DANIEL 9:27

28 Septiembre 2004
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Saludos a todos:

a ver que opinan este comentario de daniel 9: 27 y cada una de sus posiciones, espero sus comentarios

DANIEL 9

Al comentar los versículos de este famoso capítulo, tendremos que considerar dos puntos principales de controversia; a saber, la persona del Darío del versículo 1, y la interpretación correcta de las “semanas” de la sección de los versículos 24 al 27. (Hay que familiarizarnos con la palabra “hebdómada”, una transliteración del vocablo griego, hebdomas, que significa un período de siete, o siete unidades; y de eso, una “semana”. Véase el mismo vocablo en 10:2,3, “tres semanas”).
Antes que nada, nos conviene notar que en este capítulo, Daniel, sabiendo que los setenta años de cautividad para los judíos llegaban a su fin, ora por sí mismo y por el pueblo judío, confesando pecados, e implorando que Dios perdone y restaure a su pueblo y a su ciudad, Jerusalén (ver. 18,19). Pero recibirá la revelación de que los problemas de los judíos no terminarán con la llegada del fin de los setenta años de exilio, sino que el templo y la ciudad de Jerusalén serán restaurados con gran conflicto y que queda más dominio extranjero y conflictos para los judíos (de parte de los griegos, al caer el imperio persa). Además, al establecerse el reino de Cristo, toda la economía judaica llegará a su fin, y esta consumación incluirá la destrucción total y final de la ciudad de Jerusalén.
Este decreto de Dios es final, respecto a la comunidad judaica. Dios va a traer a su fin todos sus tratos para con el pueblo judío como nación escogida. La nación de Israel llegará a su fin con la destrucción de Jerusalén en el año 70 d. C.
Este capítulo es sobresaliente en que fija la fecha de la venida y obra del Mesías.

9:1 – En el año primero de Darío hijo de Asuero, de la nación de los medos, que vino a ser rey sobre el reino de los caldeos –
Es imposible identificar con toda exactitud la persona de este Darío. En 5:31, el Darío de ese pasaje lo considero ser el mismo que Gubaru. Véanse las notas sobre 5:31. Concluyo que el Darío de 9:1 es el mismo, aunque no lo afirmo con dogmatismo.
Este Darío era hijo de un cierto Asuero. Aunque no se sabe el nombre del padre de Gubaru, bien pudo haber sido Asuero; es que la historia secular no nos dice nada sobre el particular. (El Asuero de Ester 1:1, conocido como Jerjes, sería otro; reinó desde 485 a 465 a. C.).
Gubaru, bajo Ciro el rey, comenzó a reinar sobre Babilonia a fines del año 539 a. C. (Véase 5:31, comentarios). Aquí se nos dice que este Darío “vino a ser rey sobre el reino de los caldeos”. (Este gobernador de Babilonia bien pudo haber sido nombrado rey de los caldeos en 536 a. C., el año en que los judíos comenzaron a volver a Palestina). Ciro dio la orden o permiso para la repatriación de los judíos en 539-538 a. C., en el primer año de su reinado sobre Persia. Véase 2 Crón. 36:22,23; Esdras 1:1-3. Esto fue según la profecía de Isaías 44:28; 45:1, como siglo y medio antes). El “año primero de Darío” puede ser el mismo que “el año tercero de Ciro” (10:1). Pero esto es una sugerencia, nada más.

9:2 – en el año primero de su reinado, yo Daniel miré atentamente en los libros el número de los años de que habló Jehová al profeta Jeremías, que habían de cumplirse las desolaciones de Jerusalén en setenta años – Si el caso es como está descrito en los comentarios arriba sobre el ver. 1, cerca del año 536 a. C. Daniel está contemplando el cumplimiento de los setenta años de cautividad de los judíos y la destrucción de Jerusalén. Dado que no sabemos con exactitud cuándo fue el primer año de Darío, no sabemos qué tan cerca del año 536 a. C. acontecen los eventos de este capítulo 9, pero Daniel sí sabe que el tiempo se ha acercado. (Dado que Darío recibió cierto grado de reinado enseguida de la caída de Babilonia, el primer año de Darío, aquí referido, puede haber sido el mismo que el primero de Ciro. En tal caso, los eventos de este capítulo tienen fecha cerca del 538 a. C. Daniel no hace referencia al decreto de Ciro hecho en su primer año de reinado; por eso puede ser que Daniel obtiene la información sobre los setenta años antes de que Ciro haga su decreto).
Los modernistas reclaman que la frase “los libros” se refiere al canon completo del Antiguo Testamento, y de eso deducen que Daniel escribió su libro después de que se completara el juego de 39 libros, los que componen el Antiguo Testamento; es decir, escribió no por inspiración, sino como historiador común, mirando los eventos como ya cumplidos. Véase INTRODUCCIÓN, El Libro, A. 4. B.
En aquel tiempo era costumbre incluir en un rollo varios libros canónicos. Esta frase, “los libros”, bien puede referirse a cierto rollo de libros, entre los cuales aparecería el libro de Jeremías.
Los pasajes de Jeremías que consideraba Daniel fueron 25:10-14 y 29:10. (Considérese también 27:16-22). Daniel tenía acceso a los libros del Antiguo Testamento ya existentes. (Compárese ver. 11,13). La destrucción de Jerusalén comenzó en 606 a. C. (la primera incursión o invasión de los babilonios en Jerusalén; la segunda y la tercera siendo en los años 595 y 586 a. C.) Sustrayendo setenta años de la fecha 606 a. C., llegamos a la fecha de 536 a. C., año en que comenzaron los judíos a volver a Palestina. Se ha sugerido que éste puede ser el primer año de Darío como rey sobre los caldeos (véase ver. 1, comentarios).
Daniel anticipa la llegada del fin de los setenta años de desolación y la restauración de Israel a su tierra de Palestina (bajo el liderazgo de Zorobabel, Esdras 1:1—2:2). Pero el pueblo judío no tendría ahora pura paz y tranquilidad. (Vemos en 8:19 que a Daniel se le revelan tiempos futuros de indignación para los judíos de parte de Dios). Ahora Dios va a revelarle que el pueblo va a enfrentarse con setenta hebdómadas (semanas) de “indignación” antes de que venga el perdón completo de Dios en Cristo Jesús.

9:3 – Y volví mi rostro a Dios el Señor – El hombre de Dios, en sus necesidades mas profundas, siempre se dirige a su Creador y Gran Bienhechor en oración. No hay otra fuente de solución. (Las soluciones para los problemas del hombre no se hallan en los consejos de profesionales que siguen la sabiduría humana). El es el Dios soberano.
-- buscándole en oración y ruego, en ayuno, cilicio y ceniza – De esta manera manifiesta su sinceridad y su fervor de espíritu al dirigir sus peticiones a Dios. En tal ambiente de humildad puede el espíritu superar cualquier distracción de la carne y concentrar en la seriedad del caso por delante. Daniel siente gran humillación y angustia ante la condición espiritual de Israel.
Es de notarse que nadie va a tener éxito en sus plegarias a Dios por perdón si primero no se humilla.
Daniel era hombre de oración en práctica diaria, y no solamente en tiempos de apuro. Véanse 2:17,18; 6:10; 1Tes. 5:17.

9:4 – Y oré a Jehová mi Dios e hice confesión diciendo: - Confesar es decir lo mismo que dice Dios, con respecto al pecado de la persona. Nótese que la palabra griega para decir “confesar” es homologeo (homo = lo mismo; logeo = yo digo). Daniel admite la misma culpa que Dios había atribuido al pueblo judío. El arrepentimiento precede a la confesión de pecados, y no hay perdón de parte de Dios sin que el hombre se arrepienta y haga confesión de sus pecados.
Repetidas veces en esta oración Daniel emplea el nombre de Dios, Jehová.
-- Ahora, Señor, Dios grande, digno de ser temido – Daniel alaba al Dios grande. Reconoce su majestad. Dios debe ser temido porque siempre cumple con su palabra de castigar al culpable (Exo. 34:7).
-- que guardas el pacto y la misericordia con los que te aman y guardan tus mandamientos – Dios no miente (Tito 1:2); siempre cumple con su palabra, con sus promesas. Daniel alaba la fidelidad de Dios. Compárese Deut. 7:9-11.
Dios muestra misericordia condicionalmente; a saber, a quienes guardan sus mandamientos. Compárese 1 Juan 3:22-24.

9:5 – hemos pecado, hemos cometido iniquidad, hemos hecho impíamente, y hemos sido rebeldes, y nos hemos apartado de tus mandamientos y de tus ordenanzas – Daniel emplea varias frases sinónimas para confesar el hecho de haber pecado el pueblo de Israel. (La palabra “pecar“ es del vocablo griego que literalmente significa errar el blanco). Los pecados de ellos habían sido deliberados; ellos se habían rebelado abiertamente. Considérense Jer. 5:30,31; 6:15-19; Ezeq. capítulos 2 y 3. Cuando el hombre se aparta de los mandamientos y ordenanzas de Dios, no le queda más que el pecado, la iniquidad, la impiedad y la rebelión, porque la Palabra de Dios es en todo sentido buena (Rom. 7:12).

9:6 – No hemos obedecido a tus siervos los profetas, que en tu nombre hablaron a nuestros reyes, a nuestros príncipes, a nuestros padres y a todo el pueblo de la tierra – Desde los grandes hasta los de estado humilde, todo el pueblo de Israel esparcido había sufrido el castigo de Dios de destierro que duró setenta años. Todo se debió a su desobediencia hacia Dios por no haber escuchado la voz de los profetas enviados por Dios. Considérese 2 Ped. 1:21. Dios habla por sus siervos. Véase 2 Ped. 3:2. Por eso dijo Cristo las palabras de Jn. 13:20. Al rechazar los llamamientos de los profetas a que el pueblo volviera a Dios, ese pueblo rechazaba a Dios.
Véase ver. 10.

9:7 – Tuya es, Señor, la justicia, y nuestra la confusión de rostro, como en el día de hoy lleva todo hombre de Judá, los moradores de Jerusalén, y todo Israel, los de cerca y los de lejos, en todas las tierras adonde los has echado a causa de su rebelión con que se rebelaron contra ti – Se admite la justicia de Dios al castigar al pueblo de Israel con la cautividad de setenta años. Con razón Israel sentía vergüenza (confusión de rostro) en su castigo, pues se habían rebelado contra Dios.
En lugar de “confusión” de rostro, otras versiones buenas (BLA, RVA , VNC, etc.) dicen, “vergüenza” de rostro, o en el rostro.

9:8 -- Oh Jehová, nuestra es la confusión de rostro, de nuestros reyes, de nuestros príncipes y de nuestros padres; porque contra ti pecamos - Daniel, para razones de énfasis, repite el sentido del versículo anterior.
No procura justificar a ninguna categoría social de entre el pueblo de Dios; todo el pueblo tiene culpa y Dios no hace acepción de personas. (Claro es que entre los judíos habría individuos, como Daniel mismo y sus tres amigos hebreos, que andarían en fidelidad a Dios, pero ni aún éstos se exceptúan en haber pecado).

9:9 – De Jehová nuestro Dios es el tener misericordia y el perdonar, aunque contra él nos hemos rebelado – Compárese Rom. 5:7,8.
9:10 – y no obedecimos a la voz de Jehová nuestro Dios, para andar en sus leyes que él puso delante de nosotros por medio de sus siervos los profetas – Dios ha hablado por medio de sus siervos (compárese Neh. 9:30) con el fin de que el hombre pueda andar en obediencia por la fe. La fe viene por el oír (Rom. 10:17), y sin fe es imposible agradar a Dios (Heb. 11:6).
Véase ver. 6.

9:11 – Todo Israel traspasó tu ley apartándose para no obedecer tu voz; por lo cual ha caído sobre nosotros la maldición y el juramento que está escrito en la ley de Moisés, siervo de Dios – El destierro del pueblo judío y la desolación de la tierra de Palestina eran testigos de la justa ira y castigo de Dios. Véanse Deut. Caps. 28-30.
-- porque contra él pecamos – Dios es justo en sus castigos porque advierte de antemano y da tiempo para que el hombre halle la manera de escapar del juicio venidero. Pero a pesar de todo esto, el pueblo judío en el tiempo de Daniel no había implorado el favor de Jehová (ver. 13).

9:12 – Y él ha cumplido la palabra que habló contra nosotros y contra nuestros jefes que nos gobernaron, trayendo sobre nosotros tan grande mal – Dios no miente; no es “seudo” (falso), pues siempre confirma su palabra. Dios es veraz (Rom. 3:4); es el hombre que miente. Considérense 1 Sam. 15:29; 2 Tim. 2:13; Heb. 6:18.
-- pues nunca fue hecho debajo del cielo nada semejante a lo que se ha hecho contra Jerusalén – En esta referencia al saqueo de Jerusalén, principalmente en 586 a. C., se emplea una expresión proverbial, haciendo hincapié en lo horrible del suceso. No ha de entenderse literalmente, pues Cristo emplea la misma fraseología en Mat. 24:21 con referencia a la destrucción de Jerusalén en el año 70 d. C.
No obstante, las aflicciones que sobrevinieron a los judíos, a consecuencia de sus rebeliones, fueron horribles, hasta casos de canibalismo. Considérese Deut. 28:52-57. Véanse 2 Reyes 6:24-29 (en el caso de Israel), y Jer. 19:9 (en el caso de Judá).

9:13 – Conforme está escrito en la ley de Moisés – Por los vers. 11 y 13, vemos que en el siglo sexto antes de Jesucristo, los judíos tenían a Moisés por autor del pentateuco, cosa negada por los modernistas de hoy en día.
-- todo este mal vino sobre nosotros; y no hemos implorado el favor de Jehová nuestro Dios, para convertirnos de nuestras maldades y entender tu verdad – El pueblo judío en el tiempo de Daniel no se había humillado como lo hace él ahora en esta oración. No había buscado la gloria de Dios por medio de admitir su culpa y convertirse de sus maldades. No procuraba entender la verdad de Dios.

9:14 – Por tanto, Jehová veló sobre el mal -- Dios fue la causa consciente del destierro de los judíos; ese suceso no fue una casualidad.
-- y lo trajo sobre nosotros; porque justo es Jehová nuestro Dios en todas sus obras que ha hecho, porque no obedecimos a su voz – Véase ver. 7, comentarios. La justicia de Dios demanda retribución por el pecado (Exo. 34:7; Deut. 7:10; Hab. 1:13; Rom. 3:26; Heb. 10:30,31; 12:29).

9:15 – Ahora pues, Señor Dios nuestro, que sacaste tu pueblo de la tierra de Egipto con mano poderosa, y te hiciste renombre cual lo tienes hoy – Daniel reconoce la omnipotencia y soberanía de Dios; puede ahora librar grandemente como lo hizo en tiempos pasados.
-- hemos pecado, hemos hecho impíamente – De nuevo y repetidas veces en esta oración, Daniel confiesa la culpabilidad de Israel en el asunto.


9:16 – Oh Señor, conforme a todos tus actos de justicia, apártese ahora tu ira y tu furor de sobre tu ciudad Jerusalén, tu santo monte – No hay contradicción alguna entre la justicia de Dios y su misericordia y amor, y a esta verdad da testimonio el Espíritu Santo en Rom. 3:26. Dios es justo y por eso castiga; es amor, y por eso perdona condicionalmente.
-- porque a causa de nuestros pecados, y por la maldad de nuestros padres, Jerusalén y tu pueblo son el oprobio de todos en derredor nuestro – Daniel en su plegaria a Dios expresa su humillación y admite que toda la culpa con respecto al castigo sufrido fue por Israel mismo. La paga del pecado es muerte (Rom. 6:23). Lo que el hombre siembra, eso también segará (Gál. 6:7). El hombre pecador trae sobre sí el fruto de sus pensamientos y hechos (Jer. 6:19; 17:10). La fidelidad y la santidad de Dios serán vindicadas.
Daniel no pide bienes materiales para Israel, sino que Dios aparte su ira de los judíos, ira que ellos merecen.

9:17 – Ahora pues, Dios nuestro, oye la oración de tu siervo, y sus ruegos; y haz que tu rostro resplandezca sobre tu santuario asolado, por amor del Señor – Daniel pide el favor de Dios (su gracia), no en base a la justicia de los judíos, sino en base al amor de Dios. El hombre en sí no es justo; no en lo absoluto. Todo lo que pide a Dios tiene que proceder de la gracia de Dios.
Dios oye las oraciones de los justos (Sant. 5:14-18; 1 Jn. 5:14-16; 2 Crón. 7:14; Sal. 20:6; Ose. 2:21; Miq. 7:7; Exo. 2:23-25).
9:18 – Inclina, oh Dios mío, tu oído, y oye; abre tus ojos, y mira nuestras desolaciones, y la ciudad sobre la cual es invocado tu nombre – Daniel no pide nada para sí mismo; solamente pide el bien del pueblo de Israel y de la ciudad de Jerusalén.
-- porque no elevamos nuestros ruegos ante ti confiados en nuestras justicias, sino en tus muchas misericordias – La única base en que la persona arrepentida y contrita puede hacer ruegos a Dios es la misericordia, la gracia no merecida, de Dios. ¡Dichosa la persona que confía solamente en las misericordias de nuestro amoroso Dios! En cambio, la persona que busca justificarse en sus maldades, confía en su propia justicia y como tal no puede esperar nada de su Creador sino castigo. Compárese Luc. 16:15.

