Así, si no hay Dios, entonces la vida misma carece sentido. El hombre y el universo carecen de significado último.

No hay Valor Último Sin Inmortalidad y sin Dios

Si la vida acaba a la tumba, entonces da lo mismo si uno ha vivido como un Stalin o como un santo. Dado que el destino de cada uno finalmente no se relaciona con la propia conducta, usted puede simplemente vivir como mejor le parezca. Como lo puso Dostoyevsky: "Si no hay inmortalidad, todas las cosas están permitidas". Sobre esta base, un escritor como Ayn Rand esta completamente en lo cierto al alabar las virtudes del egoísmo. Viva totalmente para el yo; ¡no hay nadie que le haga rendir cuentas! De hecho, sería estúpido hacer algo diferente, pues la vida es demasiado corta para arriesgarla actuando por otra cosa que no sea puro interés propio. Sacrificarse en favor de otro sería estúpido. Kai Nielsen, un filósofo del ateo que intenta defender la viabilidad de la ética sin Dios, al final admite,

No hemos sido capaces de mostrar que la razón requiere el punto de vista moral, o que todos que las personas verdaderamente racionales, desprovistas de mitos o ideologías, no necesitan ser individuos egoístas o los amorales clásicos. La razón no decide aquí. El cuadro que he pintado para usted no es uno agradable. La reflexión acerca de él me deprime. . . . La pura razón práctica, incluso con un adecuado conocimiento de los hechos, no le llevará a la moralidad.i

Pero el problema es aun peor. Porque, dejando de lado la inmortalidad, si no hay Dios, no puede haber estándares objetivos del bien y el mal. Todo lo que confrontamos es, en palabras de Jean-Paul Sartre, el hecho desnudo, carente de valor, de la existencia. Los valores morales son ya sea sólo expresiones de gusto personal o los derivados de la evolución y condicionamiento socio-biológico. En un mundo sin Dios ¿Quién puede decir qué valores son correctos y cuales no? ¿Quién puede juzgar que los valores de Adolfo Hitler son inferiores a los de un santo? El concepto de moralidad pierde todo significado en un universo sin Dios. Como un eticista ateo contemporáneo señala,"decir que algo es malo porque. . . esta prohibido por Dios, es. . . absolutamente comprensible para cualquiera que cree en un legislador Divino. Pero decir que algo está mal. . . aun cuando no haya ningún Dios para prohibirlo, no es comprensible. . . . " "El concepto de obligación moral [es] ininteligible aparte de la idea de Dios. Las palabras permanecen pero su significado ha ido"ii. En un mundo sin Dios, no puede haber bien y mal en un sentido objetivo, sólo nuestros juicios subjetivos cultural y personalmente relativos. Esto significa que es imposible de condenar la guerra, la opresión, o el crimen como algo malo. Ni tampoco es posible alabar la fraternidad, la igualdad y el amor como algo bueno. Porque en un universo sin Dios, el bien y el mal no existen, sólo esta el hecho desnudo y sin valor de la existencia, y no hay nadie que diga que tu tienes la razón y yo estoy equivocado.

No hay Propósito Último Sin la Inmortalidad y sin Dios

Si la muerte nos espera con los brazos abiertos al final del camino, ¿cuál es entonces el propósito de la vida? ¿Es todo para nada? ¿No hay razón para la vida? ¿Y qué del universo? ¿Es absolutamente en vano? Si su destino es una tumba helada en el vacío del espacio exterior, la respuesta debe ser: Sí, es vano. No hay ninguna meta, ningún propósito para el universo. Los restos de un universo muerto simplemente seguirán expandiéndose y expandiéndose. Para siempre

¿Y qué de hombre? ¿No hay ningún propósito en absoluto para la raza humana? ¿O simplemente desaparecerá algún día en el olvido de un universo indiferente? El escritor inglés H. G. Wells previó tal perspectiva. En su novela "La Maquina del Tiempo", el viajero del tiempo de Wells viaja lejos en el futuro para descubrir el destino de hombre. Todo lo que encuentra es una tierra muerta, salvo por un poco de liquen y musgo, orbitando un gigantesco sol rojo. Los únicos sonidos son el zumbido del viento y las suaves olas del mar. "Más allá de estos sonidos inanimados", escribe Wells, "el mundo estaba silencioso. ¿Silencioso? Sería difícil expresar su quietud. Todos los sonidos de hombre, el balido de oveja, los gritos de las aves, el zumbido de los insectos, el movimiento que sirve de fondo a nuestras vidas, todo se había acabado"iii 3. Y así, el viajero de tiempo de Wells regresó. ¿Pero a qué? meramente un punto anterior en la carrera sin objeto hacia el olvido. Cuando como no cristiano leí por primera vez el libro de Wells pensé, "¡No, no! ¡No puede acabar así!" Pero si no hay Dios, así es como acabará, nos guste o no. Ésta es la realidad en un universo sin Dios: no hay esperanza; no hay propósito.

Lo que es verdad para la humanidad como un todo es verdad individualmente para cada uno de nosotros: estamos aquí sin ningún propósito. Si no hay Dios, entonces nuestra vida no es cualitativamente diferente de la de un perro. Como el antiguo autor de Eclesiastés lo pone "Los hombres terminan igual que los animales; el destino de ambos es el mismo, pues unos y otros mueren por igual, y el aliento de vida es el mismo para todos, así que el hombre no es superior a los animales. Realmente, todo es absurdo, y todo va hacia el mismo lugar. Todo surgió del polvo, y al polvo todo volverá". (Ecl 3:19-20 NVI). En este libro, que se lee más como un pedazo de literatura existencialista moderna que como un libro de la Biblia, el escritor muestra la futileza de placer, la riqueza, la educación, la fama política, y la honra en una vida condenada a acabar en la muerte. ¿Su veredicto? “¡Vanidad de vanidades! Todo es vanidad!" (1:2). Si la vida acaba a la tumba, entonces no tenemos ningún propósito último por el cual vivir.

Pero más que esto: aun si no acabara con la muerte, sin Dios la vida aún carecería de propósito. El hombre y el universo serían entonces simples accidentes del azar, lanzados a la existencia sin razón. Sin Dios, el universo es el resultado de un accidente cósmico, una explosión fortuita. No hay razón para su existencia. En cuanto al hombre, es un capricho de la naturaleza—un producto ciego de la materia, más el tiempo, más el azar. Es simplemente un poco de cieno que desarrolló racionalidad. Como un filósofo lo ha puesto: "La vida humana está montada sobre un pedestal subhumano y debe desplazarse por sí sola en el corazón de un universo silencioso e inconsciente.''iv

Lo que es verdad del universo y de la raza humana también es verdad de nosotros como individuos. Si Dios no existe, entonces usted es simplemente un aborto de naturaleza, lanzado a un universo sin propósito para vivir una vida sin propósito.

Así, si Dios no existe, significa que el hombre y el universo existen sin propósito, dado que el fin de todo es la muerte, y llegaron a existir sin propósito, dado que son sólo productos ciegos del azar. En pocas palabras, la vida carece absolutamente de razón.

¿Entiende usted la gravedad de la alternativa que se nos presenta? Si Dios existe, hay esperanza para el hombre. Pero si Dios no existe, todo lo que nos queda es la desesperación. ¿Entiende por qué la pregunta sobre la existencia de Dios es tan vital para el ser humano? Como un escritor acertadamente lo ha puesto "Si Dios está muerto, entonces el hombre también está muerto".

Desgraciadamente, la gran masa de la humanidad no comprende este hecho. Continúan adelante como si nada hubiera cambiado. Me recuerda la historia de Nietzsche del loco que en las primeras horas de la mañana irrumpió en el mercado, linterna en mano, gritando: "¡Busco Dios! ¡Busco Dios!" Dado que muchos de los presentes no creían en Dios, provocó mucha risa. "¿Dios se ha perdido? " se mofaron de él. "¿O está escondido? ¡O quizá se ha ido de viaje o ha emigrado!" Le gritaron y se rieron. Entonces, escribe a Nietzsche, el loco se volvió hacia ellos y los atravesó con su mirada

"¿Donde esta Dios? " gritó, 'yo les diré. Nosotros lo hemos matado: ustedes y yo. Todos nosotros somos sus asesinos. ¿Pero cómo hemos hecho esto? ¿Cómo pudimos beber al mar? ¿Quién nos dio la esponja para borrar el horizonte entero? ¿Qué hicimos cuándo desencadenamos esta tierra de su sol? ¿Hacia donde se está moviendo ahora? ¿Lejos de todos los soles? ¿Acaso no nos hundimos continuamente? ¿Hacia atrás, hacia los lados, adelante, en todas las direcciones? ¿Queda un arriba y un abajo? ¿No estamos extraviándonos como en una infinita nada? ¿No sentimos el aliento del espacio vacío? ¿No se ha vuelto más frío? ¿No viene noche y más noche? ¿No deben encenderse las linternas por la mañana? ¿No oímos todavía del ruido de los sepultureros que están enterrando Dios? . . . Dios está muerto. . . . Y nosotros lo hemos matado. ¡Cómo nosotros, asesinos entre los asesinos, nos consolaremos!"v

La muchedumbre miró fijamente al loco en el silencio y asombro. Por fin este azotó su linterna en el suelo. "He venido demasiado pronto" dijo. "Este tremendo evento todavía está en de camino, no ha alcanzado los oídos del hombre todavía". Los hombres no comprendieron realmente las consecuencias de lo que habían hecho al matar a Dios. Pero Nietzsche predijo que algún día la gente comprenderían las implicaciones de su ateísmo; y este descubrimiento introduciría una edad de nihilismo: la destrucción de todo significado y valor en la vida.

La mayoría de las personas aun no reflexiona en las consecuencias del ateísmo y así, como la muchedumbre en el mercado, sigue inconscientemente su camino. Pero cuando comprendemos, como hizo Nietzsche, lo qué el ateísmo implica, entonces su pregunta nos golpea fuertemente: ¿cómo nosotros, los asesinos de todos los asesinos, nos consolaremos?

La imposibilidad Práctica del Ateísmo

Casi la única solución que el ateo puede ofrecer es que enfrentemos la absurdidad de la vida y vivamos valientemente. Por ejemplo, Bertrand Russell escribió que debemos construir nuestras vidas en "el firme fundamento de la inflexible desesperación"vi. Sólo reconociendo que el mundo realmente es un lugar terrible podemos enfrentar exitosamente la vida. Camus dijo que debemos reconocer la absurdidad de la vida honestamente y entonces debemos vivir en amor el uno por el otro.

El problema fundamental con esta solución, sin embargo, es que es imposible vivir de forma consistente y alegre dentro de tal cosmovisión. Si uno vive de forma consistente, no será feliz; si uno vive felizmente, es sólo porque no es consistente. Francis Schaeffer ha explicado bien este punto. El hombre moderno, dice Schaeffer, vive en un universo de dos pisos. En el piso de abajo está el mundo finito sin Dios; aquí la vida es absurda, como hemos visto. En el piso superior está el significado, los valores, y el propósito. Ahora, el hombre moderno vive en el piso de abajo porque cree que no hay Dios. Pero no puede vivir felizmente en un mundo tan absurdo; por tanto continuamente da saltos de fe al piso superior para afirmar el significado, valor, y propósito, aún cuando no tiene derecho a ello, dado que no cree en Dios.

Echémosle, entonces, una nueva mirada a cada una de las tres áreas en que vimos que la vida es absurda sin Dios, para mostrar cómo el hombre no puede vivir consistente y alegremente con su ateísmo.

Significado de la Vida

Primero, el área del significado. Vimos que sin Dios, la vida no tiene ningún significado. Aun así, los filósofos continúan viviendo como si la vida tuviera significado. Por ejemplo, Sartre afirmó que uno puede crear significado para su vida escogiendo libremente seguir un cierto curso de acción. El propio Sartre escogió el Marxismo.

Ahora esto es absolutamente incoherente. Es incoherente decir que la vida es objetivamente absurda y después decir uno puede crear significado para su vida. Si la vida es realmente absurda, entonces el hombre esta atrapado en el piso inferior. Intentar crear significado en la vida representa un salto al piso superior. Pero Sartre no tiene ninguna base para este salto. Sin Dios, no puede haber ningún significado objetivo en la vida. El programa de Sartre realmente es un ejercicio de autoengaño. Sartre realmente está diciendo, "Hagamos como que el universo tiene significado." Esto es simplemente engañarnos a nosotros mismos.

El punto es este: si Dios no existe, entonces la vida objetivamente carece de sentido; pero el hombre no puede vivir de forma consistente y feliz sabiendo que la vida no tiene sentido; así que para ser feliz simula que la vida tiene significado. Pero esto es, claro, completamente inconsistente, porque sin Dios, el hombre y el universo carecen de cualquier significancia real.

El valor de Vida

Volvámonos ahora al problema de valor. Aquí es donde ocurren las inconsistencias más escandalosas. En primer lugar, los humanistas ateos son totalmente incoherentes al afirmar los valores tradicionales del amor y hermandad. Camus ha sido correctamente criticado por sostener inconsistentemente la absurdidad de la vida y la ética del amor y hermandad humana. Los dos son lógicamente incompatibles. Bertrand Russell, también, fue inconsistente. Pues aunque era ateo, era un abierto crítico social, denunciando la guerra y las restricciones a la libertad sexual. Russell admitió que no podía vivir como si los valores éticos simplemente fueran una cuestión de gusto personal, y que encontraba su propia visión, por consiguiente, "increíble." "No sé la solución", confesóvii. El punto es que si no hay Dios, no puede existir un bien y mal objetivos. Como dijo Dostoyevsky "Todas las cosas están permitidas."

Pero Dostoyevsky también mostró que el hombre no puede vivir de esta manera. No puede vivir como si fuera perfectamente correcto que soldados maten niños inocentes. No puede vivir como si fuera perfectamente correcto que dictadores como Pol Pot exterminen a millones de sus propios compatriotas. Todo en él clama que estos actos son malvados, realmente malvados. Pero si no hay Dios, no puede hacerlo. Así que da un salto de fe y afirma los valores de todos modos. Y cuando lo hace, revela la insuficiencia de un mundo sin Dios.

El horror de un mundo desprovisto de valor se hizo real para mi con una nueva intensidad hace unos pocos años atrás, cuando vi un documental televisivo de la BBC llamado "The Gathering", Se trataba de una reunión de sobrevivientes del Holocausto en Jerusalén dónde reencontraron amistades perdidas y compartieron sus experiencias. Un prisionera, enfermera, contó como había llegado a ser la ginecóloga de Auschwitz. Ella observó que las mujeres embarazadas eran agrupadas por los soldados bajo la dirección del Dr. Mengele y alojadas en los mismos cuarteles. Pasado algún tiempo, notó que no se volvía a ver a ninguna de estas mujeres. Hizo algunas averiguaciones. "¿Dónde están las mujeres embarazadas que fue alojadas en esos cuarteles?” "¿No se enteró? " fue la respuesta. "El Dr. Mengele las usó para vivisección."

Otra mujer contó cómo Mengele había ligado a sus pechos para que no pudiera amamantar a su pequeño. El doctor quería descubrir cuánto tiempo un infante podía sobrevivir sin nutrición. Desesperadamente esta pobre mujer intentó mantener a su bebé vivo dándole los pedazos de pan empapados en café, sin resultados. Cada día el bebé perdía peso, un hecho que era ávidamente monitoreado por el Dr. Mengele. Una enfermera vino en secreto a esta mujer y le dijo, "He arreglado una manera para que usted pueda salir de aquí, pero usted no puede llevar a su bebé con usted. Traje una inyección de morfina que puede darle al niño para acabar su vida." Cuando la mujer protestó, la enfermera insistió: "Mire, su bebé va a morir de todas maneras. Al menos sálvese usted." Y así, esta madre le quitó la vida de su propio bebé. El Dr. Mengele se enfureció cuando se enteró de ello, porque había perdido su espécimen de experimentación y, buscó entre los cadáveres para encontrar el cuerpo descartado del bebé y así poder tener un último registro de peso.

Mi corazón se rasgó por estas historias. Un rabino que sobrevivió al campo lo resumió bien cuando dijo que en Auschwitz era como si existiera un mundo en que todos los Diez Mandamientos hubieran sido invertidos. La humanidad nunca había visto tal infierno.

Y aún así, si Dios no existe, entonces en cierto sentido, nuestro mundo es Auschwitz: no hay un bien y un mal absolutos; cualquier cosa esta permitida. Pero ningún ateo, ningún agnóstico, puede vivir de forma consistente con tal perspectiva. El propio Nietzsche, quién proclamó la necesidad de vivir más allá del bien y del mal, rompió con su mentor Richard Wagner a causa del problema del antisemitismo del compositor y su estridente nacionalismo alemán. Del mismo modo, Sartre, escribiendo justo después de la Segunda Guerra Mundial, condenó el antisemitismo, declarando que una doctrina que lleva al exterminio no es meramente una cuestión de opinión o gusto personal, de igual valor que su opuestoviii. En su importante ensayo "El Existencialismo Es un Humanismo", Sartre se esfuerza vanamente por eludir la contradicción entre su rechazo a la idea de valores divinamente preestablecidos y su deseo urgente afirmar el valor de la persona humana. Como Russell, no podía vivir con las implicaciones de su propio rechazo de los absolutos éticos.

Un segundo problema es que si Dios no existe y no hay inmortalidad, entonces todos los actos malvados de los hombres quedan impunes y todos los sacrificios de los hombres buenos quedan sin recompensa. ¿Pero quién puede vivir con tal perspectiva? Richard Wurmbrand, quien fue torturado por su fe en las prisiones comunistas dice

"La crueldad de ateísmo es difícil de creer cuando el hombre no tiene fe en la recompensa del bien o el castigo de mal. No hay ninguna razón para ser humano. No hay restricción de las profundidades de mal que hay en el hombre. Los verdugos comunistas a menudo decían, 'no hay Dios, no hay más allá, no hay castigo para el mal. Podemos hacer lo que queramos.' Incluso escuché a un torturador decir, 'Doy gracias a Dios en quien no creo, por haber vivido hasta a esta hora cuando puedo expresar todo el mal en mi corazón.' Lo expresó en la increíble brutalidad y tortura infligidas en los prisioneros"ix.

Y lo mismo se aplica a los actos de auto-sacrificio. Hace varios años, ocurrió un terrible desastre aéreo en pleno invierno, en que un avión que despegaba del aeropuerto de Washington, D.C., se estrelló contra un puente sobre el río Potomac, zambullendo a los pasajeros en las heladas aguas. Cuando los helicópteros de rescate llegaron, la atención se enfocó en un hombre que una y otra vez empujó la escalera de cuerda colgante hacia otros pasajeros en lugar de ser el mismo llevado a la seguridad. Seis veces pasó la escalera. Cuando llegaron nuevamente, había fallecido. Había dado gratuitamente su vida para que otros pudieran vivir. La nación entera volvió sus ojos a este hombre en respeto y admiración por el acto bueno y desinteresado que había realizado. Y aún así, si el ateo está en lo correcto, ese hombre no fue noble, hizo la cosa más estúpida posible. Debió haber ido primero por la escalera, empujando a otros si era necesario para sobrevivir. ¿Pero morir por otros que ni siquiera conocía, renunciar a toda la breve existencia que tendría? ¿Para que? Para el ateo no puede haber ninguna razón. Y aún así el ateo, como el resto de nosotros, reacciona instintivamente con alabanza para la acción generosa de este hombre. De hecho, uno probablemente nunca encontrará a un ateo que viva de forma consistente con su sistema. Porque un universo sin responsabilidad moral y carente de valor es inimaginablemente terrible.

El propósito de Vida

Finalmente, miremos el problema del propósito de la vida. La única manera en que la mayoría de las personas que niegan el propósito en la vida viven felizmente es, ya sea, inventando algún propósito, lo que es auto engaño como vimos con Sartre, o no llevando su perspectiva a sus conclusiones lógicas. Tome el problema de muerte, por ejemplo. Según Ernst Bloch, la única manera en que el hombre moderno puede vivir ante la muerte es tomando prestada subconscientemente la creencia en la inmortalidad que sus antepasados sostuvieron, aunque él mismo no tiene ninguna base para esta creencia, dado que no cree en Dios. Al tomar prestados los remanentes de una creencia en la inmortalidad, escribe a Bloch, "el hombre moderno no siente el abismo que incesantemente lo rodea y que ciertamente finalmente lo engullirá. A través de estos remanentes, salva su sentido de identidad. A través de ellos surge la impresión de que el hombre no está pereciendo, si no solo que un día el mundo tiene el capricho de no aparecerle más." Bloch concluye, "Este ánimo, bastante superficial se alimenta de una tarjeta de crédito prestada. Vive de esperanzas antiguas y del apoyo que estas una vez habían proporcionado"x. El hombre Moderno ya no tiene derecho a ese apoyo, dado que ha rechazado a Dios. Pero para vivir con un propósito, hace un salto de fe al afirmar una razón por la cual vivir.

A menudo encontramos la misma inconsistencia entre aquéllos que dicen que el hombre y el universo llegaron a existir sin ninguna razón o propósito, simplemente por casualidad. Incapaz de vivir en un universo impersonal en que todo es producto del ciego azar, esta gente comienza a atribuir personalidad y motivos a los procesos físicos mismos. Es una manera extraña de hablar y representa un salto del piso inferior al superior. Por ejemplo, Francis Crick, a medio camino de su libro "El Origen del Código Genético" comienza a escribir "naturaleza" con una "N" mayúscula y en otra parte habla de selección natural como siendo "inteligente" y como "pensando" en lo que va a hacer. Fred Hoyle, el astrónomo inglés, atribuye al propio universo las cualidades de Dios. Para Carl Sagan el "Cosmos", que él siempre escribe con mayúscula, obviamente cumple el papel de un dios sustituto. Aunque todos estos hombres profesan no creer en Dios, contrabandean un Dios suplente por la puerta trasera porque ellos no pueden soportar vivir en un universo en que todo es el resultado aleatorio de fuerzas impersonales.

Y es interesante ver a muchos pensadores traicionar sus perspectivas cuando son llevadas a su conclusión lógica. Por ejemplo, ciertas feministas han levantado una tormenta de protesta contra la psicología sexual Freudiana porque es chauvinista y degradante respecto de las mujeres. Y algunos psicólogos se han sometido y han revisado sus teorías. Ahora, esto es totalmente inconsistente. Si la psicología Freudiana es realmente verdad, entonces no importa si es degradante para las mujeres. No se puede cambiar la verdad porque no nos guste a lo a que lleva. Pero las personas no pueden vivir de forma consistente y feliz en un mundo dónde otras personas son devaluadas. Sin embargo, si Dios no existe, nadie tiene valor alguno. Sólo si Dios existe puede alguien de forma consistente sostener los derechos de las mujeres. Pero si Dios no existe, entonces la selección natural dicta que el varón de la especie sea dominante y agresivo. Las mujeres no tendrían más derechos que los que tienen una cabra hembra o una gallina. En la naturaleza cualquier cosa que es, esta bien. ¿Pero quién puede vivir con tal perspectiva? Al parecer, ni siquiera los psicólogos Freudianos que traicionan sus teorías cuando son empujadas a sus conclusiones lógicas.

O tomemos el conductismo sociológico de alguien como B. F. Skinner. Su perspectiva lleva a la clase de sociedad prevista en "1984" de George Orwell, dónde el gobierno controla y programa el pensamiento de todos. Si las teorías de Skinner son correctas, no puede haber objeción a tratar a las personas como a las ratas en la jaula de Skinner, recorriendo sus laberintos, estimulados con comida y choques eléctricos. Según Skinner, todas nuestras acciones están determinadas de todas formas. Y si Dios no existe, ninguna objeción moral puede levantarse contra este tipo de programación, porque el ser humano no es cualitativamente diferente de una rata, dado que ambos no son más que materia, más tiempo, más azar. Pero, de nuevo ¿quién puede vivir con tal perspectiva deshumanizante?

O finalmente, tome el determinismo biológico alguien como Francis Crick. La conclusión lógica es que el ser humano es como cualquier otro espécimen de laboratorio. El mundo se horrorizó cuando descubrió que en campos como Dachau los nazis habían usado a prisioneros para experimentos médicos en humanos vivos. ¿Pero por qué no? Si Dios no existe, no puede haber ninguna objeción en usar a alguien como conejillo de indias humano. El fin de esta perspectiva es el control de la población en que el débil y el no deseado son muertos en orden a dar lugar al fuerte. Pero la única manera en que podemos protestar de forma consistente contra esta perspectiva es si Dios existe. Sólo si Dios existe puede haber propósito en la vida.

El dilema de hombre moderno es así verdaderamente terrible. Y en la medida en que niega la existencia de Dios y la objetividad de los valores y el propósito, este dilema permanece sin resolver también para el hombre "posmoderno." De hecho, es precisamente la conciencia de que el modernismo produce inevitablemente la absurdidad y desesperación lo que constituye la angustia de la posmodernidad. En algunos respectos, la posmodernidad es solo la conciencia de la bancarrota de la modernidad. La cosmovisión atea es insuficiente para mantener una vida feliz y consistente. El hombre no puede vivir de forma consistente y feliz como si la vida careciera finalmente de significado, valor o propósito. Si intentamos vivir de forma consistente dentro de una cosmovisión atea, seremos profundamente infelices. Si en cambio logramos vivir felizmente, es sólo desmintiendo nuestra cosmovisión.

Confrontado con este dilema, el ser humano se debate patéticamente por algún medio de escape. En un notable discurso ante la Academia Americana para el Avance de Ciencia en 1991, el Dr. L. D. Rue, confrontado con el predicamento del hombre moderno, postuló audazmente que debemos engañarnos a nosotros mismos por medio de alguna "Mentira Noble" para pensar que nosotros y el universo aún tenemos valorxi. Afirmando que "La lección de los últimos dos siglos es que el relativismo intelectual y moral es profundamente la realidad", el Dr. Rue reflexiona que la consecuencia de tal descubrimiento es que búsqueda del plenitud personal (o la auto realización) y la búsqueda de la coherencia social se independizan una de la otra. Esto porque desde el punto de vista del relativismo la búsqueda de la autorrealización se privatiza radicalmente: cada uno escoge su propio juego de valores y significado. Si hemos de evitar la "opción del manicomio", dónde la autorrealización es perseguida sin tener en cuenta la coherencia social, y la "opción totalitaria" dónde la coherencia social se impone a expensas de la plenitud personal, no tenemos otra opción que abrazar alguna Mentira Noble que nos inspire a vivir más allá de nuestros intereses egoístas y así lograr la coherencia social. Una Mentira Noble "es una que nos engaña, nos compele más allá del propio interés, más allá del ego, más allá de la familia, la nación, [y] la raza." Es una mentira, porque nos dice que el universo esta imbuido de valor (lo qué es una gran ficción), porque tiene una pretensión de verdad universal (cuando no la hay), y porque me dice que no viva para mi propio interés (lo qué es evidentemente falso). "Pero sin tales mentiras, no podemos vivir."

Éste es el espantoso veredicto pronunciado sobre el hombre moderno. Para sobrevivir, debe vivir en el auto engaño. Pero incluso la opción de la Mentira Noble es finalmente impracticable. Para ser feliz, uno debe creer en el en un significado, valor y propósito objetivos. ¿Pero cómo puede uno creer en esas Mentiras Nobles y al mismo tiempo en el ateísmo y relativismo? Mientras más convencido se esté de la necesidad de una Mentira Noble, menos se puede creer en ella. Como un placebo, una Mentira Noble opera sólo en aquéllos que la creen verdad. Una vez que hemos visto a través de la ficción, la Mentira pierde su poder sobre nosotros. Así, irónicamente, la Mentira Noble no puede resolver el predicamento humano para cualquiera que ha llegado a ver ese predicamento.

La opción de la Mentira Noble lleva por consiguiente, en el mejor de los casos, a una sociedad en que un grupo elitista de illuminatis engaña a las masas para su propio bien, perpetuando la Mentira Noble. ¿Pero entonces por qué aquéllos de nosotros que estamos bien informados debemos seguir a las masas en su ilusión? ¿Por qué debemos sacrificar nuestro interés propio por una ficción? Si la gran lección de los últimos dos siglos el relativismo moral e intelectual es, entonces ¿por qué (si pudiéramos) pretender que no sabemos esta verdad y vivir una mentira en cambio? Si alguien contesta, "en beneficio de la coherencia social", uno puede legítimamente preguntar por qué debo sacrificar mi interés propio en beneficio de la coherencia social. La única respuesta que el relativista puede dar es la coherencia social es en mi propio interés, pero el problema de esta respuesta es que el interés propio y el interés de la manada no siempre coinciden. Además, si (por puro interés individual) me preocupo de la coherencia social, la opción totalitaria me siempre está abierta: olvidemos la Mentira Noble y mantengamos la coherencia social (así como mi propia autorrealización) a expensas del bienestar personal de las masas. Rue consideraría tal opción indudablemente repugnante. Pero ahí esta el problema. El dilema de Rue es que él obviamente valora profundamente la coherencia social y la plenitud personal en si mismas; en otros términos, estas son valores objetivos, los que según su filosofía no existen. Él ya ha hecho el salto al piso de arriba. La opción de la Mentira Noble afirma lo que niega y así se refuta a si misma.

El Éxito del Cristianismo Bíblico

Pero si el ateísmo falla a este respecto, ¿que pasa con el Cristianismo bíblico? Según la cosmovisión cristiana, Dios sí existe, y la vida de hombre no acaba a la tumba. En el cuerpo de resurrección el ser humano puede disfrutar de vida eterna y comunión con Dios. El Cristianismo bíblico por lo tanto provee de las dos condiciones necesarias para una vida significativa, valiosa, y con propósito para el hombre: Dios e inmortalidad. Debido a esto, podemos vivir de forma consistente y feliz. Así, el Cristianismo bíblico tiene éxito precisamente donde el ateísmo colapsa.

Conclusión

Ahora, quiero dejar claro que no he mostrado aún que el Cristianismo bíblico sea verdad. Pero lo que he hecho es exponer claramente las alternativas. Si Dios no existe, la vida es fútil. Si el Dios de la Biblia existe, entonces la vida es significativa. Sólo la segunda de estas dos alternativas nos permite vivir de forma feliz y consistente. Por consiguiente, me parece que aun cuando la evidencia para estas dos opciones sea completamente igual, una persona racional debiera escoger el Cristianismo bíblico. Me parece positivamente irracional preferir la muerte, la futileza, y la destrucción a la vida, el significado y la felicidad. Como dijo Pascal, no tenemos nada que perder y el infinito que ganar.

Notas

i 1 Kai Nielsen, "Why Should I Be Moral?" American Philosophical Quarterly 21 (1984): 90.

ii Richard Taylor, Ethics, Faith, and Reason (Englewood Cliffs, NJ: Prentice Hall, 1985), 90, 84.

iii H.G. Wells, The Time Machine (New York: Berkeley, 1957), chap. 11.

iv W.E. Hocking, Types of Philosophy (New York: Scribner's, 1959), 27

v Friedrich Nietzsche, "The Gay Science," in The Portable Nietzsche, ed. and trans. W. Kaufmann (New York: Viking, 1954), 95.

vi Bertrand Russell, "A Free Man's Worship," in Why I Am Not a Christian, ed. P. Edwards (New York: Simon & Schuster, 1957), 107.

vii Bertrand Russell, Letter to the Observer, 6 October, 1957.

viii Jean Paul Sartre, "Portrait of the Antisemite," in Existentialism from Dostoyevsky to Satre, rev. ed., ed. Walter Kaufmann (New York: New Meridian Library, 1975), p. 330.

ix Richard Wurmbrand, Tortured for Christ (London: Hodder & Stoughton, 1967), 34.

x Ernst Bloch, Das Prinzip Hoffnung, 2d ed., 2 vols. (Frankfurt am Main: Suhrkamp Verlag, 1959), 2:360-1.

xi Loyal D. Rue, "The Saving Grace of Noble Lies," address to the American Academy for the Advancement of Science, February, 1991.
 
Re: Lo Absurdo de la Vida SIN DIOS

Lo Absurdo de la Vida sin Dios

William Lane Craig

Traducido por Joel Naranjo. The Absurdity of Life without God


La Necesidad de Dios y la Inmortalidad

El Hombre, escribe Loren Eiseley, es el Huérfano Cósmico. Es la única criatura en el universo que pregunta, "¿Por qué?” Otros animales tienen su instinto para guiarlos, pero el hombre ha aprendido a hacer preguntas. "¿Quién soy?" pregunta el ser humano. "¿Por qué estoy aquí? ¿A dónde voy?”. Desde la Ilustración, cuando se despojó de los grilletes de la religión, el hombre ha intentado contestar estas preguntas sin hacer referencia a Dios. Pero las respuestas que ha hallado no han sido estimulantes, si no oscuras y terribles. "Eres un subproducto accidental de la naturaleza, el resultado de la materia más el tiempo y el azar. No hay ninguna razón para tu existencia. Todo lo que enfrentas es la muerte."

El hombre moderno pensó que al librarse de Dios, se había librado de todo aquello que lo reprimía y ahogaba. Sin embargo, descubrió que al matar a Dios, se había dado muerte a sí mismo. Porque si no hay Dios, la vida de hombre se vuelve absurda.

Si Dios no existe, tanto el hombre como el universo están inevitablemente condenados a la muerte. El ser humano, como todos los organismos biológicos, debe morir. Sin la esperanza de la inmortalidad, la vida de hombre lleva sólo a la tumba. Su vida no es si no una chispa en la oscuridad infinita, una chispa que nace, parpadea, y muere para siempre. Por consiguiente, todos debemos enfrentar lo que teólogo Paul Tillich ha llamado "la amenaza del no ser". Porque aunque ahora sé que existo, que estoy vivo, sé también que algún día ya no existiré, que ya no seré más, que voy a morir. Este pensamiento es pasmoso y amenazador: ¡pensar que la persona que llamo "yo" dejará de existir, que no será más!

Recuerdo vivamente la primera vez que mi padre me dijo que algún día yo moriría. De algún modo, como niño, el pensamiento simplemente nunca había cruzado por mi mente. Cuando me lo dijo, quedé lleno de miedo y una insoportable tristeza. Y aunque intentó repetidamente asegurarme esto ocurriría en mucho tiempo más, eso no parecía importar. Fuese antes o después, el hecho innegable era que yo moriría y ya no sería más, y esta idea me resultó abrumadora. Eventualmente, como todos, llegué a simplemente a aceptarlo. Todos aprendemos a vivir con lo inevitable. Pero esa percepción infantil sigue siendo cierta. Como el existencialista francés Jean-Paul Sartre observó, “algunas horas o algunos años no hacen diferencia alguna una vez que se ha perdido la eternidad”.

Ya sea que llegué antes o después, la perspectiva de la muerte y la amenaza del no ser es un horror terrible. Pero una vez conocí un estudiante quién no sentía esta amenaza. Decía que había crecido en una granja y estaba acostumbrado a ver los animales nacer y morir. La muerte era para él simplemente algo natural, parte de la vida, por así decirlo. Yo estaba intrigado por lo diferente que eran nuestras perspectivas acerca de la muerte y encontraba difícil entender por qué él no sentía la amenaza de no ser. Después de varios años, pienso que encontré mi respuesta leyendo a Sartre. Sartre observó que la muerte no es amenazante en tanto la veamos como la muerte del otro, cuando la vemos en tercera persona, por así decirlo. Es sólo es cuando la internalizamos y la vemos primera persona ("mi muerte: Yo voy morir") que la amenaza del no ser se vuelve real. Como indica Sartre, muchas personas nunca asumen esta perspectiva de primera persona en su vida; uno puede mirar incluso su propia muerte desde un punto de vista de tercera persona, como si fuera la muerte de otro o incluso de un animal, como hizo mi amigo. Pero el verdadero significado existencial de mi muerte sólo puede apreciarse de la perspectiva de primera persona, cuando comprendo que yo voy morir y dejaré de existir para siempre. Mi vida es simplemente una transición momentánea del olvido al olvido.

Y el universo, también, enfrenta la muerte. Los Científicos nos dicen que el universo se está expandiendo, y todo en él se aleja más y más. Mientras esto sucede, se vuelve más y más frío, y su energía se agota. En el futuro todas las estrellas se consumirán y toda la materia colapsará en estrellas muertas y agujeros negros. No habrá luz en absoluto; no habrá calor; no habrá vida; sólo los cadáveres de estrellas y galaxias muertas, siempre expandiéndose en la oscuridad interminable y las frías profundidades del espacio: un Universo en ruinas. Así que no sólo la vida de cada persona individual está condenada; la raza humana entera está condenada. No hay escapatoria. No hay esperanza.

Lo Absurdo de la Vida sin Dios y sin Inmortalidad

Si no hay Dios, entonces el hombre y el universo están condenados. Como prisioneros sentenciados a muerte, esperamos nuestra inevitable ejecución. No hay Dios ni inmortalidad. ¿Y cuál es la consecuencia de esto? Significa que la vida misma es absurda. Significa que la vida que tenemos carece de significado, valor, o propósito último. Miremos cada uno de éstos.

No hay Significado Último sin Inmortalidad y sin Dios

Si cada persona deja de existir cuándo muere, entonces ¿qué significado último puede darse a su vida? ¿Importa realmente si alguna vez existió? Su vida puede ser importante en relación a ciertos eventos, pero ¿Cuál es el significado último de cualquiera de esos eventos? Si todos los eventos carecen de sentido, entonces ¿Cuál puede ser el significado o influencia última de cualquiera de ellos? En última cuenta no hacen ninguna diferencia.

Veámoslo desde otra perspectiva: Los científicos dicen que el universo en originó en una explosión denominada el "Big Bang" hace unos 13 mil millones años. Suponga que el Big Bang nunca hubiera ocurrido. Suponga que el universo nunca hubiera existido. ¿Qué diferencia sustancial haría? De todos modos, el universo esta condenado. En última cuenta, no hace ninguna diferencia si el universo alguna vez existió o no. Por consiguiente, carece de significado último.

Lo mismo es verdad respecto la raza humana. La humanidad es una especie condenada en un universo agonizante. Porque la raza humana dejará de existir en el futuro; da lo mismo si alguna vez existió. La humanidad, así, no es más significativa que un enjambre de mosquitos o un corral de cerdos, pues su destino es el mismo. El mismo ciego proceso cósmico que los escupió en primer lugar se los tragará a todos en el futuro.

Y lo mismo es verdad de cada persona individual. Las contribuciones del científico al adelanto de conocimiento humano, las investigaciones del doctor para aliviar el dolor y el sufrimiento, los esfuerzos del diplomático por afianzar la paz en el mundo, los sacrificios de hombres buenos en todo lugar para mejorar la condición de la raza humana: todos éstos llegan a nada. Éste es el horror de hombre moderno: dado que acaba en nada, es nada.

Pero es importante ver que no es sólo inmortalidad lo que necesita el hombre si su vida ha de ser significativa. La mera duración de la existencia no hace a esa existencia significativa. Si el hombre y el universo pudieran existir para siempre, pero no hubiera Dios, su existencia aún carecería de significado último. Como ilustración, una vez leí un cuento de ciencia-ficción en que un astronauta estaba aislado en un yermo trozo de piedra perdido en el espacio exterior. Con él tenía dos frascos: uno contenía veneno y el otro una poción que lo haría vivir para siempre. Comprendiendo su predicamento, bebió el veneno. Pero entonces, para su horror, descubrió que había bebido el frasco equivocado, habían bebido la poción de la inmortalidad. Y eso significaba que él estaba maldito a existir para siempre, una vida interminable y carente de sentido. Ahora, si Dios no existe, nuestras vidas son exactamente igual. Podrían seguir y seguir y aún carecer absolutamente de sentido. Aún podríamos preguntar de la vida, "¿Y qué?” Así que no es sólo la inmortalidad lo que el hombre necesita si su vida ha de ser significativa en último término; necesita a Dios y la inmortalidad. Y si Dios no existe, carece de ambos.

El hombre del siglo XX llegó a entender esto. Lean "Esperando a Godot" de Samuel Beckett. Durante toda la obra dos hombres mantienen una conversación trivial mientras esperan que llegué un tercer hombre, quién nunca lo hace. Nuestras vidas son así, está diciendo Beckett; sólo matamos el tiempo esperando. ¿Qué?, no lo sabemos. En un trágico retrato del hombre, Beckett escribió otra obra en que el telón se abre revelando un escenario cubierto de basura. Durante treinta largos segundos, el público se sienta y mira fijamente en silencio esa basura. Entonces el telón se cierra. Eso es todo.

Los existencialistas franceses Jean-Paul Sartre y Albert Camus entendieron esto también. Sartre retrató la vida en su obra "Sin Salida" como el infierno. La línea final de la obra son las palabras de resignación, "Bien, sigamos con él." Así, Sartre escribe en otra parte acerca de la "náusea" de la existencia. Camus, también, vio la vida como un absurdo. Al final de su novela breve "El Extranjero", el héroe de Camus descubre en un destello de comprensión que el universo no tiene significado y no hay Dios para darle uno.

Así, si no hay Dios, entonces la vida misma carece sentido. El hombre y el universo carecen de significado último.

