He aquí una propuesta inatractiva para los que gustan chatear, pero que espera aportes de los que pueden debatir. Los mismos dirigentes están actualmente admitiendo que se incrementa en las iglesias la cantidad de inconversos entre su membresía. Lamentablemente, aunque reconocen el hecho, tampoco pierden el sueño por ello. Simplemente, se resignan a una situación ya fuera de control y que reviste carácter general, pues se da por todas partes sin distinción denominacional.
Tácitamente se asume como una característica de la época, ya en los finales de los tiempos.
Por supuesto que cuando ellos examinaron a los candidatos al bautismo o dieron la recepción a nuevos miembros, de buena fe creyeron que eran personas nacidas de nuevo en Cristo. Sólo al tiempo se fue manifestando que su profesión no pasaba de eso, ya que la ausencia de un carácter auténticamente cristiano evidenciaba la falta de una experiencia de conversión, por el arrepentimiento y fe.
La carencia de un interés genuino por las cosas de Dios, la vida mundana y satisfacción de los apetitos de la carne, mostraban a las claras que apenas se habían adaptado a un hábito religioso dominical.
Algunos de ellos son hijos de pastores y misioneros que mamaron el Evangelio desde la cuna. Otros, ya viejos, “asisten a la iglesia” desde sus tempranos días de la Escuela Dominical; aunque son intachables en su moralidad y conducta, alarma el que jamás hayan dado signo alguno de vida espiritual.
Otros cuantos fueron captados en grandes campañas evangelísticas, donde cumplieron la gimnasia salvífica de levantar la mano, pararse, pasar adelante, arrodillarse, repetir la oración de entrega y llenar el formulario de decisión. El gozo que sigue del comité de la gran cruzada de salvación va acompañado desde los cielos por las lágrimas de los ángeles ante tantos pecadores no arrepentidos.
Luego, aunque fueron discipulados, bautizados y congregados formalmente, nunca evidenciaron haber pasado de muerte a vida. Así y todo, se saben salvos; aunque en su fuero interno tengan sus dudas, que tampoco les preocupa gran cosa.
Los inconversos que hace cincuenta años en las iglesias de un centenar de miembros se podían contar con los dedos de una mano, actualmente ya son mayoría, de modo que hasta pasan desapercibidos. Muchos de los que dudan de su salvación o piensan que pudieron haberla perdido, en realidad nunca la tuvieron, y desconocen su certidumbre y gozo. Esta es una de las razones del por qué las tenidas como iglesias no lo sean.
En otro epígrafe detallamos algunas causas que originaron esta situación, como ser:
1 – Cuando los mismos plantadores de iglesias no eran cristianos genuinos.
2 – Cuando el evangelio light que predicaban no era “poder de Dios para salvación”.
Siendo así las cosas nos confrontamos a la pregunta:
-¿Será que terminarán condenándose eternamente los miembros inconversos de las iglesias?
Bien, sabemos que después de la muerte ya no hay oportunidad de salvación; esto nos hace trabajar el tema sólo con los que están en vida.
Si los miembros inconversos de las iglesias mueren sin arrepentimiento y fe en el Salvador, están irremediablemente condenados.
Pero los que asisten desde hace años, asintiendo con el mensaje que se predica al grado que también podrían predicarlo, ¿podrán salvarse?
Dios en su soberanía ha obrado tales milagros entre consuetudinarios oyentes de la predicación, cuando un buen día acabaron por creer lo que tan bien sabían.
Pero estos casos son tan difíciles que sólo la sobreabundante gracia de Dios permite que tengamos algunos como muestra.
La mayor dificultad se halla en que estos miembros inconversos están como “vacunados” con el Evangelio, pues conociéndolo tan bien, siguen viendo la necesidad ajena cuando nunca vieron la propia.
El Evangelio permeó toda el área intelectual de ese miembro sin alcanzar nunca la espiritual. De este modo se da el gran equívoco: lo que se sabe no se cree. La fe es un don de Dios que se recibe por gracia, al igual que el arrepentimiento. Pero la evangelización moderna ha apelado a una decisión de la voluntad personal, como si le hiciera un gran favor a Dios acabando por consentir en aceptar a Jesucristo como salvador.
¿Qué esperanza puede haber todavía para los miembros inconversos de las iglesias?
