DIOS ES REVELADO EN LAS ESCRITURAS

14 Agosto 2009
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Aunque Dios se manifiesta en muchas maneras por todo el universo y por medio de la humanidad, la revelación más directa de El se encuentra por medio de dos entidades: Su palabra y Su Hijo. La palabra de Dios es la santa Escritura, que es la Biblia. La Biblia nos revela los títulos de Dios. Entre los muchos títulos de Dios que hay en el Antiguo Testamento, principalmente se usan sólo tres: Elohim, Jehová y Adonai. Elohim es un sustantivo plural en el hebreo. Implica la noción de “Aquel que es fiel y fuerte”. Dios es fuerte y fiel. El es fuerte en poder y fiel en palabra. Jehová significa “Yo soy el que soy”, lo cual revela que Dios es Aquel que existe en Sí mismo y para siempre. El es Aquel que era en el pasado, que es en el presente y que ha de ser en el futuro. Adonai significa “amo” y “marido”. Por una parte, Dios es el Amo del hombre, por otra, es el marido del hombre. En el Nuevo Testamento hay muchos otros títulos, tales como Padre, Señor, Jesucristo y Espíritu Santo. Todos estos nos revelan lo que Dios es.

Las vidas de los patriarcas son evidencia contundente de la operación de Dios en las vidas de los hombres. Las experiencias de estos hombres y sus crónicas muestran cómo Dios es tierno y que cuida de los asuntos de los hombres y los conduce a conocerle a El.

Si uno lee el Antiguo Testamento encontrará que las leyes dadas por Moisés son un cuadro vivo de Dios mismo. Dios es santo; por lo tanto, las leyes que dio son santas. Dios es justo; por lo tanto, las leyes que dio son justas (Ro. 7:12). El salmista del Antiguo Testamento nos dice que podemos conocer a Dios por medio de la ley (Sal. 9:16). Sin la ley nadie sabe cómo es Dios. La ley es como una fotografía; nos muestra cómo es Dios.

Todos los profetas del Antiguo Testamento hablaron por inspiración de Dios (1 P. 1:10-11; 2 P. 1:21). Fue Dios quien puso las palabras de profecía en sus bocas. La frase “Así ha dicho Jehová” se repite con frecuencia en el Antiguo Testamento. La sabiduría de las palabras de los profetas y el cumplimiento de sus profecías han comprobado que sus palabras son en verdad divinamente inspiradas. Una de las más grandes profecías tiene que ver con el destino de la nación de Israel. La Biblia profetizó que los judíos serían esparcidos por todo el mundo, pero que en el tiempo señalado la nación de Israel sería restaurada y la ciudad de Jerusalén sería devuelta a los judíos. Esto lo podemos ver en nuestros tiempos con la restauración de la nación de Israel en 1948 y con la devolución de Jerusalén a los judíos en 1967. El establecimiento de esa pequeñita nación en el Medio Oriente es una prueba viva de la obra de Dios en la historia.

Ningún otro libro ha sido atacado tan severamente como la Biblia. Los gobiernos ateos han hecho todo lo posible por quitar este libro de sus tierras, mas la mano soberana de Dios lo ha preservado. Nos gozamos de que, después de tantos años de prohibición, la Biblia ahora está disponible al pueblo de Rusia, país que anteriormente estaba bajo el gobierno del comunismo ateo. Debemos darnos cuenta de que esto fue hecho posible por la mano de Dios. La preservación de la Escritura es firme evidencia de que Dios está vivo en el mundo hoy.

DIOS SE MANIFIESTA EN EL HIJO
Hebreos 1:1-3 dice que Dios, habiendo hablado al hombre de muchas maneras en tiempos antiguos, un día decidió hablar al hombre personalmente en Jesucristo. Jesucristo es Dios venido en forma de hombre. Su venida declaró a Dios (Jn. 1:18). Por medio de El los hombres ven a Dios mismo (Jn. 14:9). El Evangelio de Juan da constancia de que cuando Jesucristo estuvo en la tierra, dijo ciento catorce veces que El era Dios. En el último discurso que dio a los discípulos, hizo referencia más de cincuenta veces a que El era Dios. Los milagros que hizo no pudieron haber sido hechos por un mero hombre; Dios tuvo que haberlos hecho. El ordenó y controló las leyes de la naturaleza, pues convirtió el agua en vino (Jn. 2:1-11), calmó la tormenta (Mt. 8:23-27), y alimentó a cinco mil con sólo cinco panes y dos peces (Mt. 14:14-21). Sanó los enfermos, resucitó los muertos, y echó fuera demonios (Mt. 4:24; 8:28-32; 11:4-5). Habló palabras de sabiduría, las cuales sólo Dios podía proferir (Mt. 13:53-56).

