El “misterio de iniquidad” que comenzara su acción en plena época apostólica (2Ts 2:7), adquiere una refinada sutileza en estos últimos tiempos, en múltiples formas que ya han sido desenmascaradas en este Foro, y otras más todavía a descubrir.
Una de las más difíciles de percibir es la manía de algunos por hacer revisiones a la Reina-Valera, que no pudiendo por el Copyright hacerlo con la 1960 o 1995, toman la revisión del 1909 (aunque ya editada en Madrid en 1890).
Algunas de estas iniciativas nos merecen confianza como la Actualizada de Editorial Mundo Hispano (Casa Bautista) y el proyecto a futuro de la Sociedad Bíblica Trinitaria.
En cambio, la Nueva Reina – Valera 2000 de la Sociedad Bíblica Emanuel (Ediciones New Life) tiene los textos retocados a plena satisfacción de los Adventistas, siendo una “Biblia” para el “uso nostro” como la de los “Testigos de Jehová”.
Conste que no cuestiono las nuevas traducciones o versiones, pues todas pueden ser útiles al estudioso que las consulte en su avidez de sacarle más jugo al texto bíblico.
Lo que advierto, es la obsesión por mejorar las Reina-Valera.
Es comprensible que algunas artistas del mundillo de la televisión recurran a cirugías estéticas, teñidos, implantes, abundante maquillaje y cosméticos de última generación, para disimular los muchos años con sus infaltables huellas.
¿Pero hay acaso necesidad de empeñarse en esta competencia de lograr una revisión que pueda coronarse finalmente como “la más fiel a los originales” en “lenguaje actual”?
Si bien es cierto que si sorprendemos a un hermano abriéndole en cualquier parte la Biblia de Casiodoro de Reina del 1569, no acertará probablemente a leer tres versículos de corrido, no bien le advirtamos de una media docena de cambios con nuestra grafía actual, ya no tendrá dificultad alguna. Los arcaísmos no son tantos ni engorrosos.
El mayor problema no se da cuando una revisión se hace para beneficio de los estudiosos, como es el caso con la Biblia Textual de la Sociedad Bíblica Iberoamericana, en un trabajo exhaustivo de reconocidos eruditos, sino cuando se pretende imponerla a las iglesias para la lectura pública en la enseñanza y predicación, y para colmo de males, cuando quien acomete tal empresa suple con su arrogancia de sabelotodo su desconocimiento o escasa solvencia de los idiomas originales.
Nos hemos enterado por la página www.literaturabautista.com “de que por lo menos tres revisiones españolas nuevas de Biblia por bautistas independientes se han introducido en los últimos años, todas ellas siendo rechazadas de modo arrollador por fundamentalistas hispanohablantes”.
El caso es que hace ya un lustro apareció la “RVG” (Reina-Valera-Gómez), revisión de Humberto Gómez Caballero de Brownsville, Texas.
Parece que este señor tiene a la King James en una consideración en nada inferior a la que la tradición católica romana siempre tuvo a la Vulgata Latina de Jerónimo. No sólo cree que aquella versión inglesa del 1611 puede corregir con toda autoridad la de Reina del 1569 (y todas sus revisiones desde 1602 en adelante), sino imponerse inclusive por sobre el texto hebreo o griego.
El problema, manía, obsesión que a algunos está tomando, es que están dejando de leer, meditar, estudiar y acatar las Sagradas Escrituras, por este afán de munirse con cuanta “nueva Biblia” aparezca. No se oye al Espíritu que la inspiró sino a sus criticones.
Puede ser toda una trampa del diablo esta ansiedad por los textos críticos de la Biblia, tanto como conseguir una que se avenga perfectamente a su lenguaje y comprensión.
Ricardo.
Una de las más difíciles de percibir es la manía de algunos por hacer revisiones a la Reina-Valera, que no pudiendo por el Copyright hacerlo con la 1960 o 1995, toman la revisión del 1909 (aunque ya editada en Madrid en 1890).
Algunas de estas iniciativas nos merecen confianza como la Actualizada de Editorial Mundo Hispano (Casa Bautista) y el proyecto a futuro de la Sociedad Bíblica Trinitaria.
En cambio, la Nueva Reina – Valera 2000 de la Sociedad Bíblica Emanuel (Ediciones New Life) tiene los textos retocados a plena satisfacción de los Adventistas, siendo una “Biblia” para el “uso nostro” como la de los “Testigos de Jehová”.
Conste que no cuestiono las nuevas traducciones o versiones, pues todas pueden ser útiles al estudioso que las consulte en su avidez de sacarle más jugo al texto bíblico.
Lo que advierto, es la obsesión por mejorar las Reina-Valera.
Es comprensible que algunas artistas del mundillo de la televisión recurran a cirugías estéticas, teñidos, implantes, abundante maquillaje y cosméticos de última generación, para disimular los muchos años con sus infaltables huellas.
¿Pero hay acaso necesidad de empeñarse en esta competencia de lograr una revisión que pueda coronarse finalmente como “la más fiel a los originales” en “lenguaje actual”?
Si bien es cierto que si sorprendemos a un hermano abriéndole en cualquier parte la Biblia de Casiodoro de Reina del 1569, no acertará probablemente a leer tres versículos de corrido, no bien le advirtamos de una media docena de cambios con nuestra grafía actual, ya no tendrá dificultad alguna. Los arcaísmos no son tantos ni engorrosos.
El mayor problema no se da cuando una revisión se hace para beneficio de los estudiosos, como es el caso con la Biblia Textual de la Sociedad Bíblica Iberoamericana, en un trabajo exhaustivo de reconocidos eruditos, sino cuando se pretende imponerla a las iglesias para la lectura pública en la enseñanza y predicación, y para colmo de males, cuando quien acomete tal empresa suple con su arrogancia de sabelotodo su desconocimiento o escasa solvencia de los idiomas originales.
Nos hemos enterado por la página www.literaturabautista.com “de que por lo menos tres revisiones españolas nuevas de Biblia por bautistas independientes se han introducido en los últimos años, todas ellas siendo rechazadas de modo arrollador por fundamentalistas hispanohablantes”.
El caso es que hace ya un lustro apareció la “RVG” (Reina-Valera-Gómez), revisión de Humberto Gómez Caballero de Brownsville, Texas.
Parece que este señor tiene a la King James en una consideración en nada inferior a la que la tradición católica romana siempre tuvo a la Vulgata Latina de Jerónimo. No sólo cree que aquella versión inglesa del 1611 puede corregir con toda autoridad la de Reina del 1569 (y todas sus revisiones desde 1602 en adelante), sino imponerse inclusive por sobre el texto hebreo o griego.
El problema, manía, obsesión que a algunos está tomando, es que están dejando de leer, meditar, estudiar y acatar las Sagradas Escrituras, por este afán de munirse con cuanta “nueva Biblia” aparezca. No se oye al Espíritu que la inspiró sino a sus criticones.
Puede ser toda una trampa del diablo esta ansiedad por los textos críticos de la Biblia, tanto como conseguir una que se avenga perfectamente a su lenguaje y comprensión.
Ricardo.