APOSTOL ¿FALSO O VERDADERO?
Dr. Victor M. Centeno, Th.D.
Lo primero que deseo dejar, meridianamente claro, es que yo creo en la vigencia del apostolado, como creo en la vigencia del ministerio del profeta, el evangelista, el maestro y el pastor. Si todos se mencionan juntos en Efesios 4:11-12, juntos desaparecen o juntos prevalecen.
Decir que el ministerio apostólico se limitó a “los doce apóstoles del Cordero” no armoniza con Efesios 4:8-12. Allí dice, claramente, que Jesucristo (después de resucitar) “...subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad y dio dones a los hombres.” En el verso 11 se especifican cinco dones ministeriales: “y él mismo constituyó a unos apóstoles, a otros profetas, a otros evangelistas, y a otros pastores y maestros, a fin de capacitar a los santos para la obra del ministerio”, para la edificación del cuerpo de Cristo”.
Pablo, en Romanos 16:7, habla de Andrónico y Junías como apóstoles, “juntamente con él”. El término griego “episemoi en tois apostolois”, no admite otra interpretación. En Filipenses 2:25, Epafrodito también es llamado apóstol (mensajero).
Es neurálgico entender que el apostolado en la dispensación de la gracia, es diferente al apostolado de “los doce” en el ministerio terrenal de Jesucristo. Los apóstoles del Cordero fueron llamados por Jesús en los días de su carne “para que estubiesen con él”. El término griego “akoloutheo” lleva la idea de: “Unirse en semejanza y tomar el mismo estilo de vida”.
Esos doce ocupan un lugar único (Lucas 22:30) y su número (en dicho rango) no puede ser alterado (Apocaliposis 21:14). Por eso; aunque Pedro se apresuró (como siempre) en cuanto a la elección de Matías (Hechos 1: 26) notamos, en Hechos 2:14, que su elección fue sancionada por Dios. Por tanto; los doce apostoles del cordero son únicos.
El apóstolado en la dispensación de la gracia comenzó con Pablo. Según Jesucristo en su ministerio terrenal llamó apóstoles; luego de su resurrección, ya glorificado, constituyó apóstoles “ para la edificación de la iglesia”.
Es prudente señalar que cuando Jesús llamó a los doce originales, la Iglesia, como cuerpo de Cristo, no existía. Por eso, Jesús cuando se refirió a la iglesia utilizó un término futurístico y dijo: “Edificaré mi iglesia” (Mateo 16: 18). Es ovbio entender que cuando Efesios 4:11 presenta a Jesucristo “constituyendo” apóstoles después de su resurrección, está hablando de otra clase de apóstoles bajo la gracia.
El término “Apóstol” en el griego original significa: “uno que es enviado por Dios para una misión”. En el nuevo Testamento esa “misión” se relacionaba con la fundación de nuevas Iglesias. Solo cuando el que recibía el llamado salía a realizar su misión, se le llamaba “Apóstol”.
Hechos 13 nos dá un claro ejemplo de lo que acabo de expresar. Hechos 13: 1 ubica a Pablo (entonces Saulo) como uno de los Maestros y Profeta de la Iglesia de Antioquia. Luego, en el verso 2, el Espíritu Santo dijo: “Apartadme a Bernabé y a Saulo para el trabajo para los que he llamado”.
Fue solo después que ellos salieron, enviados por la Iglesia, que en Hechos 14:4 y 14 se denominan a Bernabé y a Pablo como apóstoles.
Habiendo hecho las observaciones anteriores sobre el ministerio apostólico, deseo expresar categóricamente que aunque creo en la continuidad del verdadero ministerio apostólico, no creo en la corrupción y deformación que el llamado movimiento apostólico actual le ha dado a ese don ministerial.
Es penoso ver la proliferación de las guaridas de aberraciones teológicas, los pantanos de enseñanzas ultra-biblícas y los semilleros de revelaciones sensacionalistas, disfrazadas de “movimientos” y “coberturas” apostólicas.