Después de treinta y tres años y medio de vivir en la tierra, El sufrió una muerte sobrenatural. Su muerte cumplió las profecías del Antiguo Testamento. El les predijo a Sus discípulos Su muerte antes de que sucediera. El proclamó, después de Su muerte: “Consumado es”, lo cual significaba que la obra de Dios de redimir al hombre se había consumado. En cuanto a todos los líderes del mundo, la muerte marca el final de su influencia y carrera, pero la muerte de Cristo constituyó el principio del cristianismo y la introducción de una fe que sacudiría al mundo. No es de extrañar que el centurión y los soldados que le guardaban en la cruz confesaron: “Verdaderamente éste era Hijo de Dios” (Mt. 27:54). Su muerte fue la muerte del Dios-hombre. Cuando El murió, el cielo se oscureció y las tumbas se abrieron, y muchos cuerpos de los santos difuntos se levantaron. ¡Dios, y no un mero hombre, había muerto! Ningún historiador puede explicar el poder que había detrás de la muerte de Cristo. La vida y la muerte de Jesucristo son un testimonio vivo del poder y la obra de Dios.

EL PLAN DE DIOS PARA EL HOMBRE
Lo discutido arriba nos comprueba que Dios es realidad y vive. Pero debemos hacer la pregunta más importante: ¿Qué está haciendo Dios hoy en día? ¿Cuál es Su plan para el hombre hoy? Hechos 17:27 nos dice que Dios quiere que el hombre le busque y que le conozca. El ha demostrado Su obra de arte por todo el universo, y ha hablado en las Escrituras. Además se manifestó en Jesucristo. Su intención es que nosotros le conozcamos. Dios no tiene intención alguna de esconderse. El quiere que el hombre llegue a conocerle primero como Creador y luego como Dios y Padre.

En segundo lugar, Dios quiere que el hombre le adore. Juan 4:23 nos dice que Dios busca adoradores verdaderos, los que le adoren en espíritu y con veracidad. No tiene intención alguna de que el hombre adore las cosas que El creó. La verdadera adoración a Dios consiste en adorarle con nuestro espíritu. Anteriormente, el hombre erigió muchos ídolos y los adoró en vez de adorar a Dios. Pero en el Antiguo Testamento y en el Nuevo, Dios prohibió toda forma de adoración idólatra (Ex. 20:4-5; 1 Co. 10:14; 1 Ts. 1:9b). El es el Dios único. Ningún objeto es digno de adoración.

La verdadera adoración a Dios no consiste en ritos ni en formalidades. Ni el lugar ni la manera en que nos sentamos o nos postramos le importan mucho a Dios. Lo que sí le interesa es que los hombres le adoren en su espíritu. Dios es Espíritu y los que le adoren deben adorarle en espíritu (Jn. 4:24). Si una persona quiere recibir las ondas radiales, tiene que usar un receptor de radio. Si un hombre desea recibir llamadas telefónicas, tiene que usar el teléfono. Del mismo modo, si un hombre quiere adorar a Dios y tener contacto con El, tiene que usar su espíritu. Uno no puede oír colores con los oídos, ni puede ver la música con los ojos. Es menester que usemos los órganos apropiados para poder percibir cada sustancia. Dios es Espíritu y no tiene nada material. Esta es la razón por la cual no debemos adorarle usando lo material, sino que debemos adorarle usando nuestro espíritu.

La manera de usar nuestro espíritu es orar invocando el nombre del Señor Jesús (Ro. 10:12-13). Si abrimos nuestra boca y nuestro corazón y oramos a Dios, nuestro espíritu le tocará, y Dios será real para nosotros.

El plan final que Dios tiene para el hombre es que éste le exprese. La manera de expresar a Dios es ser lleno de Dios. Si oramos a Dios y le recibimos, El entrará en nosotros y nos llenará. Ya no será un Dios objetivo que está fuera de nosotros, sino que será un Dios subjetivo dentro de nosotros. El nos llenará consigo mismo y cambiará todo nuestro vivir. Ser cristiano no es meramente aceptar algún credo o aprender algunas enseñanzas. Ser cristiano es conocer a Dios, adorarle y expresarle al ser llenos de El.
 
Re: DIOS ES REVELADO EN LAS ESCRITURAS

Todo los principios en cuanto a la revelación de Dios estan bien, el problema que que lo que dices parece una simple repetición sin espíritu, resultado de una comprensión mental.

Podrías hablar de tu experiencia en cuanto a lo que afirmas en este escrito?