9:19 – Oye, Señor; oh Señor, perdona; presta oído, Señor, y hazlo; no tardes – En este versículo Daniel derrama su alma a Dios, como lo hace una madre en oración por su hija moribunda. Compárense Luc. 8:40-42; Mat. 15:22-28.
Cinco son las peticiones que aquí hace Daniel: a saber, que Dios oiga la oración que Daniel le hace; que perdone los pecados del pueblo de Israel, que preste oído a sus plegarias, que haga lo que tiene que hacer para remediar su caso, y que lo haga sin tardar.
-- por amor de ti mismo, Dios mío; porque tu nombre es invocado sobre tu ciudad y sobre tu pueblo – Dios todo lo hace por su nombre glorioso (Ezeq. 20:9,14,22,44). Para participar en la gloria de Dios, el hombre tiene que someterse a la voluntad de él (2 Ped. 1:3,4). Por eso se nos enseña que oremos que se haga la voluntad de Dios en las vidas nuestras (Mat. 6:10). Pero el hombre carnal no busca la gloria de Dios, sino la suya propia (Jn. 5:44).
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En esta oración, que es modelo para quienes en sus angustias buscan la gracia de Dios, Daniel contrasta los atributos de Dios (la majestad, la fidelidad, la justicia, la misericordia, el amor para perdonar, la gracia, el renombre) con la maldad del pueblo de Israel. Esto sí es orar. Por contraste, véase Luc. 18:11.
La oración, en cuanto a belleza de palabras, no cambia nada; es el hombre que cambia, y cuando lo hace, en la oración expresa su actitud sumisa y corazón arrepentido y contrito. Dios no cambia; es el hombre que cambia, y al arrodillarse en oración sincera, Dios le extiende su misericordia, perdonándole y bendiciéndole.
La oración acepta, como ésta de Daniel, permite que Dios haga lo que siempre ha deseado hacer; a saber, bendecir al hombre.
Ahora, con el principio del ver. 20, Daniel va a recibir no solamente la interpretación correcta de lo que leyó en el libro de Jeremías (ver. 2), sino una revelación del cumplimiento de todas las promesas de Dios concerniente a la salvación eterna del hombre, comenzando con la promesa hecha en Gén. 3:15.

9:20 – Aún estaba hablando y orando, y confesando mi pecado y el pecado de mi pueblo Israel, y derramaba mi ruego delante de Jehová mi Dios por el monte santo de mi Dios – El ver. 19 concluye nuestro registro de la oración de Daniel, pero este versículo y el siguiente nos revelan que Daniel había continuado en oración a favor de Israel y de Jerusalén, y que fue interrumpido.

9:21 – aún estaba hablando en oración – El ángel interrumpe la oración de Daniel para contestarla. Daniel no tiene necesidad de orar más; ya ha expresado verbalmente el contenido de su corazón. Véase Efes. 3:20.
-- cuando el varón Gabriel a quien había visto en la visión al principio – Véase 8:15,16, comentarios. Este mismo ángel es mencionado por nombre en Luc. 1:19,26. Su nombre significa “héroe de Dios”. Al decir “varón”, tal vez se refiere a lo que se dice en 8:15, “apariencia de hombre”.
-- volando con presteza – Los asuntos de Dios tienen importancia y por eso no puede haber demora. Compárese Hech. 22:16; 16:33).
-- vino a mí como a la hora del sacrificio de la tarde – o sea, como a las 3 ó 4 de la tarde. A pesar de su destierro, Daniel guardaba presente esta hora sagrada que se observaba antes del cautiverio al ofrecerse la oblación (Lev. 2). La pasaba en oración.

9:22 – Y me hizo entender – ¡Qué grande es esta bendición de Dios! Compárense Neh. 8:7,8; Hech. 8:30 y sig.; Efes. 3:4.
-- y habló conmigo, diciendo: Daniel, ahora he salido para darte sabiduría y entendimiento – El dar es de Dios, porque es amor (Juan 3:16). Ofrece al hombre lo que más necesita, que es el entendimiento. Compárense Efes. 1:18; 3:4; 5:17; 2 Tim. 2:7.
Daniel supo de los setenta años de cautiverio por leer a Jeremías (véase 9:2, comentarios), pero Dios tiene revelación adicional para Daniel con respecto al Plan Divino para el pueblo de Israel, tanto físico como espiritual. Gabriel va a dar la respuesta de Dios a la oración de Daniel al darle sabiduría y entendimiento acerca de la restauración del templo, el retorno de los judíos a su patria, la venida y obra del Mesías, y el fin de la economía judaica. De todo esto tratan las setenta hebdómadas (unidades de siete, o semanas) en los versículos 24 a 27.

9:23 – Al principio de tus ruegos fue dada la orden, y yo he venido para enseñártela – La oración del hombre no es para informarle a Dios (Mat. 6:8). Aun en el principio de la oración de Daniel salió de Dios la orden de darle su revelación y entendimiento con respecto a ella. (Nos causa admiración pensar en la rapidez con que Dios contestó la oración de Daniel). El orar es para que el hombre creyente ejerza su fe; el hombre necesita orar. Dios atiende a las necesidades. La oración no beneficia a Dios, sino al hombre.
Este caso ilustra la enseñanza de Sant. 5:16.
-- porque tú eres muy amado – Véase 10:11,19. ¡Qué grande bendición es ser considerado así por Dios! No hay elogio mayor. ¿Soy yo persona muy amada por Dios? Y si no lo soy, ¿de quién es la culpa? Compárese 2 Juan 1, ser amado de un apóstol de Jesucristo. Compárese Job 1:8.
-- Entiende, pues, la orden, y entiende la visión. La visión aquí referida no es la del capítulo anterior, sino la que Gabriel está para darle a Daniel acerca de eventos futuros.
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Las setenta semanas
Daniel ya se ha dado cuenta del decreto de los setenta años de cautiverio; ahora Dios le va a dar otro decreto, involucrando setenta hebdómadas, concerniente a la terminación total de la comunidad o economía judaica, y de toda profecía, pues el Mesías vendrá a establecer su reino eterno, el fin de las profecías.
Antes de comentar los versículos del 24 al final del capítulo, notemos que hay tres interpretaciones principales de esta sección: la cronológica (la tradicional; una semana representa con sus siete días a siete años, un año por día), la simbólica (cada semana representa a un período de tiempo indefinido pero completo) y la premilenarista (que es cronológica pero tiene un gran intervalo de tiempo entre las semanas sesenta y nueve y la setenta). Las presento en forma abreviada:
1. La premilenarista.
Del libro DANIEL Y EL REINO MESIÁNICO, por Evis L. Carballosa, pág. 202, cito: “La interpretación premilenarista considera que las setenta semanas equivalen a un período de 490 años literales. Sesenta y nueve de esas semanas tuvieron su cumplimiento poco antes de la crucifixión de Cristo. También mantiene la posición premilenarista que entre la semana sesenta y nueve y la setenta hay un intervalo de tiempo en el que Dios está cumpliendo su propósito durante esta edad presente. La última semana, la número setenta, aguarda un cumplimiento futuro que se corresponderá con los juicios de la tribulación y la aparición del Anticristo, culminando con la segunda venida de Cristo para establecer su reinado de gloria”.
Esta interpretación comienza con la fecha 445 a. C. (tomada de los eventos narrados en Nehemías, capítulo 2). Para llegar al tiempo inmediatamente antes de la crucifixión de Cristo, se agrega a la fecha de 445 a. C. un total de 483 años (producto de 69 por 7), llegando así al año 37 o 38 d. C., o sea como una semana de años en demasía. Esto se arregla con nada más emplear años “proféticos” de 360 días cada uno, y no años solares de 365 días. De esta manera uno llega a una fecha muy cerca de la entrada triunfal de Cristo en Jerusalén, y la crucifixión subsecuente. El premilenarismo tie*ne a Cristo cortado o muerto al final de las sesenta y nueve semanas, y que con su muerte el “reloj profético” para, y no continúa hasta que comience la última semana de años con el llamado Rapto de la iglesia, cosa todavía futura para nosotros los vivos de hoy. El tiempo de este gran intervalo se llama la edad o época de la iglesia, y hasta la fecha ha durado ¡casi dos mil años!
Sustrayendo 49 años (la primera hebdómada) de la fecha 445 a. C., se llega al año 396 a. C., pero según Nehemías, la obra de restauración de la ciudad de Jerusalén fue completada cerca del año 432 a. C.
Sobre el llamado intervalo de tiempo entre las sesenta y nueve semanas, y la setenta, se puede decir que obviamente esto es una fabricación conveniente. ¿Cómo es que no hay nada de intervalos de tiempo durante sesenta y nueve semanas, pero de repente hay uno de más de dos mil años entre las primeras sesenta y nueve y la última? Hasta la fecha, el intervalo de los premilenaristas (su llamada “Teoría Paréntesis”) ha durado ¡cuatro veces más que todo el plazo de tiempo de las setenta hebdómadas!
Se afirma que Dios paró el reloj profético con la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén y antes de la crucifixión, que desde entonces ya no gobernaba él a los judíos, que ya no estaban los judíos en su tierra, y que dicho reloj no comenzará a andar de nuevo hasta que venga el llamado Rapto en el futuro. La pura verdad es que después de la crucifixión de Cristo, los judíos sí continuaban en su tierra hasta el año 70 d. C. Es más: ¿cómo es que Dios gobernaba a los judíos durante su cautiverio en Babilonia y durante el reinado de los persas, griegos y romanos sobre ellos, hasta el tiempo de Cristo, pero que ya no gobernaba a ellos durante el tiempo de los apóstoles (bajo dominio romano), tiempo subsecuente a la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén? Si Dios gobernaba a los judíos por siglos, aunque no tenían tierra propia, desde el cautiverio en Babilonia, hasta el tiempo de Cristo, ¿cómo es que ya no los gobernaba desde la crucifixión de Cristo, aunque continuaban en la tierra como nación hasta la destrucción de Jerusalén el año 70 d. C.? Pero nos dicen que el tiempo de los gentiles comenzó con la destrucción de Jerusalén por Nabucodonosor. Si es así, ¿quién o quiénes gobernaban por seis siglos? Si eran los gentiles, entonces Dios no. Pero si no era Dios, ¿cómo dejó Dios de gobernar a los judíos a consecuencia de crucificar los judíos a Jesús?
2. La cronológica, que es la tradicional, y que toma a un día por un año, comienza con una de cuatro fechas; a saber, el año del decreto de Ciro (539 a. C.), el de Darío (reanudando el decreto de Ciro, 518 a. C.), el del decreto de Artajerjes I Longímano (458 a. C., en el tiempo de Esdras), y el del decreto del mismo en 445 a. C. (en el tiempo de Nehemías). Vital para esta interpretación de las setenta semanas es el “terminus a quo”; o sea, el punto de partida en cuanto a fecha para el comienzo de las hebdómadas.
a. El decreto de Ciro fue profetizado por Isaías (44:26-28; 45:1,13). Fue anunciado en el primer año de Ciro (539 a. C.; Esdras 1:1 y sig. Véase 6:1-5). Sustrayendo 49 años (siete hebdómadas) de la fecha 539, uno llega a 490 a. C. Pero el tiempo de la restauración del templo y de la ciudad incluyó el tiempo y obra de Esdras y Nehemías, cosa que no permite la fecha de 490 a. C. Según esta interpretación, faltarían años para llegar a 432 a. C. (aproximadamente el tiempo del retorno de Nehemías a Jerusalén y de la terminación de la obra de reconstrucción de la ciudad). Comenzando con este “terminus a quo” (el año 539 a. C.), el plazo de 490 años (7 por 70) nos trae a la fecha de 49 a. C., bien antes del nacimiento de Jesús.
b. El decreto de Darío I Hystaspes salió el año 518 a. C., y fue una renovación del decreto de Ciro, pero en él se menciona solamente la obra referente al templo (Esdras 6:3). No incluyó la restauración de la comunidad de Israel. Sustrayendo 483 años (sesenta y nueve hebdómadas; o sea, 7 por 69 equivale a 483) de la fecha 518 a. C., uno llega al año 35 a. C., que no combina nada con los hechos del caso referente a Jesús y a su ministerio.
c. El decreto de Artajerjes el año 457 o 458 a. C. fue hecho a favor de Esdras, el escriba y sacerdote (Esdras 7:12), quien recibió autoridad para establecer un gobierno en el Israel repatriado (7:25,26). Este edicto no solamente tuvo que ver con el templo y los muros de Jerusalén, sino también tuvo que ver con la comunidad de Israel como nación. Restando 49 años (siete hebdómadas) de la fecha 458 a. C., uno llega a 409 a. C. Esta fecha parece muy tarde para la terminación de la obra de Nehemías cerca de 432 a. C., pero se argumenta que el edicto cubrió más que el asunto del templo y de la ciudad; que la obra de establecer la comunidad de Israel también va incluida (Esdras Cap. 7; véase en particular ver. 14). Aquí termina la primera combinación de siete hebdómadas.
Restando 483 años de la fecha 458, uno llega al año 25 o 26 d. C., el tiempo del bautismo de Jesús y el comienzo de su ministerio en la tierra (tomando en cuenta que hay un error de cuatro años en nuestro calendario actual, cosa que pondría la fecha del bautismo de Jesús en el año 30 d. C.; véase Luc. 3:23). Usando el “terminus a quo” del año 458 a. C., aquí termina la segunda combinación de hebdómadas, las sesenta y dos, un total de 434 años (de 408 a. C. a 26 d. C.).
A mediados de la semana setenta (la tercera combinación de hebdómadas) Cristo sería muerto, habiendo ministrado por 3 años y medio; o sea, la mitad de la hebdómada setenta. Esto pondría la crucifixión en el año 33 d. C.
Según esta interpretación, el decreto salió el año 458 a. C. Sesenta y nueve hebdómadas más tarde (483 años, año 26 d. C.; corregida la fecha al agregar cuatro años, entonces el año 30 d. C.) Jesús fue bautizado y comenzó su ministerio. Luego, a mediados de la hebdómada setenta (la mitad de siete años; o sea, 3 años y medio) el Mesías fue muerto.
d. El decreto del mismo Artajerjes el año 445 a. C. fue dado a Nehemías. Este fue a Jerusalén a ayudar a Esdras y cumplió su tarea de terminar la construcción de los muros en 52 días (Neh. 6:15). Sobre este decreto, véase arriba 1. La premilenarista.
3. La simbólica afirma que las hebdómadas no son días ni años literales, sino períodos definidos de tiempo necesarios para llevar a cabo las tres divisiones presentadas en la visión; a saber, siete hebdómadas, sesenta y dos hebdómadas, y luego una, un total de setenta. Dado que hay problemas con cada uno de los diferentes “terminus a quo” (los cuatro discutidos arriba), al tratar de combinar el número de años con los hechos bíblicos e históricos, algunos comentaristas (inclusive hermanos en la fe; véase la obra, SERMONES Y ARTÍ*CU*LOS, páginas 116-118, por Wayne Partain) aceptan la interpretación simbólica de este pasaje, Dan. 9:24-27.
El número siete y unidades de siete se emplean en las Escrituras en abundancia para indicar lo completo, lo realizado, lo terminado y la conclusión de asuntos. Los pasajes siguientes ilustran el punto: Gén. 4:24; Dan. 4:16,23,25; Ezeq. 8:11; 39:9,14; Mat. 18:21,22; Apoc. 1:4; 2:1; etcétera.
En vista del uso del número siete en las Escrituras, parece apropiado ver las hebdómadas de Daniel Cap. 9 de la misma manera: las setenta semanas describen un período completo de tiempo en que Dios culmina su plan divino, con el establecimiento del reino de Cristo y la terminación de la economía judaica. La primera etapa de unidades de siete (que son siete unidades) comienza con el decreto de Ciro (539 a. C.), la segunda etapa de unidades de siete (que son sesenta y dos unidades) nos trae al principio del ministerio de Cristo (30 d. C.), y la última etapa de unidades (que es de una sola unidad) tiene que ver con el ministerio de Cristo. A mediados de esta última etapa Cristo es crucificado. Luego, se agrega la destrucción de Jerusalén, cosa que pone fin a la comunidad judaica.
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La interpretación cronológica emplea dos pasajes para justificar el poner un año por un día, que son: Núm. 14:34 y Ezeq. 4:4-6.
La interpretación simbólica responde que así es en esos dos pasajes porque específicamente así se explica. Se argumenta que sin tal explicación no es justificable dar tal interpretación.
De las interpretaciones descritas arriba, para mi la “cronológica” que emplea como “terminus a quo” el decreto de Artajerjes el año 457 tiene fuerza, y es la única de las cronológicas que se puede combinar, de manera algo justificable, con los hechos históricos y el calendario. Ese edicto incluyó autorización para el establecimiento de gobierno en Israel, dando así estado de nación al pueblo de Dios de aquel tiempo. Sin embargo, la simbólica está libre del problema de conflictos de fechas, y por eso es la más segura.
Véanse los tres dibujos lineales al final de los comentarios sobre este capítulo.
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9:24 -- Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad – Setenta hebdómadas, o unidades de siete (y de esto, setenta semanas), están determinadas para que se cumplan los planes de Dios referentes a Israel y su economía representada en la ciudad capital de ellos, Jerusalén. Estos planes tienen que ver con la redención del hombre pecador por medio de la muerte del Mesías, según las profecías de hombres de Dios a través de las Escrituras del Antiguo Testamento (Heb. 1:1; 1 Ped. 1:10,11; 2 Ped. 1:21).
-- para terminar la prevaricación – En lugar de “prevaricación”, dicen otras versiones buenas (las ASV, BLA, RVA, MOD) “trans*gre*sión”. La ASV dice: “para terminar transgresión”, y luego en una nota al pie de la página, sugiere: “restringir la transgresión”.
Hay dos interpretaciones principales respecto a esta frase:
1. Las transgresiones de los judíos llegaron a su colmo con la crucifixión del Mesías (Hech. 2:36; 3:14), al final de las setenta unidades de siete (490 años, si la interpretación cronológica es la correcta). Esto fue la culminación de todos sus pecados. Véanse Mat. 21:33-45; 23:29-38; 1 Tes. 2:16. La medida plena de las transgresiones de Israel todavía era cosa futura en el tiempo de Daniel.
Las naciones acumulan su culpa hasta el colmo y luego son cortadas (Gén. 15:16; Dan. 8:23; Mat. 23:32; Rom. 2:5; 1 Tes. 2:16; Apoc. 18:5).
La idea no es que con la crucifixión de Jesús los judíos dejaron de pecar, sino que fue la culminación de sus pecados lo que trajo por fin la destrucción de su economía política. 2. La frase “terminar transgresión” indica simbólicamente perdonar pecados, pues el contexto tiene que ver con el acto de sellar, cubrir, o sencillamente perdonar el pecado. Se apela a Isa. 53:5, “Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados”. Según la versión ASV, los versículos 5,8 y 12 emplean la palabra “transgresión” (o, transgresores), los versículos 10 y 12 mencionan el pecado, y los 5,6 y 11 usan la palabra “iniquidad”.
-- y poner fin al pecado -- (otro texto dice, sellar al pecado). Con la muerte de Cristo en la cruz, el efecto del pecado es deshecho; ya no puede condenar. Por su gracia Dios conquista al pecado y por su fe el pecador lo vence. Véanse Rom. 3:21-30; 2 Cor. 5:17; Heb. 2:14-18; 7:27; 9:11-22,28; 10:12; 1 Jn. 3:8; Apoc. 2:7, 11,17,26; 3:5,12,21.
-- y expiar la iniquidad – Cristo es la propiciación, o la causa por qué Dios puede mostrar misericordia (Jn. 3:16) al hombre pecador. Véanse Rom. 3:21-26; 5:11; Col. 1:20,22; Heb. 7:27; 9:25-28; 10:12,14,18; 1 Jn. 2:2. Heb. 9:5 habla del “propiciatorio”, la cubierta del arca, tipo de Cristo en que él es quien cubre nuestros pecados (Rom. 4:6-8). Cristo nos reconcilia a Dios (2 Cor. 5:18-21). Véase Isa. 53:5-12.
Las tres frases, “terminar la prevaricación, poner fin al pecado, y expiar la iniquidad“, constituyen un juego triple de bendiciones de aspecto negativo.
-- para traer la justicia perdurable – La obra de Cristo introdujo la justicia, la que Dios imputa al pecador al perdonarle, y la que el redimido practica de día en día. Véanse Rom. 1:16,17; 3:21,22; 4:3,6-8; 8:33; 14:17; 1 Cor. 1:30; 2 Cor. 5:21; Efes. 2:10. Compárese Jer. 23:5,6.
Cuando Dios perdona al pecador, el pecador llega a ser hombre justo porque ya no tiene pecado (1 Jn. 3:7).
Esta justicia es perdurable, pues tiene resultados eternos. Concierne al Israel espiritual, y no al físico (Gál. 6:16).
El premilenarista aplica esto al futuro, cuando según él Cristo establezca su reino mesiánico en este mundo.
-- y sellar la visión y la profecía – Al llevar a cabo Dios su plan de redención, por medio de la muerte de Cristo en la cruz, la profecía referente a ello quedó cumplida, confirmada, y acabada; por eso quedó sellada. Ya no tenía propósito de uso. Véanse Luc. 24:44; Hech. 3:22-26; 1 Ped. 1:10,11. Compárese Apoc. 10:7. Considérese Mat. 11:13.
Las sectas, que hoy en día reclaman recibir profecías, ignoran esta gran verdad y mienten a la gente. No hay profetas ni profetisas hoy en día. No hay necesidad de ellos.
Los premilenaristas, que reclaman que hay profecías todavía no cumplidas, aplican la referida frase al futuro cuando venga Cristo por segunda vez, y según ellos establezca su reino.
-- y ungir al Santo de los santos – Al emplear la “S” mayúscula (Santo), nuestra versión deja la impresión de que se hace referencia a Cristo, el Santo (Hech. 3:14). La VNC dice, “ungir el santo de los santos”. La RVA dice, “ungir el lugar santísimo”. La ASV dice, “ungir el santísimo”. El texto original no lleva artículo definido (el) delante de la palabra “santo”. Dice literalmente, “ungir a santo de santísimos”. (La BLA dice: “para ungir el lugar santísimo”. La palabra “lugar” aparece en letra cursiva para indicar palabra interpolada).
La referencia puede ser a la persona de Cristo como el Santo de los santos. En Hech. 10:38 se emplea la frase “ungir” en conexión con Cristo. Véanse Luc. 4:18; Isa. 61:1 y sig. Su persona cabe bien en el contexto concerniente a la obra del evangelio según los planes eternos de Dios. Véase Heb. 1:8,9. Cristo es el centro en el versículo siguiente. Fue ungido por el Espíritu Santo en su bautismo (Mat. 3:16,17).
Si la referencia es a un lugar llamado (el) santo de santísimos, entonces esta parte de la visión dada a Daniel apunta a la obra de Cristo en el establecimiento de su iglesia, y Heb. 10:19-26 aquí cabe muy bien, juntamente con los versículos 3,6,12,14.
Las tres frases, “para traer la justicia perdurable, sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos”, constituyen un juego triple de bendiciones de aspecto positivo.
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Las seis cosas que se mencionan en este versículo, el 24, según atestiguan la historia secular y la enseñanza del Nuevo Testamento, todas fueron cumplidas en el tiempo de Cristo en la tierra con su primera venida, al cumplir su “apostolado” o misión (Heb. 3:1: Jn. 19:30: 17:4). Véase Heb. 10:12-14.
El premilenarismo afirma que “esos seis aspectos del programa de Dios para con Israel” se cumplirán en sentido cabal cuando Cristo en su segunda venida establezca un reino aquí en la tierra. Pero las cartas a los gálatas, como a los hebreos, dicen bien claro que volver a la ley de Moisés y a sus sacrificios equivale a apostasía (Gál. 5:4). Su segunda venida no será con relación al pecado (Heb. 9:28). Cristo es el fin de la ley (Rom. 10:4), su testimonio es el espíritu de la profecía (Apoc. 19:10), y todas las promesas de Dios son en él Sí (2 Cor. 1:20).
Las seis cosas del ver. 24 son mesiánicas, hallando su cumplimiento en la primera venida de Cristo. Cuando él ascendió a los cielos, y vino el Espíritu Santo sobre los apóstoles, todas ellas quedaron cumplidas. Siendo así el caso, el período de las setenta hebdómadas (semanas) llegaron a su “terminus ad quem” (fecha de terminación) en la obra redentora de Cristo con su primera venida.
La semana setenta siguió inmediatamente a las sesenta y nueve anteriores. No hubo nada de “paréntesis” o “intervalo” entre ellas. El premilenarismo yerra en gran manera al afirmar que la semana setenta se cumplirá al final del curso presente de este mundo.