Volviendo a la definición original, un apóstol es “uno enviado por Dios con una misión”. Ante las actitudes y estilos de los auto-proclamados apóstoles de hoy, ¿qué definiría su misión? Tal parece que la misión de muchos consiste en tener un auto de último modelo, oro y diamantes en los dedos y una gran mansión. Tristemente, su misión está en su mansión.
Sin generalizar (por que no es sensato condenar el todo por la parte) me atrevo decir que muchos, en el llamado movimiento apostólico actual, son mercaderes del templo, megolomaniacos que padecen de complejos mesiánicos y aspiran a ser “papas”.
Los tales solo hablan de hacer “crecer” la iglesia y de que se necesita dinero pero no alimenten al rebaño con una dieta espiritual balanceada. Para “motivar” a los feligreses a buscar más miembros, los manipulan con profecías y les fijan “metas”de reproducción discipular. De esa forma, poco a poco, las pobres ovejas se desnaturalizan y se convierten en máquinas de producción.
De “encuentro” a “encuentro”, de “retiro” a “retiro”; con una dieta deficiente, compuesta de profecías y de revelaciones místicas; las ovejas cansadas, y sin base biblíca para saber discernir, son presas fácil de la manipulación. Entonces; lo entregan todo, a cambio de nada.
Jesucristo, “el Gran Apóstol de nuestra salvación” (Hebreos 3:1) no vino a ser servido, sino a servir. Por el contrario, muchos de éstos apóstoles modernos andan con un séquito de “siervos ministeriales” que hasta le besan los pies. A diferencia de Jesucristo, éstos se sirven de las ovejas. Se visten con la lana de las ovejas y se beben la leche de las ovejas, pero no le dan alimento espiritual genuíno a las ovejas.
Yo sí creo en el apostolado, pero en el verdadero. En el que cuadra con el ejemplo Paulino registrado en Colosenses 1:28-29. Allí dice que Pablo: “anunciaba”, “amonestaba”, “enseñaba en sabiduría”, “trabajaba” y “luchaba”. Es decir; hacía un esfuerzo constante y persistente a favor de sus discípulos y no para la gratificación se su ego.
Pudiera enumerar decenas de siervos de Dios que han sido verdaderos apóstoles. Hombres y mujeres que lo han dado todo para cumplir su llamado. Siervos de Dios que han muerto a su individualismo para ir a servir en países tercermundistas y ministrar a comunidades que viven en condiciones paupérrimas e infrahumanas.
Creo en el apostolado de hombres como Luciano Padilla, Jr. quien lleva toda una vida siendo pastor de almas, pastor y consejero de pastores y, por muchos años, presidente de un movimiento de Iglesias. Todo esto; sin abandonar jamás, su pasión por la obra misionera y el evangelismo mundial...
Creo en el apostolado de Gary Garay, que abandonó la fama y la fortuna de la farándula puertoriqueña para ser pastor de almas, junto a su esposa Amparito, y luego ser misioneros en Honduras, donde arriesgaron sus vidas ministrando a peligrosos miembros de las maras y vivieron en carne propia la enbestida del huracán Mitch...
Creo en el apostolado de Carlos Molina, quien, habiendo obtenido tres doctorados y estando cualificado para establecer o administrar empresas millonarias, decidió responder al llamado divino, y ser pastor, junto a su esposa Mary y fundar una universidad netamente cristiana.
El que suscribe ha realizado trabajo evangelístico y misionero en Colombia, Honduras, Nicaragua, Guatemala, Méjico, El Salvador, República Dominicana, Panamá, España, en la selva amazónica, etc. Pudiera decir como Pablo: “¿Son ellos Apóstoles? Yo más. En ningún modo soy inferior a esos superapóstoles” (2 Corintios 12:11).
Por conocer de cerca lo que es un genuino ministerio, es que los estilos, pretensiones y ostentaciones del llamado movimiento apostólico y profético de la actualidad me causan tanta indignación.
