La Cruz.
El triunfo de Jesús de Nazaret que con su Cruz llegó a morir y a resucitar, ¿Quiere decir que ya somos salvos nosotros? ¿Así, de forma automática?
No. De ninguna manera. Quiere decir que Él venció en tan ardua tarea. Quiere decir que emprendió un camino de dolor, pero el mas hermoso. Quiere decir que nos enseñó un camino. Quiere decir que es posible. Por eso Jesús es “el Camino, la Verdad y la Vida”.
Quiere decir que el Hijo del hombre ya vive en el Cielo. No necesita subir a él. Lo importante, lo necesario, lo primordial es que el Hijo del hombre “baje” al mundo. Que se dé a conocer. Que realice su misión también en el mundo.
Por otra parte, si nadie ha subido al Cielo, sólo el Hijo del hombre, ¿Cómo puedo yo pretender subir al Cielo? Me es imposible. Tengo que reconocer que mi pretensión es vana.
Yo no puedo subir al Cielo porque “ya estoy en el Cielo”. El problema es que “no estoy en el mundo”. Ese es el gran problema del cristiano.
Jesús fue el mayor revolucionario de la historia. Su revolución es tan grande, tan radical, tan preciosa, que todavía no la hemos comprendido. Ni siquiera los cristianos.
La Cruz es un proceso cósmico. Es una bienaventuranza del Señor hacia nosotros. Es recibir el anzuelo que nos salva del mundo.
Jesús es pescador. Él pesca a diestro y siniestro. Cuando ha pescado a siniestro, pesca al diestro. O viceversa.
La Cruz es una tabla de salvación. Cuando el mundo se hace insostenible en nuestras conciencias, cuando ya no podemos soportarlo más, cuando ya queremos salir de él. Cuando ya no nos aguantamos ni a nosotros mismos. Cuando todo ha perdido su color y su significado. Cuando todo está podrido y sin remisión, aparece la CRUZ.
No es un castigo, es un maravilloso mecanismo que nos salva. Es una bendición, aunque duela. Es una magnifica posibilidad de sanación. Es todo lo que el hombre busca y necesita. Es dejar la vida para obtener la Vida. Es dejar lo bueno para obtener lo excelente. Es la leche.
¿Quién quiere ser crucificado?
Yo, yo, yo.
¿Quién clavará la lanza en mi costado?
¿?
Si antes de tomar la Iglesia el símbolo de la Cruz, cruces parecidas ya eran símbolos de otras organizaciones o instituciones, o cruces de otro significado ya existían en la antigüedad, en otras culturas o en otros pueblos, puede ser verdad.
El motivo por el cual la religión que seguía a Cristo cogió el símbolo de la cruz romana como símbolo de su religión fue debido a que precisamente Jesús de Nazaret fue muerto y ejecutado en una cruz de ese tipo. Y precisamente por los romanos lanzados por los de su propia raza.
Al inicio de la Iglesia, el símbolo no era la Cruz, sino el pez. Este símbolo aparece en tumbas cristianas en roma, en las catacumbas innumerables veces. El motivo por el cual se cogió definitivamente la Cruz como símbolo de la Iglesia puede ser porque se comprendiera profundamente lo que dicho símbolo quiere decir.
La cruz se compone de dos palos. Uno vertical, que nace de la tierra y roza el cielo. Quiere decir que el hombre, nace de la tierra, pero se encamina al cielo como un árbol se alimenta del suelo y sus frutos se desarrollan en el aire, fuera de la tierra. Que el verdadero fruto del hombre no está en el suelo (barro) sino en el cielo. Otro palo es el horizontal, más corto que el vertical, lo cual indica que en la dirección horizontal del hombre no hay camino. La vida del hombre en la tierra es corto, y su paso por ella no es indicativo de nada especial. Que los logros en este ámbito no son importantes, ni te pueden llevar a algún sitio.
Cristo muere en la intercesión de esos dos palos, de esos dos caminos. Ahí, Cristo es crucificado, clavado y torturado. Cuando comprende que el camino horizontal no le lleva a ningún sitio, y cuando comprende que el camino vertical no depende de él. Que es algo ajeno a él lo que nace de él en el cielo. Que lo que vale de él no es él, sino su fruto espiritual. Entonces se deja crucificar y muere para el mundo.
Pero lo importante no es la muerte, aún siendo doloroso el proceso. Aún siendo inevitable para los auténticos cristianos que encuentran el camino y encuentra la muerte mística en su cruz particular. Lo importante es que Resucita. Muere de la manera vieja y renace de otra manera, de una manera nueva. El fruto del cielo que ha sabido conquistar, entonces viene a él, a su mente y a su pensamiento. A su persona. Y entonces piensa de otra manera, y habla de otra manera y dice de otra manera. Y ya no es él sino Él. Si el hombre viejo nació del mundo y en el mundo, el hombre Nuevo nace de Dios y para Dios.
Este es el profundo simbolismo de la Cruz de los cristianos.
