Somos vencedores por aquél que nos amó.

8 Junio 2008
138
0
Hace poco que el Señor me ha llevado a comprender algo muy edificante para mí, lo cual me nace del Señor compartiros y lo iré haciendo en fragmentos, para no hacer pesada su lectura.

Hermanos, cuántas veces nos ocurre que hacemos algo, sin intención de hacerlo mal, pero que en nuestra humanidad cometemos errores que nos llevan a mal resultado y que, no obstante, dentro nuestro sabemos que tenemos dos opciones: una es repararlo, la otra dejarlo tal cual... y, no nos hacemos un lío mundial?... porque ¡cuánto nos cuesta hacer lo que debemos!.
Según la palabra de Dios en Romanos 7:18-22 en nuestra carne hay tendencia a hacer el mal, vers 23 "Pero veo en mí algo que se opone a mi capacidad de razonar (en sentido espiritual): es la ley del pecado que mora en mí y que me lleva cautivo".En Génesis 1:26 podemos ver que "entonces dijo Dios: hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza..." entonces Dios dijo a sí mismo, a todo de Sí mismo; determinando sobre todos los aspectos de su trinidad: ¡hagamos!... "hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza"

Sabemos que la fe en Dios, según Romanos 10:17, viene por el oír y por el oír: por la palabra de Dios. Pero, hermanos, oímos siempre la voz de Dios?, porque aquello que oímos, como le ocurrió a Eva, también nos puede llevar a "olvidar" lo que creemos para creer en otras cosas; mucha atención... hay una voz dentro de tí que te insta, te replica y te repica algo como tu decálogo y tus argumentos para seguir la dirección contraria al Espíritu; una opción de orgullo, de egocentrismo, de no reconocimiento de nuestros errores, de no comprensión con el otro, de no perdón... en fin: de no reparación.

La carne, cuando actuamos según ella, obra en nosotros como una cáscara que obstruye nuestra comunión:

1º. Con nosotros mismos, no estamos de acuerdo con nosotros mismos, no alcanzamos felicidad porque ésta nos adentra en su camino y, es como si quisiéramos no escuchar la voz del Espíritu que nos redarguye para dejarnos llevar por la carne a donde solamente pueden ocurrir otras transgresiones.

2º. Con Dios.

Y 3º. Con los demás, porque nos hace desérticos en nuestra capacidad de amar. La palabra de Dios dice que aquél que no puede amar a su hermano a quien vé, tampoco puede amar a Dios a quien no vé.
 
Re: Somos vencedores por aquél que nos amó.

Yo creo que bien sabemos o intuímos, por el Espítiru que mora en nosotros, los que conocemos a Dios, lo que realmente nos corresponde hacer en cada situación, pero hay algo muy importante que nos debe guiar: la voluntad de Dios. Mateo 26:39-40 "Padre mío, si es posible pasa de mí esta copa, pero no se haga mi voluntad sinó la tuya".

Hermanos qué ejemplo de Cristo más importante: Dirigirse a Dios en oración, decirle "mira lo que siento". Porque de Él no podemos esconder nada, Quisiera pasar de esta copa Señor, pero hágase tu voluntad y no la mía.
 
Re: Somos vencedores por aquél que nos amó.

Dijo Jesus: (Mateo 26:41) "el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil".

Hermanos, somos un poco como el grano de trigo... una semilla dentro de su envoltura, una semilla que necesita alimentarse del agua del Señor para salir de su envoltura y germinar, una semilla que necesita enraizarse y alimentarse del Señor para poder crecer y dar fruto a su tiempo. Claro, el detalle es que este grano de trigo necesita morir como semilla y dar paso a un nuevo ser... es un poco lo que nos ocurre a nosotros y... qué dificultad!... soltar "nuestro" envoltorio... someter a nuestra carne... decir ¡alto! a nuestro viejo, tieso y prepotente decálogo para guiarnos por el decálogo de Dios... porque conlleva algo como "morir a nuestra vieja manera de vivir".

Como dice la palabra de Dios en Joel 2:13. "Rasgad vuestro corazón y no vuestros vestidos, y convertíos a Jehová vuestro Dios; porque es misericordioso y clemente, tardo para la ira y grande en misericordia, dispuesto siempre a levantar el castigo.

