¿Se condenan los miembros inconversos de las iglesias?

28 Febrero 1999
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He aquí una propuesta inatractiva para los que gustan chatear, pero que espera aportes de los que pueden debatir. Los mismos dirigentes están actualmente admitiendo que se incrementa en las iglesias la cantidad de inconversos entre su membresía. Lamentablemente, aunque reconocen el hecho, tampoco pierden el sueño por ello. Simplemente, se resignan a una situación ya fuera de control y que reviste carácter general, pues se da por todas partes sin distinción denominacional.
Tácitamente se asume como una característica de la época, ya en los finales de los tiempos.
Por supuesto que cuando ellos examinaron a los candidatos al bautismo o dieron la recepción a nuevos miembros, de buena fe creyeron que eran personas nacidas de nuevo en Cristo. Sólo al tiempo se fue manifestando que su profesión no pasaba de eso, ya que la ausencia de un carácter auténticamente cristiano evidenciaba la falta de una experiencia de conversión, por el arrepentimiento y fe.
La carencia de un interés genuino por las cosas de Dios, la vida mundana y satisfacción de los apetitos de la carne, mostraban a las claras que apenas se habían adaptado a un hábito religioso dominical.
Algunos de ellos son hijos de pastores y misioneros que mamaron el Evangelio desde la cuna. Otros, ya viejos, “asisten a la iglesia” desde sus tempranos días de la Escuela Dominical; aunque son intachables en su moralidad y conducta, alarma el que jamás hayan dado signo alguno de vida espiritual.
Otros cuantos fueron captados en grandes campañas evangelísticas, donde cumplieron la gimnasia salvífica de levantar la mano, pararse, pasar adelante, arrodillarse, repetir la oración de entrega y llenar el formulario de decisión. El gozo que sigue del comité de la gran cruzada de salvación va acompañado desde los cielos por las lágrimas de los ángeles ante tantos pecadores no arrepentidos.
Luego, aunque fueron discipulados, bautizados y congregados formalmente, nunca evidenciaron haber pasado de muerte a vida. Así y todo, se saben salvos; aunque en su fuero interno tengan sus dudas, que tampoco les preocupa gran cosa.
Los inconversos que hace cincuenta años en las iglesias de un centenar de miembros se podían contar con los dedos de una mano, actualmente ya son mayoría, de modo que hasta pasan desapercibidos. Muchos de los que dudan de su salvación o piensan que pudieron haberla perdido, en realidad nunca la tuvieron, y desconocen su certidumbre y gozo. Esta es una de las razones del por qué las tenidas como iglesias no lo sean.
En otro epígrafe detallamos algunas causas que originaron esta situación, como ser:
1 – Cuando los mismos plantadores de iglesias no eran cristianos genuinos.
2 – Cuando el evangelio light que predicaban no era “poder de Dios para salvación”.
Siendo así las cosas nos confrontamos a la pregunta:
-¿Será que terminarán condenándose eternamente los miembros inconversos de las iglesias?
Bien, sabemos que después de la muerte ya no hay oportunidad de salvación; esto nos hace trabajar el tema sólo con los que están en vida.
Si los miembros inconversos de las iglesias mueren sin arrepentimiento y fe en el Salvador, están irremediablemente condenados.
Pero los que asisten desde hace años, asintiendo con el mensaje que se predica al grado que también podrían predicarlo, ¿podrán salvarse?
Dios en su soberanía ha obrado tales milagros entre consuetudinarios oyentes de la predicación, cuando un buen día acabaron por creer lo que tan bien sabían.
Pero estos casos son tan difíciles que sólo la sobreabundante gracia de Dios permite que tengamos algunos como muestra.
La mayor dificultad se halla en que estos miembros inconversos están como “vacunados” con el Evangelio, pues conociéndolo tan bien, siguen viendo la necesidad ajena cuando nunca vieron la propia.
El Evangelio permeó toda el área intelectual de ese miembro sin alcanzar nunca la espiritual. De este modo se da el gran equívoco: lo que se sabe no se cree. La fe es un don de Dios que se recibe por gracia, al igual que el arrepentimiento. Pero la evangelización moderna ha apelado a una decisión de la voluntad personal, como si le hiciera un gran favor a Dios acabando por consentir en aceptar a Jesucristo como salvador.
¿Qué esperanza puede haber todavía para los miembros inconversos de las iglesias?
Los dejo pensando en ello, mientras yo haré lo mismo; pero les adelanto que algo tengo en perspectiva.
Saludos cordiales y espero vuestros aportes al tema.
Ricardo.
 
Re: ¿Se condenan los miembros inconversos de las iglesias?

