En la Biblia hay un relato que demuestra el hecho de que el hombre ha sido creado a imagen y semejanza de Dios.
Cuando Jesús estuvo en este mundo, enfrentó un evento que a muchos nos ha tocado enfrentar: la muerte. No, no me refiero a Su muerte, sino a la muerte de un buen amigo (la muerte de Lázaro fue un duro golpe para su familia), lo que sirvió como la más clara manifestación del poder infinito del Creador, el Verbo...
Tras el grosero desplante de Tomás, Jesús fue a enfrentar el dolor humano...
Sabemos el final del relato: Lázaro fue revivido por el poder del Verbo, no sin antes probar el amargo sabor del dolor.
Y es aquí donde se puede ver que Dios, vestido de carne, experimentó las mismas emociones y sentimientos humanos, lo que nos deja ver que Dios también tiene sentimientos... Lo que está claro, es que Dios sabe cuando sufrimos una pérdida. Estas dos palabras lo evidencian:
Dios quiso crearnos pensando en compartir algo de Sí mismo con nosotros: nos dotó de sentimientos.
¿Recuerdan cuando Dios se enojó contra los judíos que salieron de Egipto? Él estaba enfurecido por la idolatría de ellos; propuso al patriarca Moisés exterminar al pueblo idólatra, levantando en Moisés una nueva nación. En cambio, Moisés argumentó al Señor sobre una decisión errada...
"Los egipcios dirán que sacaste a este pueblo para matarlos en los cerros del desierto... Recuerda la promesa que hiciste a Abraham, a Isaac y a Jacob, de levantar una gran nación que sean tan numerosos como las estrellas del cielo".
Situación semejante se presentó cuando el pueblo judío se negó a entrar a la tierra que les fue prometida. Nuevamente Dios se enfureció contra ellos por su enorme pesimismo. De nuevo tuvo que salir el patriarca Moisés a detender la furia de Dios... "Luego los habitantes de alrededor dirán que, como no pudiste meter a este pueblo, los mataste... ¡No, Señor! No permitas que Tu nombre sea menospreciado! ¿No es verdad que Tú eres lento para la ira y grande en misericordia? Por favor, perdónalos".
¿Será que Dios estaba tan enfurecido, que realmente estaba decidido a exterminar a Su pueblo? ¿O es que probó a Moisés?
También recordarán a Jesús expulsando a los mercaderes del templo...
Aquí, Dios -a diferencia de nosotros- no es arrastrado emocionalmente. Su misma naturaleza es mucho mayor a sus emociones o sentimientos. Él también se enoja y puede actuar en base a ello. La diferencia aquí, es que Dios puede controlar y canalizar Sus emociones y sentimientos de una manera positiva.
Aún más, este Dios que creemos duro e inflexible a veces, también sabe demostrar alegría, se burla de los enemigos, anhela y se angustia...
¿No es maravilloso que Dios haya querido comartir algo de Su naturaleza con nosotros? ¿No es verdad que Dios nos ha dejado el dominio de nuestros sentimientos, como un reto personal?
Él espera que tengamos temple, que sepamos controlar nuestras emociones y sentimientos, tal como Él lo ha hecho, que sepamos decir "Sí" y "No" cuando debamos hacerlo. Esto no quiere decir que podamos llegar a ser como Dios en Su deidad, pues eso es exclusivo de Él. A nosotros nos tocará ser semejantes a Cristo en Su carácter y Su amor, en Su carácter y dominio de nosotros mismos; llegado el momento, sabremos dar la gloria a Dios como es debido, como Él lo merece... Demostrando gratitud y adoración al Dador de la vida.
Cuando Jesús estuvo en este mundo, enfrentó un evento que a muchos nos ha tocado enfrentar: la muerte. No, no me refiero a Su muerte, sino a la muerte de un buen amigo (la muerte de Lázaro fue un duro golpe para su familia), lo que sirvió como la más clara manifestación del poder infinito del Creador, el Verbo...
Tras el grosero desplante de Tomás, Jesús fue a enfrentar el dolor humano...
Sabemos el final del relato: Lázaro fue revivido por el poder del Verbo, no sin antes probar el amargo sabor del dolor.
Y es aquí donde se puede ver que Dios, vestido de carne, experimentó las mismas emociones y sentimientos humanos, lo que nos deja ver que Dios también tiene sentimientos... Lo que está claro, es que Dios sabe cuando sufrimos una pérdida. Estas dos palabras lo evidencian:
Jesús lloró.
Dios quiso crearnos pensando en compartir algo de Sí mismo con nosotros: nos dotó de sentimientos.
¿Recuerdan cuando Dios se enojó contra los judíos que salieron de Egipto? Él estaba enfurecido por la idolatría de ellos; propuso al patriarca Moisés exterminar al pueblo idólatra, levantando en Moisés una nueva nación. En cambio, Moisés argumentó al Señor sobre una decisión errada...
"Los egipcios dirán que sacaste a este pueblo para matarlos en los cerros del desierto... Recuerda la promesa que hiciste a Abraham, a Isaac y a Jacob, de levantar una gran nación que sean tan numerosos como las estrellas del cielo".
Situación semejante se presentó cuando el pueblo judío se negó a entrar a la tierra que les fue prometida. Nuevamente Dios se enfureció contra ellos por su enorme pesimismo. De nuevo tuvo que salir el patriarca Moisés a detender la furia de Dios... "Luego los habitantes de alrededor dirán que, como no pudiste meter a este pueblo, los mataste... ¡No, Señor! No permitas que Tu nombre sea menospreciado! ¿No es verdad que Tú eres lento para la ira y grande en misericordia? Por favor, perdónalos".
¿Será que Dios estaba tan enfurecido, que realmente estaba decidido a exterminar a Su pueblo? ¿O es que probó a Moisés?
También recordarán a Jesús expulsando a los mercaderes del templo...
Aquí, Dios -a diferencia de nosotros- no es arrastrado emocionalmente. Su misma naturaleza es mucho mayor a sus emociones o sentimientos. Él también se enoja y puede actuar en base a ello. La diferencia aquí, es que Dios puede controlar y canalizar Sus emociones y sentimientos de una manera positiva.
Aún más, este Dios que creemos duro e inflexible a veces, también sabe demostrar alegría, se burla de los enemigos, anhela y se angustia...
¿No es maravilloso que Dios haya querido comartir algo de Su naturaleza con nosotros? ¿No es verdad que Dios nos ha dejado el dominio de nuestros sentimientos, como un reto personal?
Él espera que tengamos temple, que sepamos controlar nuestras emociones y sentimientos, tal como Él lo ha hecho, que sepamos decir "Sí" y "No" cuando debamos hacerlo. Esto no quiere decir que podamos llegar a ser como Dios en Su deidad, pues eso es exclusivo de Él. A nosotros nos tocará ser semejantes a Cristo en Su carácter y Su amor, en Su carácter y dominio de nosotros mismos; llegado el momento, sabremos dar la gloria a Dios como es debido, como Él lo merece... Demostrando gratitud y adoración al Dador de la vida.