A menudo lemos sobre lo que es la gracia y lo que esta hace en cada individuo. Se cita mucho a Pablo pretendiendo que el no le daba importancia a la obra de la gracia luego de la conversión, o sea, la obediencia a la ley de Dios. Pero es el mismo Pablo el que nos da la definición completa de la gracia. Veamos: " Porque nosotros también éramos en otro tiempo insensatos, rebeldes, extraviados, esclavos de concupiscencias y deleites diversos, viviendo en malicia y envidia, aborrecibles, y aborreciéndonos unos a otros. Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador, para que justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna" (Tito 3:3-7).
Es imposible que el que ha aceptado las provisiones del Evangelio santo de Jesucristo, una vez convertido, siga su vida pasada. Es en ese momento que comienza el nuevo hombre, el que se deleita en obedecer los mandamientos de Dios. Dice Pablo: "Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente, aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo, quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras" Tito 2:11-14).
Es imposible que el que ha aceptado las provisiones del Evangelio santo de Jesucristo, una vez convertido, siga su vida pasada. Es en ese momento que comienza el nuevo hombre, el que se deleita en obedecer los mandamientos de Dios. Dice Pablo: "Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente, aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo, quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras" Tito 2:11-14).