He aquí una propuesta inatractiva para los que gustan chatear, pero que espera aportes de los que pueden debatir. Los mismos dirigentes están actualmente admitiendo que se incrementa en las iglesias la cantidad de inconversos entre su membresía. Lamentablemente, aunque reconocen el hecho, tampoco pierden el sueño por ello. Simplemente, se resignan a una situación ya fuera de control y que reviste carácter general, pues se da por todas partes sin distinción denominacional.
Tácitamente se asume como una característica de la época, ya en los finales de los tiempos.
Por supuesto que cuando ellos examinaron a los candidatos al bautismo o dieron la recepción a nuevos miembros, de buena fe creyeron que eran personas nacidas de nuevo en Cristo. Sólo al tiempo se fue manifestando que su profesión no pasaba de eso, ya que la ausencia de un carácter auténticamente cristiano evidenciaba la falta de una experiencia de conversión, por el arrepentimiento y fe.
La carencia de un interés genuino por las cosas de Dios, la vida mundana y satisfacción de los apetitos de la carne, mostraban a las claras que apenas se habían adaptado a un hábito religioso dominical.
Algunos de ellos son hijos de pastores y misioneros que mamaron el Evangelio desde la cuna. Otros, ya viejos, “asisten a la iglesia” desde sus tempranos días de la Escuela Dominical; aunque son intachables en su moralidad y conducta, alarma el que jamás hayan dado signo alguno de vida espiritual.
Otros cuantos fueron captados en grandes campañas evangelísticas, donde cumplieron la gimnasia salvífica de levantar la mano, pararse, pasar adelante, arrodillarse, repetir la oración de entrega y llenar el formulario de decisión. El gozo que sigue del comité de la gran cruzada de salvación va acompañado desde los cielos por las lágrimas de los ángeles ante tantos pecadores no arrepentidos.
Luego, aunque fueron discipulados, bautizados y congregados formalmente, nunca evidenciaron haber pasado de muerte a vida. Así y todo, se saben salvos; aunque en su fuero interno tengan sus dudas, que tampoco les preocupa gran cosa.
Los inconversos que hace cincuenta años en las iglesias de un centenar de miembros se podían contar con los dedos de una mano, actualmente ya son mayoría, de modo que hasta pasan desapercibidos. Muchos de los que dudan de su salvación o piensan que pudieron haberla perdido, en realidad nunca la tuvieron, y desconocen su certidumbre y gozo. Esta es una de las razones del por qué las tenidas como iglesias no lo sean.
En otro epígrafe detallamos algunas causas que originaron esta situación, como ser:
1 – Cuando los mismos plantadores de iglesias no eran cristianos genuinos.
2 – Cuando el evangelio light que predicaban no era “poder de Dios para salvación”.
Siendo así las cosas nos confrontamos a la pregunta:
-¿Será que terminarán condenándose eternamente los miembros inconversos de las iglesias?
Bien, sabemos que después de la muerte ya no hay oportunidad de salvación; esto nos hace trabajar el tema sólo con los que están en vida.
Si los miembros inconversos de las iglesias mueren sin arrepentimiento y fe en el Salvador, están irremediablemente condenados.
Pero los que asisten desde hace años, asintiendo con el mensaje que se predica al grado que también podrían predicarlo, ¿podrán salvarse?
Dios en su soberanía ha obrado tales milagros entre consuetudinarios oyentes de la predicación, cuando un buen día acabaron por creer lo que tan bien sabían.
Pero estos casos son tan difíciles que sólo la sobreabundante gracia de Dios permite que tengamos algunos como muestra.
La mayor dificultad se halla en que estos miembros inconversos están como “vacunados” con el Evangelio, pues conociéndolo tan bien, siguen viendo la necesidad ajena cuando nunca vieron la propia.
El Evangelio permeó toda el área intelectual de ese miembro sin alcanzar nunca la espiritual. De este modo se da el gran equívoco: lo que se sabe no se cree. La fe es un don de Dios que se recibe por gracia, al igual que el arrepentimiento. Pero la evangelización moderna ha apelado a una decisión de la voluntad personal, como si le hiciera un gran favor a Dios acabando por consentir en aceptar a Jesucristo como salvador.
¿Qué esperanza puede haber todavía para los miembros inconversos de las iglesias?
Los dejo pensando en ello, mientras yo haré lo mismo; pero les adelanto que algo tengo en perspectiva.
Saludos cordiales y espero vuestros aportes al tema.
Ricardo.


Espero y deseo, sr. Ricardo, que sea lo que sea que tenga usted en futura perspectiva, se acerque mucho mas a la verdadera realidad de la Iglesia de Cristo. Iglesia que, por cierto, deja usted en un pesimo y vergonzoso lugar con sus anteriores palabras. Ademas, cuando nos ponemos a generalizar sin ton, ni son, es justamente cuando empiezan a salir y a aparecer ,hasta de entre las paredes, millones y millones de inconversos en la Iglesia de N.S. y DIOS, Jesucristo de Nazaret. Saludos.
 
Re: ¿Se condenan los miembros inconversos de las iglesias?

Tema complejo y delicado hermano Ricardo;

Yo personalmente no he conocido a ningun miembro, que despues de muchos, y muchos años hasta el punto de hacerse viejos en una congregacion, lleguen al conocimiento de la VERDAD CON MAYUSCULAS.No afirmo que no existan,pero yo desde luego no he conocido a ninguno.
Esta es la situacion mas terrible que pueda llegar a tener una persona,y el juicio mas terrible sera precisamente para estos, que habiendo escuchado una ,y otra vez el mensaje de salvacion nunca llegan a comprenderlo.Yo no diria que estan vacunados con el EVANGELIO, sino contra el EVANGELIO.
Teniendo oidos no oyen,y teniendo ojos no ven. No existe mayor juicio que este.
 
Re: ¿Se condenan los miembros inconversos de las iglesias?

Ricardo


Usted asiste a alguna congregacion regularmente? Pregunto por los temas que coloca a modo de meditacion u evaluacion. Ciertamente es necesario discernir, y analizar. Pero que de nosotros? Como se considera usted y que solucion esta usted aportando o siendo parte? Que sugiere?
 
Re: ¿Se condenan los miembros inconversos de las iglesias?