No hay Valor Último Sin Inmortalidad y sin Dios

Si la vida acaba a la tumba, entonces da lo mismo si uno ha vivido como un Stalin o como un santo. Dado que el destino de cada uno finalmente no se relaciona con la propia conducta, usted puede simplemente vivir como mejor le parezca. Como lo puso Dostoyevsky: "Si no hay inmortalidad, todas las cosas están permitidas". Sobre esta base, un escritor como Ayn Rand esta completamente en lo cierto al alabar las virtudes del egoísmo. Viva totalmente para el yo; ¡no hay nadie que le haga rendir cuentas! De hecho, sería estúpido hacer algo diferente, pues la vida es demasiado corta para arriesgarla actuando por otra cosa que no sea puro interés propio. Sacrificarse en favor de otro sería estúpido. Kai Nielsen, un filósofo del ateo que intenta defender la viabilidad de la ética sin Dios, al final admite,

No hemos sido capaces de mostrar que la razón requiere el punto de vista moral, o que todos que las personas verdaderamente racionales, desprovistas de mitos o ideologías, no necesitan ser individuos egoístas o los amorales clásicos. La razón no decide aquí. El cuadro que he pintado para usted no es uno agradable. La reflexión acerca de él me deprime. . . . La pura razón práctica, incluso con un adecuado conocimiento de los hechos, no le llevará a la moralidad.i

Pero el problema es aun peor. Porque, dejando de lado la inmortalidad, si no hay Dios, no puede haber estándares objetivos del bien y el mal. Todo lo que confrontamos es, en palabras de Jean-Paul Sartre, el hecho desnudo, carente de valor, de la existencia. Los valores morales son ya sea sólo expresiones de gusto personal o los derivados de la evolución y condicionamiento socio-biológico. En un mundo sin Dios ¿Quién puede decir qué valores son correctos y cuales no? ¿Quién puede juzgar que los valores de Adolfo Hitler son inferiores a los de un santo? El concepto de moralidad pierde todo significado en un universo sin Dios. Como un eticista ateo contemporáneo señala,"decir que algo es malo porque. . . esta prohibido por Dios, es. . . absolutamente comprensible para cualquiera que cree en un legislador Divino. Pero decir que algo está mal. . . aun cuando no haya ningún Dios para prohibirlo, no es comprensible. . . . " "El concepto de obligación moral [es] ininteligible aparte de la idea de Dios. Las palabras permanecen pero su significado ha ido"ii. En un mundo sin Dios, no puede haber bien y mal en un sentido objetivo, sólo nuestros juicios subjetivos cultural y personalmente relativos. Esto significa que es imposible de condenar la guerra, la opresión, o el crimen como algo malo. Ni tampoco es posible alabar la fraternidad, la igualdad y el amor como algo bueno. Porque en un universo sin Dios, el bien y el mal no existen, sólo esta el hecho desnudo y sin valor de la existencia, y no hay nadie que diga que tu tienes la razón y yo estoy equivocado.

No hay Propósito Último Sin la Inmortalidad y sin Dios

Si la muerte nos espera con los brazos abiertos al final del camino, ¿cuál es entonces el propósito de la vida? ¿Es todo para nada? ¿No hay razón para la vida? ¿Y qué del universo? ¿Es absolutamente en vano? Si su destino es una tumba helada en el vacío del espacio exterior, la respuesta debe ser: Sí, es vano. No hay ninguna meta, ningún propósito para el universo. Los restos de un universo muerto simplemente seguirán expandiéndose y expandiéndose. Para siempre

¿Y qué de hombre? ¿No hay ningún propósito en absoluto para la raza humana? ¿O simplemente desaparecerá algún día en el olvido de un universo indiferente? El escritor inglés H. G. Wells previó tal perspectiva. En su novela "La Maquina del Tiempo", el viajero del tiempo de Wells viaja lejos en el futuro para descubrir el destino de hombre. Todo lo que encuentra es una tierra muerta, salvo por un poco de liquen y musgo, orbitando un gigantesco sol rojo. Los únicos sonidos son el zumbido del viento y las suaves olas del mar. "Más allá de estos sonidos inanimados", escribe Wells, "el mundo estaba silencioso. ¿Silencioso? Sería difícil expresar su quietud. Todos los sonidos de hombre, el balido de oveja, los gritos de las aves, el zumbido de los insectos, el movimiento que sirve de fondo a nuestras vidas, todo se había acabado"iii 3. Y así, el viajero de tiempo de Wells regresó. ¿Pero a qué? meramente un punto anterior en la carrera sin objeto hacia el olvido. Cuando como no cristiano leí por primera vez el libro de Wells pensé, "¡No, no! ¡No puede acabar así!" Pero si no hay Dios, así es como acabará, nos guste o no. Ésta es la realidad en un universo sin Dios: no hay esperanza; no hay propósito.

Lo que es verdad para la humanidad como un todo es verdad individualmente para cada uno de nosotros: estamos aquí sin ningún propósito. Si no hay Dios, entonces nuestra vida no es cualitativamente diferente de la de un perro. Como el antiguo autor de Eclesiastés lo pone "Los hombres terminan igual que los animales; el destino de ambos es el mismo, pues unos y otros mueren por igual, y el aliento de vida es el mismo para todos, así que el hombre no es superior a los animales. Realmente, todo es absurdo, y todo va hacia el mismo lugar. Todo surgió del polvo, y al polvo todo volverá". (Ecl 3:19-20 NVI). En este libro, que se lee más como un pedazo de literatura existencialista moderna que como un libro de la Biblia, el escritor muestra la futileza de placer, la riqueza, la educación, la fama política, y la honra en una vida condenada a acabar en la muerte. ¿Su veredicto? “¡Vanidad de vanidades! Todo es vanidad!" (1:2). Si la vida acaba a la tumba, entonces no tenemos ningún propósito último por el cual vivir.

Pero más que esto: aun si no acabara con la muerte, sin Dios la vida aún carecería de propósito. El hombre y el universo serían entonces simples accidentes del azar, lanzados a la existencia sin razón. Sin Dios, el universo es el resultado de un accidente cósmico, una explosión fortuita. No hay razón para su existencia. En cuanto al hombre, es un capricho de la naturaleza—un producto ciego de la materia, más el tiempo, más el azar. Es simplemente un poco de cieno que desarrolló racionalidad. Como un filósofo lo ha puesto: "La vida humana está montada sobre un pedestal subhumano y debe desplazarse por sí sola en el corazón de un universo silencioso e inconsciente.''iv

Lo que es verdad del universo y de la raza humana también es verdad de nosotros como individuos. Si Dios no existe, entonces usted es simplemente un aborto de naturaleza, lanzado a un universo sin propósito para vivir una vida sin propósito.

Así, si Dios no existe, significa que el hombre y el universo existen sin propósito, dado que el fin de todo es la muerte, y llegaron a existir sin propósito, dado que son sólo productos ciegos del azar. En pocas palabras, la vida carece absolutamente de razón.

¿Entiende usted la gravedad de la alternativa que se nos presenta? Si Dios existe, hay esperanza para el hombre. Pero si Dios no existe, todo lo que nos queda es la desesperación. ¿Entiende por qué la pregunta sobre la existencia de Dios es tan vital para el ser humano? Como un escritor acertadamente lo ha puesto "Si Dios está muerto, entonces el hombre también está muerto".

Desgraciadamente, la gran masa de la humanidad no comprende este hecho. Continúan adelante como si nada hubiera cambiado. Me recuerda la historia de Nietzsche del loco que en las primeras horas de la mañana irrumpió en el mercado, linterna en mano, gritando: "¡Busco Dios! ¡Busco Dios!" Dado que muchos de los presentes no creían en Dios, provocó mucha risa. "¿Dios se ha perdido? " se mofaron de él. "¿O está escondido? ¡O quizá se ha ido de viaje o ha emigrado!" Le gritaron y se rieron. Entonces, escribe a Nietzsche, el loco se volvió hacia ellos y los atravesó con su mirada

"¿Donde esta Dios? " gritó, 'yo les diré. Nosotros lo hemos matado: ustedes y yo. Todos nosotros somos sus asesinos. ¿Pero cómo hemos hecho esto? ¿Cómo pudimos beber al mar? ¿Quién nos dio la esponja para borrar el horizonte entero? ¿Qué hicimos cuándo desencadenamos esta tierra de su sol? ¿Hacia donde se está moviendo ahora? ¿Lejos de todos los soles? ¿Acaso no nos hundimos continuamente? ¿Hacia atrás, hacia los lados, adelante, en todas las direcciones? ¿Queda un arriba y un abajo? ¿No estamos extraviándonos como en una infinita nada? ¿No sentimos el aliento del espacio vacío? ¿No se ha vuelto más frío? ¿No viene noche y más noche? ¿No deben encenderse las linternas por la mañana? ¿No oímos todavía del ruido de los sepultureros que están enterrando Dios? . . . Dios está muerto. . . . Y nosotros lo hemos matado. ¡Cómo nosotros, asesinos entre los asesinos, nos consolaremos!"v

La muchedumbre miró fijamente al loco en el silencio y asombro. Por fin este azotó su linterna en el suelo. "He venido demasiado pronto" dijo. "Este tremendo evento todavía está en de camino, no ha alcanzado los oídos del hombre todavía". Los hombres no comprendieron realmente las consecuencias de lo que habían hecho al matar a Dios. Pero Nietzsche predijo que algún día la gente comprenderían las implicaciones de su ateísmo; y este descubrimiento introduciría una edad de nihilismo: la destrucción de todo significado y valor en la vida.

La mayoría de las personas aun no reflexiona en las consecuencias del ateísmo y así, como la muchedumbre en el mercado, sigue inconscientemente su camino. Pero cuando comprendemos, como hizo Nietzsche, lo qué el ateísmo implica, entonces su pregunta nos golpea fuertemente: ¿cómo nosotros, los asesinos de todos los asesinos, nos consolaremos?

La imposibilidad Práctica del Ateísmo

Casi la única solución que el ateo puede ofrecer es que enfrentemos la absurdidad de la vida y vivamos valientemente. Por ejemplo, Bertrand Russell escribió que debemos construir nuestras vidas en "el firme fundamento de la inflexible desesperación"vi. Sólo reconociendo que el mundo realmente es un lugar terrible podemos enfrentar exitosamente la vida. Camus dijo que debemos reconocer la absurdidad de la vida honestamente y entonces debemos vivir en amor el uno por el otro.

El problema fundamental con esta solución, sin embargo, es que es imposible vivir de forma consistente y alegre dentro de tal cosmovisión. Si uno vive de forma consistente, no será feliz; si uno vive felizmente, es sólo porque no es consistente. Francis Schaeffer ha explicado bien este punto. El hombre moderno, dice Schaeffer, vive en un universo de dos pisos. En el piso de abajo está el mundo finito sin Dios; aquí la vida es absurda, como hemos visto. En el piso superior está el significado, los valores, y el propósito. Ahora, el hombre moderno vive en el piso de abajo porque cree que no hay Dios. Pero no puede vivir felizmente en un mundo tan absurdo; por tanto continuamente da saltos de fe al piso superior para afirmar el significado, valor, y propósito, aún cuando no tiene derecho a ello, dado que no cree en Dios.

Echémosle, entonces, una nueva mirada a cada una de las tres áreas en que vimos que la vida es absurda sin Dios, para mostrar cómo el hombre no puede vivir consistente y alegremente con su ateísmo.

Significado de la Vida

Primero, el área del significado. Vimos que sin Dios, la vida no tiene ningún significado. Aun así, los filósofos continúan viviendo como si la vida tuviera significado. Por ejemplo, Sartre afirmó que uno puede crear significado para su vida escogiendo libremente seguir un cierto curso de acción. El propio Sartre escogió el Marxismo.

Ahora esto es absolutamente incoherente. Es incoherente decir que la vida es objetivamente absurda y después decir uno puede crear significado para su vida. Si la vida es realmente absurda, entonces el hombre esta atrapado en el piso inferior. Intentar crear significado en la vida representa un salto al piso superior. Pero Sartre no tiene ninguna base para este salto. Sin Dios, no puede haber ningún significado objetivo en la vida. El programa de Sartre realmente es un ejercicio de autoengaño. Sartre realmente está diciendo, "Hagamos como que el universo tiene significado." Esto es simplemente engañarnos a nosotros mismos.

El punto es este: si Dios no existe, entonces la vida objetivamente carece de sentido; pero el hombre no puede vivir de forma consistente y feliz sabiendo que la vida no tiene sentido; así que para ser feliz simula que la vida tiene significado. Pero esto es, claro, completamente inconsistente, porque sin Dios, el hombre y el universo carecen de cualquier significancia real.

El valor de Vida

Volvámonos ahora al problema de valor. Aquí es donde ocurren las inconsistencias más escandalosas. En primer lugar, los humanistas ateos son totalmente incoherentes al afirmar los valores tradicionales del amor y hermandad. Camus ha sido correctamente criticado por sostener inconsistentemente la absurdidad de la vida y la ética del amor y hermandad humana. Los dos son lógicamente incompatibles. Bertrand Russell, también, fue inconsistente. Pues aunque era ateo, era un abierto crítico social, denunciando la guerra y las restricciones a la libertad sexual. Russell admitió que no podía vivir como si los valores éticos simplemente fueran una cuestión de gusto personal, y que encontraba su propia visión, por consiguiente, "increíble." "No sé la solución", confesóvii. El punto es que si no hay Dios, no puede existir un bien y mal objetivos. Como dijo Dostoyevsky "Todas las cosas están permitidas."

Pero Dostoyevsky también mostró que el hombre no puede vivir de esta manera. No puede vivir como si fuera perfectamente correcto que soldados maten niños inocentes. No puede vivir como si fuera perfectamente correcto que dictadores como Pol Pot exterminen a millones de sus propios compatriotas. Todo en él clama que estos actos son malvados, realmente malvados. Pero si no hay Dios, no puede hacerlo. Así que da un salto de fe y afirma los valores de todos modos. Y cuando lo hace, revela la insuficiencia de un mundo sin Dios.

El horror de un mundo desprovisto de valor se hizo real para mi con una nueva intensidad hace unos pocos años atrás, cuando vi un documental televisivo de la BBC llamado "The Gathering", Se trataba de una reunión de sobrevivientes del Holocausto en Jerusalén dónde reencontraron amistades perdidas y compartieron sus experiencias. Un prisionera, enfermera, contó como había llegado a ser la ginecóloga de Auschwitz. Ella observó que las mujeres embarazadas eran agrupadas por los soldados bajo la dirección del Dr. Mengele y alojadas en los mismos cuarteles. Pasado algún tiempo, notó que no se volvía a ver a ninguna de estas mujeres. Hizo algunas averiguaciones. "¿Dónde están las mujeres embarazadas que fue alojadas en esos cuarteles?” "¿No se enteró? " fue la respuesta. "El Dr. Mengele las usó para vivisección."

Otra mujer contó cómo Mengele había ligado a sus pechos para que no pudiera amamantar a su pequeño. El doctor quería descubrir cuánto tiempo un infante podía sobrevivir sin nutrición. Desesperadamente esta pobre mujer intentó mantener a su bebé vivo dándole los pedazos de pan empapados en café, sin resultados. Cada día el bebé perdía peso, un hecho que era ávidamente monitoreado por el Dr. Mengele. Una enfermera vino en secreto a esta mujer y le dijo, "He arreglado una manera para que usted pueda salir de aquí, pero usted no puede llevar a su bebé con usted. Traje una inyección de morfina que puede darle al niño para acabar su vida." Cuando la mujer protestó, la enfermera insistió: "Mire, su bebé va a morir de todas maneras. Al menos sálvese usted." Y así, esta madre le quitó la vida de su propio bebé. El Dr. Mengele se enfureció cuando se enteró de ello, porque había perdido su espécimen de experimentación y, buscó entre los cadáveres para encontrar el cuerpo descartado del bebé y así poder tener un último registro de peso.

Mi corazón se rasgó por estas historias. Un rabino que sobrevivió al campo lo resumió bien cuando dijo que en Auschwitz era como si existiera un mundo en que todos los Diez Mandamientos hubieran sido invertidos. La humanidad nunca había visto tal infierno.

Y aún así, si Dios no existe, entonces en cierto sentido, nuestro mundo es Auschwitz: no hay un bien y un mal absolutos; cualquier cosa esta permitida. Pero ningún ateo, ningún agnóstico, puede vivir de forma consistente con tal perspectiva. El propio Nietzsche, quién proclamó la necesidad de vivir más allá del bien y del mal, rompió con su mentor Richard Wagner a causa del problema del antisemitismo del compositor y su estridente nacionalismo alemán. Del mismo modo, Sartre, escribiendo justo después de la Segunda Guerra Mundial, condenó el antisemitismo, declarando que una doctrina que lleva al exterminio no es meramente una cuestión de opinión o gusto personal, de igual valor que su opuestoviii. En su importante ensayo "El Existencialismo Es un Humanismo", Sartre se esfuerza vanamente por eludir la contradicción entre su rechazo a la idea de valores divinamente preestablecidos y su deseo urgente afirmar el valor de la persona humana. Como Russell, no podía vivir con las implicaciones de su propio rechazo de los absolutos éticos.

Un segundo problema es que si Dios no existe y no hay inmortalidad, entonces todos los actos malvados de los hombres quedan impunes y todos los sacrificios de los hombres buenos quedan sin recompensa. ¿Pero quién puede vivir con tal perspectiva? Richard Wurmbrand, quien fue torturado por su fe en las prisiones comunistas dice

"La crueldad de ateísmo es difícil de creer cuando el hombre no tiene fe en la recompensa del bien o el castigo de mal. No hay ninguna razón para ser humano. No hay restricción de las profundidades de mal que hay en el hombre. Los verdugos comunistas a menudo decían, 'no hay Dios, no hay más allá, no hay castigo para el mal. Podemos hacer lo que queramos.' Incluso escuché a un torturador decir, 'Doy gracias a Dios en quien no creo, por haber vivido hasta a esta hora cuando puedo expresar todo el mal en mi corazón.' Lo expresó en la increíble brutalidad y tortura infligidas en los prisioneros"ix.

Y lo mismo se aplica a los actos de auto-sacrificio. Hace varios años, ocurrió un terrible desastre aéreo en pleno invierno, en que un avión que despegaba del aeropuerto de Washington, D.C., se estrelló contra un puente sobre el río Potomac, zambullendo a los pasajeros en las heladas aguas. Cuando los helicópteros de rescate llegaron, la atención se enfocó en un hombre que una y otra vez empujó la escalera de cuerda colgante hacia otros pasajeros en lugar de ser el mismo llevado a la seguridad. Seis veces pasó la escalera. Cuando llegaron nuevamente, había fallecido. Había dado gratuitamente su vida para que otros pudieran vivir. La nación entera volvió sus ojos a este hombre en respeto y admiración por el acto bueno y desinteresado que había realizado. Y aún así, si el ateo está en lo correcto, ese hombre no fue noble, hizo la cosa más estúpida posible. Debió haber ido primero por la escalera, empujando a otros si era necesario para sobrevivir. ¿Pero morir por otros que ni siquiera conocía, renunciar a toda la breve existencia que tendría? ¿Para que? Para el ateo no puede haber ninguna razón. Y aún así el ateo, como el resto de nosotros, reacciona instintivamente con alabanza para la acción generosa de este hombre. De hecho, uno probablemente nunca encontrará a un ateo que viva de forma consistente con su sistema. Porque un universo sin responsabilidad moral y carente de valor es inimaginablemente terrible.

El propósito de Vida

Finalmente, miremos el problema del propósito de la vida. La única manera en que la mayoría de las personas que niegan el propósito en la vida viven felizmente es, ya sea, inventando algún propósito, lo que es auto engaño como vimos con Sartre, o no llevando su perspectiva a sus conclusiones lógicas. Tome el problema de muerte, por ejemplo. Según Ernst Bloch, la única manera en que el hombre moderno puede vivir ante la muerte es tomando prestada subconscientemente la creencia en la inmortalidad que sus antepasados sostuvieron, aunque él mismo no tiene ninguna base para esta creencia, dado que no cree en Dios. Al tomar prestados los remanentes de una creencia en la inmortalidad, escribe a Bloch, "el hombre moderno no siente el abismo que incesantemente lo rodea y que ciertamente finalmente lo engullirá. A través de estos remanentes, salva su sentido de identidad. A través de ellos surge la impresión de que el hombre no está pereciendo, si no solo que un día el mundo tiene el capricho de no aparecerle más." Bloch concluye, "Este ánimo, bastante superficial se alimenta de una tarjeta de crédito prestada. Vive de esperanzas antiguas y del apoyo que estas una vez habían proporcionado"x. El hombre Moderno ya no tiene derecho a ese apoyo, dado que ha rechazado a Dios. Pero para vivir con un propósito, hace un salto de fe al afirmar una razón por la cual vivir.

A menudo encontramos la misma inconsistencia entre aquéllos que dicen que el hombre y el universo llegaron a existir sin ninguna razón o propósito, simplemente por casualidad. Incapaz de vivir en un universo impersonal en que todo es producto del ciego azar, esta gente comienza a atribuir personalidad y motivos a los procesos físicos mismos. Es una manera extraña de hablar y representa un salto del piso inferior al superior. Por ejemplo, Francis Crick, a medio camino de su libro "El Origen del Código Genético" comienza a escribir "naturaleza" con una "N" mayúscula y en otra parte habla de selección natural como siendo "inteligente" y como "pensando" en lo que va a hacer. Fred Hoyle, el astrónomo inglés, atribuye al propio universo las cualidades de Dios. Para Carl Sagan el "Cosmos", que él siempre escribe con mayúscula, obviamente cumple el papel de un dios sustituto. Aunque todos estos hombres profesan no creer en Dios, contrabandean un Dios suplente por la puerta trasera porque ellos no pueden soportar vivir en un universo en que todo es el resultado aleatorio de fuerzas impersonales.

Y es interesante ver a muchos pensadores traicionar sus perspectivas cuando son llevadas a su conclusión lógica. Por ejemplo, ciertas feministas han levantado una tormenta de protesta contra la psicología sexual Freudiana porque es chauvinista y degradante respecto de las mujeres. Y algunos psicólogos se han sometido y han revisado sus teorías. Ahora, esto es totalmente inconsistente. Si la psicología Freudiana es realmente verdad, entonces no importa si es degradante para las mujeres. No se puede cambiar la verdad porque no nos guste a lo a que lleva. Pero las personas no pueden vivir de forma consistente y feliz en un mundo dónde otras personas son devaluadas. Sin embargo, si Dios no existe, nadie tiene valor alguno. Sólo si Dios existe puede alguien de forma consistente sostener los derechos de las mujeres. Pero si Dios no existe, entonces la selección natural dicta que el varón de la especie sea dominante y agresivo. Las mujeres no tendrían más derechos que los que tienen una cabra hembra o una gallina. En la naturaleza cualquier cosa que es, esta bien. ¿Pero quién puede vivir con tal perspectiva? Al parecer, ni siquiera los psicólogos Freudianos que traicionan sus teorías cuando son empujadas a sus conclusiones lógicas.

O tomemos el conductismo sociológico de alguien como B. F. Skinner. Su perspectiva lleva a la clase de sociedad prevista en "1984" de George Orwell, dónde el gobierno controla y programa el pensamiento de todos. Si las teorías de Skinner son correctas, no puede haber objeción a tratar a las personas como a las ratas en la jaula de Skinner, recorriendo sus laberintos, estimulados con comida y choques eléctricos. Según Skinner, todas nuestras acciones están determinadas de todas formas. Y si Dios no existe, ninguna objeción moral puede levantarse contra este tipo de programación, porque el ser humano no es cualitativamente diferente de una rata, dado que ambos no son más que materia, más tiempo, más azar. Pero, de nuevo ¿quién puede vivir con tal perspectiva deshumanizante?

O finalmente, tome el determinismo biológico alguien como Francis Crick. La conclusión lógica es que el ser humano es como cualquier otro espécimen de laboratorio. El mundo se horrorizó cuando descubrió que en campos como Dachau los nazis habían usado a prisioneros para experimentos médicos en humanos vivos. ¿Pero por qué no? Si Dios no existe, no puede haber ninguna objeción en usar a alguien como conejillo de indias humano. El fin de esta perspectiva es el control de la población en que el débil y el no deseado son muertos en orden a dar lugar al fuerte. Pero la única manera en que podemos protestar de forma consistente contra esta perspectiva es si Dios existe. Sólo si Dios existe puede haber propósito en la vida.

El dilema de hombre moderno es así verdaderamente terrible. Y en la medida en que niega la existencia de Dios y la objetividad de los valores y el propósito, este dilema permanece sin resolver también para el hombre "posmoderno." De hecho, es precisamente la conciencia de que el modernismo produce inevitablemente la absurdidad y desesperación lo que constituye la angustia de la posmodernidad. En algunos respectos, la posmodernidad es solo la conciencia de la bancarrota de la modernidad. La cosmovisión atea es insuficiente para mantener una vida feliz y consistente. El hombre no puede vivir de forma consistente y feliz como si la vida careciera finalmente de significado, valor o propósito. Si intentamos vivir de forma consistente dentro de una cosmovisión atea, seremos profundamente infelices. Si en cambio logramos vivir felizmente, es sólo desmintiendo nuestra cosmovisión.

Confrontado con este dilema, el ser humano se debate patéticamente por algún medio de escape. En un notable discurso ante la Academia Americana para el Avance de Ciencia en 1991, el Dr. L. D. Rue, confrontado con el predicamento del hombre moderno, postuló audazmente que debemos engañarnos a nosotros mismos por medio de alguna "Mentira Noble" para pensar que nosotros y el universo aún tenemos valorxi. Afirmando que "La lección de los últimos dos siglos es que el relativismo intelectual y moral es profundamente la realidad", el Dr. Rue reflexiona que la consecuencia de tal descubrimiento es que búsqueda del plenitud personal (o la auto realización) y la búsqueda de la coherencia social se independizan una de la otra. Esto porque desde el punto de vista del relativismo la búsqueda de la autorrealización se privatiza radicalmente: cada uno escoge su propio juego de valores y significado. Si hemos de evitar la "opción del manicomio", dónde la autorrealización es perseguida sin tener en cuenta la coherencia social, y la "opción totalitaria" dónde la coherencia social se impone a expensas de la plenitud personal, no tenemos otra opción que abrazar alguna Mentira Noble que nos inspire a vivir más allá de nuestros intereses egoístas y así lograr la coherencia social. Una Mentira Noble "es una que nos engaña, nos compele más allá del propio interés, más allá del ego, más allá de la familia, la nación, [y] la raza." Es una mentira, porque nos dice que el universo esta imbuido de valor (lo qué es una gran ficción), porque tiene una pretensión de verdad universal (cuando no la hay), y porque me dice que no viva para mi propio interés (lo qué es evidentemente falso). "Pero sin tales mentiras, no podemos vivir."

Éste es el espantoso veredicto pronunciado sobre el hombre moderno. Para sobrevivir, debe vivir en el auto engaño. Pero incluso la opción de la Mentira Noble es finalmente impracticable. Para ser feliz, uno debe creer en el en un significado, valor y propósito objetivos. ¿Pero cómo puede uno creer en esas Mentiras Nobles y al mismo tiempo en el ateísmo y relativismo? Mientras más convencido se esté de la necesidad de una Mentira Noble, menos se puede creer en ella. Como un placebo, una Mentira Noble opera sólo en aquéllos que la creen verdad. Una vez que hemos visto a través de la ficción, la Mentira pierde su poder sobre nosotros. Así, irónicamente, la Mentira Noble no puede resolver el predicamento humano para cualquiera que ha llegado a ver ese predicamento.

La opción de la Mentira Noble lleva por consiguiente, en el mejor de los casos, a una sociedad en que un grupo elitista de illuminatis engaña a las masas para su propio bien, perpetuando la Mentira Noble. ¿Pero entonces por qué aquéllos de nosotros que estamos bien informados debemos seguir a las masas en su ilusión? ¿Por qué debemos sacrificar nuestro interés propio por una ficción? Si la gran lección de los últimos dos siglos el relativismo moral e intelectual es, entonces ¿por qué (si pudiéramos) pretender que no sabemos esta verdad y vivir una mentira en cambio? Si alguien contesta, "en beneficio de la coherencia social", uno puede legítimamente preguntar por qué debo sacrificar mi interés propio en beneficio de la coherencia social. La única respuesta que el relativista puede dar es la coherencia social es en mi propio interés, pero el problema de esta respuesta es que el interés propio y el interés de la manada no siempre coinciden. Además, si (por puro interés individual) me preocupo de la coherencia social, la opción totalitaria me siempre está abierta: olvidemos la Mentira Noble y mantengamos la coherencia social (así como mi propia autorrealización) a expensas del bienestar personal de las masas. Rue consideraría tal opción indudablemente repugnante. Pero ahí esta el problema. El dilema de Rue es que él obviamente valora profundamente la coherencia social y la plenitud personal en si mismas; en otros términos, estas son valores objetivos, los que según su filosofía no existen. Él ya ha hecho el salto al piso de arriba. La opción de la Mentira Noble afirma lo que niega y así se refuta a si misma.

El Éxito del Cristianismo Bíblico

Pero si el ateísmo falla a este respecto, ¿que pasa con el Cristianismo bíblico? Según la cosmovisión cristiana, Dios sí existe, y la vida de hombre no acaba a la tumba. En el cuerpo de resurrección el ser humano puede disfrutar de vida eterna y comunión con Dios. El Cristianismo bíblico por lo tanto provee de las dos condiciones necesarias para una vida significativa, valiosa, y con propósito para el hombre: Dios e inmortalidad. Debido a esto, podemos vivir de forma consistente y feliz. Así, el Cristianismo bíblico tiene éxito precisamente donde el ateísmo colapsa.

Conclusión

Ahora, quiero dejar claro que no he mostrado aún que el Cristianismo bíblico sea verdad. Pero lo que he hecho es exponer claramente las alternativas. Si Dios no existe, la vida es fútil. Si el Dios de la Biblia existe, entonces la vida es significativa. Sólo la segunda de estas dos alternativas nos permite vivir de forma feliz y consistente. Por consiguiente, me parece que aun cuando la evidencia para estas dos opciones sea completamente igual, una persona racional debiera escoger el Cristianismo bíblico. Me parece positivamente irracional preferir la muerte, la futileza, y la destrucción a la vida, el significado y la felicidad. Como dijo Pascal, no tenemos nada que perder y el infinito que ganar.

Notas

i 1 Kai Nielsen, "Why Should I Be Moral?" American Philosophical Quarterly 21 (1984): 90.

ii Richard Taylor, Ethics, Faith, and Reason (Englewood Cliffs, NJ: Prentice Hall, 1985), 90, 84.

iii H.G. Wells, The Time Machine (New York: Berkeley, 1957), chap. 11.

iv W.E. Hocking, Types of Philosophy (New York: Scribner's, 1959), 27

v Friedrich Nietzsche, "The Gay Science," in The Portable Nietzsche, ed. and trans. W. Kaufmann (New York: Viking, 1954), 95.

vi Bertrand Russell, "A Free Man's Worship," in Why I Am Not a Christian, ed. P. Edwards (New York: Simon & Schuster, 1957), 107.

vii Bertrand Russell, Letter to the Observer, 6 October, 1957.

viii Jean Paul Sartre, "Portrait of the Antisemite," in Existentialism from Dostoyevsky to Satre, rev. ed., ed. Walter Kaufmann (New York: New Meridian Library, 1975), p. 330.

ix Richard Wurmbrand, Tortured for Christ (London: Hodder & Stoughton, 1967), 34.

x Ernst Bloch, Das Prinzip Hoffnung, 2d ed., 2 vols. (Frankfurt am Main: Suhrkamp Verlag, 1959), 2:360-1.

xi Loyal D. Rue, "The Saving Grace of Noble Lies," address to the American Academy for the Advancement of Science, February, 1991.

¿Tanta parrafada para esa conclusión?
Haberla puesto al principio y no hubiera perdido el tiempo.
 
Re: Lo Absurdo de la Vida SIN DIOS

BUEN ARTICULO, AMIGO, QUIERO HABLAR CONTIGO, ME GUSTARIA COMUNICARNOS POR EMAIL Y CONTARTE QUE TENGO VARIOS PROYECTOS, COMINICATE CONMIGO ESTE ES MI CORREO:

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Re: Lo Absurdo de la Vida SIN DIOS

Lo Absurdo de la Vida sin Dios

William Lane Craig

Traducido por Joel Naranjo. The Absurdity of Life without God


La Necesidad de Dios y la Inmortalidad

El Hombre, escribe Loren Eiseley, es el Huérfano Cósmico. Es la única criatura en el universo que pregunta, "¿Por qué?” Otros animales tienen su instinto para guiarlos, pero el hombre ha aprendido a hacer preguntas. "¿Quién soy?" pregunta el ser humano. "¿Por qué estoy aquí? ¿A dónde voy?”. Desde la Ilustración, cuando se despojó de los grilletes de la religión, el hombre ha intentado contestar estas preguntas sin hacer referencia a Dios. Pero las respuestas que ha hallado no han sido estimulantes, si no oscuras y terribles. "Eres un subproducto accidental de la naturaleza, el resultado de la materia más el tiempo y el azar. No hay ninguna razón para tu existencia. Todo lo que enfrentas es la muerte."

El hombre moderno pensó que al librarse de Dios, se había librado de todo aquello que lo reprimía y ahogaba. Sin embargo, descubrió que al matar a Dios, se había dado muerte a sí mismo. Porque si no hay Dios, la vida de hombre se vuelve absurda.

Si Dios no existe, tanto el hombre como el universo están inevitablemente condenados a la muerte. El ser humano, como todos los organismos biológicos, debe morir. Sin la esperanza de la inmortalidad, la vida de hombre lleva sólo a la tumba. Su vida no es si no una chispa en la oscuridad infinita, una chispa que nace, parpadea, y muere para siempre. Por consiguiente, todos debemos enfrentar lo que teólogo Paul Tillich ha llamado "la amenaza del no ser". Porque aunque ahora sé que existo, que estoy vivo, sé también que algún día ya no existiré, que ya no seré más, que voy a morir. Este pensamiento es pasmoso y amenazador: ¡pensar que la persona que llamo "yo" dejará de existir, que no será más!

Recuerdo vivamente la primera vez que mi padre me dijo que algún día yo moriría. De algún modo, como niño, el pensamiento simplemente nunca había cruzado por mi mente. Cuando me lo dijo, quedé lleno de miedo y una insoportable tristeza. Y aunque intentó repetidamente asegurarme esto ocurriría en mucho tiempo más, eso no parecía importar. Fuese antes o después, el hecho innegable era que yo moriría y ya no sería más, y esta idea me resultó abrumadora. Eventualmente, como todos, llegué a simplemente a aceptarlo. Todos aprendemos a vivir con lo inevitable. Pero esa percepción infantil sigue siendo cierta. Como el existencialista francés Jean-Paul Sartre observó, “algunas horas o algunos años no hacen diferencia alguna una vez que se ha perdido la eternidad”.

Ya sea que llegué antes o después, la perspectiva de la muerte y la amenaza del no ser es un horror terrible. Pero una vez conocí un estudiante quién no sentía esta amenaza. Decía que había crecido en una granja y estaba acostumbrado a ver los animales nacer y morir. La muerte era para él simplemente algo natural, parte de la vida, por así decirlo. Yo estaba intrigado por lo diferente que eran nuestras perspectivas acerca de la muerte y encontraba difícil entender por qué él no sentía la amenaza de no ser. Después de varios años, pienso que encontré mi respuesta leyendo a Sartre. Sartre observó que la muerte no es amenazante en tanto la veamos como la muerte del otro, cuando la vemos en tercera persona, por así decirlo. Es sólo es cuando la internalizamos y la vemos primera persona ("mi muerte: Yo voy morir") que la amenaza del no ser se vuelve real. Como indica Sartre, muchas personas nunca asumen esta perspectiva de primera persona en su vida; uno puede mirar incluso su propia muerte desde un punto de vista de tercera persona, como si fuera la muerte de otro o incluso de un animal, como hizo mi amigo. Pero el verdadero significado existencial de mi muerte sólo puede apreciarse de la perspectiva de primera persona, cuando comprendo que yo voy morir y dejaré de existir para siempre. Mi vida es simplemente una transición momentánea del olvido al olvido.

Y el universo, también, enfrenta la muerte. Los Científicos nos dicen que el universo se está expandiendo, y todo en él se aleja más y más. Mientras esto sucede, se vuelve más y más frío, y su energía se agota. En el futuro todas las estrellas se consumirán y toda la materia colapsará en estrellas muertas y agujeros negros. No habrá luz en absoluto; no habrá calor; no habrá vida; sólo los cadáveres de estrellas y galaxias muertas, siempre expandiéndose en la oscuridad interminable y las frías profundidades del espacio: un Universo en ruinas. Así que no sólo la vida de cada persona individual está condenada; la raza humana entera está condenada. No hay escapatoria. No hay esperanza.

Lo Absurdo de la Vida sin Dios y sin Inmortalidad

Si no hay Dios, entonces el hombre y el universo están condenados. Como prisioneros sentenciados a muerte, esperamos nuestra inevitable ejecución. No hay Dios ni inmortalidad. ¿Y cuál es la consecuencia de esto? Significa que la vida misma es absurda. Significa que la vida que tenemos carece de significado, valor, o propósito último. Miremos cada uno de éstos.

No hay Significado Último sin Inmortalidad y sin Dios

Si cada persona deja de existir cuándo muere, entonces ¿qué significado último puede darse a su vida? ¿Importa realmente si alguna vez existió? Su vida puede ser importante en relación a ciertos eventos, pero ¿Cuál es el significado último de cualquiera de esos eventos? Si todos los eventos carecen de sentido, entonces ¿Cuál puede ser el significado o influencia última de cualquiera de ellos? En última cuenta no hacen ninguna diferencia.

Veámoslo desde otra perspectiva: Los científicos dicen que el universo en originó en una explosión denominada el "Big Bang" hace unos 13 mil millones años. Suponga que el Big Bang nunca hubiera ocurrido. Suponga que el universo nunca hubiera existido. ¿Qué diferencia sustancial haría? De todos modos, el universo esta condenado. En última cuenta, no hace ninguna diferencia si el universo alguna vez existió o no. Por consiguiente, carece de significado último.

Lo mismo es verdad respecto la raza humana. La humanidad es una especie condenada en un universo agonizante. Porque la raza humana dejará de existir en el futuro; da lo mismo si alguna vez existió. La humanidad, así, no es más significativa que un enjambre de mosquitos o un corral de cerdos, pues su destino es el mismo. El mismo ciego proceso cósmico que los escupió en primer lugar se los tragará a todos en el futuro.

Y lo mismo es verdad de cada persona individual. Las contribuciones del científico al adelanto de conocimiento humano, las investigaciones del doctor para aliviar el dolor y el sufrimiento, los esfuerzos del diplomático por afianzar la paz en el mundo, los sacrificios de hombres buenos en todo lugar para mejorar la condición de la raza humana: todos éstos llegan a nada. Éste es el horror de hombre moderno: dado que acaba en nada, es nada.

Pero es importante ver que no es sólo inmortalidad lo que necesita el hombre si su vida ha de ser significativa. La mera duración de la existencia no hace a esa existencia significativa. Si el hombre y el universo pudieran existir para siempre, pero no hubiera Dios, su existencia aún carecería de significado último. Como ilustración, una vez leí un cuento de ciencia-ficción en que un astronauta estaba aislado en un yermo trozo de piedra perdido en el espacio exterior. Con él tenía dos frascos: uno contenía veneno y el otro una poción que lo haría vivir para siempre. Comprendiendo su predicamento, bebió el veneno. Pero entonces, para su horror, descubrió que había bebido el frasco equivocado, habían bebido la poción de la inmortalidad. Y eso significaba que él estaba maldito a existir para siempre, una vida interminable y carente de sentido. Ahora, si Dios no existe, nuestras vidas son exactamente igual. Podrían seguir y seguir y aún carecer absolutamente de sentido. Aún podríamos preguntar de la vida, "¿Y qué?” Así que no es sólo la inmortalidad lo que el hombre necesita si su vida ha de ser significativa en último término; necesita a Dios y la inmortalidad. Y si Dios no existe, carece de ambos.

El hombre del siglo XX llegó a entender esto. Lean "Esperando a Godot" de Samuel Beckett. Durante toda la obra dos hombres mantienen una conversación trivial mientras esperan que llegué un tercer hombre, quién nunca lo hace. Nuestras vidas son así, está diciendo Beckett; sólo matamos el tiempo esperando. ¿Qué?, no lo sabemos. En un trágico retrato del hombre, Beckett escribió otra obra en que el telón se abre revelando un escenario cubierto de basura. Durante treinta largos segundos, el público se sienta y mira fijamente en silencio esa basura. Entonces el telón se cierra. Eso es todo.

Los existencialistas franceses Jean-Paul Sartre y Albert Camus entendieron esto también. Sartre retrató la vida en su obra "Sin Salida" como el infierno. La línea final de la obra son las palabras de resignación, "Bien, sigamos con él." Así, Sartre escribe en otra parte acerca de la "náusea" de la existencia. Camus, también, vio la vida como un absurdo. Al final de su novela breve "El Extranjero", el héroe de Camus descubre en un destello de comprensión que el universo no tiene significado y no hay Dios para darle uno.

Así, si no hay Dios, entonces la vida misma carece sentido. El hombre y el universo carecen de significado último.

No hay Valor Último Sin Inmortalidad y sin Dios

Si la vida acaba a la tumba, entonces da lo mismo si uno ha vivido como un Stalin o como un santo. Dado que el destino de cada uno finalmente no se relaciona con la propia conducta, usted puede simplemente vivir como mejor le parezca. Como lo puso Dostoyevsky: "Si no hay inmortalidad, todas las cosas están permitidas". Sobre esta base, un escritor como Ayn Rand esta completamente en lo cierto al alabar las virtudes del egoísmo. Viva totalmente para el yo; ¡no hay nadie que le haga rendir cuentas! De hecho, sería estúpido hacer algo diferente, pues la vida es demasiado corta para arriesgarla actuando por otra cosa que no sea puro interés propio. Sacrificarse en favor de otro sería estúpido. Kai Nielsen, un filósofo del ateo que intenta defender la viabilidad de la ética sin Dios, al final admite,

No hemos sido capaces de mostrar que la razón requiere el punto de vista moral, o que todos que las personas verdaderamente racionales, desprovistas de mitos o ideologías, no necesitan ser individuos egoístas o los amorales clásicos. La razón no decide aquí. El cuadro que he pintado para usted no es uno agradable. La reflexión acerca de él me deprime. . . . La pura razón práctica, incluso con un adecuado conocimiento de los hechos, no le llevará a la moralidad.i

Pero el problema es aun peor. Porque, dejando de lado la inmortalidad, si no hay Dios, no puede haber estándares objetivos del bien y el mal. Todo lo que confrontamos es, en palabras de Jean-Paul Sartre, el hecho desnudo, carente de valor, de la existencia. Los valores morales son ya sea sólo expresiones de gusto personal o los derivados de la evolución y condicionamiento socio-biológico. En un mundo sin Dios ¿Quién puede decir qué valores son correctos y cuales no? ¿Quién puede juzgar que los valores de Adolfo Hitler son inferiores a los de un santo? El concepto de moralidad pierde todo significado en un universo sin Dios. Como un eticista ateo contemporáneo señala,"decir que algo es malo porque. . . esta prohibido por Dios, es. . . absolutamente comprensible para cualquiera que cree en un legislador Divino. Pero decir que algo está mal. . . aun cuando no haya ningún Dios para prohibirlo, no es comprensible. . . . " "El concepto de obligación moral [es] ininteligible aparte de la idea de Dios. Las palabras permanecen pero su significado ha ido"ii. En un mundo sin Dios, no puede haber bien y mal en un sentido objetivo, sólo nuestros juicios subjetivos cultural y personalmente relativos. Esto significa que es imposible de condenar la guerra, la opresión, o el crimen como algo malo. Ni tampoco es posible alabar la fraternidad, la igualdad y el amor como algo bueno. Porque en un universo sin Dios, el bien y el mal no existen, sólo esta el hecho desnudo y sin valor de la existencia, y no hay nadie que diga que tu tienes la razón y yo estoy equivocado.

