El palu(r)dismo limonero de Elena en el País de las Maravillas

20 Marzo 2009
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En otro epígrafe que abrí quedó acreditada la anormalidad mental de Elena de White, hija de un sombrerero, como consecuencia de los productos mercuriales a los que estaban expuestas las personas de esa profesión y sus allegados. También quedó acreditado que la tal Elena de White reconoció que los manicomios estaban llenos de individuos de su misma condición.

Curiosamente, los miembros de la secta de los adventistas dicen que esa misma Elena de White fue comisionada por Dios para instruir a "su pueblo" en cosas de salud, y han escrito unos cuantos libritos en ese sentido, en los que nos cuentan (porque no es más que un cuentecito) que esa mujer enfermiza con una salud deplorable, tanto mental como física, "se adelantó" a la ciencia de sus días y que solo muchas décadas después se ha comprobado "científicamente" la "razón" que tenía aquella mujer de encías sangrantes, pulmones de deprimidos, con ataques intermitentes de parálisis, dos de cuyos hijos murieron repentinamente en la infancia y cuyo esposo murió relativamente joven. Tal "instructora" dada al consumo de chuletones semicrudos, de pato silvestre y de ostras "buenas", nos dejó algunas "perlas" (de las ostras que se comía) aún no confirmadas por ciencia alguna. Por ejemplo, afirmó que el cerdo transmite la lepra y otras mentiras del mismo cariz.

Hoy veremos otra de las "perlas" legadas por aquella impostora:

"Los árboles de sombra y los arbustos plantados muy cerca de la casa son perjudiciales para la salud, porque impiden la libre circulación del aire y estorban el paso de los rayos del sol. Como resultado de esto la casa se humedece. Especialmente durante la estación lluviosa, los dormitorios se humedecen y los que duermen en las camas sufren de reumatismo, de neuralgias y de afecciones pulmonares que generalmente conducen a la tuberculosis. Cuando hay muchos árboles, éstos arrojan muchas hojas, las que, si no se las levanta inmediatamente, se corrompen e intoxican la atmósfera. Un patio hermoseado con árboles bien distribuidos y con algunos arbustos plantados a una distancia prudencial de la casa, proporciona felicidad y gozo a la familia, y si se lo cuida en forma debida no perjudicará la salud. Las casas, si esto es posible, deberían edificarse en lugares altos y secos. Si se construye una casa en un lugar donde el agua se junta alrededor de ella, y permanece durante un tiempo, y luego se seca poco a poco, se produce un miasma tóxico cuyos resultados serán fiebre, paludismo, mal de garganta, y enfermedades de los pulmones" (2MS 528, 529).

A la embustera White se "le olvidó" relacionar al Plasmodium y el mosquito Anófeles con el paludismo. En cambio, según la "luz menor" de aquella farsante, el paludismo se debía a la humedad y a las hojas no recogidas en otoño. ¡Qué interesantes conceptos "científicos"! En Europa y Norteamérica llevan miles de años cayéndose las hojas de los árboles y la mayoría no se recogen nunca. Se pudren en el suelo, sin que la mayoría sean recogidas jamás, y nunca se ha oído de animales o personas que hayan enfermado de paludismo en esas regiones. ¡Qué curioso!

Pero sería de esperar que el dios (un diablo) de la tal "profetisa" White haya instruido a su mensajera sobre qué hacer en tales casos. Aparte de la instrucción de ese dios de recoger con denuedo esas hojas tan tóxicas que el Creador hizo de forma tan chapucera, el dios de la "profetisa" White le transmitió este remedio casero para la lucha "científica" contra el paludismo:
"It is a treat to have all the oranges we want. I use lemon juice freely. It is the best thing you could use for rheumatism, for your head, and for malaria" (Manuscript Releases, Volumen 2, Manuscrito 99 [1896], p. 47).

Traducción: "Es un deleite tener cuantas naranjas queremos. Uso el zumo de limón copiosamente. Es lo mejor que puede usarse para el reumatismo, para la cabeza y para el paludismo".