He aquí una propuesta inatractiva para los que gustan chatear, pero que espera aportes de los que pueden debatir. Los mismos dirigentes están actualmente admitiendo que se incrementa en las iglesias la cantidad de inconversos entre su membresía. Lamentablemente, aunque reconocen el hecho, tampoco pierden el sueño por ello. Simplemente, se resignan a una situación ya fuera de control y que reviste carácter general, pues se da por todas partes sin distinción denominacional.
Tácitamente se asume como una característica de la época, ya en los finales de los tiempos.
Por supuesto que cuando ellos examinaron a los candidatos al bautismo o dieron la recepción a nuevos miembros, de buena fe creyeron que eran personas nacidas de nuevo en Cristo. Sólo al tiempo se fue manifestando que su profesión no pasaba de eso, ya que la ausencia de un carácter auténticamente cristiano evidenciaba la falta de una experiencia de conversión, por el arrepentimiento y fe.
La carencia de un interés genuino por las cosas de Dios, la vida mundana y satisfacción de los apetitos de la carne, mostraban a las claras que apenas se habían adaptado a un hábito religioso dominical.
Algunos de ellos son hijos de pastores y misioneros que mamaron el Evangelio desde la cuna. Otros, ya viejos, “asisten a la iglesia” desde sus tempranos días de la Escuela Dominical; aunque son intachables en su moralidad y conducta, alarma el que jamás hayan dado signo alguno de vida espiritual.
Otros cuantos fueron captados en grandes campañas evangelísticas, donde cumplieron la gimnasia salvífica de levantar la mano, pararse, pasar adelante, arrodillarse, repetir la oración de entrega y llenar el formulario de decisión. El gozo que sigue del comité de la gran cruzada de salvación va acompañado desde los cielos por las lágrimas de los ángeles ante tantos pecadores no arrepentidos.
Luego, aunque fueron discipulados, bautizados y congregados formalmente, nunca evidenciaron haber pasado de muerte a vida. Así y todo, se saben salvos; aunque en su fuero interno tengan sus dudas, que tampoco les preocupa gran cosa.
Los inconversos que hace cincuenta años en las iglesias de un centenar de miembros se podían contar con los dedos de una mano, actualmente ya son mayoría, de modo que hasta pasan desapercibidos. Muchos de los que dudan de su salvación o piensan que pudieron haberla perdido, en realidad nunca la tuvieron, y desconocen su certidumbre y gozo. Esta es una de las razones del por qué las tenidas como iglesias no lo sean.
En otro epígrafe detallamos algunas causas que originaron esta situación, como ser:
1 – Cuando los mismos plantadores de iglesias no eran cristianos genuinos.
2 – Cuando el evangelio light que predicaban no era “poder de Dios para salvación”.
Siendo así las cosas nos confrontamos a la pregunta:
-¿Será que terminarán condenándose eternamente los miembros inconversos de las iglesias?
Bien, sabemos que después de la muerte ya no hay oportunidad de salvación; esto nos hace trabajar el tema sólo con los que están en vida.
Si los miembros inconversos de las iglesias mueren sin arrepentimiento y fe en el Salvador, están irremediablemente condenados.
Pero los que asisten desde hace años, asintiendo con el mensaje que se predica al grado que también podrían predicarlo, ¿podrán salvarse?
Dios en su soberanía ha obrado tales milagros entre consuetudinarios oyentes de la predicación, cuando un buen día acabaron por creer lo que tan bien sabían.
Pero estos casos son tan difíciles que sólo la sobreabundante gracia de Dios permite que tengamos algunos como muestra.
La mayor dificultad se halla en que estos miembros inconversos están como “vacunados” con el Evangelio, pues conociéndolo tan bien, siguen viendo la necesidad ajena cuando nunca vieron la propia.
El Evangelio permeó toda el área intelectual de ese miembro sin alcanzar nunca la espiritual. De este modo se da el gran equívoco: lo que se sabe no se cree. La fe es un don de Dios que se recibe por gracia, al igual que el arrepentimiento. Pero la evangelización moderna ha apelado a una decisión de la voluntad personal, como si le hiciera un gran favor a Dios acabando por consentir en aceptar a Jesucristo como salvador.
¿Qué esperanza puede haber todavía para los miembros inconversos de las iglesias?
Los dejo pensando en ello, mientras yo haré lo mismo; pero les adelanto que algo tengo en perspectiva.
Saludos cordiales y espero vuestros aportes al tema.
Ricardo.