Por lo general, la carta de presentación de estos pseudos-apóstoles no es las almas convertidas o edificadas a través de sus ministerios, sino: la ropa de diseñador que visten, la comida gourmet, los manicure, los chóferes privados y los guardas espaldas que les acompañan.
La Biblia habla de aquellos que “llevados por la avaricia, y utilizando palabras engañosas, explotarian al pueblo de Dios” (2 Pedro 2:3).
Pablo, en su discurso a los ancianos de Efeso en la isla de Mileto, les expresó: “Tengan cuidado de sí mismos y de todo el rebaño sobre el cual el Espíritu Santo los ha puesto para pastorear la Iglesia de Dios... sé que después de mi partida entrarán en medio de ustedes lobos feroces que procurarán acabar con el rebaño”. (Hechos 20:28-29)
Respecto a quienes se jactaban de sus logros para autentificar sus apostolados ante la Iglesia de Corintios, Pablo manifestó: “Tales individuos son falsos apóstoles, obreros estafadores, que se disfrazan de apóstoles de Cristo”(2 Corintios 11:13).
¿Estaba hablando Pablo, en forma profética, sobre los lobos modernos, que con sus artificios y sofismas amenazan la Iglesia de hoy?
Como estudiantes responsables de las Sagradas Escrituras no debemos descartar la vigencia de un ministerio Biblíco simplemente por que muchos lo hayan pervertido. La existencia de billetes falsificados, no anula a los verdaderos.
Lo prudente es aprender a distinguir a los genuinos apóstoles del Señor de los farsantes, avaros y manipuladores. Fue precisamente eso lo que hicieron los creyentes de la Iglesia de Efeso. Ellos “probaron a los que se decian ser apóstoles y no lo eran y los expusieron como mentirosos y falsos (Apocalipsis 2:2 ). ¡Has tú lo mismo!
NOTA
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Dr. Victor M. Centeno, Th.D.
Lo primero que deseo dejar, meridianamente claro, es que yo creo en la vigencia del apostolado, como creo en la vigencia del ministerio del profeta, el evangelista, el maestro y el pastor. Si todos se mencionan juntos en Efesios 4:11-12, juntos desaparecen o juntos prevalecen.
Decir que el ministerio apostólico se limitó a “los doce apóstoles del Cordero” no armoniza con Efesios 4:8-12. Allí dice, claramente, que Jesucristo (después de resucitar) “...subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad y dio dones a los hombres.” En el verso 11 se especifican cinco dones ministeriales: “y él mismo constituyó a unos apóstoles, a otros profetas, a otros evangelistas, y a otros pastores y maestros, a fin de capacitar a los santos para la obra del ministerio”, para la edificación del cuerpo de Cristo”.
Pablo, en Romanos 16:7, habla de Andrónico y Junías como apóstoles, “juntamente con él”. El término griego “episemoi en tois apostolois”, no admite otra interpretación. En Filipenses 2:25, Epafrodito también es llamado apóstol (mensajero).
Es neurálgico entender que el apostolado en la dispensación de la gracia, es diferente al apostolado de “los doce” en el ministerio terrenal de Jesucristo. Los apóstoles del Cordero fueron llamados por Jesús en los días de su carne “para que estubiesen con él”. El término griego “akoloutheo” lleva la idea de: “Unirse en semejanza y tomar el mismo estilo de vida”.
Esos doce ocupan un lugar único (Lucas 22:30) y su número (en dicho rango) no puede ser alterado (Apocaliposis 21:14). Por eso; aunque Pedro se apresuró (como siempre) en cuanto a la elección de Matías (Hechos 1: 26) notamos, en Hechos 2:14, que su elección fue sancionada por Dios. Por tanto; los doce apostoles del cordero son únicos.
El apóstolado en la dispensación de la gracia comenzó con Pablo. Según Jesucristo en su ministerio terrenal llamó apóstoles; luego de su resurrección, ya glorificado, constituyó apóstoles “ para la edificación de la iglesia”.