No hay Propósito Último Sin la Inmortalidad y sin Dios

Si la muerte nos espera con los brazos abiertos al final del camino, ¿cuál es entonces el propósito de la vida? ¿Es todo para nada? ¿No hay razón para la vida? ¿Y qué del universo? ¿Es absolutamente en vano? Si su destino es una tumba helada en el vacío del espacio exterior, la respuesta debe ser: Sí, es vano. No hay ninguna meta, ningún propósito para el universo. Los restos de un universo muerto simplemente seguirán expandiéndose y expandiéndose. Para siempre

¿Y qué de hombre? ¿No hay ningún propósito en absoluto para la raza humana? ¿O simplemente desaparecerá algún día en el olvido de un universo indiferente? El escritor inglés H. G. Wells previó tal perspectiva. En su novela "La Maquina del Tiempo", el viajero del tiempo de Wells viaja lejos en el futuro para descubrir el destino de hombre. Todo lo que encuentra es una tierra muerta, salvo por un poco de liquen y musgo, orbitando un gigantesco sol rojo. Los únicos sonidos son el zumbido del viento y las suaves olas del mar. "Más allá de estos sonidos inanimados", escribe Wells, "el mundo estaba silencioso. ¿Silencioso? Sería difícil expresar su quietud. Todos los sonidos de hombre, el balido de oveja, los gritos de las aves, el zumbido de los insectos, el movimiento que sirve de fondo a nuestras vidas, todo se había acabado"iii 3. Y así, el viajero de tiempo de Wells regresó. ¿Pero a qué? meramente un punto anterior en la carrera sin objeto hacia el olvido. Cuando como no cristiano leí por primera vez el libro de Wells pensé, "¡No, no! ¡No puede acabar así!" Pero si no hay Dios, así es como acabará, nos guste o no. Ésta es la realidad en un universo sin Dios: no hay esperanza; no hay propósito.

Lo que es verdad para la humanidad como un todo es verdad individualmente para cada uno de nosotros: estamos aquí sin ningún propósito. Si no hay Dios, entonces nuestra vida no es cualitativamente diferente de la de un perro. Como el antiguo autor de Eclesiastés lo pone "Los hombres terminan igual que los animales; el destino de ambos es el mismo, pues unos y otros mueren por igual, y el aliento de vida es el mismo para todos, así que el hombre no es superior a los animales. Realmente, todo es absurdo, y todo va hacia el mismo lugar. Todo surgió del polvo, y al polvo todo volverá". (Ecl 3:19-20 NVI). En este libro, que se lee más como un pedazo de literatura existencialista moderna que como un libro de la Biblia, el escritor muestra la futileza de placer, la riqueza, la educación, la fama política, y la honra en una vida condenada a acabar en la muerte. ¿Su veredicto? “¡Vanidad de vanidades! Todo es vanidad!" (1:2). Si la vida acaba a la tumba, entonces no tenemos ningún propósito último por el cual vivir.

Pero más que esto: aun si no acabara con la muerte, sin Dios la vida aún carecería de propósito. El hombre y el universo serían entonces simples accidentes del azar, lanzados a la existencia sin razón. Sin Dios, el universo es el resultado de un accidente cósmico, una explosión fortuita. No hay razón para su existencia. En cuanto al hombre, es un capricho de la naturaleza—un producto ciego de la materia, más el tiempo, más el azar. Es simplemente un poco de cieno que desarrolló racionalidad. Como un filósofo lo ha puesto: "La vida humana está montada sobre un pedestal subhumano y debe desplazarse por sí sola en el corazón de un universo silencioso e inconsciente.''iv

Lo que es verdad del universo y de la raza humana también es verdad de nosotros como individuos. Si Dios no existe, entonces usted es simplemente un aborto de naturaleza, lanzado a un universo sin propósito para vivir una vida sin propósito.

Así, si Dios no existe, significa que el hombre y el universo existen sin propósito, dado que el fin de todo es la muerte, y llegaron a existir sin propósito, dado que son sólo productos ciegos del azar. En pocas palabras, la vida carece absolutamente de razón.

¿Entiende usted la gravedad de la alternativa que se nos presenta? Si Dios existe, hay esperanza para el hombre. Pero si Dios no existe, todo lo que nos queda es la desesperación. ¿Entiende por qué la pregunta sobre la existencia de Dios es tan vital para el ser humano? Como un escritor acertadamente lo ha puesto "Si Dios está muerto, entonces el hombre también está muerto".

Desgraciadamente, la gran masa de la humanidad no comprende este hecho. Continúan adelante como si nada hubiera cambiado. Me recuerda la historia de Nietzsche del loco que en las primeras horas de la mañana irrumpió en el mercado, linterna en mano, gritando: "¡Busco Dios! ¡Busco Dios!" Dado que muchos de los presentes no creían en Dios, provocó mucha risa. "¿Dios se ha perdido? " se mofaron de él. "¿O está escondido? ¡O quizá se ha ido de viaje o ha emigrado!" Le gritaron y se rieron. Entonces, escribe a Nietzsche, el loco se volvió hacia ellos y los atravesó con su mirada

"¿Donde esta Dios? " gritó, 'yo les diré. Nosotros lo hemos matado: ustedes y yo. Todos nosotros somos sus asesinos. ¿Pero cómo hemos hecho esto? ¿Cómo pudimos beber al mar? ¿Quién nos dio la esponja para borrar el horizonte entero? ¿Qué hicimos cuándo desencadenamos esta tierra de su sol? ¿Hacia donde se está moviendo ahora? ¿Lejos de todos los soles? ¿Acaso no nos hundimos continuamente? ¿Hacia atrás, hacia los lados, adelante, en todas las direcciones? ¿Queda un arriba y un abajo? ¿No estamos extraviándonos como en una infinita nada? ¿No sentimos el aliento del espacio vacío? ¿No se ha vuelto más frío? ¿No viene noche y más noche? ¿No deben encenderse las linternas por la mañana? ¿No oímos todavía del ruido de los sepultureros que están enterrando Dios? . . . Dios está muerto. . . . Y nosotros lo hemos matado. ¡Cómo nosotros, asesinos entre los asesinos, nos consolaremos!"v

La muchedumbre miró fijamente al loco en el silencio y asombro. Por fin este azotó su linterna en el suelo. "He venido demasiado pronto" dijo. "Este tremendo evento todavía está en de camino, no ha alcanzado los oídos del hombre todavía". Los hombres no comprendieron realmente las consecuencias de lo que habían hecho al matar a Dios. Pero Nietzsche predijo que algún día la gente comprenderían las implicaciones de su ateísmo; y este descubrimiento introduciría una edad de nihilismo: la destrucción de todo significado y valor en la vida.

La mayoría de las personas aun no reflexiona en las consecuencias del ateísmo y así, como la muchedumbre en el mercado, sigue inconscientemente su camino. Pero cuando comprendemos, como hizo Nietzsche, lo qué el ateísmo implica, entonces su pregunta nos golpea fuertemente: ¿cómo nosotros, los asesinos de todos los asesinos, nos consolaremos?

La imposibilidad Práctica del Ateísmo

Casi la única solución que el ateo puede ofrecer es que enfrentemos la absurdidad de la vida y vivamos valientemente. Por ejemplo, Bertrand Russell escribió que debemos construir nuestras vidas en "el firme fundamento de la inflexible desesperación"vi. Sólo reconociendo que el mundo realmente es un lugar terrible podemos enfrentar exitosamente la vida. Camus dijo que debemos reconocer la absurdidad de la vida honestamente y entonces debemos vivir en amor el uno por el otro.

El problema fundamental con esta solución, sin embargo, es que es imposible vivir de forma consistente y alegre dentro de tal cosmovisión. Si uno vive de forma consistente, no será feliz; si uno vive felizmente, es sólo porque no es consistente. Francis Schaeffer ha explicado bien este punto. El hombre moderno, dice Schaeffer, vive en un universo de dos pisos. En el piso de abajo está el mundo finito sin Dios; aquí la vida es absurda, como hemos visto. En el piso superior está el significado, los valores, y el propósito. Ahora, el hombre moderno vive en el piso de abajo porque cree que no hay Dios. Pero no puede vivir felizmente en un mundo tan absurdo; por tanto continuamente da saltos de fe al piso superior para afirmar el significado, valor, y propósito, aún cuando no tiene derecho a ello, dado que no cree en Dios.

Echémosle, entonces, una nueva mirada a cada una de las tres áreas en que vimos que la vida es absurda sin Dios, para mostrar cómo el hombre no puede vivir consistente y alegremente con su ateísmo.

Significado de la Vida

Primero, el área del significado. Vimos que sin Dios, la vida no tiene ningún significado. Aun así, los filósofos continúan viviendo como si la vida tuviera significado. Por ejemplo, Sartre afirmó que uno puede crear significado para su vida escogiendo libremente seguir un cierto curso de acción. El propio Sartre escogió el Marxismo.

Ahora esto es absolutamente incoherente. Es incoherente decir que la vida es objetivamente absurda y después decir uno puede crear significado para su vida. Si la vida es realmente absurda, entonces el hombre esta atrapado en el piso inferior. Intentar crear significado en la vida representa un salto al piso superior. Pero Sartre no tiene ninguna base para este salto. Sin Dios, no puede haber ningún significado objetivo en la vida. El programa de Sartre realmente es un ejercicio de autoengaño. Sartre realmente está diciendo, "Hagamos como que el universo tiene significado." Esto es simplemente engañarnos a nosotros mismos.

El punto es este: si Dios no existe, entonces la vida objetivamente carece de sentido; pero el hombre no puede vivir de forma consistente y feliz sabiendo que la vida no tiene sentido; así que para ser feliz simula que la vida tiene significado. Pero esto es, claro, completamente inconsistente, porque sin Dios, el hombre y el universo carecen de cualquier significancia real.

El valor de Vida

Volvámonos ahora al problema de valor. Aquí es donde ocurren las inconsistencias más escandalosas. En primer lugar, los humanistas ateos son totalmente incoherentes al afirmar los valores tradicionales del amor y hermandad. Camus ha sido correctamente criticado por sostener inconsistentemente la absurdidad de la vida y la ética del amor y hermandad humana. Los dos son lógicamente incompatibles. Bertrand Russell, también, fue inconsistente. Pues aunque era ateo, era un abierto crítico social, denunciando la guerra y las restricciones a la libertad sexual. Russell admitió que no podía vivir como si los valores éticos simplemente fueran una cuestión de gusto personal, y que encontraba su propia visión, por consiguiente, "increíble." "No sé la solución", confesóvii. El punto es que si no hay Dios, no puede existir un bien y mal objetivos. Como dijo Dostoyevsky "Todas las cosas están permitidas."

Pero Dostoyevsky también mostró que el hombre no puede vivir de esta manera. No puede vivir como si fuera perfectamente correcto que soldados maten niños inocentes. No puede vivir como si fuera perfectamente correcto que dictadores como Pol Pot exterminen a millones de sus propios compatriotas. Todo en él clama que estos actos son malvados, realmente malvados. Pero si no hay Dios, no puede hacerlo. Así que da un salto de fe y afirma los valores de todos modos. Y cuando lo hace, revela la insuficiencia de un mundo sin Dios.

El horror de un mundo desprovisto de valor se hizo real para mi con una nueva intensidad hace unos pocos años atrás, cuando vi un documental televisivo de la BBC llamado "The Gathering", Se trataba de una reunión de sobrevivientes del Holocausto en Jerusalén dónde reencontraron amistades perdidas y compartieron sus experiencias. Un prisionera, enfermera, contó como había llegado a ser la ginecóloga de Auschwitz. Ella observó que las mujeres embarazadas eran agrupadas por los soldados bajo la dirección del Dr. Mengele y alojadas en los mismos cuarteles. Pasado algún tiempo, notó que no se volvía a ver a ninguna de estas mujeres. Hizo algunas averiguaciones. "¿Dónde están las mujeres embarazadas que fue alojadas en esos cuarteles?” "¿No se enteró? " fue la respuesta. "El Dr. Mengele las usó para vivisección."

Otra mujer contó cómo Mengele había ligado a sus pechos para que no pudiera amamantar a su pequeño. El doctor quería descubrir cuánto tiempo un infante podía sobrevivir sin nutrición. Desesperadamente esta pobre mujer intentó mantener a su bebé vivo dándole los pedazos de pan empapados en café, sin resultados. Cada día el bebé perdía peso, un hecho que era ávidamente monitoreado por el Dr. Mengele. Una enfermera vino en secreto a esta mujer y le dijo, "He arreglado una manera para que usted pueda salir de aquí, pero usted no puede llevar a su bebé con usted. Traje una inyección de morfina que puede darle al niño para acabar su vida." Cuando la mujer protestó, la enfermera insistió: "Mire, su bebé va a morir de todas maneras. Al menos sálvese usted." Y así, esta madre le quitó la vida de su propio bebé. El Dr. Mengele se enfureció cuando se enteró de ello, porque había perdido su espécimen de experimentación y, buscó entre los cadáveres para encontrar el cuerpo descartado del bebé y así poder tener un último registro de peso.

Mi corazón se rasgó por estas historias. Un rabino que sobrevivió al campo lo resumió bien cuando dijo que en Auschwitz era como si existiera un mundo en que todos los Diez Mandamientos hubieran sido invertidos. La humanidad nunca había visto tal infierno.

Y aún así, si Dios no existe, entonces en cierto sentido, nuestro mundo es Auschwitz: no hay un bien y un mal absolutos; cualquier cosa esta permitida. Pero ningún ateo, ningún agnóstico, puede vivir de forma consistente con tal perspectiva. El propio Nietzsche, quién proclamó la necesidad de vivir más allá del bien y del mal, rompió con su mentor Richard Wagner a causa del problema del antisemitismo del compositor y su estridente nacionalismo alemán. Del mismo modo, Sartre, escribiendo justo después de la Segunda Guerra Mundial, condenó el antisemitismo, declarando que una doctrina que lleva al exterminio no es meramente una cuestión de opinión o gusto personal, de igual valor que su opuestoviii. En su importante ensayo "El Existencialismo Es un Humanismo", Sartre se esfuerza vanamente por eludir la contradicción entre su rechazo a la idea de valores divinamente preestablecidos y su deseo urgente afirmar el valor de la persona humana. Como Russell, no podía vivir con las implicaciones de su propio rechazo de los absolutos éticos.

Un segundo problema es que si Dios no existe y no hay inmortalidad, entonces todos los actos malvados de los hombres quedan impunes y todos los sacrificios de los hombres buenos quedan sin recompensa. ¿Pero quién puede vivir con tal perspectiva? Richard Wurmbrand, quien fue torturado por su fe en las prisiones comunistas dice

"La crueldad de ateísmo es difícil de creer cuando el hombre no tiene fe en la recompensa del bien o el castigo de mal. No hay ninguna razón para ser humano. No hay restricción de las profundidades de mal que hay en el hombre. Los verdugos comunistas a menudo decían, 'no hay Dios, no hay más allá, no hay castigo para el mal. Podemos hacer lo que queramos.' Incluso escuché a un torturador decir, 'Doy gracias a Dios en quien no creo, por haber vivido hasta a esta hora cuando puedo expresar todo el mal en mi corazón.' Lo expresó en la increíble brutalidad y tortura infligidas en los prisioneros"ix.

Y lo mismo se aplica a los actos de auto-sacrificio. Hace varios años, ocurrió un terrible desastre aéreo en pleno invierno, en que un avión que despegaba del aeropuerto de Washington, D.C., se estrelló contra un puente sobre el río Potomac, zambullendo a los pasajeros en las heladas aguas. Cuando los helicópteros de rescate llegaron, la atención se enfocó en un hombre que una y otra vez empujó la escalera de cuerda colgante hacia otros pasajeros en lugar de ser el mismo llevado a la seguridad. Seis veces pasó la escalera. Cuando llegaron nuevamente, había fallecido. Había dado gratuitamente su vida para que otros pudieran vivir. La nación entera volvió sus ojos a este hombre en respeto y admiración por el acto bueno y desinteresado que había realizado. Y aún así, si el ateo está en lo correcto, ese hombre no fue noble, hizo la cosa más estúpida posible. Debió haber ido primero por la escalera, empujando a otros si era necesario para sobrevivir. ¿Pero morir por otros que ni siquiera conocía, renunciar a toda la breve existencia que tendría? ¿Para que? Para el ateo no puede haber ninguna razón. Y aún así el ateo, como el resto de nosotros, reacciona instintivamente con alabanza para la acción generosa de este hombre. De hecho, uno probablemente nunca encontrará a un ateo que viva de forma consistente con su sistema. Porque un universo sin responsabilidad moral y carente de valor es inimaginablemente terrible.

El propósito de Vida

Finalmente, miremos el problema del propósito de la vida. La única manera en que la mayoría de las personas que niegan el propósito en la vida viven felizmente es, ya sea, inventando algún propósito, lo que es auto engaño como vimos con Sartre, o no llevando su perspectiva a sus conclusiones lógicas. Tome el problema de muerte, por ejemplo. Según Ernst Bloch, la única manera en que el hombre moderno puede vivir ante la muerte es tomando prestada subconscientemente la creencia en la inmortalidad que sus antepasados sostuvieron, aunque él mismo no tiene ninguna base para esta creencia, dado que no cree en Dios. Al tomar prestados los remanentes de una creencia en la inmortalidad, escribe a Bloch, "el hombre moderno no siente el abismo que incesantemente lo rodea y que ciertamente finalmente lo engullirá. A través de estos remanentes, salva su sentido de identidad. A través de ellos surge la impresión de que el hombre no está pereciendo, si no solo que un día el mundo tiene el capricho de no aparecerle más." Bloch concluye, "Este ánimo, bastante superficial se alimenta de una tarjeta de crédito prestada. Vive de esperanzas antiguas y del apoyo que estas una vez habían proporcionado"x. El hombre Moderno ya no tiene derecho a ese apoyo, dado que ha rechazado a Dios. Pero para vivir con un propósito, hace un salto de fe al afirmar una razón por la cual vivir.

A menudo encontramos la misma inconsistencia entre aquéllos que dicen que el hombre y el universo llegaron a existir sin ninguna razón o propósito, simplemente por casualidad. Incapaz de vivir en un universo impersonal en que todo es producto del ciego azar, esta gente comienza a atribuir personalidad y motivos a los procesos físicos mismos. Es una manera extraña de hablar y representa un salto del piso inferior al superior. Por ejemplo, Francis Crick, a medio camino de su libro "El Origen del Código Genético" comienza a escribir "naturaleza" con una "N" mayúscula y en otra parte habla de selección natural como siendo "inteligente" y como "pensando" en lo que va a hacer. Fred Hoyle, el astrónomo inglés, atribuye al propio universo las cualidades de Dios. Para Carl Sagan el "Cosmos", que él siempre escribe con mayúscula, obviamente cumple el papel de un dios sustituto. Aunque todos estos hombres profesan no creer en Dios, contrabandean un Dios suplente por la puerta trasera porque ellos no pueden soportar vivir en un universo en que todo es el resultado aleatorio de fuerzas impersonales.

Y es interesante ver a muchos pensadores traicionar sus perspectivas cuando son llevadas a su conclusión lógica. Por ejemplo, ciertas feministas han levantado una tormenta de protesta contra la psicología sexual Freudiana porque es chauvinista y degradante respecto de las mujeres. Y algunos psicólogos se han sometido y han revisado sus teorías. Ahora, esto es totalmente inconsistente. Si la psicología Freudiana es realmente verdad, entonces no importa si es degradante para las mujeres. No se puede cambiar la verdad porque no nos guste a lo a que lleva. Pero las personas no pueden vivir de forma consistente y feliz en un mundo dónde otras personas son devaluadas. Sin embargo, si Dios no existe, nadie tiene valor alguno. Sólo si Dios existe puede alguien de forma consistente sostener los derechos de las mujeres. Pero si Dios no existe, entonces la selección natural dicta que el varón de la especie sea dominante y agresivo. Las mujeres no tendrían más derechos que los que tienen una cabra hembra o una gallina. En la naturaleza cualquier cosa que es, esta bien. ¿Pero quién puede vivir con tal perspectiva? Al parecer, ni siquiera los psicólogos Freudianos que traicionan sus teorías cuando son empujadas a sus conclusiones lógicas.

O tomemos el conductismo sociológico de alguien como B. F. Skinner. Su perspectiva lleva a la clase de sociedad prevista en "1984" de George Orwell, dónde el gobierno controla y programa el pensamiento de todos. Si las teorías de Skinner son correctas, no puede haber objeción a tratar a las personas como a las ratas en la jaula de Skinner, recorriendo sus laberintos, estimulados con comida y choques eléctricos. Según Skinner, todas nuestras acciones están determinadas de todas formas. Y si Dios no existe, ninguna objeción moral puede levantarse contra este tipo de programación, porque el ser humano no es cualitativamente diferente de una rata, dado que ambos no son más que materia, más tiempo, más azar. Pero, de nuevo ¿quién puede vivir con tal perspectiva deshumanizante?

O finalmente, tome el determinismo biológico alguien como Francis Crick. La conclusión lógica es que el ser humano es como cualquier otro espécimen de laboratorio. El mundo se horrorizó cuando descubrió que en campos como Dachau los nazis habían usado a prisioneros para experimentos médicos en humanos vivos. ¿Pero por qué no? Si Dios no existe, no puede haber ninguna objeción en usar a alguien como conejillo de indias humano. El fin de esta perspectiva es el control de la población en que el débil y el no deseado son muertos en orden a dar lugar al fuerte. Pero la única manera en que podemos protestar de forma consistente contra esta perspectiva es si Dios existe. Sólo si Dios existe puede haber propósito en la vida.

El dilema de hombre moderno es así verdaderamente terrible. Y en la medida en que niega la existencia de Dios y la objetividad de los valores y el propósito, este dilema permanece sin resolver también para el hombre "posmoderno." De hecho, es precisamente la conciencia de que el modernismo produce inevitablemente la absurdidad y desesperación lo que constituye la angustia de la posmodernidad. En algunos respectos, la posmodernidad es solo la conciencia de la bancarrota de la modernidad. La cosmovisión atea es insuficiente para mantener una vida feliz y consistente. El hombre no puede vivir de forma consistente y feliz como si la vida careciera finalmente de significado, valor o propósito. Si intentamos vivir de forma consistente dentro de una cosmovisión atea, seremos profundamente infelices. Si en cambio logramos vivir felizmente, es sólo desmintiendo nuestra cosmovisión.

Confrontado con este dilema, el ser humano se debate patéticamente por algún medio de escape. En un notable discurso ante la Academia Americana para el Avance de Ciencia en 1991, el Dr. L. D. Rue, confrontado con el predicamento del hombre moderno, postuló audazmente que debemos engañarnos a nosotros mismos por medio de alguna "Mentira Noble" para pensar que nosotros y el universo aún tenemos valorxi. Afirmando que "La lección de los últimos dos siglos es que el relativismo intelectual y moral es profundamente la realidad", el Dr. Rue reflexiona que la consecuencia de tal descubrimiento es que búsqueda del plenitud personal (o la auto realización) y la búsqueda de la coherencia social se independizan una de la otra. Esto porque desde el punto de vista del relativismo la búsqueda de la autorrealización se privatiza radicalmente: cada uno escoge su propio juego de valores y significado. Si hemos de evitar la "opción del manicomio", dónde la autorrealización es perseguida sin tener en cuenta la coherencia social, y la "opción totalitaria" dónde la coherencia social se impone a expensas de la plenitud personal, no tenemos otra opción que abrazar alguna Mentira Noble que nos inspire a vivir más allá de nuestros intereses egoístas y así lograr la coherencia social. Una Mentira Noble "es una que nos engaña, nos compele más allá del propio interés, más allá del ego, más allá de la familia, la nación, [y] la raza." Es una mentira, porque nos dice que el universo esta imbuido de valor (lo qué es una gran ficción), porque tiene una pretensión de verdad universal (cuando no la hay), y porque me dice que no viva para mi propio interés (lo qué es evidentemente falso). "Pero sin tales mentiras, no podemos vivir."

Éste es el espantoso veredicto pronunciado sobre el hombre moderno. Para sobrevivir, debe vivir en el auto engaño. Pero incluso la opción de la Mentira Noble es finalmente impracticable. Para ser feliz, uno debe creer en el en un significado, valor y propósito objetivos. ¿Pero cómo puede uno creer en esas Mentiras Nobles y al mismo tiempo en el ateísmo y relativismo? Mientras más convencido se esté de la necesidad de una Mentira Noble, menos se puede creer en ella. Como un placebo, una Mentira Noble opera sólo en aquéllos que la creen verdad. Una vez que hemos visto a través de la ficción, la Mentira pierde su poder sobre nosotros. Así, irónicamente, la Mentira Noble no puede resolver el predicamento humano para cualquiera que ha llegado a ver ese predicamento.

La opción de la Mentira Noble lleva por consiguiente, en el mejor de los casos, a una sociedad en que un grupo elitista de illuminatis engaña a las masas para su propio bien, perpetuando la Mentira Noble. ¿Pero entonces por qué aquéllos de nosotros que estamos bien informados debemos seguir a las masas en su ilusión? ¿Por qué debemos sacrificar nuestro interés propio por una ficción? Si la gran lección de los últimos dos siglos el relativismo moral e intelectual es, entonces ¿por qué (si pudiéramos) pretender que no sabemos esta verdad y vivir una mentira en cambio? Si alguien contesta, "en beneficio de la coherencia social", uno puede legítimamente preguntar por qué debo sacrificar mi interés propio en beneficio de la coherencia social. La única respuesta que el relativista puede dar es la coherencia social es en mi propio interés, pero el problema de esta respuesta es que el interés propio y el interés de la manada no siempre coinciden. Además, si (por puro interés individual) me preocupo de la coherencia social, la opción totalitaria me siempre está abierta: olvidemos la Mentira Noble y mantengamos la coherencia social (así como mi propia autorrealización) a expensas del bienestar personal de las masas. Rue consideraría tal opción indudablemente repugnante. Pero ahí esta el problema. El dilema de Rue es que él obviamente valora profundamente la coherencia social y la plenitud personal en si mismas; en otros términos, estas son valores objetivos, los que según su filosofía no existen. Él ya ha hecho el salto al piso de arriba. La opción de la Mentira Noble afirma lo que niega y así se refuta a si misma.

El Éxito del Cristianismo Bíblico

Pero si el ateísmo falla a este respecto, ¿que pasa con el Cristianismo bíblico? Según la cosmovisión cristiana, Dios sí existe, y la vida de hombre no acaba a la tumba. En el cuerpo de resurrección el ser humano puede disfrutar de vida eterna y comunión con Dios. El Cristianismo bíblico por lo tanto provee de las dos condiciones necesarias para una vida significativa, valiosa, y con propósito para el hombre: Dios e inmortalidad. Debido a esto, podemos vivir de forma consistente y feliz. Así, el Cristianismo bíblico tiene éxito precisamente donde el ateísmo colapsa.

Conclusión

Ahora, quiero dejar claro que no he mostrado aún que el Cristianismo bíblico sea verdad. Pero lo que he hecho es exponer claramente las alternativas. Si Dios no existe, la vida es fútil. Si el Dios de la Biblia existe, entonces la vida es significativa. Sólo la segunda de estas dos alternativas nos permite vivir de forma feliz y consistente. Por consiguiente, me parece que aun cuando la evidencia para estas dos opciones sea completamente igual, una persona racional debiera escoger el Cristianismo bíblico. Me parece positivamente irracional preferir la muerte, la futileza, y la destrucción a la vida, el significado y la felicidad. Como dijo Pascal, no tenemos nada que perder y el infinito que ganar.

Notas

i 1 Kai Nielsen, "Why Should I Be Moral?" American Philosophical Quarterly 21 (1984): 90.

ii Richard Taylor, Ethics, Faith, and Reason (Englewood Cliffs, NJ: Prentice Hall, 1985), 90, 84.

iii H.G. Wells, The Time Machine (New York: Berkeley, 1957), chap. 11.

iv W.E. Hocking, Types of Philosophy (New York: Scribner's, 1959), 27

v Friedrich Nietzsche, "The Gay Science," in The Portable Nietzsche, ed. and trans. W. Kaufmann (New York: Viking, 1954), 95.

vi Bertrand Russell, "A Free Man's Worship," in Why I Am Not a Christian, ed. P. Edwards (New York: Simon & Schuster, 1957), 107.

vii Bertrand Russell, Letter to the Observer, 6 October, 1957.

viii Jean Paul Sartre, "Portrait of the Antisemite," in Existentialism from Dostoyevsky to Satre, rev. ed., ed. Walter Kaufmann (New York: New Meridian Library, 1975), p. 330.

ix Richard Wurmbrand, Tortured for Christ (London: Hodder & Stoughton, 1967), 34.

x Ernst Bloch, Das Prinzip Hoffnung, 2d ed., 2 vols. (Frankfurt am Main: Suhrkamp Verlag, 1959), 2:360-1.

xi Loyal D. Rue, "The Saving Grace of Noble Lies," address to the American Academy for the Advancement of Science, February, 1991.​

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Keep tha party ALIVE!!!!
 
Re: Lo Absurdo de la Vida SIN DIOS

Lo Absurdo de la Vida sin Dios

William Lane Craig

Traducido por Joel Naranjo. The Absurdity of Life without God


La Necesidad de Dios y la Inmortalidad

El Hombre, escribe Loren Eiseley, es el Huérfano Cósmico. Es la única criatura en el universo que pregunta, "¿Por qué?” Otros animales tienen su instinto para guiarlos, pero el hombre ha aprendido a hacer preguntas. "¿Quién soy?" pregunta el ser humano. "¿Por qué estoy aquí? ¿A dónde voy?”. Desde la Ilustración, cuando se despojó de los grilletes de la religión, el hombre ha intentado contestar estas preguntas sin hacer referencia a Dios. Pero las respuestas que ha hallado no han sido estimulantes, si no oscuras y terribles. "Eres un subproducto accidental de la naturaleza, el resultado de la materia más el tiempo y el azar. No hay ninguna razón para tu existencia. Todo lo que enfrentas es la muerte."

El hombre moderno pensó que al librarse de Dios, se había librado de todo aquello que lo reprimía y ahogaba. Sin embargo, descubrió que al matar a Dios, se había dado muerte a sí mismo. Porque si no hay Dios, la vida de hombre se vuelve absurda.

Si Dios no existe, tanto el hombre como el universo están inevitablemente condenados a la muerte. El ser humano, como todos los organismos biológicos, debe morir. Sin la esperanza de la inmortalidad, la vida de hombre lleva sólo a la tumba. Su vida no es si no una chispa en la oscuridad infinita, una chispa que nace, parpadea, y muere para siempre. Por consiguiente, todos debemos enfrentar lo que teólogo Paul Tillich ha llamado "la amenaza del no ser". Porque aunque ahora sé que existo, que estoy vivo, sé también que algún día ya no existiré, que ya no seré más, que voy a morir. Este pensamiento es pasmoso y amenazador: ¡pensar que la persona que llamo "yo" dejará de existir, que no será más!

Recuerdo vivamente la primera vez que mi padre me dijo que algún día yo moriría. De algún modo, como niño, el pensamiento simplemente nunca había cruzado por mi mente. Cuando me lo dijo, quedé lleno de miedo y una insoportable tristeza. Y aunque intentó repetidamente asegurarme esto ocurriría en mucho tiempo más, eso no parecía importar. Fuese antes o después, el hecho innegable era que yo moriría y ya no sería más, y esta idea me resultó abrumadora. Eventualmente, como todos, llegué a simplemente a aceptarlo. Todos aprendemos a vivir con lo inevitable. Pero esa percepción infantil sigue siendo cierta. Como el existencialista francés Jean-Paul Sartre observó, “algunas horas o algunos años no hacen diferencia alguna una vez que se ha perdido la eternidad”.

Ya sea que llegué antes o después, la perspectiva de la muerte y la amenaza del no ser es un horror terrible. Pero una vez conocí un estudiante quién no sentía esta amenaza. Decía que había crecido en una granja y estaba acostumbrado a ver los animales nacer y morir. La muerte era para él simplemente algo natural, parte de la vida, por así decirlo. Yo estaba intrigado por lo diferente que eran nuestras perspectivas acerca de la muerte y encontraba difícil entender por qué él no sentía la amenaza de no ser. Después de varios años, pienso que encontré mi respuesta leyendo a Sartre. Sartre observó que la muerte no es amenazante en tanto la veamos como la muerte del otro, cuando la vemos en tercera persona, por así decirlo. Es sólo es cuando la internalizamos y la vemos primera persona ("mi muerte: Yo voy morir") que la amenaza del no ser se vuelve real. Como indica Sartre, muchas personas nunca asumen esta perspectiva de primera persona en su vida; uno puede mirar incluso su propia muerte desde un punto de vista de tercera persona, como si fuera la muerte de otro o incluso de un animal, como hizo mi amigo. Pero el verdadero significado existencial de mi muerte sólo puede apreciarse de la perspectiva de primera persona, cuando comprendo que yo voy morir y dejaré de existir para siempre. Mi vida es simplemente una transición momentánea del olvido al olvido.

Y el universo, también, enfrenta la muerte. Los Científicos nos dicen que el universo se está expandiendo, y todo en él se aleja más y más. Mientras esto sucede, se vuelve más y más frío, y su energía se agota. En el futuro todas las estrellas se consumirán y toda la materia colapsará en estrellas muertas y agujeros negros. No habrá luz en absoluto; no habrá calor; no habrá vida; sólo los cadáveres de estrellas y galaxias muertas, siempre expandiéndose en la oscuridad interminable y las frías profundidades del espacio: un Universo en ruinas. Así que no sólo la vida de cada persona individual está condenada; la raza humana entera está condenada. No hay escapatoria. No hay esperanza.

Lo Absurdo de la Vida sin Dios y sin Inmortalidad

Si no hay Dios, entonces el hombre y el universo están condenados. Como prisioneros sentenciados a muerte, esperamos nuestra inevitable ejecución. No hay Dios ni inmortalidad. ¿Y cuál es la consecuencia de esto? Significa que la vida misma es absurda. Significa que la vida que tenemos carece de significado, valor, o propósito último. Miremos cada uno de éstos.

No hay Significado Último sin Inmortalidad y sin Dios

Si cada persona deja de existir cuándo muere, entonces ¿qué significado último puede darse a su vida? ¿Importa realmente si alguna vez existió? Su vida puede ser importante en relación a ciertos eventos, pero ¿Cuál es el significado último de cualquiera de esos eventos? Si todos los eventos carecen de sentido, entonces ¿Cuál puede ser el significado o influencia última de cualquiera de ellos? En última cuenta no hacen ninguna diferencia.

Veámoslo desde otra perspectiva: Los científicos dicen que el universo en originó en una explosión denominada el "Big Bang" hace unos 13 mil millones años. Suponga que el Big Bang nunca hubiera ocurrido. Suponga que el universo nunca hubiera existido. ¿Qué diferencia sustancial haría? De todos modos, el universo esta condenado. En última cuenta, no hace ninguna diferencia si el universo alguna vez existió o no. Por consiguiente, carece de significado último.

Lo mismo es verdad respecto la raza humana. La humanidad es una especie condenada en un universo agonizante. Porque la raza humana dejará de existir en el futuro; da lo mismo si alguna vez existió. La humanidad, así, no es más significativa que un enjambre de mosquitos o un corral de cerdos, pues su destino es el mismo. El mismo ciego proceso cósmico que los escupió en primer lugar se los tragará a todos en el futuro.

Y lo mismo es verdad de cada persona individual. Las contribuciones del científico al adelanto de conocimiento humano, las investigaciones del doctor para aliviar el dolor y el sufrimiento, los esfuerzos del diplomático por afianzar la paz en el mundo, los sacrificios de hombres buenos en todo lugar para mejorar la condición de la raza humana: todos éstos llegan a nada. Éste es el horror de hombre moderno: dado que acaba en nada, es nada.

Pero es importante ver que no es sólo inmortalidad lo que necesita el hombre si su vida ha de ser significativa. La mera duración de la existencia no hace a esa existencia significativa. Si el hombre y el universo pudieran existir para siempre, pero no hubiera Dios, su existencia aún carecería de significado último. Como ilustración, una vez leí un cuento de ciencia-ficción en que un astronauta estaba aislado en un yermo trozo de piedra perdido en el espacio exterior. Con él tenía dos frascos: uno contenía veneno y el otro una poción que lo haría vivir para siempre. Comprendiendo su predicamento, bebió el veneno. Pero entonces, para su horror, descubrió que había bebido el frasco equivocado, habían bebido la poción de la inmortalidad. Y eso significaba que él estaba maldito a existir para siempre, una vida interminable y carente de sentido. Ahora, si Dios no existe, nuestras vidas son exactamente igual. Podrían seguir y seguir y aún carecer absolutamente de sentido. Aún podríamos preguntar de la vida, "¿Y qué?” Así que no es sólo la inmortalidad lo que el hombre necesita si su vida ha de ser significativa en último término; necesita a Dios y la inmortalidad. Y si Dios no existe, carece de ambos.

El hombre del siglo XX llegó a entender esto. Lean "Esperando a Godot" de Samuel Beckett. Durante toda la obra dos hombres mantienen una conversación trivial mientras esperan que llegué un tercer hombre, quién nunca lo hace. Nuestras vidas son así, está diciendo Beckett; sólo matamos el tiempo esperando. ¿Qué?, no lo sabemos. En un trágico retrato del hombre, Beckett escribió otra obra en que el telón se abre revelando un escenario cubierto de basura. Durante treinta largos segundos, el público se sienta y mira fijamente en silencio esa basura. Entonces el telón se cierra. Eso es todo.

Los existencialistas franceses Jean-Paul Sartre y Albert Camus entendieron esto también. Sartre retrató la vida en su obra "Sin Salida" como el infierno. La línea final de la obra son las palabras de resignación, "Bien, sigamos con él." Así, Sartre escribe en otra parte acerca de la "náusea" de la existencia. Camus, también, vio la vida como un absurdo. Al final de su novela breve "El Extranjero", el héroe de Camus descubre en un destello de comprensión que el universo no tiene significado y no hay Dios para darle uno.

Así, si no hay Dios, entonces la vida misma carece sentido. El hombre y el universo carecen de significado último.

No hay Valor Último Sin Inmortalidad y sin Dios

Si la vida acaba a la tumba, entonces da lo mismo si uno ha vivido como un Stalin o como un santo. Dado que el destino de cada uno finalmente no se relaciona con la propia conducta, usted puede simplemente vivir como mejor le parezca. Como lo puso Dostoyevsky: "Si no hay inmortalidad, todas las cosas están permitidas". Sobre esta base, un escritor como Ayn Rand esta completamente en lo cierto al alabar las virtudes del egoísmo. Viva totalmente para el yo; ¡no hay nadie que le haga rendir cuentas! De hecho, sería estúpido hacer algo diferente, pues la vida es demasiado corta para arriesgarla actuando por otra cosa que no sea puro interés propio. Sacrificarse en favor de otro sería estúpido. Kai Nielsen, un filósofo del ateo que intenta defender la viabilidad de la ética sin Dios, al final admite,

No hemos sido capaces de mostrar que la razón requiere el punto de vista moral, o que todos que las personas verdaderamente racionales, desprovistas de mitos o ideologías, no necesitan ser individuos egoístas o los amorales clásicos. La razón no decide aquí. El cuadro que he pintado para usted no es uno agradable. La reflexión acerca de él me deprime. . . . La pura razón práctica, incluso con un adecuado conocimiento de los hechos, no le llevará a la moralidad.i

Pero el problema es aun peor. Porque, dejando de lado la inmortalidad, si no hay Dios, no puede haber estándares objetivos del bien y el mal. Todo lo que confrontamos es, en palabras de Jean-Paul Sartre, el hecho desnudo, carente de valor, de la existencia. Los valores morales son ya sea sólo expresiones de gusto personal o los derivados de la evolución y condicionamiento socio-biológico. En un mundo sin Dios ¿Quién puede decir qué valores son correctos y cuales no? ¿Quién puede juzgar que los valores de Adolfo Hitler son inferiores a los de un santo? El concepto de moralidad pierde todo significado en un universo sin Dios. Como un eticista ateo contemporáneo señala,"decir que algo es malo porque. . . esta prohibido por Dios, es. . . absolutamente comprensible para cualquiera que cree en un legislador Divino. Pero decir que algo está mal. . . aun cuando no haya ningún Dios para prohibirlo, no es comprensible. . . . " "El concepto de obligación moral [es] ininteligible aparte de la idea de Dios. Las palabras permanecen pero su significado ha ido"ii. En un mundo sin Dios, no puede haber bien y mal en un sentido objetivo, sólo nuestros juicios subjetivos cultural y personalmente relativos. Esto significa que es imposible de condenar la guerra, la opresión, o el crimen como algo malo. Ni tampoco es posible alabar la fraternidad, la igualdad y el amor como algo bueno. Porque en un universo sin Dios, el bien y el mal no existen, sólo esta el hecho desnudo y sin valor de la existencia, y no hay nadie que diga que tu tienes la razón y yo estoy equivocado.