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Al leerte veo que estos males que señalas, no es asunto regional sino que afectan a la iglesia universal. Yo te hablaré de lo que es típico en las congregaciones de esta parte del mundo, y te daré mi opinión.
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Desde hace muchos años, me he dado cuenta y en ocasiones lo he expresado, que en la iglesia abundan los convencidos (sugestionados), y están entremezclados con los convertidos. La raíz de este mal es la predicación y la intención de los que salen a la calle a predicar el evangelio, o mejor dicho, su evangelio.
<o:p> </o:p>
El fin es llenar un local de personas, a como dé lugar; que sean genuinamente convertidos o no, es lo de menos, más adelante Dios dirá. Por un lado está la presión de una creencia que se ha convertido en norma: Cuando un pastor no llena rápido un local, se considera que Dios no está respaldando su ministerio. De ahí que surjan las campañas de evangelismo explosivo, que lo único que consiguen es que la persona por compromiso vaya a visitar la congregación del que lo invitó, o lo “evangelizó” en una especie de evangelio de microondas, que lo único que hace es sugestionar a la persona.
<o:p> </o:p>
Esta persona que llega a la congregación por quedar bien con el que lo invitó, recibe una predicación que no entiende del todo, pero cuando el pastor llama a recibir a Cristo en sus corazones, no le queda otra que pasar adelante y repetir la oración de costumbre. Y como es costumbre también, todos creen que han salvado a un alma. De esa ficticia evangelización surgen los convencidos-inconversos. Después esta persona que en realidad no ha nacido de Dios, la comienzan a discipular no en l evangelio, sino en los artículos de fe de dicha congregación, de manera que la persona finalmente fue ganada para la congregación, no para Cristo. Así en ese estado puede pasar el resto de su vida, pues ha quedado convencido de que está en la verdad. Cuando le toca hablar de su fe, obviamente no va a hablar en línea con la verdad del evangelio, sino en línea con la verdad de su congregación.
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<sup>[FONT=&quot]17 [/FONT]</sup>De[FONT=&quot] modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.<o:p></o:p>[/FONT]
[FONT=&quot]<o:p> </o:p>[/FONT]
[FONT=&quot]Lo que sucede es que los sugestionados están en la congregación; pero no en Cristo.<o:p></o:p>[/FONT]
[FONT=&quot]<o:p> </o:p>[/FONT]
[FONT=&quot]Por otro lado, están los pastores que tienen grandes visiones (dicen que de Dios) y necesitan muchísimo dinero para cristalizar esas visiones; estos se hacen los de la vista gorda, pues en definitiva a ellos lo que le interesa es tener llena una silla mas, y un bolsillo más de donde sacar dinero, y para esto usan el eufemismo de ir a evangelizar para ganar almas, y presionan de diferentes maneras a los actuales miembros para que traigan personas a la congragación. Los ponen a competir unos con otros, el que más personas invite se gana el premio del miembro del mes.<o:p></o:p>[/FONT]
[FONT=&quot]<o:p> </o:p>[/FONT]
[FONT=&quot]<o:p> </o:p>[/FONT]
[FONT=&quot]Para que no me acusen de generalizar, digamos que estoy hablando solo de la congregación que está a una cuadra de mi casa. A ver cuentos foristas también tienen una así a la vuelta de la esquina.<o:p></o:p>[/FONT]
[FONT=&quot]<o:p> </o:p>[/FONT]
[FONT=&quot]<o:p> </o:p>[/FONT]
[FONT=&quot]Saludos.<o:p></o:p>[/FONT]
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Respuestas a los mensajes

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# 2 – Nazarhet: De veras que prefiriera que fuera yo quien dejara a la iglesia en tan malo y vergonzoso lugar, pues ello significaría que apenas tuve una pesadilla y que la realidad sería muy otra. De ser yo y otros pocos foristas los equivocados, pues entonces saltaríamos de alegría porque no serían tantos los que descienden desde las iglesias al infierno, ni tampoco serían tales mayorías las expuestas al fuego eterno.
Cuando generalizamos, es porque ya no es posible particularizar con lugar, nombre y apellido, por abrumadores que resultan los testimonios de tantísimos hermanos por todo el mundo que gimen con el Espíritu por la presente situación.
La Iglesia, la prometida de Cristo, integrada por todos los redimidos con su sangre, de todo linaje, lengua, pueblo y nación, luce más pura, santa, inmaculada y hermosa que nunca. ¡Por eso es que ya no puede demorar mucho más su venida! ¡Él está loco de amor por ella!
Y ciertamente que por toda la faz de la tierra se hallan sus expresiones locales, que por no pulular demasiado ni sumar multitudes pasan como desapercibidas para las grandes organizaciones internacionales. Pero así son las cosas.
# 3 - Sololafe: Por supuesto que hablo con conocimiento de causa, y aunque siempre son pocos los casos de los que nos enteramos, los hay a los tres niveles: a) Los que se convirtieron tras muchos años de estar congregados como miembros. b) Los que a su vejez desesperaban de su salvación, dudando. c) Los que con toda una vida en la iglesia murieron sin manifestar vida y gozo de salvación. Por supuesto que todo esto no suele trascender pues es de mal gusto. También suelen ser pocos los que se percatan de la realidad espiritual. Una forma de evitarse propias molestias es no pensar en ello, y menos hablarlo. Ni siquiera los predicadores.
# 4 - King's Daughter:
En varios epígrafes expresé que me congrego regularmente en las inmediaciones a mi domicilio, entre pocos hermanos y hermanas, al estilo de Sofonías 3:12. Disto mucho de ser un Salomón y no tengo las soluciones que serían de esperar, ni tampoco ello me preocupa. Sin embargo, en la última carta que el Señor escribe a una iglesia que lo había dejado fuera, todavía le profesa su amor, la llama al arrepentimiento y hace una invitación para una comunión íntima y personal a los que oyen su voz (Ap 3:19,20). Entre otras cosas, algo que hago es imprimir los mensajes que pongo en el Foro y darlos a hermanos con los que pueda luego proseguir considerando el asunto. Ellos a su vez, pasan el mensaje escrito a otros, ya que en un último párrafo se invita a dialogar. Esta actividad, sumada a las visitas a los epígrafes en este Foro creo que puede despertar muchas conciencias a la realidad, compartiendo entre todos la luz que el Señor nos va dando abriéndonos por el Espíritu su Palabra. Es probable que todavía pueda y deba hacer mucho más, pero no es que me niegue, sino que aún no sé qué, cuándo, en dónde y entre quienes. Mientras Dios no me abra otras puertas, a lo menos pienso que hacer esto, aunque poco, es mejor que nada.
# 5 – Estimado Leal: Muchísimas gracias por tu aporte que de veras me ha reconfortado. El temor a no acertar a explicarme y ser malentendido tiende a inhibirme, por lo que tus palabras me han vigorizado pues pese a no conocernos y estar distantes, sentimos y vemos las cosas de modo muy parecido.
Tu exposición ameritaría un extenso comentario, pero prefiero ahorrarlo para que los visitantes aprovechen a leerte directamente.
En próxima entrega, creo que ya podré compartirles lo que vengo pensando, que no es nada rebuscado sino perfectamente natural, pero como de estas cosas se prefiere no hablar, tampoco es mucho lo que haya trascendido.
El Señor les esté bendiciendo a todos con su abundante gracia.
Ricardo.
 
