Según la doctrina católica-romana, el culto es de tres clases: "Dulía," que es la veneración que se da a los santos y ángeles o a sus imágenes, y también a las reliquias; "Hiperdulía," veneración más alta, que se tributa a la Virgen María, y "Latría," que es la adoración que sólo corresponde a Dios.
Por muy sutiles que sean las distinciones que se trata de establecer entre la veneración y la adoración en el culto, en la práctica no se puede observar diferencia alguna; siempre existe la misma actitud de oración, se quema el mismo incienso, se encienden las mismas velas, se hacen las mismas súplicas de ayuda, y es absurdo creer que detrás de todas estas mismas actitudes y estos mismos actos existe una diferencia en la mente de los adoradores ordinarios, en virtud de la cual el inclinarse ante las imágenes y orar a ellas no es acto de idolatría.
La iglesia católico-romana adora de hecho a María, la madre de Jesús, más que a Dios o a Cristo. El caso es bien patente en la recitación del rosario, en la que por cada padrenuestro se rezan diez avemarías.
A Jesús se le llama el Juez Justo; a María, la Reina de Misericordia. En la bula de Sixto IV, que fue adoptada por el Concilio de Trento, se llama a María
"Reina del Cielo, que intercede ante el Rey, al que dio a luz."
Aunque Dios está listo a perdonar a los hombres, su justicia hace que él sea severo, al punto que hizo que su Hijo expiara nuestros pecados. El Hijo de Dios es también muy severo, y aunque se sacrificó a sí mismo y murió en la cruz, mandó que sus discípulos llevasen también sus cruces, y a su tiempo él ha de juzgar al mundo arrojando al castigo eterno del "infierno" a los que no han creído en él. Solamente María está llena de misericordia.
El catolicismo romano atribuye a María la mayor parte de las características del Señor Jesús. La primera vez que se oró a María fue en el siglo cuarto, y durante el siglo quinto la mariolatría estaba ya en todo su apogeo. La iglesia de Roma observa catorce fiestas que están dedicadas a María en todo el mundo; se la recuerda todos los sábados y se le dedica todo el mes de Mayo. Además de todo esto hay otras muchas fiestas en su honor de carácter local.
Nosotros no podemos menos de estimar en mucho a María, honrándola como modelo de todas las madres, pues fue escogida por Dios para ser madre del Señor Jesús. Pero el mismo Señor Jesús dijo con toda claridad: "Al Señor tu Dios adorarás, y a él solo servirás" (Mat. 4:10).
Si esto es así, es un error adorar a María, y no le puede agradar a Dios.
Por muy sutiles que sean las distinciones que se trata de establecer entre la veneración y la adoración en el culto, en la práctica no se puede observar diferencia alguna; siempre existe la misma actitud de oración, se quema el mismo incienso, se encienden las mismas velas, se hacen las mismas súplicas de ayuda, y es absurdo creer que detrás de todas estas mismas actitudes y estos mismos actos existe una diferencia en la mente de los adoradores ordinarios, en virtud de la cual el inclinarse ante las imágenes y orar a ellas no es acto de idolatría.
La iglesia católico-romana adora de hecho a María, la madre de Jesús, más que a Dios o a Cristo. El caso es bien patente en la recitación del rosario, en la que por cada padrenuestro se rezan diez avemarías.
A Jesús se le llama el Juez Justo; a María, la Reina de Misericordia. En la bula de Sixto IV, que fue adoptada por el Concilio de Trento, se llama a María
"Reina del Cielo, que intercede ante el Rey, al que dio a luz."
Aunque Dios está listo a perdonar a los hombres, su justicia hace que él sea severo, al punto que hizo que su Hijo expiara nuestros pecados. El Hijo de Dios es también muy severo, y aunque se sacrificó a sí mismo y murió en la cruz, mandó que sus discípulos llevasen también sus cruces, y a su tiempo él ha de juzgar al mundo arrojando al castigo eterno del "infierno" a los que no han creído en él. Solamente María está llena de misericordia.
El catolicismo romano atribuye a María la mayor parte de las características del Señor Jesús. La primera vez que se oró a María fue en el siglo cuarto, y durante el siglo quinto la mariolatría estaba ya en todo su apogeo. La iglesia de Roma observa catorce fiestas que están dedicadas a María en todo el mundo; se la recuerda todos los sábados y se le dedica todo el mes de Mayo. Además de todo esto hay otras muchas fiestas en su honor de carácter local.
Nosotros no podemos menos de estimar en mucho a María, honrándola como modelo de todas las madres, pues fue escogida por Dios para ser madre del Señor Jesús. Pero el mismo Señor Jesús dijo con toda claridad: "Al Señor tu Dios adorarás, y a él solo servirás" (Mat. 4:10).
Si esto es así, es un error adorar a María, y no le puede agradar a Dios.