9:25 -- Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén -- Véase la sección “Las setenta semanas” (que sigue a los comentarios sobre el ver. 23), 2. La cronológica, c. De las interpretaciones cronológicas, a mi juicio ésta es la única que tiene fuerza.
-- hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas -- Los primeros dos grupos de hebdómadas (el de siete semanas, y el de sesenta y dos semanas, un total de sesenta y nueve) nos traen a Cristo, el Mesías quien comenzó su ministerio enseguida de su bautismo y tentación por el diablo (Mateo 3 y 4). Si seguimos la interpretación simbólica, o si seguimos la cronológica que usa como “terminus a quo” el del año 458 a. C., de todos modos llegamos al principio de la era cristiana. Según Luc. 3:23, Cristo comenzó su ministerio a la edad de treinta años. Esto nos trae a la fecha de 30 d. C. Las sesenta y nueve semanas, pues, llegan a su fin en esta fecha y con este evento. El último grupo de hebdómadas o semanas comienza con la obra de Cristo en la tierra.
Con la información de este versículo el judío del tiempo de Daniel podía determinar cuándo vendría el Mesías. Compárense Mat. 11:3; Luc. 2:25,38; 23:50,51; Jn. 11:27.
Véase el “príncipe” mencionado en el ver. 26. Allí es otro.
-- se volverá a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos – Cuando volvieron los judíos (como 50,000 de ellos; véanse Esdras, Cap. 2 y Nehemías, Cap. 7) a su tierra, hallaron a los samaritanos, y a otros, ocupándola y éstos fue*ron causa de gran conflicto para los judíos, pues no quisieron abandonar la tierra que habían poseído por largo tiempo. Véase Esdras 4:4-6 y sig.
En lugar de “la plaza y el muro”, otras versiones dicen: “plaza (o, calle) y foso” (BLA); y “calle y foso” (ASV, MOD). La expresión indica restauración completa.

9:26 -- Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías – Véanse Isa. 53:8; Hech. 8:32,33. Debe notarse que según Daniel la muerte de Cristo acontecería des*pués de que se cumplieran las sesenta y dos semanas (que seguirían a las primeras siete semanas, un total de sesenta y nueve semanas), y por eso sucedería durante la setenta. Pero el premilenarismo tiene la semana setenta como del tiempo todavía futuro, y por eso tiene que afirmar que el Mesías fue muerto después de las sesenta y nueve semanas pero antes de la setenta, o sea durante un supuesto lapso de tiempo entre las dos secciones de hebdómadas. Este inventado “paréntesis”, con respecto al tiempo, es vital para el premilenarismo.
Cristo fue muerto “a la mitad” de la semana setenta, cuando en su muerte clavó en la cruz la ley de Moisés con todo y sus sacrificios ceremoniales. Esta sencilla verdad pone fin a la reclamación premilenaria de que la semana setenta es todavía futura.
Isaías predijo la crucifixión de Cristo (53:8) y el rechazo de él de parte de los judíos (ver. 3). Al comenzar su ministerio personal, Jesús dijo que el reino de Dios se acercaba (Mar. 1:14,15) y que se acercaba la cruz de calvario (Luc. 24:25-27). Dado que la iglesia de Cristo fue comprada con el precio de la sangre de Cristo (Hech. 20:28), la profecía acerca de la cruz de Cristo implicaba el establecimiento de la iglesia. Los profetas no eran ignorantes de la iglesia predicha (Hech. 3:18; 4:28; Luc. 22:22; 1 Ped. 1:20; Efes. 3:8-12).
--mas no por sí – Notemos cómo otras versiones se expresan en esta frase: “y no tendrá nada” (ASV; BLA; RVA), o “no habrá nadie que le pertenezca”, o, “no tendrá a nadie” (según anotaciones); “y no será (más) suyo (el pueblo)” (MOD); “sin que tenga culpa” (VNC).
Por quince siglos los judíos eran el pueblo del Mesías Príncipe (ver. 25), pero como nación le rechazaron terminantemente (Mat. 21:33—22:14; Hech. 13:46). Ahora por la crucifixión ellos fueron cortados por él completamente, y ya no le pertenecían más. A partir de la cruz de Cristo y el establecimiento de la iglesia de Cristo en el Día de Pentecostés (Hechos 2), el pueblo de Dios es el Israel espiritual y no el literal (Gál. 6:16; Rom. 2:28,29; 9:6-8).
-- y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario – Consideremos estas dos interpretaciones principales:
1. El “príncipe” es Cristo, como en el ver. 25, y su pueblo son los judíos. Los romanos sitiaron a la ciudad de Jerusalén en el año 66 d. C., y los judíos siendo atrapados y apretados por el hambre, comenzaron a destruirse a sí mismos. Más grande fue la destrucción causada por ellos que aquélla causada por los romanos cuando por fin tomaron la ciudad el año 70 d. C..
2. El príncipe es el general Tito (hijo del emperador, Vespasiano, y el pueblo son los soldados romanos. Fueron enviados a sofocar una rebelión de parte de los judíos, y de esto resultó la toma y destrucción completa de Jerusalén en el año 70 d. C. Para mí esta interpretación cabe mejor en el contexto, pues el “desolador” del ver. 27 es sin duda Tito, el general del ejército romano.
Jesús confirmó esta profecía (Mat. 24:15-28; 23:38; Luc. 21:20). Josefo, el famoso historiador judío contemporáneo, escribió acerca de la destrucción de Jerusalén, mencionando entre otras cosas la muerte de muchos de los habitantes de la ciudad debido a enfermedades, hambres, pestilencias, y homicidio. El tomó este gran evento como cumplimiento de la profecía de Daniel.
Véase ver. 27, comentarios sobre “abominaciones”.
-- y su fin -- Nunca fue la voluntad de Dios que Israel literal como nación, y la ley de Moisés que la dirigía, permanecieran perpetuamente. Considérense Isa. 65:17; 66:22; Jer. 31:31-34 (Heb. 8:7-13); Gál. 3:15-29; Heb. 7:11-28. Pablo en 1 Tes. 2:16 habla de la ira de Dios que viene sobre Israel literal. Esto seguramente halló su cumplimiento en la destrucción de Jerusalén en el año 70 d. C.
-- será con inundación – Esta frase es una figura de destrucción total que la guerra de los romanos contra Israel traería. Considérense Luc. 19:41-44; 21:20-24; Mar. 13:14-20; Mat. 24:15-28.
-- y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones -- Esto se refiere al fin venidero del judaísmo. Otras versiones dicen: “aun hasta el fin habrá guerra; las desolaciones están determinadas” (BLA, ASV); “y hasta el fin de la guerra están decretados asolamientos” (MOD); “hasta el fin de la guerra está decretada la desolación” (RVA).
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Los premilenaristas agregan un gran lapso de tiempo entre el ver. 26 y el 27, llamado “paréntesis” y “edad eclesiástica” (es decir, la edad de la iglesia, o la edad presente). El ver. 27 concierne a la semana setenta, que supuestamente es asunto todavía futuro, según ellos. Pero Daniel dice “setenta semanas”, y los premilenaristas, que interpretan esas semanas en sentido cronológico (véase la sección titulada, Las Setenta Semanas, enseguida de los comentarios sobre el ver. 23), al mismo tiempo ignoran la cronología y meten dos mil años, hasta la fecha, entre las primeras sesenta y nueve semanas y la última. Además de esto, dice Daniel que el Mesías fue cortado, o muerto, después de haber pasado las primeras sesenta y nueve semanas, y por eso durante la setenta, pero el premilenarismo tiene al Mesías cortado entre las sesenta y nueve y la setenta, que según ellos es todavía futura. Véanse los comentarios sobre el ver. 26, primer párrafo. Finalmente, notemos que si la semana setenta es todavía futura, las seis bendiciones del ver. 24 todavía no han sido realizadas, y resulta que estamos todavía en nuestros pecados y el reino todavía no ha sido establecido. ¿Cómo es, pues, que los cristianos colosenses ya se hallaban en el reino (1:13)? ¿Cómo es que ya tenemos el perdón de pecados (Efes. 1:7; Hech. 2:38)?