Re: ¿Se condenan los miembros inconversos de las iglesias?

Ricardo, amigo mio, no creo que sea bueno albergar ,dentro de uno mismo, cualquier tipo de temor o miedo que nos pueda coaccionar a dar publico testimonio de nuestras personales creencias. Y, quizas, menos aun deberiamos tener temos de equivocarnos pues, si todos los temores que no vienen de nuestro Padre Celestial son malos, el temor a equivocarnos tiene " la virtud " de paralizar tanto nuestro hechos como nuestra capacidad de comunicar al mundo la fe que profesamos.

Sobre tu anterior " informe" sobre el estado general de la Iglesia de Cristo ,y de los muchos y posibles inconversos que pueda haber en ella, tan solo queria comentarte que ,un inconverso, por mucho que acuda a un local donde se reunen cristianos nacidos de nuevo; y cuando digo " cristianos nacidos de nuevo " tan solo deseo hacer referencia a quellas personas que, creyendo con todo su corazon en la Palabra de Jesucristo o, si lo prefieres, en la Palabra del Dios Vivo, invocaron el Santisimo Nombre de nuestro Señor, total ,y completamente, arrepentidos de sus pecados y delitos y poniendo toda su fe en la Preciosa y Bendita Sangre que N.S. Jesucristo derramo por toda la humanidad como pago de sus pecados; pues, tal y como esta Escrito; la paga del pecado es la muerte; la muerte fisica y despues la muerte espiritual y eterna.

Evidentemente, el "nuevo" nacimiento del Espiritu y del agua, inexcusablemente, debe de dar, tambien, a luz una nueva forma de entender la vida y, por supuesto, tambien una nueva manera de obrar en esta misma " nueva" vida que Dios Padre concede al creyente que ha creido en el Bendito Nombre de su Hijo, Jesucristo, el cual fue enviado por nuestro Bendito Padre Celestial a causa, y por causa, de una humanidad vendida al pecado y a satanas.

Por tanto, a lo que deseaba hacer referencia con mi primera opinion, tan solo era que, dentro de la Iglesia de N.S. Jesucristo, bien podra haber muchos inconversos e incredulos; mas, tal y como esta escrito, es necesario dejar crecer el trigo junto a la cizaña para que, al tratar de extirpar esta ultima, no sea dañado tambien el trigo. Y, justamente, por este motivo crei oportuno comentar el posible " daño " que pueden hacer comentarios que dan a entender que, dentro de la Iglesia de Cristo se le da la bienvenida y la aprovacion a cualquier inconverso que desee ingresar en ella; pues, ciertamente, tan solo N.S. Jesucristo, conoce, perfectamente, el corazon de todo ser humano. Saludos.
 
Re: ¿Se condenan los miembros inconversos de las iglesias?

He aquí una propuesta inatractiva para los que gustan chatear, pero que espera aportes de los que pueden debatir. Los mismos dirigentes están actualmente admitiendo que se incrementa en las iglesias la cantidad de inconversos entre su membresía. Lamentablemente, aunque reconocen el hecho, tampoco pierden el sueño por ello. Simplemente, se resignan a una situación ya fuera de control y que reviste carácter general, pues se da por todas partes sin distinción denominacional.
Tácitamente se asume como una característica de la época, ya en los finales de los tiempos.
Por supuesto que cuando ellos examinaron a los candidatos al bautismo o dieron la recepción a nuevos miembros, de buena fe creyeron que eran personas nacidas de nuevo en Cristo. Sólo al tiempo se fue manifestando que su profesión no pasaba de eso, ya que la ausencia de un carácter auténticamente cristiano evidenciaba la falta de una experiencia de conversión, por el arrepentimiento y fe.
La carencia de un interés genuino por las cosas de Dios, la vida mundana y satisfacción de los apetitos de la carne, mostraban a las claras que apenas se habían adaptado a un hábito religioso dominical.
Algunos de ellos son hijos de pastores y misioneros que mamaron el Evangelio desde la cuna. Otros, ya viejos, “asisten a la iglesia” desde sus tempranos días de la Escuela Dominical; aunque son intachables en su moralidad y conducta, alarma el que jamás hayan dado signo alguno de vida espiritual.
Otros cuantos fueron captados en grandes campañas evangelísticas, donde cumplieron la gimnasia salvífica de levantar la mano, pararse, pasar adelante, arrodillarse, repetir la oración de entrega y llenar el formulario de decisión. El gozo que sigue del comité de la gran cruzada de salvación va acompañado desde los cielos por las lágrimas de los ángeles ante tantos pecadores no arrepentidos.
Luego, aunque fueron discipulados, bautizados y congregados formalmente, nunca evidenciaron haber pasado de muerte a vida. Así y todo, se saben salvos; aunque en su fuero interno tengan sus dudas, que tampoco les preocupa gran cosa.
Los inconversos que hace cincuenta años en las iglesias de un centenar de miembros se podían contar con los dedos de una mano, actualmente ya son mayoría, de modo que hasta pasan desapercibidos. Muchos de los que dudan de su salvación o piensan que pudieron haberla perdido, en realidad nunca la tuvieron, y desconocen su certidumbre y gozo. Esta es una de las razones del por qué las tenidas como iglesias no lo sean.
En otro epígrafe detallamos algunas causas que originaron esta situación, como ser:
1 – Cuando los mismos plantadores de iglesias no eran cristianos genuinos.
2 – Cuando el evangelio light que predicaban no era “poder de Dios para salvación”.
Siendo así las cosas nos confrontamos a la pregunta:
-¿Será que terminarán condenándose eternamente los miembros inconversos de las iglesias?
Bien, sabemos que después de la muerte ya no hay oportunidad de salvación; esto nos hace trabajar el tema sólo con los que están en vida.
Si los miembros inconversos de las iglesias mueren sin arrepentimiento y fe en el Salvador, están irremediablemente condenados.
Pero los que asisten desde hace años, asintiendo con el mensaje que se predica al grado que también podrían predicarlo, ¿podrán salvarse?
Dios en su soberanía ha obrado tales milagros entre consuetudinarios oyentes de la predicación, cuando un buen día acabaron por creer lo que tan bien sabían.
Pero estos casos son tan difíciles que sólo la sobreabundante gracia de Dios permite que tengamos algunos como muestra.
La mayor dificultad se halla en que estos miembros inconversos están como “vacunados” con el Evangelio, pues conociéndolo tan bien, siguen viendo la necesidad ajena cuando nunca vieron la propia.
El Evangelio permeó toda el área intelectual de ese miembro sin alcanzar nunca la espiritual. De este modo se da el gran equívoco: lo que se sabe no se cree. La fe es un don de Dios que se recibe por gracia, al igual que el arrepentimiento. Pero la evangelización moderna ha apelado a una decisión de la voluntad personal, como si le hiciera un gran favor a Dios acabando por consentir en aceptar a Jesucristo como salvador.
¿Qué esperanza puede haber todavía para los miembros inconversos de las iglesias?
Los dejo pensando en ello, mientras yo haré lo mismo; pero les adelanto que algo tengo en perspectiva.
Saludos cordiales y espero vuestros aportes al tema.
Ricardo.
Hola Ricardo,<?xml:namespace prefix = o ns = "urn:schemas-microsoft-com:eek:ffice:eek:ffice" /><o:p></o:p>
La condecoración eterna no le quita a Dios el sueño, porque no forma parte de Su ideal original y eterno de la creación, que es el reino de los cielos, el mundo de amor y bondad eternos. <o:p></o:p>

