El concilio católico-romano celebrado en Trento entre 1545 y 1563 se ha visto en la historiografía protestante de la Iglesia como un contubernio de papistas conspirando contra los protestantes y reforzando su poder en las iglesias que aún les quedaban, lo cual no deja de ser verdad en cierto modo. No obstante es bastante desconocido entre nosotros sus decretos y resoluciones. Sería útil para una mejor comprensión analizar pormenorizadamente su contenido.
No voy a seguir un orden en su redacción, pues resultan más interesantes algunos de sus puntos para con nosotros y otros de orden interno de su iglesia menos. Empecemos por aquellos que son más importantes:
Sobre la justificación
Cánonones que defienden la necesidad de la Gracia para la salvación del hombre y la imposibilidad de alcanzar la salvación sin la gracia de Dios.
CAN. I. Si alguno dijere, que el hombre se puede justificar para con Dios por sus propias obras, hechas o con solas las fuerzas de la naturaleza, o por la doctrina de la ley, sin la divina gracia adquirida por Jesucristo; sea excomulgado.
Este canon responde a la fe protestante perfectamente, de hecho ha sido uno de los pilares de la apologética evangélica en contra de los católicos. Aún así oficialmente la ICAR nos da la razón.
CAN. II. Si alguno dijere, que la divina gracia, adquirida por Jesucristo, se confiere únicamente para que el hombre pueda con mayor facilidad vivir en justicia, y merecer la vida eterna; como si por su libre albedrío, y sin la gracia pudiese adquirir uno y otro, aunque con trabajo y dificultad; sea excomulgado.
Nuevamente lo mismo que el canon anterior, nos da toda la razón a los protestantes totalmente y sin reserva
CAN. III. Si alguno dijere, que el hombre, sin que se le anticipe la inspiración del Espíritu Santo, y sin su auxilio, puede creer, esperar, amar, o arrepentirse según conviene, para que se le confiera la gracia de la justificación; sea excomulgado.
Más de lo mismo, pero es importante este matiz. Es necesario que el Dios nos auxilie para que podamos creer, no podemos creer sin que Dios nos dé la gracia para hacerlo, no nos podemos justificar sin que Dios se anticipe a nuestras decisiones. Es Dios quien llama
Cánones que condenan el calvinismo extremo y la creencia de la depravación total del hombre que hiere de muerte su libertad
CAN. IV. Si alguno dijere, que el libre albedrío del hombre movido y excitado por Dios, nada coopera asintiendo a Dios que le excita y llama para que se disponga y prepare a lograr la gracia de la justificación; y que no puede disentir, aunque quiera, sino que como un ser inanimado, nada absolutamente obra, y solo se ha como sujeto pasivo; sea excomulgado.
Este canon es una condena al calvinismo más radical, pero no debemos creer que los calvinistas crean así. En realidad era una minoría, y sigue siéndolo, los protestantes que creen que nuestra salvación es determinada por Dios sin que nosotros hagamos nada, como si fuésemos robots o algo así. La Sagrada Escritura nos habla de disposición a Dios, Dios da pero nosotros debemos tener las manos abiertas. El jovern rico fue llamado por Jesús pero no aceptó y se fue, Jesús no fue detrás de él con una cuerda a cogerlo, no, lo dejó marchar.
CAN. V. Si alguno dijere, que el libre albedrío del hombre está perdido y extinguido después del pecado de Adan; o que es cosa de solo nombre, o más bien nombre sin objeto, y en fin ficción introducida por el demonio en la Iglesia; sea excomulgado.
Este punto vuelve apuntar al calvinismo extremo. El protestantismo ha insistido mucho en la depravación del hombre y su libertad herida. De hecho creemos que el hombre sólo es plenamente libre si es plenamente renovado, es decir, plenitud que solo se logrará tras la resurrección de la carne. Pero la ICAR no niega ésto, responde en este canon contra aquellos que creen que el pecado tiene el poder de matarnos ya en vida y dejarnos como un árbol o una planta, sin libertad ninguna. El hecho es que si esto fuese cierto y estuviésemos bajo el yugo absoluto del diablo como se entiende que algunos pecadores inconversos hayan obrado bien según el derecho natural que Dios nos inscribe desde la creación. Así la prostituta ayudo a los israelitas, el romano fue en busca de Jesús, Rut decidió quedarse con su suegra etc... No somos diablos, somos pecadores. La herida del pecado nos condena de por vida pero no nos deja sin la facultad de obrar libremente el bien.