Es prudente señalar que cuando Jesús llamó a los doce originales, la Iglesia, como cuerpo de Cristo, no existía. Por eso, Jesús cuando se refirió a la iglesia utilizó un término futurístico y dijo: “Edificaré mi iglesia” (Mateo 16: 18). Es ovbio entender que cuando Efesios 4:11 presenta a Jesucristo “constituyendo” apóstoles después de su resurrección, está hablando de otra clase de apóstoles bajo la gracia.
El término “Apóstol” en el griego original significa: “uno que es enviado por Dios para una misión”. En el nuevo Testamento esa “misión” se relacionaba con la fundación de nuevas Iglesias. Solo cuando el que recibía el llamado salía a realizar su misión, se le llamaba “Apóstol”.
Hechos 13 nos dá un claro ejemplo de lo que acabo de expresar. Hechos 13: 1 ubica a Pablo (entonces Saulo) como uno de los Maestros y Profeta de la Iglesia de Antioquia. Luego, en el verso 2, el Espíritu Santo dijo: “Apartadme a Bernabé y a Saulo para el trabajo para los que he llamado”.
Fue solo después que ellos salieron, enviados por la Iglesia, que en Hechos 14:4 y 14 se denominan a Bernabé y a Pablo como apóstoles.
Habiendo hecho las observaciones anteriores sobre el ministerio apostólico, deseo expresar categóricamente que aunque creo en la continuidad del verdadero ministerio apostólico, no creo en la corrupción y deformación que el llamado movimiento apostólico actual le ha dado a ese don ministerial.
Es penoso ver la proliferación de las guaridas de aberraciones teológicas, los pantanos de enseñanzas ultra-biblícas y los semilleros de revelaciones sensacionalistas, disfrazadas de “movimientos” y “coberturas” apostólicas.
Volviendo a la definición original, un apóstol es “uno enviado por Dios con una misión”. Ante las actitudes y estilos de los auto-proclamados apóstoles de hoy, ¿qué definiría su misión? Tal parece que la misión de muchos consiste en tener un auto de último modelo, oro y diamantes en los dedos y una gran mansión. Tristemente, su misión está en su mansión.
Sin generalizar (por que no es sensato condenar el todo por la parte) me atrevo decir que muchos, en el llamado movimiento apostólico actual, son mercaderes del templo, megolomaniacos que padecen de complejos mesiánicos y aspiran a ser “papas”.
Los tales solo hablan de hacer “crecer” la iglesia y de que se necesita dinero pero no alimenten al rebaño con una dieta espiritual balanceada. Para “motivar” a los feligreses a buscar más miembros, los manipulan con profecías y les fijan “metas”de reproducción discipular. De esa forma, poco a poco, las pobres ovejas se desnaturalizan y se convierten en máquinas de producción.
De “encuentro” a “encuentro”, de “retiro” a “retiro”; con una dieta deficiente, compuesta de profecías y de revelaciones místicas; las ovejas cansadas, y sin base biblíca para saber discernir, son presas fácil de la manipulación. Entonces; lo entregan todo, a cambio de nada.
Jesucristo, “el Gran Apóstol de nuestra salvación” (Hebreos 3:1) no vino a ser servido, sino a servir. Por el contrario, muchos de éstos apóstoles modernos andan con un séquito de “siervos ministeriales” que hasta le besan los pies. A diferencia de Jesucristo, éstos se sirven de las ovejas. Se visten con la lana de las ovejas y se beben la leche de las ovejas, pero no le dan alimento espiritual genuíno a las ovejas.
Yo sí creo en el apostolado, pero en el verdadero. En el que cuadra con el ejemplo Paulino registrado en Colosenses 1:28-29. Allí dice que Pablo: “anunciaba”, “amonestaba”, “enseñaba en sabiduría”, “trabajaba” y “luchaba”. Es decir; hacía un esfuerzo constante y persistente a favor de sus discípulos y no para la gratificación se su ego.