Pena da que muchos creyentes, de los que creen que tiene su billete de entrada al cielo garantizado, estén obsesionados con pensar quienes serán condenados….quienes se van a sufrir la eterna pena en el lagito de fuego. <o:p></o:p>

Que Dios te bendiga
 
Respuesta a Mensaje # 7

Respuesta a Mensaje # 7

Nazarhet:
1 - Por supuesto que no me conoces y de ahí que de unas pocas palabras que dirijo a Leal pienses que soy un timorato o algo parecido. El temor del que hablaba es el que va asociado a la prudencia, pues una excesiva osadía también podría confundir y ocasionar perjuicios. Por gracia de Dios y la fe que Él me ha conferido puedo testificar que no conozco el miedo. No me envalentono, pero tampoco quiero correr riesgos innecesarios. No me es fácil presentar temas delicados de modo que no susciten reacciones enojosas en los lectores.
2 – No introduje este tema para despertar inquisidores que puedan expurgar las iglesias de sus miembros inconversos. Fácilmente podrían equivocarse. Hay espigas de trigo tan mediocres que parecen cizaña, y las hay de cizaña tan lozanas que parecen trigo. Si la cizaña aparenta y se comporta como trigo no podremos nosotros juzgarla. Pero cuando la cizaña luce y se comporta como tal la iglesia no tiene como obviar la disciplina. Es decir, si es que interesa mantener saludable ese cuerpo local de creyentes. Toda la 1era. Epístola de Juan nos ayuda a discernir entre los hijos de Dios y los del diablo; los que andan en la luz y los que en tinieblas; los que son guiados por el Espíritu Santo y los que tienen el espíritu del Anticristo.
El “daño” que podrían hacer mis comentarios (caso que ponga el dedo en la llaga y duela), es el bien que deseo para los miembros inconversos a los que se les mantiene en hibernación, sin vida orgánica ni función vital en la iglesia. Si este tema pudiera darles tremendo choque eléctrico como el que se da en la clínica cuando el corazón deja de latir, quien se levante de entre los muertos y sea alumbrado por Cristo podrá testificar de lo que hablamos.
Reciban mis afectuosos saludos.
Ricardo
 
Re: ¿Se condenan los miembros inconversos de las iglesias?

Si no hay toro ni arena; ... tampoco hay torero...

Si no hay iglesias ni hay pastores, entonces no hay convertidos ni inconversos...

Saludos
 
Re: ¿Se condenan los miembros inconversos de las iglesias?

Si no hay toro ni arena; ... tampoco hay torero...

Si no hay iglesias ni hay pastores, entonces no hay convertidos ni inconversos...

Saludos

Bueno, está DIOS, estimado hermano; yo no lo conocía, y ÉL (Bendito sea) me CONVIRTIÓ, y a MUCHOS...CONFIEMOS en ÉL.
Que ÉL te Bendiga. Amén.
 
Re: ¿Se condenan los miembros inconversos de las iglesias?

¡Excelente fotografía la expuesta por mi hermano ricardo!

Desafortunadamente, esa foto fue la mía por años! :-(

No qioto el dedo del renglón: tiene que haber una purga santa... De eso, se verá quienes son hijos de Dios, y quienes nomás están jugando a la iglesita. No hay vuelta de hoja.
 