CAN. VI. Si alguno dijere, que no está en poder del hombre dirigir mal su vida, sino que Dios hace tanto las malas obras, como las buenas, no sólo permitiéndolas, sino ejecutándolas con toda propiedad, y por sí mismo; de suerte que no es menos propia obra suya la traición de Judas, que la vocación de san Pablo; sea excomulgado.
Esta condena es correcta, Dios no destina a los hombres al pecado, sería como hacer de Dios un autor de pecados. También sigue con la idea anterior de condenar la supuesta falta de libertad del hombre.
CAN. VII. Si alguno dijere, que todas las obras ejecutadas antes de la justificación, de cualquier modo que se hagan, son verdaderamente pecados, o merecen el odio de Dios; o que con cuanto mayor ahinco procura alguno disponerse a recibir la gracia, tanto más gravemente peca; sea excomulgado.
Este canon parece condenar una doctrina protestante inexistente en realidad, está de más, no conozco ninguna iglesia importante en el protestantismo que se crea semejante barbaridad, parece más bien una condena a los excesos de algunos polemistas protestantes. Resulta también cierto el canon pues la escritura nos habla de actos buenos hechos por hombres inconversos
Cánones en contra de algunos aspectos psicológicos en la mentalidad del creyente
CAN. VIII. Si alguno dijere, que el temor del infierno, por el cual doliéndonos de los pecados, nos acogemos a la misericordia de Dios, o nos abstenemos de pecar, es pecado, o hace peores a los pecadores; sea excomulgado.
Me suena, como el canon anterior, que está dirigido a ciertos excesos también entre polemistas protestantes. El temor de Dios nos dice la Escritura que es bueno y útil. Jer 2:19 Tu maldad te castigará, y tu apartamiento te condenará: sabe pues y ve cuán malo y amargo es tu dejar á Jehová tu Dios, y faltar mi temor en tí, dice el Señor Jehová de los ejércitos. No es que sea el más ideal de los caminos buscar el perdón por temor de Dios pero tampoco debe ser considerado como si fuese un mal camino que nos condena más
Seguiremos...
No voy a seguir un orden en su redacción, pues resultan más interesantes algunos de sus puntos para con nosotros y otros de orden interno de su iglesia menos. Empecemos por aquellos que son más importantes:
Sobre la justificación
Cánonones que defienden la necesidad de la Gracia para la salvación del hombre y la imposibilidad de alcanzar la salvación sin la gracia de Dios.
CAN. I. Si alguno dijere, que el hombre se puede justificar para con Dios por sus propias obras, hechas o con solas las fuerzas de la naturaleza, o por la doctrina de la ley, sin la divina gracia adquirida por Jesucristo; sea excomulgado.
Este canon responde a la fe protestante perfectamente, de hecho ha sido uno de los pilares de la apologética evangélica en contra de los católicos. Aún así oficialmente la ICAR nos da la razón.
CAN. II. Si alguno dijere, que la divina gracia, adquirida por Jesucristo, se confiere únicamente para que el hombre pueda con mayor facilidad vivir en justicia, y merecer la vida eterna; como si por su libre albedrío, y sin la gracia pudiese adquirir uno y otro, aunque con trabajo y dificultad; sea excomulgado.
Nuevamente lo mismo que el canon anterior, nos da toda la razón a los protestantes totalmente y sin reserva
CAN. III. Si alguno dijere, que el hombre, sin que se le anticipe la inspiración del Espíritu Santo, y sin su auxilio, puede creer, esperar, amar, o arrepentirse según conviene, para que se le confiera la gracia de la justificación; sea excomulgado.