9:27 -- Y por otra semana (o, por una semana, versiones ASV, BLA, etcétera).
Nuestra versión y otras suplen la palabra “por”. El texto hebreo dice literalmente, “él hará firme un pacto con muchos una semana”. Viendo que parece convenir suplir una palabra antes de la frase, “una semana”, ¿por qué no suplir la palabra “durante”, tomando en cuenta el contexto (ver. 24-27) y la enseñanza completa del Nuevo Testamento sobre el tema? Así se expresa la versión Popular, “Durante una semana más”, y la de Nácar-Colunga dice, “durante una semana”. Pero en realidad, la idea de duración no se obtiene en la expresión; el punto de énfasis es que la semana setenta es designada para los grandes eventos asociados con el Nuevo Pacto y la cesación del Pacto Viejo.
-- confirmará el pacto con muchos – Ciertamente Cristo no confirmó su pacto (Mat. 26:28) por una sola semana, pero sí lo confirmó durante la semana setenta de la profecía de Daniel 9. Cristo confirmó las promesas hechas a los padres judíos. Compárense Rom. 15:5-13 más Gál. 3:26-29. Esperaba que los judíos entendieran estas cosas y le recibieran como el Mesías mediante tales profecías (Luc. 24:25-27; 24:44-47). Dios no hace acepción de personas (Hech. 10:34); el Nuevo Pacto incluye tanto a gentiles como a judíos (Rom. 1:16,17; 9:22-33).
Durante esta semana final, la setenta, Cristo estableció su Pacto, o lo hizo firme, con muchos (con los primeros cristianos de entre los judíos, según la interpretación cronológica, o con los cristianos de cualquier nación, judíos y gentiles, según la interpretación simbólica) al hacer posible la remisión de pecados (Heb. 8:7-13; 9:15-22; 10:15-18). Considérese Gál. 3:15-22.
La versión griega del Antiguo Testamento, la Septuaginta (versión de los setenta), dice aquí, “Y una semana establecerá el pacto con muchos”. Como la sección previa de la profecía presentó actividades de las primeras sesenta y nueve semanas, ésta ahora presenta lo que ha de suceder durante la semana número setenta; a saber, la venida del Mesías, su muerte por los pecadores, el establecimiento del Nuevo Pacto (véase Jer. 31:31-34) , y la cesación del sacrificio y la ofrenda según la ley de Moisés. Es un pacto eterno (Heb. 13:20). Es para todo ser humano (Rom. 15:8-12; Mar. 16:15). Pero el contexto (véase ver. 24) nos obliga a considerar que la palabra “muchos” se refiera a los cristianos judíos en particular, convertidos en los primeros años del evangelio predicado.
-- a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda --
El libro Hebreos establece sin duda alguna que los sacrificios y las ofrendas judaicas de la ley de Moisés fueron puestos a un lado cuando Cristo murió en la cruz, pues ya cumplieron su propósito de servir de figura, sombra y tipo. Véanse Heb. 7:11-28; 8:13; 9:24-26; 10:1-14. Considérense Efes. 2:11-22; Col. 2:14; 2 Cor. 3:6-11; Rom. 7:1-6. Es cierto que entre los judíos incrédulos las ceremonias judaicas continuaron después de la crucifixión de Jesús, y hasta la destrucción de Jerusalén en año 70 d. C., pero ya no tenían eficacia porque hubo cambio de ley (Heb. 7:11-28). Cristo no pudo ser nuestro sumo sacerdote mientras la ley de Moisés y sus ceremonias estaban en vigor (Hebreos, Cap. 7); por eso sabemos sin duda que “el sacrificio y la ofrenda” no duraron hasta el año 70 d. C. Terminaron con la muerte de Cristo en la cruz.
Si las setenta semanas son tantos años (490), entonces la frase, “a la mitad de la semana”, indica a la mitad de siete años; o sea, a los 3 años y medio. Esto concuerda con el hecho de que el ministerio de Jesús duró tres años y medio (desde 30 d. C. hasta 33 d. C.). Si el caso es así, entonces la destrucción de Jerusalén, en el año 70 d. C., viene siendo un punto adicional a las seis cosas de las setenta semanas, como alistadas en el ver. 24. El ver. 26 menciona dos cosas que han de suceder después de las sesenta y nueve semanas; a saber, el Príncipe será muerto, y la destrucción de Jerusalén. La muerte de Cristo sucedió a la mitad de la semana setenta, pues fue crucificado a los 3 años y medio de haber comenzado su ministerio personal. En este caso, la destrucción de Jerusalén no fue parte de la semana setenta, sino acto subsecuente, como consecuencia del rechazo de Cristo de parte de los judíos en la crucifixión de Jesús. El versículo 25 permite esta argumentación. No requiere que la destrucción de Jerusalén ocurra durante la semana setenta.
Si las setenta semanas simbolizan ciertos períodos de tiempo, entonces la muerte de Cristo y la destrucción de Jerusalén ocurrieron durante la semana setenta. La primera cosa no ocurrió propiamente a la mitad de la semana, sino solamente durante ella, y la segunda cosa al final de la semana.
Algunos toman la posición de que la destrucción de Jerusalén va incluida en el período de la semana setenta; la interpretación simbólica lo requiere. Si se sigue la interpretación cronológica, con el año 457 a. C. como terminus a quo, la semana setenta termina tres años y medio después de la crucifixión de Cristo, y aunque los versículos 26 y 27 mencionan la destrucción de Jerusalén, dicha destrucción vino a consecuencia del rechazo terminante de Jesús de parte de los judíos, al crucificarle, pero el cumplimiento de ella (en el año 70 d. C.) no fue parte de la semana setenta. Ni tampoco fue parte de las seis cosas profetizadas en el ver. 24. No es necesario, pues, tomar la destrucción de Jerusalén como parte de los eventos de la semana setenta. La crucifixión de Cristo sucedió a la mitad de la semana setenta, tres años y medio después de comenzar Jesús con su ministerio personal, pero la destrucción de Jerusalén no sucedió tres años y medio después de la crucifixión.
Esta profecía dada a Daniel de las setenta semanas no atribuye ningún suceso a la última mitad de la semana setenta (sean años o nada más parte de un período definido de tiempo) y por eso no veo necesidad de hallar nada que corresponda a dicho período de tiempo. Sin embargo, especialmente en cuan*to a semana de años, si algo se puede atribuirle es que en la segunda mitad de la semana setenta el evangelio se predicaba exclusivamente a los judíos (Hech. 1:8; 11:19,20; Rom. 1:16). Luego el evangelio se comenzó a predicar a los gentiles, Cornelio siendo el primero de los conversos de entre los gentiles.
El premilenarismo, que tiene la semana setenta como evento completamente futuro con respecto al tiempo presente, y que tiene la muerte de Cristo como evento ocurrido al final de las sesenta y nueve semanas, se imagina que dicha semana de siete años literales precederán a la segunda venida de Cristo para establecer un reino milenario en esta tierra. Para este sistema falso, la semana setenta no sigue cronológicamente a las primeras sesenta y nueve, sino que hay un gran intervalo de tiempo entre ellas, tiempo que hasta la fecha ha alcanzado como cuatro veces más (2000 años) que el total de tiempo de las setenta semanas enteras (490 años). Pero es de singular interés notar que si la semana setenta todavía no ha llegado, no han llegado las bendiciones espirituales del ver. 24, inclusive la bendición de perdón de pecados.
-- Después con la muchedumbre de las abominaciones – Consideremos estas versiones: “Sobre el ala de abominaciones” (ASV, BLA); “sobre el ala de las abominaciones” (MOD); “sobre alas de abominaciones” (RVA).
Dicen las versiones RVR y la NRV, “y en el ala del templo estará la abominación horrible”, y “Y sobre el ala del templo uno ejecutará la abominación asoladora”. Así se expresa también la versión Septuaginta (el Antiguo Testamento en griego).
Dado que Cristo clavó en la cruz la ley de Moisés, confirmando su nuevo pacto y terminando las ceremonias de la ley de Moisés, era tiempo de poner fin a la economía o comunidad judaica una vez y para siempre. Esto sucedió en la destrucción de Jerusalén. Véanse Mat. 24:15; Mar. 13:14, que emplean la frase “abominación desoladora”. Compárese Luc. 21:20.
A esto se refiere esta frase de este versículo 27.
-- vendrá el desolador – Véase ver. 26, comentarios (sobre destruir). Sin duda es Tito, el general del ejército romano. Los soldados romanos, bajo la dirección militar de Tito, entraron en Jerusalén, hasta en el templo, robando lo que fue de valor, y quemando la ciudad, tumbando sistemáticamente las grandes piedras de los edificios y los muros y dejando todo desolado. Su misma presencia en el templo fue una abominación para los judíos (Mat. 24:15).
-- hasta que venga la consumación, y lo que está determinado -- Otras versiones dicen: “hasta que una destrucción completa, la que está decretada…” (BLA); “hasta que la ruina decretada”(VNC); "hasta que la aniquilamiento que está decidido” (RVA); “hasta un fin completo, y eso determinado” (ASV).
La completa destrucción de la economía judaica no fue nada accidental, sino fue el resultado de lo que Dios había decretado que pasara. Tito pensaba estar haciendo la voluntad del imperio romano, pero en realidad fue instrumento en las manos de Dios para poner fin a Israel como nación. En la destrucción de Jerusalén fueron destruidos todos los registros sacerdotales y hasta la fecha ha sido imposible determinar la distinción de tribus israelitas. Si alguno hoy en día se levantara, reclamando ser el Cristo, no podría probar que sea de la tribu de Judá (Heb. 7:14), cosa esencial para el mesianismo. El judío moderno, al esperar al Mesías, no puede esperar a ninguna persona, sino solamente a una era o época de paz y buena voluntad.
-- se derrame sobre el desolador – El desolador de este contexto es el ejército romano. Considérense Mat. 24:15; Luc. 21:20-24. Pero el “fin completo” de este contexto, que Dios determinó, fue para la economía judaica, y no para el imperio romano. Por eso, en lugar de “sobre el desolador”, mejores son las versiones que dicen así: “sobre lo desolado” (ASV); “sobre el pueblo asolado”(MOD); “sobre la desolación” (Septuaginta).
Véase Mat. 23:38, “vuestra casa os es dejada desierta”. De esto mismo, pues, Cristo profetizó. El ángel revela a Daniel que Jerusalén, entonces en ruinas, será reedificada (ver. 25), pero que en la consumación del plan de Dios para el Mesías, el Redentor y Salvador, Jerusalén por fin y totalmente será destruida.
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El fin de Roma ya fue profetizado en 7:26.
Si la frase “sobre el desolador” (según nuestra versión, RV 1960) es la traducción correcta, entonces se profetiza aquí, como cosa decretada por Dios, la completa desolación de Roma, el poder desolador.


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TRES DIBUJOS LINEALES:

(Véase "Las setenta semanas" [debajo de las notas para Daniel 9:23].)



La interpretación cronológica, con el año 458 a. C. como el “terminus a quo”:

539 a. C. 458 a. C. 409 a. C. bautismo la 70 d. C.
/----------/---------/--------/------/-----------------------------------/--------------/----------------------------/--------
Ciro 518 a. C. 445 a. C. de Jesús cruz

(…7 semanas…)(………………62 semanas………………)(una semana)
(templo, muro, gobierno)




La interpretación simbólica:

539 a. C. 30 d. J. 70 d. C.
/-------------------/-------------------------------------------------------/--------------------------------------/-----------
Ciro

(……7 semanas….)(………………………………62 semanas……………………………)(…………………una semana………………)
(templo, muro)




La interpretación premilenarista, con el año 455 a. C. como “terminus a quo”:

539 a. C. 458 a. C. 396 a. C. La entrada la cruz Rapto
/------------/---------/--------/----------/--------------------------------/------/------- intervalo ------/----------------
Ciro 518 a. C. 445 a. C. en Jerusalén

(7 semanas)(…………………62 semanas………………)(……2000 años y más……)(una semana) :musico9:
 
Re: DANIEL 11

Re: DANIEL 11

seguimos con el comentario ahora de daniel 11:

DANIEL 11

Véase el párrafo introductorio del capítulo 10. En este capítulo 11, comenzando con el ver. 2, se presenta el mensaje de la visión misma que trata de la historia de Israel en “los postreros días” (véase 10:14, comentarios). El cap. 12 continúa la revelación.
Esta revelación amplifica la visión de las setenta hebdómadas del capítulo 9:24-27. (Véanse los comentarios sobre esa sección). Es asombroso y extraordinario el detalle con que la revelación especifica los eventos venideros en la historia de Israel que abarca el tiempo de casi cuatro siglos, desde el reinado de Ciro hasta la muerte de Antíoco Epífanes (el año 163 a. C.)
Nota: Las referencias que hago de pasajes en 1 y 2 Macabeos, el lector las puede hallar en dichos libros de cualquier versión de la Biblia que contenga los llamados libros “Apócrifos” (por ej., en una versión católica de la Biblia).

11:1 --Y yo mismo – Parece que la persona aquí referida es el ángel guerrero del capítulo anterior. (Algunos entienden que este ver*sículo en realidad pertenece más bien al final del capítulo 10. Léase este versículo enseguida de 10:21.
-- en el año primero de Darío el medo, estuve para animarlo y fortalecerlo – Sobre Darío el medo, véase 5:31 y 9:1, comentarios.
Puede ser que se menciona a Darío para denotar el tiempo de la derrota del imperio babilonio.
Este ángel estuvo animando y forta*le*ciendo a Miguel el arcángel. Véase 10:13, comentarios. (Había fuerzas enemigas del pueblo de Dios que obraban para que Ciro no beneficiara a los judíos respecto a su retorno a Palestina). El pueblo de Dios tiene sus luchas, pero también sus aliados poderosos.

11:2 -- Y ahora yo te mostraré la verdad – Aquí comienza la revelación.
-- He aquí que aún habrá tres reyes en Persia – Al hablar el ángel, el rey actual es Ciro. Después de él se levantarán tres reyes cuyos nombres son:
1. Cambises II (530-522 a. C.), hijo de Ciro, llamado Artajerjes en Esdras 4:7,11.
2. Seudo-Esmerdis (522 a. C.),
3. Darío I el Grande (521-486 a. C.). Véase Esdras cap. 6. Conquistó a Asia Menor, y a partes de la India y de Egipto, e intentó conquistar a Grecia, pero fue derrotado en la batalla de Maratón (490 a. C.). Bajo él, el imperio de Persa, en cuanto a organización, llegó a su cumbre. Murió en el año 486 a. C., y fue sucedido por su hijo, Jerjes. Véase 8:7, comentarios, sobre los reyes de Persia.
-- el cuarto se hará de grandes riquezas más que todos ellos; y al hacerse fuerte con sus riquezas, levantará a todos contra el reino de Grecia – Este es Jerjes (486-465 a. C.), el Asuero (la forma hebrea del nombre Jerjes) del libro de Éster (1:1, etcétera). Véase también Esdras 4:6. Acumuló grandes riquezas (Éster 1:3,4). Su reino fue extenso (Éster 1:1). En el año 481 a. C. inició una invasión de Grecia, con un tremendo número de soldados (de dos a cinco millones) y de barcos, pero por fin fue derrotado por los griegos. Jerjes fue asesinado en el año 465 a. C.
El imperio persa duró hasta el año 332 a. C.
11:3 -- Se levantará luego un rey valiente, el cual dominará con gran poder y hará su voluntad – Pasa como siglo y medio entre el ver. 2 y el 3 (de Jerjes, 486 a. C., a Alejandro, 336 a. C.)
Este rey es Alejandro Magno, hijo de Felipe de Macedonia. (Véase 8:21). Sucedió (a la edad de unos veinte años) a su padre cuando éste fue asesinado en el año 336 a. C. Reinó solamente trece años, pero con un ejército bien disciplinado logró conquistar tierras hasta la India. (La invasión de Grecia por los persas fue el pretexto de Alejandro para invadir el imperio persa, comenzada en el año 344 a. C.).
La lengua griega se impuso en esas tierras conquistadas, y en Egipto, en la ciudad de Alejandría, nombrada por Alejandro, muchos judíos se radicaron, adoptando la cultura griega. Aquí más tarde (durante el reinado de Tolomeo II Filadelfo, de 284 a 247 a. C.) fue hecha la famosa versión Septuaginta (es decir, de los setenta) en griego, la versión del Antiguo Testamento que más tarde emplearon Cristo y sus apóstoles al citar pasajes del Antiguo Testamento. Para el tiempo del evangelio de Cristo, la lengua griega ya era universal. El Nuevo Testamento fue escrito en griego.

11:4 -- Pero cuando se haya levantado, su reino será quebrantado y repartido hacia los cuatro vientos del cielo; no a sus descendientes, ni según el dominio con que él dominó; porque su reino será arrancado, y será para otros fuera de ellos – Véase 8:22. Alejandro murió a la edad de treintitrés años, en el año 323 a. C., en la ciudad de Babilonia. No dejó heredero, y su hijo que nació después de la muerte de Alejandro fue muerto por uno de los generales de Alejandro, como también fue muerta su madre, Roxana, la esposa bactriana de Alejandro.
Los “otros fuera de él” son los cuatro generales griegos, que después de unos siete años de pelea y conflicto, por el año 315 a. C. ya controlaban el imperio como sátrapas. Son los siguientes:
1. Casandro, reinó sobre Macedonia.
2. Tolomeo, reinó sobre Egipto y el sur de Siria.
3. Lisímaco, reinó sobre Tracia.
4. Antígono, reinó desde el Mediterráneo hasta Asia central.
De los cuatro, en los versículos siguientes los dos que más serán tratados, al tocarse la historia de Israel en esta época, son Tolomeo en Egipto y Seleuco (que tomó el poder de Antígono) en Siria. Véase la lista de los reyes sirios (los del norte, hasta Antíoco Epífanes) en 8:9, comentarios. La lista de los Tolomeos del reino del sur, hasta el tiempo de Antíoco Epífanes, se da en los comentarios sobre 11:20.

11:5 -- Y se hará fuerte el rey del sur – Es Tolomeo Sotero (323 a 285 a. C.)
-- mas uno de sus príncipes será más fuerte que él, y se hará poderoso; su dominio será grande – Es Seleuco I Nicátor (312 a 281 a. C.), un general de Tolomeo, quien habiendo hecho alianza con Tolomeo, logró vencer a Antígono en el año 312 a. C., y así se apoderó de Siria, Babilonia y Media. Ahora es el poderoso y llamado “rey del norte”.
Israel, situada entre Siria y Egipto, ahora viene siendo como un fútbol entre el rey del sur y el del norte, y sus sucesores. Israel sirve de campo de batalla y de botín para los dos reinos contendientes. Este capítulo trata en particular de estos dos reinos (o dinastías) porque afectan el destino de los judíos.

11:6 -- Al cabo de años harán alianza – Pasan los años. Tolomeo II sube al trono en el año 285 a. C. Seleuco I Nicátor es sucedido por su hijo, Antíoco I, en el año 281 a. C. Antíoco II sucede a su padre (261 a 246 a. C.). Han pasado años de guerra, y ahora se hace una alianza entre estos dos reyes, Tolomeo II del sur y Antíoco II del norte.
-- y la hija del rey del sur vendrá al rey del norte para hacer la paz – En la alianza que se hace, la hija de Tolomeo II, Berenice, es dada en matrimonio a Antíoco II.
-- Pero ella no podrá retener la fuerza de su brazo, ni permanecerá él, ni su brazo; porque será entregada ella y los que la habían traído, asimismo su hijo, y los que estaban de parte de ella en aquel tiempo – La alianza requiere que Antíoco II se divorcie de su esposa, Laodicea. A los dos años Tolomeo II muere, y Antíoco II se deshace de la hija de Tolomeo y vuelve a tomar a Laodicea. Laodicea por medio de su hijo, Seleuco II, ordena la muerte de Berenice y la de su hijo por Antíoco II, y parece que por venganza envenena a su marido, Antíoco II. Todos sufren pérdida.

11:7 -- Pero un renuevo de sus raíces se levantará sobre su trono, y vendrá con ejército contra el rey del norte, y entrará en la fortaleza, y hará en ellos a su arbitrio, y predominará – El “renuevo de sus raíces” es el hermano de Berenice, Tolomeo III. A causa del asunto de Berenice, él hace una guerra exitosa contra el reino del norte y logra tomar territorio y llevar cautivos a Egipto. El rey del norte ahora es Seleuco II Calínico (246 a 226 a. C.).

11:8 -- Y aun a los dioses de ellos, sus imágenes fundidas y sus objetos preciosos de plata y de oro, llevará cautivos a Egipto; y por años se mantendrá él contra el rey del norte – Después de volver a Egipto, habiendo ganado la guerra y logrando sus propósitos (mata a Laodicea), pasa el resto de su reinado en paz relativa.

11:9 -- Así entrará en el reino el rey del sur, y volverá a su tierra – La BLA dice: “Y éste entrará en el reino del rey del sur, y luego se volverá a su tierra”. Se expresan más o menos así también las versiones ASV, RVR, NRV, VNC, RVA, LBL, y la Septuaginta. Es el rey del norte que entra, y vuelve.
Después de dos años (cerca de 240 a. C.), Seleuco II, el rey del norte, gana de nuevo algo de su territorio perdido, y luego lanza una campaña contra Tolomeo III, pero es derrotado. Regresa a su país sin nada. Se establece la paz entre los dos reinos.

11:10 -- Mas los hijos de aquél se airarán, y reunirán multitud de grandes ejércitos; y vendrá apresuradamente e inundará, y pasará adelante; luego volverá y llevará la guerra hasta su fortaleza – Seleuco II Calínico muere en el año 226 a. C., dejando tres hijos. El mayor de ellos, Seleuco III, le sucede. Éste muere en el año 223 a. C. y le sucede su hermano, Antíoco III el Grande (quien reina hasta el año 187 a. C.). En Egipto, Tolomeo III muere en el año 221 a. C., y le sucede Tolomeo IV Filopátor (221 a 203 a. C.).
El que “vendrá” es Antíoco III el Grande, el que en realidad lanza una campaña contra Líbano y Palestina, pero es derrotado por el general egipcio, Teodoreto. Pero para el año 217 a. C. el rey logra llegar hasta la frontera de Egipto.
(Estas guerras entre el reino del norte y del sur causan grandes sufrimientos para los judíos en Palestina).