Respuestas a los Mensajes 10/12

Respuestas a los Mensajes 10/12

Estimado Dagoberto:
Bíblicamente, puede haber iglesias nuevas donde aún los hermanos no han reconocido de entre ellos a sus ancianos (pastores, obispos o guías) como en Hch 14:23; Tito 1:5).
Lo que es inconcebible es que haya ancianos sin iglesia o pastores sin ovejas.
Que en los EEUU haya “bolsas de pastores” esperando que les sea asignada una iglesia o que alguna los invite, es un atentado a la razón.
Arenas hay; que no veamos toro ni torero en la plaza, es porque están sentados lado a lado en las gradas; en el ruedo, aún vagan perdidas las ovejas ¡como en el Coliseo!
Apreciada Cátara: Bien dices ¡Hay Dios! Y si Dios está presente en un lugar donde se le adora en espíritu y en verdad, reconociendo el señorío de su Hijo y la dirección del Espíritu, en conformidad a la Palabra, pues hay realidad y no ficción: entonces tendremos convertidos congregados como iglesia y cuidados por sus pastores.
Estimado Horizonte: No todos se alegran cuando les muestran las fotos que les han tomado; mayormente si fue instantánea sin tiempo a ponerse en pose. Tampoco es nada grato mirar una placa con una mancha en algún lugar del tórax.
“Es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios” (1Pe 4:17) y “Toda planta que no plantó mi Padre celestial será desarraigada” (Mt 15:13).
Bueno, es tiempo de que en próximo aporte, se Dios quiere, responda a la pregunta del epígrafe.
Reciban todos mis afectuosos saludos.
Ricardo.
 
Aventuro una respuesta

Aventuro una respuesta

Ya afirmé nuestra convicción de que después de la muerte no hay oportunidad alguna de salvación. El que muere perdido estará perdido por la eternidad en el lago que arde con fuego y azufre. Que esta idea no gusta, lo sabemos. ¿Pero de qué nos salvaría el Señor Jesús si la extinción o la salvación universal fuera la común suerte de la humanidad?
Que estén muriendo de gripe en poblaciones apartadas donde los recursos médicos no llegan, lo entendemos. Pero que estén muriendo en los hospitales, entre tantos doctores y medicamentos, cuesta entender.
Así, no sería de esperar que fueran a condenarse los que por años yacen en las iglesias en sus bancas, arrullados por tantos sermones y el canto congregacional.
¿Es que todos los inconversos formalmente congregados han de condenarse?
¡Gracias a Dios que no todos!
Entre tantos adictos a la iglesia algunos serán salvos in extremis.
¿Cómo es eso? Sí, en su agonía. Todos los mortales, si no fallecen de muerte súbita por un paro cardíaco, un accidente fatal o un crimen, suelen disponer de un tiempo de agonía, que en algunos casos es de horas y en otros hasta de días. La persona está consciente, conserva sus facultades y ve y oye cuanto pasa a su alrededor. Sabe que su existencia va llegando a su fin. Ve a la muerte pintada en los rostros compungidos de familiares que le asisten, y amigos que ni siquiera disimulan que lo visitan como para despedirse. Resignado a su pronto fin, se decide a morir dignamente sin quejarse demasiado y causando las menos molestias posibles. Ahora, entredormido, escucha la advertencia del doctor a un acompañante de que seguramente no pasará de esa noche y ya no verá la luz de un nuevo día. Al rato, como su postrer acto de comediante seguirá haciéndose el dormido y escuchará a sus allegados planeando los arreglos de su funeral. Por ahora no lloran, pero sabe que lo harán después que exhale su último aliento. -¡Es la vida! –se dice para sí- ¡Pero qué rápido que pasó!
Entonces, comienza a ocurrirle algo que se lo temía, pero que no esperaba un final así, pues pese a su gravedad tampoco había sufrido grandes molestias. Unos dolores insoportables comienzan a acometerle. Siente que un frío sudor baña su cuerpo, que el corazón palpita de forma extraña, y que se sofoca al respirar. Pero nada de eso es de comparar a lo agudo de los dolores que le acometen. Jamás en vida sufrió nada igual. Muerde sus cerrados labios hasta sangrarlos pues no quiere gritar. Todavía tiene la remota esperanza que el dolor se canse y se vaya, pero para su desgracia aumenta. Ya no puede más y entonces grita y grita con gemidos que ya son aullidos. Observa la conmoción a su alrededor. Unos corren para afuera en busca de ayuda, y otros se le acercan acariciándole y confortándole. Pero ahora todo se le empieza a hacer confuso; ya no ve bien, y apenas escucha palabras y sonidos. Su inteligencia, memoria y conciencia trabajan a pleno, mejor que nunca. Ni los dolores de parto podrían compararse a los que le desgarran todavía en vida. Pero lo acuciante y lacerante de su sufrimiento no le impide ver la película de su vida que en una vertiginosa panorámica le va mostrando desde sus días infantiles junto a sus abuelos, todo lo transcurrido hasta este mismo momento. Aunque abre bien sus ojos ya no distingue ni la lamparilla del techo. Tampoco escucha sonidos. Pero siente que los labios de un ser querido se pegan a su oreja y le repiten: -¡Piensa en Dios, piensa en Dios! -¡Oh, sí, en Dios! ¿Cómo pude haberme olvidado? –se pregunta a sí mismo extrañado de su omisión. Recuerda que en la mesita a su lado hay una Biblia que no abrió desde que lo internaron. Entre sus dolores cada vez más punzantes se va acordando que buena parte de su vida la pasó en reuniones de iglesia. Entonces, comienza a reprocharse: -Pero si yo fui bautizado en esa iglesia, asistí por muchos años y hasta ahora que me enfermé. ¿Cómo pude haberme olvidado de Dios? Insólitamente, al mismo tiempo que se agrava en su agonía, se le clarifica la inteligencia, se le aviva la memoria y la conciencia parece más despierta de lo que nunca estuvo. La última pregunta que se hizo vuelve a repetirla una y otra vez, pues lo atormenta más que todos sus dolores juntos. Entonces comienza a dialogar: -Si durante este tiempo que hace que estoy internado únicamente pensé en mi salud, la familia, la casa…pero no se me ocurrió ni por un instante pensar en Dios…entonces… ¡yo no soy creyente! ¡No soy salvo! ¡He sido un hipócrita, un farsante! Ahora los dolores pasan a ser tan desesperantes que sólo se le ocurre el pensamiento de si alguna persona pudo jamás sufrir tanto como a él le ha tocado. Esta pregunta le trae la escena de Jesús crucificado muriendo por sus pecados. Asocia su tormento a los sufrimientos de Cristo en el Calvario y esta idea es como que le trajera algún consuelo. Se acuerda del ladrón moribundo pero arrepentido al fin, recibiendo la promesa de reencontrarse con Jesús en el Paraíso ese mismo día, y entonces ora desde lo profundo de su corazón confesándose vil pecador perdido, y clama al Señor Jesús por que lo limpie con su sangre y lo perdone. Sabe que muchas veces oró en público en la iglesia o diariamente en su casa agradeciendo los alimentos, pero nunca había hablado con Dios como ahora lo está haciendo. Lo bueno, es que siente que el Señor lo oye y le responde, y que le extiende su mano para tomar la suya.
Lo último que los presentes perciben, fue el cambio de expresión del rostro. Por momentos había parecido muy angustiado, como aterrado. Ahora rebosa paz y gozo. Levanta su mano derecha y la extiende como si alguien lo quisiera saludar, y luego cae el brazo y la cabeza se hace a un lado con el último suspiro. Una imborrable sonrisa queda dibujada en su boca.
Bien. Ya termino. Con esta escena sólo quiero decir que los inconversos congregados tienen el beneficio de su conocimiento intelectual del Evangelio, que si para nada les sirvió a lo largo de la vida, ahora, en el final, estando ya en agonía, pueden echar mano al Salvador y su salvación y todavía obtener el perdón y la vida eterna.
Pero actualmente, aunque no esté legalizada la eutanasia, con el consentimiento de la familia que no quiere que sufra más, el médico suele inyectar un cóctel que calmará sus dolores precipitando la muerte. Muchos no tendrán siquiera la oportunidad de la agonía.
¿No deberíamos acaso hacer algo ya con tantos inconversos congregados para que disfruten de la salvación ahora, y no arriesgar a cuando pueda ser demasiado tarde?
Ricardo.
 
