Estimados hermanos:
Estaba escribiendo una lista de cosas por las cuales estar agradecido pero no pude dejar de escribir, y acabé redactando esta pequeña historia.Más que fijarse en las implicaciones teológicas espero que se aprovechen las imagenes de la historia, pues no escribí lo siguiente con la intención de hacer apologética o teología.
Dios los bendiga.
Estaba pensando porqué debería dar gracias a Dios. Y pensé en lo siguiente:
1. Porque tengo un techo bajo el cual dormir y hay millones muertos de frio durmiendo en la calle.
2. Porque tengo un trabajo cuando hay millones de desempleados que no saben qué harán el día de mañana para conseguir el pan.
3. Porque tengo el amor de mi esposa cuando hay quienes lloran por la ausencia de la persona amada y quisieran recuperar el tiempo perdido.
4. Porque tengo a mis dos padres con vida cuando millones lloran en la orfandad o quisieran recuperar un solo día junto a sus viejos ya fenecidos.
5. Porque tengo a mis suegros, a las hermanas de mi esposa y a sus esposos conmigo cuando hay miles que no tienen familia extendida, o bien, se desprecian tanto que no pueden verse.
6. Porque tengo todos mis miembros completos y puedo abrazar, correr, caminar o trotar al aire libre, bajo el sol o la luz de las estrellas, mientras hay millones que están destinados a permanecer en un lugar sin movimiento autónomo.
7. Porque puedo ver el rostro de mi esposa, un atardecer o el brillo de las olas del mar mientras hay millones que viven a oscuras.
Pero al pensar en lo anterior, el diablo vino a mí y me susurró al oído y dibujó en mi pensamiento el siguiente cuestionario:
- Uy, ¿no sientes el piquete aquí o allá en tu cuerpo? ¿No sabes que puedes enfermar y morir? ¿No sabes que puede ser mentira todo lo que te dicen en la Iglesia? ¿Acaso no sabes que mañana puedes renunciar a tus votos como cristiano? ¿No sabes que no hay esperanza? Tú no sirves para nada. No hay eternidad ni propósito, y ninguna de tus acciones tiene valor celestial alguno. Busca en los libros y la Internet y hallarás…
Me quede pensando en estas cosas y la duda comenzó a anidar en mi corazón. Meditaba en las preguntas del diablo y pensaba: “¿Será verdad?”.
El diablo se reía de mí. Yo comencé a sudar mientras más me adentraba en sus preguntas. El diablo invitó a algunos demonios a contemplar mi derrumbe. Reían a carcajadas cada vez más fuertes. Las llamas furiosas del infierno se cernían en torno a mi persona. El diablo comenzó a danzar y sus demonios lo acompañaban girando y escanciando azufre. Yo lo olía y minuto a minuto se iba apagando mi ser.
Caí de rodillas y después azoté mi cara contra el suelo. La danza demoniaca ahora se realizó sobre mí. En esos momentos nada me importaba. El diablo se había apoderado de mi pensamiento y lo había cauterizado. Mi lógica había sido secuestrada por el maligno y no hacía más que defender los postulados de desesperanza que el diablo había propuesto al principio.
Todo había acabado para mí.
Pero de un segundo a otro se oyó un trueno y una luz iluminó mi cuerpo tembloroso, derrumbado y empapado en llanto y sudor. Las sonrisas demoniacas cesaron e inició una horrible gritería. Era una especie de torbellino caótico de balbuceos macabros; como si el diablo estuviera reclamando su derecho sobre mi alma. Comencé a identificar algunas blasfemias y bromas sacrílegas. Por un instante pensé que mi cerebro tronaría con tanta conmoción y groserías.
Pero la luz se hizo más fuerte y nítida. Y como ocurre en explosión cuya onda expansiva arrastra edificios a su paso, así azotó una ráfaga de luz todo mi ser hasta que el parloteo satánico cesó y todo quedó en completa quietud.
Una voz dijo:
- Levántate.
Con grandes esfuerzos me incorporé y murmuré:
- ¿Quién eres?