11:11 -- Por lo cual se enfurecerá el rey del sur, y saldrá y peleará contra el rey del norte; y pondrá en campaña multitud grande, y toda aquella multitud será entregada en su mano –Tolomeo IV Filopátor, el rey de Egipto, en la batalla de Rafia (año 217 a. C.) derrota decisivamente a Antíoco III el Grande.

11:12 -- Y al llevarse él la multitud, se elevará su corazón, y derribará a muchos millares; mas no prevalecerá – Tolomeo IV Filopátor, el rey de Egipto, derriba a muchos millares del reino del norte, y su corazón se eleva, pero no se aprovecha de su victoria, sino vuelve a su vida de indulgencia personal, y pasa el resto de su vida en disolución y desenfreno, muriendo en el año 203 a. C. No se dedica a fortificar su país; por lo tanto su éxito no dura.

11:13 -- Y el rey del norte volverá a poner en campaña una multitud mayor que la primera, y al cabo de algunos años vendrá apresuradamente con gran ejército y con muchas riquezas – Unos catorce años después de su derrota en Rafia, Antíoco III el Grande, ahora mucho más poderoso y queriendo apoderarse de Palestina, monta un ataque aún más fuerte contra Egipto, aprovechando la muerte de Tolomeo IV Filopátor y el hecho de que el hijo pequeño (de cuatro años de edad) de Tolomeo ahora reina en lugar de su padre. Se llama Tolomeo V Epífanes (203 a 181 a. C.). Los judíos en Palestina hacen liga con Antíoco para derrotar a las fuerzas egipcias en Palestina, pero sin provecho, pues los sirios son tiránicos y causan mucha destrucción.

11:14 -- En aquellos tiempos se levantarán muchos contra el rey del sur; y hombres turbulentos de tu pueblo se levantarán para cumplir la visión, pero ellos caerán – Antíoco III el Grande recibió la ayuda de otras gentes (tal vez entre ellas gente de Egipto, pues se levantan sediciones en Egipto), y de ciertos judíos (“hombres turbulentos de tu pueblo”), para pelear contra las fuerzas egipcias. Tal vez piensan que están cumpliendo profecía de Daniel. (Si es así, se prueba que el libro de Daniel ya existía en su tiempo, cosa negada por los modernistas de hoy en día).
Desde el tiempo de Alejandro Magno los judíos habían estado bajo el control de los Tolomeos; ahora, el esfuerzo de ciertos judíos por librarse del control de Egipto, por medio de aliarse con Antíoco, les dejará en sujeción peor.

11:15 -- Vendrá, pues, el rey del norte, y levantará baluartes, y tomará la ciudad fuerte; y las fuerzas del sur no podrán sostenerse, ni sus tropas escogidas, porque no habrá fuerzas para resistir – Se hace referencia a la toma de la ciudad de Sidón, donde el general egipcio, Escopas, es derrotado. Para la primavera del año 198 a. C., Antíoco III ya tiene control completo de Siria.

11:16 -- Y el que vendrá contra él hará su voluntad, y no habrá quien se le pueda enfrentar; y estará en la tierra gloriosa, la cual será consumida en su poder – El que viene es Antíoco III el Grande, y la frase “contra él” se refiere al rey del sur, Tolomeo V Epífanes. Antíoco entra en Palestina (según Josefo, el historiador, entró en Jerusalén y recibió la bienvenida del pueblo en general).

11:17 -- Afirmará luego su rostro para venir con el poder de todo su reino; y hará con aquél convenios, y le dará una hija de mujeres para destruirle; pero no permanecerá, ni tendrá éxito – Antíoco III el Grande está resuelto a adueñarse del reino del sur, pero con diplomacia. Hace con Tolomeo V Epífanes “convenios” (literalmente, “cosas equitativas”; o sea, oferta de paz). Dará su hija en matrimonio al joven rey del sur (entonces de siete años de edad) con el fin de arruinarle. (Dios conoce los pensamientos del hombre y puede revelarlos aun antes de que él los piense). Pero la cosa no va a salir como él piensa y desea.
La hija de Antíoco, Cleopatra, es prometida a Tolomeo. El matrimonio de los dos se realiza a los cinco años de estar desposados. Pero el plan no tiene éxito, pues Cleopatra no da su lealtad al padre, sino a su marido.

11:18 -- Volverá después su rostro a las costas, y tomará muchas; mas un príncipe hará cesar su afrenta, y aun hará volver sobre él su oprobio – Antíoco III el Grande decide invadir a Macedonia, pero Roma, un nuevo poder creciente del poniente le obliga a retirarse a Asia Menor, así entregando el terreno griego ganado (“cesar su afrenta”). En Magnesia es vencido en el año 190 a. C. El “príncipe” aquí referido es el general romano, Lucio Cornelio Escipión. Se le obliga a Antíoco III a pagar indemnización, y su hijo, Antíoco IV Epífanes, es llevado a Roma como rehén.

11:19 -- Luego volverá su rostro a las fortalezas de su tierra; mas tropezará y caerá, y no será hallado -- Después Antíoco III, para llenar de nuevo sus tesoros, trata de robar un templo en Armenia pero es muerto en batalla por los elamitas; la fecha es 187 a. C.

11:20 -- Y se levantará en su lugar uno que hará pasar un cobrador de tributos por la gloria del reino; pero en pocos días será quebrantado, aunque no en ira, ni en batalla – Otro hijo de Antíoco III el Grande, Seleuco IV Filopátor, sucede al trono, y para pagar los altos tributos que Roma demanda a Siria, envía a Heliodoro a Jerusalén a apoderarse de los tesoros del templo. Es frustrado y no logra su búsqueda. (Véase 2 Macabeos, cap. 3). El rey muere misteriosamente (“no en ira, ni en batalla”). Se cree que Heliodoro le envenenó. Los judíos están viviendo tiempos angustiosos (9:25), al sufrir las pugnas entre los sirios y los egipcios. Van a hallarse peores bajo el rey siguiente.
Este proceso de purificación está preparando a los judíos para la venida de su Mesías.
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Antes de entrar en la historia de Antíoco IV Epífanes (vers. 21 y sig.), notemos la lista de los nombres de los reyes del reino del sur, Egipto. (Para la lista de los reyes del reino del norte, Siria, véase 8:9, comentarios).
Tolomeo Sotero (323 a 285 a. C.)
Tolomeo II Filadelfo (285 a 246 a. C.)
Tolomeo III Evérgetes (246 a 221 a. C.)
Tolomeo IV Filopátor (221 a 203 a. C.)
Tolomeo V Epífanes (203 a 181 a. C.)
Tolomeo VI (Filométor) y Tolomeo Fiscon, su hermano (181 a 145 a. C.)
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11:21 -- Y le sucederá en su lugar un hombre despreciable, al cual no darán la honra del reino; pero vendrá sin aviso y tomará el reino con halagos – Ahora entra en la escena Antíoco IV Epífanes. (Sobre “Epífanes”, véase 8:9, y sig., comentarios. Él quiso atribuirse mucha gloria, al presentarse como manifestación de Dios). En Roma sabe que murió su hermano, Seleuco IV Filopátor. Por medio de halagos e intrigas logra tomar el trono, y reina sobre Siria desde el 175 al 164 a. C. El heredero legítimo del trono es Demetrio I Sotero, hijo de Seleuco IV Filopátor, pero Antíoco usurpa el trono. Es hombre sin escrúpulos.
Otras versiones le describen como persona “vil” (RVA, NRV), y “desdeñable” (ASV).

11:22 -- Las fuerzas enemigas serán barridas delante de él como con inundación de aguas; serán del todo destruidos, junto con el príncipe del pacto – Antíoco IV Epífanes hizo tres campañas contra Egipto. Puede ser que este versículo haga referencia a la primera (el ver. 25 a la segunda, y el ver. 29 a la tercera).
Durante su reinado, él tomó la ciudad de Jerusalén y saqueó el templo. Onías III, el sumo sacerdote muy ortodoxo, fue el gobernador legal de la nación judía. Su hermano, Jasón, promovedor de la helenización, ofreció más tributo a Antíoco. Antíoco dio el sumo sacerdocio a Jasón. Después Onías fue asesinado. Véase 2 Macabeos 4.
En este versículo, la frase, “príncipe del pacto”, puede referirse a Onías.

11:23 -- Y después del pacto con él – La palabra “pacto” en este versículo es de una palabra hebrea diferente de la empleada en el ver. 22. Aquí la palabra hebrea es “alianza”, como lo expresa la BLA, “Y después que se haya hecho alianza con él”. La RVA dice, “alianza”. En lugar de “alianza” otras versiones buenas dice, “liga” (ASV), “concierto” (NRV), “concertarse” (RVR), “confederarse” (MOD). Algunos entienden que se hace referencia a cierto convenio entre Antíoco Epífanes y Tolomeo V Epífanes, casado con la hermana de Antíoco, Cleopatra. Véase ver. 17, comentarios.
-- engañará y subirá, y saldrá vencedor con poca gente – Antíoco promueve su subida a poder rodeado de pocos partidarios, o con pueblo pequeño (Siria), pero lo hace por medio de tácticas carnales. No respeta alianzas; rompe promesas. Dirige una vida hipócrita, y llevada de intrigas.

11:24 -- Estando la provincia en paz y en abundancia, entrará y hará lo que no hicieron sus padres, ni los padres de sus padres; botín, despojos y riquezas repartirá a sus soldados, y contra las fortalezas formará sus designios; y esto por un tiempo – Aprovechándose de la tranquilidad del área, se apodera de riquezas personales y nacionales (robando templos) para financiar su estilo extravagante de vida. Este “hombre vil” no es restringido por escrúpulos; se estima solamente a sí mismo. Sobrepasa a sus antepasados en vileza. Se asegura (cuando menos por el momento) de la fidelidad de sus soldados por medio de repartirles regalos y botín. (Véase 1 Macabeos 3:30).
Dios controla la historia del hombre; las hazañas de Antíoco son solamente “por un tiempo” determinado.
Los libros 1 y 2 de Macabeos relatan algo de los acontecimientos de esta época que conciernen al ”hombre despreciable”, Antíoco IV Epífanes.

11:25 -- Y despertará sus fuerzas y su ardor contra el rey del sur con gran ejército –Antíoco desea todavía reinar también sobre Egipto; inicia una guerra (en el año 170 a. C.) contra el rey del sur, Tolomeo VI Filométor (hijo de Tolomeo V Epífanes, y sobrino de Antíoco, pues la madre de Tolomeo VI es Cleopatra, hermana de Antíoco). Véase ver. 23, comentarios.
-- y el rey del sur se empeñará en la guerra con grande y muy fuerte ejército – Esto sugiere que el ejército del rey del sur es más grande y fuerte que el de Antíoco.
-- mas no prevalecerá, porque le harán traición – El rey del sur no prevalece contra Antíoco, porque hay sedición y traición en su propio ejército.

11:26 -- Aun los que coman de sus manjares le quebrantarán; y su ejército será destruido, y caerán muchos muertos – Son familiares y consejeros militares de Tolomeo VI Filométor los que le traicionan.
Tolomeo Fiscon contribuye a la derrota de su hermano, Tolomeo VI Filométor, queriendo defender el control que tenía sobre Alejandría. (Ya que Tolomeo VI huyó de Alejandría, entonces la gente nombró a Tolomeo Fiscon gobernador de Alejandría y le dio el nombre, Evérgetes II).
Antíoco ahora tiene a Egipto dividido entre los dos hermanos, pues ya tomó prisionero a Tolomeo VI Filométor.
Considérese a 1 Macabeos 1:17-19.

11:27 -- El corazón de estos dos reyes será para hacer mal, y en una misma mesa hablarán mentira – Los dos son Antíoco y Tolomeo VI Filométor, cada cual aparentando acuerdo pero buscando sus propios fines. An*tíoco procura apoderarse de todo Egipto; Tolomeo busca negarle a su hermano, Evérgetes, el poder sobre Egipto.
(Antíoco pretendía estar ayudando a Tolomeo VI Filométor en su batalla contra su hermano, Tolomeo Fiscon, también llamado Evérgetes II, otro sobrino de Antíoco. Pero Tolomeo VI llega a ser vasallo de Antíoco).
-- mas no servirá de nada, porque el plazo aún no habrá llegado – Todos los planes, intrigas y mentiras de estos dos (Antíoco y Tolomeo VI Filométor) no logran sus propósitos porque “todavía el fin es para un tiempo determinado’(MOD, ASV), o “porque el fin vendrá en el plazo designado” (NRV). En la mente de Dios no es tiempo todavía que terminen las guerras entre Siria y Egipto, con las consecuencias amargas para los judíos en Palestina. Los “tiempos angustiosos” (9:25) continúan. ¡Dios tiene el control de todo! Los reinos caen cuando Dios lo decide, no el hombre.

11:28 -- Y volverá a su tierra con gran riqueza -- Antíoco IV Epífanes regresa a Siria con mucho botín de Egipto. Véase 1 Macabeos 1:19. Se goza de una victoria, pero es temporánea.
-- y su corazón será contra el pacto santo; hará su voluntad, y volverá a su tierra – En su regreso, tiene que pasar por Palestina, y allí expresa su odio hacia los judíos al despojar al templo en Jerusalén de su oro y preciosos utensilios. Esta historia se narra en 1 Macabeos 1: 20-28.
Dios está preparando a los judíos en el tiempo de Daniel, y en los próximos tiempos, a reconocer que las persecuciones de los inicuos, y sus aparentes éxitos, como éstos de Antíoco, son temporáneos y que en el tiempo señalado terminarán. Primero han de pasar las sesenta y nueve hebdómadas, y la venida del Mesías traerá perfecta paz con Dios por el perdón de los pecados en la sangre de Cristo.

11:29 -- Al tiempo señalado – Todo va a conformarse con los planes de Dios. El hombre no actúa unilateralmente. El no controla. Dios en su providencia controla según sus propósitos eternos (Efes. 3:11).
-- volverá al sur -- Ésta parece ser la tercera de las tres invasiones de Egipto que hizo Antíoco en su vida como rey de Siria, “el reino del norte”. La fecha es 168 a. C.
-- mas no será la postrera venida como la primera – Los dos hermanos, Tolomeo Filométor y Tolomeo Fiscon, ahora son aliados contra la invasión de Antíoco, quien pone sitio a Alejandría. También cuentan ahora con la ayuda de Roma. Antíoco va a fracasar.

11:30 -- Porque vendrán contra él naves de Quitim, y él se contristará – Quitim (Núm. 24:24; Isa. 23:1; Jer. 2:10) es Chipre. Las naves traen soldados y enviados del Senado Romano, ordenando que Antíoco abandone completamente sus planes de tomar a Egipto, que si no lo hace, habrá guerra con Roma. (La historia cuenta de cómo Antíoco se demoraba ante la demanda romana, y que por eso uno tomó su vara e hizo un círculo alrededor de Antíoco, y le mandó dar su decisión antes de salirse del círculo. Antíoco cedió. Desde luego se contristó).
-- y volverá, y se enojará contra el pacto santo, y hará según su voluntad; volverá, pues – Estando bien enojado por su derrota en Egipto, ahora, al volver a Siria, y pasando por Palestina, dirige su ira contra los judíos.
-- y se entenderá con los que abandonen el santo pacto – Hace uso de judíos apóstatas, en particular de un cierto judío, Menelao, para lograr sus fines. Hace causa común con los judíos que favorecen la vida helenística, siendo éstos traidores. Véase 1 Macabeos 1:43.

11:31 -- Y se levantarán de su parte tropas que profanarán el santuario y la fortaleza – Antíoco usa fuerza militar para despojarse del templo y establecer control de la fortaleza de Jerusalén. Muchos judíos son masacrados.
--y quitarán el continuo sacrificio – Pone fin al sacrificio de la mañana y al de la tarde (Éxodo 29:38,39). Véase 8:11, comentarios.
-- y pondrán la abominación desoladora –- En el templo se erige un altar al dios pagano, Zeus (Júpiter, de los romanos), y se le ofrece un cerdo. Se prohibe la circuncisión y son muertos los que no ceden a la prohibición. Se destruyen las Escrituras y el sábado es profanado. Sale por todo el país un edicto de Antíoco, poniendo en lista ciertas prohibiciones contra el judaísmo, con el fin de eliminar la vida judaica e imponer la helenización del pueblo judío, todo bajo pena de muerte. (De todo esto se puede leer en 1 Macabeos 1:44-53).
Mat. 24:15 y Mar. 13:14 mencionan “la abominación desoladora”, y con ello Cristo hace referencia a Dan. 9:27, con cumplimiento en el poner sitio el ejército romano a Jerusalén en el año 70 d. C. (Luc. 21:20). Véase 9:27, comentarios. Aquí la abominación desoladora, impuesta por Antíoco, aunque no es la misma referida por Cristo, siempre sirve de tipo de aquélla venidera. Véase también 12:11. Aquí es temporánea; la de 70 d. C. es permanente.

11:32 -- Con lisonjas seducirá a los violadores del pacto – En este versículo se contrastan dos reacciones en este tiempo de prueba. Los violadores del pacto son los apóstatas que, siguiendo a Menelao (véase ver. 30, comentarios), obedecen el edicto de Antíoco, permitiéndose ser inducidos a pecar por medio de halagos de parte de líderes griegos. Compárese Rom. 16:18. Siempre hay profesados seguidores de Dios que son movidos, no por “reverente temor” (Heb. 11:7), sino por conveniencia. Son movidos, no por substancia, sino por sonido. Les falta convicción (1Cor. 15:58; 16:13).
-- mas el pueblo que conoce a su Dios se esforzará y actuará – En cambio, en toda crisis moral hay un remanente fiel (Rom. 9:27; 11:1-5). Estos “conocen a su Dios”; es decir, aprueban su voluntad y la hacen. La palabra “conocer” muchas veces se emplea en las Escrituras en el sentido de “aprobar” (por ej., Mat. 7:23; Jn. 1:10; Gál. 4:9).
Los judíos fieles, a pesar de las persecuciones venidas por encima, “se muestran fuertes” (BLA), obran “con firmeza” (VNC), “hacen frente a la situación” (POP), “actúan en consecuencia” (RVR), “hacer con valentía” (Septuaginta). Hacen obras notables y heroicas.
Antíoco se empeña por unificar a todo su reino bajo el sistema helenístico, pero sus persecuciones encienden en los fieles un movimiento de resistencia y de revolución.