¡Qué interesante! Es posible que el zumo de limón sea beneficioso para las cabezas afectadas por envenenamientos mercuriales, pero eso de que sea "lo mejor" para el paludismo (o malaria) es un "descubrimiento" que la "ciencia" aún tiene que hacer. Según la ciencia (la de verdad) los síntomas del paludismo se combaten con la quinina. Lamentablemente, el demonio intérprete que solía acompañar a Elena de White por el País de las Maravillas mercuriales la advirtió en contra del uso de la quinina. Basándose en los "inspirados" consejos de la farsante White (por ejemplo, el de 4aSG 139), los adventistas más fanáticos que vivían o viajaban en las latitudes en las que había mosquitos anófeles se abstuvieron de administrarse quinina a ellos mismos o a sus allegados, y murieron. Parece que el cuentecito del zumo de limón no sirvió de gran cosa.

Willie, el "bueno" de los hijos de Elena White que sobrevivieron, tuvo el cuajo de escribir lo siguiente: "Cierta vez, cuando estábamos en Australia, un hermano que había trabajado como misionero en las islas, le habló a mamá acerca de la enfermedad y la muerte de su hijo mayor. Este se hallaba gravemente enfermo de malaria, y aconsejaron a su padre que le diera quinina; pero en vista del consejo dado en los testimonios de no utilizar quinina, rehusó proporcionársela, y su hijo murió. Cuando se encontró con la Hna. White, le formuló esta pregunta: '¿Habría pecado yo al administrar quinina al muchacho cuando no tenía otro medio de controlar la malaria, y cuando sabía que moriría si no se la proporcionaba?' Ella contestó: 'No, porque se espera que hagamos lo mejor que podemos'" (Carta de W. C. White, 10 de septiembre de 1935).

¡Qué interesante! Parece que "lo mejor" que aquel padre podía haber hecho no era administrarle zumo de limón a su hijo para la malaria, sino tirar a la basura los consejos "inspirados" de aquella farsante y administrarle quinina a su hijo. Por creer en una mentirosa, pecó contra su hijo y contra el cielo. Ese es el País de las Maravillas de Elena de White, "profetisa" de salud, experta en parluRdismo liminonero mercurial.
 
Re: El palu(r)dismo limonero de Elena en el País de las Maravillas

En otro epígrafe que abrí quedó acreditada la anormalidad mental de Elena de White, hija de un sombrerero, como consecuencia de los productos mercuriales a los que estaban expuestas las personas de esa profesión y sus allegados. También quedó acreditado que la tal Elena de White reconoció que los manicomios estaban llenos de individuos de su misma condición.

Curiosamente, los miembros de la secta de los adventistas dicen que esa misma Elena de White fue comisionada por Dios para instruir a "su pueblo" en cosas de salud, y han escrito unos cuantos libritos en ese sentido, en los que nos cuentan (porque no es más que un cuentecito) que esa mujer enfermiza con una salud deplorable, tanto mental como física, "se adelantó" a la ciencia de sus días y que solo muchas décadas después se ha comprobado "científicamente" la "razón" que tenía aquella mujer de encías sangrantes, pulmones de deprimidos, con ataques intermitentes de parálisis, dos de cuyos hijos murieron repentinamente en la infancia y cuyo esposo murió relativamente joven. Tal "instructora" dada al consumo de chuletones semicrudos, de pato silvestre y de ostras "buenas", nos dejó algunas "perlas" (de las ostras que se comía) aún no confirmadas por ciencia alguna. Por ejemplo, afirmó que el cerdo transmite la lepra y otras mentiras del mismo cariz.

Hoy veremos otra de las "perlas" legadas por aquella impostora:

"Los árboles de sombra y los arbustos plantados muy cerca de la casa son perjudiciales para la salud, porque impiden la libre circulación del aire y estorban el paso de los rayos del sol. Como resultado de esto la casa se humedece. Especialmente durante la estación lluviosa, los dormitorios se humedecen y los que duermen en las camas sufren de reumatismo, de neuralgias y de afecciones pulmonares que generalmente conducen a la tuberculosis. Cuando hay muchos árboles, éstos arrojan muchas hojas, las que, si no se las levanta inmediatamente, se corrompen e intoxican la atmósfera. Un patio hermoseado con árboles bien distribuidos y con algunos arbustos plantados a una distancia prudencial de la casa, proporciona felicidad y gozo a la familia, y si se lo cuida en forma debida no perjudicará la salud. Las casas, si esto es posible, deberían edificarse en lugares altos y secos. Si se construye una casa en un lugar donde el agua se junta alrededor de ella, y permanece durante un tiempo, y luego se seca poco a poco, se produce un miasma tóxico cuyos resultados serán fiebre, paludismo, mal de garganta, y enfermedades de los pulmones" (2MS 528, 529).

