4 EL CAMINO A CRISTO
Capítulo 1. Amor Supremo
LA NATURALEZA y la revelación a una dan testimonio
del amor de Dios. Nuestro Padre celestial es la fuente de
vida, de sabiduría y de gozo. Mirad las maravillas y
bellezas de la naturaleza. Pensad en su prodigiosa
adaptación a las necesidades y a la felicidad, no solamente
del hombre, sino de todas las criaturas vivientes. El sol y la
lluvia que alegran y refrescan la tierra; los montes, los
mares y los valles, todos nos hablan del amor del Creador.
Dios es el que suple las necesidades diarias de todas sus
criaturas. Ya el salmista lo dijo en las bellas palabras
siguientes:
"Los ojos de todos miran a ti, Y tú les das su alimento a su
tiempo. Abres tu mano, Y satisfaces el deseo de todo ser
viviente". (Salmo 145: 15, 16.)
Dios hizo al hombre perfectamente santo y feliz; y la
hermosa tierra no tenía, al salir de la mano del Creador,
mancha de decadencia, ni sombra de maldición. La
transgresión de la ley de Dios, de la ley de amor, es lo que
ha traído consigo dolor y muerte. Sin embargo, en medio
del sufrimiento que resulta del pecado se manifiesta el
amor de Dios. Está escrito que Dios maldijo la tierra por
causa del hombre. (Génesis 3: 17) Los cardos y espinas -
las dificultades y pruebas que hacen de su vida una vida de
afán y cuidado - le fueron asignados para su bien, como
parte de la preparación necesaria, según el plan de Dios,
para su elevación de la ruina y degradación que el pecado
había causado. El mundo, aunque caído, no es todo tristeza
EL CAMINO A CRISTO 5
y miseria. En la naturaleza misma hay mensajes de
esperanza y consuelo. Hay flores en los cardos y las
espinas están cubiertas de rosas.
"Dios es amor", está escrito en cada capullo de flor que se
abre, en cada tallo de la naciente hierba. Los hermosos
pájaros que llenan el aire de melodías con sus preciosos
cantos, las flores exquisitamente matizadas que en su
perfección perfuman el aire, los elevados árboles del
bosque con su rico follaje de viviente verdor, todos dan
testimonio del tierno y paternal cuidado de nuestro Dios y
de su deseo de hacer felices a sus hijos.
La Palabra de Dios revela su carácter. El mismo ha
declarado su infinito amor y piedad. Cuando Moisés dijo:
"Ruégote me permitas ver tu gloria", Jehová respondió:
"Yo haré que pase toda mi benignidad ante tu vista".
(Éxodo 33: 18, 19) Tal es su gloria. Jehová pasó delante de
Moisés y clamó: "Jehová, Jehová, Dios compasivo y
clemente lento en iras y grande en misericordia y en
Fidelidad; que usa de misericordia hasta la milésima
generación; que perdona la iniquidad, la transgresión y el
pecado". (Éxodo 34: 6, 7) "Lento en iras y grande en
misericordia" (Jonás 4: 2) "Porque se deleita en la
misericordia". (Miqueas 7: 18)
Dios ha unido nuestros corazones a él con pruebas
innumerables en los cielos y en la tierra. Mediante las cosas
de la naturaleza y los más profundos y tiernos lazos que el
corazón humano pueda conocer en la tierra, ha procurado
revelársenos. Con todo, estas cosas sólo representan
imperfectamente su amor. Aunque se habían dado todas
estas pruebas evidentes, el enemigo del bien cegó el
entendimiento de los hombres, para que éstos mirasen a
6 EL CAMINO A CRISTO
Dios con temor, para que lo considerasen severo e
implacable. Satanás indujo a los hombres a concebir a Dios
como un ser cuyo principal atributo es una justicia
inexorable, como un juez severo, un duro, estricto
acreedor. Pintó al Creador como un ser que está velando
con ojo celoso por discernir los errores y faltas de los
hombres, para visitarlos con juicios. Por esto vino Jesús a
vivir entre los hombres, para disipar esa densa sombra,
revelando al mundo el amor infinito de Dios.
El Hijo de Dios descendió del cielo para manifestar al
Padre. "A Dios nadie jamás le ha visto: el Hijo unigénito,
que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer". (S.