11:33 -- Y los sabios del pueblo instruirán a muchos – En estos tiempos de paganizar a los judíos, hay quienes exhortan a ser fieles a la ley de Moisés. Éstos, que aquí se llaman “los sabios del pueblo” (de Dios), en 1 Macabeos 2:42 son llamados “los Asideos (piadosos)”, seguidores fieles de la ley de Dios (y precursores de los fariseos del tiempo de Cristo). (Por rehusar pelear ellos en día de sábado, los griegos se aprovecharon de esto, matando a muchos de ellos).
-- y por algunos días caerán a espada y a fuego, en cautividad y despojo – Estos “sabios” (pues es sabio sufrir por Cristo hasta tener que sufrir muerte, Apoc. 2:10; Mat. 10:28), y sus alumnos, en esta temporada de gran persecución y prueba de fe, se sacrifican literalmente por la causa que aman. (Hebreos 11:35-38 posiblemente se refiere en parte a los judíos fieles de esta época).

11:34 -- Y en su caída serán ayudados de pequeño socorro – En el año 168 a. C., el sacerdote Matatías y sus cinco hijos inician una rebelión en contra de los sirios. El “pequeño socorro” probablemente se refiere a las hazañas de Judas Macabeo, uno de los hijos de Matatías. Logra mucho en sus batallas contra los gentiles, haciendo estragos entre ellos, pero no puede poner fin definitivo al sufrimiento de los judíos. Lucha por unos seis años. Véase 1 Macabeos Cap. 2. (Los macabeos, una familia sacerdotal, tomaron la delantera en contra del helenismo y del reinado sirio, y reinaron sobre Palestina de 142 a 63 a. C., cuando el imperio romano conquistó a Palestina).
-- y muchos se juntarán a ellos con lisonjas – Con hipocresía y sin convicciones muchos se juntan con los macabeos (“macabeo” significa martillo) para ventajas personales, tal vez temiendo ser considerados como apóstatas y buscando salvación física. Al mismo tiempo sirven de espías para el enemigo.

11:35 -- También algunos de los sabios caerán para ser depurados y limpiados y emblanquecidos – Esta persecución es propia para el bien espiritual del pueblo judío, separando los piadosos y sabios del pueblo de los apóstatas e hipócritas (vers. 32,33). Compárese 1 Cor. 11:19; 1 Ped. 1:6,7; cap. 4.
-- hasta el tiempo determinado; porque aun para esto hay plazo – Los piadosos tienen que sufrir hasta el tiempo determinado por Dios para poner fin al reinado seleúcida. (Los eventos en la historia humana siempre se acomodan a los planes de Dios. Compárense Gén. 15:16; Gál. 4:4).
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Ahora, ¿quién es el rey del ver. 36? Hay cuatro interpretaciones principales respecto a la sección que comprenden los versículos 36 a 46. Son las siguientes:
1. Es Antíoco IV Epífanes. Esta sección final del cap. 11 se ve como una recapitulación de los puntos sobresalientes dados respecto a él en los vers. 21 a 39.
2. Son los romanos, que dominan a Palestina a partir del año 63 a. C., y quienes destruyen la nación judaica en el año 70 d. C.
3. Es Herodes el Grande, hecho rey por los romanos. ( Reinó desde 37 a. C. a 4 d. C.)
4. Es el “Anticristo”. Cito a Evis L. Carballosa, premilenarista, en su comentario titulado, DANIEL Y EL REINO MESIÁNICO, pág. 235: “En conclusión, el capítulo 10 de Daniel es introductorio a la última sección del libro. El profeta es asegurado por medio de esta visión que Dios está en el control de la situación. En el capítulo 11:2-35, Daniel recibe la revelación de lo que ocurriría a Israel hasta los tiempos de Antíoco Epífanes. Seguidamente, Dios le revela (11:36—12:13) lo que sucederá a la na*ción en los días finales. Esos días finales tienen que ver con la tribulación escatológica que tendrá lugar cuando el hombre de pecado, el Anticristo, haga su aparición y la ira de Dios sea consumada”.
Yo favorezco la primera interpretación y la sigo al comentar los demás versículos de este capítulo.
Hay hermanos en la fe que favorecen la segunda y tienen razones algo persuasivas, y veo la posibilidad de que el caso sea así. Pero esta posición se basa principalmente en la consideración de que la vida de Antíoco Epífanes no se combina muy bien con algunas de las actividades y características que son narradas en los vers. 36 a 45. Esto es cierto, a menos que se consideren como un resumen o recapitulación de la vida política de Antíoco. El ver. 36 indica solamente continuidad de contexto, y nada de cambio de personaje, y mucho menos de que el rey deje de ser persona y comience a ser una nación. Todo el mundo admite que los primeros 35 versículos hablan de diferentes reyes; todos son personas. Del ver. 21 al 35 todos admitimos que se trata en particular de Antíoco. El ver. 36 comienza, diciendo, “Y el rey hará….” Yo no veo razón por qué pensar en cambiar de sujeto, de Antíoco a la nación romana que por cien años más no entra en la escena.
Respecto a la tercera interpretación, no puede ser. El solo ver. 40 la destruye, como también el 43.
Los premilenaristas brincan unos 2500 años (más tiempo futuro del día de hoy) para hallar el cumplimiento de esta parte de la visión respecto al “rey del norte”. Para ellos, este rey todavía no ha llegado. Según Carballosa, hay un “paréntesis que ya rebasa dos milenios de tiempo entre Daniel 11:35 y Daniel 11:36”. Confunden “el hombre de perdición” (2 Tes. 2:4) con “el anticristo” de 1 Jn. 2:18, que según el apóstol Juan, en el mismo versículo, ¡son muchos! Juan nos informa que el “anticristo” es quien niega la deidad de Jesús (ver. 22; 4:3; 2 Jn. 7). El “anticristo” no es cierto individuo histórico, sino la personificación de un cierto error doctrinal. Véase 2a. EPÍSTOLA DE PABLO A LOS TESALONICENSES, 2:4, comentarios, por Wayne Partain.
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11:36 -- Y el rey hará su voluntad, y se ensoberbecerá, y se engrandecerá sobre todo dios y contra el Dios de los dioses hablará maravillas, y prosperará, hasta que sea consumada la ira; porque lo determinado se cumplirá – Aunque la descripción de este rey, en los versículos del 36 al 45, no parece caber en todo detalle en lo que sabemos acerca de Antíoco IV Epífanes, tampoco hay indicación alguna en este ver. 36 de que haya cambio de reyes bajo consideración. La ira (indignación) referida en este versículo es la misma tratada en 8:19. Véanse los comentarios allí. Esto liga el rey de este versículo a Antíoco. Por eso aplico esta sección a Antíoco, no habiendo razón por qué brincar tiempo para llegar a algún otro rey distinto del futuro (como a Herodes, a un imaginario “anticristo”, o a Roma, que no es persona sino nación). La frase en 12:1, “será tiempo de angustia, cual nunca fue desde que hubo gente hasta entonces”, bien describe el sufrimiento que Antíoco, en su carrera política, causó a los judíos.
Antíoco se atribuyó a sí mismo varios títulos presuntuosos que indicaron manifestación de Dios. Despojó templos de deidades. Autorizó el edicto que prescribió la religión judaica. Blasfemó de Dios al profanar su templo en Jerusalén. Este versículo sí describe la actitud vanagloriosa de este rey, Antíoco.
La ira de Antíoco contra los judíos tiene un plazo de tiempo determinado por Dios, y una vez consumado, terminaría. La frase, “porque lo determinado se cumplirá” no es predicción, sino declaración de verdad. Dios siempre tiene el control de todo. Compárese Luc. 21:24.

11:37 -- Del Dios de sus padres no hará caso, ni del amor de las mujeres; ni respetará a dios alguno, porque sobre todo se engrandecerá – Tal es la arrogancia y orgullo personal de este rey. No es seguidor fiel de ningún dios en particular, excepto el “dios” (por personificación) del poder militar (ver. 38).
En lugar de “del amor de las mujeres”, la ASV y la NRV dicen, “del deseado de las mujeres”; la MOD dice, “deseo.” Si es cierto que esta frase se aplicaba a una de las diosas paganas, como algunos comentaristas afirman, esta parte del ver. 37 puede significar que Antíoco despojó un templo de tal diosa. Si la frase apunta al afecto natural, Antíoco ciertamente no manifestó esta cualidad general del hombre.

11:38 -- Mas honrará en su lugar al dios de las fortalezas, dios que sus padres no conocieron; lo honrará con oro y plata, con piedras preciosas y con cosas de gran precio – Esto describe la vida política de Antíoco. No adora a ningún dios en particular, sino se rinde ante el trono de la guerra y las fuerzas militares, dedicando grandes tesoros de toda clase de bienes materiales al servicio de su único “dios”.

11:39 -- Con un dios ajeno se hará de las fortalezas más inexpugnables, y colmará de honores a los que le reconozcan, y por precio repartirá la tierra – Antíoco es un aprovechado, haciendo uso de cualquier dios conveniente para actuar contra la más fuerte de las fortalezas. Todo lo hace para lograr sus fines deseados. Todos los que concuerdan con él en la adoración del dios de guerra reciben su apoyo y los eleva a posiciones de poder político, dándoles botín.
(Los que rechazan a Jehová Dios siempre le substituyen por Mamón, el “dios” del materialismo).
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Los versículos del 40 al 43 parecen ser una continuación de la recapitulación o resumen del reino desolador de Antíoco en vez de profecías de sus actividades para fechas subsecuentes a los eventos narrados hasta el ver. 35. El tiempo de angustia (12:1), causado por Antíoco durante su reinado, y referido en 8:19, va llegando a su fin. Véanse los comentarios sobre el ver. 36.
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11:40 -- Pero al cabo del tiempo el rey del sur contenderá con él; y el rey del norte se levantará contra él como una tempestad, con carros y gente de a caballo, y muchas naves; y entrará por las tierras, e inundará, y pasará – El cabo del tiempo, referido aquí, como en 8:19, es el tiempo de angustia para el pueblo de Dios a consecuencia de los conflictos de guerra entre Siria y Egipto. El rey del norte, Antíoco IV Epífanes es el más fuerte de los dos y derrama su ira contra los judíos en Palestina. (Véanse vers. 30-33).
(Si los vers. 40 a 43 tratan de guerras emprendidas por Antíoco, adicionales a las ya mencionadas en los versículos anteriores, no son mencionadas en la historia secular hasta ahora descubierta. Pero el silencio de la historia no prueba nada; descubrimientos arqueológicos futuros posiblemente revelarán información adicional).

11:41 -- Entrará a la tierra gloriosa, y muchas provincias caerán; mas éstas escaparán de su mano: Edom y Moab, y la mayoría de los hijos de Amón – La tierra gloriosa es la Palestina de los judíos. Antíoco, a punto de espada, la convierte en tierra de paganismo. Muchos judíos pierden sus vidas en el conflicto. Edom, Moab, y la mayoría de los hijos de Amón escapan de los estragos de Antíoco. No se nos revela el por qué de esto.

11:42 -- Extenderá su mano contra las tierras, y no escapará el país de Egipto – Egipto es el blanco principal de Antíoco en su ambición de engrandecer sus territorios, y esto pone a Palestina (a los judíos) en medio de estos conflictos, cosa que contribuye a las tragedias y sufrimientos de los judíos.

11:43 -- Y se apoderará de los tesoros de oro y plata, y de todas las cosas preciosas de Egipto; y los de Libia y de Etiopía le seguirán –- Esta actividad de Antíoco le caracteriza.
Véase ver. 38, comentarios.

11:44 -- Pero noticias del oriente y del norte lo atemorizarán, y saldrá con gran ira para destruir y matar a muchos – Los vers. 40-43 hablan de los estragos de Antíoco, pero, dice este versículo que ahora él ha de pasar.
Mientras algunas de sus fuerzas se pelean con los macabeos en su rebelión en Palestina, a Antíoco llegan noticias de problemas serios en el norte (Armenia) y el oriente (Partia, más allá de Media) de su territorio, y tiene que tomar la mitad de su ejército e irse a pelear por esas partes. Quiere despojarse de cierto templo por allí (en Elimaida) pero es repelido; su expedición fracasa.
En Palestina Judas Macabeo derrota las fuerzas sirias, y en el año 165 a. C., gana de nuevo a Palestina para los judíos. Limpia a Jerusalén de todo vestigio de paganismo, y dedica de nuevo el templo. Se celebra una fiesta para marcar este evento. (Hasta la fecha de hoy se observa la Fiesta de Dedicación, o Hanukkah—que significa fiesta de luces, por ocho días a partir del 25 de diciembre. Véase 1 Macabeos cap. 4).

11:45 -- Y plantará las tiendas de su palacio entre los mares y el monte glorioso y santo; mas llegará a su fin, y no tendrá quien le ayude -- Antíoco sufre derrota en Partia y Armenia, se retira a Babilonia y luego a Persia, donde se enferma (se enloquece) y en el año 164 a. C., muere. (Véase 8:25, comentarios). A pesar de haber regido sobre Siria y Palestina con gran poder (sus tiendas plantadas allí), muere solo y sin ayuda lejos de su hogar, Siria.
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Se le ha revelado a Daniel la historia del pueblo de Dios desde el edicto de Ciro, que permite a los judíos volver del cautiverio de setenta años en Babilonia a su tierra en Palestina, hasta el fin de la ira, o indignación, impuesta por Antíoco IV Epífanes. El mensaje es que en todos los cambios nacionales y sucesos aparentemente dirigidos por los hombres mund*a*nos, Dios todo lo controla y está trayendo a su fin determinado el plan que tiene para su pueblo. Los fieles pasan por muchas pruebas de fe (véase 2 Tim. 3:12), pero Dios siempre es su Redentor. Le toca al hombre andar por fe (Hab. 2:4; Rom. 1:17; Heb. 11:6).
Véase 8:27 :musico7:
 
Re: DANIEL 9:27

DEPREDADOR, lo que vienes a decir es que hay y ha habido más de una interpretación sobre las 70 hebdómadas de Daniel 9. No hacía falta tanto para decir eso. Básicamente, hay dos posturas: la preterista y las demás, siendo estas la historicista y la futurista/dispensacionalista. Las dos últimas se caracterizan por la nula exégesis del pasaje. Empiezan el cómputo en el otoño de 457 a.C. unos (los historicistas) o en 539/457/445 los otros (los futuristas) y amañan las fechas para llegar a la época de Jesucristo. Los historicistas se las inventan directamente todas. Los futuristas "arreglan" las cosas introduciendo una "brecha" de dos milenios (o los que hagan falta) para "explicar" la última hebdómada.

Los preteristas nos tomamos en serio lo dicho por Isaías en 44:28-45:1 y entendemos que las setenta hebdómadas empezaron entonces (en los últimos días de Isaías), que predicen el nacimiento de Ciro, el príncipe ungido o "mesías" de Yahveh, y las devastaciones producidas en Jerusalén y su santuario (tras la eliminación del sumo sacerdote legítimo Onías III) por Antíoco IV y sus secuaces. Y, en efecto, entre los últimos días de Isaías y la purificación del santuario de diciembre de 164 a.C. mediaron setenta hebdómadas (490 años). Siete hebdómadas tras el comienzo de esas 70 hebdómadas, en efecto, nació Ciro. Una hebdómada antes de la purificación del santuario, en efecto, fue asesinado Onías III. Y media hebdómada antes de la purificación del santuario en diciembre de 164 a.C., en efecto, comenzó la fase más brutal de la helenización impuesta por Antíoco IV, en la que se prohibió el culto a Dios.
 
Re: DANIEL 9:27

saludos sylvester: primero saludarte y felicitarte por tu conocimiento si veras no soy de escribir mucho y estoy aca desde el 2004 pero hace mas de un año vengo siguiendo las discusiones con los cabezas duras adventistas jejeje aunque no escribiera pero leyendo mucho.

solo puse este comentario de reeves porque lo respeto mucho y si te das cuenta el apoya el 458. saludos y adelante en la defensa de la fe :Felix:
 
Re: DANIEL 9:27

saludos sylvester: primero saludarte y felicitarte por tu conocimiento si veras no soy de escribir mucho y estoy aca desde el 2004 pero hace mas de un año vengo siguiendo las discusiones con los cabezas duras adventistas jejeje aunque no escribiera pero leyendo mucho.

solo puse este comentario de reeves porque lo respeto mucho y si te das cuenta el apoya el 458. saludos y adelante en la defensa de la fe :Felix:

Gracias, amigo. Que Dios te guarde.
 
Re: DANIEL 11

Re: DANIEL 11

seguimos con el comentario ahora de daniel 11:......

HOLA "DEPREDADOR". CREO QUE SON MUY BUENOS, ESTOS DATOS QUE NOS HAS APORTADO SOBRE LAS PROFECIAS DE DANIEL. LOS VOY A ANALIZAR CUIDADOSAMENTE, PARA SACAR MIS CONCLUSIONES FINALES....

QUIERO APROVECHAR, PARA OFRECERTE ALGUNOS COMENTARIOS SOBRE DANIEL 11.....

Para entender correctamente a Daniel 11, debemos tener en cuenta algunos detalles:
-Este es un mensaje completamente literal, es decir sin “imágenes proféticas”.
-Traza sucesos históricos lineales o cronológicos, pura y simplemente. No hay grandes saltos històricos.
-Hace referencias o identificaciones personales específicas, de los sujetos de cada pasaje.
-“El rey del norte” (Siria) o “El rey del sur” (Egipto), será la persona que ocupe ese trono en el momento específico de que se trate. Y nunca significará otra cosa; o sea, no son expresiones alegóricas.
-Generalmente, se nos indica los cambios de reyes en ambos reinos, a través de expresiones tales como: “pero un renuevo de sus raíces”, “más los hijos de aquel”, “más no prevalecerá”.
-A veces se omiten los reyes, que no guardan relación especial con Israel.
-El mensaje está repleto de “paralelismos” literarios.
- La primera parte del capítulo (versos 1-4), es introductoria, solo sirve como telón de fondo. 2) Esta segunda parte (versos 5-12), coloca al rey del sur como el sujeto principal. 3) La tercera y última parte (versos 13-45), pone al rey del norte como el principal sujeto. Es bueno señalar, que a su vez, cada una de estas partes tiene subdivisiones.
-Hay una interpretación común o generalizada, de los versículos 1-12, o sea hasta la segunda parte....