No hay Propósito Último Sin la Inmortalidad y sin Dios

Si la muerte nos espera con los brazos abiertos al final del camino, ¿cuál es entonces el propósito de la vida? ¿Es todo para nada? ¿No hay razón para la vida? ¿Y qué del universo? ¿Es absolutamente en vano? Si su destino es una tumba helada en el vacío del espacio exterior, la respuesta debe ser: Sí, es vano. No hay ninguna meta, ningún propósito para el universo. Los restos de un universo muerto simplemente seguirán expandiéndose y expandiéndose. Para siempre

¿Y qué de hombre? ¿No hay ningún propósito en absoluto para la raza humana? ¿O simplemente desaparecerá algún día en el olvido de un universo indiferente? El escritor inglés H. G. Wells previó tal perspectiva. En su novela "La Maquina del Tiempo", el viajero del tiempo de Wells viaja lejos en el futuro para descubrir el destino de hombre. Todo lo que encuentra es una tierra muerta, salvo por un poco de liquen y musgo, orbitando un gigantesco sol rojo. Los únicos sonidos son el zumbido del viento y las suaves olas del mar. "Más allá de estos sonidos inanimados", escribe Wells, "el mundo estaba silencioso. ¿Silencioso? Sería difícil expresar su quietud. Todos los sonidos de hombre, el balido de oveja, los gritos de las aves, el zumbido de los insectos, el movimiento que sirve de fondo a nuestras vidas, todo se había acabado"iii 3. Y así, el viajero de tiempo de Wells regresó. ¿Pero a qué? meramente un punto anterior en la carrera sin objeto hacia el olvido. Cuando como no cristiano leí por primera vez el libro de Wells pensé, "¡No, no! ¡No puede acabar así!" Pero si no hay Dios, así es como acabará, nos guste o no. Ésta es la realidad en un universo sin Dios: no hay esperanza; no hay propósito.

Lo que es verdad para la humanidad como un todo es verdad individualmente para cada uno de nosotros: estamos aquí sin ningún propósito. Si no hay Dios, entonces nuestra vida no es cualitativamente diferente de la de un perro. Como el antiguo autor de Eclesiastés lo pone "Los hombres terminan igual que los animales; el destino de ambos es el mismo, pues unos y otros mueren por igual, y el aliento de vida es el mismo para todos, así que el hombre no es superior a los animales. Realmente, todo es absurdo, y todo va hacia el mismo lugar. Todo surgió del polvo, y al polvo todo volverá". (Ecl 3:19-20 NVI). En este libro, que se lee más como un pedazo de literatura existencialista moderna que como un libro de la Biblia, el escritor muestra la futileza de placer, la riqueza, la educación, la fama política, y la honra en una vida condenada a acabar en la muerte. ¿Su veredicto? “¡Vanidad de vanidades! Todo es vanidad!" (1:2). Si la vida acaba a la tumba, entonces no tenemos ningún propósito último por el cual vivir.

Pero más que esto: aun si no acabara con la muerte, sin Dios la vida aún carecería de propósito. El hombre y el universo serían entonces simples accidentes del azar, lanzados a la existencia sin razón. Sin Dios, el universo es el resultado de un accidente cósmico, una explosión fortuita. No hay razón para su existencia. En cuanto al hombre, es un capricho de la naturaleza—un producto ciego de la materia, más el tiempo, más el azar. Es simplemente un poco de cieno que desarrolló racionalidad. Como un filósofo lo ha puesto: "La vida humana está montada sobre un pedestal subhumano y debe desplazarse por sí sola en el corazón de un universo silencioso e inconsciente.''iv

Lo que es verdad del universo y de la raza humana también es verdad de nosotros como individuos. Si Dios no existe, entonces usted es simplemente un aborto de naturaleza, lanzado a un universo sin propósito para vivir una vida sin propósito.

Así, si Dios no existe, significa que el hombre y el universo existen sin propósito, dado que el fin de todo es la muerte, y llegaron a existir sin propósito, dado que son sólo productos ciegos del azar. En pocas palabras, la vida carece absolutamente de razón.

¿Entiende usted la gravedad de la alternativa que se nos presenta? Si Dios existe, hay esperanza para el hombre. Pero si Dios no existe, todo lo que nos queda es la desesperación. ¿Entiende por qué la pregunta sobre la existencia de Dios es tan vital para el ser humano? Como un escritor acertadamente lo ha puesto "Si Dios está muerto, entonces el hombre también está muerto".

Desgraciadamente, la gran masa de la humanidad no comprende este hecho. Continúan adelante como si nada hubiera cambiado. Me recuerda la historia de Nietzsche del loco que en las primeras horas de la mañana irrumpió en el mercado, linterna en mano, gritando: "¡Busco Dios! ¡Busco Dios!" Dado que muchos de los presentes no creían en Dios, provocó mucha risa. "¿Dios se ha perdido? " se mofaron de él. "¿O está escondido? ¡O quizá se ha ido de viaje o ha emigrado!" Le gritaron y se rieron. Entonces, escribe a Nietzsche, el loco se volvió hacia ellos y los atravesó con su mirada

"¿Donde esta Dios? " gritó, 'yo les diré. Nosotros lo hemos matado: ustedes y yo. Todos nosotros somos sus asesinos. ¿Pero cómo hemos hecho esto? ¿Cómo pudimos beber al mar? ¿Quién nos dio la esponja para borrar el horizonte entero? ¿Qué hicimos cuándo desencadenamos esta tierra de su sol? ¿Hacia donde se está moviendo ahora? ¿Lejos de todos los soles? ¿Acaso no nos hundimos continuamente? ¿Hacia atrás, hacia los lados, adelante, en todas las direcciones? ¿Queda un arriba y un abajo? ¿No estamos extraviándonos como en una infinita nada? ¿No sentimos el aliento del espacio vacío? ¿No se ha vuelto más frío? ¿No viene noche y más noche? ¿No deben encenderse las linternas por la mañana? ¿No oímos todavía del ruido de los sepultureros que están enterrando Dios? . . . Dios está muerto. . . . Y nosotros lo hemos matado. ¡Cómo nosotros, asesinos entre los asesinos, nos consolaremos!"v

La muchedumbre miró fijamente al loco en el silencio y asombro. Por fin este azotó su linterna en el suelo. "He venido demasiado pronto" dijo. "Este tremendo evento todavía está en de camino, no ha alcanzado los oídos del hombre todavía". Los hombres no comprendieron realmente las consecuencias de lo que habían hecho al matar a Dios. Pero Nietzsche predijo que algún día la gente comprenderían las implicaciones de su ateísmo; y este descubrimiento introduciría una edad de nihilismo: la destrucción de todo significado y valor en la vida.

La mayoría de las personas aun no reflexiona en las consecuencias del ateísmo y así, como la muchedumbre en el mercado, sigue inconscientemente su camino. Pero cuando comprendemos, como hizo Nietzsche, lo qué el ateísmo implica, entonces su pregunta nos golpea fuertemente: ¿cómo nosotros, los asesinos de todos los asesinos, nos consolaremos?

La imposibilidad Práctica del Ateísmo

Casi la única solución que el ateo puede ofrecer es que enfrentemos la absurdidad de la vida y vivamos valientemente. Por ejemplo, Bertrand Russell escribió que debemos construir nuestras vidas en "el firme fundamento de la inflexible desesperación"vi. Sólo reconociendo que el mundo realmente es un lugar terrible podemos enfrentar exitosamente la vida. Camus dijo que debemos reconocer la absurdidad de la vida honestamente y entonces debemos vivir en amor el uno por el otro.

El problema fundamental con esta solución, sin embargo, es que es imposible vivir de forma consistente y alegre dentro de tal cosmovisión. Si uno vive de forma consistente, no será feliz; si uno vive felizmente, es sólo porque no es consistente. Francis Schaeffer ha explicado bien este punto. El hombre moderno, dice Schaeffer, vive en un universo de dos pisos. En el piso de abajo está el mundo finito sin Dios; aquí la vida es absurda, como hemos visto. En el piso superior está el significado, los valores, y el propósito. Ahora, el hombre moderno vive en el piso de abajo porque cree que no hay Dios. Pero no puede vivir felizmente en un mundo tan absurdo; por tanto continuamente da saltos de fe al piso superior para afirmar el significado, valor, y propósito, aún cuando no tiene derecho a ello, dado que no cree en Dios.

Echémosle, entonces, una nueva mirada a cada una de las tres áreas en que vimos que la vida es absurda sin Dios, para mostrar cómo el hombre no puede vivir consistente y alegremente con su ateísmo.

Significado de la Vida

Primero, el área del significado. Vimos que sin Dios, la vida no tiene ningún significado. Aun así, los filósofos continúan viviendo como si la vida tuviera significado. Por ejemplo, Sartre afirmó que uno puede crear significado para su vida escogiendo libremente seguir un cierto curso de acción. El propio Sartre escogió el Marxismo.

Ahora esto es absolutamente incoherente. Es incoherente decir que la vida es objetivamente absurda y después decir uno puede crear significado para su vida. Si la vida es realmente absurda, entonces el hombre esta atrapado en el piso inferior. Intentar crear significado en la vida representa un salto al piso superior. Pero Sartre no tiene ninguna base para este salto. Sin Dios, no puede haber ningún significado objetivo en la vida. El programa de Sartre realmente es un ejercicio de autoengaño. Sartre realmente está diciendo, "Hagamos como que el universo tiene significado." Esto es simplemente engañarnos a nosotros mismos.

El punto es este: si Dios no existe, entonces la vida objetivamente carece de sentido; pero el hombre no puede vivir de forma consistente y feliz sabiendo que la vida no tiene sentido; así que para ser feliz simula que la vida tiene significado. Pero esto es, claro, completamente inconsistente, porque sin Dios, el hombre y el universo carecen de cualquier significancia real.

El valor de Vida

Volvámonos ahora al problema de valor. Aquí es donde ocurren las inconsistencias más escandalosas. En primer lugar, los humanistas ateos son totalmente incoherentes al afirmar los valores tradicionales del amor y hermandad. Camus ha sido correctamente criticado por sostener inconsistentemente la absurdidad de la vida y la ética del amor y hermandad humana. Los dos son lógicamente incompatibles. Bertrand Russell, también, fue inconsistente. Pues aunque era ateo, era un abierto crítico social, denunciando la guerra y las restricciones a la libertad sexual. Russell admitió que no podía vivir como si los valores éticos simplemente fueran una cuestión de gusto personal, y que encontraba su propia visión, por consiguiente, "increíble." "No sé la solución", confesóvii. El punto es que si no hay Dios, no puede existir un bien y mal objetivos. Como dijo Dostoyevsky "Todas las cosas están permitidas."

Pero Dostoyevsky también mostró que el hombre no puede vivir de esta manera. No puede vivir como si fuera perfectamente correcto que soldados maten niños inocentes. No puede vivir como si fuera perfectamente correcto que dictadores como Pol Pot exterminen a millones de sus propios compatriotas. Todo en él clama que estos actos son malvados, realmente malvados. Pero si no hay Dios, no puede hacerlo. Así que da un salto de fe y afirma los valores de todos modos. Y cuando lo hace, revela la insuficiencia de un mundo sin Dios.

El horror de un mundo desprovisto de valor se hizo real para mi con una nueva intensidad hace unos pocos años atrás, cuando vi un documental televisivo de la BBC llamado "The Gathering", Se trataba de una reunión de sobrevivientes del Holocausto en Jerusalén dónde reencontraron amistades perdidas y compartieron sus experiencias. Un prisionera, enfermera, contó como había llegado a ser la ginecóloga de Auschwitz. Ella observó que las mujeres embarazadas eran agrupadas por los soldados bajo la dirección del Dr. Mengele y alojadas en los mismos cuarteles. Pasado algún tiempo, notó que no se volvía a ver a ninguna de estas mujeres. Hizo algunas averiguaciones. "¿Dónde están las mujeres embarazadas que fue alojadas en esos cuarteles?” "¿No se enteró? " fue la respuesta. "El Dr. Mengele las usó para vivisección."

Otra mujer contó cómo Mengele había ligado a sus pechos para que no pudiera amamantar a su pequeño. El doctor quería descubrir cuánto tiempo un infante podía sobrevivir sin nutrición. Desesperadamente esta pobre mujer intentó mantener a su bebé vivo dándole los pedazos de pan empapados en café, sin resultados. Cada día el bebé perdía peso, un hecho que era ávidamente monitoreado por el Dr. Mengele. Una enfermera vino en secreto a esta mujer y le dijo, "He arreglado una manera para que usted pueda salir de aquí, pero usted no puede llevar a su bebé con usted. Traje una inyección de morfina que puede darle al niño para acabar su vida." Cuando la mujer protestó, la enfermera insistió: "Mire, su bebé va a morir de todas maneras. Al menos sálvese usted." Y así, esta madre le quitó la vida de su propio bebé. El Dr. Mengele se enfureció cuando se enteró de ello, porque había perdido su espécimen de experimentación y, buscó entre los cadáveres para encontrar el cuerpo descartado del bebé y así poder tener un último registro de peso.

Mi corazón se rasgó por estas historias. Un rabino que sobrevivió al campo lo resumió bien cuando dijo que en Auschwitz era como si existiera un mundo en que todos los Diez Mandamientos hubieran sido invertidos. La humanidad nunca había visto tal infierno.

Y aún así, si Dios no existe, entonces en cierto sentido, nuestro mundo es Auschwitz: no hay un bien y un mal absolutos; cualquier cosa esta permitida. Pero ningún ateo, ningún agnóstico, puede vivir de forma consistente con tal perspectiva. El propio Nietzsche, quién proclamó la necesidad de vivir más allá del bien y del mal, rompió con su mentor Richard Wagner a causa del problema del antisemitismo del compositor y su estridente nacionalismo alemán. Del mismo modo, Sartre, escribiendo justo después de la Segunda Guerra Mundial, condenó el antisemitismo, declarando que una doctrina que lleva al exterminio no es meramente una cuestión de opinión o gusto personal, de igual valor que su opuestoviii. En su importante ensayo "El Existencialismo Es un Humanismo", Sartre se esfuerza vanamente por eludir la contradicción entre su rechazo a la idea de valores divinamente preestablecidos y su deseo urgente afirmar el valor de la persona humana. Como Russell, no podía vivir con las implicaciones de su propio rechazo de los absolutos éticos.

Un segundo problema es que si Dios no existe y no hay inmortalidad, entonces todos los actos malvados de los hombres quedan impunes y todos los sacrificios de los hombres buenos quedan sin recompensa. ¿Pero quién puede vivir con tal perspectiva? Richard Wurmbrand, quien fue torturado por su fe en las prisiones comunistas dice

"La crueldad de ateísmo es difícil de creer cuando el hombre no tiene fe en la recompensa del bien o el castigo de mal. No hay ninguna razón para ser humano. No hay restricción de las profundidades de mal que hay en el hombre. Los verdugos comunistas a menudo decían, 'no hay Dios, no hay más allá, no hay castigo para el mal. Podemos hacer lo que queramos.' Incluso escuché a un torturador decir, 'Doy gracias a Dios en quien no creo, por haber vivido hasta a esta hora cuando puedo expresar todo el mal en mi corazón.' Lo expresó en la increíble brutalidad y tortura infligidas en los prisioneros"ix.

Y lo mismo se aplica a los actos de auto-sacrificio. Hace varios años, ocurrió un terrible desastre aéreo en pleno invierno, en que un avión que despegaba del aeropuerto de Washington, D.C., se estrelló contra un puente sobre el río Potomac, zambullendo a los pasajeros en las heladas aguas. Cuando los helicópteros de rescate llegaron, la atención se enfocó en un hombre que una y otra vez empujó la escalera de cuerda colgante hacia otros pasajeros en lugar de ser el mismo llevado a la seguridad. Seis veces pasó la escalera. Cuando llegaron nuevamente, había fallecido. Había dado gratuitamente su vida para que otros pudieran vivir. La nación entera volvió sus ojos a este hombre en respeto y admiración por el acto bueno y desinteresado que había realizado. Y aún así, si el ateo está en lo correcto, ese hombre no fue noble, hizo la cosa más estúpida posible. Debió haber ido primero por la escalera, empujando a otros si era necesario para sobrevivir. ¿Pero morir por otros que ni siquiera conocía, renunciar a toda la breve existencia que tendría? ¿Para que? Para el ateo no puede haber ninguna razón. Y aún así el ateo, como el resto de nosotros, reacciona instintivamente con alabanza para la acción generosa de este hombre. De hecho, uno probablemente nunca encontrará a un ateo que viva de forma consistente con su sistema. Porque un universo sin responsabilidad moral y carente de valor es inimaginablemente terrible.

El propósito de Vida

Finalmente, miremos el problema del propósito de la vida. La única manera en que la mayoría de las personas que niegan el propósito en la vida viven felizmente es, ya sea, inventando algún propósito, lo que es auto engaño como vimos con Sartre, o no llevando su perspectiva a sus conclusiones lógicas. Tome el problema de muerte, por ejemplo. Según Ernst Bloch, la única manera en que el hombre moderno puede vivir ante la muerte es tomando prestada subconscientemente la creencia en la inmortalidad que sus antepasados sostuvieron, aunque él mismo no tiene ninguna base para esta creencia, dado que no cree en Dios. Al tomar prestados los remanentes de una creencia en la inmortalidad, escribe a Bloch, "el hombre moderno no siente el abismo que incesantemente lo rodea y que ciertamente finalmente lo engullirá. A través de estos remanentes, salva su sentido de identidad. A través de ellos surge la impresión de que el hombre no está pereciendo, si no solo que un día el mundo tiene el capricho de no aparecerle más." Bloch concluye, "Este ánimo, bastante superficial se alimenta de una tarjeta de crédito prestada. Vive de esperanzas antiguas y del apoyo que estas una vez habían proporcionado"x. El hombre Moderno ya no tiene derecho a ese apoyo, dado que ha rechazado a Dios. Pero para vivir con un propósito, hace un salto de fe al afirmar una razón por la cual vivir.

A menudo encontramos la misma inconsistencia entre aquéllos que dicen que el hombre y el universo llegaron a existir sin ninguna razón o propósito, simplemente por casualidad. Incapaz de vivir en un universo impersonal en que todo es producto del ciego azar, esta gente comienza a atribuir personalidad y motivos a los procesos físicos mismos. Es una manera extraña de hablar y representa un salto del piso inferior al superior. Por ejemplo, Francis Crick, a medio camino de su libro "El Origen del Código Genético" comienza a escribir "naturaleza" con una "N" mayúscula y en otra parte habla de selección natural como siendo "inteligente" y como "pensando" en lo que va a hacer. Fred Hoyle, el astrónomo inglés, atribuye al propio universo las cualidades de Dios. Para Carl Sagan el "Cosmos", que él siempre escribe con mayúscula, obviamente cumple el papel de un dios sustituto. Aunque todos estos hombres profesan no creer en Dios, contrabandean un Dios suplente por la puerta trasera porque ellos no pueden soportar vivir en un universo en que todo es el resultado aleatorio de fuerzas impersonales.

Y es interesante ver a muchos pensadores traicionar sus perspectivas cuando son llevadas a su conclusión lógica. Por ejemplo, ciertas feministas han levantado una tormenta de protesta contra la psicología sexual Freudiana porque es chauvinista y degradante respecto de las mujeres. Y algunos psicólogos se han sometido y han revisado sus teorías. Ahora, esto es totalmente inconsistente. Si la psicología Freudiana es realmente verdad, entonces no importa si es degradante para las mujeres. No se puede cambiar la verdad porque no nos guste a lo a que lleva. Pero las personas no pueden vivir de forma consistente y feliz en un mundo dónde otras personas son devaluadas. Sin embargo, si Dios no existe, nadie tiene valor alguno. Sólo si Dios existe puede alguien de forma consistente sostener los derechos de las mujeres. Pero si Dios no existe, entonces la selección natural dicta que el varón de la especie sea dominante y agresivo. Las mujeres no tendrían más derechos que los que tienen una cabra hembra o una gallina. En la naturaleza cualquier cosa que es, esta bien. ¿Pero quién puede vivir con tal perspectiva? Al parecer, ni siquiera los psicólogos Freudianos que traicionan sus teorías cuando son empujadas a sus conclusiones lógicas.

O tomemos el conductismo sociológico de alguien como B. F. Skinner. Su perspectiva lleva a la clase de sociedad prevista en "1984" de George Orwell, dónde el gobierno controla y programa el pensamiento de todos. Si las teorías de Skinner son correctas, no puede haber objeción a tratar a las personas como a las ratas en la jaula de Skinner, recorriendo sus laberintos, estimulados con comida y choques eléctricos. Según Skinner, todas nuestras acciones están determinadas de todas formas. Y si Dios no existe, ninguna objeción moral puede levantarse contra este tipo de programación, porque el ser humano no es cualitativamente diferente de una rata, dado que ambos no son más que materia, más tiempo, más azar. Pero, de nuevo ¿quién puede vivir con tal perspectiva deshumanizante?

O finalmente, tome el determinismo biológico alguien como Francis Crick. La conclusión lógica es que el ser humano es como cualquier otro espécimen de laboratorio. El mundo se horrorizó cuando descubrió que en campos como Dachau los nazis habían usado a prisioneros para experimentos médicos en humanos vivos. ¿Pero por qué no? Si Dios no existe, no puede haber ninguna objeción en usar a alguien como conejillo de indias humano. El fin de esta perspectiva es el control de la población en que el débil y el no deseado son muertos en orden a dar lugar al fuerte. Pero la única manera en que podemos protestar de forma consistente contra esta perspectiva es si Dios existe. Sólo si Dios existe puede haber propósito en la vida.

El dilema de hombre moderno es así verdaderamente terrible. Y en la medida en que niega la existencia de Dios y la objetividad de los valores y el propósito, este dilema permanece sin resolver también para el hombre "posmoderno." De hecho, es precisamente la conciencia de que el modernismo produce inevitablemente la absurdidad y desesperación lo que constituye la angustia de la posmodernidad. En algunos respectos, la posmodernidad es solo la conciencia de la bancarrota de la modernidad. La cosmovisión atea es insuficiente para mantener una vida feliz y consistente. El hombre no puede vivir de forma consistente y feliz como si la vida careciera finalmente de significado, valor o propósito. Si intentamos vivir de forma consistente dentro de una cosmovisión atea, seremos profundamente infelices. Si en cambio logramos vivir felizmente, es sólo desmintiendo nuestra cosmovisión.

Confrontado con este dilema, el ser humano se debate patéticamente por algún medio de escape. En un notable discurso ante la Academia Americana para el Avance de Ciencia en 1991, el Dr. L. D. Rue, confrontado con el predicamento del hombre moderno, postuló audazmente que debemos engañarnos a nosotros mismos por medio de alguna "Mentira Noble" para pensar que nosotros y el universo aún tenemos valorxi. Afirmando que "La lección de los últimos dos siglos es que el relativismo intelectual y moral es profundamente la realidad", el Dr. Rue reflexiona que la consecuencia de tal descubrimiento es que búsqueda del plenitud personal (o la auto realización) y la búsqueda de la coherencia social se independizan una de la otra. Esto porque desde el punto de vista del relativismo la búsqueda de la autorrealización se privatiza radicalmente: cada uno escoge su propio juego de valores y significado. Si hemos de evitar la "opción del manicomio", dónde la autorrealización es perseguida sin tener en cuenta la coherencia social, y la "opción totalitaria" dónde la coherencia social se impone a expensas de la plenitud personal, no tenemos otra opción que abrazar alguna Mentira Noble que nos inspire a vivir más allá de nuestros intereses egoístas y así lograr la coherencia social. Una Mentira Noble "es una que nos engaña, nos compele más allá del propio interés, más allá del ego, más allá de la familia, la nación, [y] la raza." Es una mentira, porque nos dice que el universo esta imbuido de valor (lo qué es una gran ficción), porque tiene una pretensión de verdad universal (cuando no la hay), y porque me dice que no viva para mi propio interés (lo qué es evidentemente falso). "Pero sin tales mentiras, no podemos vivir."

Éste es el espantoso veredicto pronunciado sobre el hombre moderno. Para sobrevivir, debe vivir en el auto engaño. Pero incluso la opción de la Mentira Noble es finalmente impracticable. Para ser feliz, uno debe creer en el en un significado, valor y propósito objetivos. ¿Pero cómo puede uno creer en esas Mentiras Nobles y al mismo tiempo en el ateísmo y relativismo? Mientras más convencido se esté de la necesidad de una Mentira Noble, menos se puede creer en ella. Como un placebo, una Mentira Noble opera sólo en aquéllos que la creen verdad. Una vez que hemos visto a través de la ficción, la Mentira pierde su poder sobre nosotros. Así, irónicamente, la Mentira Noble no puede resolver el predicamento humano para cualquiera que ha llegado a ver ese predicamento.

La opción de la Mentira Noble lleva por consiguiente, en el mejor de los casos, a una sociedad en que un grupo elitista de illuminatis engaña a las masas para su propio bien, perpetuando la Mentira Noble. ¿Pero entonces por qué aquéllos de nosotros que estamos bien informados debemos seguir a las masas en su ilusión? ¿Por qué debemos sacrificar nuestro interés propio por una ficción? Si la gran lección de los últimos dos siglos el relativismo moral e intelectual es, entonces ¿por qué (si pudiéramos) pretender que no sabemos esta verdad y vivir una mentira en cambio? Si alguien contesta, "en beneficio de la coherencia social", uno puede legítimamente preguntar por qué debo sacrificar mi interés propio en beneficio de la coherencia social. La única respuesta que el relativista puede dar es la coherencia social es en mi propio interés, pero el problema de esta respuesta es que el interés propio y el interés de la manada no siempre coinciden. Además, si (por puro interés individual) me preocupo de la coherencia social, la opción totalitaria me siempre está abierta: olvidemos la Mentira Noble y mantengamos la coherencia social (así como mi propia autorrealización) a expensas del bienestar personal de las masas. Rue consideraría tal opción indudablemente repugnante. Pero ahí esta el problema. El dilema de Rue es que él obviamente valora profundamente la coherencia social y la plenitud personal en si mismas; en otros términos, estas son valores objetivos, los que según su filosofía no existen. Él ya ha hecho el salto al piso de arriba. La opción de la Mentira Noble afirma lo que niega y así se refuta a si misma.

El Éxito del Cristianismo Bíblico

Pero si el ateísmo falla a este respecto, ¿que pasa con el Cristianismo bíblico? Según la cosmovisión cristiana, Dios sí existe, y la vida de hombre no acaba a la tumba. En el cuerpo de resurrección el ser humano puede disfrutar de vida eterna y comunión con Dios. El Cristianismo bíblico por lo tanto provee de las dos condiciones necesarias para una vida significativa, valiosa, y con propósito para el hombre: Dios e inmortalidad. Debido a esto, podemos vivir de forma consistente y feliz. Así, el Cristianismo bíblico tiene éxito precisamente donde el ateísmo colapsa.

Conclusión

Ahora, quiero dejar claro que no he mostrado aún que el Cristianismo bíblico sea verdad. Pero lo que he hecho es exponer claramente las alternativas. Si Dios no existe, la vida es fútil. Si el Dios de la Biblia existe, entonces la vida es significativa. Sólo la segunda de estas dos alternativas nos permite vivir de forma feliz y consistente. Por consiguiente, me parece que aun cuando la evidencia para estas dos opciones sea completamente igual, una persona racional debiera escoger el Cristianismo bíblico. Me parece positivamente irracional preferir la muerte, la futileza, y la destrucción a la vida, el significado y la felicidad. Como dijo Pascal, no tenemos nada que perder y el infinito que ganar.

Notas

i 1 Kai Nielsen, "Why Should I Be Moral?" American Philosophical Quarterly 21 (1984): 90.

ii Richard Taylor, Ethics, Faith, and Reason (Englewood Cliffs, NJ: Prentice Hall, 1985), 90, 84.

iii H.G. Wells, The Time Machine (New York: Berkeley, 1957), chap. 11.

iv W.E. Hocking, Types of Philosophy (New York: Scribner's, 1959), 27

v Friedrich Nietzsche, "The Gay Science," in The Portable Nietzsche, ed. and trans. W. Kaufmann (New York: Viking, 1954), 95.

vi Bertrand Russell, "A Free Man's Worship," in Why I Am Not a Christian, ed. P. Edwards (New York: Simon & Schuster, 1957), 107.

vii Bertrand Russell, Letter to the Observer, 6 October, 1957.

viii Jean Paul Sartre, "Portrait of the Antisemite," in Existentialism from Dostoyevsky to Satre, rev. ed., ed. Walter Kaufmann (New York: New Meridian Library, 1975), p. 330.

ix Richard Wurmbrand, Tortured for Christ (London: Hodder & Stoughton, 1967), 34.

x Ernst Bloch, Das Prinzip Hoffnung, 2d ed., 2 vols. (Frankfurt am Main: Suhrkamp Verlag, 1959), 2:360-1.

xi Loyal D. Rue, "The Saving Grace of Noble Lies," address to the American Academy for the Advancement of Science, February, 1991.​

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Keep tha party ALIVE!!!!
 
Re: Lo Absurdo de la Vida SIN DIOS

Lo Absurdo de la Vida sin Dios

William Lane Craig

Traducido por Joel Naranjo. The Absurdity of Life without God


La Necesidad de Dios y la Inmortalidad

El Hombre, escribe Loren Eiseley, es el Huérfano Cósmico. Es la única criatura en el universo que pregunta, "¿Por qué?” Otros animales tienen su instinto para guiarlos, pero el hombre ha aprendido a hacer preguntas. "¿Quién soy?" pregunta el ser humano. "¿Por qué estoy aquí? ¿A dónde voy?”. Desde la Ilustración, cuando se despojó de los grilletes de la religión, el hombre ha intentado contestar estas preguntas sin hacer referencia a Dios. Pero las respuestas que ha hallado no han sido estimulantes, si no oscuras y terribles. "Eres un subproducto accidental de la naturaleza, el resultado de la materia más el tiempo y el azar. No hay ninguna razón para tu existencia. Todo lo que enfrentas es la muerte."

El hombre moderno pensó que al librarse de Dios, se había librado de todo aquello que lo reprimía y ahogaba. Sin embargo, descubrió que al matar a Dios, se había dado muerte a sí mismo. Porque si no hay Dios, la vida de hombre se vuelve absurda.

Si Dios no existe, tanto el hombre como el universo están inevitablemente condenados a la muerte. El ser humano, como todos los organismos biológicos, debe morir. Sin la esperanza de la inmortalidad, la vida de hombre lleva sólo a la tumba. Su vida no es si no una chispa en la oscuridad infinita, una chispa que nace, parpadea, y muere para siempre. Por consiguiente, todos debemos enfrentar lo que teólogo Paul Tillich ha llamado "la amenaza del no ser". Porque aunque ahora sé que existo, que estoy vivo, sé también que algún día ya no existiré, que ya no seré más, que voy a morir. Este pensamiento es pasmoso y amenazador: ¡pensar que la persona que llamo "yo" dejará de existir, que no será más!

Recuerdo vivamente la primera vez que mi padre me dijo que algún día yo moriría. De algún modo, como niño, el pensamiento simplemente nunca había cruzado por mi mente. Cuando me lo dijo, quedé lleno de miedo y una insoportable tristeza. Y aunque intentó repetidamente asegurarme esto ocurriría en mucho tiempo más, eso no parecía importar. Fuese antes o después, el hecho innegable era que yo moriría y ya no sería más, y esta idea me resultó abrumadora. Eventualmente, como todos, llegué a simplemente a aceptarlo. Todos aprendemos a vivir con lo inevitable. Pero esa percepción infantil sigue siendo cierta. Como el existencialista francés Jean-Paul Sartre observó, “algunas horas o algunos años no hacen diferencia alguna una vez que se ha perdido la eternidad”.

Ya sea que llegué antes o después, la perspectiva de la muerte y la amenaza del no ser es un horror terrible. Pero una vez conocí un estudiante quién no sentía esta amenaza. Decía que había crecido en una granja y estaba acostumbrado a ver los animales nacer y morir. La muerte era para él simplemente algo natural, parte de la vida, por así decirlo. Yo estaba intrigado por lo diferente que eran nuestras perspectivas acerca de la muerte y encontraba difícil entender por qué él no sentía la amenaza de no ser. Después de varios años, pienso que encontré mi respuesta leyendo a Sartre. Sartre observó que la muerte no es amenazante en tanto la veamos como la muerte del otro, cuando la vemos en tercera persona, por así decirlo. Es sólo es cuando la internalizamos y la vemos primera persona ("mi muerte: Yo voy morir") que la amenaza del no ser se vuelve real. Como indica Sartre, muchas personas nunca asumen esta perspectiva de primera persona en su vida; uno puede mirar incluso su propia muerte desde un punto de vista de tercera persona, como si fuera la muerte de otro o incluso de un animal, como hizo mi amigo. Pero el verdadero significado existencial de mi muerte sólo puede apreciarse de la perspectiva de primera persona, cuando comprendo que yo voy morir y dejaré de existir para siempre. Mi vida es simplemente una transición momentánea del olvido al olvido.

Y el universo, también, enfrenta la muerte. Los Científicos nos dicen que el universo se está expandiendo, y todo en él se aleja más y más. Mientras esto sucede, se vuelve más y más frío, y su energía se agota. En el futuro todas las estrellas se consumirán y toda la materia colapsará en estrellas muertas y agujeros negros. No habrá luz en absoluto; no habrá calor; no habrá vida; sólo los cadáveres de estrellas y galaxias muertas, siempre expandiéndose en la oscuridad interminable y las frías profundidades del espacio: un Universo en ruinas. Así que no sólo la vida de cada persona individual está condenada; la raza humana entera está condenada. No hay escapatoria. No hay esperanza.

Lo Absurdo de la Vida sin Dios y sin Inmortalidad

Si no hay Dios, entonces el hombre y el universo están condenados. Como prisioneros sentenciados a muerte, esperamos nuestra inevitable ejecución. No hay Dios ni inmortalidad. ¿Y cuál es la consecuencia de esto? Significa que la vida misma es absurda. Significa que la vida que tenemos carece de significado, valor, o propósito último. Miremos cada uno de éstos.

No hay Significado Último sin Inmortalidad y sin Dios

Si cada persona deja de existir cuándo muere, entonces ¿qué significado último puede darse a su vida? ¿Importa realmente si alguna vez existió? Su vida puede ser importante en relación a ciertos eventos, pero ¿Cuál es el significado último de cualquiera de esos eventos? Si todos los eventos carecen de sentido, entonces ¿Cuál puede ser el significado o influencia última de cualquiera de ellos? En última cuenta no hacen ninguna diferencia.

Veámoslo desde otra perspectiva: Los científicos dicen que el universo en originó en una explosión denominada el "Big Bang" hace unos 13 mil millones años. Suponga que el Big Bang nunca hubiera ocurrido. Suponga que el universo nunca hubiera existido. ¿Qué diferencia sustancial haría? De todos modos, el universo esta condenado. En última cuenta, no hace ninguna diferencia si el universo alguna vez existió o no. Por consiguiente, carece de significado último.

Lo mismo es verdad respecto la raza humana. La humanidad es una especie condenada en un universo agonizante. Porque la raza humana dejará de existir en el futuro; da lo mismo si alguna vez existió. La humanidad, así, no es más significativa que un enjambre de mosquitos o un corral de cerdos, pues su destino es el mismo. El mismo ciego proceso cósmico que los escupió en primer lugar se los tragará a todos en el futuro.

Y lo mismo es verdad de cada persona individual. Las contribuciones del científico al adelanto de conocimiento humano, las investigaciones del doctor para aliviar el dolor y el sufrimiento, los esfuerzos del diplomático por afianzar la paz en el mundo, los sacrificios de hombres buenos en todo lugar para mejorar la condición de la raza humana: todos éstos llegan a nada. Éste es el horror de hombre moderno: dado que acaba en nada, es nada.

Pero es importante ver que no es sólo inmortalidad lo que necesita el hombre si su vida ha de ser significativa. La mera duración de la existencia no hace a esa existencia significativa. Si el hombre y el universo pudieran existir para siempre, pero no hubiera Dios, su existencia aún carecería de significado último. Como ilustración, una vez leí un cuento de ciencia-ficción en que un astronauta estaba aislado en un yermo trozo de piedra perdido en el espacio exterior. Con él tenía dos frascos: uno contenía veneno y el otro una poción que lo haría vivir para siempre. Comprendiendo su predicamento, bebió el veneno. Pero entonces, para su horror, descubrió que había bebido el frasco equivocado, habían bebido la poción de la inmortalidad. Y eso significaba que él estaba maldito a existir para siempre, una vida interminable y carente de sentido. Ahora, si Dios no existe, nuestras vidas son exactamente igual. Podrían seguir y seguir y aún carecer absolutamente de sentido. Aún podríamos preguntar de la vida, "¿Y qué?” Así que no es sólo la inmortalidad lo que el hombre necesita si su vida ha de ser significativa en último término; necesita a Dios y la inmortalidad. Y si Dios no existe, carece de ambos.

El hombre del siglo XX llegó a entender esto. Lean "Esperando a Godot" de Samuel Beckett. Durante toda la obra dos hombres mantienen una conversación trivial mientras esperan que llegué un tercer hombre, quién nunca lo hace. Nuestras vidas son así, está diciendo Beckett; sólo matamos el tiempo esperando. ¿Qué?, no lo sabemos. En un trágico retrato del hombre, Beckett escribió otra obra en que el telón se abre revelando un escenario cubierto de basura. Durante treinta largos segundos, el público se sienta y mira fijamente en silencio esa basura. Entonces el telón se cierra. Eso es todo.

Los existencialistas franceses Jean-Paul Sartre y Albert Camus entendieron esto también. Sartre retrató la vida en su obra "Sin Salida" como el infierno. La línea final de la obra son las palabras de resignación, "Bien, sigamos con él." Así, Sartre escribe en otra parte acerca de la "náusea" de la existencia. Camus, también, vio la vida como un absurdo. Al final de su novela breve "El Extranjero", el héroe de Camus descubre en un destello de comprensión que el universo no tiene significado y no hay Dios para darle uno.

Así, si no hay Dios, entonces la vida misma carece sentido. El hombre y el universo carecen de significado último.

No hay Valor Último Sin Inmortalidad y sin Dios

Si la vida acaba a la tumba, entonces da lo mismo si uno ha vivido como un Stalin o como un santo. Dado que el destino de cada uno finalmente no se relaciona con la propia conducta, usted puede simplemente vivir como mejor le parezca. Como lo puso Dostoyevsky: "Si no hay inmortalidad, todas las cosas están permitidas". Sobre esta base, un escritor como Ayn Rand esta completamente en lo cierto al alabar las virtudes del egoísmo. Viva totalmente para el yo; ¡no hay nadie que le haga rendir cuentas! De hecho, sería estúpido hacer algo diferente, pues la vida es demasiado corta para arriesgarla actuando por otra cosa que no sea puro interés propio. Sacrificarse en favor de otro sería estúpido. Kai Nielsen, un filósofo del ateo que intenta defender la viabilidad de la ética sin Dios, al final admite,

No hemos sido capaces de mostrar que la razón requiere el punto de vista moral, o que todos que las personas verdaderamente racionales, desprovistas de mitos o ideologías, no necesitan ser individuos egoístas o los amorales clásicos. La razón no decide aquí. El cuadro que he pintado para usted no es uno agradable. La reflexión acerca de él me deprime. . . . La pura razón práctica, incluso con un adecuado conocimiento de los hechos, no le llevará a la moralidad.i

Pero el problema es aun peor. Porque, dejando de lado la inmortalidad, si no hay Dios, no puede haber estándares objetivos del bien y el mal. Todo lo que confrontamos es, en palabras de Jean-Paul Sartre, el hecho desnudo, carente de valor, de la existencia. Los valores morales son ya sea sólo expresiones de gusto personal o los derivados de la evolución y condicionamiento socio-biológico. En un mundo sin Dios ¿Quién puede decir qué valores son correctos y cuales no? ¿Quién puede juzgar que los valores de Adolfo Hitler son inferiores a los de un santo? El concepto de moralidad pierde todo significado en un universo sin Dios. Como un eticista ateo contemporáneo señala,"decir que algo es malo porque. . . esta prohibido por Dios, es. . . absolutamente comprensible para cualquiera que cree en un legislador Divino. Pero decir que algo está mal. . . aun cuando no haya ningún Dios para prohibirlo, no es comprensible. . . . " "El concepto de obligación moral [es] ininteligible aparte de la idea de Dios. Las palabras permanecen pero su significado ha ido"ii. En un mundo sin Dios, no puede haber bien y mal en un sentido objetivo, sólo nuestros juicios subjetivos cultural y personalmente relativos. Esto significa que es imposible de condenar la guerra, la opresión, o el crimen como algo malo. Ni tampoco es posible alabar la fraternidad, la igualdad y el amor como algo bueno. Porque en un universo sin Dios, el bien y el mal no existen, sólo esta el hecho desnudo y sin valor de la existencia, y no hay nadie que diga que tu tienes la razón y yo estoy equivocado.

No hay Propósito Último Sin la Inmortalidad y sin Dios

Si la muerte nos espera con los brazos abiertos al final del camino, ¿cuál es entonces el propósito de la vida? ¿Es todo para nada? ¿No hay razón para la vida? ¿Y qué del universo? ¿Es absolutamente en vano? Si su destino es una tumba helada en el vacío del espacio exterior, la respuesta debe ser: Sí, es vano. No hay ninguna meta, ningún propósito para el universo. Los restos de un universo muerto simplemente seguirán expandiéndose y expandiéndose. Para siempre

¿Y qué de hombre? ¿No hay ningún propósito en absoluto para la raza humana? ¿O simplemente desaparecerá algún día en el olvido de un universo indiferente? El escritor inglés H. G. Wells previó tal perspectiva. En su novela "La Maquina del Tiempo", el viajero del tiempo de Wells viaja lejos en el futuro para descubrir el destino de hombre. Todo lo que encuentra es una tierra muerta, salvo por un poco de liquen y musgo, orbitando un gigantesco sol rojo. Los únicos sonidos son el zumbido del viento y las suaves olas del mar. "Más allá de estos sonidos inanimados", escribe Wells, "el mundo estaba silencioso. ¿Silencioso? Sería difícil expresar su quietud. Todos los sonidos de hombre, el balido de oveja, los gritos de las aves, el zumbido de los insectos, el movimiento que sirve de fondo a nuestras vidas, todo se había acabado"iii 3. Y así, el viajero de tiempo de Wells regresó. ¿Pero a qué? meramente un punto anterior en la carrera sin objeto hacia el olvido. Cuando como no cristiano leí por primera vez el libro de Wells pensé, "¡No, no! ¡No puede acabar así!" Pero si no hay Dios, así es como acabará, nos guste o no. Ésta es la realidad en un universo sin Dios: no hay esperanza; no hay propósito.