Juan 1: 18) "Ni al Padre conoce nadie, sino el Hijo, y
aquel a quien el Hijo lo quisiere revelar". (S. Mateo 11: 27)
Cuando uno de sus discípulos le dijo: "Muéstranos al
Padre", Jesús respondió: "Tanto tiempo hace que estoy con
vosotros, ¿y todavía no me conoces, Felipe? El que me ha
visto a mí, ha visto al Padre: ¿Cómo pues dices tú:
Muéstranos al Padre? " (S. Juan 14: 8, 9).
Jesús dijo, describiendo su misión terrenal: Jehová "me ha
ungido para anunciar buenas nuevas a los pobres; me a
enviado para proclamar a los cautivos, y a los ciegos
recobro la vista para poner en libertad a los oprimidos". (s.
Lucas 4: 18.), esta era su obra. Pasó haciendo bien y
sanando a todos los oprimidos de Satanás.
Había aldeas enteras donde no se oía un gemido de dolor
en casa alguna, porque él había pasado por ellas y sanado a
todos sus enfermos. Su obra demostraba su divina unción.
En cada acto de su vida revelaba amor, misericordia y
compasión; su corazón rebosaba de tierna simpatía por los
hijos de los hombres. Tomó la naturaleza del hombre para
EL CAMINO A CRISTO 7
poder simpatizar con sus necesidades. Los más pobres y
humildes no tenían temor de allegársele. Aun los niñitos se
sentían atraídos hacia él. Les gustaba subir a sus rodillas y
contemplar ese rostro pensativo, que irradiaba benignidad y
amor, Jesús no suprimió una palabra de verdad, sino que
profirió siempre la verdad con amor. Hablaba con el mayor
tacto, cuidado y misericordiosa atención, en su trato con las
gentes. Nunca fue áspero, nunca habló una palabra severa
innecesariamente, nunca dio a un alma sensible una pena
innecesaria. No censuraba la debilidad humana. Hablaba la
verdad, pero siempre con amor. Denunciaba la hipocresía,
la incredulidad y la iniquidad; pero las lágrimas velaban su
voz cuando profería sus fuertes reprensiones. Lloró sobre
Jerusalén, la ciudad amada que rehusó recibirlo, a él, el
Camino, la Verdad y la Vida. Habían rechazado al
Salvador, mas él los consideraba con piadosa ternura. La
suya fue una vida de abnegación y verdadera solicitud por
los demás. Toda alma era preciosa a sus ojos. A la vez que
siempre llevaba consigo la dignidad divina, se inclinaba
con la más tierna consideración hacia cada uno de los
miembros de la familia de Dios. En todos los hombres veía
almas caídas a quienes era su misión salvar.
Tal es el carácter de Cristo como se revela en su vida. Este
es el carácter de Dios. Del corazón del Padre es de donde
manan los ríos de compasión divina, manifestada en Cristo
para todos los hijos de los hombres. Jesús el tierno y
piadoso Salvador, era Dios "manifestado en la carne" (1
Timoteo 3: 16) .
Jesús vivió, sufrió y murió para redimirnos. El se hizo
"Varón de dolores" para que nosotros fuésemos hechos
participantes del gozo eterno. Dios permitió que su Hijo
8 EL CAMINO A CRISTO
amado, lleno de gracia y de verdad, viniese de un mundo
de indescriptible gloria, a un mundo corrompido y
manchado por el pecado, oscurecido con la sombra de la
muerte y la maldición. Permitió que dejase el seno de su
amor, la adoración de los ángeles, para sufrir vergüenza,
insulto, humillación, odio y muerte. "El castigo de nuestra
paz cayó sobre él, y por sus llagas nosotros sanamos"
(Isaías 53: 5). ¡Miradlo en el desierto, en el Getsemaní,
sobre la cruz! El Hijo inmaculado de Dios tomó sobre sí la
carga del pecado. El que había sido uno con Dios, sintió en
su alma la terrible separación que hace el pecado entre
Dios y el hombre. Esto arrancó de sus labios el angustioso
clamor: "¡Dios mío! ¡Dios mío! ¿por qué me has
desamparado?" (S. Mateo 27: 46). La carga del pecado, el
conocimiento de su terrible enormidad y de la separación
que causa entre el alma y Dios, quebrantó el corazón del
Hijo de Dios.