Pudiera enumerar decenas de siervos de Dios que han sido verdaderos apóstoles. Hombres y mujeres que lo han dado todo para cumplir su llamado. Siervos de Dios que han muerto a su individualismo para ir a servir en países tercermundistas y ministrar a comunidades que viven en condiciones paupérrimas e infrahumanas.
Creo en el apostolado de hombres como Luciano Padilla, Jr. quien lleva toda una vida siendo pastor de almas, pastor y consejero de pastores y, por muchos años, presidente de un movimiento de Iglesias. Todo esto; sin abandonar jamás, su pasión por la obra misionera y el evangelismo mundial...
Creo en el apostolado de Gary Garay, que abandonó la fama y la fortuna de la farándula puertoriqueña para ser pastor de almas, junto a su esposa Amparito, y luego ser misioneros en Honduras, donde arriesgaron sus vidas ministrando a peligrosos miembros de las maras y vivieron en carne propia la enbestida del huracán Mitch...
Creo en el apostolado de Carlos Molina, quien, habiendo obtenido tres doctorados y estando cualificado para establecer o administrar empresas millonarias, decidió responder al llamado divino, y ser pastor, junto a su esposa Mary y fundar una universidad netamente cristiana.
El que suscribe ha realizado trabajo evangelístico y misionero en Colombia, Honduras, Nicaragua, Guatemala, Méjico, El Salvador, República Dominicana, Panamá, España, en la selva amazónica, etc. Pudiera decir como Pablo: “¿Son ellos Apóstoles? Yo más. En ningún modo soy inferior a esos superapóstoles” (2 Corintios 12:11).
Por conocer de cerca lo que es un genuino ministerio, es que los estilos, pretensiones y ostentaciones del llamado movimiento apostólico y profético de la actualidad me causan tanta indignación.
Por lo general, la carta de presentación de estos pseudos-apóstoles no es las almas convertidas o edificadas a través de sus ministerios, sino: la ropa de diseñador que visten, la comida gourmet, los manicure, los chóferes privados y los guardas espaldas que les acompañan.
La Biblia habla de aquellos que “llevados por la avaricia, y utilizando palabras engañosas, explotarian al pueblo de Dios” (2 Pedro 2:3).
Pablo, en su discurso a los ancianos de Efeso en la isla de Mileto, les expresó: “Tengan cuidado de sí mismos y de todo el rebaño sobre el cual el Espíritu Santo los ha puesto para pastorear la Iglesia de Dios... sé que después de mi partida entrarán en medio de ustedes lobos feroces que procurarán acabar con el rebaño”. (Hechos 20:28-29)
Respecto a quienes se jactaban de sus logros para autentificar sus apostolados ante la Iglesia de Corintios, Pablo manifestó: “Tales individuos son falsos apóstoles, obreros estafadores, que se disfrazan de apóstoles de Cristo”(2 Corintios 11:13).
¿Estaba hablando Pablo, en forma profética, sobre los lobos modernos, que con sus artificios y sofismas amenazan la Iglesia de hoy?
Como estudiantes responsables de las Sagradas Escrituras no debemos descartar la vigencia de un ministerio Biblíco simplemente por que muchos lo hayan pervertido. La existencia de billetes falsificados, no anula a los verdaderos.
Lo prudente es aprender a distinguir a los genuinos apóstoles del Señor de los farsantes, avaros y manipuladores. Fue precisamente eso lo que hicieron los creyentes de la Iglesia de Efeso. Ellos “probaron a los que se decian ser apóstoles y no lo eran y los expusieron como mentirosos y falsos (Apocalipsis 2:2 ). ¡Has tú lo mismo!
NOTA
Si consideras que el contenido de éste escrito está en armonía con la Santa Palabra de Dios, te pedimos que lo envíes “forward” a tu lista de contactos. De esa manera, colaboras positivamente en la instrucción y edificación espiritual de otros, para la gloria de nuestro Único y Soberano Señor, JESUCRISTO.
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