- No puedes ceder porque hay planes para ti- dijo la voz divina
- No entiendo
- Lo sé. Por eso he venido. Porque quiero lograr cosas grandes contigo
- Pero el demonio me dijo…
- Calla. Ese es tu problema. Escuchas al diablo con muchísima atención y meditas en sus palabras sin reparar en el terrible peligro que corres
- Pero es que…
- El Padre te quiere tanto que me ha hecho venir. Soy uno de sus ángeles. También me ha pedido que sea claro contigo: Si das lugar al diablo es seguro que perderás. Nadie puede en este mundo, con sus propias fuerzas, y mucho menos a través de sus razonamientos lógicos, filosóficos o de cualquier índole, vencer al demonio. El diablo es un ángel como yo y por tanto tiene un poder que no puedes imaginar. El diablo te puede arrastrar a la muerte y al infierno tan rápidamente como quiera.
- ¿Cómo?
- El método principal del diablo es la duda. Te hará dudar de Dios, del amor, de la Iglesia, de la salud, de la familia, de la amistad y de todo lo que el Padre a dispuesto para los que le aman. Y cuando haya sembrado la duda en tu corazón y en tu mente estarás a un paso del desastre.
- Oh ¿qué debo hacer entonces?
- ¿Crees tú que puedes enfrentar al demonio? Haz enloquecido. Enfrentar al demonio es algo que nosotros mismos los ángeles del Padre quisiéramos evitar a toda costa. No, el diablo no es una caricatura. El diablo es la fuerza maligna por sí misma en toda su furia. Es la persona que tiene el poder para arruinar naciones enteras. Tú para él eres pan comido.
Me incorporé y traté de ubicar entre la luz intensa el rostro del ángel, pero fue inútil. Pasé mis manos sobre mi rostro y le dije:
- Me siento muy débil.
- Lo sé. Se debe al encuentro con el demonio. Si no hubiera sido enviado por el Padre te hubiera matado aquí mismo.
- Tal vez hubiera sido mejor…
- Calla de nuevo. Estás tan ofuscado que no sabes lo que dices. Ustedes rara vez tiene el menor asomo acertado de lo que es la eternidad. Si crees que aquí acaba todo estás errado. La muerte es el tránsito hacia la realidad eternal.
- Dime más, por favor.
- A ti te ha sido dada la Santa Escritura y todas las cosas que enumerabas en tu lista pero has sido negligente en la oración. Con mucha disciplina te has dedicado a las letras pero has descuidado tu comunicación con el Padre a través de Jesús.
- Jesús- le dije con voz resignada.
- Entre todos los mortales sólo Jesús ha derrotado al diablo.
- ¿Qué ha hecho?
- En su condición de hombre y deidad, Jesús tuvo autoridad sobre el diablo y sus huestes. Y no reía del diablo. Jesús hablaba con mucha seriedad del demonio pues sabía qué clase de entidad era desde el principio. De manera que si Jesús hubiera estado en tu lugar, el diablo no hubiera llegado tan lejos como lo hizo contigo. Nosotros los ángeles en el cielo nos admiramos de tal poder dado a los hombres por el Padre.
- Pero ¿qué haré?
- Debes participar de la lucha entre la luz y la oscuridad. Pero sólo puedes hacer daño cuando has sido capacitado.
- ¿Cómo exorcista o algo así?
- No. Primero el Espíritu de Dios debe morar en ti. Y ni un solo día debes dejar la oración. Así tengas las dudas que tengas jamás debes abandonar la oración y la comunión con otros hermanos.
- Pero eso he intentado…
- El diablo sabe algo de lo que Dios puede hacer contigo. Por eso intentará apartarte de Dios cada vez que pueda. Usará todo lo que pueda para inundarte de desdichas y afanes. Sólo Jesús puede liberarte del maligno. Estás obligado a consagrarte al Padre a menos que quieras padecer lo inimaginable en las garras de Lucifer.
- ¡Quiero a Jesús! –dije emocionado.
- Permanece en la Iglesia, persevera en la oración y la lectura de las Santas Escrituras, y jamás olvides los beneficios de la sangre de Jesús…
Entonces de súbito la luz fue consumida por un viento suave y cálido, y una sensación de paz se cernió sobre mi cuerpo. Así fue como me decidí a orar. Así fue como supe que el diablo estaría pendiente, el resto de mis días, para ver si podría penetrar en mi pensamiento.