NO DUDAS SINO CERTIDUMBRE

NO DUDAS SINO CERTIDUMBRE

Una rápida lectura de mis aportes pudiera dar la impresión de que con un tema como este no hago más que generar dudas en vez de contribuir a afirmar la fe de los santos.
No es así. La salvación que Dios por su gracia nos ha dado en Cristo es tan cierta como segura, permanente como eterna. Dios nos ha hecho aceptos en el Amado (Ef 1:6) y ya no hay nada ni nadie que nos pueda arrebatar de la mano del Padre y del Hijo (Jn 10: 28, 29). Tal certidumbre, gratitud y gozo nos inspira a todo lo que es santo, justo y verdadero, pues con tanto bien recibido no podemos menos que darnos al Señor con todo lo que somos y tenemos.
Ahora bien, cuando una y otra vez se viene desoyendo los reclamos de la conciencia porque nos complacemos con la injusticia; toleramos el error, mentimos y engañamos; y la santidad nunca fue cosa que nos preocupara, entonces, suena la hora de poner en práctica de inmediato el consejo del apóstol Pablo:
“Examinaos a vosotros mismos, para ver si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos” 2Co 13:5.
Estando tan cerca de nosotros el tiempo del fin nuestras opciones no son muchas:
“El que es injusto sea injusto todavía; el que es impuro sea impuro todavía; el que es justo, practique la justicia todavía, y el que es santo, santifíquese más todavía” Ap 22:11
Nada de lo que hagamos nos va a salvar, pero muestra lo que realmente somos.
Nos consta que muchos miembros de iglesia llegaron a tales por simple amistad, aproximación, acercamiento, asistencia, asentimiento, adaptación, aceptación y todas las “a” que se nos ocurra excepto la del arrepentimiento. No se arrepiente quien no está convencido, y nadie es convencido a menos que el Espíritu lo convenza de pecado, juicio y justicia. “Si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente” dijo el Señor (Lc 13:3). Si antes jamás supieron que estaban perdidos en sus pecados, en incredulidad y bajo condenación, ¿cómo podrían ahora saber que fueron efectivamente hallados por el Señor, perdonados, y como creyentes disfrutando ya de su salvación? No es posible llegar a esto salteándose aquello. Si la sana doctrina de la salvación está en la mente -hasta entendiéndola y explicándola mejor de lo que pudieran hacer genuinos hijos de Dios-, y en la boca para predicarla, pero jamás caló hondo en el corazón provocando ese gran cambio al que llamamos conversión, ¿no es cierto que tal sueño espiritual puede acabar en un horrendo despertar?
Esto no es para asustar a nadie sino para advertir a todos.
Si nos afirmamos en la Palabra de Dios y sus promesas, descansamos y disfrutamos.
Pero si alguno se apoya en el brazo de carne, alegando que se entregó a Cristo con el famoso evangelista Fulano de Tal, o que fue llevado a hacer pública su decisión en la celebración conducida por aquel cantautor con miles de CD vendidos, ¿qué seguridad nos animaríamos a brindarle? El Señor Jesús apenas estaba en un segundo plano.
Si está a nuestro alcance la oportunidad de sacudir la modorra de religiosos inconversos
¡hagámoslo de una buena vez por el eterno bien de sus almas!
Ricardo