Imagina un proceso que ocurre en tu interior. Imagina que el primer hombre que lo sufrió y soportó y alentó lograra llegar hasta el final, hasta la resurrección. Imagina que ese proceso espiritual consiste en la muerte de tu personalidad malsana y el renacimiento de tu personalidad divina. Imagina que comienza por una gran angustia, la angustia de la muerte de lo malo en ti, la desesperación del próximo final de esa parte diabólica en ti. Imagina que sigue con un gran desasosiego. Imagina que parece que recibes golpes de látigo en la espalda. Imagina que parece que tienes una corona de espinas en la cabeza, de tanto como llega a dolerte. Imagina que te salen marcas (estigmas) en las manos y en los pies como si fuesen atravesados por clavos. Imagina que no puedes hacer tu vida de antes, porque estas abatido y no estas para nada. Imagina que tienes una gran tristeza que todo ese proceso produce. Imagina que sientes que te falta aire en los pulmones. Imagina que el control de la respiración que esa parte animal en ti te impide respirar. Imagina que muere esa parte que controla tu respiración y, por primera vez, eres libre, respiras por ti mismo. Imagina las cosas que te dice esa parte que está sufriendo y a punto de morir. Imagina como te insulta. Imagina como te consuela la parte que está renaciendo en ti. Imagina al ladrón malo y al ladrón bueno. Los dos son ladrones, porque los dos quieren ocupar la misma parte, tu consciente, tu mente, tu espíritu. Imagina ya a ese ladrón malo muerto. Imagina que el ladrón bueno se sitúa a la derecha. Imagina que todo lo perverso en ti ha muerto y lo divino en ti renace y ocupa todo tu ser. Imagina que es la Resurrección del Hijo del hombre en ti.
Imagina un Hombre así. Imagina que puede, a partir de ese momento, hacer milagros en otros. Imagina que este Hombre vivió en el Israel de hace 2000 años bajo la dominación romana. Imagina que, en esa época, son sacrificados muchos judíos en el tormento romano de la cruz por motivos mundanos. Imagina que ese Hombre se da cuenta del paralelismo de su proceso interior, con la tortura de la cruz. Imagina que ese Hombre lo toma como símbolo de su liberación. Imagina que lo cuenta como un cuento. Imagina que esto que te cuento es el Evangelio. Imagina que sus discípulos lo entienden milagrosamente y por su intercesión. Imagina que convierte a la cruz en la Cruz. Imagina que es el remedio a todos nuestros males. Imagina que es el único camino. Imagina que es el Camino, la Verdad y la Vida.
“porque la doctrina de la cruz de Cristo es necedad para los que se pierden, pero es poder de Dios para los que se salvan... Porque los judíos piden señales, los griegos buscan sabiduría, mientras que nosotros predicamos a Cristo crucificado, escándalo para judíos, locura para los gentiles".
San Pablo a los Corintios.
¿A qué se debe que se saquen imágenes de la pasión de Cristo y de la Virgen María durante esta semana llamada Santa? ¿Qué sentido tiene? ¿Qué motivo puede haber para recordar tan vivamente el suplicio que le infringieron a Jesús de Nazaret gente como nosotros? ¡Si fue una canallada! ¿Para qué recordar un hecho del pasado?
Tal vez sea para revivir y recordar un hecho histórico nada ejemplar en relación a la actitud de los judíos con Él, pero si ejemplar en cuanto a la actitud de Él frente a su destino. Tal vez sea para recordar esa infamia. Pero el hecho de recordarlo ¿nos lleva a alguna parte? ¿Además de demostrar que somos unos canallas y asesinos, además de reconocer la actitud perfecta de Él? ¿Nos enseña algo para nuestra propia vida?
La Iglesia Católica ha hablado mucho sobre las enseñanzas de la Cruz con respecto a la aceptación. Aceptar el dolor, la enfermedad y la muerte. Pero nadie acepta esto. El dolor no se quiere experimentar, de hecho hay una gran cultura científica contra el dolor, muchos medicamentos y muchos tratamientos. La enfermedad tampoco se quiere experimentar y uno cuando se encuentra enfermo de verdad arremete contra todo y contra todos preguntándose el por qué todavía no se ha inventado algo para curarlo. Y sobre la muerte, ¿qué puedo decir?. Una cultura que rechaza la muerte, que es un tabú en esta sociedad, que no se quiere ni si quiera mencionar, que no se la considera, que no se la aborda, que no se la acepta, que no se la estudia, que se huye de ella como de la peste.
Parece que Jesús sufrió eso en la Cruz y que ya lo hizo por todos nosotros. Parece que nos quitó todos esos sufrimientos. Pero esto no es así. El dolor, la enfermedad y la muerte son el pan nuestro de cada día. ¡Esta es la verdadera enseñanza de la Cruz! Jesús no nos evita esto, sino que nos enseña una actitud. La actitud que debemos tener ante el dolor, el sufrimiento, la enfermedad y la muerte por la que todas las personas debemos de pasar algún día.
Pero sobre la muerte hay muchas cosas que decir. En realidad, el mensaje oculto de la Cruz es que la Cruz vence a la muerte. Que se introduce en ella y no la rehuye. Que se puede vencer. Que se puede matar a la muerte. Que se puede adquirir Vida. Que después de la muerte, se resucita.
“Donde esta oh muerte, tu victoria, donde esta oh muerte tu aguijón” San Pablo.
Todo el Evangelio de Marcos, Mateo, Lucas y Juan es para indicar el Evangelio de la Cruz. Todos cuentan lo mismo y se aprecia como Jesús muere al final en la Cruz y después Resucita. Hay que ser perspicaz. Pero este Evangelio es para los fuertes.