Lo que es verdad para la humanidad como un todo es verdad individualmente para cada uno de nosotros: estamos aquí sin ningún propósito. Si no hay Dios, entonces nuestra vida no es cualitativamente diferente de la de un perro. Como el antiguo autor de Eclesiastés lo pone "Los hombres terminan igual que los animales; el destino de ambos es el mismo, pues unos y otros mueren por igual, y el aliento de vida es el mismo para todos, así que el hombre no es superior a los animales. Realmente, todo es absurdo, y todo va hacia el mismo lugar. Todo surgió del polvo, y al polvo todo volverá". (Ecl 3:19-20 NVI). En este libro, que se lee más como un pedazo de literatura existencialista moderna que como un libro de la Biblia, el escritor muestra la futileza de placer, la riqueza, la educación, la fama política, y la honra en una vida condenada a acabar en la muerte. ¿Su veredicto? “¡Vanidad de vanidades! Todo es vanidad!" (1:2). Si la vida acaba a la tumba, entonces no tenemos ningún propósito último por el cual vivir.

Pero más que esto: aun si no acabara con la muerte, sin Dios la vida aún carecería de propósito. El hombre y el universo serían entonces simples accidentes del azar, lanzados a la existencia sin razón. Sin Dios, el universo es el resultado de un accidente cósmico, una explosión fortuita. No hay razón para su existencia. En cuanto al hombre, es un capricho de la naturaleza—un producto ciego de la materia, más el tiempo, más el azar. Es simplemente un poco de cieno que desarrolló racionalidad. Como un filósofo lo ha puesto: "La vida humana está montada sobre un pedestal subhumano y debe desplazarse por sí sola en el corazón de un universo silencioso e inconsciente.''iv

Lo que es verdad del universo y de la raza humana también es verdad de nosotros como individuos. Si Dios no existe, entonces usted es simplemente un aborto de naturaleza, lanzado a un universo sin propósito para vivir una vida sin propósito.

Así, si Dios no existe, significa que el hombre y el universo existen sin propósito, dado que el fin de todo es la muerte, y llegaron a existir sin propósito, dado que son sólo productos ciegos del azar. En pocas palabras, la vida carece absolutamente de razón.

¿Entiende usted la gravedad de la alternativa que se nos presenta? Si Dios existe, hay esperanza para el hombre. Pero si Dios no existe, todo lo que nos queda es la desesperación. ¿Entiende por qué la pregunta sobre la existencia de Dios es tan vital para el ser humano? Como un escritor acertadamente lo ha puesto "Si Dios está muerto, entonces el hombre también está muerto".

Desgraciadamente, la gran masa de la humanidad no comprende este hecho. Continúan adelante como si nada hubiera cambiado. Me recuerda la historia de Nietzsche del loco que en las primeras horas de la mañana irrumpió en el mercado, linterna en mano, gritando: "¡Busco Dios! ¡Busco Dios!" Dado que muchos de los presentes no creían en Dios, provocó mucha risa. "¿Dios se ha perdido? " se mofaron de él. "¿O está escondido? ¡O quizá se ha ido de viaje o ha emigrado!" Le gritaron y se rieron. Entonces, escribe a Nietzsche, el loco se volvió hacia ellos y los atravesó con su mirada

"¿Donde esta Dios? " gritó, 'yo les diré. Nosotros lo hemos matado: ustedes y yo. Todos nosotros somos sus asesinos. ¿Pero cómo hemos hecho esto? ¿Cómo pudimos beber al mar? ¿Quién nos dio la esponja para borrar el horizonte entero? ¿Qué hicimos cuándo desencadenamos esta tierra de su sol? ¿Hacia donde se está moviendo ahora? ¿Lejos de todos los soles? ¿Acaso no nos hundimos continuamente? ¿Hacia atrás, hacia los lados, adelante, en todas las direcciones? ¿Queda un arriba y un abajo? ¿No estamos extraviándonos como en una infinita nada? ¿No sentimos el aliento del espacio vacío? ¿No se ha vuelto más frío? ¿No viene noche y más noche? ¿No deben encenderse las linternas por la mañana? ¿No oímos todavía del ruido de los sepultureros que están enterrando Dios? . . . Dios está muerto. . . . Y nosotros lo hemos matado. ¡Cómo nosotros, asesinos entre los asesinos, nos consolaremos!"v

La muchedumbre miró fijamente al loco en el silencio y asombro. Por fin este azotó su linterna en el suelo. "He venido demasiado pronto" dijo. "Este tremendo evento todavía está en de camino, no ha alcanzado los oídos del hombre todavía". Los hombres no comprendieron realmente las consecuencias de lo que habían hecho al matar a Dios. Pero Nietzsche predijo que algún día la gente comprenderían las implicaciones de su ateísmo; y este descubrimiento introduciría una edad de nihilismo: la destrucción de todo significado y valor en la vida.

La mayoría de las personas aun no reflexiona en las consecuencias del ateísmo y así, como la muchedumbre en el mercado, sigue inconscientemente su camino. Pero cuando comprendemos, como hizo Nietzsche, lo qué el ateísmo implica, entonces su pregunta nos golpea fuertemente: ¿cómo nosotros, los asesinos de todos los asesinos, nos consolaremos?

La imposibilidad Práctica del Ateísmo

Casi la única solución que el ateo puede ofrecer es que enfrentemos la absurdidad de la vida y vivamos valientemente. Por ejemplo, Bertrand Russell escribió que debemos construir nuestras vidas en "el firme fundamento de la inflexible desesperación"vi. Sólo reconociendo que el mundo realmente es un lugar terrible podemos enfrentar exitosamente la vida. Camus dijo que debemos reconocer la absurdidad de la vida honestamente y entonces debemos vivir en amor el uno por el otro.

El problema fundamental con esta solución, sin embargo, es que es imposible vivir de forma consistente y alegre dentro de tal cosmovisión. Si uno vive de forma consistente, no será feliz; si uno vive felizmente, es sólo porque no es consistente. Francis Schaeffer ha explicado bien este punto. El hombre moderno, dice Schaeffer, vive en un universo de dos pisos. En el piso de abajo está el mundo finito sin Dios; aquí la vida es absurda, como hemos visto. En el piso superior está el significado, los valores, y el propósito. Ahora, el hombre moderno vive en el piso de abajo porque cree que no hay Dios. Pero no puede vivir felizmente en un mundo tan absurdo; por tanto continuamente da saltos de fe al piso superior para afirmar el significado, valor, y propósito, aún cuando no tiene derecho a ello, dado que no cree en Dios.

Echémosle, entonces, una nueva mirada a cada una de las tres áreas en que vimos que la vida es absurda sin Dios, para mostrar cómo el hombre no puede vivir consistente y alegremente con su ateísmo.

Significado de la Vida

Primero, el área del significado. Vimos que sin Dios, la vida no tiene ningún significado. Aun así, los filósofos continúan viviendo como si la vida tuviera significado. Por ejemplo, Sartre afirmó que uno puede crear significado para su vida escogiendo libremente seguir un cierto curso de acción. El propio Sartre escogió el Marxismo.

Ahora esto es absolutamente incoherente. Es incoherente decir que la vida es objetivamente absurda y después decir uno puede crear significado para su vida. Si la vida es realmente absurda, entonces el hombre esta atrapado en el piso inferior. Intentar crear significado en la vida representa un salto al piso superior. Pero Sartre no tiene ninguna base para este salto. Sin Dios, no puede haber ningún significado objetivo en la vida. El programa de Sartre realmente es un ejercicio de autoengaño. Sartre realmente está diciendo, "Hagamos como que el universo tiene significado." Esto es simplemente engañarnos a nosotros mismos.

El punto es este: si Dios no existe, entonces la vida objetivamente carece de sentido; pero el hombre no puede vivir de forma consistente y feliz sabiendo que la vida no tiene sentido; así que para ser feliz simula que la vida tiene significado. Pero esto es, claro, completamente inconsistente, porque sin Dios, el hombre y el universo carecen de cualquier significancia real.

El valor de Vida

Volvámonos ahora al problema de valor. Aquí es donde ocurren las inconsistencias más escandalosas. En primer lugar, los humanistas ateos son totalmente incoherentes al afirmar los valores tradicionales del amor y hermandad. Camus ha sido correctamente criticado por sostener inconsistentemente la absurdidad de la vida y la ética del amor y hermandad humana. Los dos son lógicamente incompatibles. Bertrand Russell, también, fue inconsistente. Pues aunque era ateo, era un abierto crítico social, denunciando la guerra y las restricciones a la libertad sexual. Russell admitió que no podía vivir como si los valores éticos simplemente fueran una cuestión de gusto personal, y que encontraba su propia visión, por consiguiente, "increíble." "No sé la solución", confesóvii. El punto es que si no hay Dios, no puede existir un bien y mal objetivos. Como dijo Dostoyevsky "Todas las cosas están permitidas."

Pero Dostoyevsky también mostró que el hombre no puede vivir de esta manera. No puede vivir como si fuera perfectamente correcto que soldados maten niños inocentes. No puede vivir como si fuera perfectamente correcto que dictadores como Pol Pot exterminen a millones de sus propios compatriotas. Todo en él clama que estos actos son malvados, realmente malvados. Pero si no hay Dios, no puede hacerlo. Así que da un salto de fe y afirma los valores de todos modos. Y cuando lo hace, revela la insuficiencia de un mundo sin Dios.

El horror de un mundo desprovisto de valor se hizo real para mi con una nueva intensidad hace unos pocos años atrás, cuando vi un documental televisivo de la BBC llamado "The Gathering", Se trataba de una reunión de sobrevivientes del Holocausto en Jerusalén dónde reencontraron amistades perdidas y compartieron sus experiencias. Un prisionera, enfermera, contó como había llegado a ser la ginecóloga de Auschwitz. Ella observó que las mujeres embarazadas eran agrupadas por los soldados bajo la dirección del Dr. Mengele y alojadas en los mismos cuarteles. Pasado algún tiempo, notó que no se volvía a ver a ninguna de estas mujeres. Hizo algunas averiguaciones. "¿Dónde están las mujeres embarazadas que fue alojadas en esos cuarteles?” "¿No se enteró? " fue la respuesta. "El Dr. Mengele las usó para vivisección."

Otra mujer contó cómo Mengele había ligado a sus pechos para que no pudiera amamantar a su pequeño. El doctor quería descubrir cuánto tiempo un infante podía sobrevivir sin nutrición. Desesperadamente esta pobre mujer intentó mantener a su bebé vivo dándole los pedazos de pan empapados en café, sin resultados. Cada día el bebé perdía peso, un hecho que era ávidamente monitoreado por el Dr. Mengele. Una enfermera vino en secreto a esta mujer y le dijo, "He arreglado una manera para que usted pueda salir de aquí, pero usted no puede llevar a su bebé con usted. Traje una inyección de morfina que puede darle al niño para acabar su vida." Cuando la mujer protestó, la enfermera insistió: "Mire, su bebé va a morir de todas maneras. Al menos sálvese usted." Y así, esta madre le quitó la vida de su propio bebé. El Dr. Mengele se enfureció cuando se enteró de ello, porque había perdido su espécimen de experimentación y, buscó entre los cadáveres para encontrar el cuerpo descartado del bebé y así poder tener un último registro de peso.

Mi corazón se rasgó por estas historias. Un rabino que sobrevivió al campo lo resumió bien cuando dijo que en Auschwitz era como si existiera un mundo en que todos los Diez Mandamientos hubieran sido invertidos. La humanidad nunca había visto tal infierno.

Y aún así, si Dios no existe, entonces en cierto sentido, nuestro mundo es Auschwitz: no hay un bien y un mal absolutos; cualquier cosa esta permitida. Pero ningún ateo, ningún agnóstico, puede vivir de forma consistente con tal perspectiva. El propio Nietzsche, quién proclamó la necesidad de vivir más allá del bien y del mal, rompió con su mentor Richard Wagner a causa del problema del antisemitismo del compositor y su estridente nacionalismo alemán. Del mismo modo, Sartre, escribiendo justo después de la Segunda Guerra Mundial, condenó el antisemitismo, declarando que una doctrina que lleva al exterminio no es meramente una cuestión de opinión o gusto personal, de igual valor que su opuestoviii. En su importante ensayo "El Existencialismo Es un Humanismo", Sartre se esfuerza vanamente por eludir la contradicción entre su rechazo a la idea de valores divinamente preestablecidos y su deseo urgente afirmar el valor de la persona humana. Como Russell, no podía vivir con las implicaciones de su propio rechazo de los absolutos éticos.

Un segundo problema es que si Dios no existe y no hay inmortalidad, entonces todos los actos malvados de los hombres quedan impunes y todos los sacrificios de los hombres buenos quedan sin recompensa. ¿Pero quién puede vivir con tal perspectiva? Richard Wurmbrand, quien fue torturado por su fe en las prisiones comunistas dice

"La crueldad de ateísmo es difícil de creer cuando el hombre no tiene fe en la recompensa del bien o el castigo de mal. No hay ninguna razón para ser humano. No hay restricción de las profundidades de mal que hay en el hombre. Los verdugos comunistas a menudo decían, 'no hay Dios, no hay más allá, no hay castigo para el mal. Podemos hacer lo que queramos.' Incluso escuché a un torturador decir, 'Doy gracias a Dios en quien no creo, por haber vivido hasta a esta hora cuando puedo expresar todo el mal en mi corazón.' Lo expresó en la increíble brutalidad y tortura infligidas en los prisioneros"ix.

Y lo mismo se aplica a los actos de auto-sacrificio. Hace varios años, ocurrió un terrible desastre aéreo en pleno invierno, en que un avión que despegaba del aeropuerto de Washington, D.C., se estrelló contra un puente sobre el río Potomac, zambullendo a los pasajeros en las heladas aguas. Cuando los helicópteros de rescate llegaron, la atención se enfocó en un hombre que una y otra vez empujó la escalera de cuerda colgante hacia otros pasajeros en lugar de ser el mismo llevado a la seguridad. Seis veces pasó la escalera. Cuando llegaron nuevamente, había fallecido. Había dado gratuitamente su vida para que otros pudieran vivir. La nación entera volvió sus ojos a este hombre en respeto y admiración por el acto bueno y desinteresado que había realizado. Y aún así, si el ateo está en lo correcto, ese hombre no fue noble, hizo la cosa más estúpida posible. Debió haber ido primero por la escalera, empujando a otros si era necesario para sobrevivir. ¿Pero morir por otros que ni siquiera conocía, renunciar a toda la breve existencia que tendría? ¿Para que? Para el ateo no puede haber ninguna razón. Y aún así el ateo, como el resto de nosotros, reacciona instintivamente con alabanza para la acción generosa de este hombre. De hecho, uno probablemente nunca encontrará a un ateo que viva de forma consistente con su sistema. Porque un universo sin responsabilidad moral y carente de valor es inimaginablemente terrible.

El propósito de Vida

Finalmente, miremos el problema del propósito de la vida. La única manera en que la mayoría de las personas que niegan el propósito en la vida viven felizmente es, ya sea, inventando algún propósito, lo que es auto engaño como vimos con Sartre, o no llevando su perspectiva a sus conclusiones lógicas. Tome el problema de muerte, por ejemplo. Según Ernst Bloch, la única manera en que el hombre moderno puede vivir ante la muerte es tomando prestada subconscientemente la creencia en la inmortalidad que sus antepasados sostuvieron, aunque él mismo no tiene ninguna base para esta creencia, dado que no cree en Dios. Al tomar prestados los remanentes de una creencia en la inmortalidad, escribe a Bloch, "el hombre moderno no siente el abismo que incesantemente lo rodea y que ciertamente finalmente lo engullirá. A través de estos remanentes, salva su sentido de identidad. A través de ellos surge la impresión de que el hombre no está pereciendo, si no solo que un día el mundo tiene el capricho de no aparecerle más." Bloch concluye, "Este ánimo, bastante superficial se alimenta de una tarjeta de crédito prestada. Vive de esperanzas antiguas y del apoyo que estas una vez habían proporcionado"x. El hombre Moderno ya no tiene derecho a ese apoyo, dado que ha rechazado a Dios. Pero para vivir con un propósito, hace un salto de fe al afirmar una razón por la cual vivir.

A menudo encontramos la misma inconsistencia entre aquéllos que dicen que el hombre y el universo llegaron a existir sin ninguna razón o propósito, simplemente por casualidad. Incapaz de vivir en un universo impersonal en que todo es producto del ciego azar, esta gente comienza a atribuir personalidad y motivos a los procesos físicos mismos. Es una manera extraña de hablar y representa un salto del piso inferior al superior. Por ejemplo, Francis Crick, a medio camino de su libro "El Origen del Código Genético" comienza a escribir "naturaleza" con una "N" mayúscula y en otra parte habla de selección natural como siendo "inteligente" y como "pensando" en lo que va a hacer. Fred Hoyle, el astrónomo inglés, atribuye al propio universo las cualidades de Dios. Para Carl Sagan el "Cosmos", que él siempre escribe con mayúscula, obviamente cumple el papel de un dios sustituto. Aunque todos estos hombres profesan no creer en Dios, contrabandean un Dios suplente por la puerta trasera porque ellos no pueden soportar vivir en un universo en que todo es el resultado aleatorio de fuerzas impersonales.

Y es interesante ver a muchos pensadores traicionar sus perspectivas cuando son llevadas a su conclusión lógica. Por ejemplo, ciertas feministas han levantado una tormenta de protesta contra la psicología sexual Freudiana porque es chauvinista y degradante respecto de las mujeres. Y algunos psicólogos se han sometido y han revisado sus teorías. Ahora, esto es totalmente inconsistente. Si la psicología Freudiana es realmente verdad, entonces no importa si es degradante para las mujeres. No se puede cambiar la verdad porque no nos guste a lo a que lleva. Pero las personas no pueden vivir de forma consistente y feliz en un mundo dónde otras personas son devaluadas. Sin embargo, si Dios no existe, nadie tiene valor alguno. Sólo si Dios existe puede alguien de forma consistente sostener los derechos de las mujeres. Pero si Dios no existe, entonces la selección natural dicta que el varón de la especie sea dominante y agresivo. Las mujeres no tendrían más derechos que los que tienen una cabra hembra o una gallina. En la naturaleza cualquier cosa que es, esta bien. ¿Pero quién puede vivir con tal perspectiva? Al parecer, ni siquiera los psicólogos Freudianos que traicionan sus teorías cuando son empujadas a sus conclusiones lógicas.

O tomemos el conductismo sociológico de alguien como B. F. Skinner. Su perspectiva lleva a la clase de sociedad prevista en "1984" de George Orwell, dónde el gobierno controla y programa el pensamiento de todos. Si las teorías de Skinner son correctas, no puede haber objeción a tratar a las personas como a las ratas en la jaula de Skinner, recorriendo sus laberintos, estimulados con comida y choques eléctricos. Según Skinner, todas nuestras acciones están determinadas de todas formas. Y si Dios no existe, ninguna objeción moral puede levantarse contra este tipo de programación, porque el ser humano no es cualitativamente diferente de una rata, dado que ambos no son más que materia, más tiempo, más azar. Pero, de nuevo ¿quién puede vivir con tal perspectiva deshumanizante?

O finalmente, tome el determinismo biológico alguien como Francis Crick. La conclusión lógica es que el ser humano es como cualquier otro espécimen de laboratorio. El mundo se horrorizó cuando descubrió que en campos como Dachau los nazis habían usado a prisioneros para experimentos médicos en humanos vivos. ¿Pero por qué no? Si Dios no existe, no puede haber ninguna objeción en usar a alguien como conejillo de indias humano. El fin de esta perspectiva es el control de la población en que el débil y el no deseado son muertos en orden a dar lugar al fuerte. Pero la única manera en que podemos protestar de forma consistente contra esta perspectiva es si Dios existe. Sólo si Dios existe puede haber propósito en la vida.

El dilema de hombre moderno es así verdaderamente terrible. Y en la medida en que niega la existencia de Dios y la objetividad de los valores y el propósito, este dilema permanece sin resolver también para el hombre "posmoderno." De hecho, es precisamente la conciencia de que el modernismo produce inevitablemente la absurdidad y desesperación lo que constituye la angustia de la posmodernidad. En algunos respectos, la posmodernidad es solo la conciencia de la bancarrota de la modernidad. La cosmovisión atea es insuficiente para mantener una vida feliz y consistente. El hombre no puede vivir de forma consistente y feliz como si la vida careciera finalmente de significado, valor o propósito. Si intentamos vivir de forma consistente dentro de una cosmovisión atea, seremos profundamente infelices. Si en cambio logramos vivir felizmente, es sólo desmintiendo nuestra cosmovisión.

Confrontado con este dilema, el ser humano se debate patéticamente por algún medio de escape. En un notable discurso ante la Academia Americana para el Avance de Ciencia en 1991, el Dr. L. D. Rue, confrontado con el predicamento del hombre moderno, postuló audazmente que debemos engañarnos a nosotros mismos por medio de alguna "Mentira Noble" para pensar que nosotros y el universo aún tenemos valorxi. Afirmando que "La lección de los últimos dos siglos es que el relativismo intelectual y moral es profundamente la realidad", el Dr. Rue reflexiona que la consecuencia de tal descubrimiento es que búsqueda del plenitud personal (o la auto realización) y la búsqueda de la coherencia social se independizan una de la otra. Esto porque desde el punto de vista del relativismo la búsqueda de la autorrealización se privatiza radicalmente: cada uno escoge su propio juego de valores y significado. Si hemos de evitar la "opción del manicomio", dónde la autorrealización es perseguida sin tener en cuenta la coherencia social, y la "opción totalitaria" dónde la coherencia social se impone a expensas de la plenitud personal, no tenemos otra opción que abrazar alguna Mentira Noble que nos inspire a vivir más allá de nuestros intereses egoístas y así lograr la coherencia social. Una Mentira Noble "es una que nos engaña, nos compele más allá del propio interés, más allá del ego, más allá de la familia, la nación, [y] la raza." Es una mentira, porque nos dice que el universo esta imbuido de valor (lo qué es una gran ficción), porque tiene una pretensión de verdad universal (cuando no la hay), y porque me dice que no viva para mi propio interés (lo qué es evidentemente falso). "Pero sin tales mentiras, no podemos vivir."

Éste es el espantoso veredicto pronunciado sobre el hombre moderno. Para sobrevivir, debe vivir en el auto engaño. Pero incluso la opción de la Mentira Noble es finalmente impracticable. Para ser feliz, uno debe creer en el en un significado, valor y propósito objetivos. ¿Pero cómo puede uno creer en esas Mentiras Nobles y al mismo tiempo en el ateísmo y relativismo? Mientras más convencido se esté de la necesidad de una Mentira Noble, menos se puede creer en ella. Como un placebo, una Mentira Noble opera sólo en aquéllos que la creen verdad. Una vez que hemos visto a través de la ficción, la Mentira pierde su poder sobre nosotros. Así, irónicamente, la Mentira Noble no puede resolver el predicamento humano para cualquiera que ha llegado a ver ese predicamento.

La opción de la Mentira Noble lleva por consiguiente, en el mejor de los casos, a una sociedad en que un grupo elitista de illuminatis engaña a las masas para su propio bien, perpetuando la Mentira Noble. ¿Pero entonces por qué aquéllos de nosotros que estamos bien informados debemos seguir a las masas en su ilusión? ¿Por qué debemos sacrificar nuestro interés propio por una ficción? Si la gran lección de los últimos dos siglos el relativismo moral e intelectual es, entonces ¿por qué (si pudiéramos) pretender que no sabemos esta verdad y vivir una mentira en cambio? Si alguien contesta, "en beneficio de la coherencia social", uno puede legítimamente preguntar por qué debo sacrificar mi interés propio en beneficio de la coherencia social. La única respuesta que el relativista puede dar es la coherencia social es en mi propio interés, pero el problema de esta respuesta es que el interés propio y el interés de la manada no siempre coinciden. Además, si (por puro interés individual) me preocupo de la coherencia social, la opción totalitaria me siempre está abierta: olvidemos la Mentira Noble y mantengamos la coherencia social (así como mi propia autorrealización) a expensas del bienestar personal de las masas. Rue consideraría tal opción indudablemente repugnante. Pero ahí esta el problema. El dilema de Rue es que él obviamente valora profundamente la coherencia social y la plenitud personal en si mismas; en otros términos, estas son valores objetivos, los que según su filosofía no existen. Él ya ha hecho el salto al piso de arriba. La opción de la Mentira Noble afirma lo que niega y así se refuta a si misma.

El Éxito del Cristianismo Bíblico

Pero si el ateísmo falla a este respecto, ¿que pasa con el Cristianismo bíblico? Según la cosmovisión cristiana, Dios sí existe, y la vida de hombre no acaba a la tumba. En el cuerpo de resurrección el ser humano puede disfrutar de vida eterna y comunión con Dios. El Cristianismo bíblico por lo tanto provee de las dos condiciones necesarias para una vida significativa, valiosa, y con propósito para el hombre: Dios e inmortalidad. Debido a esto, podemos vivir de forma consistente y feliz. Así, el Cristianismo bíblico tiene éxito precisamente donde el ateísmo colapsa.

Conclusión

Ahora, quiero dejar claro que no he mostrado aún que el Cristianismo bíblico sea verdad. Pero lo que he hecho es exponer claramente las alternativas. Si Dios no existe, la vida es fútil. Si el Dios de la Biblia existe, entonces la vida es significativa. Sólo la segunda de estas dos alternativas nos permite vivir de forma feliz y consistente. Por consiguiente, me parece que aun cuando la evidencia para estas dos opciones sea completamente igual, una persona racional debiera escoger el Cristianismo bíblico. Me parece positivamente irracional preferir la muerte, la futileza, y la destrucción a la vida, el significado y la felicidad. Como dijo Pascal, no tenemos nada que perder y el infinito que ganar.

Notas

i 1 Kai Nielsen, "Why Should I Be Moral?" American Philosophical Quarterly 21 (1984): 90.

ii Richard Taylor, Ethics, Faith, and Reason (Englewood Cliffs, NJ: Prentice Hall, 1985), 90, 84.

iii H.G. Wells, The Time Machine (New York: Berkeley, 1957), chap. 11.

iv W.E. Hocking, Types of Philosophy (New York: Scribner's, 1959), 27

v Friedrich Nietzsche, "The Gay Science," in The Portable Nietzsche, ed. and trans. W. Kaufmann (New York: Viking, 1954), 95.

vi Bertrand Russell, "A Free Man's Worship," in Why I Am Not a Christian, ed. P. Edwards (New York: Simon & Schuster, 1957), 107.

vii Bertrand Russell, Letter to the Observer, 6 October, 1957.

viii Jean Paul Sartre, "Portrait of the Antisemite," in Existentialism from Dostoyevsky to Satre, rev. ed., ed. Walter Kaufmann (New York: New Meridian Library, 1975), p. 330.

ix Richard Wurmbrand, Tortured for Christ (London: Hodder & Stoughton, 1967), 34.

x Ernst Bloch, Das Prinzip Hoffnung, 2d ed., 2 vols. (Frankfurt am Main: Suhrkamp Verlag, 1959), 2:360-1.

xi Loyal D. Rue, "The Saving Grace of Noble Lies," address to the American Academy for the Advancement of Science, February, 1991.​
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Re: Lo Absurdo de la Vida SIN DIOS

Lo Absurdo de la Vida sin Dios

William Lane Craig

Traducido por Joel Naranjo. The Absurdity of Life without God


La Necesidad de Dios y la Inmortalidad

El Hombre, escribe Loren Eiseley, es el Huérfano Cósmico. Es la única criatura en el universo que pregunta, "¿Por qué?” Otros animales tienen su instinto para guiarlos, pero el hombre ha aprendido a hacer preguntas. "¿Quién soy?" pregunta el ser humano. "¿Por qué estoy aquí? ¿A dónde voy?”. Desde la Ilustración, cuando se despojó de los grilletes de la religión, el hombre ha intentado contestar estas preguntas sin hacer referencia a Dios. Pero las respuestas que ha hallado no han sido estimulantes, si no oscuras y terribles. "Eres un subproducto accidental de la naturaleza, el resultado de la materia más el tiempo y el azar. No hay ninguna razón para tu existencia. Todo lo que enfrentas es la muerte."

El hombre moderno pensó que al librarse de Dios, se había librado de todo aquello que lo reprimía y ahogaba. Sin embargo, descubrió que al matar a Dios, se había dado muerte a sí mismo. Porque si no hay Dios, la vida de hombre se vuelve absurda.

Si Dios no existe, tanto el hombre como el universo están inevitablemente condenados a la muerte. El ser humano, como todos los organismos biológicos, debe morir. Sin la esperanza de la inmortalidad, la vida de hombre lleva sólo a la tumba. Su vida no es si no una chispa en la oscuridad infinita, una chispa que nace, parpadea, y muere para siempre. Por consiguiente, todos debemos enfrentar lo que teólogo Paul Tillich ha llamado "la amenaza del no ser". Porque aunque ahora sé que existo, que estoy vivo, sé también que algún día ya no existiré, que ya no seré más, que voy a morir. Este pensamiento es pasmoso y amenazador: ¡pensar que la persona que llamo "yo" dejará de existir, que no será más!

Recuerdo vivamente la primera vez que mi padre me dijo que algún día yo moriría. De algún modo, como niño, el pensamiento simplemente nunca había cruzado por mi mente. Cuando me lo dijo, quedé lleno de miedo y una insoportable tristeza. Y aunque intentó repetidamente asegurarme esto ocurriría en mucho tiempo más, eso no parecía importar. Fuese antes o después, el hecho innegable era que yo moriría y ya no sería más, y esta idea me resultó abrumadora. Eventualmente, como todos, llegué a simplemente a aceptarlo. Todos aprendemos a vivir con lo inevitable. Pero esa percepción infantil sigue siendo cierta. Como el existencialista francés Jean-Paul Sartre observó, “algunas horas o algunos años no hacen diferencia alguna una vez que se ha perdido la eternidad”.

Ya sea que llegué antes o después, la perspectiva de la muerte y la amenaza del no ser es un horror terrible. Pero una vez conocí un estudiante quién no sentía esta amenaza. Decía que había crecido en una granja y estaba acostumbrado a ver los animales nacer y morir. La muerte era para él simplemente algo natural, parte de la vida, por así decirlo. Yo estaba intrigado por lo diferente que eran nuestras perspectivas acerca de la muerte y encontraba difícil entender por qué él no sentía la amenaza de no ser. Después de varios años, pienso que encontré mi respuesta leyendo a Sartre. Sartre observó que la muerte no es amenazante en tanto la veamos como la muerte del otro, cuando la vemos en tercera persona, por así decirlo. Es sólo es cuando la internalizamos y la vemos primera persona ("mi muerte: Yo voy morir") que la amenaza del no ser se vuelve real. Como indica Sartre, muchas personas nunca asumen esta perspectiva de primera persona en su vida; uno puede mirar incluso su propia muerte desde un punto de vista de tercera persona, como si fuera la muerte de otro o incluso de un animal, como hizo mi amigo. Pero el verdadero significado existencial de mi muerte sólo puede apreciarse de la perspectiva de primera persona, cuando comprendo que yo voy morir y dejaré de existir para siempre. Mi vida es simplemente una transición momentánea del olvido al olvido.

Y el universo, también, enfrenta la muerte. Los Científicos nos dicen que el universo se está expandiendo, y todo en él se aleja más y más. Mientras esto sucede, se vuelve más y más frío, y su energía se agota. En el futuro todas las estrellas se consumirán y toda la materia colapsará en estrellas muertas y agujeros negros. No habrá luz en absoluto; no habrá calor; no habrá vida; sólo los cadáveres de estrellas y galaxias muertas, siempre expandiéndose en la oscuridad interminable y las frías profundidades del espacio: un Universo en ruinas. Así que no sólo la vida de cada persona individual está condenada; la raza humana entera está condenada. No hay escapatoria. No hay esperanza.

Lo Absurdo de la Vida sin Dios y sin Inmortalidad

Si no hay Dios, entonces el hombre y el universo están condenados. Como prisioneros sentenciados a muerte, esperamos nuestra inevitable ejecución. No hay Dios ni inmortalidad. ¿Y cuál es la consecuencia de esto? Significa que la vida misma es absurda. Significa que la vida que tenemos carece de significado, valor, o propósito último. Miremos cada uno de éstos.

No hay Significado Último sin Inmortalidad y sin Dios

Si cada persona deja de existir cuándo muere, entonces ¿qué significado último puede darse a su vida? ¿Importa realmente si alguna vez existió? Su vida puede ser importante en relación a ciertos eventos, pero ¿Cuál es el significado último de cualquiera de esos eventos? Si todos los eventos carecen de sentido, entonces ¿Cuál puede ser el significado o influencia última de cualquiera de ellos? En última cuenta no hacen ninguna diferencia.

Veámoslo desde otra perspectiva: Los científicos dicen que el universo en originó en una explosión denominada el "Big Bang" hace unos 13 mil millones años. Suponga que el Big Bang nunca hubiera ocurrido. Suponga que el universo nunca hubiera existido. ¿Qué diferencia sustancial haría? De todos modos, el universo esta condenado. En última cuenta, no hace ninguna diferencia si el universo alguna vez existió o no. Por consiguiente, carece de significado último.

Lo mismo es verdad respecto la raza humana. La humanidad es una especie condenada en un universo agonizante. Porque la raza humana dejará de existir en el futuro; da lo mismo si alguna vez existió. La humanidad, así, no es más significativa que un enjambre de mosquitos o un corral de cerdos, pues su destino es el mismo. El mismo ciego proceso cósmico que los escupió en primer lugar se los tragará a todos en el futuro.

Y lo mismo es verdad de cada persona individual. Las contribuciones del científico al adelanto de conocimiento humano, las investigaciones del doctor para aliviar el dolor y el sufrimiento, los esfuerzos del diplomático por afianzar la paz en el mundo, los sacrificios de hombres buenos en todo lugar para mejorar la condición de la raza humana: todos éstos llegan a nada. Éste es el horror de hombre moderno: dado que acaba en nada, es nada.

Pero es importante ver que no es sólo inmortalidad lo que necesita el hombre si su vida ha de ser significativa. La mera duración de la existencia no hace a esa existencia significativa. Si el hombre y el universo pudieran existir para siempre, pero no hubiera Dios, su existencia aún carecería de significado último. Como ilustración, una vez leí un cuento de ciencia-ficción en que un astronauta estaba aislado en un yermo trozo de piedra perdido en el espacio exterior. Con él tenía dos frascos: uno contenía veneno y el otro una poción que lo haría vivir para siempre. Comprendiendo su predicamento, bebió el veneno. Pero entonces, para su horror, descubrió que había bebido el frasco equivocado, habían bebido la poción de la inmortalidad. Y eso significaba que él estaba maldito a existir para siempre, una vida interminable y carente de sentido. Ahora, si Dios no existe, nuestras vidas son exactamente igual. Podrían seguir y seguir y aún carecer absolutamente de sentido. Aún podríamos preguntar de la vida, "¿Y qué?” Así que no es sólo la inmortalidad lo que el hombre necesita si su vida ha de ser significativa en último término; necesita a Dios y la inmortalidad. Y si Dios no existe, carece de ambos.

El hombre del siglo XX llegó a entender esto. Lean "Esperando a Godot" de Samuel Beckett. Durante toda la obra dos hombres mantienen una conversación trivial mientras esperan que llegué un tercer hombre, quién nunca lo hace. Nuestras vidas son así, está diciendo Beckett; sólo matamos el tiempo esperando. ¿Qué?, no lo sabemos. En un trágico retrato del hombre, Beckett escribió otra obra en que el telón se abre revelando un escenario cubierto de basura. Durante treinta largos segundos, el público se sienta y mira fijamente en silencio esa basura. Entonces el telón se cierra. Eso es todo.

Los existencialistas franceses Jean-Paul Sartre y Albert Camus entendieron esto también. Sartre retrató la vida en su obra "Sin Salida" como el infierno. La línea final de la obra son las palabras de resignación, "Bien, sigamos con él." Así, Sartre escribe en otra parte acerca de la "náusea" de la existencia. Camus, también, vio la vida como un absurdo. Al final de su novela breve "El Extranjero", el héroe de Camus descubre en un destello de comprensión que el universo no tiene significado y no hay Dios para darle uno.

Así, si no hay Dios, entonces la vida misma carece sentido. El hombre y el universo carecen de significado último.

No hay Valor Último Sin Inmortalidad y sin Dios

Si la vida acaba a la tumba, entonces da lo mismo si uno ha vivido como un Stalin o como un santo. Dado que el destino de cada uno finalmente no se relaciona con la propia conducta, usted puede simplemente vivir como mejor le parezca. Como lo puso Dostoyevsky: "Si no hay inmortalidad, todas las cosas están permitidas". Sobre esta base, un escritor como Ayn Rand esta completamente en lo cierto al alabar las virtudes del egoísmo. Viva totalmente para el yo; ¡no hay nadie que le haga rendir cuentas! De hecho, sería estúpido hacer algo diferente, pues la vida es demasiado corta para arriesgarla actuando por otra cosa que no sea puro interés propio. Sacrificarse en favor de otro sería estúpido. Kai Nielsen, un filósofo del ateo que intenta defender la viabilidad de la ética sin Dios, al final admite,

No hemos sido capaces de mostrar que la razón requiere el punto de vista moral, o que todos que las personas verdaderamente racionales, desprovistas de mitos o ideologías, no necesitan ser individuos egoístas o los amorales clásicos. La razón no decide aquí. El cuadro que he pintado para usted no es uno agradable. La reflexión acerca de él me deprime. . . . La pura razón práctica, incluso con un adecuado conocimiento de los hechos, no le llevará a la moralidad.i

Pero el problema es aun peor. Porque, dejando de lado la inmortalidad, si no hay Dios, no puede haber estándares objetivos del bien y el mal. Todo lo que confrontamos es, en palabras de Jean-Paul Sartre, el hecho desnudo, carente de valor, de la existencia. Los valores morales son ya sea sólo expresiones de gusto personal o los derivados de la evolución y condicionamiento socio-biológico. En un mundo sin Dios ¿Quién puede decir qué valores son correctos y cuales no? ¿Quién puede juzgar que los valores de Adolfo Hitler son inferiores a los de un santo? El concepto de moralidad pierde todo significado en un universo sin Dios. Como un eticista ateo contemporáneo señala,"decir que algo es malo porque. . . esta prohibido por Dios, es. . . absolutamente comprensible para cualquiera que cree en un legislador Divino. Pero decir que algo está mal. . . aun cuando no haya ningún Dios para prohibirlo, no es comprensible. . . . " "El concepto de obligación moral [es] ininteligible aparte de la idea de Dios. Las palabras permanecen pero su significado ha ido"ii. En un mundo sin Dios, no puede haber bien y mal en un sentido objetivo, sólo nuestros juicios subjetivos cultural y personalmente relativos. Esto significa que es imposible de condenar la guerra, la opresión, o el crimen como algo malo. Ni tampoco es posible alabar la fraternidad, la igualdad y el amor como algo bueno. Porque en un universo sin Dios, el bien y el mal no existen, sólo esta el hecho desnudo y sin valor de la existencia, y no hay nadie que diga que tu tienes la razón y yo estoy equivocado.

No hay Propósito Último Sin la Inmortalidad y sin Dios

Si la muerte nos espera con los brazos abiertos al final del camino, ¿cuál es entonces el propósito de la vida? ¿Es todo para nada? ¿No hay razón para la vida? ¿Y qué del universo? ¿Es absolutamente en vano? Si su destino es una tumba helada en el vacío del espacio exterior, la respuesta debe ser: Sí, es vano. No hay ninguna meta, ningún propósito para el universo. Los restos de un universo muerto simplemente seguirán expandiéndose y expandiéndose. Para siempre

¿Y qué de hombre? ¿No hay ningún propósito en absoluto para la raza humana? ¿O simplemente desaparecerá algún día en el olvido de un universo indiferente? El escritor inglés H. G. Wells previó tal perspectiva. En su novela "La Maquina del Tiempo", el viajero del tiempo de Wells viaja lejos en el futuro para descubrir el destino de hombre. Todo lo que encuentra es una tierra muerta, salvo por un poco de liquen y musgo, orbitando un gigantesco sol rojo. Los únicos sonidos son el zumbido del viento y las suaves olas del mar. "Más allá de estos sonidos inanimados", escribe Wells, "el mundo estaba silencioso. ¿Silencioso? Sería difícil expresar su quietud. Todos los sonidos de hombre, el balido de oveja, los gritos de las aves, el zumbido de los insectos, el movimiento que sirve de fondo a nuestras vidas, todo se había acabado"iii 3. Y así, el viajero de tiempo de Wells regresó. ¿Pero a qué? meramente un punto anterior en la carrera sin objeto hacia el olvido. Cuando como no cristiano leí por primera vez el libro de Wells pensé, "¡No, no! ¡No puede acabar así!" Pero si no hay Dios, así es como acabará, nos guste o no. Ésta es la realidad en un universo sin Dios: no hay esperanza; no hay propósito.