Una buena manera de empezar es parar, hermanos hay que parar y, entonces decir, como nuestro Dios: "hagamos..." poniendo de acuerdo a nuestro ser: direccionando que vamos a obrar lo que nos dice el espíritu, entonces decir "no" a nuestros miedos, "no" a nuestro egoísmo y "no" a nuestra vanagloria y sí a lo que dice el Dios del perdón, el Dios de la misericordia, el Dios de las posibilidades porque con el corazón se cree para justicia pero con la boca se confiesa para salvación, hermano confiesa que eres un valiente, confiesa que lo puedes hacer, confiesa que puedes cambiar porque nada es imposible para Dios. Nuestra palabra es creadora: Joel 3:10 "...Diga el débil: ¡fuerte soy!, somos fuertes y más que vencedores por aquél que nos amó y no hemos recibido espíritu de cobardía si no de fe, amor y dominio propio para decir sí al amor y a la rectitud de Dios, para presentarnos a nosotros mismos como ofrendas vivas, santas y agradables a Dios. Recordad hermanos: (1 Corintios 3: 16-17) "...sois templo de Dios... el Espíritu de Dios mora en vosotros... el templo de Dios, el cual sois vosotros (vuestro cuerpo, alma y espíritu) Santo es"... Gloria a Dios porque sólo Él, en su infinita misericordia, puede reconciliarnos con nosotros mismos.
 
Re: Somos vencedores por aquél que nos amó.

"Así como el árbol no puede dar fruto de sí mismo si no permanece unido a la tierra, así también vosotros no podéis dar fruto si no permanecéis unidos a mí" "Yo soy la vid verdadera, vosotros los pámpanos: permaneced unidos a mí y yo permaneceré unido a vosotros" "Ya no os llamo siervos sino que os llamo amigos... porque un siervo no será enterado de todo cuánto hace su Señor. Sois mis amigos si hacéis lo que os mando, ésto os mando: que os améis los unos a los otros como yo os he amado"

¿Y cómo nos ha amado Cristo?...

Bendiciones!
 
Re: Somos vencedores por aquél que nos amó.

He conservado este link porque contiene, para mí forma de pensar, un mensaje muy interesante.

Quisiera compartiros aquí mi meditación de estos días acerca de la naturaleza del hombre. Según 1 Cor 2:11-12 "¿Quien entre los hombres puede saber lo que hay en el corazón del hombre, sino solo el espíritu que está dentro del hombre? De la misma manera, solamente el Espíritu de Dios sabe lo que hay en Dios. Y nosotros no recibimos el espíritu del mundo, sinó el Espíritu de Dios, para que entendamos las cosas que Dios en su bondad nos ha dado...
3:3 porque todavía tienen criterios puramente humanos...

No vivas ya según los criterios del tiempo presente; al contrario, renueva tu manera de pensar, para que así cambie tu manera de vivir y llegues a conocer la voluntad de Dios; es decir lo que es bueno, grato y perfecto. Rom 12:2.

En base a pasajes bíblicos como éstos y a análisis de lecturas como las de éste apartado, expongo o mejor, rememoro (al no tratarse de algo nuevo), que los seres humanos estamos conformados por una parte física (cuerpo), visible, que nos comunica y nos exterioriza. También por un "alma" (intelectualidad, razón, sentimientos, actitudes... etc) con la capacidad y tendencia de autogobernarse "ego". Y por un espíritu, conocedor del hombre... aquél que nos potencia como seres espirituales, pero ciertamente falto de "vida" a raiz del pecado. Pienso que el alma está en medio para actuar, para mostrarse y para mirar el mundo físico; pero también para acceder al espíritu. Lo que ocurre cuando recibimos el Espíritu de Dios esque recibimos vida nueva... el Espíritu de Dios mismo se une a nuestro espíritu. Rom 8:16. y nos lleva a dar testimonio de que somos hijos de Dios.

Es aquí donde empieza a obrar el Señor y donde es necesario involucrar nuestra voluntad para revestirnos de ésta nueva naturaleza, para decidir morir cada día a nuestro antiguo "yo", para renunciar a nuestra vieja naturaleza humana y permitir así que sea el Espíritu Santo de Dios quien guía nuestra vida... debemos pedirle al Señor que nos llene con la plenitud de su amor y de su Espíritu y asirnos de su mano para cambiar los viejos pensamientos de nuestra naturaleza humana que gobernaban nuestra vida, por el gobierno de los pensamientos de Dios. Como dice la palabra "nosotros tenemos la mente de Cristo". Amén.