Pero este gran sacrificio no fue hecho a fin de crear amor
en el corazón del Padre para con el hombre, ni para
moverlo a salvar. ¡No, no! "Porque de tal manera amó Dios
al mundo, que dio a su Hijo unigénito" (S. Juan 3: 16). No
es que el Padre nos ame por causa de la gran propiciación,
sino que proveyó la propiciación porque nos ama. Cristo
fue el medio por el cual él pudo derramar su amor infinito
sobre un mundo caído. "Dios estaba en Cristo,
reconciliando consigo mismo al mundo" (2 Corintios 5:
19). Dios sufrió con su Hijo. En la agonía del Getsemaní,
en la muerte del Calvario, el corazón del Amor Infinito
pagó el precio de nuestra redención.
Jesús decía: "Por esto el Padre me ama, por cuanto yo
pongo mi vida para volverla a tomar" (S. Juan 10: 17). Es
EL CAMINO A CRISTO 9
decir: "De tal manera os amaba mi Padre, que aún me ama
más porque he dado mi vida para redimiros. Por haberme
hecho vuestro Sustituto y Fianza, por haber entregado mi
vida y tomado vuestras responsabilidades, vuestras
transgresiones, soy más caro a mi Padre; por mi sacrificio,
Dios puede ser justo y, sin embargo, el justificador del que
cree en Jesús".´
Nadie sino el Hijo de Dios podía efectuar nuestra
redención; porque sólo él, que estaba en el seno del Padre
podía darlo a conocer. Sólo él, que conocía la altura y la
profundidad del amor de Dios, podía manifestarlo. Nada
menos que el infinito sacrificio hecho por Cristo en favor
del hombre caído podía expresar el amor del Padre hacia la
perdida humanidad.
"Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su
Hijo unigénito". Lo dio no solamente para que viviese entre
los hombres, no sólo para que llevase los pecados de ellos
y muriese como su sacrificio; lo dio a la raza caída. Cristo
debía identificarse con los intereses y necesidades de la
humanidad. El que era uno con Dios se ha unido con los
hijos de los hombres con lazos que jamás serán
quebrantados. Jesús "no se avergüenza de llamarlos
hermanos" (Hebreos 2: 11). Es nuestro Sacrificio, nuestro
Abogado, nuestro Hermano, lleva nuestra forma humana
delante del trono del Padre, y por las edades eternas será
uno con la raza que ha redimido: es el Hijo del hombre. Y
todo esto para que el hombre fuese levantado de la ruina y
degradación del pecado, para que reflejase el amor de Dios
y participase del gozo de la santidad.
El precio pagado por nuestra redención, el sacrificio
infinito que hizo nuestro Padre celestial al entregar a su
10 EL CAMINO A CRISTO
Hijo para que muriese por nosotros, debe darnos un
concepto elevado de lo que podemos ser hechos por Cristo.
Al considerar el inspirado apóstol Juan "la altura", "la
profundidad" y "la anchura" del amor del Padre hacia la
raza que perecía, se llena de alabanzas y reverencia, y no
pudiendo encontrar lenguaje conveniente en que expresar
la grandeza y ternura de este amor, exhorta al mundo a
contemplarlo. "¡Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, que
seamos llamados hijos de Dios!" (1 S. Juan 3: 1) ¡Qué
valioso hace esto al hombre! Por la transgresión, los hijos
del hombre se hacen súbditos de Satanás. Por la fe en el
sacrificio reconciliador de Cristo, los hijos de Adán pueden
ser hechos hijos de Dios. Al revestirse de la naturaleza
humana, Cristo eleva a la humanidad. Los hombres caídos
son colocados donde pueden, por la relación con Cristo,
llegar a ser en verdad dignos del nombre de "hijos de
Dios".
Tal amor es incomparable. ¡Hijos del Rey celestial!
¡Promesa preciosa! ¡Tema para la más profunda
meditación! ¡El incomparable amor de Dios para con un
mundo que no lo amaba! Este pensamiento tiene un poder
subyugador y cautiva el entendimiento a la voluntad de
Dios. Cuanto más estudiamos el carácter divino a la luz de
la cruz, más vemos la misericordia, la ternura y el perdón
unidos a la equidad y la justicia, y más claramente
discernimos pruebas innumerables de un amor infinito y de
una tierna piedad que sobrepuja la ardiente simpatía y los
anhelosos sentimientos de la madre para con su hijo
extraviado.
"Romperse puede todo lazo humano, Separarse el hermano
del hermano, Olvidarse la madre de sus hijos, Variar los
EL CAMINO A CRISTO 11
astros sus senderos fijos; Mas ciertamente nunca cambiará
El amor providente de Jehová".