Lo que es verdad para la humanidad como un todo es verdad individualmente para cada uno de nosotros: estamos aquí sin ningún propósito. Si no hay Dios, entonces nuestra vida no es cualitativamente diferente de la de un perro. Como el antiguo autor de Eclesiastés lo pone "Los hombres terminan igual que los animales; el destino de ambos es el mismo, pues unos y otros mueren por igual, y el aliento de vida es el mismo para todos, así que el hombre no es superior a los animales. Realmente, todo es absurdo, y todo va hacia el mismo lugar. Todo surgió del polvo, y al polvo todo volverá". (Ecl 3:19-20 NVI). En este libro, que se lee más como un pedazo de literatura existencialista moderna que como un libro de la Biblia, el escritor muestra la futileza de placer, la riqueza, la educación, la fama política, y la honra en una vida condenada a acabar en la muerte. ¿Su veredicto? “¡Vanidad de vanidades! Todo es vanidad!" (1:2). Si la vida acaba a la tumba, entonces no tenemos ningún propósito último por el cual vivir.

Pero más que esto: aun si no acabara con la muerte, sin Dios la vida aún carecería de propósito. El hombre y el universo serían entonces simples accidentes del azar, lanzados a la existencia sin razón. Sin Dios, el universo es el resultado de un accidente cósmico, una explosión fortuita. No hay razón para su existencia. En cuanto al hombre, es un capricho de la naturaleza—un producto ciego de la materia, más el tiempo, más el azar. Es simplemente un poco de cieno que desarrolló racionalidad. Como un filósofo lo ha puesto: "La vida humana está montada sobre un pedestal subhumano y debe desplazarse por sí sola en el corazón de un universo silencioso e inconsciente.''iv

Lo que es verdad del universo y de la raza humana también es verdad de nosotros como individuos. Si Dios no existe, entonces usted es simplemente un aborto de naturaleza, lanzado a un universo sin propósito para vivir una vida sin propósito.

Así, si Dios no existe, significa que el hombre y el universo existen sin propósito, dado que el fin de todo es la muerte, y llegaron a existir sin propósito, dado que son sólo productos ciegos del azar. En pocas palabras, la vida carece absolutamente de razón.

¿Entiende usted la gravedad de la alternativa que se nos presenta? Si Dios existe, hay esperanza para el hombre. Pero si Dios no existe, todo lo que nos queda es la desesperación. ¿Entiende por qué la pregunta sobre la existencia de Dios es tan vital para el ser humano? Como un escritor acertadamente lo ha puesto "Si Dios está muerto, entonces el hombre también está muerto".

Desgraciadamente, la gran masa de la humanidad no comprende este hecho. Continúan adelante como si nada hubiera cambiado. Me recuerda la historia de Nietzsche del loco que en las primeras horas de la mañana irrumpió en el mercado, linterna en mano, gritando: "¡Busco Dios! ¡Busco Dios!" Dado que muchos de los presentes no creían en Dios, provocó mucha risa. "¿Dios se ha perdido? " se mofaron de él. "¿O está escondido? ¡O quizá se ha ido de viaje o ha emigrado!" Le gritaron y se rieron. Entonces, escribe a Nietzsche, el loco se volvió hacia ellos y los atravesó con su mirada

"¿Donde esta Dios? " gritó, 'yo les diré. Nosotros lo hemos matado: ustedes y yo. Todos nosotros somos sus asesinos. ¿Pero cómo hemos hecho esto? ¿Cómo pudimos beber al mar? ¿Quién nos dio la esponja para borrar el horizonte entero? ¿Qué hicimos cuándo desencadenamos esta tierra de su sol? ¿Hacia donde se está moviendo ahora? ¿Lejos de todos los soles? ¿Acaso no nos hundimos continuamente? ¿Hacia atrás, hacia los lados, adelante, en todas las direcciones? ¿Queda un arriba y un abajo? ¿No estamos extraviándonos como en una infinita nada? ¿No sentimos el aliento del espacio vacío? ¿No se ha vuelto más frío? ¿No viene noche y más noche? ¿No deben encenderse las linternas por la mañana? ¿No oímos todavía del ruido de los sepultureros que están enterrando Dios? . . . Dios está muerto. . . . Y nosotros lo hemos matado. ¡Cómo nosotros, asesinos entre los asesinos, nos consolaremos!"v

La muchedumbre miró fijamente al loco en el silencio y asombro. Por fin este azotó su linterna en el suelo. "He venido demasiado pronto" dijo. "Este tremendo evento todavía está en de camino, no ha alcanzado los oídos del hombre todavía". Los hombres no comprendieron realmente las consecuencias de lo que habían hecho al matar a Dios. Pero Nietzsche predijo que algún día la gente comprenderían las implicaciones de su ateísmo; y este descubrimiento introduciría una edad de nihilismo: la destrucción de todo significado y valor en la vida.

La mayoría de las personas aun no reflexiona en las consecuencias del ateísmo y así, como la muchedumbre en el mercado, sigue inconscientemente su camino. Pero cuando comprendemos, como hizo Nietzsche, lo qué el ateísmo implica, entonces su pregunta nos golpea fuertemente: ¿cómo nosotros, los asesinos de todos los asesinos, nos consolaremos?

La imposibilidad Práctica del Ateísmo

Casi la única solución que el ateo puede ofrecer es que enfrentemos la absurdidad de la vida y vivamos valientemente. Por ejemplo, Bertrand Russell escribió que debemos construir nuestras vidas en "el firme fundamento de la inflexible desesperación"vi. Sólo reconociendo que el mundo realmente es un lugar terrible podemos enfrentar exitosamente la vida. Camus dijo que debemos reconocer la absurdidad de la vida honestamente y entonces debemos vivir en amor el uno por el otro.

El problema fundamental con esta solución, sin embargo, es que es imposible vivir de forma consistente y alegre dentro de tal cosmovisión. Si uno vive de forma consistente, no será feliz; si uno vive felizmente, es sólo porque no es consistente. Francis Schaeffer ha explicado bien este punto. El hombre moderno, dice Schaeffer, vive en un universo de dos pisos. En el piso de abajo está el mundo finito sin Dios; aquí la vida es absurda, como hemos visto. En el piso superior está el significado, los valores, y el propósito. Ahora, el hombre moderno vive en el piso de abajo porque cree que no hay Dios. Pero no puede vivir felizmente en un mundo tan absurdo; por tanto continuamente da saltos de fe al piso superior para afirmar el significado, valor, y propósito, aún cuando no tiene derecho a ello, dado que no cree en Dios.

Echémosle, entonces, una nueva mirada a cada una de las tres áreas en que vimos que la vida es absurda sin Dios, para mostrar cómo el hombre no puede vivir consistente y alegremente con su ateísmo.

Significado de la Vida

Primero, el área del significado. Vimos que sin Dios, la vida no tiene ningún significado. Aun así, los filósofos continúan viviendo como si la vida tuviera significado. Por ejemplo, Sartre afirmó que uno puede crear significado para su vida escogiendo libremente seguir un cierto curso de acción. El propio Sartre escogió el Marxismo.

Ahora esto es absolutamente incoherente. Es incoherente decir que la vida es objetivamente absurda y después decir uno puede crear significado para su vida. Si la vida es realmente absurda, entonces el hombre esta atrapado en el piso inferior. Intentar crear significado en la vida representa un salto al piso superior. Pero Sartre no tiene ninguna base para este salto. Sin Dios, no puede haber ningún significado objetivo en la vida. El programa de Sartre realmente es un ejercicio de autoengaño. Sartre realmente está diciendo, "Hagamos como que el universo tiene significado." Esto es simplemente engañarnos a nosotros mismos.

El punto es este: si Dios no existe, entonces la vida objetivamente carece de sentido; pero el hombre no puede vivir de forma consistente y feliz sabiendo que la vida no tiene sentido; así que para ser feliz simula que la vida tiene significado. Pero esto es, claro, completamente inconsistente, porque sin Dios, el hombre y el universo carecen de cualquier significancia real.

El valor de Vida

Volvámonos ahora al problema de valor. Aquí es donde ocurren las inconsistencias más escandalosas. En primer lugar, los humanistas ateos son totalmente incoherentes al afirmar los valores tradicionales del amor y hermandad. Camus ha sido correctamente criticado por sostener inconsistentemente la absurdidad de la vida y la ética del amor y hermandad humana. Los dos son lógicamente incompatibles. Bertrand Russell, también, fue inconsistente. Pues aunque era ateo, era un abierto crítico social, denunciando la guerra y las restricciones a la libertad sexual. Russell admitió que no podía vivir como si los valores éticos simplemente fueran una cuestión de gusto personal, y que encontraba su propia visión, por consiguiente, "increíble." "No sé la solución", confesóvii. El punto es que si no hay Dios, no puede existir un bien y mal objetivos. Como dijo Dostoyevsky "Todas las cosas están permitidas."

Pero Dostoyevsky también mostró que el hombre no puede vivir de esta manera. No puede vivir como si fuera perfectamente correcto que soldados maten niños inocentes. No puede vivir como si fuera perfectamente correcto que dictadores como Pol Pot exterminen a millones de sus propios compatriotas. Todo en él clama que estos actos son malvados, realmente malvados. Pero si no hay Dios, no puede hacerlo. Así que da un salto de fe y afirma los valores de todos modos. Y cuando lo hace, revela la insuficiencia de un mundo sin Dios.

El horror de un mundo desprovisto de valor se hizo real para mi con una nueva intensidad hace unos pocos años atrás, cuando vi un documental televisivo de la BBC llamado "The Gathering", Se trataba de una reunión de sobrevivientes del Holocausto en Jerusalén dónde reencontraron amistades perdidas y compartieron sus experiencias. Un prisionera, enfermera, contó como había llegado a ser la ginecóloga de Auschwitz. Ella observó que las mujeres embarazadas eran agrupadas por los soldados bajo la dirección del Dr. Mengele y alojadas en los mismos cuarteles. Pasado algún tiempo, notó que no se volvía a ver a ninguna de estas mujeres. Hizo algunas averiguaciones. "¿Dónde están las mujeres embarazadas que fue alojadas en esos cuarteles?” "¿No se enteró? " fue la respuesta. "El Dr. Mengele las usó para vivisección."

Otra mujer contó cómo Mengele había ligado a sus pechos para que no pudiera amamantar a su pequeño. El doctor quería descubrir cuánto tiempo un infante podía sobrevivir sin nutrición. Desesperadamente esta pobre mujer intentó mantener a su bebé vivo dándole los pedazos de pan empapados en café, sin resultados. Cada día el bebé perdía peso, un hecho que era ávidamente monitoreado por el Dr. Mengele. Una enfermera vino en secreto a esta mujer y le dijo, "He arreglado una manera para que usted pueda salir de aquí, pero usted no puede llevar a su bebé con usted. Traje una inyección de morfina que puede darle al niño para acabar su vida." Cuando la mujer protestó, la enfermera insistió: "Mire, su bebé va a morir de todas maneras. Al menos sálvese usted." Y así, esta madre le quitó la vida de su propio bebé. El Dr. Mengele se enfureció cuando se enteró de ello, porque había perdido su espécimen de experimentación y, buscó entre los cadáveres para encontrar el cuerpo descartado del bebé y así poder tener un último registro de peso.

Mi corazón se rasgó por estas historias. Un rabino que sobrevivió al campo lo resumió bien cuando dijo que en Auschwitz era como si existiera un mundo en que todos los Diez Mandamientos hubieran sido invertidos. La humanidad nunca había visto tal infierno.

Y aún así, si Dios no existe, entonces en cierto sentido, nuestro mundo es Auschwitz: no hay un bien y un mal absolutos; cualquier cosa esta permitida. Pero ningún ateo, ningún agnóstico, puede vivir de forma consistente con tal perspectiva. El propio Nietzsche, quién proclamó la necesidad de vivir más allá del bien y del mal, rompió con su mentor Richard Wagner a causa del problema del antisemitismo del compositor y su estridente nacionalismo alemán. Del mismo modo, Sartre, escribiendo justo después de la Segunda Guerra Mundial, condenó el antisemitismo, declarando que una doctrina que lleva al exterminio no es meramente una cuestión de opinión o gusto personal, de igual valor que su opuestoviii. En su importante ensayo "El Existencialismo Es un Humanismo", Sartre se esfuerza vanamente por eludir la contradicción entre su rechazo a la idea de valores divinamente preestablecidos y su deseo urgente afirmar el valor de la persona humana. Como Russell, no podía vivir con las implicaciones de su propio rechazo de los absolutos éticos.

Un segundo problema es que si Dios no existe y no hay inmortalidad, entonces todos los actos malvados de los hombres quedan impunes y todos los sacrificios de los hombres buenos quedan sin recompensa. ¿Pero quién puede vivir con tal perspectiva? Richard Wurmbrand, quien fue torturado por su fe en las prisiones comunistas dice

"La crueldad de ateísmo es difícil de creer cuando el hombre no tiene fe en la recompensa del bien o el castigo de mal. No hay ninguna razón para ser humano. No hay restricción de las profundidades de mal que hay en el hombre. Los verdugos comunistas a menudo decían, 'no hay Dios, no hay más allá, no hay castigo para el mal. Podemos hacer lo que queramos.' Incluso escuché a un torturador decir, 'Doy gracias a Dios en quien no creo, por haber vivido hasta a esta hora cuando puedo expresar todo el mal en mi corazón.' Lo expresó en la increíble brutalidad y tortura infligidas en los prisioneros"ix.

Y lo mismo se aplica a los actos de auto-sacrificio. Hace varios años, ocurrió un terrible desastre aéreo en pleno invierno, en que un avión que despegaba del aeropuerto de Washington, D.C., se estrelló contra un puente sobre el río Potomac, zambullendo a los pasajeros en las heladas aguas. Cuando los helicópteros de rescate llegaron, la atención se enfocó en un hombre que una y otra vez empujó la escalera de cuerda colgante hacia otros pasajeros en lugar de ser el mismo llevado a la seguridad. Seis veces pasó la escalera. Cuando llegaron nuevamente, había fallecido. Había dado gratuitamente su vida para que otros pudieran vivir. La nación entera volvió sus ojos a este hombre en respeto y admiración por el acto bueno y desinteresado que había realizado. Y aún así, si el ateo está en lo correcto, ese hombre no fue noble, hizo la cosa más estúpida posible. Debió haber ido primero por la escalera, empujando a otros si era necesario para sobrevivir. ¿Pero morir por otros que ni siquiera conocía, renunciar a toda la breve existencia que tendría? ¿Para que? Para el ateo no puede haber ninguna razón. Y aún así el ateo, como el resto de nosotros, reacciona instintivamente con alabanza para la acción generosa de este hombre. De hecho, uno probablemente nunca encontrará a un ateo que viva de forma consistente con su sistema. Porque un universo sin responsabilidad moral y carente de valor es inimaginablemente terrible.

El propósito de Vida

Finalmente, miremos el problema del propósito de la vida. La única manera en que la mayoría de las personas que niegan el propósito en la vida viven felizmente es, ya sea, inventando algún propósito, lo que es auto engaño como vimos con Sartre, o no llevando su perspectiva a sus conclusiones lógicas. Tome el problema de muerte, por ejemplo. Según Ernst Bloch, la única manera en que el hombre moderno puede vivir ante la muerte es tomando prestada subconscientemente la creencia en la inmortalidad que sus antepasados sostuvieron, aunque él mismo no tiene ninguna base para esta creencia, dado que no cree en Dios. Al tomar prestados los remanentes de una creencia en la inmortalidad, escribe a Bloch, "el hombre moderno no siente el abismo que incesantemente lo rodea y que ciertamente finalmente lo engullirá. A través de estos remanentes, salva su sentido de identidad. A través de ellos surge la impresión de que el hombre no está pereciendo, si no solo que un día el mundo tiene el capricho de no aparecerle más." Bloch concluye, "Este ánimo, bastante superficial se alimenta de una tarjeta de crédito prestada. Vive de esperanzas antiguas y del apoyo que estas una vez habían proporcionado"x. El hombre Moderno ya no tiene derecho a ese apoyo, dado que ha rechazado a Dios. Pero para vivir con un propósito, hace un salto de fe al afirmar una razón por la cual vivir.

A menudo encontramos la misma inconsistencia entre aquéllos que dicen que el hombre y el universo llegaron a existir sin ninguna razón o propósito, simplemente por casualidad. Incapaz de vivir en un universo impersonal en que todo es producto del ciego azar, esta gente comienza a atribuir personalidad y motivos a los procesos físicos mismos. Es una manera extraña de hablar y representa un salto del piso inferior al superior. Por ejemplo, Francis Crick, a medio camino de su libro "El Origen del Código Genético" comienza a escribir "naturaleza" con una "N" mayúscula y en otra parte habla de selección natural como siendo "inteligente" y como "pensando" en lo que va a hacer. Fred Hoyle, el astrónomo inglés, atribuye al propio universo las cualidades de Dios. Para Carl Sagan el "Cosmos", que él siempre escribe con mayúscula, obviamente cumple el papel de un dios sustituto. Aunque todos estos hombres profesan no creer en Dios, contrabandean un Dios suplente por la puerta trasera porque ellos no pueden soportar vivir en un universo en que todo es el resultado aleatorio de fuerzas impersonales.

Y es interesante ver a muchos pensadores traicionar sus perspectivas cuando son llevadas a su conclusión lógica. Por ejemplo, ciertas feministas han levantado una tormenta de protesta contra la psicología sexual Freudiana porque es chauvinista y degradante respecto de las mujeres. Y algunos psicólogos se han sometido y han revisado sus teorías. Ahora, esto es totalmente inconsistente. Si la psicología Freudiana es realmente verdad, entonces no importa si es degradante para las mujeres. No se puede cambiar la verdad porque no nos guste a lo a que lleva. Pero las personas no pueden vivir de forma consistente y feliz en un mundo dónde otras personas son devaluadas. Sin embargo, si Dios no existe, nadie tiene valor alguno. Sólo si Dios existe puede alguien de forma consistente sostener los derechos de las mujeres. Pero si Dios no existe, entonces la selección natural dicta que el varón de la especie sea dominante y agresivo. Las mujeres no tendrían más derechos que los que tienen una cabra hembra o una gallina. En la naturaleza cualquier cosa que es, esta bien. ¿Pero quién puede vivir con tal perspectiva? Al parecer, ni siquiera los psicólogos Freudianos que traicionan sus teorías cuando son empujadas a sus conclusiones lógicas.

O tomemos el conductismo sociológico de alguien como B. F. Skinner. Su perspectiva lleva a la clase de sociedad prevista en "1984" de George Orwell, dónde el gobierno controla y programa el pensamiento de todos. Si las teorías de Skinner son correctas, no puede haber objeción a tratar a las personas como a las ratas en la jaula de Skinner, recorriendo sus laberintos, estimulados con comida y choques eléctricos. Según Skinner, todas nuestras acciones están determinadas de todas formas. Y si Dios no existe, ninguna objeción moral puede levantarse contra este tipo de programación, porque el ser humano no es cualitativamente diferente de una rata, dado que ambos no son más que materia, más tiempo, más azar. Pero, de nuevo ¿quién puede vivir con tal perspectiva deshumanizante?

O finalmente, tome el determinismo biológico alguien como Francis Crick. La conclusión lógica es que el ser humano es como cualquier otro espécimen de laboratorio. El mundo se horrorizó cuando descubrió que en campos como Dachau los nazis habían usado a prisioneros para experimentos médicos en humanos vivos. ¿Pero por qué no? Si Dios no existe, no puede haber ninguna objeción en usar a alguien como conejillo de indias humano. El fin de esta perspectiva es el control de la población en que el débil y el no deseado son muertos en orden a dar lugar al fuerte. Pero la única manera en que podemos protestar de forma consistente contra esta perspectiva es si Dios existe. Sólo si Dios existe puede haber propósito en la vida.

El dilema de hombre moderno es así verdaderamente terrible. Y en la medida en que niega la existencia de Dios y la objetividad de los valores y el propósito, este dilema permanece sin resolver también para el hombre "posmoderno." De hecho, es precisamente la conciencia de que el modernismo produce inevitablemente la absurdidad y desesperación lo que constituye la angustia de la posmodernidad. En algunos respectos, la posmodernidad es solo la conciencia de la bancarrota de la modernidad. La cosmovisión atea es insuficiente para mantener una vida feliz y consistente. El hombre no puede vivir de forma consistente y feliz como si la vida careciera finalmente de significado, valor o propósito. Si intentamos vivir de forma consistente dentro de una cosmovisión atea, seremos profundamente infelices. Si en cambio logramos vivir felizmente, es sólo desmintiendo nuestra cosmovisión.

Confrontado con este dilema, el ser humano se debate patéticamente por algún medio de escape. En un notable discurso ante la Academia Americana para el Avance de Ciencia en 1991, el Dr. L. D. Rue, confrontado con el predicamento del hombre moderno, postuló audazmente que debemos engañarnos a nosotros mismos por medio de alguna "Mentira Noble" para pensar que nosotros y el universo aún tenemos valorxi. Afirmando que "La lección de los últimos dos siglos es que el relativismo intelectual y moral es profundamente la realidad", el Dr. Rue reflexiona que la consecuencia de tal descubrimiento es que búsqueda del plenitud personal (o la auto realización) y la búsqueda de la coherencia social se independizan una de la otra. Esto porque desde el punto de vista del relativismo la búsqueda de la autorrealización se privatiza radicalmente: cada uno escoge su propio juego de valores y significado. Si hemos de evitar la "opción del manicomio", dónde la autorrealización es perseguida sin tener en cuenta la coherencia social, y la "opción totalitaria" dónde la coherencia social se impone a expensas de la plenitud personal, no tenemos otra opción que abrazar alguna Mentira Noble que nos inspire a vivir más allá de nuestros intereses egoístas y así lograr la coherencia social. Una Mentira Noble "es una que nos engaña, nos compele más allá del propio interés, más allá del ego, más allá de la familia, la nación, [y] la raza." Es una mentira, porque nos dice que el universo esta imbuido de valor (lo qué es una gran ficción), porque tiene una pretensión de verdad universal (cuando no la hay), y porque me dice que no viva para mi propio interés (lo qué es evidentemente falso). "Pero sin tales mentiras, no podemos vivir."

Éste es el espantoso veredicto pronunciado sobre el hombre moderno. Para sobrevivir, debe vivir en el auto engaño. Pero incluso la opción de la Mentira Noble es finalmente impracticable. Para ser feliz, uno debe creer en el en un significado, valor y propósito objetivos. ¿Pero cómo puede uno creer en esas Mentiras Nobles y al mismo tiempo en el ateísmo y relativismo? Mientras más convencido se esté de la necesidad de una Mentira Noble, menos se puede creer en ella. Como un placebo, una Mentira Noble opera sólo en aquéllos que la creen verdad. Una vez que hemos visto a través de la ficción, la Mentira pierde su poder sobre nosotros. Así, irónicamente, la Mentira Noble no puede resolver el predicamento humano para cualquiera que ha llegado a ver ese predicamento.

La opción de la Mentira Noble lleva por consiguiente, en el mejor de los casos, a una sociedad en que un grupo elitista de illuminatis engaña a las masas para su propio bien, perpetuando la Mentira Noble. ¿Pero entonces por qué aquéllos de nosotros que estamos bien informados debemos seguir a las masas en su ilusión? ¿Por qué debemos sacrificar nuestro interés propio por una ficción? Si la gran lección de los últimos dos siglos el relativismo moral e intelectual es, entonces ¿por qué (si pudiéramos) pretender que no sabemos esta verdad y vivir una mentira en cambio? Si alguien contesta, "en beneficio de la coherencia social", uno puede legítimamente preguntar por qué debo sacrificar mi interés propio en beneficio de la coherencia social. La única respuesta que el relativista puede dar es la coherencia social es en mi propio interés, pero el problema de esta respuesta es que el interés propio y el interés de la manada no siempre coinciden. Además, si (por puro interés individual) me preocupo de la coherencia social, la opción totalitaria me siempre está abierta: olvidemos la Mentira Noble y mantengamos la coherencia social (así como mi propia autorrealización) a expensas del bienestar personal de las masas. Rue consideraría tal opción indudablemente repugnante. Pero ahí esta el problema. El dilema de Rue es que él obviamente valora profundamente la coherencia social y la plenitud personal en si mismas; en otros términos, estas son valores objetivos, los que según su filosofía no existen. Él ya ha hecho el salto al piso de arriba. La opción de la Mentira Noble afirma lo que niega y así se refuta a si misma.

El Éxito del Cristianismo Bíblico

Pero si el ateísmo falla a este respecto, ¿que pasa con el Cristianismo bíblico? Según la cosmovisión cristiana, Dios sí existe, y la vida de hombre no acaba a la tumba. En el cuerpo de resurrección el ser humano puede disfrutar de vida eterna y comunión con Dios. El Cristianismo bíblico por lo tanto provee de las dos condiciones necesarias para una vida significativa, valiosa, y con propósito para el hombre: Dios e inmortalidad. Debido a esto, podemos vivir de forma consistente y feliz. Así, el Cristianismo bíblico tiene éxito precisamente donde el ateísmo colapsa.

Conclusión

Ahora, quiero dejar claro que no he mostrado aún que el Cristianismo bíblico sea verdad. Pero lo que he hecho es exponer claramente las alternativas. Si Dios no existe, la vida es fútil. Si el Dios de la Biblia existe, entonces la vida es significativa. Sólo la segunda de estas dos alternativas nos permite vivir de forma feliz y consistente. Por consiguiente, me parece que aun cuando la evidencia para estas dos opciones sea completamente igual, una persona racional debiera escoger el Cristianismo bíblico. Me parece positivamente irracional preferir la muerte, la futileza, y la destrucción a la vida, el significado y la felicidad. Como dijo Pascal, no tenemos nada que perder y el infinito que ganar.

Notas

i 1 Kai Nielsen, "Why Should I Be Moral?" American Philosophical Quarterly 21 (1984): 90.

ii Richard Taylor, Ethics, Faith, and Reason (Englewood Cliffs, NJ: Prentice Hall, 1985), 90, 84.

iii H.G. Wells, The Time Machine (New York: Berkeley, 1957), chap. 11.

iv W.E. Hocking, Types of Philosophy (New York: Scribner's, 1959), 27

v Friedrich Nietzsche, "The Gay Science," in The Portable Nietzsche, ed. and trans. W. Kaufmann (New York: Viking, 1954), 95.

vi Bertrand Russell, "A Free Man's Worship," in Why I Am Not a Christian, ed. P. Edwards (New York: Simon & Schuster, 1957), 107.

vii Bertrand Russell, Letter to the Observer, 6 October, 1957.

viii Jean Paul Sartre, "Portrait of the Antisemite," in Existentialism from Dostoyevsky to Satre, rev. ed., ed. Walter Kaufmann (New York: New Meridian Library, 1975), p. 330.

ix Richard Wurmbrand, Tortured for Christ (London: Hodder & Stoughton, 1967), 34.

x Ernst Bloch, Das Prinzip Hoffnung, 2d ed., 2 vols. (Frankfurt am Main: Suhrkamp Verlag, 1959), 2:360-1.

xi Loyal D. Rue, "The Saving Grace of Noble Lies," address to the American Academy for the Advancement of Science, February, 1991.​
http://respuestasevangelicas.blogspot.com/

Keep tha party ALIVE!!!!
 
Re: Lo Absurdo de la Vida SIN DIOS

Lo Absurdo de la Vida sin Dios

William Lane Craig

Traducido por Joel Naranjo. The Absurdity of Life without God


La Necesidad de Dios y la Inmortalidad

El Hombre, escribe Loren Eiseley, es el Huérfano Cósmico. Es la única criatura en el universo que pregunta, "¿Por qué?” Otros animales tienen su instinto para guiarlos, pero el hombre ha aprendido a hacer preguntas. "¿Quién soy?" pregunta el ser humano. "¿Por qué estoy aquí? ¿A dónde voy?”. Desde la Ilustración, cuando se despojó de los grilletes de la religión, el hombre ha intentado contestar estas preguntas sin hacer referencia a Dios. Pero las respuestas que ha hallado no han sido estimulantes, si no oscuras y terribles. "Eres un subproducto accidental de la naturaleza, el resultado de la materia más el tiempo y el azar. No hay ninguna razón para tu existencia. Todo lo que enfrentas es la muerte."

El hombre moderno pensó que al librarse de Dios, se había librado de todo aquello que lo reprimía y ahogaba. Sin embargo, descubrió que al matar a Dios, se había dado muerte a sí mismo. Porque si no hay Dios, la vida de hombre se vuelve absurda.

Si Dios no existe, tanto el hombre como el universo están inevitablemente condenados a la muerte. El ser humano, como todos los organismos biológicos, debe morir. Sin la esperanza de la inmortalidad, la vida de hombre lleva sólo a la tumba. Su vida no es si no una chispa en la oscuridad infinita, una chispa que nace, parpadea, y muere para siempre. Por consiguiente, todos debemos enfrentar lo que teólogo Paul Tillich ha llamado "la amenaza del no ser". Porque aunque ahora sé que existo, que estoy vivo, sé también que algún día ya no existiré, que ya no seré más, que voy a morir. Este pensamiento es pasmoso y amenazador: ¡pensar que la persona que llamo "yo" dejará de existir, que no será más!

Recuerdo vivamente la primera vez que mi padre me dijo que algún día yo moriría. De algún modo, como niño, el pensamiento simplemente nunca había cruzado por mi mente. Cuando me lo dijo, quedé lleno de miedo y una insoportable tristeza. Y aunque intentó repetidamente asegurarme esto ocurriría en mucho tiempo más, eso no parecía importar. Fuese antes o después, el hecho innegable era que yo moriría y ya no sería más, y esta idea me resultó abrumadora. Eventualmente, como todos, llegué a simplemente a aceptarlo. Todos aprendemos a vivir con lo inevitable. Pero esa percepción infantil sigue siendo cierta. Como el existencialista francés Jean-Paul Sartre observó, “algunas horas o algunos años no hacen diferencia alguna una vez que se ha perdido la eternidad”.

Ya sea que llegué antes o después, la perspectiva de la muerte y la amenaza del no ser es un horror terrible. Pero una vez conocí un estudiante quién no sentía esta amenaza. Decía que había crecido en una granja y estaba acostumbrado a ver los animales nacer y morir. La muerte era para él simplemente algo natural, parte de la vida, por así decirlo. Yo estaba intrigado por lo diferente que eran nuestras perspectivas acerca de la muerte y encontraba difícil entender por qué él no sentía la amenaza de no ser. Después de varios años, pienso que encontré mi respuesta leyendo a Sartre. Sartre observó que la muerte no es amenazante en tanto la veamos como la muerte del otro, cuando la vemos en tercera persona, por así decirlo. Es sólo es cuando la internalizamos y la vemos primera persona ("mi muerte: Yo voy morir") que la amenaza del no ser se vuelve real. Como indica Sartre, muchas personas nunca asumen esta perspectiva de primera persona en su vida; uno puede mirar incluso su propia muerte desde un punto de vista de tercera persona, como si fuera la muerte de otro o incluso de un animal, como hizo mi amigo. Pero el verdadero significado existencial de mi muerte sólo puede apreciarse de la perspectiva de primera persona, cuando comprendo que yo voy morir y dejaré de existir para siempre. Mi vida es simplemente una transición momentánea del olvido al olvido.

Y el universo, también, enfrenta la muerte. Los Científicos nos dicen que el universo se está expandiendo, y todo en él se aleja más y más. Mientras esto sucede, se vuelve más y más frío, y su energía se agota. En el futuro todas las estrellas se consumirán y toda la materia colapsará en estrellas muertas y agujeros negros. No habrá luz en absoluto; no habrá calor; no habrá vida; sólo los cadáveres de estrellas y galaxias muertas, siempre expandiéndose en la oscuridad interminable y las frías profundidades del espacio: un Universo en ruinas. Así que no sólo la vida de cada persona individual está condenada; la raza humana entera está condenada. No hay escapatoria. No hay esperanza.

Lo Absurdo de la Vida sin Dios y sin Inmortalidad

Si no hay Dios, entonces el hombre y el universo están condenados. Como prisioneros sentenciados a muerte, esperamos nuestra inevitable ejecución. No hay Dios ni inmortalidad. ¿Y cuál es la consecuencia de esto? Significa que la vida misma es absurda. Significa que la vida que tenemos carece de significado, valor, o propósito último. Miremos cada uno de éstos.

No hay Significado Último sin Inmortalidad y sin Dios

Si cada persona deja de existir cuándo muere, entonces ¿qué significado último puede darse a su vida? ¿Importa realmente si alguna vez existió? Su vida puede ser importante en relación a ciertos eventos, pero ¿Cuál es el significado último de cualquiera de esos eventos? Si todos los eventos carecen de sentido, entonces ¿Cuál puede ser el significado o influencia última de cualquiera de ellos? En última cuenta no hacen ninguna diferencia.

Veámoslo desde otra perspectiva: Los científicos dicen que el universo en originó en una explosión denominada el "Big Bang" hace unos 13 mil millones años. Suponga que el Big Bang nunca hubiera ocurrido. Suponga que el universo nunca hubiera existido. ¿Qué diferencia sustancial haría? De todos modos, el universo esta condenado. En última cuenta, no hace ninguna diferencia si el universo alguna vez existió o no. Por consiguiente, carece de significado último.

Lo mismo es verdad respecto la raza humana. La humanidad es una especie condenada en un universo agonizante. Porque la raza humana dejará de existir en el futuro; da lo mismo si alguna vez existió. La humanidad, así, no es más significativa que un enjambre de mosquitos o un corral de cerdos, pues su destino es el mismo. El mismo ciego proceso cósmico que los escupió en primer lugar se los tragará a todos en el futuro.

Y lo mismo es verdad de cada persona individual. Las contribuciones del científico al adelanto de conocimiento humano, las investigaciones del doctor para aliviar el dolor y el sufrimiento, los esfuerzos del diplomático por afianzar la paz en el mundo, los sacrificios de hombres buenos en todo lugar para mejorar la condición de la raza humana: todos éstos llegan a nada. Éste es el horror de hombre moderno: dado que acaba en nada, es nada.

Pero es importante ver que no es sólo inmortalidad lo que necesita el hombre si su vida ha de ser significativa. La mera duración de la existencia no hace a esa existencia significativa. Si el hombre y el universo pudieran existir para siempre, pero no hubiera Dios, su existencia aún carecería de significado último. Como ilustración, una vez leí un cuento de ciencia-ficción en que un astronauta estaba aislado en un yermo trozo de piedra perdido en el espacio exterior. Con él tenía dos frascos: uno contenía veneno y el otro una poción que lo haría vivir para siempre. Comprendiendo su predicamento, bebió el veneno. Pero entonces, para su horror, descubrió que había bebido el frasco equivocado, habían bebido la poción de la inmortalidad. Y eso significaba que él estaba maldito a existir para siempre, una vida interminable y carente de sentido. Ahora, si Dios no existe, nuestras vidas son exactamente igual. Podrían seguir y seguir y aún carecer absolutamente de sentido. Aún podríamos preguntar de la vida, "¿Y qué?” Así que no es sólo la inmortalidad lo que el hombre necesita si su vida ha de ser significativa en último término; necesita a Dios y la inmortalidad. Y si Dios no existe, carece de ambos.

El hombre del siglo XX llegó a entender esto. Lean "Esperando a Godot" de Samuel Beckett. Durante toda la obra dos hombres mantienen una conversación trivial mientras esperan que llegué un tercer hombre, quién nunca lo hace. Nuestras vidas son así, está diciendo Beckett; sólo matamos el tiempo esperando. ¿Qué?, no lo sabemos. En un trágico retrato del hombre, Beckett escribió otra obra en que el telón se abre revelando un escenario cubierto de basura. Durante treinta largos segundos, el público se sienta y mira fijamente en silencio esa basura. Entonces el telón se cierra. Eso es todo.

Los existencialistas franceses Jean-Paul Sartre y Albert Camus entendieron esto también. Sartre retrató la vida en su obra "Sin Salida" como el infierno. La línea final de la obra son las palabras de resignación, "Bien, sigamos con él." Así, Sartre escribe en otra parte acerca de la "náusea" de la existencia. Camus, también, vio la vida como un absurdo. Al final de su novela breve "El Extranjero", el héroe de Camus descubre en un destello de comprensión que el universo no tiene significado y no hay Dios para darle uno.

Así, si no hay Dios, entonces la vida misma carece sentido. El hombre y el universo carecen de significado último.

No hay Valor Último Sin Inmortalidad y sin Dios

Si la vida acaba a la tumba, entonces da lo mismo si uno ha vivido como un Stalin o como un santo. Dado que el destino de cada uno finalmente no se relaciona con la propia conducta, usted puede simplemente vivir como mejor le parezca. Como lo puso Dostoyevsky: "Si no hay inmortalidad, todas las cosas están permitidas". Sobre esta base, un escritor como Ayn Rand esta completamente en lo cierto al alabar las virtudes del egoísmo. Viva totalmente para el yo; ¡no hay nadie que le haga rendir cuentas! De hecho, sería estúpido hacer algo diferente, pues la vida es demasiado corta para arriesgarla actuando por otra cosa que no sea puro interés propio. Sacrificarse en favor de otro sería estúpido. Kai Nielsen, un filósofo del ateo que intenta defender la viabilidad de la ética sin Dios, al final admite,

No hemos sido capaces de mostrar que la razón requiere el punto de vista moral, o que todos que las personas verdaderamente racionales, desprovistas de mitos o ideologías, no necesitan ser individuos egoístas o los amorales clásicos. La razón no decide aquí. El cuadro que he pintado para usted no es uno agradable. La reflexión acerca de él me deprime. . . . La pura razón práctica, incluso con un adecuado conocimiento de los hechos, no le llevará a la moralidad.i

Pero el problema es aun peor. Porque, dejando de lado la inmortalidad, si no hay Dios, no puede haber estándares objetivos del bien y el mal. Todo lo que confrontamos es, en palabras de Jean-Paul Sartre, el hecho desnudo, carente de valor, de la existencia. Los valores morales son ya sea sólo expresiones de gusto personal o los derivados de la evolución y condicionamiento socio-biológico. En un mundo sin Dios ¿Quién puede decir qué valores son correctos y cuales no? ¿Quién puede juzgar que los valores de Adolfo Hitler son inferiores a los de un santo? El concepto de moralidad pierde todo significado en un universo sin Dios. Como un eticista ateo contemporáneo señala,"decir que algo es malo porque. . . esta prohibido por Dios, es. . . absolutamente comprensible para cualquiera que cree en un legislador Divino. Pero decir que algo está mal. . . aun cuando no haya ningún Dios para prohibirlo, no es comprensible. . . . " "El concepto de obligación moral [es] ininteligible aparte de la idea de Dios. Las palabras permanecen pero su significado ha ido"ii. En un mundo sin Dios, no puede haber bien y mal en un sentido objetivo, sólo nuestros juicios subjetivos cultural y personalmente relativos. Esto significa que es imposible de condenar la guerra, la opresión, o el crimen como algo malo. Ni tampoco es posible alabar la fraternidad, la igualdad y el amor como algo bueno. Porque en un universo sin Dios, el bien y el mal no existen, sólo esta el hecho desnudo y sin valor de la existencia, y no hay nadie que diga que tu tienes la razón y yo estoy equivocado.

No hay Propósito Último Sin la Inmortalidad y sin Dios

Si la muerte nos espera con los brazos abiertos al final del camino, ¿cuál es entonces el propósito de la vida? ¿Es todo para nada? ¿No hay razón para la vida? ¿Y qué del universo? ¿Es absolutamente en vano? Si su destino es una tumba helada en el vacío del espacio exterior, la respuesta debe ser: Sí, es vano. No hay ninguna meta, ningún propósito para el universo. Los restos de un universo muerto simplemente seguirán expandiéndose y expandiéndose. Para siempre

¿Y qué de hombre? ¿No hay ningún propósito en absoluto para la raza humana? ¿O simplemente desaparecerá algún día en el olvido de un universo indiferente? El escritor inglés H. G. Wells previó tal perspectiva. En su novela "La Maquina del Tiempo", el viajero del tiempo de Wells viaja lejos en el futuro para descubrir el destino de hombre. Todo lo que encuentra es una tierra muerta, salvo por un poco de liquen y musgo, orbitando un gigantesco sol rojo. Los únicos sonidos son el zumbido del viento y las suaves olas del mar. "Más allá de estos sonidos inanimados", escribe Wells, "el mundo estaba silencioso. ¿Silencioso? Sería difícil expresar su quietud. Todos los sonidos de hombre, el balido de oveja, los gritos de las aves, el zumbido de los insectos, el movimiento que sirve de fondo a nuestras vidas, todo se había acabado"iii 3. Y así, el viajero de tiempo de Wells regresó. ¿Pero a qué? meramente un punto anterior en la carrera sin objeto hacia el olvido. Cuando como no cristiano leí por primera vez el libro de Wells pensé, "¡No, no! ¡No puede acabar así!" Pero si no hay Dios, así es como acabará, nos guste o no. Ésta es la realidad en un universo sin Dios: no hay esperanza; no hay propósito.

Lo que es verdad para la humanidad como un todo es verdad individualmente para cada uno de nosotros: estamos aquí sin ningún propósito. Si no hay Dios, entonces nuestra vida no es cualitativamente diferente de la de un perro. Como el antiguo autor de Eclesiastés lo pone "Los hombres terminan igual que los animales; el destino de ambos es el mismo, pues unos y otros mueren por igual, y el aliento de vida es el mismo para todos, así que el hombre no es superior a los animales. Realmente, todo es absurdo, y todo va hacia el mismo lugar. Todo surgió del polvo, y al polvo todo volverá". (Ecl 3:19-20 NVI). En este libro, que se lee más como un pedazo de literatura existencialista moderna que como un libro de la Biblia, el escritor muestra la futileza de placer, la riqueza, la educación, la fama política, y la honra en una vida condenada a acabar en la muerte. ¿Su veredicto? “¡Vanidad de vanidades! Todo es vanidad!" (1:2). Si la vida acaba a la tumba, entonces no tenemos ningún propósito último por el cual vivir.