Más de lo mismo, pero es importante este matiz. Es necesario que el Dios nos auxilie para que podamos creer, no podemos creer sin que Dios nos dé la gracia para hacerlo, no nos podemos justificar sin que Dios se anticipe a nuestras decisiones. Es Dios quien llama
Cánones que condenan el calvinismo extremo y la creencia de la depravación total del hombre que hiere de muerte su libertad
CAN. IV. Si alguno dijere, que el libre albedrío del hombre movido y excitado por Dios, nada coopera asintiendo a Dios que le excita y llama para que se disponga y prepare a lograr la gracia de la justificación; y que no puede disentir, aunque quiera, sino que como un ser inanimado, nada absolutamente obra, y solo se ha como sujeto pasivo; sea excomulgado.
Este canon es una condena al calvinismo más radical, pero no debemos creer que los calvinistas crean así. En realidad era una minoría, y sigue siéndolo, los protestantes que creen que nuestra salvación es determinada por Dios sin que nosotros hagamos nada, como si fuésemos robots o algo así. La Sagrada Escritura nos habla de disposición a Dios, Dios da pero nosotros debemos tener las manos abiertas. El jovern rico fue llamado por Jesús pero no aceptó y se fue, Jesús no fue detrás de él con una cuerda a cogerlo, no, lo dejó marchar.
CAN. V. Si alguno dijere, que el libre albedrío del hombre está perdido y extinguido después del pecado de Adan; o que es cosa de solo nombre, o más bien nombre sin objeto, y en fin ficción introducida por el demonio en la Iglesia; sea excomulgado.
Este punto vuelve apuntar al calvinismo extremo. El protestantismo ha insistido mucho en la depravación del hombre y su libertad herida. De hecho creemos que el hombre sólo es plenamente libre si es plenamente renovado, es decir, plenitud que solo se logrará tras la resurrección de la carne. Pero la ICAR no niega ésto, responde en este canon contra aquellos que creen que el pecado tiene el poder de matarnos ya en vida y dejarnos como un árbol o una planta, sin libertad ninguna. El hecho es que si esto fuese cierto y estuviésemos bajo el yugo absoluto del diablo como se entiende que algunos pecadores inconversos hayan obrado bien según el derecho natural que Dios nos inscribe desde la creación. Así la prostituta ayudo a los israelitas, el romano fue en busca de Jesús, Rut decidió quedarse con su suegra etc... No somos diablos, somos pecadores. La herida del pecado nos condena de por vida pero no nos deja sin la facultad de obrar libremente el bien.
CAN. VI. Si alguno dijere, que no está en poder del hombre dirigir mal su vida, sino que Dios hace tanto las malas obras, como las buenas, no sólo permitiéndolas, sino ejecutándolas con toda propiedad, y por sí mismo; de suerte que no es menos propia obra suya la traición de Judas, que la vocación de san Pablo; sea excomulgado.
Esta condena es correcta, Dios no destina a los hombres al pecado, sería como hacer de Dios un autor de pecados. También sigue con la idea anterior de condenar la supuesta falta de libertad del hombre.
CAN. VII. Si alguno dijere, que todas las obras ejecutadas antes de la justificación, de cualquier modo que se hagan, son verdaderamente pecados, o merecen el odio de Dios; o que con cuanto mayor ahinco procura alguno disponerse a recibir la gracia, tanto más gravemente peca; sea excomulgado.
Este canon parece condenar una doctrina protestante inexistente en realidad, está de más, no conozco ninguna iglesia importante en el protestantismo que se crea semejante barbaridad, parece más bien una condena a los excesos de algunos polemistas protestantes. Resulta también cierto el canon pues la escritura nos habla de actos buenos hechos por hombres inconversos
Cánones en contra de algunos aspectos psicológicos en la mentalidad del creyente
CAN. VIII. Si alguno dijere, que el temor del infierno, por el cual doliéndonos de los pecados, nos acogemos a la misericordia de Dios, o nos abstenemos de pecar, es pecado, o hace peores a los pecadores; sea excomulgado.
Me suena, como el canon anterior, que está dirigido a ciertos excesos también entre polemistas protestantes. El temor de Dios nos dice la Escritura que es bueno y útil. Jer 2:19 Tu maldad te castigará, y tu apartamiento te condenará: sabe pues y ve cuán malo y amargo es tu dejar á Jehová tu Dios, y faltar mi temor en tí, dice el Señor Jehová de los ejércitos. No es que sea el más ideal de los caminos buscar el perdón por temor de Dios pero tampoco debe ser considerado como si fuese un mal camino que nos condena más
Seguiremos...