Para saberlo, tenemos que discernir lo que vino a mostrarnos Jesús. Hay tantas opiniones al respecto, que me permito tener la mía propia. Lamentablemente todos andamos en tinieblas y todos tenemos una opinión a la que nos aferramos con uñas y dientes, porque si no es como pensamos, todo nuestro frágil sistema de creencias y seguridades que nos hemos fabricado, se vendrían abajo, con lo doloroso que es eso.
Jesús vino a indicar QUÉ ES EL REINO. DONDE ESTÁ EL REINO. Porque el Reino ya existe, no hay que construirlo, hay que abrirse a Él. Jesús nunca habló de felicidad en el mundo. En cambio, Jesús dijo que no había venido a traer la felicidad terrena, sino otro tipo de felicidad. Jesús dijo que había venido a traer el fuego, la espada, la guerra... ¿Puede haber felicidad en todo esto? Pero no la guerra como el hombre la conoce, sino la guerra en el corazón. Y, después, también dijo que nos dejaba la Paz, pero no como la dan los hombres... Tampoco se refería a la paz como el hombre entiende, lo contrario a las guerras entre pueblos o individuos, sino a otra clase de Paz. La Paz en el corazón, aunque por fuera hubiera innumerables conflictos.
Generalmente se piensa que el mensaje de Jesús es un mensaje para mejorar la convivencia en el mundo. Para mejorar nuestras relaciones, las relaciones entre unos y otros o uno con otros. Entre padres e hijos, entre empleadores y empleados, entre ciudadanos. Parece que así se construye un mundo mejor, lo que generalmente se llama el reino. También se piensa que hace 2000 años se vivía peor que ahora, que había más injusticias, más maldades, más violencia, más represión. Que las gentes de esa época eran más burdas, más malas, más brutas, más cerriles, menos evolucionadas que los actuales. Entonces pensamos que hoy hemos evolucionado, que hemos conseguido comprender las palabras de Jesús, que estamos más avanzados, que hemos estudiado infinidad de “ciencias” como “lingüística, semántica, sociología, historia, antropología”. Y entonces pensamos que lo que hoy falta en el mundo es “lo que vino a decir Jesús”, falta amor.
Pero yo digo a todo eso que NO. El mensaje de Jesús NADA tiene que ver con mejorar las condiciones en el mundo. Eso lo dicen ciertas religiones que HAN CONFUNDIDO SU MENSAJE Y QUIEREN SEGUIR CONFUNDIÉNDONOS. Jesús dijo claramente que “MI REINO NO ES DE ESTE MUNDO”. El mensaje de Jesús es para SALIR de él, del mundo. Así que no fabriques o construyas en él, sino más bien encuentra el Reino que ya existe y no es de este mundo. Digo también que NO a la creencia general de que antes el hombre era menos evolucionado que ahora. Ni había antes más injusticias, más maldades, más violencia o más represión que ahora. Al contrario, AHORA eso se ha multiplicado por 10.
El hombre de antes tal vez era más inculto, tenía menos recursos tecnológicos, pero no es esa la clase de evolución que debemos buscar en las gentes. Es en un desarrollo emocional y personal donde eso se consigue. Y eso no lo dan ni la cultura, ni las ciencias, ni las artes, ni la tecnología, ni ninguna de las ciencias que solemos estar dispuestos a seguir. El hombre actual es tan bruto o más que el antiguo. Sólo basta ver u oír las noticias que tenemos del mundo, de nuestra comunidad. También digo que NO a lo que se piensa que en el mundo actual falta amor. Lo que falta en el mundo actual, así como en todas las épocas de este maldito mundo, es AMOR. Amor hacia Dios, Amor hacia el prójimo, pero no para mejorar el mundo, sino para alcanzar el Reino y su Justicia.
Todo esto dice el Evangelio de la Cruz. Por eso digo que hay que ser perspicaz. Hay que leer esas benditas palabras, pero no con la mente ni con la razón, sino con el corazón. Y hay que salir al mundo a investigar, a reconocerlo, a desmenuzarlo y a sufrirlo. Por medio de esos dos caminos se llega al conocimiento.
El Evangelio de la Cruz es para los fuertes. Esto es así y siempre ha sido así. Pero hasta el más débil de nosotros es lo suficientemente fuerte cuando Dios le da la fuerza y el convencimiento. La persona fuerte es la que no se contenta con verdades a medias y busca la Verdad, aunque duela, la Verdad, aunque espante, la Verdad, aunque rompa todos tus esquemas y te hunda en la más cruel de las miserias. La que discierne entre todas las corrientes filosóficas, científicas y religiosas y busca a Dios, al Único, al Auténtico. Al verdadero. La que persevera. La virtuosa. Para ello debe aprender a dudar de todo y de todos. Hasta de sí mismo. Debe instalarse en la incertidumbre y analizarlo todo y no dar nunca nada por definitivo, hasta que Dios mismo se lo haga llegar, se lo haga ver. Es la que se hace preguntas y no cualquier pregunta, sino TODAS LAS PREGUNTAS. Es la que quiere saber antes que nada, es la que busca la JUSTICIA y encuentra un mundo abatido donde sus príncipes quieren construir un reino de inmoralidad. Es la que rompe con todos los sistemas de creencias generalmente aceptadas, aunque se encuentre en una situación insegura porque no tiene en ese momento nada donde apoyarse. Es el que tira las muletas que todos nos hemos fabricado para vivir apaciblemente en el mundo y quiere andar por sus propios pies. Es el que hace la voluntad del Padre.
La Biblia y principalmente el Nuevo Testamento, es el manual de instrucciones del ser humano, que determinados científicos buscan equivocadamente en el genoma humano. Todos nacemos sin manual de instrucciones, aparentemente. Pero Dios ya dejó ese manual entre nosotros desde hace siglos, solo que pocos lo encuentran y menos aún se dan cuenta de ello y lo siguen, hasta morir en la Bendita Cruz que es tan necesaria hoy, como lo fue ayer y lo será siempre.
Si quieres tener un encuentro real con Jesús de Nazaret, no imaginario en el que uno piensa que por estar en determinada iglesia o religión ya tiene un encuentro con él, o que está en buen camino, deben reconocer el mundo y ver sus catástrofes. Deben ver en su interior y ver su propia catástrofe. Este encuentro es muy importante y lo pueden tener ustedes personalmente. Por eso yo invito a todas las personas a que sondeen la realidad del mundo y su propia realidad. Porque aunque se habla del bien y del mal, de buenos y malos, hay que llegar a un conocimiento más preciso de lo que significa eso. No es que haya seres buenos y malos, es que el bien y el mal están dentro de cada una de las personas, de cada uno de nosotros. Y es nuestro consciente, el que se deja llevar por los mandatos de estos “seres” que conviven en nuestra mente y en nuestra alma.
Yo no hablo de catástrofes venideras, me conformo con la catástrofe actual. ¿Queremos aún más catástrofes? La vida normal de las gentes, de sus ciudades, de sus países, de sus culturas, de sus luchas por la vida, de sus sufrimientos, de sus hambres, de sus enfermedades y de sus muertes creo que son bastante catastróficas como para desear o temer más catástrofes. Lo que vengo a decir es que la vida actual es una catástrofe consentida por Dios para enseñarnos que estamos mal situados. Que hemos caído en el infierno. Y si uno no se entera durante la vida de esto, nada puede hacer por solucionarlo. El que no acepta su situación, difícilmente puede querer salir de ella. Y tenemos tantos datos, que parece imposible que no nos demos cuenta.
Dios nos ha puesto en este mundo para ver qué hacemos. Si nuestra respuesta es aún el intentar arreglarlo económicamente, políticamente, científicamente, es que aún no estamos preparados para encontrarlo a Él. Es cuando nos convencemos que EL MUNDO NO TIENE SOLUCIÓN, cuando tenemos una buena actitud. Y entonces Él aparece y te enseña el camino de vuelta a casa. Recuerda la parábola del hijo pródigo. Recuerda las palabras de Jesús “déjalo todo y sígueme”. O estas otras “Deja que los muertos entierren a sus muertos y tú sígueme a mí”. (no literal).
Dios construyó este mundo y este recipiente de vida (el cuerpo humano) con el fin de dar la posibilidad de regenerarse al hombre caído y que no podía seguir viviendo en el paraíso. No porque Dios no quisiera, sino porque no podía físicamente mantenerse allí. Y porque de esta manera, contribuía a elevarlo, a dotarlo de un cuerpo físico donde poder hacer la trasferencia de personalidades. Pero el hombre ha tomado este sitio (el mundo) como su única alternativa. Ya no recuerda de donde vino. Ya no recuerda quien es él. Ya no recuerda para que ha venido. Si tú lo sabes, pues me alegro en el corazón, pero la mayoría de los habitantes de este mundo aún no saben cuál es su misión. Y se engañan con misiones domésticas de la vida. Pero hay que advertir que el demonio, como quieran llamarlo o como se lo puedan representar, NO QUIERE SOLTAR A SU PRESA. Por eso hace ver que el mundo es nuestra única oportunidad y deriva todas nuestras energías hacia su arreglo y mejora. Recuerda las tentaciones de Jesús en el desierto, cuando el diablo le decía “todo esto te daré si postrándote ante mí, me adoras...”. Esta pregunta crucial nos la va a hacer el diablo a cada uno de nosotros. No es un cuento para niños. Pero al que se la hace, es porque está cortando sus lazos con el mundo y esto al demonio no le sienta nada bien. Los demás, los que no se dan cuenta de ello, el demonio no necesita tentarlos directamente, porque YA HACEN SU VOLUNTAD.
¿Esto quiere decir que no arreglemos el mundo, que no ayudemos a nuestros semejantes materialmente también? Nada de eso. Esto quiere decir que tenemos que hacer lo que hemos venido a hacer a este mundo, y que lo primero que tenemos que hacer es saber qué cosa tenemos que hacer. Y si durante la vida, podemos socorrer a otros materialmente, mientras no perdemos de vista nuestro objetivo, pues también. Porque puede llegar el caso de que hagamos todo para nuestros semejantes, pero no hagamos lo que tenemos que hacer con nosotros mismos. Esto es una paradoja, pero es una piedra de tropiezo en la que la mayoría de los cristianos cae. Y el demonio es el primer interesado de que así sea.
Mientras, en un aspecto vegetativo, es necesario ayudar y curar las enfermedades del cuerpo. Pero no me gusta la palabra evolución. Evolución se emplea para explicar la supuesta evolución de las especies. Yo prefiero decir desarrollo. Porque es el desarrollo de algo que se lleva dentro. Es como el crecimiento de una semilla que ya llevamos dentro. Es una semilla que, al crecer, tropieza con todo lo malo que tenemos dentro y lo expulsa fuera, para poder crecer.