Pero más que esto: aun si no acabara con la muerte, sin Dios la vida aún carecería de propósito. El hombre y el universo serían entonces simples accidentes del azar, lanzados a la existencia sin razón. Sin Dios, el universo es el resultado de un accidente cósmico, una explosión fortuita. No hay razón para su existencia. En cuanto al hombre, es un capricho de la naturaleza—un producto ciego de la materia, más el tiempo, más el azar. Es simplemente un poco de cieno que desarrolló racionalidad. Como un filósofo lo ha puesto: "La vida humana está montada sobre un pedestal subhumano y debe desplazarse por sí sola en el corazón de un universo silencioso e inconsciente.''iv

Lo que es verdad del universo y de la raza humana también es verdad de nosotros como individuos. Si Dios no existe, entonces usted es simplemente un aborto de naturaleza, lanzado a un universo sin propósito para vivir una vida sin propósito.

Así, si Dios no existe, significa que el hombre y el universo existen sin propósito, dado que el fin de todo es la muerte, y llegaron a existir sin propósito, dado que son sólo productos ciegos del azar. En pocas palabras, la vida carece absolutamente de razón.

¿Entiende usted la gravedad de la alternativa que se nos presenta? Si Dios existe, hay esperanza para el hombre. Pero si Dios no existe, todo lo que nos queda es la desesperación. ¿Entiende por qué la pregunta sobre la existencia de Dios es tan vital para el ser humano? Como un escritor acertadamente lo ha puesto "Si Dios está muerto, entonces el hombre también está muerto".

Desgraciadamente, la gran masa de la humanidad no comprende este hecho. Continúan adelante como si nada hubiera cambiado. Me recuerda la historia de Nietzsche del loco que en las primeras horas de la mañana irrumpió en el mercado, linterna en mano, gritando: "¡Busco Dios! ¡Busco Dios!" Dado que muchos de los presentes no creían en Dios, provocó mucha risa. "¿Dios se ha perdido? " se mofaron de él. "¿O está escondido? ¡O quizá se ha ido de viaje o ha emigrado!" Le gritaron y se rieron. Entonces, escribe a Nietzsche, el loco se volvió hacia ellos y los atravesó con su mirada

"¿Donde esta Dios? " gritó, 'yo les diré. Nosotros lo hemos matado: ustedes y yo. Todos nosotros somos sus asesinos. ¿Pero cómo hemos hecho esto? ¿Cómo pudimos beber al mar? ¿Quién nos dio la esponja para borrar el horizonte entero? ¿Qué hicimos cuándo desencadenamos esta tierra de su sol? ¿Hacia donde se está moviendo ahora? ¿Lejos de todos los soles? ¿Acaso no nos hundimos continuamente? ¿Hacia atrás, hacia los lados, adelante, en todas las direcciones? ¿Queda un arriba y un abajo? ¿No estamos extraviándonos como en una infinita nada? ¿No sentimos el aliento del espacio vacío? ¿No se ha vuelto más frío? ¿No viene noche y más noche? ¿No deben encenderse las linternas por la mañana? ¿No oímos todavía del ruido de los sepultureros que están enterrando Dios? . . . Dios está muerto. . . . Y nosotros lo hemos matado. ¡Cómo nosotros, asesinos entre los asesinos, nos consolaremos!"v

La muchedumbre miró fijamente al loco en el silencio y asombro. Por fin este azotó su linterna en el suelo. "He venido demasiado pronto" dijo. "Este tremendo evento todavía está en de camino, no ha alcanzado los oídos del hombre todavía". Los hombres no comprendieron realmente las consecuencias de lo que habían hecho al matar a Dios. Pero Nietzsche predijo que algún día la gente comprenderían las implicaciones de su ateísmo; y este descubrimiento introduciría una edad de nihilismo: la destrucción de todo significado y valor en la vida.

La mayoría de las personas aun no reflexiona en las consecuencias del ateísmo y así, como la muchedumbre en el mercado, sigue inconscientemente su camino. Pero cuando comprendemos, como hizo Nietzsche, lo qué el ateísmo implica, entonces su pregunta nos golpea fuertemente: ¿cómo nosotros, los asesinos de todos los asesinos, nos consolaremos?

La imposibilidad Práctica del Ateísmo

Casi la única solución que el ateo puede ofrecer es que enfrentemos la absurdidad de la vida y vivamos valientemente. Por ejemplo, Bertrand Russell escribió que debemos construir nuestras vidas en "el firme fundamento de la inflexible desesperación"vi. Sólo reconociendo que el mundo realmente es un lugar terrible podemos enfrentar exitosamente la vida. Camus dijo que debemos reconocer la absurdidad de la vida honestamente y entonces debemos vivir en amor el uno por el otro.

El problema fundamental con esta solución, sin embargo, es que es imposible vivir de forma consistente y alegre dentro de tal cosmovisión. Si uno vive de forma consistente, no será feliz; si uno vive felizmente, es sólo porque no es consistente. Francis Schaeffer ha explicado bien este punto. El hombre moderno, dice Schaeffer, vive en un universo de dos pisos. En el piso de abajo está el mundo finito sin Dios; aquí la vida es absurda, como hemos visto. En el piso superior está el significado, los valores, y el propósito. Ahora, el hombre moderno vive en el piso de abajo porque cree que no hay Dios. Pero no puede vivir felizmente en un mundo tan absurdo; por tanto continuamente da saltos de fe al piso superior para afirmar el significado, valor, y propósito, aún cuando no tiene derecho a ello, dado que no cree en Dios.

Echémosle, entonces, una nueva mirada a cada una de las tres áreas en que vimos que la vida es absurda sin Dios, para mostrar cómo el hombre no puede vivir consistente y alegremente con su ateísmo.

Significado de la Vida

Primero, el área del significado. Vimos que sin Dios, la vida no tiene ningún significado. Aun así, los filósofos continúan viviendo como si la vida tuviera significado. Por ejemplo, Sartre afirmó que uno puede crear significado para su vida escogiendo libremente seguir un cierto curso de acción. El propio Sartre escogió el Marxismo.

Ahora esto es absolutamente incoherente. Es incoherente decir que la vida es objetivamente absurda y después decir uno puede crear significado para su vida. Si la vida es realmente absurda, entonces el hombre esta atrapado en el piso inferior. Intentar crear significado en la vida representa un salto al piso superior. Pero Sartre no tiene ninguna base para este salto. Sin Dios, no puede haber ningún significado objetivo en la vida. El programa de Sartre realmente es un ejercicio de autoengaño. Sartre realmente está diciendo, "Hagamos como que el universo tiene significado." Esto es simplemente engañarnos a nosotros mismos.

El punto es este: si Dios no existe, entonces la vida objetivamente carece de sentido; pero el hombre no puede vivir de forma consistente y feliz sabiendo que la vida no tiene sentido; así que para ser feliz simula que la vida tiene significado. Pero esto es, claro, completamente inconsistente, porque sin Dios, el hombre y el universo carecen de cualquier significancia real.

El valor de Vida

Volvámonos ahora al problema de valor. Aquí es donde ocurren las inconsistencias más escandalosas. En primer lugar, los humanistas ateos son totalmente incoherentes al afirmar los valores tradicionales del amor y hermandad. Camus ha sido correctamente criticado por sostener inconsistentemente la absurdidad de la vida y la ética del amor y hermandad humana. Los dos son lógicamente incompatibles. Bertrand Russell, también, fue inconsistente. Pues aunque era ateo, era un abierto crítico social, denunciando la guerra y las restricciones a la libertad sexual. Russell admitió que no podía vivir como si los valores éticos simplemente fueran una cuestión de gusto personal, y que encontraba su propia visión, por consiguiente, "increíble." "No sé la solución", confesóvii. El punto es que si no hay Dios, no puede existir un bien y mal objetivos. Como dijo Dostoyevsky "Todas las cosas están permitidas."

Pero Dostoyevsky también mostró que el hombre no puede vivir de esta manera. No puede vivir como si fuera perfectamente correcto que soldados maten niños inocentes. No puede vivir como si fuera perfectamente correcto que dictadores como Pol Pot exterminen a millones de sus propios compatriotas. Todo en él clama que estos actos son malvados, realmente malvados. Pero si no hay Dios, no puede hacerlo. Así que da un salto de fe y afirma los valores de todos modos. Y cuando lo hace, revela la insuficiencia de un mundo sin Dios.

El horror de un mundo desprovisto de valor se hizo real para mi con una nueva intensidad hace unos pocos años atrás, cuando vi un documental televisivo de la BBC llamado "The Gathering", Se trataba de una reunión de sobrevivientes del Holocausto en Jerusalén dónde reencontraron amistades perdidas y compartieron sus experiencias. Un prisionera, enfermera, contó como había llegado a ser la ginecóloga de Auschwitz. Ella observó que las mujeres embarazadas eran agrupadas por los soldados bajo la dirección del Dr. Mengele y alojadas en los mismos cuarteles. Pasado algún tiempo, notó que no se volvía a ver a ninguna de estas mujeres. Hizo algunas averiguaciones. "¿Dónde están las mujeres embarazadas que fue alojadas en esos cuarteles?” "¿No se enteró? " fue la respuesta. "El Dr. Mengele las usó para vivisección."

Otra mujer contó cómo Mengele había ligado a sus pechos para que no pudiera amamantar a su pequeño. El doctor quería descubrir cuánto tiempo un infante podía sobrevivir sin nutrición. Desesperadamente esta pobre mujer intentó mantener a su bebé vivo dándole los pedazos de pan empapados en café, sin resultados. Cada día el bebé perdía peso, un hecho que era ávidamente monitoreado por el Dr. Mengele. Una enfermera vino en secreto a esta mujer y le dijo, "He arreglado una manera para que usted pueda salir de aquí, pero usted no puede llevar a su bebé con usted. Traje una inyección de morfina que puede darle al niño para acabar su vida." Cuando la mujer protestó, la enfermera insistió: "Mire, su bebé va a morir de todas maneras. Al menos sálvese usted." Y así, esta madre le quitó la vida de su propio bebé. El Dr. Mengele se enfureció cuando se enteró de ello, porque había perdido su espécimen de experimentación y, buscó entre los cadáveres para encontrar el cuerpo descartado del bebé y así poder tener un último registro de peso.

Mi corazón se rasgó por estas historias. Un rabino que sobrevivió al campo lo resumió bien cuando dijo que en Auschwitz era como si existiera un mundo en que todos los Diez Mandamientos hubieran sido invertidos. La humanidad nunca había visto tal infierno.

Y aún así, si Dios no existe, entonces en cierto sentido, nuestro mundo es Auschwitz: no hay un bien y un mal absolutos; cualquier cosa esta permitida. Pero ningún ateo, ningún agnóstico, puede vivir de forma consistente con tal perspectiva. El propio Nietzsche, quién proclamó la necesidad de vivir más allá del bien y del mal, rompió con su mentor Richard Wagner a causa del problema del antisemitismo del compositor y su estridente nacionalismo alemán. Del mismo modo, Sartre, escribiendo justo después de la Segunda Guerra Mundial, condenó el antisemitismo, declarando que una doctrina que lleva al exterminio no es meramente una cuestión de opinión o gusto personal, de igual valor que su opuestoviii. En su importante ensayo "El Existencialismo Es un Humanismo", Sartre se esfuerza vanamente por eludir la contradicción entre su rechazo a la idea de valores divinamente preestablecidos y su deseo urgente afirmar el valor de la persona humana. Como Russell, no podía vivir con las implicaciones de su propio rechazo de los absolutos éticos.

Un segundo problema es que si Dios no existe y no hay inmortalidad, entonces todos los actos malvados de los hombres quedan impunes y todos los sacrificios de los hombres buenos quedan sin recompensa. ¿Pero quién puede vivir con tal perspectiva? Richard Wurmbrand, quien fue torturado por su fe en las prisiones comunistas dice

"La crueldad de ateísmo es difícil de creer cuando el hombre no tiene fe en la recompensa del bien o el castigo de mal. No hay ninguna razón para ser humano. No hay restricción de las profundidades de mal que hay en el hombre. Los verdugos comunistas a menudo decían, 'no hay Dios, no hay más allá, no hay castigo para el mal. Podemos hacer lo que queramos.' Incluso escuché a un torturador decir, 'Doy gracias a Dios en quien no creo, por haber vivido hasta a esta hora cuando puedo expresar todo el mal en mi corazón.' Lo expresó en la increíble brutalidad y tortura infligidas en los prisioneros"ix.

Y lo mismo se aplica a los actos de auto-sacrificio. Hace varios años, ocurrió un terrible desastre aéreo en pleno invierno, en que un avión que despegaba del aeropuerto de Washington, D.C., se estrelló contra un puente sobre el río Potomac, zambullendo a los pasajeros en las heladas aguas. Cuando los helicópteros de rescate llegaron, la atención se enfocó en un hombre que una y otra vez empujó la escalera de cuerda colgante hacia otros pasajeros en lugar de ser el mismo llevado a la seguridad. Seis veces pasó la escalera. Cuando llegaron nuevamente, había fallecido. Había dado gratuitamente su vida para que otros pudieran vivir. La nación entera volvió sus ojos a este hombre en respeto y admiración por el acto bueno y desinteresado que había realizado. Y aún así, si el ateo está en lo correcto, ese hombre no fue noble, hizo la cosa más estúpida posible. Debió haber ido primero por la escalera, empujando a otros si era necesario para sobrevivir. ¿Pero morir por otros que ni siquiera conocía, renunciar a toda la breve existencia que tendría? ¿Para que? Para el ateo no puede haber ninguna razón. Y aún así el ateo, como el resto de nosotros, reacciona instintivamente con alabanza para la acción generosa de este hombre. De hecho, uno probablemente nunca encontrará a un ateo que viva de forma consistente con su sistema. Porque un universo sin responsabilidad moral y carente de valor es inimaginablemente terrible.

El propósito de Vida

Finalmente, miremos el problema del propósito de la vida. La única manera en que la mayoría de las personas que niegan el propósito en la vida viven felizmente es, ya sea, inventando algún propósito, lo que es auto engaño como vimos con Sartre, o no llevando su perspectiva a sus conclusiones lógicas. Tome el problema de muerte, por ejemplo. Según Ernst Bloch, la única manera en que el hombre moderno puede vivir ante la muerte es tomando prestada subconscientemente la creencia en la inmortalidad que sus antepasados sostuvieron, aunque él mismo no tiene ninguna base para esta creencia, dado que no cree en Dios. Al tomar prestados los remanentes de una creencia en la inmortalidad, escribe a Bloch, "el hombre moderno no siente el abismo que incesantemente lo rodea y que ciertamente finalmente lo engullirá. A través de estos remanentes, salva su sentido de identidad. A través de ellos surge la impresión de que el hombre no está pereciendo, si no solo que un día el mundo tiene el capricho de no aparecerle más." Bloch concluye, "Este ánimo, bastante superficial se alimenta de una tarjeta de crédito prestada. Vive de esperanzas antiguas y del apoyo que estas una vez habían proporcionado"x. El hombre Moderno ya no tiene derecho a ese apoyo, dado que ha rechazado a Dios. Pero para vivir con un propósito, hace un salto de fe al afirmar una razón por la cual vivir.

A menudo encontramos la misma inconsistencia entre aquéllos que dicen que el hombre y el universo llegaron a existir sin ninguna razón o propósito, simplemente por casualidad. Incapaz de vivir en un universo impersonal en que todo es producto del ciego azar, esta gente comienza a atribuir personalidad y motivos a los procesos físicos mismos. Es una manera extraña de hablar y representa un salto del piso inferior al superior. Por ejemplo, Francis Crick, a medio camino de su libro "El Origen del Código Genético" comienza a escribir "naturaleza" con una "N" mayúscula y en otra parte habla de selección natural como siendo "inteligente" y como "pensando" en lo que va a hacer. Fred Hoyle, el astrónomo inglés, atribuye al propio universo las cualidades de Dios. Para Carl Sagan el "Cosmos", que él siempre escribe con mayúscula, obviamente cumple el papel de un dios sustituto. Aunque todos estos hombres profesan no creer en Dios, contrabandean un Dios suplente por la puerta trasera porque ellos no pueden soportar vivir en un universo en que todo es el resultado aleatorio de fuerzas impersonales.

Y es interesante ver a muchos pensadores traicionar sus perspectivas cuando son llevadas a su conclusión lógica. Por ejemplo, ciertas feministas han levantado una tormenta de protesta contra la psicología sexual Freudiana porque es chauvinista y degradante respecto de las mujeres. Y algunos psicólogos se han sometido y han revisado sus teorías. Ahora, esto es totalmente inconsistente. Si la psicología Freudiana es realmente verdad, entonces no importa si es degradante para las mujeres. No se puede cambiar la verdad porque no nos guste a lo a que lleva. Pero las personas no pueden vivir de forma consistente y feliz en un mundo dónde otras personas son devaluadas. Sin embargo, si Dios no existe, nadie tiene valor alguno. Sólo si Dios existe puede alguien de forma consistente sostener los derechos de las mujeres. Pero si Dios no existe, entonces la selección natural dicta que el varón de la especie sea dominante y agresivo. Las mujeres no tendrían más derechos que los que tienen una cabra hembra o una gallina. En la naturaleza cualquier cosa que es, esta bien. ¿Pero quién puede vivir con tal perspectiva? Al parecer, ni siquiera los psicólogos Freudianos que traicionan sus teorías cuando son empujadas a sus conclusiones lógicas.

O tomemos el conductismo sociológico de alguien como B. F. Skinner. Su perspectiva lleva a la clase de sociedad prevista en "1984" de George Orwell, dónde el gobierno controla y programa el pensamiento de todos. Si las teorías de Skinner son correctas, no puede haber objeción a tratar a las personas como a las ratas en la jaula de Skinner, recorriendo sus laberintos, estimulados con comida y choques eléctricos. Según Skinner, todas nuestras acciones están determinadas de todas formas. Y si Dios no existe, ninguna objeción moral puede levantarse contra este tipo de programación, porque el ser humano no es cualitativamente diferente de una rata, dado que ambos no son más que materia, más tiempo, más azar. Pero, de nuevo ¿quién puede vivir con tal perspectiva deshumanizante?

O finalmente, tome el determinismo biológico alguien como Francis Crick. La conclusión lógica es que el ser humano es como cualquier otro espécimen de laboratorio. El mundo se horrorizó cuando descubrió que en campos como Dachau los nazis habían usado a prisioneros para experimentos médicos en humanos vivos. ¿Pero por qué no? Si Dios no existe, no puede haber ninguna objeción en usar a alguien como conejillo de indias humano. El fin de esta perspectiva es el control de la población en que el débil y el no deseado son muertos en orden a dar lugar al fuerte. Pero la única manera en que podemos protestar de forma consistente contra esta perspectiva es si Dios existe. Sólo si Dios existe puede haber propósito en la vida.

El dilema de hombre moderno es así verdaderamente terrible. Y en la medida en que niega la existencia de Dios y la objetividad de los valores y el propósito, este dilema permanece sin resolver también para el hombre "posmoderno." De hecho, es precisamente la conciencia de que el modernismo produce inevitablemente la absurdidad y desesperación lo que constituye la angustia de la posmodernidad. En algunos respectos, la posmodernidad es solo la conciencia de la bancarrota de la modernidad. La cosmovisión atea es insuficiente para mantener una vida feliz y consistente. El hombre no puede vivir de forma consistente y feliz como si la vida careciera finalmente de significado, valor o propósito. Si intentamos vivir de forma consistente dentro de una cosmovisión atea, seremos profundamente infelices. Si en cambio logramos vivir felizmente, es sólo desmintiendo nuestra cosmovisión.

Confrontado con este dilema, el ser humano se debate patéticamente por algún medio de escape. En un notable discurso ante la Academia Americana para el Avance de Ciencia en 1991, el Dr. L. D. Rue, confrontado con el predicamento del hombre moderno, postuló audazmente que debemos engañarnos a nosotros mismos por medio de alguna "Mentira Noble" para pensar que nosotros y el universo aún tenemos valorxi. Afirmando que "La lección de los últimos dos siglos es que el relativismo intelectual y moral es profundamente la realidad", el Dr. Rue reflexiona que la consecuencia de tal descubrimiento es que búsqueda del plenitud personal (o la auto realización) y la búsqueda de la coherencia social se independizan una de la otra. Esto porque desde el punto de vista del relativismo la búsqueda de la autorrealización se privatiza radicalmente: cada uno escoge su propio juego de valores y significado. Si hemos de evitar la "opción del manicomio", dónde la autorrealización es perseguida sin tener en cuenta la coherencia social, y la "opción totalitaria" dónde la coherencia social se impone a expensas de la plenitud personal, no tenemos otra opción que abrazar alguna Mentira Noble que nos inspire a vivir más allá de nuestros intereses egoístas y así lograr la coherencia social. Una Mentira Noble "es una que nos engaña, nos compele más allá del propio interés, más allá del ego, más allá de la familia, la nación, [y] la raza." Es una mentira, porque nos dice que el universo esta imbuido de valor (lo qué es una gran ficción), porque tiene una pretensión de verdad universal (cuando no la hay), y porque me dice que no viva para mi propio interés (lo qué es evidentemente falso). "Pero sin tales mentiras, no podemos vivir."

Éste es el espantoso veredicto pronunciado sobre el hombre moderno. Para sobrevivir, debe vivir en el auto engaño. Pero incluso la opción de la Mentira Noble es finalmente impracticable. Para ser feliz, uno debe creer en el en un significado, valor y propósito objetivos. ¿Pero cómo puede uno creer en esas Mentiras Nobles y al mismo tiempo en el ateísmo y relativismo? Mientras más convencido se esté de la necesidad de una Mentira Noble, menos se puede creer en ella. Como un placebo, una Mentira Noble opera sólo en aquéllos que la creen verdad. Una vez que hemos visto a través de la ficción, la Mentira pierde su poder sobre nosotros. Así, irónicamente, la Mentira Noble no puede resolver el predicamento humano para cualquiera que ha llegado a ver ese predicamento.

La opción de la Mentira Noble lleva por consiguiente, en el mejor de los casos, a una sociedad en que un grupo elitista de illuminatis engaña a las masas para su propio bien, perpetuando la Mentira Noble. ¿Pero entonces por qué aquéllos de nosotros que estamos bien informados debemos seguir a las masas en su ilusión? ¿Por qué debemos sacrificar nuestro interés propio por una ficción? Si la gran lección de los últimos dos siglos el relativismo moral e intelectual es, entonces ¿por qué (si pudiéramos) pretender que no sabemos esta verdad y vivir una mentira en cambio? Si alguien contesta, "en beneficio de la coherencia social", uno puede legítimamente preguntar por qué debo sacrificar mi interés propio en beneficio de la coherencia social. La única respuesta que el relativista puede dar es la coherencia social es en mi propio interés, pero el problema de esta respuesta es que el interés propio y el interés de la manada no siempre coinciden. Además, si (por puro interés individual) me preocupo de la coherencia social, la opción totalitaria me siempre está abierta: olvidemos la Mentira Noble y mantengamos la coherencia social (así como mi propia autorrealización) a expensas del bienestar personal de las masas. Rue consideraría tal opción indudablemente repugnante. Pero ahí esta el problema. El dilema de Rue es que él obviamente valora profundamente la coherencia social y la plenitud personal en si mismas; en otros términos, estas son valores objetivos, los que según su filosofía no existen. Él ya ha hecho el salto al piso de arriba. La opción de la Mentira Noble afirma lo que niega y así se refuta a si misma.

El Éxito del Cristianismo Bíblico

Pero si el ateísmo falla a este respecto, ¿que pasa con el Cristianismo bíblico? Según la cosmovisión cristiana, Dios sí existe, y la vida de hombre no acaba a la tumba. En el cuerpo de resurrección el ser humano puede disfrutar de vida eterna y comunión con Dios. El Cristianismo bíblico por lo tanto provee de las dos condiciones necesarias para una vida significativa, valiosa, y con propósito para el hombre: Dios e inmortalidad. Debido a esto, podemos vivir de forma consistente y feliz. Así, el Cristianismo bíblico tiene éxito precisamente donde el ateísmo colapsa.

Conclusión

Ahora, quiero dejar claro que no he mostrado aún que el Cristianismo bíblico sea verdad. Pero lo que he hecho es exponer claramente las alternativas. Si Dios no existe, la vida es fútil. Si el Dios de la Biblia existe, entonces la vida es significativa. Sólo la segunda de estas dos alternativas nos permite vivir de forma feliz y consistente. Por consiguiente, me parece que aun cuando la evidencia para estas dos opciones sea completamente igual, una persona racional debiera escoger el Cristianismo bíblico. Me parece positivamente irracional preferir la muerte, la futileza, y la destrucción a la vida, el significado y la felicidad. Como dijo Pascal, no tenemos nada que perder y el infinito que ganar.

Notas

i 1 Kai Nielsen, "Why Should I Be Moral?" American Philosophical Quarterly 21 (1984): 90.

ii Richard Taylor, Ethics, Faith, and Reason (Englewood Cliffs, NJ: Prentice Hall, 1985), 90, 84.

iii H.G. Wells, The Time Machine (New York: Berkeley, 1957), chap. 11.

iv W.E. Hocking, Types of Philosophy (New York: Scribner's, 1959), 27

v Friedrich Nietzsche, "The Gay Science," in The Portable Nietzsche, ed. and trans. W. Kaufmann (New York: Viking, 1954), 95.

vi Bertrand Russell, "A Free Man's Worship," in Why I Am Not a Christian, ed. P. Edwards (New York: Simon & Schuster, 1957), 107.

vii Bertrand Russell, Letter to the Observer, 6 October, 1957.

viii Jean Paul Sartre, "Portrait of the Antisemite," in Existentialism from Dostoyevsky to Satre, rev. ed., ed. Walter Kaufmann (New York: New Meridian Library, 1975), p. 330.

ix Richard Wurmbrand, Tortured for Christ (London: Hodder & Stoughton, 1967), 34.

x Ernst Bloch, Das Prinzip Hoffnung, 2d ed., 2 vols. (Frankfurt am Main: Suhrkamp Verlag, 1959), 2:360-1.

xi Loyal D. Rue, "The Saving Grace of Noble Lies," address to the American Academy for the Advancement of Science, February, 1991.​
http://respuestasevangelicas.blogspot.com/

Keep tha party ALIVE!!!!
 
Re: Lo Absurdo de la Vida SIN DIOS

que chevere es este tema

me divierto y me da prorposito, jejejejeje, no busco lo que no hay, jejejejeje.

Pobres ateos cuando se mueran se acabao todo al menos segun ellos.
 
Re: Lo Absurdo de la Vida SIN DIOS

Estar sin Dios es lo peor que puede haber, la mayoria de mis amigos son ateos, a veces hablo con ellos respecto a la existencia de Dios, y ellos me preguntan por que creo en el, y la respuesta es simple, cuando en realidad lo amaba con todo el corazon yo era muy feliz y todo me salia bien, pero al volverme un ser oscuro y amargado que ya ni siquiera le oraba ni lo recordaba me llene de tristeza infinita, es algo duro de explicar, estar sin Dios es como perder las ganas de vivir.
 
Re: Lo Absurdo de la Vida SIN DIOS

Lo Absurdo de la Vida sin Dios

William Lane Craig

Traducido por Joel Naranjo. The Absurdity of Life without God


La Necesidad de Dios y la Inmortalidad

El Hombre, escribe Loren Eiseley, es el Huérfano Cósmico. Es la única criatura en el universo que pregunta, "¿Por qué?” Otros animales tienen su instinto para guiarlos, pero el hombre ha aprendido a hacer preguntas. "¿Quién soy?" pregunta el ser humano. "¿Por qué estoy aquí? ¿A dónde voy?”. Desde la Ilustración, cuando se despojó de los grilletes de la religión, el hombre ha intentado contestar estas preguntas sin hacer referencia a Dios. Pero las respuestas que ha hallado no han sido estimulantes, si no oscuras y terribles. "Eres un subproducto accidental de la naturaleza, el resultado de la materia más el tiempo y el azar. No hay ninguna razón para tu existencia. Todo lo que enfrentas es la muerte."

El hombre moderno pensó que al librarse de Dios, se había librado de todo aquello que lo reprimía y ahogaba. Sin embargo, descubrió que al matar a Dios, se había dado muerte a sí mismo. Porque si no hay Dios, la vida de hombre se vuelve absurda.

Si Dios no existe, tanto el hombre como el universo están inevitablemente condenados a la muerte. El ser humano, como todos los organismos biológicos, debe morir. Sin la esperanza de la inmortalidad, la vida de hombre lleva sólo a la tumba. Su vida no es si no una chispa en la oscuridad infinita, una chispa que nace, parpadea, y muere para siempre. Por consiguiente, todos debemos enfrentar lo que teólogo Paul Tillich ha llamado "la amenaza del no ser". Porque aunque ahora sé que existo, que estoy vivo, sé también que algún día ya no existiré, que ya no seré más, que voy a morir. Este pensamiento es pasmoso y amenazador: ¡pensar que la persona que llamo "yo" dejará de existir, que no será más!

Recuerdo vivamente la primera vez que mi padre me dijo que algún día yo moriría. De algún modo, como niño, el pensamiento simplemente nunca había cruzado por mi mente. Cuando me lo dijo, quedé lleno de miedo y una insoportable tristeza. Y aunque intentó repetidamente asegurarme esto ocurriría en mucho tiempo más, eso no parecía importar. Fuese antes o después, el hecho innegable era que yo moriría y ya no sería más, y esta idea me resultó abrumadora. Eventualmente, como todos, llegué a simplemente a aceptarlo. Todos aprendemos a vivir con lo inevitable. Pero esa percepción infantil sigue siendo cierta. Como el existencialista francés Jean-Paul Sartre observó, “algunas horas o algunos años no hacen diferencia alguna una vez que se ha perdido la eternidad”.

Ya sea que llegué antes o después, la perspectiva de la muerte y la amenaza del no ser es un horror terrible. Pero una vez conocí un estudiante quién no sentía esta amenaza. Decía que había crecido en una granja y estaba acostumbrado a ver los animales nacer y morir. La muerte era para él simplemente algo natural, parte de la vida, por así decirlo. Yo estaba intrigado por lo diferente que eran nuestras perspectivas acerca de la muerte y encontraba difícil entender por qué él no sentía la amenaza de no ser. Después de varios años, pienso que encontré mi respuesta leyendo a Sartre. Sartre observó que la muerte no es amenazante en tanto la veamos como la muerte del otro, cuando la vemos en tercera persona, por así decirlo. Es sólo es cuando la internalizamos y la vemos primera persona ("mi muerte: Yo voy morir") que la amenaza del no ser se vuelve real. Como indica Sartre, muchas personas nunca asumen esta perspectiva de primera persona en su vida; uno puede mirar incluso su propia muerte desde un punto de vista de tercera persona, como si fuera la muerte de otro o incluso de un animal, como hizo mi amigo. Pero el verdadero significado existencial de mi muerte sólo puede apreciarse de la perspectiva de primera persona, cuando comprendo que yo voy morir y dejaré de existir para siempre. Mi vida es simplemente una transición momentánea del olvido al olvido.

Y el universo, también, enfrenta la muerte. Los Científicos nos dicen que el universo se está expandiendo, y todo en él se aleja más y más. Mientras esto sucede, se vuelve más y más frío, y su energía se agota. En el futuro todas las estrellas se consumirán y toda la materia colapsará en estrellas muertas y agujeros negros. No habrá luz en absoluto; no habrá calor; no habrá vida; sólo los cadáveres de estrellas y galaxias muertas, siempre expandiéndose en la oscuridad interminable y las frías profundidades del espacio: un Universo en ruinas. Así que no sólo la vida de cada persona individual está condenada; la raza humana entera está condenada. No hay escapatoria. No hay esperanza.

Lo Absurdo de la Vida sin Dios y sin Inmortalidad

Si no hay Dios, entonces el hombre y el universo están condenados. Como prisioneros sentenciados a muerte, esperamos nuestra inevitable ejecución. No hay Dios ni inmortalidad. ¿Y cuál es la consecuencia de esto? Significa que la vida misma es absurda. Significa que la vida que tenemos carece de significado, valor, o propósito último. Miremos cada uno de éstos.

No hay Significado Último sin Inmortalidad y sin Dios

Si cada persona deja de existir cuándo muere, entonces ¿qué significado último puede darse a su vida? ¿Importa realmente si alguna vez existió? Su vida puede ser importante en relación a ciertos eventos, pero ¿Cuál es el significado último de cualquiera de esos eventos? Si todos los eventos carecen de sentido, entonces ¿Cuál puede ser el significado o influencia última de cualquiera de ellos? En última cuenta no hacen ninguna diferencia.

Veámoslo desde otra perspectiva: Los científicos dicen que el universo en originó en una explosión denominada el "Big Bang" hace unos 13 mil millones años. Suponga que el Big Bang nunca hubiera ocurrido. Suponga que el universo nunca hubiera existido. ¿Qué diferencia sustancial haría? De todos modos, el universo esta condenado. En última cuenta, no hace ninguna diferencia si el universo alguna vez existió o no. Por consiguiente, carece de significado último.

Lo mismo es verdad respecto la raza humana. La humanidad es una especie condenada en un universo agonizante. Porque la raza humana dejará de existir en el futuro; da lo mismo si alguna vez existió. La humanidad, así, no es más significativa que un enjambre de mosquitos o un corral de cerdos, pues su destino es el mismo. El mismo ciego proceso cósmico que los escupió en primer lugar se los tragará a todos en el futuro.

Y lo mismo es verdad de cada persona individual. Las contribuciones del científico al adelanto de conocimiento humano, las investigaciones del doctor para aliviar el dolor y el sufrimiento, los esfuerzos del diplomático por afianzar la paz en el mundo, los sacrificios de hombres buenos en todo lugar para mejorar la condición de la raza humana: todos éstos llegan a nada. Éste es el horror de hombre moderno: dado que acaba en nada, es nada.

Pero es importante ver que no es sólo inmortalidad lo que necesita el hombre si su vida ha de ser significativa. La mera duración de la existencia no hace a esa existencia significativa. Si el hombre y el universo pudieran existir para siempre, pero no hubiera Dios, su existencia aún carecería de significado último. Como ilustración, una vez leí un cuento de ciencia-ficción en que un astronauta estaba aislado en un yermo trozo de piedra perdido en el espacio exterior. Con él tenía dos frascos: uno contenía veneno y el otro una poción que lo haría vivir para siempre. Comprendiendo su predicamento, bebió el veneno. Pero entonces, para su horror, descubrió que había bebido el frasco equivocado, habían bebido la poción de la inmortalidad. Y eso significaba que él estaba maldito a existir para siempre, una vida interminable y carente de sentido. Ahora, si Dios no existe, nuestras vidas son exactamente igual. Podrían seguir y seguir y aún carecer absolutamente de sentido. Aún podríamos preguntar de la vida, "¿Y qué?” Así que no es sólo la inmortalidad lo que el hombre necesita si su vida ha de ser significativa en último término; necesita a Dios y la inmortalidad. Y si Dios no existe, carece de ambos.

El hombre del siglo XX llegó a entender esto. Lean "Esperando a Godot" de Samuel Beckett. Durante toda la obra dos hombres mantienen una conversación trivial mientras esperan que llegué un tercer hombre, quién nunca lo hace. Nuestras vidas son así, está diciendo Beckett; sólo matamos el tiempo esperando. ¿Qué?, no lo sabemos. En un trágico retrato del hombre, Beckett escribió otra obra en que el telón se abre revelando un escenario cubierto de basura. Durante treinta largos segundos, el público se sienta y mira fijamente en silencio esa basura. Entonces el telón se cierra. Eso es todo.

Los existencialistas franceses Jean-Paul Sartre y Albert Camus entendieron esto también. Sartre retrató la vida en su obra "Sin Salida" como el infierno. La línea final de la obra son las palabras de resignación, "Bien, sigamos con él." Así, Sartre escribe en otra parte acerca de la "náusea" de la existencia. Camus, también, vio la vida como un absurdo. Al final de su novela breve "El Extranjero", el héroe de Camus descubre en un destello de comprensión que el universo no tiene significado y no hay Dios para darle uno.

Así, si no hay Dios, entonces la vida misma carece sentido. El hombre y el universo carecen de significado último.

No hay Valor Último Sin Inmortalidad y sin Dios

Si la vida acaba a la tumba, entonces da lo mismo si uno ha vivido como un Stalin o como un santo. Dado que el destino de cada uno finalmente no se relaciona con la propia conducta, usted puede simplemente vivir como mejor le parezca. Como lo puso Dostoyevsky: "Si no hay inmortalidad, todas las cosas están permitidas". Sobre esta base, un escritor como Ayn Rand esta completamente en lo cierto al alabar las virtudes del egoísmo. Viva totalmente para el yo; ¡no hay nadie que le haga rendir cuentas! De hecho, sería estúpido hacer algo diferente, pues la vida es demasiado corta para arriesgarla actuando por otra cosa que no sea puro interés propio. Sacrificarse en favor de otro sería estúpido. Kai Nielsen, un filósofo del ateo que intenta defender la viabilidad de la ética sin Dios, al final admite,

No hemos sido capaces de mostrar que la razón requiere el punto de vista moral, o que todos que las personas verdaderamente racionales, desprovistas de mitos o ideologías, no necesitan ser individuos egoístas o los amorales clásicos. La razón no decide aquí. El cuadro que he pintado para usted no es uno agradable. La reflexión acerca de él me deprime. . . . La pura razón práctica, incluso con un adecuado conocimiento de los hechos, no le llevará a la moralidad.i

Pero el problema es aun peor. Porque, dejando de lado la inmortalidad, si no hay Dios, no puede haber estándares objetivos del bien y el mal. Todo lo que confrontamos es, en palabras de Jean-Paul Sartre, el hecho desnudo, carente de valor, de la existencia. Los valores morales son ya sea sólo expresiones de gusto personal o los derivados de la evolución y condicionamiento socio-biológico. En un mundo sin Dios ¿Quién puede decir qué valores son correctos y cuales no? ¿Quién puede juzgar que los valores de Adolfo Hitler son inferiores a los de un santo? El concepto de moralidad pierde todo significado en un universo sin Dios. Como un eticista ateo contemporáneo señala,"decir que algo es malo porque. . . esta prohibido por Dios, es. . . absolutamente comprensible para cualquiera que cree en un legislador Divino. Pero decir que algo está mal. . . aun cuando no haya ningún Dios para prohibirlo, no es comprensible. . . . " "El concepto de obligación moral [es] ininteligible aparte de la idea de Dios. Las palabras permanecen pero su significado ha ido"ii. En un mundo sin Dios, no puede haber bien y mal en un sentido objetivo, sólo nuestros juicios subjetivos cultural y personalmente relativos. Esto significa que es imposible de condenar la guerra, la opresión, o el crimen como algo malo. Ni tampoco es posible alabar la fraternidad, la igualdad y el amor como algo bueno. Porque en un universo sin Dios, el bien y el mal no existen, sólo esta el hecho desnudo y sin valor de la existencia, y no hay nadie que diga que tu tienes la razón y yo estoy equivocado.

No hay Propósito Último Sin la Inmortalidad y sin Dios

Si la muerte nos espera con los brazos abiertos al final del camino, ¿cuál es entonces el propósito de la vida? ¿Es todo para nada? ¿No hay razón para la vida? ¿Y qué del universo? ¿Es absolutamente en vano? Si su destino es una tumba helada en el vacío del espacio exterior, la respuesta debe ser: Sí, es vano. No hay ninguna meta, ningún propósito para el universo. Los restos de un universo muerto simplemente seguirán expandiéndose y expandiéndose. Para siempre

¿Y qué de hombre? ¿No hay ningún propósito en absoluto para la raza humana? ¿O simplemente desaparecerá algún día en el olvido de un universo indiferente? El escritor inglés H. G. Wells previó tal perspectiva. En su novela "La Maquina del Tiempo", el viajero del tiempo de Wells viaja lejos en el futuro para descubrir el destino de hombre. Todo lo que encuentra es una tierra muerta, salvo por un poco de liquen y musgo, orbitando un gigantesco sol rojo. Los únicos sonidos son el zumbido del viento y las suaves olas del mar. "Más allá de estos sonidos inanimados", escribe Wells, "el mundo estaba silencioso. ¿Silencioso? Sería difícil expresar su quietud. Todos los sonidos de hombre, el balido de oveja, los gritos de las aves, el zumbido de los insectos, el movimiento que sirve de fondo a nuestras vidas, todo se había acabado"iii 3. Y así, el viajero de tiempo de Wells regresó. ¿Pero a qué? meramente un punto anterior en la carrera sin objeto hacia el olvido. Cuando como no cristiano leí por primera vez el libro de Wells pensé, "¡No, no! ¡No puede acabar así!" Pero si no hay Dios, así es como acabará, nos guste o no. Ésta es la realidad en un universo sin Dios: no hay esperanza; no hay propósito.

Lo que es verdad para la humanidad como un todo es verdad individualmente para cada uno de nosotros: estamos aquí sin ningún propósito. Si no hay Dios, entonces nuestra vida no es cualitativamente diferente de la de un perro. Como el antiguo autor de Eclesiastés lo pone "Los hombres terminan igual que los animales; el destino de ambos es el mismo, pues unos y otros mueren por igual, y el aliento de vida es el mismo para todos, así que el hombre no es superior a los animales. Realmente, todo es absurdo, y todo va hacia el mismo lugar. Todo surgió del polvo, y al polvo todo volverá". (Ecl 3:19-20 NVI). En este libro, que se lee más como un pedazo de literatura existencialista moderna que como un libro de la Biblia, el escritor muestra la futileza de placer, la riqueza, la educación, la fama política, y la honra en una vida condenada a acabar en la muerte. ¿Su veredicto? “¡Vanidad de vanidades! Todo es vanidad!" (1:2). Si la vida acaba a la tumba, entonces no tenemos ningún propósito último por el cual vivir.

Pero más que esto: aun si no acabara con la muerte, sin Dios la vida aún carecería de propósito. El hombre y el universo serían entonces simples accidentes del azar, lanzados a la existencia sin razón. Sin Dios, el universo es el resultado de un accidente cósmico, una explosión fortuita. No hay razón para su existencia. En cuanto al hombre, es un capricho de la naturaleza—un producto ciego de la materia, más el tiempo, más el azar. Es simplemente un poco de cieno que desarrolló racionalidad. Como un filósofo lo ha puesto: "La vida humana está montada sobre un pedestal subhumano y debe desplazarse por sí sola en el corazón de un universo silencioso e inconsciente.''iv

Lo que es verdad del universo y de la raza humana también es verdad de nosotros como individuos. Si Dios no existe, entonces usted es simplemente un aborto de naturaleza, lanzado a un universo sin propósito para vivir una vida sin propósito.

