...pues yo doy fe de que Dios hace las cosas cono EL quiere, y no como nosotros quisiéramos que fuesen.
Como lo conté hace algunos días atrás, yo participé en un evento evangelístico de Morris Cerullo. Casi al finas de las pláticas que fueron dadas por los colaboradores de este evangelista norteamericano, se realizó una noche de milagros.
Yo esperaba ser sanado de dos padecimientos que he tenido de siempre: estrabismo y astigmatismo.
Qué dura fue mi decepción al notar que NADA, absolutamente nada sucedió conmigo. "¿Quéhice mal?", pensaba.
¿Falta de fe? ¿Algún pecado sin confesar? ¿Más oración y ayuno? ¿Yo tuve la culpa?
Durante mucho tiempo viví con este resentimiento, como quizá muchos han vivido al no obtener "su" milagro. Pasé por alto lo que el apóstol Pablo experimentó al presenciar la gloria del Señor en Su trono. El privilegio de esta grandiosa experiencia, llegó acompañada de... un "aguijón de la carne". ¿De qué se trataba? Quizá un impedimento físico o alguna dolencia de hace años...
Pues bien, tuve que caer en la cuenta, y lo digo sin despecho, créanme, que si yo no recibí "mi" milagro, no fue porque Dios no me ame, sino porque Él tenía algo mejor para mí.
Ciertamente no estaba equivocado. Con el paso del tiempo, y cansado de llevar el fardo del rencor y el resentimiento en mi corazón, desnudé mi corazón al Señor, confesándole TODO lo que había en mí: todas aquellas cosas que, aunque Dios las conocía TODAS, era menester que YO mismo las dijera, apercibido de saberme un transgresor del amor de Dios.
Al hacer esta confesión de mi corazón, poco a poco noté que las angustias del pasado se fueron, se esfumaron. Ciertamente tengo que luchar contra muchas otras cosas en mí, pero una gran parte del peso de la culpabilidad y la condenación que me oprimían, fue quitada por Dios... y el espíritu de muerte que me dominaba fue humillado por el Señor.
Lo curioso de esto, es que el estrabismo y el astigmatismo siguen ahí... más ¿qué importa eso, cuando sé que mi conciencia está tranquila?
Agradezco al Señor que todavía no esté libre de esto, porque hay cosas de mayor importancia en mí que necesitaban ser sanadas, y Dios no mintió al decirme que mis culpas llevó por mí en la cruz del tormento.
Ahora comprendo que, si el Señor quiere sanarme del astigmatismo y el estrabismo, será cuando Él lo disponga conveniente. Si no... ¡BENDITO SEA EL SEÑOR porque Él sabe lo que hace!