ADEMAS, EN DANIEL 11 TENEMOS UNA AMPLIACION DE LA EXPLICACION OFRECIDA POR GABRIEL EN DANIEL 8.....

La mejor prueba de esto, es que ambos capítulos discurren sobre el mismo terreno. Comenzando por el inicio del 11, que es también el inicio de la explicación del 8.

Veamos estos pasajes paralelos:

Explicación Daniel 8 : “ 20 En cuanto al carnero que viste, que tenía dos cuernos, éstos son los reyes de Media y de Persia. 21 El macho cabrío es el rey de Grecia, y el cuerno grande que tenía entre sus ojos es el rey primero. 22 Y en cuanto al cuerno que fue quebrado, y sucedieron cuatro en su lugar, significa que cuatro reinos se levantarán de esa nación, aunque no con la fuerza de él”.

Explicación Daniel 11: “Aún habrá tres reyes en Persia, y el cuarto se hará de grandes riquezas, más que todos ellos. Este, al hacerse fuerte con sus riquezas, levantará a todos contra el reino de Grecia. 3 Se levantará luego un rey valiente, que dominará con gran poder y hará su voluntad. 4 Pero cuando se haya levantado, su reino será quebrantado y repartido hacia los cuatro vientos del cielo; pero no será para sus descendientes, ni según el dominio con que él dominó, porque su reino quedará deshecho y será para otros aparte de ellos”.

Quiere decir, que hasta aquí hay una coincidencia clara y plena entre ambas partes, de los capitulos 8 y 11.

Es bueno señalar ademàs, que de los 4 reinos resultantes de esta división del imperio griego, hay dos que guardan una relación especial con la historia judía: 1)El reino de los Ptolomeos, en Egipto, (llamado el rey del sur); 2) y el de los Seléucidas, en Siria, (llamado el rey del norte).
Estos reinos se mantuvieron en lucha constante, afectando al pueblo de Israel, que en ocasiones se vio atrapado entre dos fuegos. Es decir, que todas las escaramuzas entre ambos reinos, constituyen el telón de fondo para el surgimiento del “cuerno pequeño”.

Los Reyes del Sur Y del Norte
Los Ptolomeos (Reyes del Sur): Ptolomeo I Sotero (323-282); Ptolomeo II Filadelfo (285-246); Ptolomeo III Evérgetes (246-221); Ptolomeo IV Epífanes (221-203); Ptolomeo V Epífanes (203-181); Ptolomeo VI Eupator (181); Ptolomeo VII Filómeter (181-145).
Los Seléucidas (Reyes del Norte): Seleuco I Nicator (312-281); Antíoco I Sotero (281-261); Antíoco II El Divino(Theos) (261-246); Seleuco II Calínico (246-225); Seleuco III Cerauno (225-223); Antíoco III El Grande (223-187); Seleuco IV Filopator (187-175); Antíoco IV Epífanes (175-164); Antíoco V Eupator (164-150).

Hitos o señales históricas prominentes de estos reyes, en Daniel 11:
1) Los primeros reyes del sur y del norte fueron:ptolomeo I Sotero (323-282 AC; del sur); y Seleuco I Nicator (312-281 AC; del norte). 2) Los versos 11, y 12 son de interpretación común, y se refieren a la famosa batalla de Rafia en el 217 AC; allí el rey del sur era: Ptolomeo IV, quien triunfó, y el rey del norte era: Antíoco III El Grande, quien fue derrotado.
3) También hay consenso en la interpretación del versículo 15, que se refiere al triunfo de Antíoco III sobre Scopas, un general egipcio al servicio de Ptolomeo V, el niño-rey, alrededor del año 202 AC. Quiere decir que hasta el verso 15, estamos bien ubicados históricamente, y tenemos identificados estos reyes de manera específica.

Estructura literaria de Daniel 11:
Como indicamos anteriormente, este capítulo está escrito en base a “paralelismos”, por lo que recurriremos a ellos para entender mejor algunos pasajes, ya que la división que conocemos, en versículos (la cual no es inspirada), algunas veces dificulta la tarea.
Los versos 13-45, conforman una unidad que coloca como sujeto principal de la historia, al Rey del norte. A su vez, existe esta subdivisión: 1) Vers.13-19; 2) Vers.20; 3) Vers.21-45. Estas subdivisiones, coinciden con cambios en la figura que ocupa este reino.

Veamos:
Anteriormente señalamos, que en los vers.13-15 el personaje es Antíoco III El Grande, conforme a una interpretación común y confirmada por la historia.

Luego, desde el verso 15 hasta el 17 no se marca ningún cambio, pero a partir del 18 hasta el 20, dice: “..Mas un príncipe hará cesar su afrenta…luego volverá su rostro a las fortalezas de su tierra, mas tropezará y caerá, y no será hallado. Y se levantará en su lugar uno” (verso 20).
Quiere decir, que aquí se indica un cambio en la figura de este rey, el cual la historia registra como Seleuco IV Filopator (en el año 187 AC).

Pero en el mismo versículo 20 dice: “Pero en pocos días será quebrantado, aunque no en ira, ni en batalla”.
Lo que nuevamente marca un cambio, entonces continúa en el vers.21: “Y le sucederá en su lugar un hombre despreciable.”.
De esta manera se confirma, que entra un nuevo personaje como Rey del norte, el cual es señalado históricamente como Antíoco IV Epífanes (en el año 175 AC).

A partir de aquí, no se registran más cambios en la figura que ocupa el reino del norte, por lo que se deduce que todos los acontecimientos futuros predichos, son protagonizados por él.

El cuerno pequeño:

Como hemos visto, a partir del vers.13 y hasta el final del capítulo 11, el sujeto principal del hilo profético es el Rey del Norte. O sea, de los 45 versículos, 33 son ocupados por este rey de manera destacada. Esto por sí solo demuestra, que el marco final para el surgimiento del cuerno pequeño, es el reino del norte.

Comenzando con el primer rey seleucida: Seleuco I Nicator (312-281 AC), siguiendo con Antíoco III El Grande (223-187 AC), y terminando con Seleuco IV Filopator (187-175), hemos visto en detalle, un asombroso cumplimiento profético hasta el verso 20.

Encontramos entonces en el 21-45, al último rey del norte mencionado en la profecía: Antíoco IV Epífanes (175-164), el que debe corresponder al “cuerno pequeño” de Daniel 8, lógicamente.

El Rey del Norte:

A partir del vers.13 y hasta el final del capítulo 11, el sujeto principal del hilo profético es el Rey del Norte. O sea, de los 45 versículos de este capítulo, 33 son ocupados por este rey de manera destacada. Esto por sí solo demuestra, que el marco final para el surgimiento del cuerno pequeño, es el reino del norte. Los versos 13-45, conforman una unidad que coloca como sujeto principal de la historia, al Rey del norte.

A su vez, existe esta subdivisión: 1) Vers.13-19; 2) Vers.20; 3) Vers.21-45. Estas subdivisiones, coinciden con cambios en la figura que ocupa este reino.

Veamos: Anteriormente señalamos, que en los vers.13-15 el personaje es Antíoco III El Grande, conforme a una interpretación común de los analistas y confirmada por la historia. Luego, desde el verso 15 hasta el 17 no se marca ningún cambio, pero a partir del 18 hasta el 20, dice: “Mas un príncipe hará cesar su afrenta..., mas tropezará y caerá, y no será hallado. Y se levantará en su lugar uno”. Quiere decir, que aquí se indica un cambio en la figura de este rey, el cual la historia registra como Seleuco IV Filopator (en el año 187 AC). Pero en el mismo verso 20 dice: “en pocos días será quebrantado, aunque no en ira, ni en batalla”; lo que nuevamente marca un cambio.

Entonces, al finalizar este versículo estamos ubicados históricamente en el 175 AC, a unos 150 años de la muerte de Alejandro Magno.

Luego continúa en el vers.21: “Y le sucederá en su lugar un hombre despreciable.”. De esta manera se confirma, que entra un nuevo personaje como Rey del norte, el cual es señalado históricamente como Antíoco IV Epífanes (en el 175 AC).
A partir de aquí, no se registran más cambios en la figura que ocupa el reino del norte, por lo que se deduce que todos los acontecimientos posteriores y predichos, son protagonizados por él.

En nuestro análisis, podemos considerar que estamos sobre terreno firme y seguro, ya que hemos visto la literalidad del mensaje profético, reflejado en un cumplimiento exacto en la historia, y un discurrir de los acontecimientos en forma lineal, cronológica, sin grandes saltos, como ya habíamos observado. Es decir, que para el último tramo de la profecía podemos esperar el mismo comportamiento.

Resumen:

EN DANIEL 11 hay una interpretación de consenso hasta el versículo 12, el cual nos lleva hasta la famosa batalla de Rafia.
Tomando el hilo histórico-profético, la historia nos coloca con Antíoco III El Grande, en el versículo 12.

Pero si seguimos el contexto histórico-profético de manera lineal, en este capítulo, toda la trama nos lleva indefectiblemente a Antíoco IV Epífanes en el verso 21, y continúa así hasta el final del capítulo11; lo que sin lugar a dudas lo designa como: “El cuerno pequeño de Daniel 8 y 11”.

BILLY VICENTE
 
Re: DANIEL 9:27

HOLA "DEPREDADOR".

AQUI TE DEJO UN APORTE COMPLEMENTARIO, SOBRE DANIEL 11........

El Rey del Norte:

A partir del vers.13 y hasta el final del capítulo 11, el sujeto principal del hilo profético es el Rey del Norte. O sea, de los 45 versículos de este capítulo, 33 son ocupados por este rey de manera destacada. Esto por sí solo demuestra, que el marco final para el surgimiento del cuerno pequeño, es el reino del norte.

Los versos 13-45, conforman una unidad que coloca como sujeto principal de la historia, al Rey del norte. A su vez, existe esta subdivisión: 1) Vers.13-19; 2) Vers.20; 3) Vers.21-45. Estas subdivisiones, coinciden con cambios en la figura que ocupa este reino.

Veamos: Anteriormente señalamos, que en los vers.13-15 el personaje es Antíoco III El Grande, conforme a una interpretación común de los analistas y confirmada por la historia. Luego, desde el verso 15 hasta el 17 no se marca ningún cambio, pero a partir del 18 hasta el 20, dice: “Mas un príncipe hará cesar su afrenta..., mas tropezará y caerá, y no será hallado. Y se levantará en su lugar uno”. Quiere decir, que aquí se indica un cambio en la figura de este rey, el cual la historia registra como Seleuco IV Filopator (en el año 187 AC). Pero en el mismo verso 20 dice: “en pocos días será quebrantado, aunque no en ira, ni en batalla”; lo que nuevamente marca un cambio. Entonces, al finalizar este versículo estamos ubicados históricamente en el 175 AC, a unos 150 años de la muerte de Alejandro Magno.

Luego continúa en el vers.21: “Y le sucederá en su lugar un hombre despreciable.”. De esta manera se confirma, que entra un nuevo personaje como Rey del norte, el cual es señalado históricamente como Antíoco IV Epífanes (en el 175 AC).

A partir de aquí, no se registran más cambios en la figura que ocupa el reino del norte, por lo que se deduce que todos los acontecimientos predichos, son protagonizados por él. En nuestro análisis, podemos considerar que estamos sobre terreno firme y seguro, ya que hemos visto la literalidad del mensaje profético, reflejado en un cumplimiento exacto en la historia, y un discurrir de los acontecimientos en forma lineal, cronológica, sin grandes saltos, como ya habíamos observado.
Es decir, que para el último tramo de la profecía podemos esperar el mismo comportamiento.

Examinemos primero, la estructura literaria de esta última parte, la cual está dividida en dos grandes secciones:
1) Vers.21-28; y 2) Vers.29-45. A su vez, la primera sección se subdivide así: a) Vers.21-24; y b) Vers.25-28. La segunda sección está estructurada de esta manera: a) Vers.29-35; y b) Vers.36-45.

Todo esto se verifica, de acuerdo a las normas del paralelismo literario, tan común en las escrituras hebreas.
Algunos no alcanzan a visualizar, el paralelo literario de la segunda sección, formado por los bloques del 29-35 y 36-45, donde este último forma un paralelismo con el primero.

Veamos ahora el detalle de la primera sección:

-Versos 21al 28: El trono le correspondía a Demetrio, hijo del rey fallecido. Pero Antíoco IV maniobró mediante halagos (intrigas) y adulaciones, y se apoderó del trono, con el apoyo de un gran ejército que había reunido. Removió de su puesto al Sumo Sacerdote Onías III, a quién ordenó asesinar después. En el verso 22 se menciona esto, en relación con el príncipe del pacto, que ya habíamos señalado como refiriéndose al representante legal de la nación en ese tiempo. Sobre esto, comparémoslo con Hechos 23:5, donde Pablo le llama “Príncipe de tu pueblo” al Sumo Sacerdote, en atención a lo establecido en Exodo 22:28. En lugar de Onías, se elevó a Jasón a esta posición, a quien luego se destituyó, y se nombró a Menelao. Con un pequeño ejército, Jasón se rebeló, y esto provocó que Antíoco subiera contra Jerusalén. Debemos llamar la atención a la frase del vers.23: “Y después del pacto con él”. Aquí la palabra hebrea para pacto no es “berit”, sino el verbo “habar”; este significa “asociarse” o “unirse” con alguien. Entonces esta frase debería leerse: “desde el momento que se unieron con él”. Como política de su reino, Antíoco era liberal con los botines de guerra, él mismo lo repartía entre sus hombres para asegurar fidelidad. Uno de sus sueños era conquistar Egipto, y procedió a invadirlo en la primavera del 168 AC. Ptolomeo se preparó para resistir, siendo traicionado por sus propios hijos. Se hicieron acuerdos que no se cumplieron, pero la presión de Roma ocasionó que Antíoco regresara a Siria, no sin antes cargar con grandes riquezas. De regreso, a su paso por Jerusalén, ordenó una gran matanza y se llevó parte de los utensilios del templo y grandes riquezas.

Ahora veremos la Segunda sección de esta última parte:
-Versos 29-45: En el mismo año (168 AC), Antíoco planeó una segunda invasión contra Egipto. Puso sitio a la ciudad de Alejandría, y entonces recibió un emisario romano (las naves de Quitim) que le advirtió que debía desistir de sus propósitos. De regreso a Siria y sintiéndose humillado por los romanos, para aliviar su frustración, envió a Apolonio con 20,000 hombres contra Jerusalén. Profanó el templo y puso un altar al dios Zeus en este lugar. Todo esto dio lugar a la llamada guerra de los Macabeos, que culminó con la purificación y re-dedicación del templo en el 164 AC. Se puede considerar, que el ataque de Antíoco fue la peor crisis que enfrentaron los judíos, entre el cautiverio babilónico y la destrucción de Jerusalén en el 70 DC.

Finalmente, este rey encontró la muerte en la forma predicha: “será quebrantado, aunque no por mano humana”.El Señor le castigó con una peste incurable e invisible”. Antíoco era "duro de rostro", y el hecho de que era "entendido en enigmas", muestra que era bien versado en artes y tácticas malvadas; según Jaquíades, era diestro en el arte de la magia y la astrología. La profecía dice que Antíoco "sin aviso destruirá a muchos". Esto se refiere a su política de conservar siempre la apariencia de amistad hacia los que quería destruir. Diferente a sus antecesores que daban culto al dios Apolo, Antíoco adoraba a Zeus (Júpiter) olímpico. El dios de las mujeres era Tamuz (mencionado en Ezequiel 8:14), al cual él no respetó. La referencia al “dios de las fortalezas”, puede significar que para Antíoco su dios era la guerra, o también su culto a Zeus olímpico.

BILLY VICENTE
 
Re: DANIEL 12

Re: DANIEL 12

saludos a todos: vicente un gusto leerte hacia tiempo que no escribia pero si he seguido todo lo escrito, me alegro que te haya gustado este comentario y muy interesante el tuyo, este comentarista reeves me gusta como desglosa y por eso pongo daniel 12 como para tener claro y que los adventistas se quiten la venda

DANIEL 12

Hay continuidad en los capítulos 10, 11, y 12; a saber, que Dios por medio de guerreros celestiales (10:13,21; 12:1) protege a su pueblo fiel.