[]Cedesin>
El triunfo de Jesús de Nazaret que con su Cruz llegó a morir y a resucitar, ¿Quiere decir que ya somos salvos nosotros? ¿Así, de forma automática?
No. De ninguna manera. Quiere decir que Él venció en tan ardua tarea. Quiere decir que emprendió un camino de dolor, pero el mas hermoso. Quiere decir que nos enseñó un camino. Quiere decir que es posible. Por eso Jesús es “el Camino, la Verdad y la Vida”.
Quiere decir que el Hijo del hombre ya vive en el Cielo. No necesita subir a él. Lo importante, lo necesario, lo primordial es que el Hijo del hombre “baje” al mundo. Que se dé a conocer. Que realice su misión también en el mundo.
Por otra parte, si nadie ha subido al Cielo, sólo el Hijo del hombre, ¿Cómo puedo yo pretender subir al Cielo? Me es imposible. Tengo que reconocer que mi pretensión es vana.
Yo no puedo subir al Cielo porque “ya estoy en el Cielo”. El problema es que “no estoy en el mundo”. Ese es el gran problema del cristiano.
Jesús fue el mayor revolucionario de la historia. Su revolución es tan grande, tan radical, tan preciosa, que todavía no la hemos comprendido. Ni siquiera los cristianos.
La Cruz es un proceso cósmico. Es una bienaventuranza del Señor hacia nosotros. Es recibir el anzuelo que nos salva del mundo.
Jesús es pescador. Él pesca a diestro y siniestro. Cuando ha pescado a siniestro, pesca al diestro. O viceversa.
La Cruz es una tabla de salvación. Cuando el mundo se hace insostenible en nuestras conciencias, cuando ya no podemos soportarlo más, cuando ya queremos salir de él. Cuando ya no nos aguantamos ni a nosotros mismos. Cuando todo ha perdido su color y su significado. Cuando todo está podrido y sin remisión, aparece la CRUZ.
No es un castigo, es un maravilloso mecanismo que nos salva. Es una bendición, aunque duela. Es una magnifica posibilidad de sanación. Es todo lo que el hombre busca y necesita. Es dejar la vida para obtener la Vida. Es dejar lo bueno para obtener lo excelente. Es la leche.
¿Quién quiere ser crucificado?
Yo, yo, yo.
¿Quién clavará la lanza en mi costado?
¿?
Si antes de tomar la Iglesia el símbolo de la Cruz, cruces parecidas ya eran símbolos de otras organizaciones o instituciones, o cruces de otro significado ya existían en la antigüedad, en otras culturas o en otros pueblos, puede ser verdad.
El motivo por el cual la religión que seguía a Cristo cogió el símbolo de la cruz romana como símbolo de su religión fue debido a que precisamente Jesús de Nazaret fue muerto y ejecutado en una cruz de ese tipo. Y precisamente por los romanos lanzados por los de su propia raza.
Al inicio de la Iglesia, el símbolo no era la Cruz, sino el pez. Este símbolo aparece en tumbas cristianas en roma, en las catacumbas innumerables veces. El motivo por el cual se cogió definitivamente la Cruz como símbolo de la Iglesia puede ser porque se comprendiera profundamente lo que dicho símbolo quiere decir.
La cruz se compone de dos palos. Uno vertical, que nace de la tierra y roza el cielo. Quiere decir que el hombre, nace de la tierra, pero se encamina al cielo como un árbol se alimenta del suelo y sus frutos se desarrollan en el aire, fuera de la tierra. Que el verdadero fruto del hombre no está en el suelo (barro) sino en el cielo. Otro palo es el horizontal, más corto que el vertical, lo cual indica que en la dirección horizontal del hombre no hay camino. La vida del hombre en la tierra es corto, y su paso por ella no es indicativo de nada especial. Que los logros en este ámbito no son importantes, ni te pueden llevar a algún sitio.
Cristo muere en la intercesión de esos dos palos, de esos dos caminos. Ahí, Cristo es crucificado, clavado y torturado. Cuando comprende que el camino horizontal no le lleva a ningún sitio, y cuando comprende que el camino vertical no depende de él. Que es algo ajeno a él lo que nace de él en el cielo. Que lo que vale de él no es él, sino su fruto espiritual. Entonces se deja crucificar y muere para el mundo.
Pero lo importante no es la muerte, aún siendo doloroso el proceso. Aún siendo inevitable para los auténticos cristianos que encuentran el camino y encuentra la muerte mística en su cruz particular. Lo importante es que Resucita. Muere de la manera vieja y renace de otra manera, de una manera nueva. El fruto del cielo que ha sabido conquistar, entonces viene a él, a su mente y a su pensamiento. A su persona. Y entonces piensa de otra manera, y habla de otra manera y dice de otra manera. Y ya no es él sino Él. Si el hombre viejo nació del mundo y en el mundo, el hombre Nuevo nace de Dios y para Dios.
Este es el profundo simbolismo de la Cruz de los cristianos.
Imagina un proceso que ocurre en tu interior. Imagina que el primer hombre que lo sufrió y soportó y alentó lograra llegar hasta el final, hasta la resurrección. Imagina que ese proceso espiritual consiste en la muerte de tu personalidad malsana y el renacimiento de tu personalidad divina. Imagina que comienza por una gran angustia, la angustia de la muerte de lo malo en ti, la desesperación del próximo final de esa parte diabólica en ti. Imagina que sigue con un gran desasosiego. Imagina que parece que recibes golpes de látigo en la espalda. Imagina que parece que tienes una corona de espinas en la cabeza, de tanto como llega a dolerte. Imagina que te salen marcas (estigmas) en las manos y en los pies como si fuesen atravesados por clavos. Imagina que no puedes hacer tu vida de antes, porque estas abatido y no estas para nada. Imagina que tienes una gran tristeza que todo ese proceso produce. Imagina que sientes que te falta aire en los pulmones. Imagina que el control de la respiración que esa parte animal en ti te impide respirar. Imagina que muere esa parte que controla tu respiración y, por primera vez, eres libre, respiras por ti mismo. Imagina las cosas que te dice esa parte que está sufriendo y a punto de morir. Imagina como te insulta. Imagina como te consuela la parte que está renaciendo en ti. Imagina al ladrón malo y al ladrón bueno. Los dos son ladrones, porque los dos quieren ocupar la misma parte, tu consciente, tu mente, tu espíritu. Imagina ya a ese ladrón malo muerto. Imagina que el ladrón bueno se sitúa a la derecha. Imagina que todo lo perverso en ti ha muerto y lo divino en ti renace y ocupa todo tu ser. Imagina que es la Resurrección del Hijo del hombre en ti.
Imagina un Hombre así. Imagina que puede, a partir de ese momento, hacer milagros en otros. Imagina que este Hombre vivió en el Israel de hace 2000 años bajo la dominación romana. Imagina que, en esa época, son sacrificados muchos judíos en el tormento romano de la cruz por motivos mundanos. Imagina que ese Hombre se da cuenta del paralelismo de su proceso interior, con la tortura de la cruz. Imagina que ese Hombre lo toma como símbolo de su liberación. Imagina que lo cuenta como un cuento. Imagina que esto que te cuento es el Evangelio. Imagina que sus discípulos lo entienden milagrosamente y por su intercesión. Imagina que convierte a la cruz en la Cruz. Imagina que es el remedio a todos nuestros males. Imagina que es el único camino. Imagina que es el Camino, la Verdad y la Vida.
“porque la doctrina de la cruz de Cristo es necedad para los que se pierden, pero es poder de Dios para los que se salvan... Porque los judíos piden señales, los griegos buscan sabiduría, mientras que nosotros predicamos a Cristo crucificado, escándalo para judíos, locura para los gentiles".
San Pablo a los Corintios.
¿A qué se debe que se saquen imágenes de la pasión de Cristo y de la Virgen María durante esta semana llamada Santa? ¿Qué sentido tiene? ¿Qué motivo puede haber para recordar tan vivamente el suplicio que le infringieron a Jesús de Nazaret gente como nosotros? ¡Si fue una canallada! ¿Para qué recordar un hecho del pasado?
Tal vez sea para revivir y recordar un hecho histórico nada ejemplar en relación a la actitud de los judíos con Él, pero si ejemplar en cuanto a la actitud de Él frente a su destino. Tal vez sea para recordar esa infamia. Pero el hecho de recordarlo ¿nos lleva a alguna parte? ¿Además de demostrar que somos unos canallas y asesinos, además de reconocer la actitud perfecta de Él? ¿Nos enseña algo para nuestra propia vida?
La Iglesia Católica ha hablado mucho sobre las enseñanzas de la Cruz con respecto a la aceptación. Aceptar el dolor, la enfermedad y la muerte. Pero nadie acepta esto. El dolor no se quiere experimentar, de hecho hay una gran cultura científica contra el dolor, muchos medicamentos y muchos tratamientos. La enfermedad tampoco se quiere experimentar y uno cuando se encuentra enfermo de verdad arremete contra todo y contra todos preguntándose el por qué todavía no se ha inventado algo para curarlo. Y sobre la muerte, ¿qué puedo decir?. Una cultura que rechaza la muerte, que es un tabú en esta sociedad, que no se quiere ni si quiera mencionar, que no se la considera, que no se la aborda, que no se la acepta, que no se la estudia, que se huye de ella como de la peste.
Parece que Jesús sufrió eso en la Cruz y que ya lo hizo por todos nosotros. Parece que nos quitó todos esos sufrimientos. Pero esto no es así. El dolor, la enfermedad y la muerte son el pan nuestro de cada día. ¡Esta es la verdadera enseñanza de la Cruz! Jesús no nos evita esto, sino que nos enseña una actitud. La actitud que debemos tener ante el dolor, el sufrimiento, la enfermedad y la muerte por la que todas las personas debemos de pasar algún día.
Pero sobre la muerte hay muchas cosas que decir. En realidad, el mensaje oculto de la Cruz es que la Cruz vence a la muerte. Que se introduce en ella y no la rehuye. Que se puede vencer. Que se puede matar a la muerte. Que se puede adquirir Vida. Que después de la muerte, se resucita.
“Donde esta oh muerte, tu victoria, donde esta oh muerte tu aguijón” San Pablo.
Todo el Evangelio de Marcos, Mateo, Lucas y Juan es para indicar el Evangelio de la Cruz. Todos cuentan lo mismo y se aprecia como Jesús muere al final en la Cruz y después Resucita. Hay que ser perspicaz. Pero este Evangelio es para los fuertes.
Para saberlo, tenemos que discernir lo que vino a mostrarnos Jesús. Hay tantas opiniones al respecto, que me permito tener la mía propia. Lamentablemente todos andamos en tinieblas y todos tenemos una opinión a la que nos aferramos con uñas y dientes, porque si no es como pensamos, todo nuestro frágil sistema de creencias y seguridades que nos hemos fabricado, se vendrían abajo, con lo doloroso que es eso.
Jesús vino a indicar QUÉ ES EL REINO. DONDE ESTÁ EL REINO. Porque el Reino ya existe, no hay que construirlo, hay que abrirse a Él. Jesús nunca habló de felicidad en el mundo. En cambio, Jesús dijo que no había venido a traer la felicidad terrena, sino otro tipo de felicidad. Jesús dijo que había venido a traer el fuego, la espada, la guerra... ¿Puede haber felicidad en todo esto? Pero no la guerra como el hombre la conoce, sino la guerra en el corazón. Y, después, también dijo que nos dejaba la Paz, pero no como la dan los hombres... Tampoco se refería a la paz como el hombre entiende, lo contrario a las guerras entre pueblos o individuos, sino a otra clase de Paz. La Paz en el corazón, aunque por fuera hubiera innumerables conflictos.
Generalmente se piensa que el mensaje de Jesús es un mensaje para mejorar la convivencia en el mundo. Para mejorar nuestras relaciones, las relaciones entre unos y otros o uno con otros. Entre padres e hijos, entre empleadores y empleados, entre ciudadanos. Parece que así se construye un mundo mejor, lo que generalmente se llama el reino. También se piensa que hace 2000 años se vivía peor que ahora, que había más injusticias, más maldades, más violencia, más represión. Que las gentes de esa época eran más burdas, más malas, más brutas, más cerriles, menos evolucionadas que los actuales. Entonces pensamos que hoy hemos evolucionado, que hemos conseguido comprender las palabras de Jesús, que estamos más avanzados, que hemos estudiado infinidad de “ciencias” como “lingüística, semántica, sociología, historia, antropología”. Y entonces pensamos que lo que hoy falta en el mundo es “lo que vino a decir Jesús”, falta amor.
Pero yo digo a todo eso que NO. El mensaje de Jesús NADA tiene que ver con mejorar las condiciones en el mundo. Eso lo dicen ciertas religiones que HAN CONFUNDIDO SU MENSAJE Y QUIEREN SEGUIR CONFUNDIÉNDONOS. Jesús dijo claramente que “MI REINO NO ES DE ESTE MUNDO”. El mensaje de Jesús es para SALIR de él, del mundo. Así que no fabriques o construyas en él, sino más bien encuentra el Reino que ya existe y no es de este mundo. Digo también que NO a la creencia general de que antes el hombre era menos evolucionado que ahora. Ni había antes más injusticias, más maldades, más violencia o más represión que ahora. Al contrario, AHORA eso se ha multiplicado por 10.
El hombre de antes tal vez era más inculto, tenía menos recursos tecnológicos, pero no es esa la clase de evolución que debemos buscar en las gentes. Es en un desarrollo emocional y personal donde eso se consigue. Y eso no lo dan ni la cultura, ni las ciencias, ni las artes, ni la tecnología, ni ninguna de las ciencias que solemos estar dispuestos a seguir. El hombre actual es tan bruto o más que el antiguo. Sólo basta ver u oír las noticias que tenemos del mundo, de nuestra comunidad. También digo que NO a lo que se piensa que en el mundo actual falta amor. Lo que falta en el mundo actual, así como en todas las épocas de este maldito mundo, es AMOR. Amor hacia Dios, Amor hacia el prójimo, pero no para mejorar el mundo, sino para alcanzar el Reino y su Justicia.
Todo esto dice el Evangelio de la Cruz. Por eso digo que hay que ser perspicaz. Hay que leer esas benditas palabras, pero no con la mente ni con la razón, sino con el corazón. Y hay que salir al mundo a investigar, a reconocerlo, a desmenuzarlo y a sufrirlo. Por medio de esos dos caminos se llega al conocimiento.
El Evangelio de la Cruz es para los fuertes. Esto es así y siempre ha sido así. Pero hasta el más débil de nosotros es lo suficientemente fuerte cuando Dios le da la fuerza y el convencimiento. La persona fuerte es la que no se contenta con verdades a medias y busca la Verdad, aunque duela, la Verdad, aunque espante, la Verdad, aunque rompa todos tus esquemas y te hunda en la más cruel de las miserias. La que discierne entre todas las corrientes filosóficas, científicas y religiosas y busca a Dios, al Único, al Auténtico. Al verdadero. La que persevera. La virtuosa. Para ello debe aprender a dudar de todo y de todos. Hasta de sí mismo. Debe instalarse en la incertidumbre y analizarlo todo y no dar nunca nada por definitivo, hasta que Dios mismo se lo haga llegar, se lo haga ver. Es la que se hace preguntas y no cualquier pregunta, sino TODAS LAS PREGUNTAS. Es la que quiere saber antes que nada, es la que busca la JUSTICIA y encuentra un mundo abatido donde sus príncipes quieren construir un reino de inmoralidad. Es la que rompe con todos los sistemas de creencias generalmente aceptadas, aunque se encuentre en una situación insegura porque no tiene en ese momento nada donde apoyarse. Es el que tira las muletas que todos nos hemos fabricado para vivir apaciblemente en el mundo y quiere andar por sus propios pies. Es el que hace la voluntad del Padre.