Así, si Dios no existe, significa que el hombre y el universo existen sin propósito, dado que el fin de todo es la muerte, y llegaron a existir sin propósito, dado que son sólo productos ciegos del azar. En pocas palabras, la vida carece absolutamente de razón.

¿Entiende usted la gravedad de la alternativa que se nos presenta? Si Dios existe, hay esperanza para el hombre. Pero si Dios no existe, todo lo que nos queda es la desesperación. ¿Entiende por qué la pregunta sobre la existencia de Dios es tan vital para el ser humano? Como un escritor acertadamente lo ha puesto "Si Dios está muerto, entonces el hombre también está muerto".

Desgraciadamente, la gran masa de la humanidad no comprende este hecho. Continúan adelante como si nada hubiera cambiado. Me recuerda la historia de Nietzsche del loco que en las primeras horas de la mañana irrumpió en el mercado, linterna en mano, gritando: "¡Busco Dios! ¡Busco Dios!" Dado que muchos de los presentes no creían en Dios, provocó mucha risa. "¿Dios se ha perdido? " se mofaron de él. "¿O está escondido? ¡O quizá se ha ido de viaje o ha emigrado!" Le gritaron y se rieron. Entonces, escribe a Nietzsche, el loco se volvió hacia ellos y los atravesó con su mirada

"¿Donde esta Dios? " gritó, 'yo les diré. Nosotros lo hemos matado: ustedes y yo. Todos nosotros somos sus asesinos. ¿Pero cómo hemos hecho esto? ¿Cómo pudimos beber al mar? ¿Quién nos dio la esponja para borrar el horizonte entero? ¿Qué hicimos cuándo desencadenamos esta tierra de su sol? ¿Hacia donde se está moviendo ahora? ¿Lejos de todos los soles? ¿Acaso no nos hundimos continuamente? ¿Hacia atrás, hacia los lados, adelante, en todas las direcciones? ¿Queda un arriba y un abajo? ¿No estamos extraviándonos como en una infinita nada? ¿No sentimos el aliento del espacio vacío? ¿No se ha vuelto más frío? ¿No viene noche y más noche? ¿No deben encenderse las linternas por la mañana? ¿No oímos todavía del ruido de los sepultureros que están enterrando Dios? . . . Dios está muerto. . . . Y nosotros lo hemos matado. ¡Cómo nosotros, asesinos entre los asesinos, nos consolaremos!"v

La muchedumbre miró fijamente al loco en el silencio y asombro. Por fin este azotó su linterna en el suelo. "He venido demasiado pronto" dijo. "Este tremendo evento todavía está en de camino, no ha alcanzado los oídos del hombre todavía". Los hombres no comprendieron realmente las consecuencias de lo que habían hecho al matar a Dios. Pero Nietzsche predijo que algún día la gente comprenderían las implicaciones de su ateísmo; y este descubrimiento introduciría una edad de nihilismo: la destrucción de todo significado y valor en la vida.

La mayoría de las personas aun no reflexiona en las consecuencias del ateísmo y así, como la muchedumbre en el mercado, sigue inconscientemente su camino. Pero cuando comprendemos, como hizo Nietzsche, lo qué el ateísmo implica, entonces su pregunta nos golpea fuertemente: ¿cómo nosotros, los asesinos de todos los asesinos, nos consolaremos?

La imposibilidad Práctica del Ateísmo

Casi la única solución que el ateo puede ofrecer es que enfrentemos la absurdidad de la vida y vivamos valientemente. Por ejemplo, Bertrand Russell escribió que debemos construir nuestras vidas en "el firme fundamento de la inflexible desesperación"vi. Sólo reconociendo que el mundo realmente es un lugar terrible podemos enfrentar exitosamente la vida. Camus dijo que debemos reconocer la absurdidad de la vida honestamente y entonces debemos vivir en amor el uno por el otro.

El problema fundamental con esta solución, sin embargo, es que es imposible vivir de forma consistente y alegre dentro de tal cosmovisión. Si uno vive de forma consistente, no será feliz; si uno vive felizmente, es sólo porque no es consistente. Francis Schaeffer ha explicado bien este punto. El hombre moderno, dice Schaeffer, vive en un universo de dos pisos. En el piso de abajo está el mundo finito sin Dios; aquí la vida es absurda, como hemos visto. En el piso superior está el significado, los valores, y el propósito. Ahora, el hombre moderno vive en el piso de abajo porque cree que no hay Dios. Pero no puede vivir felizmente en un mundo tan absurdo; por tanto continuamente da saltos de fe al piso superior para afirmar el significado, valor, y propósito, aún cuando no tiene derecho a ello, dado que no cree en Dios.

Echémosle, entonces, una nueva mirada a cada una de las tres áreas en que vimos que la vida es absurda sin Dios, para mostrar cómo el hombre no puede vivir consistente y alegremente con su ateísmo.

Significado de la Vida

Primero, el área del significado. Vimos que sin Dios, la vida no tiene ningún significado. Aun así, los filósofos continúan viviendo como si la vida tuviera significado. Por ejemplo, Sartre afirmó que uno puede crear significado para su vida escogiendo libremente seguir un cierto curso de acción. El propio Sartre escogió el Marxismo.

Ahora esto es absolutamente incoherente. Es incoherente decir que la vida es objetivamente absurda y después decir uno puede crear significado para su vida. Si la vida es realmente absurda, entonces el hombre esta atrapado en el piso inferior. Intentar crear significado en la vida representa un salto al piso superior. Pero Sartre no tiene ninguna base para este salto. Sin Dios, no puede haber ningún significado objetivo en la vida. El programa de Sartre realmente es un ejercicio de autoengaño. Sartre realmente está diciendo, "Hagamos como que el universo tiene significado." Esto es simplemente engañarnos a nosotros mismos.

El punto es este: si Dios no existe, entonces la vida objetivamente carece de sentido; pero el hombre no puede vivir de forma consistente y feliz sabiendo que la vida no tiene sentido; así que para ser feliz simula que la vida tiene significado. Pero esto es, claro, completamente inconsistente, porque sin Dios, el hombre y el universo carecen de cualquier significancia real.

El valor de Vida

Volvámonos ahora al problema de valor. Aquí es donde ocurren las inconsistencias más escandalosas. En primer lugar, los humanistas ateos son totalmente incoherentes al afirmar los valores tradicionales del amor y hermandad. Camus ha sido correctamente criticado por sostener inconsistentemente la absurdidad de la vida y la ética del amor y hermandad humana. Los dos son lógicamente incompatibles. Bertrand Russell, también, fue inconsistente. Pues aunque era ateo, era un abierto crítico social, denunciando la guerra y las restricciones a la libertad sexual. Russell admitió que no podía vivir como si los valores éticos simplemente fueran una cuestión de gusto personal, y que encontraba su propia visión, por consiguiente, "increíble." "No sé la solución", confesóvii. El punto es que si no hay Dios, no puede existir un bien y mal objetivos. Como dijo Dostoyevsky "Todas las cosas están permitidas."

Pero Dostoyevsky también mostró que el hombre no puede vivir de esta manera. No puede vivir como si fuera perfectamente correcto que soldados maten niños inocentes. No puede vivir como si fuera perfectamente correcto que dictadores como Pol Pot exterminen a millones de sus propios compatriotas. Todo en él clama que estos actos son malvados, realmente malvados. Pero si no hay Dios, no puede hacerlo. Así que da un salto de fe y afirma los valores de todos modos. Y cuando lo hace, revela la insuficiencia de un mundo sin Dios.

El horror de un mundo desprovisto de valor se hizo real para mi con una nueva intensidad hace unos pocos años atrás, cuando vi un documental televisivo de la BBC llamado "The Gathering", Se trataba de una reunión de sobrevivientes del Holocausto en Jerusalén dónde reencontraron amistades perdidas y compartieron sus experiencias. Un prisionera, enfermera, contó como había llegado a ser la ginecóloga de Auschwitz. Ella observó que las mujeres embarazadas eran agrupadas por los soldados bajo la dirección del Dr. Mengele y alojadas en los mismos cuarteles. Pasado algún tiempo, notó que no se volvía a ver a ninguna de estas mujeres. Hizo algunas averiguaciones. "¿Dónde están las mujeres embarazadas que fue alojadas en esos cuarteles?” "¿No se enteró? " fue la respuesta. "El Dr. Mengele las usó para vivisección."

Otra mujer contó cómo Mengele había ligado a sus pechos para que no pudiera amamantar a su pequeño. El doctor quería descubrir cuánto tiempo un infante podía sobrevivir sin nutrición. Desesperadamente esta pobre mujer intentó mantener a su bebé vivo dándole los pedazos de pan empapados en café, sin resultados. Cada día el bebé perdía peso, un hecho que era ávidamente monitoreado por el Dr. Mengele. Una enfermera vino en secreto a esta mujer y le dijo, "He arreglado una manera para que usted pueda salir de aquí, pero usted no puede llevar a su bebé con usted. Traje una inyección de morfina que puede darle al niño para acabar su vida." Cuando la mujer protestó, la enfermera insistió: "Mire, su bebé va a morir de todas maneras. Al menos sálvese usted." Y así, esta madre le quitó la vida de su propio bebé. El Dr. Mengele se enfureció cuando se enteró de ello, porque había perdido su espécimen de experimentación y, buscó entre los cadáveres para encontrar el cuerpo descartado del bebé y así poder tener un último registro de peso.

Mi corazón se rasgó por estas historias. Un rabino que sobrevivió al campo lo resumió bien cuando dijo que en Auschwitz era como si existiera un mundo en que todos los Diez Mandamientos hubieran sido invertidos. La humanidad nunca había visto tal infierno.

Y aún así, si Dios no existe, entonces en cierto sentido, nuestro mundo es Auschwitz: no hay un bien y un mal absolutos; cualquier cosa esta permitida. Pero ningún ateo, ningún agnóstico, puede vivir de forma consistente con tal perspectiva. El propio Nietzsche, quién proclamó la necesidad de vivir más allá del bien y del mal, rompió con su mentor Richard Wagner a causa del problema del antisemitismo del compositor y su estridente nacionalismo alemán. Del mismo modo, Sartre, escribiendo justo después de la Segunda Guerra Mundial, condenó el antisemitismo, declarando que una doctrina que lleva al exterminio no es meramente una cuestión de opinión o gusto personal, de igual valor que su opuestoviii. En su importante ensayo "El Existencialismo Es un Humanismo", Sartre se esfuerza vanamente por eludir la contradicción entre su rechazo a la idea de valores divinamente preestablecidos y su deseo urgente afirmar el valor de la persona humana. Como Russell, no podía vivir con las implicaciones de su propio rechazo de los absolutos éticos.

Un segundo problema es que si Dios no existe y no hay inmortalidad, entonces todos los actos malvados de los hombres quedan impunes y todos los sacrificios de los hombres buenos quedan sin recompensa. ¿Pero quién puede vivir con tal perspectiva? Richard Wurmbrand, quien fue torturado por su fe en las prisiones comunistas dice

"La crueldad de ateísmo es difícil de creer cuando el hombre no tiene fe en la recompensa del bien o el castigo de mal. No hay ninguna razón para ser humano. No hay restricción de las profundidades de mal que hay en el hombre. Los verdugos comunistas a menudo decían, 'no hay Dios, no hay más allá, no hay castigo para el mal. Podemos hacer lo que queramos.' Incluso escuché a un torturador decir, 'Doy gracias a Dios en quien no creo, por haber vivido hasta a esta hora cuando puedo expresar todo el mal en mi corazón.' Lo expresó en la increíble brutalidad y tortura infligidas en los prisioneros"ix.

Y lo mismo se aplica a los actos de auto-sacrificio. Hace varios años, ocurrió un terrible desastre aéreo en pleno invierno, en que un avión que despegaba del aeropuerto de Washington, D.C., se estrelló contra un puente sobre el río Potomac, zambullendo a los pasajeros en las heladas aguas. Cuando los helicópteros de rescate llegaron, la atención se enfocó en un hombre que una y otra vez empujó la escalera de cuerda colgante hacia otros pasajeros en lugar de ser el mismo llevado a la seguridad. Seis veces pasó la escalera. Cuando llegaron nuevamente, había fallecido. Había dado gratuitamente su vida para que otros pudieran vivir. La nación entera volvió sus ojos a este hombre en respeto y admiración por el acto bueno y desinteresado que había realizado. Y aún así, si el ateo está en lo correcto, ese hombre no fue noble, hizo la cosa más estúpida posible. Debió haber ido primero por la escalera, empujando a otros si era necesario para sobrevivir. ¿Pero morir por otros que ni siquiera conocía, renunciar a toda la breve existencia que tendría? ¿Para que? Para el ateo no puede haber ninguna razón. Y aún así el ateo, como el resto de nosotros, reacciona instintivamente con alabanza para la acción generosa de este hombre. De hecho, uno probablemente nunca encontrará a un ateo que viva de forma consistente con su sistema. Porque un universo sin responsabilidad moral y carente de valor es inimaginablemente terrible.

El propósito de Vida

Finalmente, miremos el problema del propósito de la vida. La única manera en que la mayoría de las personas que niegan el propósito en la vida viven felizmente es, ya sea, inventando algún propósito, lo que es auto engaño como vimos con Sartre, o no llevando su perspectiva a sus conclusiones lógicas. Tome el problema de muerte, por ejemplo. Según Ernst Bloch, la única manera en que el hombre moderno puede vivir ante la muerte es tomando prestada subconscientemente la creencia en la inmortalidad que sus antepasados sostuvieron, aunque él mismo no tiene ninguna base para esta creencia, dado que no cree en Dios. Al tomar prestados los remanentes de una creencia en la inmortalidad, escribe a Bloch, "el hombre moderno no siente el abismo que incesantemente lo rodea y que ciertamente finalmente lo engullirá. A través de estos remanentes, salva su sentido de identidad. A través de ellos surge la impresión de que el hombre no está pereciendo, si no solo que un día el mundo tiene el capricho de no aparecerle más." Bloch concluye, "Este ánimo, bastante superficial se alimenta de una tarjeta de crédito prestada. Vive de esperanzas antiguas y del apoyo que estas una vez habían proporcionado"x. El hombre Moderno ya no tiene derecho a ese apoyo, dado que ha rechazado a Dios. Pero para vivir con un propósito, hace un salto de fe al afirmar una razón por la cual vivir.

A menudo encontramos la misma inconsistencia entre aquéllos que dicen que el hombre y el universo llegaron a existir sin ninguna razón o propósito, simplemente por casualidad. Incapaz de vivir en un universo impersonal en que todo es producto del ciego azar, esta gente comienza a atribuir personalidad y motivos a los procesos físicos mismos. Es una manera extraña de hablar y representa un salto del piso inferior al superior. Por ejemplo, Francis Crick, a medio camino de su libro "El Origen del Código Genético" comienza a escribir "naturaleza" con una "N" mayúscula y en otra parte habla de selección natural como siendo "inteligente" y como "pensando" en lo que va a hacer. Fred Hoyle, el astrónomo inglés, atribuye al propio universo las cualidades de Dios. Para Carl Sagan el "Cosmos", que él siempre escribe con mayúscula, obviamente cumple el papel de un dios sustituto. Aunque todos estos hombres profesan no creer en Dios, contrabandean un Dios suplente por la puerta trasera porque ellos no pueden soportar vivir en un universo en que todo es el resultado aleatorio de fuerzas impersonales.

Y es interesante ver a muchos pensadores traicionar sus perspectivas cuando son llevadas a su conclusión lógica. Por ejemplo, ciertas feministas han levantado una tormenta de protesta contra la psicología sexual Freudiana porque es chauvinista y degradante respecto de las mujeres. Y algunos psicólogos se han sometido y han revisado sus teorías. Ahora, esto es totalmente inconsistente. Si la psicología Freudiana es realmente verdad, entonces no importa si es degradante para las mujeres. No se puede cambiar la verdad porque no nos guste a lo a que lleva. Pero las personas no pueden vivir de forma consistente y feliz en un mundo dónde otras personas son devaluadas. Sin embargo, si Dios no existe, nadie tiene valor alguno. Sólo si Dios existe puede alguien de forma consistente sostener los derechos de las mujeres. Pero si Dios no existe, entonces la selección natural dicta que el varón de la especie sea dominante y agresivo. Las mujeres no tendrían más derechos que los que tienen una cabra hembra o una gallina. En la naturaleza cualquier cosa que es, esta bien. ¿Pero quién puede vivir con tal perspectiva? Al parecer, ni siquiera los psicólogos Freudianos que traicionan sus teorías cuando son empujadas a sus conclusiones lógicas.

O tomemos el conductismo sociológico de alguien como B. F. Skinner. Su perspectiva lleva a la clase de sociedad prevista en "1984" de George Orwell, dónde el gobierno controla y programa el pensamiento de todos. Si las teorías de Skinner son correctas, no puede haber objeción a tratar a las personas como a las ratas en la jaula de Skinner, recorriendo sus laberintos, estimulados con comida y choques eléctricos. Según Skinner, todas nuestras acciones están determinadas de todas formas. Y si Dios no existe, ninguna objeción moral puede levantarse contra este tipo de programación, porque el ser humano no es cualitativamente diferente de una rata, dado que ambos no son más que materia, más tiempo, más azar. Pero, de nuevo ¿quién puede vivir con tal perspectiva deshumanizante?

O finalmente, tome el determinismo biológico alguien como Francis Crick. La conclusión lógica es que el ser humano es como cualquier otro espécimen de laboratorio. El mundo se horrorizó cuando descubrió que en campos como Dachau los nazis habían usado a prisioneros para experimentos médicos en humanos vivos. ¿Pero por qué no? Si Dios no existe, no puede haber ninguna objeción en usar a alguien como conejillo de indias humano. El fin de esta perspectiva es el control de la población en que el débil y el no deseado son muertos en orden a dar lugar al fuerte. Pero la única manera en que podemos protestar de forma consistente contra esta perspectiva es si Dios existe. Sólo si Dios existe puede haber propósito en la vida.

El dilema de hombre moderno es así verdaderamente terrible. Y en la medida en que niega la existencia de Dios y la objetividad de los valores y el propósito, este dilema permanece sin resolver también para el hombre "posmoderno." De hecho, es precisamente la conciencia de que el modernismo produce inevitablemente la absurdidad y desesperación lo que constituye la angustia de la posmodernidad. En algunos respectos, la posmodernidad es solo la conciencia de la bancarrota de la modernidad. La cosmovisión atea es insuficiente para mantener una vida feliz y consistente. El hombre no puede vivir de forma consistente y feliz como si la vida careciera finalmente de significado, valor o propósito. Si intentamos vivir de forma consistente dentro de una cosmovisión atea, seremos profundamente infelices. Si en cambio logramos vivir felizmente, es sólo desmintiendo nuestra cosmovisión.

Confrontado con este dilema, el ser humano se debate patéticamente por algún medio de escape. En un notable discurso ante la Academia Americana para el Avance de Ciencia en 1991, el Dr. L. D. Rue, confrontado con el predicamento del hombre moderno, postuló audazmente que debemos engañarnos a nosotros mismos por medio de alguna "Mentira Noble" para pensar que nosotros y el universo aún tenemos valorxi. Afirmando que "La lección de los últimos dos siglos es que el relativismo intelectual y moral es profundamente la realidad", el Dr. Rue reflexiona que la consecuencia de tal descubrimiento es que búsqueda del plenitud personal (o la auto realización) y la búsqueda de la coherencia social se independizan una de la otra. Esto porque desde el punto de vista del relativismo la búsqueda de la autorrealización se privatiza radicalmente: cada uno escoge su propio juego de valores y significado. Si hemos de evitar la "opción del manicomio", dónde la autorrealización es perseguida sin tener en cuenta la coherencia social, y la "opción totalitaria" dónde la coherencia social se impone a expensas de la plenitud personal, no tenemos otra opción que abrazar alguna Mentira Noble que nos inspire a vivir más allá de nuestros intereses egoístas y así lograr la coherencia social. Una Mentira Noble "es una que nos engaña, nos compele más allá del propio interés, más allá del ego, más allá de la familia, la nación, [y] la raza." Es una mentira, porque nos dice que el universo esta imbuido de valor (lo qué es una gran ficción), porque tiene una pretensión de verdad universal (cuando no la hay), y porque me dice que no viva para mi propio interés (lo qué es evidentemente falso). "Pero sin tales mentiras, no podemos vivir."

Éste es el espantoso veredicto pronunciado sobre el hombre moderno. Para sobrevivir, debe vivir en el auto engaño. Pero incluso la opción de la Mentira Noble es finalmente impracticable. Para ser feliz, uno debe creer en el en un significado, valor y propósito objetivos. ¿Pero cómo puede uno creer en esas Mentiras Nobles y al mismo tiempo en el ateísmo y relativismo? Mientras más convencido se esté de la necesidad de una Mentira Noble, menos se puede creer en ella. Como un placebo, una Mentira Noble opera sólo en aquéllos que la creen verdad. Una vez que hemos visto a través de la ficción, la Mentira pierde su poder sobre nosotros. Así, irónicamente, la Mentira Noble no puede resolver el predicamento humano para cualquiera que ha llegado a ver ese predicamento.

La opción de la Mentira Noble lleva por consiguiente, en el mejor de los casos, a una sociedad en que un grupo elitista de illuminatis engaña a las masas para su propio bien, perpetuando la Mentira Noble. ¿Pero entonces por qué aquéllos de nosotros que estamos bien informados debemos seguir a las masas en su ilusión? ¿Por qué debemos sacrificar nuestro interés propio por una ficción? Si la gran lección de los últimos dos siglos el relativismo moral e intelectual es, entonces ¿por qué (si pudiéramos) pretender que no sabemos esta verdad y vivir una mentira en cambio? Si alguien contesta, "en beneficio de la coherencia social", uno puede legítimamente preguntar por qué debo sacrificar mi interés propio en beneficio de la coherencia social. La única respuesta que el relativista puede dar es la coherencia social es en mi propio interés, pero el problema de esta respuesta es que el interés propio y el interés de la manada no siempre coinciden. Además, si (por puro interés individual) me preocupo de la coherencia social, la opción totalitaria me siempre está abierta: olvidemos la Mentira Noble y mantengamos la coherencia social (así como mi propia autorrealización) a expensas del bienestar personal de las masas. Rue consideraría tal opción indudablemente repugnante. Pero ahí esta el problema. El dilema de Rue es que él obviamente valora profundamente la coherencia social y la plenitud personal en si mismas; en otros términos, estas son valores objetivos, los que según su filosofía no existen. Él ya ha hecho el salto al piso de arriba. La opción de la Mentira Noble afirma lo que niega y así se refuta a si misma.

El Éxito del Cristianismo Bíblico

Pero si el ateísmo falla a este respecto, ¿que pasa con el Cristianismo bíblico? Según la cosmovisión cristiana, Dios sí existe, y la vida de hombre no acaba a la tumba. En el cuerpo de resurrección el ser humano puede disfrutar de vida eterna y comunión con Dios. El Cristianismo bíblico por lo tanto provee de las dos condiciones necesarias para una vida significativa, valiosa, y con propósito para el hombre: Dios e inmortalidad. Debido a esto, podemos vivir de forma consistente y feliz. Así, el Cristianismo bíblico tiene éxito precisamente donde el ateísmo colapsa.

Conclusión

Ahora, quiero dejar claro que no he mostrado aún que el Cristianismo bíblico sea verdad. Pero lo que he hecho es exponer claramente las alternativas. Si Dios no existe, la vida es fútil. Si el Dios de la Biblia existe, entonces la vida es significativa. Sólo la segunda de estas dos alternativas nos permite vivir de forma feliz y consistente. Por consiguiente, me parece que aun cuando la evidencia para estas dos opciones sea completamente igual, una persona racional debiera escoger el Cristianismo bíblico. Me parece positivamente irracional preferir la muerte, la futileza, y la destrucción a la vida, el significado y la felicidad. Como dijo Pascal, no tenemos nada que perder y el infinito que ganar.

Notas

i 1 Kai Nielsen, "Why Should I Be Moral?" American Philosophical Quarterly 21 (1984): 90.

ii Richard Taylor, Ethics, Faith, and Reason (Englewood Cliffs, NJ: Prentice Hall, 1985), 90, 84.

iii H.G. Wells, The Time Machine (New York: Berkeley, 1957), chap. 11.

iv W.E. Hocking, Types of Philosophy (New York: Scribner's, 1959), 27

v Friedrich Nietzsche, "The Gay Science," in The Portable Nietzsche, ed. and trans. W. Kaufmann (New York: Viking, 1954), 95.

vi Bertrand Russell, "A Free Man's Worship," in Why I Am Not a Christian, ed. P. Edwards (New York: Simon & Schuster, 1957), 107.

vii Bertrand Russell, Letter to the Observer, 6 October, 1957.

viii Jean Paul Sartre, "Portrait of the Antisemite," in Existentialism from Dostoyevsky to Satre, rev. ed., ed. Walter Kaufmann (New York: New Meridian Library, 1975), p. 330.

ix Richard Wurmbrand, Tortured for Christ (London: Hodder & Stoughton, 1967), 34.

x Ernst Bloch, Das Prinzip Hoffnung, 2d ed., 2 vols. (Frankfurt am Main: Suhrkamp Verlag, 1959), 2:360-1.

xi Loyal D. Rue, "The Saving Grace of Noble Lies," address to the American Academy for the Advancement of Science, February, 1991.​
http://respuestasevangelicas.blogspot.com/

Keep tha party ALIVE!!!!

¿donde estan los ateos y asnosticos?
 
Re: Lo Absurdo de la Vida SIN DIOS

Bueno sera mejor que no los este avergonzanado a estos pobres muchachos.
 
Re: Lo Absurdo de la Vida SIN DIOS

vaya! y yo que -en mi ingenio- creian en dios por el valor espiritual del bien hacer y del bien obrar, una concepción casi artistica de que ante tanta belleza/natural artistica la dualidad de una obra asi se completa con el artista diseñador.
ahora veo que solo creen para dar remedio a su penoso trance del "soy o no soy" "Vivo, y si no es para siempre, ¿que vivo?"

Perdón pero creo que los ateos tenemos incluso otra concepción de dios lejos de la salvación egocéntrica del creyente mundano.

les pregunto sencillamente ¿y luego de la vida eterna? ¿QUE?

sin dolor, sin sentir el respirar, sin sentir el agua que enfria el calor doliente de la playa del mar, sin sentir aquellas mordiditas que te da tu pareja al besarte, sin sentir aquel instante cais un flash cuando brincamos en paracaídas y que esos 2 minutos de caída se le hacen a uno eterno, debe de terminar uno en suelo o comenzara a a hartarse de estar cayendo. ¿que es la eternidad en si?

para mi seria vivir eternamente como roca inmoble e insípida, o como canica inanimada al control absoluto de un niño juguetón que te apueste por otras canicas.
algo absurdo, ridículo, mas que nada supone mas preguntas, Luego, después, por que, que pasara, entonces y luego que sin sentir que???????

nunca vemos una película que no tenga ni fin o inicio, siempre duran dos horas y muchas quedan en nuestra memoria a veces las vemos de nuevo por que son gustosas.
nunca leemos un libro eterno de paginas que aun no sabes cual es el inicio ni menos si tiene fin aquel suspenso tecnológico que presenta esta novela eterna, tiene siquiera sentido (tom clancy).

si bien quieren creer que dios es el diseñador artista de la obra que vemos, muy bien, pero si solo se van darle sentido a una respuesta tan vaga y absurda -respuesta de una pregunta que nos motiva a vivir, mas que esperara morir- es algo sencillamente ofensivo apara los sentidos humanos, incluso me atrevo a decirlo para su concepción de dios.

haya ustedes, cuantas otra vidas que ya no existen desearían ocupar su lugar en el espacio que están ahorita y ustedes lo desaprovechan y ni lo viven, desprecio autentico a sus sentidos.

en la pelicula matrix, alguien dice; no yo quiero volver al matrix para comer un bistec aunque sea de mentiritas y no estar aquí donde se vive y se siente dolor aun que sea de verdad.

y sobre todo si hay una eternidad soportando a estos tipos que NO RESPETAN OTRA FE

ELavivador dijo:
Bien amiguita, pero tu eres una hja del diablo por ser catolica, asi que no puedes habalr sobre temas espirituales siquiera ni estas apta para hablar con ateos ni mucho menos hablar de lo bueno, porque de al abundancia del corazon ahabla la boca.

prefiero mil veces vivir 80 años y luego la muerte definitiva, y no andar que conviviendo en la eternidad con groseros.
 
Re: Lo Absurdo de la Vida SIN DIOS

quiero aclarar que yo no creo ni en dios ni en su antagónico -diablo-

pero se que los creyentes son sensibles con ese tema, y que otra fe acuse a otra de eso.

me molesta.
 
Re: Lo Absurdo de la Vida SIN DIOS

Lo Absurdo de la Vida sin Dios


Conclusión

Ahora, quiero dejar claro que no he mostrado aún que el Cristianismo bíblico sea verdad. Pero lo que he hecho es exponer claramente las alternativas. Si Dios no existe, la vida es fútil. Si el Dios de la Biblia existe, entonces la vida es significativa. Sólo la segunda de estas dos alternativas nos permite vivir de forma feliz y consistente. Por consiguiente, me parece que aun cuando la evidencia para estas dos opciones sea completamente igual, una persona racional debiera escoger el Cristianismo bíblico. Me parece positivamente irracional preferir la muerte, la futileza, y la destrucción a la vida, el significado y la felicidad. Como dijo Pascal, no tenemos nada que perder y el infinito que ganar.

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Respuestas.

Dios recompensa la creencia

Richard Dawkins sugiere que, en lugar de premiar la creencia, Dios puede premiar el intento de razonar honestamente, y castigar la creencia ciega.

Richard Carrier expande este argumento:

Suponga que hay un Dios observándonos y eligiendo cuáles de las almas son merecedoras de ir al cielo, suponga que este dios considera únicamente a la gente moralmente buena como merecedoras. Él probablemente seleccione sólo a quienes han realizado un verdadero y responsable esfuerzo por descubrir la verdad. Todos los demás serían poco fiables, al ser cognitivamente o moralmente inferiores, o ambas. Estas personas también serán menos propensas a descubrir y comprometerse con verdaderas creencias acerca de lo correcto o lo incorrecto. Es decir, que si una persona tiene una preocupación significativa por hacer el bien y evitar el mal, entonces necesariamente debe de tener una preocupación significativa y digna de confianza sobre el bien y el mal. Dado que esto requiere con un conocimiento sobre muchos hechos fundamentales del universo (tal como saber si existe un Dios o no), se concluye necesariamente que estas personas deben tener una preocupación significativa y digna de confianza para siempre buscar, probar y confirmar que sus creencias acerca de tales cosas son probablemente correctas. Por lo tanto, sólo aquellas personas que crean en lo probable (en lugar de lo improbable) pueden ser suficientemente morales y fiables para merecer un lugar en el cielo - a menos que Dios desee llenar el cielo con los moralmente perezosos, irresponsables, o poco fiables.
Esto dejaría a la matriz inicial como imprecisa, ya que no incluiría la posibilidad de un Dios que recompense al de honesto razonamiento o que castigue al de creencias deshonestas.

Los defensores de la Apuesta de Pascal replican que dicho Dios hipotético y no-histórico no está respaldado por las genuinas religiones históricas, y que por lo tanto deben dárseles una probabilidad zero, o más bien una probabilidad infinitesimal. Luego, el debate pasa a cuál es el criterio racional de los defensores para asignarle una probabilidad a algo que es infinitamente incomprensible.

La azarosidad de la existencia de Dios
El filósofo argentino Mario Bunge señala que el supuesto en el que se basa el razonamiento de Pascal, que la existencia de Dios es una cuestión de azar, "es a la vez científicamente falso, filosóficamente confuso, moralmente dudoso y teológicamente blasfemo". Sería científicamente falso porque ninguna ciencia puede medir o calcular la probabilidad de la existencia de Dios. Sería filosóficamente confuso porque el argumento incluye la confusión entre la plausibilidad de una proposición y la probabilidad de un hecho. Sería moralmente dudoso porque los creyentes religiosos honestos se muestran reticentes respecto a la sugerencia de creer en Dios porque resulta conveniente. Y, finalmente, sería teológicamente blasfemo porque los teólogos sostienen que Dios no es ni mucho menos una criatura casual, sino el único ser necesario.

Contra este tipo de objeciones los apologistas pascalianos han recordado a sus críticos que la "Apuesta de Pascal" no pretende ser una razón suficiente para la creencia en el cristianismo, sino precisamente una respuesta utilitarista, bien sea a la utilización del utilitarismo para intentar negar la fe cristiana, bien por la aplicación a un particular contexto histórico de debate religioso. El argumento de Pascal sólo sería válido para los agnósticos que deben considerar los beneficios de practicar la fe por poco que confíen en ello. En cambio, un ateo descartaría el razonamiento de entrada puesto que para él la probabilidad de que exista Dios es nula. Los defensores de la apuesta argumentan que Pascal no pretendió probar científicamente la existencia de Dios, ni tampoco derivar filosóficamente las probabilidades de la existencia del dios cristiano de la plausibilidad de una toma de decisión frente a ciertas probabilidades, así como tampoco caer en un casualismo teológico ya que la apuesta va dirigida a aquellos que enfrentan "la posibilidad de la existencia de Dios" y no a "la existencia de un Dios probable". Pascal comienza con la premisa de que la existencia o no-existencia de Dios no es comprobable por la razón humana, desde el momento en que la esencia de Dios es "infinitamente incomprensible". En cuanto la razón no puede resolver la cuestión, uno debe "apostar", sea suponiendo o haciendo un "salto de fe". Finalmente Pascal jamás habría defendido, continúan sus defensores, una fe religiosa por conveniencia ya que no es la creencia en Dios en sí misma la que produce la salvación ni la no-creencia en Dios la condena, sino las causas de este rechazo (la elección de la nada en un nulo horizonte de trascendencia implícito en la inexistencia del dios cristiano) y las posibles consecuencias de la misma (la privación de la vista de Dios), con lo cual su apuesta es sólo una etapa intermedia a un verdadero proceso de conversión. En tal caso la contracrítica se resume a que no se puede afirmar, sin caer en contradicción, que Pascal pretendiera probar la existencia de Dios con la conveniencia de apostar por Dios y que, a la vez, dicha existencia fuera para él sólo una probabilidad útil:

Dices que eres de tal contextura que no aciertas a creer. Pues aprende al menos a tenerte por tal: pues aun cuando la razon te guía sin embargo no sabes decidirte. Trabaja pues por convencerte, no aumentando las pruebas de la existencia de Dios, sino disminuyendo tus pasiones.


La exclusión de los no-cristianos
Para otros críticos, la apuesta de Pascal no toma en consideración la existencia de ningún Dios diferente al que postula el judeocristianismo, con lo que se cometería así la falacia del falso dilema. Esto ha sido muy criticado, ya que el hecho de creer en el Dios judeocristiano no salva de caer en algún otro infierno de otra religión. A pesar de esta crítica los apologistas de la apuesta replican que, entre las opciones rivales, sólo aquellas que premian con felicidad infinita afectan a la elección dominante en la matriz de posibilidades. Argumentan que ni la finita semi-dicha de la promesa de Odín ni la de de Kali, pueden ser contendientes con la infinita dicha ofrecida por Jesucristo, así que no la toman en consideración.También, las felicidades infinitas que los dioses rivales pueden ofrecer serían mutuamente excluyentes. Si la promesa de la dicha de Cristo puede ser considerada concurrente con la de Yavé y Allah (los tres identificados como dioses de Abraham), no hay conflicto en la matriz de decisiones en el caso donde el costo de creer en el dios equivocado es neutral (limbo, purgatorio, muerte espiritual), ya que esto implicaría un costo infinito sólo en el caso en el que no creer en el dios correcto resultara en castigo (infierno). Interpretaciones ecuménicas de la apuesta de Pascal incluso sugieren que es aceptable creer en un Dios anónimo, o en un Dios con el nombre equivocado, mientras que este comparta las mismas características esenciales (ser supremo, omnipotente, omnipresente y omnisciente) con el Dios cristiano (incluso si se reduce al mínimo común denominador de la visión monoteísta aristotélica de Dios, ser necesario y causa de todas las cosas)

En pos de la igualdad entre todas las concepciones posibles de dios, incluso las no-históricas, se orientan críticas como la del filósofo randiano George Smith, creador en su libro Atheism: The Case Against God de una "contrapuesta de Pascal" conocida como la apuesta de Smith. En términos generales, la apuesta de Smith puede estructurarse de acuerdo a cuatro escenarios, a saber de la siguiente forma:

Dios no existe. En este caso, los ateos estarían en lo correcto, por lo tanto serían los creyentes los que habrían perdido gran parte de sus vidas y de sus esfuerzos en agradar a un ser inexistente.
Dios es un ser impersonal. Dios creó el Universo y luego lo dejó a su suerte, sin intervenir en él. En este caso, ni el ateo ni el creyente tienen razones para preocuparse, pues este Dios ni premia ni castiga.
Dios existe y es un ser moralmente elevado. En este caso, Dios no podría castigar a ningún ser humano que cometiera errores de conciencia honestos. Si la razón es la que hace llegar a la conclusión al hombre que Dios no existe, este no debería tomar represalias contra el hombre, pues cometería este un error de conciencia válido y fundamentado. De hecho, quien más preocupado debería estar es el creyente, pues la lógica en términos básicos debería llevar al ateísmo (Esta es la opinión personal de Smith), por lo cual la creencia ciega y deshonesta en Dios (recordemos que, según Smith, la mayoría de los creyentes creen en Dios como simple “apuesta segura” a la salvación) sería para Él un gran pecado.
El Dios de los cristianos es el correcto. Con su actuación moral y éticamente reprobable, que castiga a todo aquel que se atreve a dudar de Él, aunque esta duda esté basada en la lógica y la razón. Así, la vida personal de cada persona no sería importante, sino la simple adhesión a la creencia de Dios sea esta por razones honesta (muchos creen en Dios como consecuencia del razonamiento y la meditación profunda en ese aspecto) o deshonesta (La mayoría, según Smith, creen por la apuesta segura, por temor al infierno o por simple herencia cultural). Sin embargo, este Dios reprobable desde el punto de vista moral, podría fácilmente también convertirse en un Dios traicionero respecto a los cristianos pues, suponiendo que este disfrutara de alguna forma con el sufrimiento humano y no importaran para él las virtudes, no habrían en tal caso ningún impedimento para suponer que también pudiera lanzar a los cristianos al infierno, ya que para una mente inmoral la traición y la tortura puede convertirse en un elemento de diversión.

De todas las defensas a Pascal y de las objeciones a la tesis del libro de George Smith según las cuales no se infieren sus conclusiones de las premisas, se pueden resumir diferentes respuestas a cada probabilidad de la contra-apuesta de Smith condensadas en las mismas y también de las citas más existencialistas del propio Pascal, esto es: si "Dios no existe",

1) las vidas finitas ya estarían per se "perdidas" lo cual quita toda importancia a los esfuerzos por agradar a Dios:

Si las pasiones pues no nos encantaran, ocho dias y cien años serían lo mismo.
Sin embargo, son muchísimos los filósofos que argumentan que las vidas (incluso las vidas finitas) no están perdidas, y que tienen un propósito. Y son muchos otros quienes reflexionan que si bien la vida no tiene un propósito, es un fin en sí misma , por lo cual debe ser disfrutada al máximo, y el tiempo malgastado significa el sacrificio máximo que uno puede entregar en una vida finita.


2) dichos esfuerzos no son tales ya que la felicidad es en cualquier caso mayor y sublime:

¿Qué mal te vendrá de tomar este partido? Serás fiel, honrado, humilde, agradecido, bienhechor, sincero y veraz. Sin duda que no andarás metido en los gustos apestados, en la gloria, en las delicias. ¿Pero piensas que no gozarás de otros mayores deleites? Te aseguro que aun en esta vida ganarás; y que a cada paso que dieres en este camino, verás tanta certidumbre de la ganancia, y tan gran vacío en lo que aventurabas, que al fin vendrás a conocer que habías apostado por una cosa cierta e infinita, y que nada has dado por conseguirla.
En respuesta a este punto, quienes buscan refutar la apuesta de pascal argumentan que la felicidad no es algo inherente de creer en un dios (en especial si este dios no existe). Reflexionan que el cristianismo (como otras religiones), al imponerte una moral a través de dogmas, te quita libertad, y que esto puede traerte infelicidad. También argumentan que el ateismo puede brindarte mucha más ganancia real que el cristianismo (o cualquier otra religión).

3) la misma probabilidad de la inexistencia de Dios inutiliza el argumento por la sola probabilidad de la existencia de Dios:

Se debe creer en Dios si hay una mínima posibilidad diferente de cero, de que exista; porque el hipotético infinito de la vida celestial minimiza cualquier sacrificio de una vida finita.

Ante esto, Richard Dawkins argumenta la probabilidad de un Dios que, en lugar de premiar la creencia, premie el razonamiento honesto.

A los efectos de la argumentación pro-pascaliana la posibilidad de un "Dios impersonal" es irrelevante debido a que, siendo el alma lo que se "apuesta", un dios impersonal no asegura la eternidad de la consciencia, y por ende se iguala esta probabilidad con todas las conclusiones que se pudieran derivar de la primera posibilidad (que el Dios cristiano no exista). En cuanto a la supuesta inmoralidad del Dios descrito por Pascal implicadas en la tercera y cuarta opción irían en contradicción, para los defensores del existencialismo pascaliano, con la aclaración del propio Pascal acerca de la perversión intrínseca de la elección de la inmanencia y el error de lectura ya que el infierno no es la condena de Pascal por una mala apuesta.



Tambien te dejo el siguiente video de un ateo respondiendo a la apuesta de pascal

http://www.youtube.com/watch?v=zSN33o5bvzE



saludos