He abierto este tema, con la intensión de testificar sobre esta real y verdadera manifestación de Dios en la gracia.
Este tema tiene dos propósitos:
1-Testificar sobre este sobrenatural regalo
2-Descubrir si el bautizado realmente lo ha recibido como dice o lo ha entendido.
Empiezo yo:
Para no alargarme en los detalles anteriores a este suceso, simplemente recalcaré como lo he hecho en mi testimonio "El mejor de todos los ateos" en la sección de testimonios; que a mi, nada ni nadie habría tenido el poder de convencimiento suficiente para moverme de mis raíces ateas. Exceptuando al mismísimo Dios, como lo aseguraba o lo que comprendí más adelante, solamente el Espíritu Santo de Dios, como sucedió.
Ya casado y por medio de mi esposa, cristiana convertida, la cual recurrió en sus momentos de desesperación a todos los medios posibles de ayuda, por la vida que yo le daba, no solo debido a mi incredulidad, sino a mi desenfrenada vida, recibí en mi casa a muchos intercesores, los cuales convencidos de su efectividad, me hicieron en mas de una ocasión, confesar con mi boca, que Jesús es el Señor, después de una oración, imposición de manos y reprender todos los demonios en mi, sin ningún efecto real en mi vida, ni ningún cambio en mi mundanalidad.
No fue hasta que una noche después de muchos años, en los que me invitaban a oraciones en las casas, me invitaban a campañas evangelísticas, donde me imponían manos, donde me ministraban sanidades y liberaciones, en fin toda la metodología tradicional de conversión que usan los evangélicos, que El Espíritu Santo vino a mi vida y me convenció de error y de juicio. Ese día, que fue el día más significativo en toda mi vida, Dios me hiso sentir su presencia, por medio de su Santo Espíritu.
A partir de allí cumplí con todo lo que un nuevo creyente es llevado a cumplir. Me comencé a congregar, me bauticé en agua, he incluso pasé por un ritual de recibimiento del bautismo en el Espíritu Santo, en el cual hasta se me obligó a repetir sonidos extraños, para que las supuestas lenguas que debían manifestarse una vez haber recibido este Bautismo, confirmaran el haberlo recibido.
No obstante, ya desde aquel venturoso día, Dios me había bautizado con su Santo Espíritu. Ya me había dado el don de lenguas para mis momentos íntimos de oración, ya me había dotado de una sed por leer la palabra y una comprensión inmediata de muchos de los misterios que para mi eran simplemente fábulas. Durante dos meses, no había un momento en que leyera la palabra, u orara, sin que fuera contristado de tal forma que lloraba sin cesar, en mi auto, en mi casa, cenando, en mi oficina, en fin, el Espíritu Santo me fue convenciendo de tal forma de todos mis errores y del juicio que había sido librado, que no tenía otra forma de responder que no fuera llorando. Aún hoy, cuando oro o cuando ministro, no puedo contener las lágrimas, en esta oportunidad del gozo que este mismo Espíritu Santo me hace sentir, cuando lo veo actuando por su cuenta, en mi vida y en la vida de aquellos que Dios pone en mi camino, para que vea en ellos su magnífica obra.
Dios bautiza en el Espíritu Santo, tal y como lo prometió Joel, tal y como lo profetizó Juan el Bautista, tal y como lo prometió Cristo a sus discípulos y tal y como sucedió en Pentecostés. A partir de ese momento, los que recibimos el don del Espíritu Santo, ya no necesitamos de nada más, sino de ser sensibles a su guía y dirección a toda la verdad y a toda la luz.
No es posible reconocer, ver y vivir el sacrificio de Cristo en la cruz y el derramamiento de su sangre por nosotros, sin que el mismo Espíritu que lo levantó de entre los muertos, nos convenza de ello.
El Espíritu Santo actúa en el momento presiso en la vida del que debe creer, no se sujeta a modelos, prioridades, ni rituales humanos.
Dios les bendice!
Greivin.
Este tema tiene dos propósitos:
1-Testificar sobre este sobrenatural regalo
2-Descubrir si el bautizado realmente lo ha recibido como dice o lo ha entendido.
Empiezo yo:
Para no alargarme en los detalles anteriores a este suceso, simplemente recalcaré como lo he hecho en mi testimonio "El mejor de todos los ateos" en la sección de testimonios; que a mi, nada ni nadie habría tenido el poder de convencimiento suficiente para moverme de mis raíces ateas. Exceptuando al mismísimo Dios, como lo aseguraba o lo que comprendí más adelante, solamente el Espíritu Santo de Dios, como sucedió.
Ya casado y por medio de mi esposa, cristiana convertida, la cual recurrió en sus momentos de desesperación a todos los medios posibles de ayuda, por la vida que yo le daba, no solo debido a mi incredulidad, sino a mi desenfrenada vida, recibí en mi casa a muchos intercesores, los cuales convencidos de su efectividad, me hicieron en mas de una ocasión, confesar con mi boca, que Jesús es el Señor, después de una oración, imposición de manos y reprender todos los demonios en mi, sin ningún efecto real en mi vida, ni ningún cambio en mi mundanalidad.
No fue hasta que una noche después de muchos años, en los que me invitaban a oraciones en las casas, me invitaban a campañas evangelísticas, donde me imponían manos, donde me ministraban sanidades y liberaciones, en fin toda la metodología tradicional de conversión que usan los evangélicos, que El Espíritu Santo vino a mi vida y me convenció de error y de juicio. Ese día, que fue el día más significativo en toda mi vida, Dios me hiso sentir su presencia, por medio de su Santo Espíritu.
A partir de allí cumplí con todo lo que un nuevo creyente es llevado a cumplir. Me comencé a congregar, me bauticé en agua, he incluso pasé por un ritual de recibimiento del bautismo en el Espíritu Santo, en el cual hasta se me obligó a repetir sonidos extraños, para que las supuestas lenguas que debían manifestarse una vez haber recibido este Bautismo, confirmaran el haberlo recibido.
No obstante, ya desde aquel venturoso día, Dios me había bautizado con su Santo Espíritu. Ya me había dado el don de lenguas para mis momentos íntimos de oración, ya me había dotado de una sed por leer la palabra y una comprensión inmediata de muchos de los misterios que para mi eran simplemente fábulas. Durante dos meses, no había un momento en que leyera la palabra, u orara, sin que fuera contristado de tal forma que lloraba sin cesar, en mi auto, en mi casa, cenando, en mi oficina, en fin, el Espíritu Santo me fue convenciendo de tal forma de todos mis errores y del juicio que había sido librado, que no tenía otra forma de responder que no fuera llorando. Aún hoy, cuando oro o cuando ministro, no puedo contener las lágrimas, en esta oportunidad del gozo que este mismo Espíritu Santo me hace sentir, cuando lo veo actuando por su cuenta, en mi vida y en la vida de aquellos que Dios pone en mi camino, para que vea en ellos su magnífica obra.
Dios bautiza en el Espíritu Santo, tal y como lo prometió Joel, tal y como lo profetizó Juan el Bautista, tal y como lo prometió Cristo a sus discípulos y tal y como sucedió en Pentecostés. A partir de ese momento, los que recibimos el don del Espíritu Santo, ya no necesitamos de nada más, sino de ser sensibles a su guía y dirección a toda la verdad y a toda la luz.
No es posible reconocer, ver y vivir el sacrificio de Cristo en la cruz y el derramamiento de su sangre por nosotros, sin que el mismo Espíritu que lo levantó de entre los muertos, nos convenza de ello.
El Espíritu Santo actúa en el momento presiso en la vida del que debe creer, no se sujeta a modelos, prioridades, ni rituales humanos.
Dios les bendice!
Greivin.