Estaba escribiendo una lista de cosas por las cuales estar agradecido pero no pude dejar de escribir, y acabé redactando esta pequeña historia.Más que fijarse en las implicaciones teológicas espero que se aprovechen las imagenes de la historia, pues no escribí lo siguiente con la intención de hacer apologética o teología.
Dios los bendiga.
I
Estaba pensando porqué debería dar gracias a Dios. Y pensé en lo siguiente:
1. Porque tengo un techo bajo el cual dormir y hay millones muertos de frio durmiendo en la calle.
2. Porque tengo un trabajo cuando hay millones de desempleados que no saben qué harán el día de mañana para conseguir el pan.
3. Porque tengo el amor de mi esposa cuando hay quienes lloran por la ausencia de la persona amada y quisieran recuperar el tiempo perdido.
4. Porque tengo a mis dos padres con vida cuando millones lloran en la orfandad o quisieran recuperar un solo día junto a sus viejos ya fenecidos.
5. Porque tengo a mis suegros, a las hermanas de mi esposa y a sus esposos conmigo cuando hay miles que no tienen familia extendida, o bien, se desprecian tanto que no pueden verse.
6. Porque tengo todos mis miembros completos y puedo abrazar, correr, caminar o trotar al aire libre, bajo el sol o la luz de las estrellas, mientras hay millones que están destinados a permanecer en un lugar sin movimiento autónomo.
7. Porque puedo ver el rostro de mi esposa, un atardecer o el brillo de las olas del mar mientras hay millones que viven a oscuras.
Pero al pensar en lo anterior, el diablo vino a mí y me susurró al oído y dibujó en mi pensamiento el siguiente cuestionario:
- Uy, ¿no sientes el piquete aquí o allá en tu cuerpo? ¿No sabes que puedes enfermar y morir? ¿No sabes que puede ser mentira todo lo que te dicen en la Iglesia? ¿Acaso no sabes que mañana puedes renunciar a tus votos como cristiano? ¿No sabes que no hay esperanza? Tú no sirves para nada. No hay eternidad ni propósito, y ninguna de tus acciones tiene valor celestial alguno. Busca en los libros y la Internet y hallarás…
Me quede pensando en estas cosas y la duda comenzó a anidar en mi corazón. Meditaba en las preguntas del diablo y pensaba: “¿Será verdad?”.
El diablo se reía de mí. Yo comencé a sudar mientras más me adentraba en sus preguntas. El diablo invitó a algunos demonios a contemplar mi derrumbe. Reían a carcajadas cada vez más fuertes. Las llamas furiosas del infierno se cernían en torno a mi persona. El diablo comenzó a danzar y sus demonios lo acompañaban girando y escanciando azufre. Yo lo olía y minuto a minuto se iba apagando mi ser.
Caí de rodillas y después azoté mi cara contra el suelo. La danza demoniaca ahora se realizó sobre mí. En esos momentos nada me importaba. El diablo se había apoderado de mi pensamiento y lo había cauterizado. Mi lógica había sido secuestrada por el maligno y no hacía más que defender los postulados de desesperanza que el diablo había propuesto al principio.
Todo había acabado para mí.
II
Pero de un segundo a otro se oyó un trueno y una luz iluminó mi cuerpo tembloroso, derrumbado y empapado en llanto y sudor. Las sonrisas demoniacas cesaron e inició una horrible gritería. Era una especie de torbellino caótico de balbuceos macabros; como si el diablo estuviera reclamando su derecho sobre mi alma. Comencé a identificar algunas blasfemias y bromas sacrílegas. Por un instante pensé que mi cerebro tronaría con tanta conmoción y groserías.
Pero la luz se hizo más fuerte y nítida. Y como ocurre en explosión cuya onda expansiva arrastra edificios a su paso, así azotó una ráfaga de luz todo mi ser hasta que el parloteo satánico cesó y todo quedó en completa quietud.
Una voz dijo:
- Levántate.
Con grandes esfuerzos me incorporé y murmuré:
- ¿Quién eres?
- No puedes ceder porque hay planes para ti- dijo la voz divina
- No entiendo
- Lo sé. Por eso he venido. Porque quiero lograr cosas grandes contigo
- Pero el demonio me dijo…
- Calla. Ese es tu problema. Escuchas al diablo con muchísima atención y meditas en sus palabras sin reparar en el terrible peligro que corres
- Pero es que…
- El Padre te quiere tanto que me ha hecho venir. Soy uno de sus ángeles. También me ha pedido que sea claro contigo: Si das lugar al diablo es seguro que perderás. Nadie puede en este mundo, con sus propias fuerzas, y mucho menos a través de sus razonamientos lógicos, filosóficos o de cualquier índole, vencer al demonio. El diablo es un ángel como yo y por tanto tiene un poder que no puedes imaginar. El diablo te puede arrastrar a la muerte y al infierno tan rápidamente como quiera.
- ¿Cómo?
- El método principal del diablo es la duda. Te hará dudar de Dios, del amor, de la Iglesia, de la salud, de la familia, de la amistad y de todo lo que el Padre a dispuesto para los que le aman. Y cuando haya sembrado la duda en tu corazón y en tu mente estarás a un paso del desastre.
- Oh ¿qué debo hacer entonces?
- ¿Crees tú que puedes enfrentar al demonio? Haz enloquecido. Enfrentar al demonio es algo que nosotros mismos los ángeles del Padre quisiéramos evitar a toda costa. No, el diablo no es una caricatura. El diablo es la fuerza maligna por sí misma en toda su furia. Es la persona que tiene el poder para arruinar naciones enteras. Tú para él eres pan comido.
III
Me incorporé y traté de ubicar entre la luz intensa el rostro del ángel, pero fue inútil. Pasé mis manos sobre mi rostro y le dije:
- Me siento muy débil.
- Lo sé. Se debe al encuentro con el demonio. Si no hubiera sido enviado por el Padre te hubiera matado aquí mismo.
- Tal vez hubiera sido mejor…
- Calla de nuevo. Estás tan ofuscado que no sabes lo que dices. Ustedes rara vez tiene el menor asomo acertado de lo que es la eternidad. Si crees que aquí acaba todo estás errado. La muerte es el tránsito hacia la realidad eternal.
- Dime más, por favor.
- A ti te ha sido dada la Santa Escritura y todas las cosas que enumerabas en tu lista pero has sido negligente en la oración. Con mucha disciplina te has dedicado a las letras pero has descuidado tu comunicación con el Padre a través de Jesús.
- Jesús- le dije con voz resignada.
- Entre todos los mortales sólo Jesús ha derrotado al diablo.
- ¿Qué ha hecho?
- En su condición de hombre y deidad, Jesús tuvo autoridad sobre el diablo y sus huestes. Y no reía del diablo. Jesús hablaba con mucha seriedad del demonio pues sabía qué clase de entidad era desde el principio. De manera que si Jesús hubiera estado en tu lugar, el diablo no hubiera llegado tan lejos como lo hizo contigo. Nosotros los ángeles en el cielo nos admiramos de tal poder dado a los hombres por el Padre.
- Pero ¿qué haré?
- Debes participar de la lucha entre la luz y la oscuridad. Pero sólo puedes hacer daño cuando has sido capacitado.
- ¿Cómo exorcista o algo así?
- No. Primero el Espíritu de Dios debe morar en ti. Y ni un solo día debes dejar la oración. Así tengas las dudas que tengas jamás debes abandonar la oración y la comunión con otros hermanos.
- Pero eso he intentado…
- El diablo sabe algo de lo que Dios puede hacer contigo. Por eso intentará apartarte de Dios cada vez que pueda. Usará todo lo que pueda para inundarte de desdichas y afanes. Sólo Jesús puede liberarte del maligno. Estás obligado a consagrarte al Padre a menos que quieras padecer lo inimaginable en las garras de Lucifer.
- ¡Quiero a Jesús! –dije emocionado.
- Permanece en la Iglesia, persevera en la oración y la lectura de las Santas Escrituras, y jamás olvides los beneficios de la sangre de Jesús…
Entonces de súbito la luz fue consumida por un viento suave y cálido, y una sensación de paz se cernió sobre mi cuerpo. Así fue como me decidí a orar. Así fue como supe que el diablo estaría pendiente, el resto de mis días, para ver si podría penetrar en mi pensamiento.