El Amor:
“Si hablo las lenguas de los hombres y de los ángeles, pero no tengo Amor, soy como un bronce que vibra o un platillo que suena.
Si tengo el don de la profecía, y comprendo todos los misterios y tengo todo el conocimiento, y si tengo tanta fe que puedo mover montañas, pero no tengo Amor, no soy nada.
Si reparto entre los pobres todo lo que tengo y entrego mi cuerpo a las llamas, pero no tengo AMOR, de nada me aprovecha.”
San Pablo
Es cierto todo lo que dice San Pablo. Pero el no habla de cariño, el habla de Amor. Y el Amor o se tiene o no se tiene. Yo no tengo Amor y lo sé. Por eso clamo para que llegue a mí el Amor. Estas palabras de San Pablo son para que nos preguntemos si tenemos eso que él llama Amor. Después de meditarlo y de acercarse un poco a lo que quiere decir Amor, constato que pocos en el mundo tienen Amor. Yo tampoco. Pero clamo y espero tenerlo algún día, por eso escribo como escribo.
El Amor es una fuerza divina, es una capacidad, es un don de Dios que ha de transformar primero a la persona que lo solicita. Ese es mi caso. Cuando ese Amor a transformado al receptor, el receptor del Amor se convierte en dador de Amor. Entonces es dueño hasta cierto punto de esa energía y es capaz de transmitirla a otros, produciendo una cadena de Amor. Una reacción en cadena. Una fuerza transformante de Dios que a través de ti se transmite a los demás.
Por eso, para saber cuando llega el Amor, pego otras palabras de otro Santo. San Pedro:
“Ten cuidado en añadir a la fe, la virtud,
a la virtud, el conocimiento,
al conocimiento, el dominio de sí mismo,
al dominio de sí mismo, la perseverancia,
a la perseverancia, la piedad,
a la piedad, el amor al prójimo,
y al amor al prójimo, el Amor”
Todos estos pasos son necesarios para alcanzar el Amor. Cada uno tendrá que descubrir en que etapa del camino de desarrollo personal está. El Amor es lo más grande que puede haber, pero es lo último y lo más elevado que vamos a recibir.
El Amor mueve montañas. El Amor cura espiritualmente y físicamente. El Amor hace milagros en ti y luego en otros. El Amor es una fuerza de atracción de Dios para el hombre. El Amor es un anzuelo que se clava en tu corazón y te reconcilia con Dios. El Amor reconstruye tu Alma a la semejanza de Dios. Una vez reconstruida tu Alma, el Amor se despliega y se transmite más concentrado de ti para los otros.
Hubo una persona que disponía del Amor porque ya no buscaba ni hacía su voluntad, sino la del Padre que le envió. Se llama Jesús de Nazaret. Este hombre manejaba el Amor y lo daba, lo regalaba. Por eso decía lo que decía e hizo lo que hizo. Presentadme hoy día a alguien que haga lo que hacía Jesús. Alguien que podía mover montañas sólo con desearlo, y si era de la voluntad del Padre. Tal vez lo haya, pero no soy yo.
Si vosotros creéis tener ya el Amor, no luchareis ni tratareis de conseguirlo, por lo que estaréis cerrando la puerta al Amor. Hay que ser consciente de lo que se tiene y de lo que no se tiene. Uno puede aspirar a él, pero cuando hagáis algún milagro en vosotros o en los demás, entonces TENDREIS AMOR.
El Amor es una energía de Dios para los hombres que nos alimenta, nos acaricia, nos llama. Esta energía es como un rayo de luz con varias funciones, según los colores del arcoiris. Existe un color que llama, que quiere despertarnos de nuestro sueño profundo. Esta Luz nos baña de día y de noche. Viene del cielo, pero no la vemos. Es de color morado. Por eso decía Jesús que era su sangre, su vino. Es esa fuerza morada del Amor lo que nos dejaba. Esa fuerza nos inunda, pero es rechazada por el ego que la tapa. Cuando esa fuerza logra apartar un poco al ego, entonces puede realizar su función en nuestro interior de santificarnos, de curarnos.
Cuando esa fuerza logra transformar nuestras estructuras del Alma, vemos otra de las fuerzas del Amor que es de color verde. Cuando conseguimos verla por un tiempo, realiza la función de destruir el ego.
Hasta aquí lo que yo sé por experiencia propia. Pero intuyo que cuando ese ego es destruido, el Amor puede anidar en nuestro interior y concentra y amplia esa fuerza que viene del Universo. Entonces, limpia la mente, puedes conscientemente dirigirla hacia los demás y puede hacer milagros. Porque está concentrada y ampliada en la tierra, en el corazón del caminante.
Que Dios nos dé a cada uno de nosotros el Amor.
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