Los dejo pensando en ello, mientras yo haré lo mismo; pero les adelanto que algo tengo en perspectiva.
Saludos cordiales y espero vuestros aportes al tema.
Ricardo.
Tácitamente se asume como una característica de la época, ya en los finales de los tiempos.
Por supuesto que cuando ellos examinaron a los candidatos al bautismo o dieron la recepción a nuevos miembros, de buena fe creyeron que eran personas nacidas de nuevo en Cristo. Sólo al tiempo se fue manifestando que su profesión no pasaba de eso, ya que la ausencia de un carácter auténticamente cristiano evidenciaba la falta de una experiencia de conversión, por el arrepentimiento y fe.
La carencia de un interés genuino por las cosas de Dios, la vida mundana y satisfacción de los apetitos de la carne, mostraban a las claras que apenas se habían adaptado a un hábito religioso dominical.
Algunos de ellos son hijos de pastores y misioneros que mamaron el Evangelio desde la cuna. Otros, ya viejos, “asisten a la iglesia” desde sus tempranos días de la Escuela Dominical; aunque son intachables en su moralidad y conducta, alarma el que jamás hayan dado signo alguno de vida espiritual.
Otros cuantos fueron captados en grandes campañas evangelísticas, donde cumplieron la gimnasia salvífica de levantar la mano, pararse, pasar adelante, arrodillarse, repetir la oración de entrega y llenar el formulario de decisión. El gozo que sigue del comité de la gran cruzada de salvación va acompañado desde los cielos por las lágrimas de los ángeles ante tantos pecadores no arrepentidos.
Luego, aunque fueron discipulados, bautizados y congregados formalmente, nunca evidenciaron haber pasado de muerte a vida. Así y todo, se saben salvos; aunque en su fuero interno tengan sus dudas, que tampoco les preocupa gran cosa.
Los inconversos que hace cincuenta años en las iglesias de un centenar de miembros se podían contar con los dedos de una mano, actualmente ya son mayoría, de modo que hasta pasan desapercibidos. Muchos de los que dudan de su salvación o piensan que pudieron haberla perdido, en realidad nunca la tuvieron, y desconocen su certidumbre y gozo. Esta es una de las razones del por qué las tenidas como iglesias no lo sean.
En otro epígrafe detallamos algunas causas que originaron esta situación, como ser:
1 – Cuando los mismos plantadores de iglesias no eran cristianos genuinos.
2 – Cuando el evangelio light que predicaban no era “poder de Dios para salvación”.
Siendo así las cosas nos confrontamos a la pregunta:
-¿Será que terminarán condenándose eternamente los miembros inconversos de las iglesias?
Bien, sabemos que después de la muerte ya no hay oportunidad de salvación; esto nos hace trabajar el tema sólo con los que están en vida.
Si los miembros inconversos de las iglesias mueren sin arrepentimiento y fe en el Salvador, están irremediablemente condenados.
Pero los que asisten desde hace años, asintiendo con el mensaje que se predica al grado que también podrían predicarlo, ¿podrán salvarse?
Dios en su soberanía ha obrado tales milagros entre consuetudinarios oyentes de la predicación, cuando un buen día acabaron por creer lo que tan bien sabían.
Pero estos casos son tan difíciles que sólo la sobreabundante gracia de Dios permite que tengamos algunos como muestra.
La mayor dificultad se halla en que estos miembros inconversos están como “vacunados” con el Evangelio, pues conociéndolo tan bien, siguen viendo la necesidad ajena cuando nunca vieron la propia.
El Evangelio permeó toda el área intelectual de ese miembro sin alcanzar nunca la espiritual. De este modo se da el gran equívoco: lo que se sabe no se cree. La fe es un don de Dios que se recibe por gracia, al igual que el arrepentimiento. Pero la evangelización moderna ha apelado a una decisión de la voluntad personal, como si le hiciera un gran favor a Dios acabando por consentir en aceptar a Jesucristo como salvador.
¿Qué esperanza puede haber todavía para los miembros inconversos de las iglesias?
Los dejo pensando en ello, mientras yo haré lo mismo; pero les adelanto que algo tengo en perspectiva.
Saludos cordiales y espero vuestros aportes al tema.
Ricardo.