A la embustera White se "le olvidó" relacionar al Plasmodium y el mosquito Anófeles con el paludismo. En cambio, según la "luz menor" de aquella farsante, el paludismo se debía a la humedad y a las hojas no recogidas en otoño. ¡Qué interesantes conceptos "científicos"! En Europa y Norteamérica llevan miles de años cayéndose las hojas de los árboles y la mayoría no se recogen nunca. Se pudren en el suelo, sin que la mayoría sean recogidas jamás, y nunca se ha oído de animales o personas que hayan enfermado de paludismo en esas regiones. ¡Qué curioso!

Pero sería de esperar que el dios (un diablo) de la tal "profetisa" White haya instruido a su mensajera sobre qué hacer en tales casos. Aparte de la instrucción de ese dios de recoger con denuedo esas hojas tan tóxicas que el Creador hizo de forma tan chapucera, el dios de la "profetisa" White le transmitió este remedio casero para la lucha "científica" contra el paludismo:
"It is a treat to have all the oranges we want. I use lemon juice freely. It is the best thing you could use for rheumatism, for your head, and for malaria" (Manuscript Releases, Volumen 2, Manuscrito 99 [1896], p. 47).

Traducción: "Es un deleite tener cuantas naranjas queremos. Uso el zumo de limón copiosamente. Es lo mejor que puede usarse para el reumatismo, para la cabeza y para el paludismo".

¡Qué interesante! Es posible que el zumo de limón sea beneficioso para las cabezas afectadas por envenenamientos mercuriales, pero eso de que sea "lo mejor" para el paludismo (o malaria) es un "descubrimiento" que la "ciencia" aún tiene que hacer. Según la ciencia (la de verdad) los síntomas del paludismo se combaten con la quinina. Lamentablemente, el demonio intérprete que solía acompañar a Elena de White por el País de las Maravillas mercuriales la advirtió en contra del uso de la quinina. Basándose en los "inspirados" consejos de la farsante White (por ejemplo, el de 4aSG 139), los adventistas más fanáticos que vivían o viajaban en las latitudes en las que había mosquitos anófeles se abstuvieron de administrarse quinina a ellos mismos o a sus allegados, y murieron. Parece que el cuentecito del zumo de limón no sirvió de gran cosa.

Willie, el "bueno" de los hijos de Elena White que sobrevivieron, tuvo el cuajo de escribir lo siguiente: "Cierta vez, cuando estábamos en Australia, un hermano que había trabajado como misionero en las islas, le habló a mamá acerca de la enfermedad y la muerte de su hijo mayor. Este se hallaba gravemente enfermo de malaria, y aconsejaron a su padre que le diera quinina; pero en vista del consejo dado en los testimonios de no utilizar quinina, rehusó proporcionársela, y su hijo murió. Cuando se encontró con la Hna. White, le formuló esta pregunta: '¿Habría pecado yo al administrar quinina al muchacho cuando no tenía otro medio de controlar la malaria, y cuando sabía que moriría si no se la proporcionaba?' Ella contestó: 'No, porque se espera que hagamos lo mejor que podemos'" (Carta de W. C. White, 10 de septiembre de 1935).

¡Qué interesante! Parece que "lo mejor" que aquel padre podía haber hecho no era administrarle zumo de limón a su hijo para la malaria, sino tirar a la basura los consejos "inspirados" de aquella farsante y administrarle quinina a su hijo. Por creer en una mentirosa, pecó contra su hijo y contra el cielo. Ese es el País de las Maravillas de Elena de White, "profetisa" de salud, experta en parluRdismo liminonero mercurial.