La Biblia y principalmente el Nuevo Testamento, es el manual de instrucciones del ser humano, que determinados científicos buscan equivocadamente en el genoma humano. Todos nacemos sin manual de instrucciones, aparentemente. Pero Dios ya dejó ese manual entre nosotros desde hace siglos, solo que pocos lo encuentran y menos aún se dan cuenta de ello y lo siguen, hasta morir en la Bendita Cruz que es tan necesaria hoy, como lo fue ayer y lo será siempre.
Si quieres tener un encuentro real con Jesús de Nazaret, no imaginario en el que uno piensa que por estar en determinada iglesia o religión ya tiene un encuentro con él, o que está en buen camino, deben reconocer el mundo y ver sus catástrofes. Deben ver en su interior y ver su propia catástrofe. Este encuentro es muy importante y lo pueden tener ustedes personalmente. Por eso yo invito a todas las personas a que sondeen la realidad del mundo y su propia realidad. Porque aunque se habla del bien y del mal, de buenos y malos, hay que llegar a un conocimiento más preciso de lo que significa eso. No es que haya seres buenos y malos, es que el bien y el mal están dentro de cada una de las personas, de cada uno de nosotros. Y es nuestro consciente, el que se deja llevar por los mandatos de estos “seres” que conviven en nuestra mente y en nuestra alma.
Yo no hablo de catástrofes venideras, me conformo con la catástrofe actual. ¿Queremos aún más catástrofes? La vida normal de las gentes, de sus ciudades, de sus países, de sus culturas, de sus luchas por la vida, de sus sufrimientos, de sus hambres, de sus enfermedades y de sus muertes creo que son bastante catastróficas como para desear o temer más catástrofes. Lo que vengo a decir es que la vida actual es una catástrofe consentida por Dios para enseñarnos que estamos mal situados. Que hemos caído en el infierno. Y si uno no se entera durante la vida de esto, nada puede hacer por solucionarlo. El que no acepta su situación, difícilmente puede querer salir de ella. Y tenemos tantos datos, que parece imposible que no nos demos cuenta.
Dios nos ha puesto en este mundo para ver qué hacemos. Si nuestra respuesta es aún el intentar arreglarlo económicamente, políticamente, científicamente, es que aún no estamos preparados para encontrarlo a Él. Es cuando nos convencemos que EL MUNDO NO TIENE SOLUCIÓN, cuando tenemos una buena actitud. Y entonces Él aparece y te enseña el camino de vuelta a casa. Recuerda la parábola del hijo pródigo. Recuerda las palabras de Jesús “déjalo todo y sígueme”. O estas otras “Deja que los muertos entierren a sus muertos y tú sígueme a mí”. (no literal).
Dios construyó este mundo y este recipiente de vida (el cuerpo humano) con el fin de dar la posibilidad de regenerarse al hombre caído y que no podía seguir viviendo en el paraíso. No porque Dios no quisiera, sino porque no podía físicamente mantenerse allí. Y porque de esta manera, contribuía a elevarlo, a dotarlo de un cuerpo físico donde poder hacer la trasferencia de personalidades. Pero el hombre ha tomado este sitio (el mundo) como su única alternativa. Ya no recuerda de donde vino. Ya no recuerda quien es él. Ya no recuerda para que ha venido. Si tú lo sabes, pues me alegro en el corazón, pero la mayoría de los habitantes de este mundo aún no saben cuál es su misión. Y se engañan con misiones domésticas de la vida. Pero hay que advertir que el demonio, como quieran llamarlo o como se lo puedan representar, NO QUIERE SOLTAR A SU PRESA. Por eso hace ver que el mundo es nuestra única oportunidad y deriva todas nuestras energías hacia su arreglo y mejora. Recuerda las tentaciones de Jesús en el desierto, cuando el diablo le decía “todo esto te daré si postrándote ante mí, me adoras...”. Esta pregunta crucial nos la va a hacer el diablo a cada uno de nosotros. No es un cuento para niños. Pero al que se la hace, es porque está cortando sus lazos con el mundo y esto al demonio no le sienta nada bien. Los demás, los que no se dan cuenta de ello, el demonio no necesita tentarlos directamente, porque YA HACEN SU VOLUNTAD.
¿Esto quiere decir que no arreglemos el mundo, que no ayudemos a nuestros semejantes materialmente también? Nada de eso. Esto quiere decir que tenemos que hacer lo que hemos venido a hacer a este mundo, y que lo primero que tenemos que hacer es saber qué cosa tenemos que hacer. Y si durante la vida, podemos socorrer a otros materialmente, mientras no perdemos de vista nuestro objetivo, pues también. Porque puede llegar el caso de que hagamos todo para nuestros semejantes, pero no hagamos lo que tenemos que hacer con nosotros mismos. Esto es una paradoja, pero es una piedra de tropiezo en la que la mayoría de los cristianos cae. Y el demonio es el primer interesado de que así sea.
Mientras, en un aspecto vegetativo, es necesario ayudar y curar las enfermedades del cuerpo. Pero no me gusta la palabra evolución. Evolución se emplea para explicar la supuesta evolución de las especies. Yo prefiero decir desarrollo. Porque es el desarrollo de algo que se lleva dentro. Es como el crecimiento de una semilla que ya llevamos dentro. Es una semilla que, al crecer, tropieza con todo lo malo que tenemos dentro y lo expulsa fuera, para poder crecer.
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