Capítulo 1. Amor Supremo
LA NATURALEZA y la revelación a una dan testimonio
del amor de Dios. Nuestro Padre celestial es la fuente de
vida, de sabiduría y de gozo. Mirad las maravillas y
bellezas de la naturaleza. Pensad en su prodigiosa
adaptación a las necesidades y a la felicidad, no solamente
del hombre, sino de todas las criaturas vivientes. El sol y la
lluvia que alegran y refrescan la tierra; los montes, los
mares y los valles, todos nos hablan del amor del Creador.
Dios es el que suple las necesidades diarias de todas sus
criaturas. Ya el salmista lo dijo en las bellas palabras
siguientes:
"Los ojos de todos miran a ti, Y tú les das su alimento a su
tiempo. Abres tu mano, Y satisfaces el deseo de todo ser
viviente". (Salmo 145: 15, 16.)
Dios hizo al hombre perfectamente santo y feliz; y la
hermosa tierra no tenía, al salir de la mano del Creador,
mancha de decadencia, ni sombra de maldición. La
transgresión de la ley de Dios, de la ley de amor, es lo que
ha traído consigo dolor y muerte. Sin embargo, en medio
del sufrimiento que resulta del pecado se manifiesta el
amor de Dios. Está escrito que Dios maldijo la tierra por
causa del hombre. (Génesis 3: 17) Los cardos y espinas -
las dificultades y pruebas que hacen de su vida una vida de
afán y cuidado - le fueron asignados para su bien, como
parte de la preparación necesaria, según el plan de Dios,
para su elevación de la ruina y degradación que el pecado
había causado. El mundo, aunque caído, no es todo tristeza
EL CAMINO A CRISTO 5
y miseria. En la naturaleza misma hay mensajes de
esperanza y consuelo. Hay flores en los cardos y las
espinas están cubiertas de rosas.
"Dios es amor", está escrito en cada capullo de flor que se
abre, en cada tallo de la naciente hierba. Los hermosos
pájaros que llenan el aire de melodías con sus preciosos
cantos, las flores exquisitamente matizadas que en su
perfección perfuman el aire, los elevados árboles del
bosque con su rico follaje de viviente verdor, todos dan
testimonio del tierno y paternal cuidado de nuestro Dios y
de su deseo de hacer felices a sus hijos.
La Palabra de Dios revela su carácter. El mismo ha
declarado su infinito amor y piedad. Cuando Moisés dijo:
"Ruégote me permitas ver tu gloria", Jehová respondió:
"Yo haré que pase toda mi benignidad ante tu vista".
(Éxodo 33: 18, 19) Tal es su gloria. Jehová pasó delante de
Moisés y clamó: "Jehová, Jehová, Dios compasivo y
clemente lento en iras y grande en misericordia y en
Fidelidad; que usa de misericordia hasta la milésima
generación; que perdona la iniquidad, la transgresión y el
pecado". (Éxodo 34: 6, 7) "Lento en iras y grande en
misericordia" (Jonás 4: 2) "Porque se deleita en la
misericordia". (Miqueas 7: 18)
Dios ha unido nuestros corazones a él con pruebas
innumerables en los cielos y en la tierra. Mediante las cosas
de la naturaleza y los más profundos y tiernos lazos que el
corazón humano pueda conocer en la tierra, ha procurado
revelársenos. Con todo, estas cosas sólo representan
imperfectamente su amor. Aunque se habían dado todas
estas pruebas evidentes, el enemigo del bien cegó el
entendimiento de los hombres, para que éstos mirasen a
6 EL CAMINO A CRISTO
Dios con temor, para que lo considerasen severo e
implacable. Satanás indujo a los hombres a concebir a Dios
como un ser cuyo principal atributo es una justicia
inexorable, como un juez severo, un duro, estricto
acreedor. Pintó al Creador como un ser que está velando
con ojo celoso por discernir los errores y faltas de los
hombres, para visitarlos con juicios. Por esto vino Jesús a
vivir entre los hombres, para disipar esa densa sombra,
revelando al mundo el amor infinito de Dios.
El Hijo de Dios descendió del cielo para manifestar al
Padre. "A Dios nadie jamás le ha visto: el Hijo unigénito,
que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer". (S.
Juan 1: 18) "Ni al Padre conoce nadie, sino el Hijo, y
aquel a quien el Hijo lo quisiere revelar". (S. Mateo 11: 27)
Cuando uno de sus discípulos le dijo: "Muéstranos al
Padre", Jesús respondió: "Tanto tiempo hace que estoy con
vosotros, ¿y todavía no me conoces, Felipe? El que me ha
visto a mí, ha visto al Padre: ¿Cómo pues dices tú:
Muéstranos al Padre? " (S. Juan 14: 8, 9).
Jesús dijo, describiendo su misión terrenal: Jehová "me ha
ungido para anunciar buenas nuevas a los pobres; me a
enviado para proclamar a los cautivos, y a los ciegos
recobro la vista para poner en libertad a los oprimidos". (s.
Lucas 4: 18.), esta era su obra. Pasó haciendo bien y
sanando a todos los oprimidos de Satanás.
Había aldeas enteras donde no se oía un gemido de dolor
en casa alguna, porque él había pasado por ellas y sanado a
todos sus enfermos. Su obra demostraba su divina unción.
En cada acto de su vida revelaba amor, misericordia y
compasión; su corazón rebosaba de tierna simpatía por los
hijos de los hombres. Tomó la naturaleza del hombre para
EL CAMINO A CRISTO 7
poder simpatizar con sus necesidades. Los más pobres y
humildes no tenían temor de allegársele. Aun los niñitos se
sentían atraídos hacia él. Les gustaba subir a sus rodillas y
contemplar ese rostro pensativo, que irradiaba benignidad y
amor, Jesús no suprimió una palabra de verdad, sino que
profirió siempre la verdad con amor. Hablaba con el mayor
tacto, cuidado y misericordiosa atención, en su trato con las
gentes. Nunca fue áspero, nunca habló una palabra severa
innecesariamente, nunca dio a un alma sensible una pena
innecesaria. No censuraba la debilidad humana. Hablaba la
verdad, pero siempre con amor. Denunciaba la hipocresía,
la incredulidad y la iniquidad; pero las lágrimas velaban su
voz cuando profería sus fuertes reprensiones. Lloró sobre
Jerusalén, la ciudad amada que rehusó recibirlo, a él, el
Camino, la Verdad y la Vida. Habían rechazado al
Salvador, mas él los consideraba con piadosa ternura. La
suya fue una vida de abnegación y verdadera solicitud por
los demás. Toda alma era preciosa a sus ojos. A la vez que
siempre llevaba consigo la dignidad divina, se inclinaba
con la más tierna consideración hacia cada uno de los
miembros de la familia de Dios. En todos los hombres veía
almas caídas a quienes era su misión salvar.
Tal es el carácter de Cristo como se revela en su vida. Este
es el carácter de Dios. Del corazón del Padre es de donde
manan los ríos de compasión divina, manifestada en Cristo
para todos los hijos de los hombres. Jesús el tierno y
piadoso Salvador, era Dios "manifestado en la carne" (1
Timoteo 3: 16) .
Jesús vivió, sufrió y murió para redimirnos. El se hizo
"Varón de dolores" para que nosotros fuésemos hechos
participantes del gozo eterno. Dios permitió que su Hijo
8 EL CAMINO A CRISTO
amado, lleno de gracia y de verdad, viniese de un mundo
de indescriptible gloria, a un mundo corrompido y
manchado por el pecado, oscurecido con la sombra de la
muerte y la maldición. Permitió que dejase el seno de su
amor, la adoración de los ángeles, para sufrir vergüenza,
insulto, humillación, odio y muerte. "El castigo de nuestra
paz cayó sobre él, y por sus llagas nosotros sanamos"
(Isaías 53: 5). ¡Miradlo en el desierto, en el Getsemaní,
sobre la cruz! El Hijo inmaculado de Dios tomó sobre sí la
carga del pecado. El que había sido uno con Dios, sintió en
su alma la terrible separación que hace el pecado entre
Dios y el hombre. Esto arrancó de sus labios el angustioso
clamor: "¡Dios mío! ¡Dios mío! ¿por qué me has
desamparado?" (S. Mateo 27: 46). La carga del pecado, el
conocimiento de su terrible enormidad y de la separación
que causa entre el alma y Dios, quebrantó el corazón del
Hijo de Dios.
Pero este gran sacrificio no fue hecho a fin de crear amor
en el corazón del Padre para con el hombre, ni para
moverlo a salvar. ¡No, no! "Porque de tal manera amó Dios
al mundo, que dio a su Hijo unigénito" (S. Juan 3: 16). No
es que el Padre nos ame por causa de la gran propiciación,
sino que proveyó la propiciación porque nos ama. Cristo
fue el medio por el cual él pudo derramar su amor infinito
sobre un mundo caído. "Dios estaba en Cristo,
reconciliando consigo mismo al mundo" (2 Corintios 5:
19). Dios sufrió con su Hijo. En la agonía del Getsemaní,
en la muerte del Calvario, el corazón del Amor Infinito
pagó el precio de nuestra redención.
Jesús decía: "Por esto el Padre me ama, por cuanto yo
pongo mi vida para volverla a tomar" (S. Juan 10: 17). Es
EL CAMINO A CRISTO 9
decir: "De tal manera os amaba mi Padre, que aún me ama
más porque he dado mi vida para redimiros. Por haberme
hecho vuestro Sustituto y Fianza, por haber entregado mi
vida y tomado vuestras responsabilidades, vuestras
transgresiones, soy más caro a mi Padre; por mi sacrificio,
Dios puede ser justo y, sin embargo, el justificador del que
cree en Jesús".´
Nadie sino el Hijo de Dios podía efectuar nuestra
redención; porque sólo él, que estaba en el seno del Padre
podía darlo a conocer. Sólo él, que conocía la altura y la
profundidad del amor de Dios, podía manifestarlo. Nada
menos que el infinito sacrificio hecho por Cristo en favor
del hombre caído podía expresar el amor del Padre hacia la
perdida humanidad.
"Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su
Hijo unigénito". Lo dio no solamente para que viviese entre
los hombres, no sólo para que llevase los pecados de ellos
y muriese como su sacrificio; lo dio a la raza caída. Cristo
debía identificarse con los intereses y necesidades de la
humanidad. El que era uno con Dios se ha unido con los
hijos de los hombres con lazos que jamás serán
quebrantados. Jesús "no se avergüenza de llamarlos
hermanos" (Hebreos 2: 11). Es nuestro Sacrificio, nuestro
Abogado, nuestro Hermano, lleva nuestra forma humana
delante del trono del Padre, y por las edades eternas será
uno con la raza que ha redimido: es el Hijo del hombre. Y
todo esto para que el hombre fuese levantado de la ruina y
degradación del pecado, para que reflejase el amor de Dios
y participase del gozo de la santidad.
El precio pagado por nuestra redención, el sacrificio
infinito que hizo nuestro Padre celestial al entregar a su
10 EL CAMINO A CRISTO
Hijo para que muriese por nosotros, debe darnos un
concepto elevado de lo que podemos ser hechos por Cristo.
Al considerar el inspirado apóstol Juan "la altura", "la
profundidad" y "la anchura" del amor del Padre hacia la
raza que perecía, se llena de alabanzas y reverencia, y no
pudiendo encontrar lenguaje conveniente en que expresar
la grandeza y ternura de este amor, exhorta al mundo a
contemplarlo. "¡Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, que
seamos llamados hijos de Dios!" (1 S. Juan 3: 1) ¡Qué
valioso hace esto al hombre! Por la transgresión, los hijos
del hombre se hacen súbditos de Satanás. Por la fe en el
sacrificio reconciliador de Cristo, los hijos de Adán pueden
ser hechos hijos de Dios. Al revestirse de la naturaleza
humana, Cristo eleva a la humanidad. Los hombres caídos
son colocados donde pueden, por la relación con Cristo,
llegar a ser en verdad dignos del nombre de "hijos de
Dios".
Tal amor es incomparable. ¡Hijos del Rey celestial!
¡Promesa preciosa! ¡Tema para la más profunda
meditación! ¡El incomparable amor de Dios para con un
mundo que no lo amaba! Este pensamiento tiene un poder
subyugador y cautiva el entendimiento a la voluntad de
Dios. Cuanto más estudiamos el carácter divino a la luz de
la cruz, más vemos la misericordia, la ternura y el perdón
unidos a la equidad y la justicia, y más claramente
discernimos pruebas innumerables de un amor infinito y de
una tierna piedad que sobrepuja la ardiente simpatía y los
anhelosos sentimientos de la madre para con su hijo
extraviado.
"Romperse puede todo lazo humano, Separarse el hermano
del hermano, Olvidarse la madre de sus hijos, Variar los
EL CAMINO A CRISTO 11
astros sus senderos fijos; Mas ciertamente nunca cambiará
El amor providente de Jehová".