12:1 -- En aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que está de parte de los hijos de tu pueblo -- Sobre Miguel, véase 10:13, comentarios.
Es obvio que la frase “en aquel tiempo” se refiere al tiempo inmediatamente tratado en los versículos anteriores (11:36-45). Hay comentaristas, inclusive algunos hermanos en la fe, que aplican los referidos versículos al poder romano. Estos afirman que esta frase, “aquel tiempo”, es el de la ocupación de Roma de la tierra de Palestina. Dado que yo entiendo que dichos versículos se refieren a una recapitulación de la vida política de Antíoco, aplico la referida frase a ese tiempo. Véanse la sección que precede a los comentarios sobre 11:36, y los comentarios mismos sobre ese versículo.
Mis hermanos en la fe, al comentar aquí acerca de eventos tocante a Roma, los judíos, y la destrucción de Jerusalén en el año 70 d. C, declaran muchas cosas ciertas, pero el asunto que debe ser determinado ahora es éste: aquí en 12:1, ¿a qué tiempo se refiere la frase “aquel tiempo”? La respuesta depende de la interpretación de 11:36, y la conclusión sacada decide la aplicación que se dará a los versículos siguientes en este capítulo. Como se verá, yo hago aplicación primaria a Antíoco y a sus abominaciones y persecuciones que trajo sobre los judíos hacia el final de su reinado.
-- y será tiempo de angustia, cual nunca fue desde que hubo gente hasta entonces -- 12:1 no dice “enseguida del tiempo del rey” (del rey de 11:36). Claro es que después de la muerte de Antíoco Epífanes no surgió contra los judíos ninguna calamidad como la que se describe en 12:1. El texto habla sencillamente de lo que hizo Miguel en aquel tiempo (de la cruel persecución contra los judíos que fue incitada por Antíoco).
El mismo tema recorre por los tres capítulos: los 10, 11 y 12. Véanse mis comentarios sobre los últimos dos versículos del cap. 10. (Se notará que 10:20 menciona a Persia y a Grecia, pero no a Roma. El “príncipe de Roma” no es parte de esta visión en particular). Se le revela a Daniel que al pueblo de Dios que ahora, después de setenta años de cautividad en Babilonia, va a regresar a su tierra para edificar de nuevo el templo, los muros de Jerusalén y restablecer el gobierno nacional, les van a confrontar oposiciones fuertes, y hasta persecuciones terribles dirigidas por un cierto rey, Antíoco.
Algunos comentaristas hallan en las palabras de la frase aquí comentada una referencia a las palabras de Cristo en Mateo 24:21 sobre la destrucción de Jerusalén. Éstos deben recordar las palabras de Daniel 9:12 (y de Ezeq. 5:9,10). Véanse mis comentarios allí. Lo que pasó a los judíos bajo Antíoco también fue horrible. De todo esto se habla en 1 Macabeos, cap. 1. Mat. 24:21 no es la única referencia a esta expresión proverbial.
-- pero en aquel tiempo será libertado tu pueblo -- Pero, Miguel, “el gran príncipe que está de parte de los hijos de tu pueblo”, les dará liberación. Esto sucedió literalmente en las batallas de los macabeos. El pueblo de Dios no iba a ser terminado totalmente por ningún enemigo de Dios. (Pero la liberación para el pueblo de Dios no se limita a esos días que siguieron a la muerte de Antíoco. La profecía de Dan. 9:24-27 halla su cumplimiento en la liberación en Cristo que el evangelio logra para todo creyente en Dios, tanto del Antiguo Testamento como para los del Nuevo, Heb. 9:15; Rom. 1:16; 3:30. La liberación literal sirve de tipo de la verdadera liberación espiritual en Cristo).
Daniel sabía, por la revelación del capítulo 2 (el sueño interpretado), que al pasar el tercer reino, el griego, y durante el cuarto, el reino eterno de Dios sería establecido. Véase 2:44.
Para el pueblo de Dios siempre hay liberación del enemigo, no importando la gravedad de la persecución sufrida, si son fieles hasta la muerte (Apoc. 2:10; Rom. 8:35-39). Lo importante es que cada persona tenga su nombre escrito en el libro de Dios, en lugar de apostatar para escapar persecución temporánea en esta vida (Mat. 10:28; Heb. 10:36-39).
-- todos los que se hallen escritos en el libro -- El “libro” aquí referido es el registro en la mente de Dios de quiénes son los salvos. Compárense Luc. 10:20; Fil. 4:3; Heb. 12:23; Apoc. 3:5; 13:8; 17:8; 20:12,15; 21:27. Considérese Mal. 3:16.

12:2 -- Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua – La aplicación primaria de esta profecía tiene que hacerse a los judíos del tiempo de Antíoco y a los de los años inmediatamente sucesivos. La liberación de los judíos es como una resurrección espiritual (como, por ejemplo, en Ezeq. 37:1-14). Los judíos fieles fueron llamados por Judas Macabeo a levantarse en contra de los sirios y a luchar por su libertad, mientras que otros judíos decidieron helenizarse para su propia vergüenza y confusión. Los dos grupos “se levantaron” de su condición de opresión en dos maneras para dos resultados diferentes. Daniel por esta visión pudo consolar al pueblo judío de su tiempo, y para el futuro, al hacerles ver que Dios tiene el mando de todo, y siempre premia la fidelidad de sus creyentes.
No es razonable pensar que el ángel brinque milenios de años, desde el tiempo de Antíoco al fin del mundo, cosa todavía futura, para hablar de la resurrección literal de buenos y malos que queda por venir (Jn. 5:28,29). No obstante, esa resurrección figurada del tiempo de Antíoco puede tener aplicación secundaria a la que todavía nos espera a todos, y servir de tipo de ella. Los fieles siempre confiamos en la protección providencial de Dios en los tiempos de aflicción más pesada (Rom. 8:35-39).

12:3 -- Los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento; y los que enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas a perpetua eternidad – Los entendidos son los que entienden y creen lo que el ángel está revelando, y se mantendrán fieles aun en tiempos difíciles de persecución horrible, porque temen a Dios. Compárense Sal. 111:10; Oseas 14:4-9. Hay gran gloria (resplandor) en andar entendidos en la verdad (que es luz). Los tales resplandecerán con gloria eterna. Considérense Rom. 8:17,18; 1 Ped. 4:12,13; 5:10. Como las estrellas brillan continuamente y sin fin (respecto al tiempo), así ha de ser perpetua la gloria de los que, siendo fieles, a la vez abogan por la justicia de Dios y ponen buen ejemplo de ella delante de otros, enseñándoles.
Esto se revela a Daniel para confortar al pueblo de Dios de aquel tiempo, y siempre sirve de consuelo para toda generación.
Compárese ver. 10.

12:4 -- Pero tú, Daniel, cierra las palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin. Muchos correrán de aquí para allá, y la ciencia se aumentará – Se le manda a Daniel discontinuar a escribir (cerrar las palabras), pues el ángel ha terminado la revelación que Dios quiere que se tenga y no hay más que agregar. Ahora Daniel ha de autenticar (“sellar”) su libro como obra de Dios. No es cuestión de esconder el contenido del libro, sino, al contrario, es de cerrar el registro de esta revelación de Dios a Daniel, pues es en particular para tiempos remotos de Daniel. En el cumplimiento de las profecías del libro habrá más y más ciencia con respecto al completo plan eterno de Dios en el evangelio venidero.
Sobre la frase, “el tiempo del fin”, véanse 8:17,19, y 10:14, comentarios. La visión del cap. 11 tiene que ver principalmente con conflictos y angustias causados por los persas y los griegos, y poco después de los estragos de Antíoco Epífanes, llega (en el tiempo del poder romano, últimamente introducido en el cuadro,) el reinado del Mesías y la terminación total de la economía judaica.
La frase, “correrán de aquí para allá”, ha sido interpretada de varias maneras. Puede indicar o la futilidad de descubrir la ciencia (respecto a los planes de Dios para el futuro del pueblo de Dios), o la inhabilidad de hacerlo, aparte de esta revelación de Dios que sola da esa ciencia. Bien puede referirse a la predicación más tarde del evangelio por todas partes y la ciencia que esto dará al verse cumplidas las profecías de este gran libro. Se ha sugerido que los ”‘muchos” aquí referidos son los “entendidos” del ver. 3 que enseñan la justicia a otra gente.

12:5 -- Y yo Daniel miré, y he aquí otros dos que estaban en pie, el uno a este lado del río, y el otro al otro lado del río – Otros dos ángeles toman posición en cada lado del río Tigris (10:4) y sirven de testigos del juramento que el ángel, que se dirige a Daniel en esta visión (10:5 y sig.), está para hacer (ver. 7). Basándose en 8:16 y 10:13, algunos entienden que este ángel es superior a Miguel y a Gabriel.

12:6 -- Y dijo uno al varón vestido de lino, que estaba sobre las aguas del río: ¿Cuándo será el fin de estas maravillas? – No se pregunta cuánto tiempo habrá hasta que llegue tal evento, sino cuándo llega el fin de dichas maravillas; ¿por cuánto tiempo van a durar? La pregunta tiene que ver con cuándo “todas estas cosas serán cumplidas” (ver. 7).
Las “maravillas” aquí referidas son los sufrimientos que Antíoco Epífanes iba a traer sobre el pueblo de Dios. Véanse 8:19,23-25; 10:14: 11:35, comentarios.

12:7 -- Y oí al varón vestido de lino, que estaba sobre las aguas del río, el cual alzó su diestra y su siniestra al cielo, y juró por el que vive por los siglos – Compárese Apoc. 10:5,6. Este ángel levanta las dos manos al cielo, no solamente una como se acostumbraba hacer (Gén. 14:22).
El anuncio que este ángel está para hacer tiene significado solemne. Trae gran consolación para el pueblo de Dios, pues los terrores del enemigo de Dios nunca pueden acabar con ese pueblo.
-- que será por tiempo, tiempos, y la mitad de un tiempo – Así se contesta la pregunta del ver. 6. (Sobre esta frase, véase 7:25, comentarios). Simbólicamente esta frase apun*ta a un período incompleto de tiempo en que el pueblo de Dios sufre de parte del enemigo, pero por fin es liberado del sufrimiento. Las fuerzas del mal nunca prevalecen de manera terminante y victoriosa porque, aunque el enemigo tiene poder, no controla la historia. El número involucrado no es de siete (completo), sino de tres y medio (incompleto); es una hebdómada quebrada. Es un tiempo definido que sólo Dios sabe y que al hombre no le toca saber.
No obstante, la historia confirma el hecho de que en este caso Antíoco mandó hacer cesar los sacrificios diarios (ver. 11) y que por unos tres años (de 168 a 165 a. C.) el templo estaba desolado; Judas Macabeo lo purificó y lo dedicó de nuevo en el año 165 a. C. Véase 8:14, comentarios.
-- Y cuando se acabe la dispersión del poder del pueblo santo, todas estas cosas serán cumplidas – Bajo la dirección de los macabeos, los judíos dispersados fueron organizados para pelear contra los sirios y por fin terminaron el dominio de ellos. Véanse 8:24; 11:31-33, comentarios.

12:8 -- Y yo oí, mas no entendí – Véanse 9:22; 10:1,12,14. Daniel entiende las palabras del ángel, pero en ese momento los muchos datos y simbolismos le dejan perplejo. Tenemos que guardar presente que Daniel vivió más de cuatrocientos años antes de acontecer estos eventos profetizados, y que cuando recibió esta visión el templo todavía no había sido restaurado, los muros de Jerusalén no habían sido edificados de nuevo, ni la economía judaica había sido renovada. Le cuesta comprender que esta visión, juntamente con la del capítulo 9, revele el fin de la economía judaica.
-- Y dije: Señor mío, ¿cuál será el fin de estas cosas? – En lugar de “fin”, otras versiones dicen “resultado” (en inglés, “issue”) (ASV, BLA, MOD). Dos (LBA, RVA) dicen, “final”. Daniel pregunta sobre el resultado de estas cosas, sobre en qué han de terminar (con respecto al pueblo de Dios). Sobre “estas cosas”, véase ver. 6, comentarios.

12:9 -- El respondió: Anda, Daniel, pues estas palabras están cerradas y selladas hasta el tiempo del fin – Se le manda a Daniel no inquirir más, sino volver a su trabajo normal, pues Dios le ha revelado todo lo que le toca al hombre saber con respecto al tema, y basta para el tiempo de Daniel. Véase ver. 4, comentarios sobre “cerrar”. El descubrimiento ha sido postergado (“palabras están selladas”) hasta el tiempo del fin (de las guerras seleúcidas que tanto van a afectar al pueblo de Dios, los judíos. Véase 11:35,40, comentarios). Al decir aquí, “selladas”, también entra la idea de guardar y asegurar. El tiempo referido es un tiempo de preparación para la venida del reinado del Mesías. (Aun Jeremías, en 31:31, profetizó la venida del Nuevo Testamento).
Daniel no tiene que preocuparse por tener que participar en los sufrimientos revelados, pues para él quedan para un tiempo muy lejano. El ver. 13 le dice que para él hay reposo.

12:10 -- Muchos serán limpios, y em*blan*quecidos y purificados – Esta parte del versículo se parece mucho al ver. 3. En el tiempo de la gran persecución, traído sobre los judíos mayormente en el tiempo de Antíoco Epífanes, los fieles aguantarán sus pruebas de fe, sabiendo por esta revelación de Dios a Daniel que todo lo que estará pasando es conforme a la voluntad de Dios y que precederán a la venida del Mesías, cosa que redundará en la completa liberación espiritual de los creyentes. En lugar de helenizarse para escapar de la persecución, ellos se limpiarán, emblanque*cién*dose y purificándose, y enseñarán a sus hijos y a otros a seguir su ejemplo.
A dos generaciones del tiempo referido uno se encuentra en el tiempo de Jesucristo, tiempo en que judíos fieles están esperando la venida del Mesías. Compárense Luc. 2:,25,38; Mat. 11:3.
Hay gran consolación para Daniel en estas palabras. Los conflictos con el enemigo producirán en muchos judíos limpieza y purificación espiritual con la correspondiente recompensa de gloria eterna (ver. 3)
-- los impíos procederán impíamente, y ninguno de los impíos entenderá – Los judíos apóstatas (los que se rinden a la helenización) continuarán en su impiedad. Así son los que no temen a Dios. Compárense 1 Cor. 14:38; Apoc. 22:11.
-- pero los entendidos comprenderán – La recepción de entendimiento depende en gran parte de la conducta de la persona, pues solamente a los puros se les promete comprensión. Compárese Jn. 7:17. Hay quienes entienden (Mat. 13:23) y hay quienes no entienden (13:19). La razón de esto se da en los vers. 14,15. La comprensión que tienen los fieles les capacita para perseverar aun en tiempos difíciles, pues miran a la recompensa final. Véanse Heb. 11:26; Apoc. 13:8-10; 14:12,13.

12:11 -- Y desde el tiempo que sea quitado el continuo sacrificio hasta la abominación desoladora, habrá mil doscientos noventa días – La palabra “hasta” en este versículo sobra; no es del texto original. La palabra que cabe es “y”, como se expresan las versiones ASV, BLA, LBL, VNC, POP, y la Septuaginta. Las dos cosas acontecieron al mismo tiempo. Antíoco Epífanes puso fin a los sacrificios diarios y profanó el templo por medio de erigir un altar al dios, Zeus, y ofreció en él un cerdo. Véase 11:31, comentarios. La versión Moderna da el sentido del versículo, aunque no es del todo traducción literal, al decir, “Y desde el tiempo en que fuere quitado el holocausto continuo, es a saber, para poner allí la abominación desoladora, habrá mil doscientos y noventa días”. El texto original emplea dos verbos en tiempo futuro: “será quitado” (el continuo sacrificio), y “será puesto” (la abominación desoladora), y entre los dos verbos la palabra “y”. Traduciendo literalmente a la versión American Standard, el texto dice así: “Y desde el tiempo en que el continuo sacrificio será quitado, y la abominación desoladora (será) puesta ,….”. El texto no dice que hay tantos días entre la una cosa y la otra. Dice que desde estas dos cosas habrá tantos días.
En el ver. 7, la frase, “tiempo, tiempos, y la mitad de un tiempo”, se aplica en números redondos, mientras que aquí la frase, “mil doscientos noventa días”, es tiempo específico. Pasaron tres años y medio (42 meses multiplicados por 30 días = 1260 días, más 30 días para hacer más exacto el cálculo según el calendario anual = 1290 días) entre la desolación obrada por Antíoco (en el verano del año 168 a. C.), y la dedicación del templo de parte de Judas Macabeo (en diciembre del 165 a. C.).
Antíoco Epífanes quitó el “continuo sacrificio”. Este evento de abominación desoladora no pudo haber acontecido en el tiempo de los romanos, poco antes de la destrucción de Jerusalén en el año 70 d. C., porque la ley de Moisés, con sus sacrificios diarios, ya no estaban en vigor (Col. 2:14; Efes. 2:15; Heb. 7:12; 10:1-18. (Es cierto que los judíos incrédulos seguían con sus sacrificios diarios, pero ya no tenían validez alguna. Daniel revela algo referente al “continuo sacrificio” genuino, y no a lo espurio). De igual manera se puede afirmar que el premilenarismo es falso, porque no hay pasaje alguno que indique que los sacrificios judaicos van a ser establecidos de nuevo en algún tiempo futuro para que luego alguien los quite. Esta profecía trata de lo que hizo Antíoco Epífanes: él es quien quitó el continuo sacrificio.

12:12 -- Bienaventurado el que espere, y llegue a mil trescientos treinta y cinco días – Véase 1 Macabeos cap. 6 donde se narra la muerte de Antíoco no mucho tiempo después de la dedicación del templo por Judas Macabeo. Si agregamos 45 días a la suma de 1290 días, llegamos a 1335 días. Aunque la historia no revela la fecha exacta de la muerte de Antíoco, lo que este versículo dice se combina muy bien en general con lo que la historia dice respecto al tiempo de su muerte, y por eso tal interpretación de este versículo tiene validez contextual. El propósito principal de la revelación dada aquí (en los capítulos 10, 11, y 12) es el de consolar a los judíos del tiempo de Daniel, y a aquéllos de generaciones subsecuentes, especialmente a aquéllos del tiempo de las fuertes persecuciones de Antíoco Epífanes. Se pronuncia una bendición para aquéllos que perseveren hasta la muerte de Antíoco, en lugar de rendirse a la tentación de evitar la persecución por medio de la helenización, sabiendo que Dios todo lo controla, que su voluntad está obrando para el bien de su pueblo, y que el Mesías vendrá en su debido tiempo con la verdadera liberación. Estos “benditos” verán que Dios está cumpliendo sus promesas, a pesar de las aparentes victorias momentáneas del feroz emperador, Antíoco Epífanes.

12:13 -- Y tú irás hasta el fin, y reposarás -- Así termina esta revelación dolorosa dada a Daniel. Daniel mismo no ha de participar personalmente en las persecuciones terribles obradas por Antíoco; él ha de continuar en los días finales de su vida y luego reposar. Compárese Apoc. 14:13 (descansarán de sus trabajos).
-- y te levantarás para recibir tu heredad al fin de los días – En lugar de “heredad”, algunas versiones dicen, “parte” (o suerte). La palabra griega en este caso es kleros, la cual aparece en Hech. 8:21 (suerte); 26:18 (herencia); Col. 1:12 (herencia). El texto aquí dice literalmente, “Tu te pararás en tu parte”. Así lo traduce la versión ASV y la Septuaginta.
Al venir el Mesías, según la profecía de 9:24-27, él y todos los santos se pondrán en pie en la parte que, por la gracia de Dios, les corresponde; es decir, recibirán la herencia de la vida eterna prometida en Cristo (Heb. 9:15,28; 1 Jn. 2:25). Daniel estará entre los resucitados a la vida eterna (Jn. 5:28,29; Mat. 25:34,46).

-- fin -- :9: